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001. will byers is missing

CHAPTER ONE
❝Will Byers esta desaparecido❞
stranger things season 1 | act. one






WILL BYERS HABÍA SIDO NOTIFICADO COMO desaparecido ese mismo lunes por la mañana.

Alessandro no conocía al niño, no estaba triste ni nada por el estilo pero conocía a Jonathan Byers. Incluso, podría decir, que si tuviera ganas de hablar más con el podrían ser amigos.

No tenía nada contra él y sinceramente, no le importaba si Tommy o Carol pensaban que Jonathan era un perdedor, a Alex le caía bien.

Por lo que decidió salir a buscar al menor de los Byers solo, en un intento de no morir de aburrimiento en su habitación durante toda la noche.

Su padre había salido con el grupo de búsqueda hace un rato pero Alex no estaba muy entusiasmado por socializar.

—¡Will! —gritó el castaño dandole una calada a su cigarro y apuntando hacia todas partes con la linterna—. ¡William Byers!

Bufó al no escuchar ni ver nada. Sintío como una gota de lluvia le caía en la cara y se puso la capucha de su chaqueta.

Siguió caminando por unos minutos, en silencio, hasta que una luz lo cegó y dio un saltó hacia atrás asustado.

—¿Quien anda ahí? —Alex parpadeó un par se veces pero se sentía cada vez más encandilado. Las tres figuras completamente empapadas no se movieron como si estuvieran asustados.

—¿Alex? —preguntó una voz bastante conocida para el adolescente.

—¿Henderson? —preguntó confundido—. ¿Qué haces aquí? Hay toque de queda, ¿tu mamá sabe...?

—¡No le digas! ¡Va a matarme!

El niño de gorra era nada menos que su vecino. A veces, solía quedarse con el cuando la señora Henderson tenía cosas que hacer por lo que le tenía algo de cariño al niño.

—Ustedes tres tienen que irse a sus casas —regañó Alex como si el mismo no estuviera allí sin permiso—. Pueden enfermarse.

—¿Escucharon eso? —preguntó el pequeño Mike Wheeler apuntando con su linterna al bosque.

Se escuchó como una rama se rompía y Alessandro se puso frente a los tres chicos, prendió su linterna y siguió el sonido hasta que se encontró con una chica que tenía el cabello rapado, solo una camiseta puesta (que le llegaba hasta la rodilla) y temblaba de pies a cabeza.

Y como no, estaba empapada y hacía un frío impresionante.

—En que metí.

La niña estaba sentada en el sillón del sótano de los Bianchi —también conocido como la habitación de Alex— con la chaqueta de Alessandro rodeándole los hombros.

—¿Hay un número al que podamos llamar a tus padres? —preguntó Mike.

—¿Qué pasó con tu pelo? —preguntó Dustin—. ¿Tienes cáncer?

—¡Dustin! —regañó Alex—. Eso no se pregunta.

—¿Huiste? —preguntó Sinclair.

—¿Estás en problemas?

—¿Eso es sangre?

Lucas trató de acercar su mano pero Alessandro se interpuso y alejó a los tres chicos de la niña. El adolescente se puso en cuclillas y le extendió una taza con chocolate caliente.

—¿Quieren uno? —le preguntó a los tres niños.

Los tres asintieron y Alex se levantó nuevamente para preparar más. La niña tomó un sorbo y una pequeña sonrisa se instaló en su cara.

—Seguro es sorda —dijo Dustin antes de aplaudirle en la cara y que ella pegara un salto—. No es sorda.

—¡Chicos! La están asustando.

—¡Ella me asusta! —gritó Lucas.

Alex llamó a los tres chicos que fueron corriendo y se sentaron en una pequeña mesa redonda a tomar sus chocolates. Los tres tenían ropa seca de Alex puesta pues el mayor se negó a dejarlos con ropa mojada. Su ropa original estaba cerca de la chimenea, ya casi completamente seca.

Alessandro abrió uno de sus cajones y sacó una camiseta antigua que ya le quedaba más que enana y un pantalón de cuando era pequeño para acercarse a la niña y poner el montón de ropa a su lado.

—Ropa limpia, cámbiate o te vas a enfermar.

La única chica se quitó la chaqueta de encima y estuvo apunto de quitarse la única camiseta que la cubria si no fuera porque los tres chicos gritaron y Alessandro la detuvo.

—¡Oh Dios mio! —gritaron Dustin y Lucas tapándose los ojos.

—En el baño, cariño —dijo con toda la paciencia del mundo—. Ahí tienes más privacidad.

La niña tomó el montón de ropa y se metió en el baño y Alessandro estaba por cerrar la puerta cuando ella lo detuvo.

—Uhm... ¿no quieres que la cierre? —preguntó con confusión.

—No.

—Bueno... —Alessandro tomó la puerta con delicadeza y la dejó junta con unos diez centímetros de espacio—. ¿Así esta mejor?

—Sí.

—Tómate tu tiempo —Alex le sonrió y fue a sentarse con los tres preadolescentes—. Voy a estar en muchos problemas.

—Esto es una locura —dijo Dustin.

—Al menos, sabe hablar —dijo Mike alzando los hombros.

—Dijo "no" y "sí" —dijo Lucas estresado—. Tu hermana de tres años habla más.

—Casi se desnuda —dijo Dustin.

—Le pasa algo —aseguró Lucas—. Algo en la cabeza.

—Hizo... —Dustin levantó los brazos, haciendo la mímica de que iba a sacarse la camiseta y haciendo que su gorra se caiga sin querer.

—Seguro escapó de Pennhurst —dijo Lucas asintiendo y Mike murmuró un "¿de dónde?"—. Del loquero de Kerley County.

—¿Tienes mucha familia ahí? —preguntó Dustin.

—Mueréte —Alex iba a hablar pero Lucas siguió su idea—. En serio, piénsenlo. Eso explicaría la cabeza afeitada y por qué está tan loca.

—Por qué hizo... —Dustin repitió la acción.

—La cuestión es que se fugó —siguió Lucas dejando a Alex con la palabra en la boca otra vez—. Seguramente es psicópata.

—¡Como Micheal Myers!

—¿Siempre hablan tanto? —preguntó Alex y la mirada ofendida de los tres chicos se posaron en el—. Miren, no se quien, no se que pasó, pero no es sorda así que cierren el pico. Terminense sus chocolates que tengo que dejarlos en sus casas pronto o sus padres me asesinarán y luego mi padre me re-asesinará.

—No debimos traerla —continuó Lucas como si la instrucción le hubiera entrado por una oreja y salido por la otra.

—¿Querías dejarla en esa tormenta? —preguntó Mike.

—¡Sí! Salimos a buscar a Will, no otro problema.

—Deberíamos decirle al señor Bianchi —dijo Dustin—. O a la mamá de Mike.

—Apoyo la moción.

—¿Quieren que me castiguen hasta los cuarenta? —preguntó Alex y Mike asintió—. Dejen que yo me ocupe, ¿sí? Vayan a buscar su ropa, iré a dejarlos a sus casas.

—No podemos decirle a nuestros padres—dijo Mike y al ver la mirada confundida de sus dos amigos añadió—. No teníamos permiso para salir esta noche, ¿recuerdan?

—¿Y?

—Si le decimos al señor Bianchi, le dirá a mi mamá y ella le dirá a tu mamá y a tu mamá...

—Cielos.

—Nuestras casas serán Alcatraz.

—Exacto. Y nunca encontraremos a Will.

—¿Saben que? Este es el plan —dijo Alex con los dedos en la punta de la nariz—. Ella se va a quedar conmigo, aquí. Hablaré con ella y por la mañana, llamaré a servicios sociales o a sus padres a ver que podemos hacer. Ustedes no tienen por que estar metidos en este tema, diré que llegó por la mañana asustada y empapada, ¿les parece?

Los tres niños asintieron con más tranquilidad que hace unos minutos y Mike habló de nuevo:

—Mañana a la noche, volvemos a salir —dijo Mike y observó a Alex con ojos de cachorrito—. ¿Vienes con nosotros?

—¿Por qué yo? Pídele a Nancy —dijo cruzado de brazos.

—Nancy es una idiota.

—No lo es.

—Sí lo es.

—¿Por favor? —interrumpió Dustin.

Alex soltó un suspiro y asintió. Se iba a arrepentir pero la cara de bebé de Dustin podía convencerlo de cualquier cosa.
























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