🌹•FORTY EIGHT XLVIII•🌹
Abrí la puerta fatigada segundos después de haber escuchado el timbre siendo tocado, sin tomarme el tiempo de revisar de quien se trataba, sabiendo de antemano el nombre de la persona que probablemente se encontraba del otro lado.
Resulta ser que un día después de la fiesta de cumpleaños de Jimin me di cuenta de que mi sistema inmune es un asco porque pesqué una gripe que ahora solo hace que me sienta de la mierda, sin energía y por supuesto que con dolor de cuerpo.
Cosa que no le comenté a Jeon, solo le dije que me había enfermado y ya, y ahora está aquí.
— Jeon, te dije que estaba bien. Solo es una gripe, nada del otro mundo. —dije sin tomarme la molestia de ver a susodicho, dándole la espalda una vez le había dado acceso a mi hogar—. Además, ya es tarde.
— Pero eso no quita que estés enferma. —contestó.
— Sigue siendo muy tarde. —reproché—. No deberías salir de tu casa a estás horas, bonito.
— No cambies el tema, bonita.
Rodé mis ojos con una pequeña sonrisa que él no vio por supuesto, tomé asiento en el sofá mientras escuchaba el sonido de la puerta cerrándose a la par en la que sentía los pasos de JungKook cada vez más cerca de mí.
Subí mis piernas pegandolas a mi pecho, haciéndome bolita para cubrir mi cuerpo por completo con la cálida manta de color azul celeste, sintiendo mis ojos llorosos lo cuales seguramente están rojos.
Es hora de fingir que los tengo así a causa de la gripe y no porque haya estado llorando.
No debí haberle dicho nada, no estoy de humor ni con ganas de absolutamente nada.
Quiero dormir para no pensar más.
— Ya has tomado algo, ¿cierto? —supuso sentándose a un lado mío.
— Tu suegro es médico, no va a dejar a su hija sin haberle dado algo para quitar su malestar antes de irse a trabajar. —dije recostando mi cabeza sobre su hombro.
— ¿Mi suegro? —asentí cerrando mis ojos, sintiendo alivio en ellos de inmediato—. A ver, dilo otra vez. —pidió pasando su brazo alrededor de mis hombros, apegándose más a mí.
— Mejor guarda silencio, mi cabeza duele. —informé abrazando su torso, sintiendo el frío del ambiente cuando lo hice—. Sé un buen novio hoy y deja que tu novia descanse.
— Yo siempre soy un buen novio. —señaló con aires de grandeza mientras correspondía mi abrazo, cubriéndome con mi manta mucho mejor.
— ¿En serio? —inquerí recibiendo una afirmación de su parte—. Pues hoy debes serlo el doble.
— ¿Debería?
— Ujum.
Escuché su pequeña risita a la par en la que sentía como era que su pecho subía y bajaba con lentitud, al ritmo de su respiración.
Por alguna extraña razón eso me dio tranquilidad, por ende, el sueño parecía comenzar a hacer efecto en mi sistema.
Es realmente cómodo y muy cálido.
— ¿Ya cenaste? —preguntó acomodando mi cabello detrás de mi oreja izquierda.
— No, ¿y tú?
— Tampoco.
— ¿Lo hiciste a propósito, Jeon? —abrí mis ojos mirándolo suspicaz, alejándome de él recobrando así mi postura derecha—. Oye... —llamé su atención cuando noté que estaba evitando verme—. Confiesa tus intenciones.
— De acuerdo, quería cenar contigo. ¿Ya? —carraspeó formando un puchero—. ¿Hay algo de malo con que quiera cenar con mi novia? Además, necesitaba una excusa para venir a verte.
— ¿Por qué buscarías excusas para verme, mmh? —cuestioné recibiendo como respuesta que ojitos de Bambi se encogiera de hombros—. Si quieres que salgamos tan solo envíame un mensaje de texto o llámame. —bufé con recelo—. Podría ignorar a todo el mundo menos a ti.
— Me siento regañado. —comentó cabizbajo mordiendo su labio inferior, apenado.
— Seguramente tu madre me odia.
— ¿Por qué te odiaría, ah? Ni siquiera te conoce.
— Eso lo hace aún peor. —me crucé de brazos con una mueca—. No sabe por qué su hijo de la nada sale de su casa por la noche, ¿o sí?
— Para empezar, ella sabe que tengo novia. Aunque bueno lo admito, le dije una pequeña mentira. —confesó con una sonrisa cerrada y forzada, de esas que me dicen que hizo algo que no debió.
Suspiré tallando mi rostro con mis manos cansada, no de él, sino de mi mal temperamento cuando me enfermo.
Ya sé qué diablos dijo.
¿¡Por qué demonios el dolor de cabeza no se larga todavía!?
Las pruebas de paciencia son difíciles a veces.
— No voy a dejarte dormir aquí, si es lo que estás pensando.
— Chica cruel. —entrecerré mis ojos ante ese apodo que nuevamente usó para mí después de tanto tiempo—. ¡Puedo quedarme en el sofá! Incluso en el suelo si ya vamos más allá de ser reservados.
— No. —demandé poniéndome de pie—. Vete a casa ya. —ordené dejando mi manta en el sofá sin importarme que el calor que ésta me proporcionara se esfumara en cuestión de segundos. Sintiéndome fatigada, me puse enfrente de él para jalar de su brazo en un inútil intento de hacer que se levantara—. Papá no sabe que estás aquí y si mañana en la mañana te ve aquí va a matarme. —expliqué frunciendo mi ceño.
— Pero tú misma dijiste que ya era muy tarde para estar fuera de casa. —dijo jalando de mi mano hacia su dirección, la cual intentaba que se moviera de su lugar para que se fuera, provocando así, que yo perdiera un poco el equilibrio poniendo mis manos sobre su hombros para sostenerme—. Además... —cosa que él aprovechó para encadenar mi cintura y obligarme a sentarme sobre su regazo, colocando mis piernas lado a lado—. puedo irme antes de que él llegue, bonita.
Sentí mis mejillas arder ante la cercanía entre él y yo y por supuesto que también por los leves masajes que estaba dándole a mi cintura por encima de mi sudadera.
La forma en la que me veía simplemente... Comienza a hacerme divagar.
De un momento a otro sus brillantes ojos se tornaron oscuros y profundos, intimidantes e imponentes que hicieron que mi corazón latiera de forma irregular y que mis piernas flaquearan más de lo que ya estaban.
¿Es acaso que soy más débil de lo que creí, Dios? ¿Qué clase de manzana me pusiste enfrente, ah?
De repente hace calor, de repente el dolor de cabeza y cuerpo se fue, de repente mi cerebro no está enfocado en crear síntomas de una gripe, de repente yo...
— ¿Qué pretendes hacer ahora, mmh? —inquerí escondiendo mi nerviosismo causado por sus acciones repentinas—. No va a funcionar y lo sabes.
— ¿Tienes idea de las ganas de besarte que tengo justo ahora, Min JeWeil? —cuestionó de la nada.
— Pues te toca aguantarlas por un par de días, tonto. —indiqué bufando—. Te recuerdo que sigo enferma. Ya es bastante con que estés aquí cerca de mí.
— No quiero. —negó con su cabeza un par de veces.
Pero qué berrinchudo es.
— Pues yo sí y se acabó. —concluí haciendo ademán de quitarme de encima suyo.
— Weil... —me llamó en un tono alargado y perezoso—. Quédate así, no te muevas, ¿sí? Por favor. —pidió abriendo y cerrando sus ojos repetidas veces como si fuese un niño pequeño—. Me iré si te quedas así un rato. —condicionó.
— Pero me duele todo, Jeon. —confesé está vez yo, poniendo mi frente sobre su hombro, agotada—. Dijiste que serias un buen novio hoy...
— Justo así. Abrázame, anda. —me animó a acatar su orden dando un rápido beso en mi hombro, provocando que levantara mi cabeza para verlo desconcertada—. Me da igual si me contagias o no.
— Pero a mí no.
— Pero a mí sí.
Y en ese momento comenzó una silenciosa guerra de miradas que fue interrumpida por culpa de ya sabemos quien.
— ¡Parpadeaste! —exclamó victorioso de absolutamente nada.
— ¿¡Qué!? ¡Ni siquiera me moví, trampo...
Mi queja se vio interrumpida por nada más y nada menos que un beso que Jeon me robó con una rapidez que ni siquiera sé qué demonios pensar al respecto.
Lo miré incrédula procesando lo que había hecho.
— O puede que no hayas siquiera tenido tiempo para parpadear, bonita.
No, otra vez mis mejillas no.
Formé un mohín rendida, abrazándolo, escondiendo mi cara en su cuello sintiendo la calidez que me trasmitía su cuerpo.
No puedo contra él.
— Bien, ya no voy a jugar más, lo siento. —se disculpó avergonzado abrazándome de vuelta—. ¿Te sientes muy mal? —preguntó bajando su tono de voz.
— Algo así...
— Debería callarme, ¿verdad? —negué con un pequeño movimiento de cabeza—. ¿No? ¿Por qué?
— Haces que olvide todo lo que me duele más allá de lo físico. —comenté respirando su suave perfume.
— Me alegra saber que puedo ser capaz de eso para ti, bonita. —suspiró alejándome de él con lentitud—. Pero, ¿por qué te ves triste, mmh? ¿Puedo saber qué ocurre?
— No estoy triste, Jeon. —aclaré sonriendo un poco con diversión ante su semblante de preocupación—. Solo me nació decírtelo, ¿bien? Tal vez sí me han pasado algunas cosas que me desaniman un poco últimamente pero nada por lo cual alarmarse. —apacigué acunando su cara entre mis manos.
— Voy a creerte.
Resoplé con diversión tomando la iniciativa de depositar un casto beso sobre el lunar que se encuentra debajo de su labio inferior.
— ¿Qué? ¿Por qué me miras así? —pregunté ante su mirada que indicaba sorpresa y confusión—. ¿Hice algo malo?
— No, sólo que... —sonrió tímido—. No eres tú quien me besa primero desde ese día.
Alzó aun más sus comisuras elevando sus cejas coqueto, refiriéndose a la primera vez que lo besé.
Ese recuerdo me hace cuestionarme a mí misma en qué diablos estaba pensando cuendo se lo pregunté.
¿De verdad estaba en mi sano juicio?
— Oh vamos, lo dices como si hubieran pasado meses sin ser yo quien tiene la iniciativa primero. —rodé mis ojos apenada, sabiendo que tiene razón.
— No meses pero sí semanas.
Ladeé mi cabeza apreciando cada una de las facciones de su rostro, admirando a la persona que actualmente hacía de mis días un poco más alegres.
A el tipo que me hace sentir menos perdida en mi vida.
Lo transparentes que son sus ojos es digno de ver en silencio, tanto así que si llego a concentrarme puedo ver incluso mi propio reflejo dentro de ellos.
¿Puedes verme de esa forma para siempre, Jeon? De esa manera que me hace sentir querida y apreciada en todos los sentidos.
— De acuerdo. —reí un poco, peinando su revoltoso cabello—. Cuando deje de estar enferma tomaré la iniciativa, Jeon.
— Le iba a pedir una cosa más a mi ángel pero contigo es suficiente para mí. —habló para sí mismo acariciando mis mejillas con sus pulgares.
Me regaló una amplia sonrisa acercando mi rostro hacia el suyo, para al final dejar un afectuoso beso en mi frente.
Cosa que me hizo sentir diversas cosas en un solo segundo.
¿Qué tanto efecto tienes en mí, Jeon JungKook? Puede ser peligroso para alguien como yo.
— ¿Y bien? ¿Qué vamos a cenar, bonita?
— Odio estar enferma.
— Ve el lado positivo, no estás sufriendo sola. —se mofó de mi situación cargandome sin ningún jodido problema, como si me peso no fuera una complicación para él—. Pero bueno, ya te dije que no me importaría mucho si me enfermo yo también.
¿De dónde demonios sacó tanta fuerza para levantarse junto conmigo?
— Tu confianza ha subido un poco, ¿no lo crees? —señalé refiriéndome a nuestra actual posición, entrelazando mis manos detrás de su cuello y aferrando mis piernas a su dorso para no caerme, a pesar de que sé que él me está sosteniendo.
— Un poco, sí. Pero si no hay oposición o queja de tu parte supongo que está bien. —opinó encogiéndose de hombros.
— Buen punto, lindo idiota, buen punto.
Chasqueó su lengua orgulloso.
— ¿Te gusta el café? —asintió—. ¿Y el té? —imitó su acción anterior—. A mí no.
— ¿Por qué? Sabe bien.
— Claro que no, no sabe a nada a menos de que le eches un poco de azúcar. A mí me da asco. —conté con una mueca de desagrado.
— ¿Qué hay de la pizza con piña? ¿Te gusta? —negué—. A mí sí.
— ¿En serio? A mí no, no me gusta mezclar lo salado con lo dulce.
— ¿Y el chocolate con menta? —interrogó una vez más curioso y atento.
— Ese sí me gusta. —asentí una sola vez aprobando tal cosa.
— Vayamos algún día a comprar, ¿te parece?
— Wah, ¿encontraste algo que nos guste a ambos? —recibí una sonrisa como respuesta—. Es un privilegio tener a Jeon JungKook como novio, ¿sabes? Me siento como una persona con pase VIP.
— Yo debería decir eso, ¿no crees?
— Ambos deberíamos, sentimiento mutuo.
— Me parece perfecto.
Aclaró su garganta mordiendo sus cabizbajo antes de decir—: Vas a regañarme pero no puedo evitarlo.
Formé un mohín confundida hasta que caí en cuenta en lo que iba a tratar de hacer.
— Ni siquiera lo pienses.
— Sólo uno y ya, prometo no hacerlo hasta que estés bien. —pidió ansioso.
— No. —declaré—. Por cierto, bájame ya, ¿qué no te cansas?
— No, eres bastante liviana para mí. —contestó recostándome en el sofá, poniéndose encima de mío sin dejar caer todo su peso en mí al estar recargado sobre sus manos las cuales me tenían encerrada de alguna forma—. Muy liviana.
— Definitivamente estás lleno de una confianza desbordante hoy.
— ¿Verdad? —susurró desafiante y travieso.
Con mi respiración pesada cerré mis ojos al notar que Jeon de apoco de acercaba a mí, confiando en que obedecería mi “no” anterior.
Y fue así, pues sentí sus delgados y suaves belfos debajo de mi labio inferior, imitando lo que hice con él anteriormente.
— ¿Puedo quedarme contigo hoy, Weil? —preguntó con su voz ronca y más grave de lo normal recostando su cabeza sobre mi abdomen, entrelazando con mi mano izquierda con la suya.
¿Cómo podría negarme ante ese tono?
Eres jodidamente apuesto, lindo idiota.
— Sólo está vez. —acepté acariciando su cabeza con mi mano libre.
— Suelo hablar dormido por la noches, no te asustes. —avisó.
— Pues ya somos dos. Pero, ¿por qué me asustaría, ah? Tú vas a dormir aquí. —dije refiriéndome a el sofá.
— ¿Vas a abandonarme? —dramatizó fingiendo llorar.
— Eso no es abandono, Jeon. Es espacio personal que voy a darte y que necesito yo también. No voy a llevarte a mi habitación solo porque sí, ¿sabes? —aclaré de inmediato.
— Así ya no suena tan mal, suena más entendible.
— Tonto. —susurré.
— Por ti, ya todo el mundo lo sabe y debería de saberlo.
Solté una carcajada que al parecer lo contagió pues también comenzó a reír hasta que simplemente nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía mutua.
Tras un viaje en mis pensamientos miré el techo callada, agradeciéndole internamente a JungKook por haber venido aún si no se lo pedí, de no ser por eso yo seguiría en mi habitación acostada, siendo consumida por la gripe, llorando por cosas pequeñas que quizás parezcan absurdas y patéticas para los demás pero que para mí no lo son así, que para mí son importantes.
Siendo lastimada en silencio, callando lo que sea que me esté doliendo solo para no darle más problemas a papá, para no ser una molestia o carga como antes.
Pero de todos modos, no puedo evitar sentirme mal debido a mamá.
Su desinterés respecto a mí son algo que simplemente no puedo cambiar ni aunque sobresalga en algo aún si es especial. A pesar de los años que he pasado lejos de ella, no noto ningún cambio en nuestra relación, sigue siendo igual de distante que cuando la tenía cerca de mí.
No puedo sentir su amor.
No puedo sentir su aprobación.
No puedo sentir su apoyo.
No puedo sentirla a ella.
No puedo sentir a mamá.
Pero el indirecto consuelo de ojitos de Bambi me hace sentir mejor, mucho mejor.
Me hace sentir que no necesito nada de mi progenitora. Ni siquiera aunque sea una llamada suya.
¡REGRESÉ BANDA, JAJAJAKDKDL!
¿Cómo han estado? Espero que bien, sisi.💜
Andaba escribiendo en borradores pero nomás no daba ni una, sin mentirles tengo más borradores que capítulos publicados v:<
Además, Weil y yo no nos poníamos de acuerdo porque no coincidían nuestras emociones XD. Ella toda empoderada y yo pues ni hablar jajajaknxk.
Hace casi 3 meses que no actualizo, jajajaja. Es el bloqueo más largo por el que he pasado, no sin antes mencionar que la escuela también tiene que ver xd.😔🔫
Ya casi, casi andaba siguiendo los pasos de mi Bias.
¡JUNGKOOK REGRESA, TE EXTRAÑO! <\3
Por cierto, publiqué de nueva cuenta mi historia “SOMEBODY TO YOU” de JK, ya se encuentra en mi perfil, les agradecería mucho que le dieran una oportunidad nuevamente, jsjsjs.💛
Espero que el capítulo haya sido de su agrado. Como siempre, gracias por su paciencia y espera. ^-^
Se les ama mucho.✨♡✨
•••
¡Gracias por leer! 💙
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro