002. eleven
CHAPTER TWO
❝once❞
stranger things season 1 | act. one
CUANDO ALEX VOLVIÓ de dejar a los niños en sus respectivas casas, su padre estaba en la casa y tomaba un vaso de whiskey. Alessandro se quedo inmóvil en la puerta.
—¿Dónde estabas? —preguntó el adulto.
—Yo... —Alex metió las llaves en el bolsillo, preguntándose si había visto a la niña—. Steve me pidió que le llevara unos apuntes para un examen que tenemos mañana.
—¿Crees que soy idiota? —preguntó molesto.
—¿Qué? No —dijo frunciendo el ceño—. Si no me crees es tu puto problema, ahora, si me disculpas, estoy cansado.
Alex corrió a su habitación antes de que su padre pudiera preguntarle otra cosa. Cerró la puerta con llave y bajó las escaleras para encontrarse con la niña durmiendo en su cama.
Dios, que estaba haciendo con su vida.
Con delicadeza, tomo una frazada y tapó a la pequeña niña con ella. Abrió el cajón de su mesa de noche y sacó todo lo que un niño no debería ver o tocar para meterlo en su bolsillo y recostarse en el sillón.
Su habitación era muy espaciosa y eso le gustaba. Tenía una radio donde podía escuchar cassettes, posters de películas y cantantes por todos lados, un baño propio, un mini refrigerador, habían dos skates en una esquina e incluso tenía una guitarra acústica colgada en una pared.
Estaba prácticamente todo desordenado.
No esperaba visitas ese día, ni ningún día, odiaba que la gente se metiera en su habitación y le daba demasiada flojera ordenar.
Tomó su moledor, la bolsa llena de marihuana, la bolsa con los filtros y el papel y salió al patio, dejando la puerta levemente abierta.
Por si acaso.
En cualquier situación normal, no le molestaría fumar adentro pero había una niña y ella no tenía por qué respirar el humo de su estupidez.
Se armó el cigarro con tranquilidad y lo prendió antes de darle una calada. Dejo que sus pulmones se llenaran de esa droga que lo calmaba tanto y soltó todo el aire.
Sintió una mano en su hombro y se giró sobresaltado pero se encontró con la pequeña niña viéndolo confundida.
—Casi me das un paro cardíaco —suspiró alejando el cigarillo de ella—. Pensé que estabas durmiendo.
La niña apuntó a la puerta abierta— Frío.
—Lo siento, creí que te podría dar miedo si la cerraba —apagó el cigarro e hizo un movimiento de cabeza indicándole a la menor que entrara de nuevo—. ¿Como te llamas?
Alex cerró la puerta y ella subió la manga de la sudadera mostrando un pequeño tatuaje en su muñeca: 011.
—¿Por qué tienes un tatuaje? —preguntó preocupado, no estaba seguro por que, ni siquiera la conocía—. ¿Once? ¿Así te llamas?
Once asintió y Alex suspiró tratando de armar todo en su cabeza sin marearse. Toda esta situación era demasiado extraña.
—Un gusto conocerte, Once —dijo sentándose en la cama—. Me llamo Alessandro pero puedes decirme Alex. Alex es mi apodo, ¿quieres... un apodo?
Once asintió con una pequeña sonrisa. Alex copió su acción y mordió su labio.
—On suena raro... ¿Ce? ¿Te gusta Ce? —preguntó y Once asintió—. Esta bien. Ce, vas a dormir en la cama yo dormiré por allá, en el sillón. Si necesitas cualquier cosa puedes despertarme, ¿te parece?
—Bien.
Alex sonrió y se alejó para sentarse sobre el sillón y ver como Once se metía debajo de las sábanas con cuidado.
—Buenas noches, Ce.
—Buenas noches, Alex.
El adolescente se acercó a uno de sus cajones y sacó un proyector de luz, que mostraba un montón de estrellas en el techo. Lo enchufó, prendió el proyector y apagó la luz.
Supuso que a Once no le gustaba la oscuridad por lo que una vez se aseguró de que no estaba asustada, se recostó sobre el sillón.
Y con el sonido de la tormenta afuera, los dos cayeron dormidos.
Alex se despertó antes que Once por lo que sacó waffles de su refrigerador y subió a la cocina a calentarlos.
Su padre, como siempre, no estaba.
Sacó dos platos, puso los Eggos calientitos, sacó la miel de maple y unos arándanos del refrigerador y bajó casi que haciendo malabares a su habitación.
Once estaba jugando con la radio.
—Buenos días —saludó dejando los platos sobre la mesa de noche junto al resto de cosas—. ¡Traje desayuno! Puedes ponerles miel de maple a los waffles si quieres. ¿Quieres jugo o prefieres agua? Tengo solo de naranja pero tienes que tomar algo.
Once asintió y mientras Alex sacaba una botella de jugo de naranja y servía en un vaso, ella tomó uno de los platos y le puso miel de maple encima a los waffles.
Tomó uno y le dió un mordisco.
—Voy a hacerte unas preguntas, ¿sí? —Alex se sentó frente a ella luego de darle el vaso con jugo—. ¿Tienes padres o tengo que llamar a servicios sociales?
—No.
—No que —preguntó confundido.
Once volvió a jugar con la radio y Alex cerró los ojos con confusión.
—¿No quieres que llame a nadie? —Once negó—. Bueno... ¿estas en problemas? ¿Con quién tienes problemas?
—Malos.
—Uhm... —Alex hizo una mueca—. ¿Malos... gente mala? —Once asintió—. ¿Quieren hacerte daño? ¿Ellos te hicieron el tatuaje?
Once hizo una pistola con sus dedos y llevo su mano a su cien, como si la estuvieran amenazando con una pistola y luego apunto a Alex que miro su mano con ojos muy abiertos.
—¿Entiendes?
—Mierda —murmuró y luego miro a Once—. No repitas eso. Bien, okay, todo bien.
Alex vio la hora y le quedaban diez minutos para llegar a la escuela si no quería llegar tarde.
No es que le importara pero si le marcaban una falta más iba a estar en problemas.
—Ce, tengo que ir a la escuela —dijo levantándose— y lamentablemente no puedo llevarte así que tengo que pedirte que te quedes aquí. No vayas arriba, hay comida en esa caja de ahí, ya sabes donde esta el baño y si quieres puedes jugar con cualquier cosa que encuentres.
Once vio como Alex tomaba su mochila y sus llaves y subía corriendo las escaleras.
—¡Volveré en un par de horas! ¡Adios!
Tommy, Carol, Steve y Alex avanzaron hasta Nancy y Barb por los pasillos de la escuela. Steve le arrebató las cartas de la mano a la pelirroja y Tommy le metió un dedo en el oído antes de ser empujado por Alex.
Barb lo observó con el ceño fruncido mientras Alex se disculpaba en voz baja.
—No se, ya estudiaste bastante —dijo Steve.
—Steve...
—Te digo que lo sabes —aseguró—. Tranquila. Pasemos a cuestiones más importantes. Mi papá se fue a una conferencia, y mi mamá lo acompañó, porque no confía en él.
—Sabía decisión.
—¿Aceptas? —siguió Steve sonriendo.
—¿Qué cosa? —preguntó Nancy confundida.
—¿Padres de viaje? ¿Casa grande? —dijo Carol como si fuera obvio.
—¿Una fiesta? —preguntó la chica Wheeler—. Es martes.
—¡Es martes! Dios mío —se burló Tommy y Alex rodó los ojos.
—Déjala en paz, Thomas —dijo cruzado de brazos.
—Será tranquila —dijo Steve—. Solo nosotros. ¿Qué dices? ¿Te gustaría o no?
—Dios —dijo Carol con una mueca de asco—. Miren.
—Dios, qué deprimente —dijo Steve.
Todos voltearon a ver como Jonathan Byers pegaba un cartel de desaparecido con una foto de Will en el tablero de noticias.
—¿Deberíamos decirle algo? —preguntó Nancy.
—No creo que sepa hablar —dijo Carol.
—¿Cuánto apuestan a que él lo mató? —dijo Tommy riendo.
—¿Te pagan por ser un hijo de puta o simplemente lo eres? —preguntó Alex frunciendo el ceño—. En serio, ¿cual es tu jodido problema? Su hermano esta desaparecido, ten un poquito de sensibilidad.
El chico avanzó, golpeando el hombro de Tommy mientras caminaba hacia Jonathan. Nancy lo siguió pocos segundos después.
—¡Byers! —lo llamó sin saber como acercarse. No estaba acostumbrado a consolar gente—. Yo... lamento mucho todo esto.
—Lamentamos —dijo Nancy, posicionándose a su lado—. Todos pensamos en ti. Es horrible.
—Sí —dijo Jonathan.
—Estoy seguro que Will esta bien —dijo Alex viendo de reojo a Nancy con el corazón acelerado—. Por lo que me ha contado Dustin... es un chico muy inteligente.
La campana para entrar a clases retumbó en los oídos de todos y Alex soltó todo el aire que tenía en los pulmones sabiendo que podía escapar de la situación donde el mismo se había puesto.
Iba a sentirse mal si no intentaba decirle algo.
—Tenemos que irnos —dijo Nancy tomando la muñeca de Alex—. Examen de Química.
Oh, carajo.
—Suerte —dijo Alex.
Jonathan se despidió con la mano y los dos se encaminaron hacia su grupo que había estado con la vista pegada en ellos todo el tiempo.
—¿Estudiaste? —preguntó Nancy.
—Uhm... no —Alex negó y Nancy lo miró reprobatoriamente—. Me olvide, ¿sí? No me mires así. Tuve la intención... en su momento.
—Atención, docentes y alumnos —dijo una voz por los altavoces—. Hoy a las ocho horas, habrá una reunión en el campo de fútbol en apoyo de Will Byers y su familia. Invitamos a todos a asistir. En dirección aún se aceptan voluntarios para los equipos de búsqueda.
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