TREINTAIDOS
¿Donde estoy? Los pensamientos en su cabeza ya no giraban incontrolablemente como un río de luces. Todo vino a él de repente, como encender un interruptor de luz, los sonidos, oh, los sonidos lo estaban volviendo jodidamente loco, nunca había escuchado ni sentido algo así en su vida, podía escuchar algo escondiéndose en alguna parte, sonaba como un taladro constantemente golpeando lo que fuera que estaba cavando, quería gritar, decirle a alguien que lo apagara, la necesitaba, ¡Karina! su mente subconsciente gritó recordando a la morena como si alguna vez se hubiera atrevido a olvidarla, el dolor en su cuerpo se había desvanecido tal como había llegado, el fuego que ardía en sus venas se había enfriado como hielo, el sonido de los golpes en sus oídos finalmente detuvo, si hubiera sido más atento a sus propios sentidos, habría sabido que era su corazón el que había dejado de latir.
Cuando sus ojos se abrieron, la luz asaltó su córnea como un arco iris de cuchillas perforantes, cada color más vibrante que el siguiente en una cama de prisma, por un segundo su mente no registró que estaba acostado, algo pasó volando por su vista sobre-saltándolo, pero su cuerpo se negó a moverse. Sus ojos se enfocaron en la forma, como una cámara de alta definición puesta al máximo, era incomprensible para él mientras observaba con embeleso que la forma que flotaba en el aire, no era nada más que una mota de polvo, y podía ver todo en ella, cada pequeña incongruencia y detalles. Se sintió como un mal viaje con ácido.
Algo se movió más allá, formas no muy lejos de él, olores flotando en sus fosas nasales, aunque extrañamente no sentía la necesidad de respirar, pino, cuero, algún perfume de lavanda con toques de miel, productos para el cabello y algo metálico que golpeó su garganta como un hierro ardiente. Sangre. El corredor de autos asiático sintió que todo se movía a cámara lenta mientras sus piernas se doblaban, como nada que hubiera podido hacer antes a pesar de su ágil figura cuando era más joven y solía saltar edificios. Las figuras se movieron cuando gritó una voz, y Han se sintió volar como un sentimiento entrante de impulso primario posesivo de gruñir y morder cualquier cosa y cualquiera que viniera hacia él invadiendo su alma como si el mismísimo diablo estuviera tomando el control.
En menos de unos segundos, se encontró agachándose frente a la bien formada figura de una morena, sus ojos parpadearon cuando apareció a la vista, Karina, tan ó honestamente más hermosa de lo que se hubiera visto antes, sus recuerdos de su rostro parecían quedar cortos al hacerle justicia con su borrosa constitución, sus facciones, detalladamente resaltadas, la forma de sus labios, sus ojos almendrados, los risos de su cabello, era como verle por primera vez, era Karina, quien lo había salvado de Shaw, ante el nombre, su memoria evocó el rostro de aquel bastardo, el fuego en su interior fluctuando como el infierno, en su boca, la extraña sensación de saliva acumulada bañó sus dientes y lengua, el deseo de despedazar con sus manos físicamente la figura le llenó, le hundíria los dientes con fuerza, sentiría su carne sucia desgarrarse, lo oíria gorgotear para respirar como un animal atrapado en una trampa, rompiéndole los brazos en el proceso, doblandole las piernas hacia atrás como palos, sus ojos casi se pusieron en blanco al pensarlo, lo estaba dominando, abrumando su mente, asumiendo su control, pero el recuerdo de Karina nuevamente logró apagar las inclinaciones...
Karina quien le había cuidado hasta que recuperó su salud en Shibuya, Karina que contaba chistes malos y no sabía cocinar, Karina la bella y misteriosa, Karina la vampira que lo amaba, mientras las palabras volvían a él como un dique al estallar, un siseo escapó de sus labios como un influjo de rancio aire estático cuando su mente finalmente llegó a comprender todo, el accidente en carretera, la llamada telefónica, el enfrentamiento en ese lugar de las vías del tren, Toshiro lo había perseguido y lastimado para vengarse de Karina por su negativa a ir con él, había visto algo imposible irse en sus ojos, Karina era un vampiro, y él...
Mientras sus ojos se dirigían hacia su piel ahora extrañamente pálida y casi suave, tan suave como esas pieles falsas retocadas que tenían los modelos en esas revistas snobs, registró la falta del mordisco que una vez había estado allí mientras su mente delirante se hacía cargo. La mordida, el ardor, la transformación. "..Qué carajo.." Su boca se movió, casi en piloto automático, la voz que salía de su boca le era desconocida, sonaba cercana a lo que recordaba, pero menos, normal, más como algo agradable que se podía escuchar en las películas, perfeccionadas por las computadoras.
Era diferente, podía sentirlo ahora, de forma lenta pero segura, sus sentidos comenzaron a adaptarse mientras se conectaba a tierra, su pecho se sentía vacío, desprovisto de algo en lo que nunca antes había pensado mucho. Una mano se levantó lo suficientemente rápido como para asustar a las figuras inmóviles que había olvidado momentáneamente por reflejo. Sus dedos pálidos, agarrados a la nada mientras se giraba hacia la forma arrodillada. Karina lo miró fijamente, mirándolo de una manera que nunca antes había visto en su rostro. "Han....todo-, todo va a estar bien, te lo prometo, solo estás desorientado" Karina susurró recuperando su control físico cuando lentamente se acercó a la forma doblada de Han. Han quién ahora sostenía los mismo ojos con los que ella había cargado por los últimos 108 años de su vida.
"Karina, ten cuidado.." La voz de un hombre habló detrás de ellos, sobresaltándolo, el vampiro asiático de cabello oscuro se giró, un gruñido gutural abandonando sus labios, Han nunca había hecho tal sonido en su vida, pero se sentía correctamente cómo la respuesta adecuada, sus ojos escaneando el mar de personas, de los cinco rostros masculinos y cuatro rostros femeninos, un rostro se destacó para él.
"¡Garrett!" Karina siseó de vuelta, necesitaba crear un ambiente de confianza, y con comentarios de advertencia no se lograría nada nunca.
Éste se giró, observando en particular, un hombre alto y pálido con el pelo largo recogido hasta la nuca, conocía a este hombre, a este vampiro, se había atrevido a coquetear con Karina, con su Karina, los repentinos sentimientos ardientes que lo habían controlado regresaron como una ola, el deseo, la necesidad de demostrarle que ella no era suya para hablarle libre mente con tal atrevimiento. Podía oír el crujido de la madera cuando el cuerpo detrás de él se levantó rápidamente. "Han, no-" La vampiro moreno se movió para agarrar su mano, el toque detuvo su pregunta sobre si podía atravesar a todos los demás para llegar al hombre. Se sentía como si le tocara el sol, el calor de un abrazo cariñoso.
"Han, escúchame, eres Han Seul Oh, viviste la mayor parte de tu juventud en Tokyo, en el distrito de Shibuya, vives para los autos rápidos, vives para tus amigos, eres mucho más que los instintos que intentan controlarte, lo sé, te conozco, solo...escucha mi voz, puedes hacer eso por mi..?" Susurró ella, dándole una pequeña sonrisa temblorosa, no de miedo, sino de preocupación, no por él, sino por los demás.
"No podía irme, yo..tenía que verte, ver tu cara, vivir...lo prometí" Dijo, su tono más barítono que antes, profundo y ligeramente ronco, como su habitual, pero más otro, lo sorprendió escucharse a sí mismo tan...diferente. La hermosa vampiro asintió despacio. "Y aquí estás.." Susurró ella, ahogando el tono agudo de sus palabras mientras luchaba con el sollozo que amenazaba con escapar de sus labios. Una tabla de madera crujió, haciendo que su cabeza girara rápidamente, sus ojos se centraron en una pequeña chica de cabello oscuro con rasgos delicados y ojos dorados. Detrás de ella, un joven rubio más alto estaba de pie, con el ceño fruncido en una expresión de "jode y descubre" como un perro guardián mientras la ahora sonriente chica de cabello negro avanzaba con un objeto cuadrado en sus manos, haciendo un gruñido imparable de sus labios, Han los enfrentó. "Alice-" Karina detrás de él murmuró mientras se movía a su lado lentamente. El nombre se registró en su cerebro más rápido de lo que jamás pudo recordar su cerebro al hacerlo, Alice, la Alice que les había advertido, la Alice que le había regalado el auto, la Alice de la que Karina hablaba con tanto cariño, ahora aquí, cara a cara.
"Es bueno finalmente poder conocerte en persona y no solo en visiones borrosas, y debo decir que no has decepcionado.." La pelinegra sonrió alegremente con cálida disposición que Han mismo se vió incapaz de reproducir. "Ten, todos merecen verse a sí mismos primero, aunque sea por alguna gratificación personal vanidosa" dijo la vampiro duendecilla pasándole con movimientos calculados a el moreno lo que ahora pudo ver era un espejo de tamaño mediano poco antes de retroceder solo para reaparecer en su posición anterior. Han sintió su cuerpo tensarse nueva mente, le inquietaba el número de desconocidos de una forma casi paranoica, era como si su cuerpo y sentidos estuvieran batallando contra la sensatez y la supervivencia.
Un reflejo captó su atención, y el último vestigio de aire en sus ahora estáticos pulmones desapareció.
"Yo...me veo...diferente, extraño..para ser honesto, pensé que me vería más...no sé, diablos, ni siquiera pensé en nada, pero no puedo decir que esté enojado por eso...por un lado, me veo como...como tú" dijo, sus brillantes ojos carmesí parpadearon rápidamente hacia ella antes de regresar a la superficie reflectante que reflejaba su nuevo yo, renunciando a cualquier tipo de vergüenza por decirlo en voz alta u ofender a los demás mientras continuaba mirando. Se miró a sí mismo, luciendo más controlado que en los últimos minutos, casi normal. La vampira morena no podía encontrar el tiempo para parecer más seria ya que la situación lo exigía, este era Han después de todo, el Han que ella conocía no se entretenía con tonterías, era un hombre de acción y nada de tonterías tratar de actuar diferente ahora no sería sensato para nadie, y por eso se rió, la risa subió por su pálida garganta y resonó en la ahora repleta habitación con un centelleo como de campanas, el mismo sonido que él pudo recordar desde el primer momento que la había oído hablar en su apartamento de Shibuya. "¿Y supongo que eso es bueno?" Preguntó Karina, sonriendo levemente pero manteniendo en su rostro la tensión de un posible rechazo por más descabellado que pudiera ser. El ahora vampiro corredor de autos asiático giró rápidamente, tan rápido que incluso la propia Karina tuvo problemas al tratar de seguir su movimiento cuando el espejo en su agarre se hizo añicos ante la ligera presión que sus ahora pálidos dedos aplicaron cuando en un abrir y cerrar de ojos dió un paso y luego se paró frente a ella, su mano, tomando sus muñecas mientras la arrastraba hacia él rápidamente.
Podía escuchar los diversos gritos de preocupación cuando Jasper en la parte de atrás gruñó un silbido antes de pasar junto a Alice, Garrett se movió por consecuencia. "¡Calma!" Alice exclamó deteniendo a su pareja y al alto nómada.
Han sostuvo a Karina con fuerza, sus ojos carmesí encontrando los suyos, que ahora parecían tan familiares y a la vez tan nuevos. Por primera vez en lo que parecían siglos de confusión y tormento, Han sintió calma, calma lejos del dolor de la pérdida y del vacío en su pecho. Su agarre, aunque firme, no era agresivo. Se inclinó hacia ella, dejando que sus frentes se rozaran, como si en ese contacto pudiera encontrar todo lo que necesitaba.
"Karina...no sé cómo vivir así...pero si estás aquí, creo que puedo intentarlo," murmuró, su voz ronca, llena de vulnerabilidad, cumpliría su promesa, viviría. Karina no pudo contenerse más, le importaba poco la audiencia. Llevó una mano a su rostro, acariciando su mandíbula suavemente mientras las lágrimas que había contenido por años comenzaron a fluir sin derramarse en los bordes de sus ojos. "Han...nunca tendrás que hacerlo solo, te prometo que no importa qué pase, estaré contigo, siempre." Ese "siempre" resonó entre ellos, y antes de que pudieran decir algo más, sus labios finalmente se encontraron. Fue un beso cargado de todo lo que habían reprimido: miedo, amor, anhelo y esperanza. El tiempo pareció detenerse. Alice soltó un suave jadeo de aprobación mientras Esme, siempre maternal, aplaudía con delicadeza.
"Aww, ya era hora," comentó Alice con una sonrisa traviesa, aunque su mirada seguía evaluando a Han con cautela. Rosalie rodó sus ojos, aunque luego negaría la minúscula sonrisa en la comisura de sus labios. Mientras tanto, Emmett cruzaba los brazos, mirando a Jasper y Garrett. "¿Y qué hacemos si el chico nuevo se vuelve loco?" Susurró fallidamente el fornido pelinegro Cullen. "Esperemos que no lo haga," respondió Jasper, aunque su postura aún estaba rígida. Garrett soltó un bufido sarcástico. "Ustedes real mente necesitan salir más.." Murmuró mientras sacudía la cabeza.
Karina se separó de Han, sus manos todavía aferradas a las suyas. "Han, hay algo que necesitas aprender, algo que todos aquí hemos tenido que hacer. Te enseñaremos a cazar, pero...no de la manera en la que tus instintos te gritan hacerlo, al menos no por ahora, luego tendrás tiempo de decidir." Comentó la morena de ojos borgoña, le permitiría a Han la opción de elegir su dieta como era su derecho, por el momento mantendría su palabra hacia Carlisle por respeto y a los chuchos de la reserva de mantener la paz y solo cazar animales apesar de su sabor.
Han frunció el ceño momentánea mente, sus ojos brillando con incertidumbre cuando una mueca de familiaridad creció en sus facciones. "¿Cazar?...¿qué?" Una de sus manos voló hacia la base de su garganta, un gruñido/silvido escapando de entre sus dientes como un gimoteo. La sed. Alice dio un paso adelante, sonriendo con entusiasmo. "Pumas, Osos, por supuesto. No querrás empezar con algo fácil, ¿verdad? después de todo, que otra cosa podría ser un reto?" Comentó la duendecilla Cullen con un filo de competencia. Karina rodó los ojos, parecía conocerle mejor de lo que creía, Han era un adicto a los retos. Esme asintió siguiendo su hilo, su voz cálida. "Te ayudaremos a controlar tus instintos querido, eres familia ahora, Karina estará contigo en cada paso" Añadió poco antes de tomar la mano de Carlisle quién sonrió observandole con ternura.
"Bienvenido.." Habló el patriarca Cullen. Con cierta reticencia, sus instintos captando los olores de seres humanos cercanos a unas cuantas millas en Forks. Han aceptó, siendo acarreado por todos lados por Garrett, Emmett, Jasper, Edward y Karina misma. Salieron juntos, con Alice liderando el camino y Karina siempre a su lado. Aunque los demás los seguían a una distancia prudente, Han sentía sus miradas como dagas, lo que lo hizo aferrarse más al brazo de Karina.
La caza fue un torbellino de sensaciones nuevas: el olor de los pumas y un oso grizzly que el alto músculoso Emmett habia sacado de hibernación, la adrenalina de la persecución, era algo de otro mundo ver sus alrededores tornarse borrosos más allá de cualquier auto con nitro, y finalmente, la descarga de satisfacción al alimentarse, era la cosa más adictiva que jamás hubiera experimentado, más que las drogas, el dinero, la nicotina ó las mujeres de su pasado, y él que siempre habia creído que las carreras eran algo que jamás sería superado, ahora se encontraba tragándose las palabras.
Se sentía un poco egocéntrico ante la forma en la que había evadido la tentación de oler el sudor salado y los palpitantes corazones de otros seres humanos, casi no se sentía real, el que ahora desearía sangre más que cualquier botella de alcohol ó bolso de patatas fritas, ahora tenía una nueva adicción eterna. Aunque inicialmente se resistió, la presencia calmante de Karina le ayudó a mantener el control.
Cuando regresaron a la casa Cullen al amanecer, Han y Karina se sentaron juntos en el porche, los demás aún permanecían cerca como guardias, observando cómo la luz del sol acariciaba las copas de los árboles. El moreno corredor de autos asiático observó como su piel comenzó a destellar con diminutos destellos que salían despedidos de su piel. Los mismos que había visto en la piel de Karina en la autopista. Su viejo yo hubiera pensado que le hacían parecer medio marica, pero en esos momentos, tras todo lo que había visto, lo que habia precenciado de Karina, la dureza de su piel, la rapidez de sus pasos, y su fuerza y fortaleza. Era un pequeño precio a pagar por tal cosa. Aún que ya podía imaginarse lo que los demás dirían si vieran tal cosa, no sobreviviría a las burlas de Tej y Roman eso era seguro.
"¿Lo ves? lo lograste, lo logramos...Shaw no ganó, Toshiro tampoco..no lo harán nunca" dijo Karina, apoyando su cabeza en su hombro. Han suspiró, entrelazando sus dedos con los de ella, ahora tenían la misma temperatura. "Que los jodan...ésta es mi vida, mía" Murmuró con convicción apretando levemente su mano, ahora tenia que cuidar de controlar su fuerza. Todavía sentía el rencor recorrer su sistema, el deseo de venganza hacia el bastardo británico jamás desaparecería, pero ahora su existencia era de menos, igual con el vampiro ex-aliado de Karina que había provocado y en cierto punto acelerado su nueva realidad, la cual no le agradecería, ya tendría tiempo de arrancarle los brazos por provocar su muerte. Ya tendría tiempo para ajustar cuentas, por ahora, por ahora era momento de finalmente disfrutar de la felicidad merecida que jamás había creído poder tener ó merecer. Y con Karina a su lado, llenando su corazón con un amor, una presencia casi inexplicable, irónicamente sentía que podia respirar por primera vez en su vida sin un peso invisible en su pecho presionando su corazón.
"Es mucho para procesar...diablos, siento que si parpadeo esto desaparecerá y volveré a estar en Shibuya bajo ese mazda a punto de explotar, pero contigo aquí, puedo hacerlo..Karina.." Ella sonrió, levantando la cabeza para mirarlo con una adoración que no podia creer merecer. "No hay 'creo', Han, lo harás, lo haremos..juntos..." Con esa promesa, la morena de ojos borgoña acercó su rostro, besando sus labios lentamente. "Esperé doce años por esto..por ti...siempre joven, estática, y ahora tras cien años finalmente avanzo contigo a mi lado, la espera valió toda la maldita pena.." murmuró con un tono quebrado, Han observandole con atención levanto su mano, suavemente acariciando su mejilla y mentón.
“Gracias por hacerlo, incluso cuando no creía valer la pena, me salvaste Karina, me salvaste de mi mismo.." Añadió poco antes de acercar su rostro nuevamente para capturar los labios de la morena en un beso menos controlado. Las manos de Karina se encontraron en su largo cabello negro en segundos tirando de sus hebras provocándole un gruñido. El capítulo cerró con ambos listos para enfrentar su nueva vida inmortal, dejando atrás los miedos y abrazando el amor que habían esperado tanto tiempo para florecer.
FIN.
3261 palabras.
Hola, discúlpenme la larga espera, el bloqueo que tuve con este fanfic fue masivo y honestamente este no era el final que tenía en mente en un principio, yo quería crear mas drama y demás antes de culminar la historia, pero pues. Ahora fue que logré finalmente conseguir un poco de vuelta el hilo y terminar este capitulo. Todavía no sé si hacerle epílogo así que por ahora esto es lo que es. 🥺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro