🌹•FORTY THREE XLIII•🌹
— Bien, es todo por hoy jóvenes. Pueden retirarse directamente a sus hogares ahora.
Suspiros llenos de cansancio resonaron por el salón, y me incluyo en uno de ellos. Aún no entiendo porqué de repente el ambiente se vuelve tan pesado que hasta el respirar me cansa. El día había sido demasiado tranquilo para mi gusto.
— Oh, por cierto. —aclaró su garganta tomando entre sus brazos algunos cuantos libros—. Para los chicos que fueron participantes del pequeño concurso de fotografía que organizó la escuela en septiembre, los resultados ya están en el mural escolar, por si gustan ir y revisar si se encuentran ahí. —terminó de informar ante los murmullos—. Qué tengan una excelente tarde.
Eso de alguna forma alteró o quizás emocionó a algunos compañeros y compañeras que claramente participaron al igual que yo. Siendo sincera, ni si quiera sabía cómo rayos iban a evaluar y ya hasta me había olvidado de tal cosa.
Con algo de prisa vi a la mayoría guardar sus cosas e irse, aunque yo también haría lo mismo de no ser porque me da pereza regresar rápido a casa.
— ¡Min JeWeil, guarda tus cosas rápido, anda!
— ¿Para qué? —cuestioné sintiendo mi cuerpo pesado—. ¿Tienes prisa o algo así?
— ¡Sí, quiero saber si ganaste o no! —comunicó más emocionada que yo—. ¡OhYeon dijo que iba a ver tres ganadores por salón y grado!
— ¿Y? —murmuré restándole importancia—. Me metí a ese concurso porque en realidad no tenía nada mejor qué hacer con mi vida. —confesé, encogiéndome de hombros.
— ¿Y ahora sí? —inquirió mofándose.
— No, pero aún así me sigue dando igual. —respondí, metiendo la última libreta a mi mochila—. Sólo lo hice para ganar un puntito extra en artes. —comenté retirando piel seca de mi labio inferior con ayuda de mis dientes—. La última vez que fuimos al auditorio para intentar hacer un tonto mini teatro solo para nuestro salón salió mal y me terminaron bajando un punto en ciencias sociales. —dije con una mueca, recordando esa vez.
— Pero Weil, aún no entiendo porqué si lo único que tenías que hacer era abrir y cerrar el telón. —musitó frunciendo sus cejas, confundida.
— Échale la culpa al imbécil de Haru. —señalé maldiciendo por mis adentros a susodicho—. Ese idiota lo único que tenía que hacer era enseñarme a manejar esa cosa. ¡Ah! Pero en vez de eso sólo se rió de mi granito en la frente y me dejó como una tonta ahí, pensando en qué hacer. —hice un recuento de los hechos, mirando su asiento vacío en el salón con resentimiento y recelo, debido a que fue uno de los primeros en irse.
— Aún así, ¿cómo rayos fue que tiraste a KyoSu y a Lisun? —cuestionó aún sin poder encontrar una explicación concreta—. ¡Encima te reíste de ellas! —apuntó bufando.
— ¡Pero fue un accidente! ¡Y no me reí de ellas! —refuté frunciendo mi frente—. Me reí del sonido que hicieron cuando se cayeron al suelo. —corregí soltando una risita nasal, recordando aquel momento ganándome una mirada de reproche por parte de Hanhi, haciendo que borrara mi sonrisa de inmediato—. Pff, al menos me disculpe con ambas, ¿no?
— Tks, sigo sin saber cómo rayos las tiraste. —chasqueó su lengua, negando con frenesí.
— Yo no las tiré, fue el telón quien lo hizo. —corregí, rodando mis ojos—. Además, eso pasó hace ya un año, no me jodas. —abracé mi mochila, caminando hacia la salida del aula.
— Ajá. —murmuró siguiéndome el paso.
— ¿¡Y yo qué iba a saber que si desataba esa soga el telón se iba a abrir y a caer justo cuando ellas dos estaban a un jodido lado!? —exclamé con una mueca inconforme—. Eran muchas sogas en un mismo lugar.
— ¿Tan pesado está el telón, JeWeil? —entrecerró sus ojos mirándome con acusación.
— No lo sé, mejor ve y pregúntaselo a ellas dos. —señalé con un puchero—. Por culpa del telón y de ese par yo terminé en dirección y por poco me suspenden dos putos días. —mascullé.
La escuché resoplar a mis espaldas antes de comenzar a caminar a un lado mío, sin intenciones de querer seguir con la discusión.
— ¡Ahí estás! —escuché gritar detrás nuestro con aquella grave voz que conocía a la perfección—. ¡Weil, Weil, mi querida amiga Weil!
— Ay no, otra vez. —musité cerrando mis ojos en busca de paciencia antes de insultar al mundo—. ¿Ahora qué? —pregunté volteando a mirar hacia atrás.
— ¿Por qué demonios vienes corriendo? —le cuestionó Hanhi con confusión.
— ¿¡Y todavía preguntas!? —resopló una vez llegó con nosotras—. ¡Weil ganó...! —anunció con una gran sonrisa, llena de felicidad y alegría sin duda—. No el primer lugar, ¡pero ganó!
— ¿En serio? —inquerí dudando aquello.
— ¡De verdad! —reiteró con seguridad—. Ven aquí, amiga mía. —me hizo señas con su manos para que me acercara—. Quiero abrazarte. —asintió para sí mismo, cerrando sus ojos y a la vez formando un leve puchero—. Anda, voy a felicitarte. —intentó hacer el ademán de rodearme con sus brazos, sin embargo, cuando trató de lograrlo simplemente lo esquivé. Por lo tanto lo único que abrazo fue puro aire—. ¡Oye, yo sólo quería felicitarte! —se quejó el tipo tonto de cabello gris platinado, con un toque de molestia.
— Ese no es mi problema. —hablé bufando, caminando por el largo pasillo por el cual llegó el estulto de Taehyung.
— ¡Eres cruel, JeWeil! —lo escuché gritar, imaginándome desde ya que me estaba insultando por lo bajo.
— Dime algo que no sepa. —dije formando una línea recta con mis labios.
— ¿Por qué es así? —lo escuché preguntarle a Hanhi—. ¿Cómo rayos es que seguimos detrás de ella?
— Llevo cinco jodidos años preguntándome lo mismo, Tae. —respondió Lim, suspirando.
— ¿Es que acaso somos masoquistas o qué?
Rodé mis ojos negando con un gesto de cabeza mientras ignoraba el hecho de que tenía a dos tontos hablando de lo mucho que me detestaban detrás de mí, pensando en si soy honesta o si soy grosera. Puede que ambas.
Tanto así que ni si quiera me dio tiempo de insultar al imbécil que casi rompió mi ventana; cuando sentí como me cargaba como si yo fuese un maldito costal de papás, así... de la nada.
— ¡Kim Taehyung! —exclamé sin entender lo que hacía conmigo—. ¿¡Qué demonios crees que haces, idiota rompe ventanas!?
— En primera: estoy ahorrándote una pequeña caminata. —explicó según su estúpido cerebro—. En segunda, ¡no rompí tu ventana, ya supéralo! —carraspeó con cansancio—. Por Dios.
— ¡Mira que si no me bajas, tú en serio vas a lamentarlo, pelos de escoba mal hecha alias Kim Taehyung! —di un golpe en su espalda no lo suficientemente fuerte como para lastimarlo—. ¡Traigo falda, hijo de.-
Me callé cuando sentí lo que parecía ser su cálido suéter escolar cubriendo lo que se hubiese podido ver más a allá de la mitad de mis muslos y mi falda. Bueno, después de todo sí piensa.
— Juro que si alguien llegó a ver más allá Taehyung, voy a matarte. —advertí entre dientes.
— Soy idiota pero no tanto, Min JeWeil. —como pude lo miré molesta y él a mí, fingiendo estar dolido—. Me dueles, Weil, me dueles. ¿Cómo puedes creer eso?
— Hoy en día esas palabras ya no valen, Kim. Aún si eres algo cercano a mí. —comenté con honestidad—. Y mucho menos para una mujer en esté basurero llamado mundo y sociedad.
— Cuanta razón tienes. No podrías haberlo dicho mejor. —parecía burla, pero la seriedad que reflejaban sus ojos y rostro me dieron a saber que él hablaba en serio—. Por eso eres mi querida amiga.
Y sin más qué decir continuó caminando, mientras tanto yo me hallaba mirando a Hanhi rendida, quien solo me sonrió con diversión siguiéndonos el paso, tragándose sus ganas de reírse. Y mi pregunta es, ¿dónde rayos están los maestros cuando necesito que estén cerca, ah? ¿En junta de docentes o qué?
— ¿Qué es tan gracioso? —inquerí no muy contenta ante su risita nasal.
— Nada, yo no dije nada. —mostró las palmas de sus manos tratando de detonar inocencia mientras reprimía las ganas de elevar sus comisuras—. Jamás diría algo.
Bufé.
— ¡Oh, ahí estás Tae.-
— ¡Traje al orgullo de mi corazón! —dijo Kim, bajándome de su hombro como si nada, como si no me hubiera raptado de alguna forma—. Ella en realidad ya se iba. —mencionó señalándome.
Acomodé mi falda para que no se viese tan arrugada seguido de mirar a quienes se encontraban frente a mí, mirándome en silencio.
Incluyendo a ojitos de Bambi.
— ¿Por qué me miran así? Ya sé que soy bonita, pero tampoco es para tanto. —musité notando la ausencia de JoongGuk.
— No vamos a negar eso pero esa no es la cuestión ahora, JeWeil. —señaló Jimin coqueto—. ¡Felicidades...! ¡Ganaste el segundo lugar en el concurso de fotografía de tu curso! —gritó con emoción, aplaudiendo. Y los demás no se quedaron atrás, pues imitaron al rubio—. ¡Tenemos a tres de los ganadores como amigos! —mencionó con orgullo y emoción.
— ¿A tres? —pregunté con sorpresa, mirando a Jeon teniendo la leve sospecha de que él estaría ahí.
— ¡JungKook también ganó el segundo lugar! —contestó Hoseok mirando con orgullo al castaño a su lado—. Y JoongGuk ganó el primero. —continuó mostrando sus peculiares hoyuelos.
— ¿En serio? Eso es genial. —abrí mis ojos más de lo normal con una pequeña sonrisa, retirando mi vista de mi bonito—. Por cierto, ¿dónde está? ¿Ya se fue? —cuestioné mirando a mi alrededor en busca de susodicho.
— No lo sabemos, en realidad. —habló Jeon—. La profesora Sun lo mandó llamar y no mucho después JoongGuk regresó al salón apurado para recoger sus cosas e irse. —explicó, acercándose un poco a mí.
— ¿Se retiró? ¿Así sin más? —asintió en respuesta.
— Esperamos que no sea nada malo, así que no pensemos cosas negativas. ¿De acuerdo? —musitó Seokjin mirándome, dándose cuenta de mi leve preocupación—. Mejor enviemos mensajes a su celular felicitándolo, porque seguramente él ni enterado ha de estar. —propuso tratando de aliviar el tenso ambiente.
— ¡Es verdad! Hagamos eso. —apoyó la idea Jimin.
— Por cierto, a ustedes dos les toca pagar la comida. —nos señaló Tae a mí y al bonito idiota.
— ¿¡Qué!? —casi gritamos al mismo tiempo, sin entender.
Kim me miró pícaro, alzando una de sus cejas seguido de haber señalado a Jeon con la mirada. Olvidé que él ya sabe todo a comparación de los demás que no tienen ni idea de porqué rayos llegamos juntos al instituto por la mañana, o puede que sí. Según yo nadie sabe que él y yo estamos saliendo, a excepción de pelos de escoba mal hecha.
— Los dos ganaron, les toca pagar. —repitió el tipo de pelos de escoba.
— Pagar mi trasero. —hablé entre dientes, bufando—. A penas si me alcanza para mí, no me jodas con eso.
— Estoy de acuerdo con la chica extraña. —pasó su brazo sobre mis hombros, atrayéndome a su cuerpo. Morí por dentro, lo juro—. En ese caso mejor vayamos a comer y que cada quien pague lo que vaya a consumir.
Asentí cerrando mis ojos ante su propuesta, sintiéndome cómoda ante su cercanía. Sin embargo, los abrí ante el silencio incómodo que se había formado.
— ¿Y ustedes desde cuándo están tan juntos y apegados, ah? —interrogó Hanhi, sospechando ya—. Hace unos días ni siquiera se miraban. ¿Qué clase de relación tienen, Dios mío? Jodidos bipolares.
— Es obvio que todos estamos de acuerdo con ella. —aceptó Jin observando suspicaz tanto a Jeon como a mí, pero más para mi lindo idiota—. Hablen ya. —demandó el apuesto tipo—. Necesitamos una grata explicación para poder dormir hoy.
— Confiesen, pecadores. —y Park les hizo tercia en el tema, pícaro.
Miré de reojo a Jeon quien me miraba directamente a mí, sin disimulo alguno, como siempre.
— ¿Se los dices tú o se los digo yo? —inquerí ante su mirada, la cual buscaba aprobación de mi parte por alguna extraña razón.
— Tú. —contestó sin pensarlo mucho.
Suspiré cruzándome de brazos, la atención que me pone todos ellos es el equivalente a la atención que quisiera recibir de parte de mamá.
— Seré rápida chicos, no voy a poner excusas y tampoco voy a dar explicaciones, al menos no de mi parte. —expliqué aclarando mi garganta—. La cosa es que Jeon y yo estamos saliendo, ¿ya? ¿Felices?
— ¡Weil, tenías que decirlo con más suspenso y energía! —bufó quejándose mientras ponía sus ojos en blanco—. Aish, así de fácil ya no es divertido aún si era más que obvio.
Resopló decepcionada porque mi confesión no era lo que ella espera e imaginaba, y creo que los demás están de acuerdo con Lim.
— ¿Tenía que ser más emotivo? —inquerí alzando una de mis cejas. En respuesta todos asintieron con muecas—. Lo siento, no sirvo para eso.
— ¿En serio? No me digas. —soltó sarcástico un tal rompe ventanas de nuevo.
— ¿Quién los manda a pedir explicaciones, mmh? Además, ¡tú ya sabías! —apunté con acusación, puesto que él no tenía nada de qué estarse quejado cuando el estulto estuvo de primera fila—. No entiendo porqué sigues molestando con esto.
— ¿Qué? ¿Tae ya sabía? —preguntó ojitos de Bambi mirándome con una de sus cejas arriba, pidiendo en silencio una explicación.
— ¡Por supuesto! —confirmé con una sonrisa apática hacia Kim—. El pedazo de superfluo estaba ahí cuando comenzó todo esto.
La indignación de todos ellos es graciosa, ¿saben? Incluso la de Jeon. Las miradas asesinas apuntan a Tae, quien rió con temor y vergüenza.
— ¿¡Y por qué rayos no nos dijiste nada a nosotros, Taehyung!? —gritó Hanhi mirando a Kim como si quisiese matarlo, y no solo ella, el resto también.
— ¡Porque JeWeil me dijo que mantuviera la boca cerrada! —me señaló con un mohín.
— La pregunta aquí es... —carraspeó el lindo idiota observándome en busca de una respuesta—. ¿Por qué yo no sabía que Tae ya sabía?
— Hay muchas cosas que no sabes, Jeon. —contesté encogiéndome de hombros.
— ¿¡Y yo por qué tampoco lo sabía, Weil!? Es decir, era algo que ya lo veíamos venir pero aún así. ¡Yo quería saber antes que todos! —chilló bufando, resignándose a solo maldecirme por lo bajo.
— ¡Ay, tampoco es para tanto! —exclamé mirándolos a todos con rareza—. Dramáticos.
— Premios dobles. —comentó Jimin con una sonrisa.
— ¿Por qué? —inquirió Hoseok con curiosidad.
— Porque los dos fueron correspondidos y porque los dos ganaros el concurso. —dijo alzando sus cejas juguetón—. Quién fuera uno de ustedes para tener tanta suerte, pff.
— Me siento traicionada. —masculló entrecerrando sus ojos—. ¡No es justo! —formó un puchero dirigiéndose hacia Taehyung—. ¡Por tu jodida culpa no me enteré primero que mi Weil ya tenía novio!
— Pues ni modo, hasta la próxima.
Lim hizo ademán de querer golpearlo, y Kim lo único que hizo fue burlarse de ella porque sí, al parecer le es gracioso para él hacerla enojar tanto como a mí.
— En fin, ¿alguien tiene hambre?
Todos miramos a Jin sin dudarlo ni un poco, dándole a entender que era claro que todos teníamos hambre, y supongo que en especial él.
Es como una parte de mí, amar la comida es preciado para él. Nos entendemos bastante bien en ese aspecto además de nuestro ego.
— ¿Nos vas a invitar, hyung? —dijo Park con sus ojos iluminados.
— Por supuesto que no, ni que fuera millonario.
La desilusión es clara.
— Además, estoy ahorrando para tu regalo de cumpleaños, Jiminie.
— En ese caso ya no duele tanto.
¿Y luego dicen que la convenciera soy yo? Increíble, Dios.
— ¿Por qué tan seria?
Salí de mi pequeño y repentino trance ante su pregunta, la cual que me hizo volver en sí.
— Por nada, es mi cara de amargada de siempre. —respondí sin corresponder a el hecho de que había tomado mi mano con la suya.
— No eres amargada, bonita.
Lo miré con curiosidad de saber porqué me siento tan liviana y aliviada después de lo de ayer, fue como si me hubiesen quitado un peso de encima, pero no lo suficiente para sentirme del todo bien.
No sé cómo explicarlo, ¿saben? Me siento bien y feliz, pero... hay algo que no me termina de llenar del todo. Algo me preocupa y no sé qué es.
Igual, eso no quita la emoción que me causa cada vez que me llama “bonita”.
Me gusta.
— Nadie está de acuerdo contigo, ¿lo sabías?
— Pues deberían.
— Por cierto, papá ya sabe que tú y yo salimos. —informé haciendo que parara de caminar de golpe.
— ¿Qué? ¿Tan rápido?
— Ujum, no te lo tomes a mal o lo malinterpretes con algo que creas que te compromete demasiado conmigo y él. —anticipé antes de que se hiciera demasiadas ideas erróneas—. No me gusta esconderle a papá cosas así, y creo que a él tampoco. No es nada del otro mundo.
— ¿Debería decirle a mamá también?
— Como gustes, no puedo obligarte. —me encogí de hombros—. Además, recién empezamos. —le recordé con una sonrisa—. Él ya lo sabe porque Taehyung fue de chismoso a decirle todo, y papá... Bueno, ya lo suponía.
— No es tan malo después de todo.
— ¡Casi lo olvido! —hice que soltara mi mano para mirarlo mejor para mi gusto—. ¡Felicidades por ganar ese concurso, Jeon! —celebré con una amplia sonrisa que lo contagió a él.
— Hey... Gracias por eso. —alzó sus comisuras orgulloso.
— Ajá, sí. Ahora quema esas fotografías. —ordené con seriedad, cambiando mi expresión en un instante.
— Ya te habías tardado. —dijo arrugando su nariz sin borrar su sonrisa—. Por un momento creí que habías olvidado que OhYeon me ayudó.
— Sí, claro. Y luego yo, Min JeWeil. —resoplé con una mueca que se volvió una de pánico en cuanto vi como sacaba las fotografías de su mochila dispuesto a romperlas—. ¡Es broma, es broma! No las destruyas, no soy tan extrema. —se las arrebaté, abrazándolas.
— ¿Por qué? Si te hacen sentir mal voy a romperlas.
— ¡Por supuesto que no! —exclamé con mi frente arrugada—. Pasado pisado. No vas a destruir algo que te costó trabajo y esfuerzo hacer solo por mí, es absurdo.
— No lo es si te hace sentir insegura, Weil. —argumentó con seriedad—. Dime, ¿te hace sentir mal que haya tomado fotos de OhYeon?
— No, porque sé que al final del día era para un concurso y porque era tu crush.
— Tiene sentido, por lo tanto te voy a creer. —tocó mi nariz travieso con su dedo índice—. Me gustaría llevarte hasta la puerta de tu casa, bonita, pero mamá dijo que debía de llegar lo más temprano posible a casa, así que... —rascó su nuca apenado.
— Oye, está bien. —musité devolviendo las fotografías a su dueño—. No porque estemos juntos ahora significa que tienes que estar conmigo las veinticuatro horas del día. Eso sería demasiado. —opiné con una mueca.
— Cierto, pero aún así. —ladeó su cabeza acariciando mi cabello—. Ve a casa con cuidado, bonita.
— Lo haré, bonito. —dije esto último con burla—. Regresa sano y salvo, si no lo haces ya no tendré de quién reírme.
— En ese caso, llegaré sano y salvo. —bromeó de vuelta acortando la distancia entre los dos para después depositar un beso sobre mi frente—. No me extrañes.
Ni siquiera fui capaz de decirle algo más cuando hizo aquello de la nada, anonadada lo miré alejarse caminando, tomado una ruta diferente a la mía. Me quedé como idiota.
Mis mejillas están rojas de nuevo, estoy demasiado jodida con él y eso no es bueno según mi cerebro.
Caminé sola en dirección a mi hogar alrededor de quince minutos más, teniendo en mente la idea de llegar a comer algo, intentar resolver la tonelada de tareas que dejaron el día de hoy y dormir en espera de que papá llegué. Sin embargo, me equivoqué ante esa idea.
La borré por completo de mi mente cuando a lo lejos vi el estado en el que se encontraba parado frente a la puerta de mi residencia.
— Pero... ¿qué fue lo que te pasó? —me acerqué de inmediato, mirando a detalle su maltratado rostro.
— En realidad, ni siquiera debí de haber venido aquí, linda Weil. —sonrió cabizbajo, triste y decaído—. Pero en verdad, estoy cansado.
Su estado y sus palabras me preocuparon mucho más de lo que ya estaba, yo sabía que había algo mal y esto me lo confirma de mil maneras.
JoongGuk no está bien.
¡Muchas gracias por leer!💙
•••
Lo lamento si no es del todo entretenido):
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