𝙊𝙘𝙝𝙤
La noche por fin llegó y los cinco estábamos en la sala viendo la famosa película de terror que habían querido ver. Yo estaba sentada junto a Barca y estábamos comiendo palomitas
—Si tienes miedo puedes abrazarme.— susurró burlón y yo negué con mi cabeza
—Nunca me han asustado las películas de terror, hasta te podría decir que son mis favoritas.— susurré
Dirigí mi mirada a la pantalla y de repente apareció un monstruo matando a una familia, tapé mis oídos para no escuchar los gritos pero aún así ver la imagen era aterrador. Me giré un poco para poner mi cara en el pecho de Barca y así no ver nada
—¿No eran de tus favoritas?.— preguntó nuevamente en susurro
—Cállate.— dije sin querer mirar lo que estaba pasando en la película, Barca solo me abrazó
Fueron las dos horas más largas de mi vida, cuando la película acabó por fin pude separarme de ese abrazo que me había mantenido pegada a él.
—Estuvo muy buena la película ¿verdad?.— preguntó Ded mientras me veía y Juan comenzó a reír
—Yo no la disfruté.— respondí y miré a Barca, tenía una sonrisa triunfadora
—Yo si la disfruté y mucho.— dijo él sin borrar la sonrisa
Miré a Roberto, él no tenía expresión alguna, por mi mente pasó el recuerdo de Roberto esa noche "No elijas a Barca" resonó en mi cabeza
—¿Estas bien?.— preguntó Juan —Te quedaste paralizada.—
—Si estoy bien, solo estoy un poco cansada.— respondí con la mejor sonrisa que pude
—Ve a dormir, nosotros limpiaremos esto.— dijo Barca con una sonrisa
Asentí con la cabeza mientras me levantaba de aquel sofá
—Espero que puedas dormir tranquila.— rio Juan y yo sabía que quizás me costaría dormir por aquella película
—Voy a dormir como una bebé.— sabía que estaba mintiendo
Vi que Roberto también se levantó y subió las escaleras corriendo
—Siempre se va cuando nos toca limpiar.— se quejó Ded
—Ya lo conocemos, dirá que tuvo que ir al baño o algo así.— aseguró Barca mientras se levantaba y empezaba a juntar todas las palomitas que estaban en el suelo
Decidí ayudarles también para que así acabarán más rápido y que todos nos fuéramos a dormir, de todas maneras no quería estar sola.
—Ahora si me voy, descansen.— me despedí con una sonrisa cuando por fin habíamos terminado de limpiar
Subí las escaleras y vi a Roberto entrar a su habitación, no le tomé mucha importancia así que caminé todo el pasillo hasta llegar a la mía. Entré y pude ver algo en mi cama, era un peluche rojo, parecía una especie de conejo que tenía una pequeña nota en su estómago
"Este es mi único peluche, se llama bodoque, abrázalo si tienes miedo y recuerda que todo estará bien"
No pude evitar sonreír, sabía perfectamente que la letra era de Roberto. Me puse mi pijama y me acosté en mi cama, agarré al pequeño bodoque para verlo con detenimiento, lo abracé y olía igual que Roberto, no sabía porque pero eso me había puesto feliz.
—Buenas noches bodoque.— dije como si el peluche fuera a responderme
Apagué la luz y me acomodé sin soltarlo, cerré mis ojos y conté hasta quedarme totalmente dormida.
A la mañana siguiente me levanté aún con aquel peluche en las manos, abrí la puerta y sonreí al no ver otra caja ahí. Salí aún en pijama hasta la habitación de Roberto, entré para no despertarlo y dejé a Bodoque junto a él.
—Gracias.— susurré y caminé de nuevo a la salida
Tenía muchas ganas de quedarme con su peluche pero sabía que debía devolvérselo, no era mío y que me lo haya prestado era un buen gesto.
Salí de esa habitación y me encontré con Barca mirándome desde la puerta de su habitación.
—¿Qué hacías ahí?.— preguntó al parecer molesto
—Fui a devolverle algo que me prestó.— respondí quitándole importancia
—¿A esta hora? ¿En pijama?.— preguntó mientras se acercaba
—Si, además no tengo que responder tus preguntas.— aclaré —Ahora si me disculpas tengo que ir a hacer el desayuno, seguramente Ded está esperándome.—
Comencé a caminar hacia las escaleras pero él me tomó del brazo, lo miré y tenía la mirada en el suelo
—¿No te preguntas porque me levanté antes de lo normal?.— preguntó y negué con la cabeza —Yo quería darte algo pero quería dejarlo afuera de tu habitación así como lo hacía Roberto, no sabía que te despertabas aún más temprano.— explicó
—Barca, no es necesario que me den nada, ya se lo había dicho a Roberto también, no me gusta que ustedes me hagan regalos y después yo no pueda darles nada.— dije y él me soltó
—Solo espera aquí.— pidió mientras lo veía entrar de nuevo a su habitación y cerrar la puerta
Esperé unos cuantos segundos hasta que lo vi salir de nuevo con una rosa amarilla en sus manos. La miré con asombro y una pequeña punzada atravesó mi pecho
—Es para ti.— dijo mientras me la daba —Sé que es tu favorita y realmente es extraño porque cuando la compré me dijeron que muchos creían que este tipo de rosas son símbolo de mala suerte.—
—Es increíble que sepas que es mi favorita, creía que nadie lo sabía.— dije observando lo hermosa que era
—Te sorprendería saber todo lo que sé sobre ti.— exclamó con una sonrisa
—Esto tiene un significado especial para mí, recuerdo que cuando era chiquita, mi abuela tenía un rosal con puras rosas de este color, nunca me dejó tocar una porque me podía espinar.— reí —Además la última vez que vi a mi papá fue cuando él me regaló un ramo de rosas amarillas por mi cumpleaños.—
Él seguía sonriendo así que yo también lo hice, no tenía idea de cómo sabía que me encantaban estás flores pero era un pequeño detalle que me provocaba un sentimiento tan hermoso.
—¡El desayuno!.— recordé de pronto —Ded ya casi se va a trabajar y yo tenía que desayunar con él.—
—Ya está muy grandecito, creo que puede hacerse su propio desayuno.— dijo riendo
—No es eso, no quiero que desayune solo.— dije —Además me gusta desayunar con él porque platicamos un ratito y realmente son buenas platicas mañaneras.— agregué
—Está bien, corre a hacer el desayuno.— exclamó y reí
Me acerqué más a él y besé su mejilla, volví a darle la rosa y me miró intrigado
—¿Puedes dejarla en mi habitación?.— pedí —Ponla dónde pienses que se vea mejor y así cada vez que entre podré verla y pensar en ti.— sonreí
Él asintió mientras caminaba a mi habitación, yo simplemente caminé escaleras abajo para llegar a dónde estaba mi amigo esperándome
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