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—¡Chicos! —Gritó Min Ki mientras corría por todo el jardín.
—¿Ahora que trae ese idiota? —Preguntó el rubio enfadado. Han Gil se puso de pie y se acercó a la ventana.
—¡Min Ki, aquí arriba! —Hizo unas cuantas señas y el castaño levantó la mirada. —¿Por qué tu ropa está sucia? ¡Y tu brazo está sangrando!
—¡Eso no importa! —Rió—. ¡Pero por nada del mundo, se muevan de ahí!
—¿A dónde más iríamos? —El pálido apareció y se apoyó en sus brazos.
—¡Ni con tu cara de aburrido me podrás arruinar mi apreciada tarde! —Y sin más, volvió a correr hasta llegar a la habitación de Han Gil y abrió la puerta de golpe.
—Vienes muy agitado. —Sonrió el menor. —Al parecer la caminata te sirvió bastante.
—Estoy tan agradecido con tu hermano.
—Intentaré adivinar. —Chin Hwa se llevó la mano a la barbilla y entrecerró los ojos. —La tienda de donas volvió a abrir.
—Ojalá fuera cierto —contestó serio—. Pero... —abrazó al rubio con fuerza. —Me encontré con un par de chicos.
—¿Y eso qué? —Se quejó. —¿Piensas cambiarnos? —Fue suficiente para que el hombre se separará de su amigo.
—¡Nunca! —Gritó cerca del oído de Chin Hwa.
—¡Aish! —Renegó.
—¿Son del colegio? —Preguntó el castaño emocionado.
Negó. —Son turistas.
—¿Y te hablaron en chino o qué? —respondió sin importancia mientras bebía un vaso con agua.
—Creo que me he enamorado.
Al escucharse eso, Chin Hwa abrió los ojos como platos y escupió el líquido de su boca. Lo había agarrado por sorpresa.
—¡¿Qué tú qué?!
—Cuando estás con la persona que te gusta, tu corazón se acelera y sientes mucha vergüenza. —Tomó sus mejillas y sonrió embobado.
—Oh. —La boca del menor se formó una perfecta "O" —Min Ki si se ha enamorado.
—¡Un momento! —El rubio se puso de pie. —Esto debe ser una confusión.
—¿Por qué habla de esa manera, hyung? —dijo el castaño.
—¿Eso que importa? Si Min Ki le gusta un chico, entonces eso lo convertiría en gay.
La sala quedó en silencio y el castaño analizó con cuidado cada palabra del chico, era verdad, si a él le gusta un hombre su orientación sexual sería distinta a los demás y cabía una gran posibilidad que todos lo criticaran.
—Sería interesante.
—Estas alucinando, el clima en el pueblo es muy fuerte; eso pudo afectar tu cuerpo.
—¡Estoy bastante seguro de lo que estoy diciendo! —Gritó enfadado. —Él es realmente lindo.
—¿No estás emocionado por él? —Han Gil lo vió triste.
—Esto es una estupidez —respondió débil.
—Min Ki. —Se acercó a su amigo y tomaron asiento. —¿Sabes cuál es su nombre?
El hombre volvió a asentir emocionado. —Dong Sun.
Su sonrisa desapareció y miró embobado la alfombra. Ese nombre le resultaba conocido de algún lugar, pero su memoria no le permitía buscar más allá. Tal vez lo había escuchado de la televisión o se trataba de algún famoso. Cualquier persona podía adquirir semejante nombre.
—¿Paso algo?
—No es nada. —Sonrió de lado. —¿Cómo te lo encontraste?
—¡Min Ki necesito las plantas!
—¡Iré enseguida! —Gritó. —Ya vuelvo —dijo emocionado y abandonó el sitio.
—Ese maldito imbécil se golpeó la cabeza. —Chin Hwa hizo una mueca, por lo que el castaño rió.
—Les explicaré todo.
🗻
—¡Abuela, saldré por unos minutos! —Gritó el menor desde la puerta.
—¡No tardes!
Dicho esto, Han Gil salió del lugar y bajo las escaleras con sumo cuidado para después, caminar hacía los cultivos del señor Ichiro.
Aquel lugar le fascinaba, pues cuando necesitaba relajarse siempre asistía a este lugar. Usualmente se trepa al enorme árbol y admira la bella vista por un largo tiempo.
El poco tiempo que quedo con sus amigos, el castaño aprovecho para hablar de su corta historia de amor y lo mucho que le gustaría volver a verle.
Todo le parecía sacado de alguna novela, pero a pesar del poco tiempo que su amigo había hablado con el chico, no cabía duda que estaba enamorado.
Mientras que Chin Hwa escuchaba el relato no podía parar de pensar en todas esas colegialas estúpidas que no paraban de hablar de su amor imposible.
Sí, qué cómico.
El castaño se sujetó de las grandes ramas y subió con cuidado, para después, recargarse en el tronco.
Por otro lado, Dong Sun caminaba perdido por el ancho camino de tierra. Hace unos minutos estaba con el moreno, pero ni siquiera sabía cómo lo había perdido de vista.
No traía su celular e incluso intento buscar algún teléfono público, pero sus intentos le resultaron mal.
El sol no estaba a mucho de que se ocultará y tenía miedo de no llegar a casa justo a tiempo.
Siguió su camino y cuando levantó la mirada su cuerpo se congeló.
Ninguna palabra lograba salir de sus labios y unas cuantas lágrimas se habían acumulado en sus ojos.
Era él.
La persona que había robado todos sus suspiros.
La persona por la que lloró por tanto tiempo.
La persona que amaba y en ningún momento la olvidó.
Han Gil.
Sin duda se trataba de él, estaba tan seguro porque sus ojos no lo engañarían, no hoy.
Su corazón volvió a latir con velocidad como la primera vez que lo vio, como la primera vez que lo beso y como la primera vez que le dijo un te amo.
Una enorme sonrisa apareció en su rostro y las lágrimas no paraban de caer.
Fue cuando su cuerpo se relajó y sin dudarlo empezó a correr hacía él. Como si el mundo se estuviera acabando.
Necesitaba abrazarlo y repetirle lo mucho que lo extraño, pero lo más importante; necesitaba volver a sentir sus labios.
—¡Dong Sun! —Se escuchó. El peli-negro se detuvo y giró su cuerpo acelerado.
El mayor corría hacía él y algo de inquietud lo inundó, debía ir por su amado.
—¡Jung Hee! —Gritó. —¡Encontré a Han Gil, él está vivo!
El rostro del moreno cambió y aceleró el paso hasta llegar con su amigo. Estaba tan sorprendido por lo que había dicho el menor que hasta un poco de felicidad lo había inundado.
—¿De qué estás hablando?
—Allá —Apuntó emocionado. Hace bastante tiempo que no lo veía con tanta energía. —¿Lo ves? Es él, tenemos que ir.
—Dong Sun. —Lo sujetó del brazo.
—¡Vamos! —Intentó zafarse.
—¡Dong Sun! —Alzó la voz.
—Luego hyung, hay que apurarnos.
—¡Dong Sun! —Esta vez lo tomó de los hombros y lo miró acelerado. —No hay nadie.
El azabache lo miró sorprendido y giró su cuerpo para comprobar que era cierto, pero en efecto. No había nadie.
—Yo lo vi, estoy seguro.
—Dime que no has experimentado otras alucinaciones.
—Es la primera vez —contestó asustado.
—No te preocupes, aún sigues presionado. —Lo abrazó.
—Debemos acercarnos.
—No Dong Sun, hay que volver a casa.
Su corazón había vuelto a latir con fuerza y se aseguraría de encontrarlo. Pase lo que pase.
HyunJack.
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