🌹•ONE I•🌹
— ¿Y bien? ¿qué piensas? —preguntó con sus comisuras arriba.
La tenía ahí, sentada a un lado mío mientras ella parecía estar bastante entretenida jugando con mi cabello, según sus alucinaciones está practicando sus peinados en mí.
Me está tomando como si fuese un jodido maniquí la cínica.
— Pienso que es una perdida de tiempo. —respondí con sinceridad, sintiendo como tomaba mechones de mi cabello.
— ¡Weil! —exclamó con molestia sin dejar de estar en lo suyo—. Estoy hablando en serio. —musitó deshaciendo el desastre que hizo con mi maltratada melena.
— Yo también estoy hablando en serio, además, tú fuiste la que me pidió que dijera lo que pensaba al respecto. —señalé encogiéndome de hombros.
— Ah, tú realmente eres difícil de complacer. —susurró negando con un gesto de cabeza mientras se ponía de pie.
— Claro que no. —refuté con una mueca, siguiendo sus movimientos con la mirada.
— Lo eres. —afirmô por sí mizma—. En fin, me voy. Iré con Hobi y le diré que a ti te da igual. —avisó con una amplia sonrisa.
— ¿Por qué le dirás eso? —bufé—. Di lo que yo te dije, que es una perdida de tiempo. —dije cruzândome de brazos—. Me da igual si su corazón se rompe o no.
— ¡Hey! ¿Quieres dejar de molestar a mi novio?
Rodé mis ojos como si con ese gesto obtuviera más paciencia.
— Claro, ¿por qué no mejor hacen algo que no sea tan empalagoso como eso, mmh? —cuestioné alzando mis cejas—. Por Dios, la comida rápida a veces es mejor que ir a una cafetería. —susurré mirando el cielo con dificultad debido a luz del Sol.
— Pero se supone que sería lindo. —dijo formando un puchero inconforme.
— La comida es linda, yo soy linda, tú eres linda y Hoseok también es lindo, ¿qué más quieres? —pregunté observándola con rareza.
— ¿Fuegos artificiales?
La miré con pereza. Tan cliché, pero en fin, es grandioso mirar fuegos artificiales iluminar el cielo nocturno pero, ¿dónde rayos va a conseguir eso en una cafetería? No estamos en una película, joder.
— Imaginarios, sí, quizás sí. —opiné sonriendo sin gracia.
— Agh, ¿puedes dejarme soñar aunque sea un jodido minuto?
— Mmh, déjame pensarlo un poco. —acariciaba mi mentón—. No. —contesté—. Debo hacer mi trabajo como la típica chica que rompe sueños e ilusiones andantes en el aire flotando, justo como las tuyas. —me incorporé dando un par de pasos para quedarme justo a un lado suyo.
— Chica cruel. —me miró de mala gana formando un puchero molesto.
— Como sea, me da igual que harán Hoseok y tú en su intento de aniversario segundo, vamos, te llevaré con él. —tomé su mano haciendo ademán de llevarla conmigo.
— ¡Eso es algo especial, Weil! —informó casi cansada de que me haya estado repitiendo lo mismo desde hace media hora.
— ¿Especial? Por favor, todo el mundo es especial. —frunció su ceño confundida—. Tú eres especial... Especialmente genial sacándome de quicio y yo rompiendo tus sueños de película o serie juvenil. —expliqué con una sonrisa más falsa que mis ganas de vivir.
— Chica mala. —hizo un mohín con sus labios de tristeza, fingida, claro está.
— Vámonos, te llevaré con Hoseok. No puedo lidiar tanto tiempo con tus pucheros intentando parecer alguien tierna. —resoplé.
— ¡Yo soy tierna! —gritó alzando sus comisuras con diversión.
— Sigue soñando, yo estaré ahí para que deje de ser así. —solté una risita nasal irónica.
— ¡Algún día también uno de tus sueños se romperá! —advirtió con recelo.
— ¡Claro que sí! No todo el tiempo son sueños lindos, Hanhi, a veces las pesadillas también te atacaran. —la animé a seguirme, sonriéndole—. Vamos, te compraré leche de fresa, ¿o quieres de plátano?
— Odio la leche de plátano, mejor de fresa.
Y así de fácil es de hacer que olvide un tema.
— De acuerdo, vamos.
La cafetería no es mucho de mi agrado pero tampoco es algo desagradable. Fuimos a hacer fila para comprar la bendita leche de fresa de Hanhi, y adivinen quién está a dos personas de nosotras, oh sí. ¿Jeon comprando leche de plátano? Pues sí, al parecer tiene un puto gusto por ese sabor.
— ¿Quieres algo a parte de tu leche de fresa? —le pregunté al ver su mirada centrada en aquella vitrina que mostraba postres.
— Eh, no, no quiero nada más. —respondió con torpeza.
— ¿Estás segura? Porque por lo que veo ese pastel de vainilla casi te lo tragas con la mirada. —dije con burla.
— ¡Hey! En serio, me prometí a mí misma que ya no comería más pasteles de esos, es mucha azúcar. —despegó la mirada de la vitrina para después cruzarse de brazos mientras avanzábamos conforme la fila.
— Bueno, ese ya es tu problema porque es el último y yo lo quiero. —comenté para molestarla, no soy fan de los pasteles pero sí me gustan.
— ¿Qué? ¿lo comprarás para ti? —cuestionó frunciendo sus cejas.
— Ajá. Se ve delicioso, sólo míralo, ¿no crees que se ve apetitoso? —inquerí sonriendo de lado.
Me miró suplicante mientras humectaba sus labios pasando su lengua por estos. Está tentada, sus ojos brillan de solo ver la rebana detrás de la vitrina.
— Mierda, no... —se quejó chillando un poco— Quiero pero no puedo.
— Qué mal. Ahora muévete que somos las siguientes.
En realidad solo faltaba Jeon y los tipos frente a nosotras. ¿Qué tanto está comprando? Hay estudiantes esperando su turno antes de que el jodido timbre suene y regresemos a clases.
¿Ven? No solo lleva una leche de plátano, sino tres. Tan predecible.
Sus amigos lo esperan en una de las mesas, pero su atención es atrapada por nada más y nada menos que yo... Nah mentira, la pelinegra acaba de entrar a la cafetería, su nombre es Song OhYeon.
— ¿Weil? ¿traes cambio? —preguntó buscando entre los bolsillos delanteros de su sacó escolar.
— No. —respondí—. Y muévete, yo pagaré tu lechita junto a mi rebanada de pastel. —ordené pasándola de largo.
— ¡Aw, por eso te amo!
Una vez haberme alcanzado el paso, tomó mi rostro entre sus manos y depositó en una de mis mejillas un beso, iugh.
— ¡Aléjate de mí! —me quejé limpiando mi mejilla izquierda con drama—. Joder, estás loca.
— ¡Aiñh! Se te ama, Weil, se te ama.
— Largo.
Ella no protestó más y se hizo a un lado para esperarme o más bien esperar su jodida leche de fresa.
Kim convenenciera.
— Una leche de fresa, y la última rebanada de pastel de vainilla, por favor. —pedí con amabilidad preparando mi dinero para pagar.
¿¡Qué!? Ni que el gobierno me mantuviera. Genial, todo mi dinero se fue en la bendita leche de fresa y una rebanada de pastel. Ni siquiera me alcanzó para una mísera galleta de la suerte, qué estafa, en serio.
— Toma. —le entregué su deseo de mala gana.
— ¡Sí! —chilló abriendo aquel envase rosado como una niña pequeña.
— ¿Quieres buscar una mesa? Mi trasero desea descansar un poco.
— Si es que hay desocupadas, lo haré.
Y afortunadamente sí había mesas vacías, y miren nada más, una mesa después de la pelinegra. ¿Y quién está dos mesas atrás? Sí, Jeon.
Pequeño tonto.
— Deja de mirar el pastel así, le quitarás el sabor. —demandé con advertencia.
— Agh, yo también quería. —se cruzó de brazos formando un mohín triste.
— Lástima. —musité mofándome de ella.
— JeWeil, ¿¡me das un poco!?
— No. —contesté de inmediato.
— ¡Ay, ¿por qué no?! —carraspeó con una mueca inconforme.
— Porque no se me da la gana darte algo tan preciado como lo es está última rebanada de pastel exclusivamente de vainilla. —expliqué sin mayor problema.
— ¡Anda, solo un poco! ¿Sí? —insistió acunando su rostro con sus manos parpadeando repetidas veces mientras sonreía.
Loca.
— No. —murmuré.
— ¿¡Por qué!? —replicó haciendo un intento de berrinche.
— Porque es mío. —argumenté
— ¡Un poco, por favor! —insistió.
— Qué no.
— ¿Ah sí? —bufó con indignación—. Entonces le diré al chico del grupo “B” que lo acosas con la mirada. —intentó atacar, fallando en el acto.
— No me importa. —me encogí de hombros desinteresada, comiendo de mi pastel—. Ve, está a cuatro mesas de aquí, no está muy lejos. —la animé, haciendo que se molestara más.
— ¡Agh, Weil! —exclamó con su frente arrugada.
— ¿Qué me darás si te doy a probar un poco? —pregunté enarcando una de mis cejas.
— Haré tu tarea de Matemáticas por lo que resta de la semana. —propuso con un tono de voz seguro y firme.
— ¿Tres días? —asintió con frenesí.
— Ujum, por tres días.
— Bien —acepté ofreciéndole del postre—, más te vale que esté bien.
— Síp, lo estará.
Puse mis ojos en blanco, mirándola deleitarse con el sabor de aquella rebanada.
— Toma, te lo regalo.
— ¿Qué? —me miró confundida—. ¿Ya no quieres?
— No, es todo tuyo. —la animé a tomarlo todo con mi mano.
— ¡Aiñh, te adoro!
— Aléjate. —mascullé ante sus intenciones.
— Está bien, cruel Weil.
¡Gracias por leer!💙
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Inicio aburrido, desarrollo emocionante, jajajkskd, o eso creo xd.😔🔫
Posdata: Si pasas más allá de cinco capítulos, ya es un gran logro para mí. <3
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Capítulo editado
y corregido: 11/03/2022
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