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𝘿𝙞𝙚𝙘𝙞𝙨𝙚𝙞𝙨

El taxi me dejó en la cuidad dónde vivía antes de irme con Barca, bajé y empecé a caminar con mi maleta. A lo lejos pude visualizar a dos chicas caminando como normalmente sabía que lo hacían

—¡Chicas!.— exclamé corriendo hacia ellas

—______, no esperábamos verte aquí.— sonrió Ari abrazándome —¿Y esa maleta?.— preguntó

—Decidí mudarme, pasaron muchas cosas.— respondí

—¿Tienes donde quedarte?.— preguntó Ama y yo negué con la cabeza —Puedes venir con nosotras.—

—No quiero incomodarlas.— respondí

—No nos vas a incomodar, por dios.— dijo Ari quitándome mi maleta —Vamos.— empezaron a caminar y yo las seguí

Caminamos unos cuantos metros mientras yo estaba atenta de no ver a mi mamá, no quería ir con ella tampoco, ahora sentía que me estaba quedando sin opciones.

Llegamos a un edificio, entramos y subimos algunas escaleras.

—Bienvenida a nuestro departamento.— dijo Ari mientras abría la puerta y entrabamos

Era bastante grande, realmente era lindo.

—Solo tenemos dos habitaciones.— habló Ama —Podemos acomodarte un lugar en la sala.— ofreció

Quizás aquí no tendría el mismo espacio que en la fraternidad pero al menos aquí estaría bien

—No se preocupen, yo me acomodo donde sea.— sonreí

Pasaron unos minutos y ya estábamos sentadas en la cama de Ari mientras platicábamos

—Cuentanos porque te fuiste de la casa de los chicos.— pidió Ama

—Descubrí cosas que no me gustaron.— respondí bajando mi mirada

—¿Qué cosas?.— preguntó ahora Ari

Empecé a contarles todo lo que había pasado, desde como conocí a Barca, las insistentes advertencias de Roberto, hasta todo lo que había encontrado en la habitación de Barca

—No te lo creo.— dijo Ari sorprendida

—Y lo peor es que realmente me gustaba.— confesé y Ari me abrazó

Ama solo parecía estar pensativa

—Yo creo que tomaste una mala decisión.— habló Ama y la miramos —¿No habías pensado que quizás Barca te observaba así como Ari observaba a Juan?.—

—¿A qué te refieres?.— preguntó Ari

—No es en mal plan.— dijo inmediatamente —A lo que me refiero es que quizás le gustabas y te observaba por eso, de repente vio la oportunidad de acercarse a tí y la utilizó, es exactamente lo mismo que hacían Ari y Juan.—

—Si pero yo no tenía fotos de él ni datos espeluznantes como su tipo de sangre.— se defendió Ari

—Al parecer Barca lo llevó al extremo pero eso no quiere decir que sea malo.— dijo

—Quizás tengas razón pero necesito mi tiempo.— dije —Por cierto, no le digan a Juan que estoy aquí.— pedí

Ellas asintieron con una sonrisa, me ayudaron a acomodar las pocas cosas que había traído y después organizamos lo que comeríamos.
Las horas iban pasando y realmente me sentía muy bien con ellas pero eso no impedía que sintiera un vacío, extrañaba a los chicos.

El timbre sonó y Ari caminó por la puerta para ver quién era

—¡Es Juan!.— exclamó mirándonos —Y viene con los demás.— avisó

Ama y yo nos miramos ¿Qué debíamos hacer?

—Ve y escondete en la habitación.— dijo Ama y yo asentí mientras corría a la habitación y cerraba la puerta

Dejé la puerta un poco abierta para poder escuchar lo que hablaban.

—Hola, ¿Qué los trae por acá?.— escuché la voz de Ari y la puerta cerrandose

—Vinimos a preguntarles si no vieron a ______ pasar por aquí cerca, hace horas de fué de la casa y realmente esperábamos que regresara, estamos muy preocupados.— se escuchó la voz de Juan

—No supimos nada ni la hemos visto, deberíamos ir todos a buscarla.— habló Ama, obviamente los quería sacar de la casa

Pude escuchar como se abría de nuevo la puerta y estuve a punto de salir

—¿Seguras de que no saben nada?.— escuché la voz de Barca y fué imposible que mi corazón no se acelerara

—Ya te dijimos que no, ni siquiera supimos que se había ido de su casa.— habló Ari

—Es muy curioso eso ¿saben?.— preguntó ahora Roberto —Si no la vieron  ¿Por qué Bodoque está aquí?.—

¡Lo había dejado en la sala! Me maldije internamente, me había delatado inconscientemente

—Bueno, ella estuvo aquí hace poco, solo vino a comer y después se fué, no pensé que fuera a dejar eso aquí.— mintió Ama

Después de eso todo era silencio, yo solo estaba rogando para que ellos se fueran

—Abi, por favor.— escuché a Juan —Ella es como nuestra hermana, solo queremos saber que está bien.—

—Ella está aquí.— confesó Ari y yo empecé a entrar en pánico —Está en la habitación de allá.—

¡No podía ser! ¿Cómo es que Ari había revelado mi ubicación solo porque Juan se lo pidió?.

—¡Ari!.— escuché que reclamó Ama

—Lo siento pero si mi hermana no volviera a casa quisiera que me ayudaran a encontrarla para estar tranquila.— dijo ella

La puerta de la habitación donde estaba se abrió y pude ver a los cuatro entrar.

—Estabamos preocupados por ti.— exclamó Ded mientras se acercaba a abrazarme —Regresa a la fraternidad.— pidió

—No puedo regresar.— respondí

—Si quieres sacamos al pendejo de Barca pero tú vuelve.— habló Juan esta vez

—No se trata de eso, solo necesito mi espacio.— dije

—¿Podemos hablar a solas?.— preguntó Barca y yo lo miré

—No seas pendejo, ¿Cómo va a querer hablar contigo si dice que quiere su espacio?.— exclamó Roberto

Barca extendió su mano a dónde estaba yo, sabía que quizás una plática con él podría arreglar todo el desastre que tenía en la cabeza pero estaba dudando en si sería una buena idea. Tomé su mano mientras veía como los demás nos veían con asombro.

Salimos juntos de aquel departamento y después de edificio, empezamos a caminar hasta llegar a una banca que estaba cerca.

—Quiero explicarte todo, resolver todas las dudas que tengas.— habló rápidamente, sabía que estaba nervioso

—Quiero toda la historia y solo con la verdad.— pedí y él suspiró —Creo que es lo único que merezco.—

—Hace más de dos años te conocí, yo había venido a la cuidad a comprar un regalo para el cumpleaños de Juan.— empezó a contar y yo trataba de recordar si lo había visto antes —Quería comprarle un cómic porque siempre han sido sus favoritos, fuí a la tienda y lo compré, saliendo de ahí empezó a llover, corrí hacia mi auto pero tuve la mala suerte de caerme en un charco.—

Yo no entendía a dónde quería llegar con todo esto

—Cuando me dí cuenta el cómic estaba totalmente arruinado y yo estaba empapado.— siguió —De pronto llegaste tú con un paraguas, me ayudaste a levantarme y me preguntaste si estaba bien, al ver que había arruinado el cómic me regalaste el tuyo y ahí descubrí que tú también habías ido a comprar uno justamente ese día.—

En ese momento recordé que efectivamente tenía un cómic destrozado en casa de mi madre por la vez que ayude a alguien pero no recordaba que ese chico fuera Barca, estuve ahorrando bastante para comprarme eso y en ese momento se lo quise dar para que no se sintiera mal, no sabía que él lo iba a regalar también.

—No conforme con esto también me diste tu paraguas y me sonreíste antes de alejarte corriendo entre la lluvia.— habló y pude ver cómo aparecía una sonrisa en su rostro —Quedé cautivado, tanto que no le dí el cómic a Juan y me lo quedé.—

—¿Y después de eso?.— pregunté

—Empecé a venir más y mantenía la esperanza de verte de nuevo, logré verte algunas veces pero no me animaba a hablar contigo.— respondió —En ese momento también empecé a escribir las cosas que empezaba a saber sobre tí, así si alguna vez te hablaba sabría de que temas te gustaría conversar.—

—¿Por qué no simplemente te acercaste a hablar conmigo?.—

—Fuí cobarde muchas veces ¿si?.— exclamó —Eso se me quitó cuando me enteré de los maltratos de tu madre, sabía que debía hacer algo pero no sabía cómo interferir, pasaron meses antes de que por fin me animara a hacer algo.—

—Y en ese momento fué dónde me llevaste a la fraternidad ¿no?.— pregunté y él asintío —Pudiste contarme todo esto desde ese día.—

—Si te decía eso ese día te hubieras negado a ir conmigo y pensarías que soy un loco.— dijo y reí un poco

—Me hubiera negado, tienes razón.— exclamé —Pero eso no quita el hecho de que ahora piense que estás loco.—

—Loco pero por tí.— dijo con una sonrisa —Ahora ¿volverás a la casa?.— preguntó

—No tengo a dónde más ir.— respondí

—¿Y respecto a nosotros?.— preguntó

—Quedemos como amigos un tiempo.— dije y pude ver qué él asintío con la cabeza

—Supongo que es lo mejor.— sonrió forzadamente

Estuvimos ahí sentados un rato más hasta que decidimos que era hora de volver con los demás

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