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🌹•THIRTY FOUR XXXIV•🌹

— ¿Para qué me trajiste aquí? Se supone que ya debería estar en mi dulce cama flojeando, Jeon.

— Shhh. —siseó tomando mi muñeca, guiándome así entre los pasillos de aquella tienda departamental—. Oh, mira eso. —señaló con una sonrisa emocionada aquel estante lleno de gorros con forma de conejo de aspecto tierno—. ¿Me compras uno?

— ¿Me estás jodiendo? —cuestioné incrédula.

— Ay. Ándale, ¿sí? —jaló de mi mano un par de veces sin ser brusco, como un pequeño berrinche para saciar su repentino capricho—. Por favor, sé buena conmigo hoy.

Cada día que pasa siento más pena ajena por él, Dios ayúdame.

— ¿Para eso me trajiste aquí?

— Sí. —contestó tomando un semblante inocente—. Es increíble que me hayas seguido a pesar de todos los insultos que me dijiste en el camino.

Inhalé y exhalé aire con pesadez, mirando hacia el techo como si éste fuese a darme una respuesta.

No entiendo cómo es que no me a mandado a la mierda a pesar de todo eso. ¿Tanto me ha de querer y aguantar?

— Si te lo compro, tú me dejarás libre. —condicioné sabiendo desde ya que me diría que no.

— En ese caso, mejor no quiero nada. —resopló entrelazando de inmediato sus dedos con los míos.

¿Lo ven? No sé qué rayos quiere él de mí, en serio que no lo sé.

— ¡Qué bien! —exclamé con alivio dispuesta a irme—. Ya me estaba preocupando gastar mi dinero en esa cosa de color blanco con aspecto tierno.

— Pero hace frío. —insistió parpadeando repetidas veces tirando de mi mano—. ¿De verdad vas a dejar que me dé frío?

— Por supuesto.

Bufó dando un leve apretón a mi mano formando un mohín inconforme y suplicante.

— ¿Sabías que hay tiendas donde los venden mucho más barato que aquí, Jeon? —inquerí caminando hacia aquel carísimo deseo del castaño a mi lado.

— ¡Te daré la mitad del dinero! —musitó con emoción.

— Ni tú te la crees. —dije rodando mis ojos, tomando entre mis manos aquel sueve gorro—. ¿En serio crees que esto le quede a tu estulta cabeza?

— Nada es imposible, bonita.

Bonita, bonita, bonita.

— A ver, ven acá. —le ordené, haciendo ademán de colocar el gorro en su cabeza—. No entiendo para qué quieres esto si no hace frío aún. —sin mucho esfuerzo logré hacer lo anteriormente dicho.

Agradecida de tener une tremenda altura de un metro con setenta, gracias Dios, por darme tan excelente bendición. Creo que fue lo único bueno que mandaste, pero bueno, tampoco estoy en posición de exigir más... O bueno sí.

— Tu nariz y tus mejillas no dicen lo mismo, chica extraña.

— Eso no significa que tenga frío. —respondí acomodando algunos mechones de su cabello mientras él me miraba inmóvil—. No puedo creer que vaya a gastar mi dinero en esto.

— Puedo apostar que me veo más apuesto con esto puesto. —guiñó su ojo derecho coqueto.

¿Dónde demonios está la mentira?

— En realidad te vez más tonto.

Importándole poco mis palabras, sonrió apretando los lados de aquel gorro haciendo que las orejas de éste se movieran.

Lindo.

— Bien, chico tonto. Si ya no vas a molestarme más, es hora de ir a pagar esa cosa que tienes en la cabeza. —tomé su mano colocando en ella el dinero—. Te espero afuera. Si tardas mucho me iré sin ti. —advertí antes de darle la espalda y caminar hacia la salida.

Para cuando ya me encontraba fuera del establecimiento, el cielo ya yacía de un color azul más oscuro. Y aunque el viento parecía estar algo eufórico, el clima, para mí seguía siendo algo caluroso.

Habían pasado alrededor de diez minutos y Jeon aún no salía. ¿Qué tanto hace allá adentro? Seguramente debe estar tonteando por ahí con no sé qué.

— ¡Bonita! ¡Aún sigues aquí!

Sentí sus brazos rodear mis hombros detrás de mí, el mentón de su rostro recargado sobre mi cabeza y casi también podía sentir su estúpida sonrisa.

— ¡Oye, ¿qué haces?!

— Te estoy abrazando, ¿qué más? —su risita me desconcierta aun más.

— ¿Qué te dije, ah? —traté de quitar sus manos de mi anatomía pero al parecer él no quiere—. ¡Por tu culpa no voy a poder mejorar los genes de mi familia!

— Oh, hueles a durazno. —comentó de repente retirando su mentón de mi cabeza, ignorado así mis palabras anteriores.

— ¡Ay, ¿tú realmente has enloquecido o qué?!

— Sí, un poco. —respondió alejándose de mí. Y aunque creí que eso era todo, no fue así, puesto que después sus manos recogieron mi cabello en una coleta alta—. Voy a confesarte algo, chica extraña.

— Comienzas a darme miedo. —sentí esa estúpida tensión de nuevo.

Soltó una risita nasal mientras amarraba con una liga mi cabello para que éste permaneciera tal cual como él lo había peinado.

— Te vez más bonita así, aunque... de cualquier forma lo eres.

A esté paso él será el culpable de que mi presión baje.

— ¿Acaso te crees un estilista o qué? —cuestioné en cuanto sentí como también colocaba broches de color rojo en mi cabello.

— No, pero cuando los vi creí que se te verían lindos en tu cabello. —me tomó de los hombros obligándome a dar media vuelta para mirarlo—. Y no me equivoqué. —elevó sus comisuras ladeando un poco su cabeza, satisfecho. Ese maldito gorro que tiene puesto no ayuda.

— ¿Pero qué clase de cliché es este? —lo miré con anomalía.

— Oh vamos, apuesto a que a ti te encanta lo cliché. Al menos el nuestro.

— ¿Nuestro? —alcé mis cejas sosteniendo su brillante mirada.

— Sí, ¿o no? —negué con mi cabeza—. ¿Por qué no?

— Porque eres tonto.

Y sin darle la oportunidad de quejarse bufé dándole una mirada de pies a cabeza, entrando de vuelta al establecimiento.

— ¿A dónde vas? —preguntó siguiéndome.

— ¿A dónde más? Voy a recoger mi jugo de uva que dejé en el casillero de la paquetería. —expliqué buscando con mi mirada tal lugar—. No es mi culpa que a ti no te importe abandonar a tu leche de plátano que te regalé.

— Umh, lo había olvidado.

— ¿Y así quieres que te deje de decir tonto? —resoplé sacando una moneda del bolsillo de mi pantalón—. Cada vez me decepcionas más, Jeon.

— Eso dolió.

— No te creo, aunque pongas esa cara de niño inocente.

Ni siquiera tardé más de cinco minutos para hallar el casillero y recoger nuestras cosas. Sigo sin poder creer que gasté mi dinero así.

— ¿Quieres? —me ofreció aquel pequeño bote de plástico de color amarillo pastel; de lo que puede ser su sabor de leche favorita.

— ¿Tanto te gusta, Jeon? —musité aceptando lo que me extendió.

— Es como tú con el jugo de uva, Weil.

— De ser así, entonces quédate con la persona que te compre paquetes de leche con sabor a plátano. —propuse sin mirarlo, mientras seguíamos nuestro camino de vuelta a casa.

— Pero qué buen consejo, bonita.

— ¿Sabes? Si no me compra mi jugo de uva, entonces ya no quiero nada.

— ¿En serio? —asentí en respuesta—. Está información vale millones.

— Por favor, úsala sabiamente y no se la vayas a dar a cualquier idiota.

— ¿Y quién dijo que iba a compartir semejante información? —farfulló arrugando su frente—. Gracias por darme la clave.

— Pff, como si estuvieras diciendo la verdad. —bufé mirándolo de reojo—. ¿Tienes tipo ideal, Jeon?

— Ya sabes quién es. Es mi tipo ideal y lo demás. —susurró cabizbajo—. ¿Qué hay de ti, mmh? ¿Tienes tipo ideal?

— Ahora que lo pienso, sí.

— ¿Cómo quién? —cuestionó con interés en el tema.

— Kang Joong-Guk. —dije sin poder evitar sonreír—. Y aunque al principio huía de él, siendo sincera, es el tipo de chico que me gustaría tener conmigo. —dije mirándolo aún con mis comisuras elevadas que él no correspondió, manteniéndose así, neutro—. Él y otro idiota me confunden en demasía.

— Weil, ¿te das cuenta de que puedes estar con él porque ya gusta de ti? —señaló de inmediato—. Puedes estar con tu tipo ideal y ser correspondida.

— Hey, no vayas tan rápido. —aclaré mi garganta antes de continuar—. Una cosa es tu tipo ideal y otra muy diferente la persona que te guste realmente. ¿Entiendes? —me miró aún más confundido—. Sí, JoongGuk es mi tipo pero eso no significa que por ese simple hecho él deba de gustarme hasta ese punto.

— ¿Me estás diciendo que esa es tu expectativa más no lo que en un futuro pueda llegar a gustarte realmente? —inquirió como si fuese algo difícil de entender.

— Puede ser. —me encogí de hombros restándole importancia—. Todo es relativo, Jeon. Las personas cambian al igual que los gustos y de más, todos cambian.

— ¿Entonces, JoongGuk... no te gusta?

— Es que... no puedo negar que es demasiado apuesto. —vacilé a propósito en busca de una reacción en él, aunque pueda que no haya mentido en decir aquello.

— ¿Y qué hay de mí?

— Tú eres tú. —respondí con simpleza.

— Esa no es una respuesta, JeWeil.

— Nunca dije que te la iba a dar, JungKook.

Lo escuché resoplar con algo de molestia e indignación ante mi repentina indiferencia.

Durante el resto del camino ninguno de los dos volvió a hablar, el silencio que había no era incómodo pero tampoco cómodo, era como si hubiese de nueva cuenta aquella extraña tensión entre nosotros, como si hubiera algo que decirnos mutuamente pero al final no hacer nada al respecto y dejarlo así.

La noche cayó por completo cuando llegó la hora de despedirse, y de alguna u otra forma esto va a ser demasiado raro de hacer.

Es más, ni siquiera me había dado cuenta que él ya se había quitado el gorro que casi me obliga a comprarle, pero que al final por voluntad propia lo hice.

— Bueno, gracias por invitarme a comer y por traerme de vuelta a casa. —dije primero aún sin haber entrado a la residencia.

— No hay de qué, gracias a ti por aceptar y no mandarme al diablo como siempre. —rió un poco ante sus propias palabras.

— Si no lo hago no sería Min JeWeil con quien estarías hablando entonces, ¿no lo crees? Es como mi esencia. —me encogí de hombros causándome gracia ésta última frase—. En fin, te diría que fue un asco pero en realidad fue todo lo contrario, y aunque mi orgullo me dice que no diga nada más... Voy a aceptar que fue divertido salir contigo hoy, Jeon. —palmeé su hombro un par de veces—. Valió la pena salir de casa hoy a pesar de que llegaste como todo un holgazán.

— Salir sin haber planeado nada a veces suele ser mejor que haberlo hecho, chica extraña. —opinó dándole una rápida mirada a la fachada de la casa.

— Supongo que sí. —suspiré antes de dedicarle una sonrisa cerrada y tocar el timbre de casa—. Entonces, adiós. Te veo el lunes.

— Adiós. —se despidió con timidez, pero pese a eso no dejó de cortar el contacto visual conmigo—. Buenas noches, chica extraña.

— Buenas noches, Jeon. Ojalá sueñes con OhYeon. —bromeé en cuento escuché la puerta siendo abierta detrás mío.

— Mejor contigo. —bromeó de vuelta con una mirada pícara.

— ¿Otro? —escuché a papá decir detrás de mí en cuanto abrió la puerta, encontrándose a Jeon—. ¿Cuántos chicos más, Min JeWeil, cuántos?

Jeon me miró a mí y a papá con sorpresa ante sus reveladoras y repentinas palabras.

— Si lo dices solo para tratar de ahuyentarlo, no va a funcionar, papá. —informé, poniéndome a un lado de mi querido progenitor con tranquilidad—. Tal vez él tenga cara de niño tonto pero créeme no lo es. Con decirle eso ya le estás diciendo estulto. —Jeon abrió su boca formando una “O” con sus labios, demostrándome lo poco que le ofendió mi comentario—. ¿Verdad, Jeon? —inquerí burlona.

— ¿Qué hay del chico del restaurante de comida rápida, ah? —interrogó con sus ojos entrecerrados—. Dime, ¿a esté si lo dejaste pagar la comida por ti? —miró a Jeon haciendo que éste de inmediato tomara una postura derecha—. Hijo, ¿si sabes que es de caballeros pagar por la chica, cierto?

— Por supuesto, señor. —contestó sin dejar pasar siquiera un segundo.

— ¡Ya te he dicho que dejes de ser tan tacaño! —exclamé bufando—. Las chicas también pueden pagar, papá.

— Lo sé, lo sé. —trató de apaciguarme pasando su brazo por mis hombros—. Pero así ahorras algo del dinero, hija mía. —susurró cerca de mi oído para que solo lo escuchase yo.

— Papá, ¿no tienes remedio, verdad?

— Ni tú, querida miel.

— Como sea, ¿podrías dejar de decir eso cada vez que alguien viene a dejarme a casa? ¡Deberías estar agradecido por ello! —señalé molesta, retirando su brazo.

— ¡Ya, ya! —se quejó alejándose de mí—. Eres como que tu madre, igual de gritonas las dos. —rodó sus ojos antes de dirigirse de vuelta al castaño que nos mira extrañado—. En fin, ¿cuál es tu nombre, mmh?

— Jeon JungKook, señor. Un placer conocerlo. —se presentó con cierto nerviosismo, haciendo una leve reverencia en dirección a papá.

— Uh, entonces el chico del restaurante de comida rápida se llama JoongGuk, el que casi te rompe la ventana se llama Taehyung, y tú —señaló a ojitos de Bambi—, el que parece ser el más decente de los tres, se llama JungKook, ¿eh? —se acercó a mi oído para susurrarme de nueva cuenta sin dejar de observar a Jeon—: Hija, cuando me dijiste que mejorarías los genes de la familia creí que no hablabas en serio. —lo miré aterrada—. Gracias por traer a mi hija a casa, JungKook.

— O-oh, no tiene que agradecer nada. —dijo de inmediato, negando con su cabeza—. Creo que cualquier persona pudo haberla traído de vuelta.

Papá y yo nos miramos unos segundos en silencio antes de soltar unas cuantas carcajadas que desconcertaron al castaño.

— Tu novio es gracioso, eh. —comentó aún sin dejar de reír levemente.

— ¡Papá, no es mi novio! —farfuté de inmediato dejando de reírme de golpe. Y aunque para él fue gracioso a mí casi hace que me ahogue con mi propia saliva—. Deja de insinuar todo.

— Bien, bien. —aclaró su garganta volviendo a su semblante serio–. Lo siento JungKook, pero seamos sinceros, hoy en día que cualquier persona traiga a salvo a una chica a su casa ya es algo que lamentablemente se está volviendo casi poco probable. —le sonrió a Jeon quien correspondió—. Así que de nuevo, gracias por traerla a casa. —el castaño respondió con una reverencia de noventa grados.

— Se hace tarde Jeon, deberías volver a tu casa ya. —sugerí—. Gracias por todo lo de hoy, en serio, te lo agradezco.

— Si algún día quieres salir con ella tienen mi permiso. —interrumpió papá—. Está loca pero aún así no sale de su habitación ni porque le regalen un auto. —lo miré con clara indignación negando con mi cabeza.

— Si fuera real lo del auto, lo haría.

Escuché reír a ojitos de Bambi, sintiendo así cómo se unía de a poco con mi papá y yo. Se siente bien.

— Nos vemos el lunes, entonces. —musitó ladeando su cabeza.

— Síp, regresa con cuidado, Jeon. Si te ocurre algo ya no tendré a alguien de quién burlarme tanto como de ti.

— Gracias por tu preocupación. —dijo con un toque de diversión y el resto lleno de sarcasmo.

— Largo de aquí, Jeon. —mascullé.

— No seas irrespetuosa, niña maleducada. —me miró con advertencia y reproche.

— Buenas noches, señor Min. —casi susurró.

— Igualmente, JungKook.

— ¡Sueña con OhYeon! —exclamé traviesa.

Puso sus ojos en blanco antes de negar con su cabeza y dar media vuelta para irse.

— ¡Hablo en serio! —grité con diversión.

— ¡Yo también hablaba en serio cuando te dije que mejor iba a soñar contigo!

Esto parece una guerra de quien hacer sentir tímido u nervioso a quien. Y es divertido porque ambos sabemos que de quien realmente gusta es de ella, no de mí.

— Mírate, pero si hasta los ojos te brillaron.

— Papá, no empieces.

— ¿Qué? Solo decía.

¡NO PASES DE LARGO AÚN!

Antes de que entrara en Hiatus por problemas personales tenía esté capítulo medio escrito, y aunque todavía no estoy segura de regresar a la plataforma quise acabarlo y no dejarlo inconcluso.

En mi opinión no es el mejor capítulo de todos pero pues, es lo que hay xd.

Tal vez ya no tarde en regresar aquí, sin embargo no esperen que actualice tan seguido cuando eso suceda, espero y entiendan que aún estoy en Hiatus indeterminado tal y como lo expliqué en el anuncio que deje ayer en mi tablero, sólo que quería publicar esto.

En conclusión FYJ queda en PAUSA.

Muchas gracias por seguir hasta aquí, créanme, la mayoría no pasa del prólogo v: lo noté cuando volví a abrir sesión en Wattpad porque había borrado la aplicación durante todo este tiempo, o sea, apenas ayer (o'・_・)っ

En fin *suspira* no tienen idea de cuán agradecida estoy con cada unx de ustedes, y la verdad es que me hace feliz saber que a pesar de que no estoy aquí por completo hay personas que aún me pueden esperar, y las que no, bueno, fue un placer tenerlxs aquí. ^^ <3

¡Espero verlxs pronto!💗

✨💜Se les ama, se les quiere y se les aprecia mucho.💜✨

•••

¡Gracias por leer!💙

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