🌹•TWENTY FOUR XXIV•🌹
Ni siquiera sé en qué momento él y ella se comenzaron a llevar tan bien, y lo cierto es que yo en ningún momento necesité de la ayuda de algún chico para hacer el "trabajo" tanto como ella.
La timidez de Jeon no desapareció ni porque ya estaba lo más cerca posible de OhYeon, el brillo en sus ojos aumentó y su sonrisa parecía estar más presente que antes.
No digo que esté mal, claro que no, de hecho es lo mejor que ha hecho Jeon hasta ahora a mí parecer. Sólo que es raro ver a los dos juntos de una manera en la creí que nunca llegaría a ser, pero, ¡ups! Nunca digas nunca, ¿cierto?
No sé si OhYeon era realmente torpe o solo lo hacía para llamar la atención de ojitos de Bambi, es decir, ¿por qué diablos sólo lo llama a él? Hay más chicos a los cuales puede pedirles que la ayuden, por Dios.
Estoy harta de escuchar cada cinco putos segundos:
“— Kookie, ¿puedes ayudarme a.-?”
Agh, es irritante.
Hace un momento iba a gritarle algo estúpido, pero bueno, no puedo.
— Estoy tan cansado como tú, linda Weil. —di un leve brinco del susto ante su repentino aparición a mi lado.
— ¿Eh? —musité algo desorientada.
—Digo que estoy tan irritado como tú. —me sonrió con comprensión—. No sé si JungKook sienta lo mismo, pero el apodo que le dio OhYeon a esté paso lo va a desgastar rápido.
— El apodo que le dio no está mal, pero... —solté una leve risa nasal sin un toque de gracia, cruzándome de brazos, mirando a Jeon ayudando a OhYeon con no sé qué—. Lo voy a odiar si sigue diciéndole "Kookie" cada cinco segundos.
— Linda Weil...
— ¿Mmh?
— ¿Te gusta? —cuestionó sin dejar de mirarme.
— ¿Qué? —pregunté con tranquilidad, sosteniendo su mirada.
— JungKook, ¿te gusta?
— Oh sí, me gusta para burlarme de él. Es como tener a un payaso privado que te hace reír con sus estupideces. —respondí reprimiendo una sonrisa.
— No me refiero a esa forma de.-
— ¡JeWeil, ¿podrías venir un momento, por favor?! —gritó la peli-corto, interrumpiendo así a JoongGuk.
— ¿Ahora que putas quiere? —mascullé rodando mis ojos con fastidio, es más interesante discutir con YoonGi que entablar conversación con ella.
— Creo deberías ir a ver, tal vez sea importante, Weil. —opinó Kang con algo de burla en su voz ante mi sufrir.
— Lo único importante para mí ahora es ir por algo de comer. —bufé acomodando mi cabello detrás de mis hombros con drama.
— Concuerdo, hay prioridades. —asintió cerrando sus ojos.
— JoongGuk... —lo llamé en un tono travieso.
— Dime. —dijo, animándome a seguir hablando.
— ¿Quieres ir por algo de comer? —propuse parpadeando repetidas veces, mirándolo.
— ¿Se puede hacer eso a está hora?
— Tú y yo sabemos perfectamente que no, pero da igual, ¿sí o sí? —me miró dudoso—. ¡Vamos! —formé un puchero jalando de su brazo un poco—. Estoy harta de cuidar mocosos y de ver a alguien tan encimosa como OhYeon.
— ¡Noona, ¿a dónde va?!
Revolví mi cabello molesta inflando mis mejillas cansada, ¿por qué a mí Dios, por qué?
— Qué te importe una mierda. —respondí sin delicadeza alguna antes de volver mi atención hacia JoongGuk—. Si vamos a comer te apreciaré más.
— Comer ahora no es buena idea, linda. —dijo con serenidad—. Además, ya no falta mucho para la hora del almuerzo.
— ¡De acuerdo! —exclamé rendida—. Me iré a comer yo sola.
— ¿Qué? —murmuró en un tono preocupado.
— Oye, un chico no va a arruinar mis planes, ¿sabes? Tú lo dijiste, hay prioridades. —me encogí de hombros.
— Pero.-
— ¡Min JeWeil, ¿puedes venir ahora, por favor?!
Resoplé con indignación ante el grito de Jeon, quien me miraba, ¿suplicante? Nah, no creo. Igual, ¡no tiene porqué gritarme! No cuando está tan ocupado "ayudando" a su intento de crush.
— ¿¡Para qué!?
— ¡Necesitamos tu opinión! —explicó alzando sus cejas.
— ¿¡Y por qué la mía!? ¡Tienes ahí a tu lado a un grupo de mocosos que pueden ayudarte con eso! —señalé con una mueca molesta.
— ¡Min JeWeil!
A regañadientes caminé hacia ellos con mi cara de pocos amigos, y con unas tremendas ganas de comer.
— ¿Qué? —hablé tajante.
— ¿Puedes escoger una paleta de colores, por favor?
— ¿Sólo me hablaste para eso? —interrogué algo más leve que la furia.
— Amh, ¿sí? —respondió Song.
Apretando levemente el puente de mi nariz con mi dedo índice y pulgar respondí—: Para empezar, ¿de qué rayos es la obra de teatro?
— Oh, es acerca de la guerra, ¿cuál de todas? Sinceramente no lo sé, pero sé que es una guerra de tantas.
— Cálidos y puede que fríos también. —dije con cansancio—. Maldición, están haciendo de todo esto un verdadero drama. ¿Acaso no piensa ninguno de los dos? —inquerí mirando a Jeon—. ¿Dónde diablos están los profesores encargados de está cosa?
— Son los maestros que dan segundo grado, de hecho, sus peores alumnos son ellos. —señaló la pelinegra al grupo de menores que se encontraban recortando hojas como niños pequeños—. ¿Por qué?
— No crean que voy a quedarme como tonta aquí. OhYeon, has una lista de dudas que tengas y dámela después.
— ¿A-ahora?
— Por supuesto que sí, ni modo que para mañana. Y tú —llamé a Jeon—, deja de babear por ella y mejor ayúdale.
— ¡Hey! —exclamó en un susurro lleno de pánico.
— Deja de quejarte y ayúdala a terminar rápido.
— Ya no es necesario, JeWeil. —señaló OhYeon extendiéndome una hoja de papel con algo escrito en ella—. ¿Qué vas a hacer ahora?
— ¿Van o se quedan? —musité leyendo mentalmente la hoja—. Decidan.
— ¿A dónde?
— A jugar, supongo. —contesté simpática, ya saben, siempre con amabilidad.
— Ya, no necesitas ser sarcástica, chica extraña.
— Yo creo que sí. —le sonreí con indiferencia—. Como sea, ¡mocosos! Levanten sus traseros del suelo y acompáñenme a ver a sus grandiosos profesores, rápido.
Sin si quiera protestar ni un poco, todos se pusieron de pie.
— Escuchen, no falta mucho para la hora del almuerzo, así que les haré el gran favor de ser los primeros en entrar a comer a la cafetería.
— Wah, noona, eres tan genial. —aplaudió un par de veces.
— Tú cierra la boca, no creas que ya he olvidado lo de hace rato. —aclaré mi garganta antes de continuar—. Retomando: pasaremos a los salones de segundo grado, así que verán a sus profesores, por lo cual pongan cara de niño buenos e inocentes, ¿está bien? Y más les vale comportarse o está vez en serio no me voy a conformar con solo jalar de su cabello o de su corbata, ¿entendido? —los menores asintieron sin queja alguna.
— ¿Jalaste de su cabello y de su corbata? —musitó ojos de Bambi con sorpresa.
— Sí, sí, ¿tienes algún problema con eso, Jeon? —vacilé caminando hacia la salida.
— Sí, ¿por qué hiciste eso? —interrogó arrugando su nariz.
— Kookie, ella tiene buenas razones. —se interpuso la peli-corto.
— Qué OhYeon te explique si quieres. —dije restándole importancia—. Mocosos, vámonos. —chasqueé mi lengua—. Por cierto, JoongGuk, ¿gustas venir?
— Claro. —aceptó contagiándome su sonrisa.
— ¡Oye! ¿Y por qué no nos invitaste a nosotros? —Jeon se está quejando mucho hoy.
— Yo les pregunté que si se quedaban o se iban, y ninguno me respondió, así que ya es su problema.
— ¡Eres cruel, chica extraña!
Y él también comienza a ser igual.
— No sé porqué tanto alboroto, ¿sabes? Bien puedes aprovechar esté momento para ya sabes qué. Eres tan tonto, Jeon.
Le di la espalda a todos, con los demás detrás de mí y JoongGuk a mi lado.
¿Por qué diablos sigo ayudándolo?
No lo sé, sólo sé que tengo hambre y que mi jugo de uva está esperando a que yo lo compre.
— Profesor, Han.
— ¿Sí? ¿Ustedes qué hacen aquí? —interrogó al observar a algunos de sus alumnos detrás de mí—. ¿No se supone que deberían estar haciendo los escenarios?
— Exacto, pero nos dijeron que usted también debería de estar haciendo lo mismo. —comenté con inocencia.
— No puedo, estoy dando clase. —excusó.
— Y nosostros las estamos perdiendo. —me miró fijamente neutro—. Ni usted ni yo estamos conformes, así que, ¿puede responder estás preguntas?
Bufó casi arrebatándome la hoja, ingresó de vuelta a su salón escribiendo así sus respuestas en la hoja con prisa, entregándome la misma unos minutos después de mala gana.
— Y ustedes, más les vale hacer algo si no quieren reprobar. —advirtió a los menores.
— No se preocupe, es más fácil que ellos encuentren una solución para no reprobar a que usted deje de tratar mal a sus alumnos. —le sonreí sin gracia—. Con su permiso. —hice una leve reverencia que fue imitada por el resto antes de retirarnos.
— ¡Oye, mocosa insolente! ¡Ven aquí, JeWeil!
—¡Lo siento, profesor Han, usted ya no es más mi maestro! ¡Si exige respeto, aprenda a regresar el mismo!
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