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🌹•FORTY XL•🌹

Aquí la pregunta del millón es, ¿por qué se ignoran o evitan después de haber insinuado que gustan de una persona? Es decir, sí es incómodo al principio pero... ¡pero nada! ¿¡A quién engaño!? Es justamente lo que Jeon y yo hemos estado haciendo desde hace días.

Suficiente tiempo para reflexionar a cerca de lo que siento, y lo que debería hacer al respecto. Sin embargo, por un lado está JoongGuk y por el otro está OhYeon.

JoongGuk en el sentido en el que hay algo más y no exactamente bueno con él, sumándole el hecho de que le dije una estupidez cuando no estaba segura realmente, y siento que lo lastimaré de alguna u otra forma. Y luego está OhYeon porque siendo sincera, estoy dudando un poco de lo que dijo Jeon, es decir, ¿tan de repente?

Hanhi dice que no es algo que haya pasado de la nada, que debí haberlo visto venir y que ya se había tardado, pero yo me niego a aceptarlo aún.

— ¿Qué rayos le gusta a Park? —le cuestioné a Kim, quien miraba a su alrededor con curiosidad.

— ¿Y yo qué voy a saber? —se encogió de hombros posando su atención de vuelta en mí.

— ¿Que no se supone que es tu amigo? ¡Piensa tantito! ¡Para eso te traje! —exclamé arrugando mi frente.

— ¡Perdone usted, señorita convenenciera! —formó un puchero molesto—. Creí que íbamos a ir a comer. —se cruzó de brazos desilusionado.

— Y yo creí que me serías útil, y mira, tampoco fue así. —resoplé ante su mirada indiferente—. La vida no es justa, Taehyung.

— Y tú no ayudas.

Rodé mis ojos como de costumbre, comenzando a caminar en busca del regalo para Jimin. ¿Casi no se nota que me gusta dejar a las personas atrás como estultos, verdad?

— Tienes un afán por dejarme atrás, Weil. —musitó alcanzándome sin mucho esfuerzo.

— Todos dicen lo mismo. Tranquilo, no eres el único. —apacigué con obvio sarcasmo.

— Pobre de Jungkookie, ahora creo entenderlo un poco más.

Y fue ahí cuando aceleré mi caminar por claras razones que creo que no es necesario decir. Tonto Taehyung.

— ¿Por qué se ignoran, mmh? Sólo quiero saber.

— "Sili qiiri sibir". —bufé imitando sus palabras y tono de voz—. Si claro, y al día siguiente me entero que fuiste y se lo dijiste todo para ayudar.

— Pues sí, eso es lo que hacen los amigos para hacer que todo entre ustedes se arregle y se aclare. —explicó con una amplia sonrisa.

— ¿No crees que eso es algo que le corresponde a Jeon? —solté una risita nasal—. ¿Además, tú que tienes que ver aquí, Tae? —interrogué burlándome ante su vago intento de hacerse ver como el héroe.

— Ustedes dos son mis amigos.

— ¿Y luego? —palmeé un par de veces su hombro derecho—. Al final del día es él quien debe decidir si seguir ignorándome o no, tanto como yo debo de hacerlo también. —argumenté sintiéndome mal conmigo misma de nuevo—. Además, no creo que esté diciendo la verdad. —confesé.

— ¿Por qué no? —inquirió atento mientras ingresábamos a una perfumería.

— Siento que él aún no deja del todo de OhYeon, ¿sabes? —comencé a explicar—. Digo, entiendo por una parte ese aspecto, pero aún así. ¿Qué caso tiene estar con alguien que aún no suelta a esa persona?

— Bien, bien, tienes un punto a tu favor. —aceptó formando una mueca de asco—. ¿Si saben que combinar aromas no es lindo, verdad?

— Entonces espérame afuera. —sugerí

— No quiero, lo que quiero es saber el chisme completo, así que continúa hablando mientras controlo mis ganas de vomitar mi desayuno. —se colocó su mascarilla de color negro—. Rayos, está cosa no reduce el aroma, voy a vomitar en serio.

— ¡Tae! —reproché en cuanto escuché una arcada de su parte, haciendo que varias personas dentro del local nos miraran con rareza—. Sal de aquí ya, vete. —ordené.

— Odio ser tan sensible a los aromas. —comentó cerrando sus ojos por unos segundos con fuerza.

— Créeme que yo más ahora mismo, espera afuera. —demandé de vuelta, tomándolo de los hombros obligándolo a dar media vuelta.

— ¡Compra uno que huela o se asemeje al aroma del durazno! —propuso, dejándose hacer cuando le di leves empujones para que saliera del establecimiento—. Jimin suele tener ese tipo de aroma.

— ¿Está bien...? —dije no muy segura—. ¡Olvídalo, sólo espérame afuera!

— ¿Por qué no usas la vieja confiable, Weil? —preguntó una vez fuera de aquella tienda, ladeando su cabeza.

— ¿La vieja confiable? —fruncí mis labios.

— Ujum, cómprale ropa como regalo. —indicó encogiéndose de hombros—. O simplemente dale algo de dinero y que él haga de éste lo que se le plazca.  —suspiró formando una línea recta con sus labios—. Allá él si lo gasta en alguna estupidez, algo bonito, algo que valga la pena, algo caro, algo inservible o simplemente lo ahorre.

Trás unos segundos de silencio de mi parte en los cuales procese sus ideas le sonríe mostrando mi dentadura, aliviada de que ya no tenía solo una sino dos soluciones.

— Al final no resultaste ser tan inútil como pensé, TaeTae. —di leves y suaves palmaditas en sus mejillas.

Elevó sus comisuras orgulloso antes de acariciar su barbilla ante su minuto de egocentrismo.

— De nada, de nada, pero pido a cambio una deliciosa comida.

En cambio, para cuando dijo aquello yo ya estaba caminando de vuelta a casa sin esperarlo y de paso mirando algunas prendas masculinas gracias a su idea.

— ¡Hey, no merezco esté trato! —lo escuché bufar chasquendo su lengua con indignación—. Jeon tiene razón, eres una chica muy cruel, Weil.

Cruel, cruel, cruel... Ah, en realidad solo estoy a la defensiva, y aún no hallo la forma de quitarme ese estúpido hábito. Ja, últimamente estoy recordando porqué soy así de molesta. Reír para no llorar, amigos.

— Lo sé, todos ustedes se encargan de hacérmelo saber a cada rato, así que no te molestes en repetírmelo tú también.

— En realidad es parte de tu esencia, JeWeil. —señaló riendo bajo—. Pero hay veces en las que eres demasiado hiriente. —confesó sin miedo alguno, siendo sincero como casi todos—. Pero está bien, en parte, después de todo lo único que haces es decir la verdad.

— ¿Eso debería hacerme sentir mejor?

— No, pero tampoco debería hacerte sentir mal. —me miró de reojo.

— Qué gran consuelo el tuyo, eh.

— No era un consuelo, pero si quieres verlo así... está bien. —lo miré con claras ganas de callarlo—. Es broma, pero si quieres no es broma.

— Mueve tu trasero más rápido si quieres comer cuando lleguemos a casa. —mascullé.

— ¡Por ahí hubieras empezado, Weil! —gritó resoplando—. Si lo hubieras dicho antes no estaría caminando tan lento.

Ni tiempo de reaccionar me dio cuando tomó mi mano y jaló de ésta para comenzar a caminar más rápido hasta llegar a la estación del metro, donde me soltó en cuanto debíamos de bajar las escaleras.

— Mierda, ya me cansé. —murmuré parando mi andar a media escalera.

— ¿Qué? Weil, ¿tienes diecisiete años y ya te cansaste? —bufó—. Te hace falta hacer más ejercicio. —reprochó.

— Odio hacer ejercicio, y antes de que me reclames tengo mis razones, Kim.

— ¿Ah sí? ¿Cómo cuáles, ah? —subió un par de escalones para extenderme su mano—. Dime, anda.

— Mamá... —susurré sintiendo como mi ánimo decaída un poco tomando su mano, ayudándome a bajar las escaleras restantes—. Solo te diré que mi mamá tuvo mucho qué ver ahí.

— Te preguntaría más pero tu cara me lo dice todo, y además el tren está por llegar.

Y él nunca tendrá idea de cuánto le agradecí internamente que no me preguntara más allá.

Es jodido darte cuenta y saber que hay cosas que aunque hayan pasado hace años, siguen ahí: lastimándote.

Detesto los bajones emocionales, joder.

— Weil. —me llamó recargándose en la pared a un lado mío.

— ¿Mmh? —fue lo único que murmuré.

— Insúltame o algo, no me gusta verte así, triste. —comentó incómodo—. Y estoy seguro de que a Jungkookie tampoco, de hecho, a nadie.

— No estoy triste, idiota. —aclaré mi garganta—. Sólo estoy pensando.

Y aunque creí que me iba a reprochar, reclamarme o algo parecido, no fue así. Lo único que hizo después de que dije aquello fue mirarme con detenimiento, como la primera vez que desgraciadamente —notese el sarcasmo— me topé y hablé con él.

El imbécil de cabello gris platinado.

— Deja de mirarme y muévete. —ordené cuando llegó el tren, caminando hacia una de las entradas de éste, con Kim detrás mío.

— Uh, está casi vacío. —musitó ante la ausencia de la gente que usualmente usa esté tipo de transporte a estás horas.

— ¿Será por qué ya la mayoría ya ha de estar trabajando, Taehyung? —tomé asiento, acto que él imitó—. No quiero crecer, la vida de adulto es muy cara.

— Ni lo menciones, mejor di que vivir está muy caro.

— ¿Sabes que es lo único buena de la vida, Tae? —negó invitándome a seguir con un gesto de cabeza—. La comida. —respondí.

— Los videojuegos. —continuó él.

— La música. —susurré.

— El arte. —tercio.

Y así seguimos diciendo ejemplos como: los poemas, los dulces, la fruta, los paisajes, la ropa, mi existencia y la suya, y muchas cosas más... En fin, todo bien hasta que se me ocurrió decir:

— Los insultos, los golpes, el bardo. —dije enumerándolos con mi dedo meñique, anular y medio—. Claro, hasta que me toca a mí recibirlos. —reí con diversión golpeando su pierna con mi mano.

— Eso fue muy JeWeil de tu parte. —expresó, observándome con rareza.

Pero pese a eso, al final terminó sonriendo conmigo.

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba, y es que siendo sincera agradezco en parte que haya sido así porque el hambre comenzaba a hacer gruñir a mi estómago. Así que tal y como se lo dije, cuando llegamos a casa lo primero que hicimos fue comer sopa instantánea que compramos antes de llegar, todo por flojera de no querer hacer algo de comer por nosotros mismos.

— ¿El señor Min no está?

— No, pero ya no creo que tarde. —contesté antes de llevar algo de ramen picante a mi boca con ayuda de los palillos—. Antes de que me fuera contigo me dijo que iría a enviar un paquete a no sé dónde.

— Oh...

Y hablando del rey de Roma, el sonido de la clave siendo ingresada a la puerta nos informó de su llegada, haciendo que Tae dejara de comer y poner atención a la misma, mientras tanto yo, ni si quiera le presté mucha atención a eso porque era obvio que de quien se trataba era de papá, por lo cual continúe comiendo.

— ¿Y si se molesta contigo porque me dejaste pasar, Weil?

— ¿Eres tonto? No pasa de que me castigue y que a ti te cobre la ventana que casi rompes.

Me burle internamente de él ante su expresión de miedo y pánico. Solté una carcajada cuando mi progenitor entró a casa.

— Es increíble que creas eso. —negué con frenesí—. Papá no tiene la culpa de que su cara sea así de gruñona.

— Con que están hablando de mi, mocosos irrespetuosos.

— Buenas tardes, señor Min. —se puso de pie haciendo reverencia en dirección a papá.

— Buenas tardes, joven Kim. —saludó de vuelta amigable, antes de voltear a verme a mí—. Weil —musité un pequeño «Mmmh» ya que me encontraba masticando mi comida o intento de ella en busca de que siguiera hablando—, el joven Jeon está allá fuera, buscándote.

Casi me ahogó. Comencé a toser como la loca que soy debido a que el sabor del picante se me había quedado en la garganta, el picor era algo que ni la saliva podía aliviar.

—A-agua, agua. —pedí sin parar de toser aún, ya que no veía indicios de que ninguno de los dos me ayudara.

Papá tomó entre sus manos la jarra de agua y Taehyung le extendió el vaso para que llenara éste extendiéndomelo después de que fuera llenado, sin dudarlo lo sostuve entre mis manos y bebí aquel líquido transparente para detener mi repentino malestar.

Cuando me sentí mucho mejor y dejé de toser, sentí la presión encima mío cuando le pregunté a papá que qué le había dicho cuando Jeon preguntó por mí.

— ¿¡Por qué le dijiste que sí estaba en casa!? —exclamé en un susurro.

— Hija mía, no es mi culpa que te hayas reído justo después de que me preguntara por ti.

¡Ay, mierda, estoy muerta!

— Dile que era mamá, anda. —pedí suplicándole con la mirada.

— JeWeil... Él sabe que fuiste tú. —suspiró terminándose mi poco ramen que me quedaba—. Sea cual sea la razón por la que no quieres verlo... si me dices que de verdad, de verdad no quieres salir para hablar con él, está bien. No voy a obligarte a lidiar con gente que no quieres ver ahora.

Casi nunca lo digo pero, papá es mi lugar seguro, definitivamente lo es.

— ¿Quieres que te acompañe, Weil? —dijo Kim mirando hacia la entrada.

Creo que estoy exagerando.

— Olvídalo, iré yo sola. Y papá...

— Dime, cielo.

— ¿¡Por qué te acabaste mi comida!? —formé un puchero triste debido a su acción—. Era el último de picante. —murmuré.

— ¡Pero si soy yo quien los compra! —farfulló—. Además, tienes asuntos que atender. No estás en posición de reclamar nada... —señaló burlándose de mí disimuladamente—. Suerte hija.

Bufé con indignación cuando dio media vuelta para después subir las escaleras, dejándome sola con Taehyung aquí adentro y a Jeon allá afuera.

— Tu padre me agrada, amiga mía.

El mundo ha estado en mi contra estos últimos días. Y vendrán cosas peores, dice la biblia.

Quiero tener una relación con mi padre como la que tiene el señor Min con JeWeil, jajajaja. [Cry]

La idea del aroma a melocotón fue sacada de la vez en la que una ARMY contó que en un concierto Jimin lanzó su sudadera (creo, no estoy segura :v) y ella fue la suertuda, y dijo que ésta tenía un olor parecido al del durazno. ^^

Cierto o no, esa chica ya ganó en la vida :'D

Oh, también recuerden que Weil es una adolescente, por lo cual es normal que ella sea indecisa, que no sepa lo que quiere y lo que siente, y sobretodo tener bajones emocionales. Y no solo ella, un ejemplo de esto también es Hanhi y JoongGuk.

Solo pa' aclarar un poco su comportamiento xD.

Posdata: OJO, no la estoy justificando ni ella ni a sus acciones v:

MJ☁️

•••

¡Gracias por leer!💙

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