CAPÍTULO 31: GOODBYE, OLD FRIEND
—— GOODBYE, OLD FRIEND ——
—¿Dónde estamos?— Preguntó Yelena al ver que se encontraba en otro lugar que no era Nueva Orleans, ni ningún otro sitio que hubiera visitado en su vida.
—Asumí que te gustaría ver Viena, siempre me dijiste que querías venir a visitarla.— Explicó Astrid mientras ambas empezaban a caminar por las calles de la ciudad.
—He vivido por casi mil años, y me he quedado sin ver algunos sitios. Es irónico.— Comentó sorprendida de que no hubiera aprovechado el tiempo, aunque no se arrepentía, su hogar siempre había sido Irlanda, y siempre sería así, aunque no fuera a morir allí.
—Bueno, nunca es tarde.— Sonrió la Original mientras la dedicaba una sonrisa, sabiendo que haría todo cuanto estuviera en su poder para hacer de aquella experiencia algo inolvidable.
—¿Por qué haces esto? Y no me digas por qué somos amigas o por qué me lo debes, se que lo último que querrías es ver a alguien a quien te importa morir delante tuyo.— Alegó Yelena sabiendo que aunque aquello pudiera verse muy real y el dolor fuera insignificante, era consciente de que se estaba muriendo, una parte de sí misma lo sentía.
—Por eso mismo lo hago, porque eres importante para mí. Vi morir a mi hermana, a mis padres, y a una muy buena amiga delante mío, se que en situaciones como esas lo único que quieren es estar acompañados, por quienes quieren. Y puesto que no tengo el poder de traer de entre los muertos a Dominic, sí tengo el poder de hacer que este sea uno de los mejores días de tu vida, aunque sea el último.— Respondió Astrid con sinceridad, mostrando que a pesar de los años y las traiciones, siempre buscaría la forma de ayudar a quienes la importaban, incluso cuando esa persona la hubiera hecho daño, porque cuando quieres a una persona de verdad buscas la forma de solucionar los problemas o por lo menos para retomar aquello que se creía dañado de forma irreparable.
—Siempre me alegre de ser vampiro por ti, me ayudaste a mejorar mi vida, a ser una mejor versión de mi misma.— Admitió Yelena sabiendo que gracias a que conoció a Astrid su vida había cambiado por completo, por supuesto pasó de ser una simple campesina a poder ostentar títulos y tener riquezas, pero lo que realmente la importaba era saber que había conseguido viajar y ver mundo.
—Dejemos el sentimentalismo. No es un día para recordar viejos tiempos.— La pidió Astrid la cual, de las dos, era la que más incómoda se sentía al estar recordando una época tan pasada. Principalmente por qué sabía que su amiga iba a morir.
—Solo te estoy dando las gracias, tu hija tiene suerte de que tu seas su madre.— Aseguró la morena, sorprendiendo a Astrid con sus palabras. Todos decían que Hope tenía suerte de tenerla, pero muy en el fondo la híbrida estaba completamente asustada, ya no solo por lo que les pudiera pasar sino por el hecho de que tal vez no sería una buena madre, y teniendo en cuenta todo el daño que un padre podía hacer... no quería que su hija sufriera con algo así.
—Mi hija no tendrá el privilegio de conocerte ni de conocer a Hayley o a Cami, las tres habéis cuidado de ella y no me parece justo. Pero aún así, vamos, la ciudad no se va a ver sola.— Sonrió la rubia cambiando radicalmente de tema, sabiendo que el tiempo que tenían era muy escaso y por eso mismo quería aprovecharlo al máximo.
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—No lo decías de broma, tiene las mejores vistas de toda la ciudad.— Comentó Yelena sorprendida por las vistas que había desde uno de los miradores de la ciudad.
—Bueno, huir por tantos años tuvo sus cosas buenas.— Admitió la híbrida sabiendo que aunque tuvo cosas malas, también tuvo la reacción contraria pues solo de ese modo consiguió ver lugares que nunca, de haber permanecido con el resto de la familia, hubiera llegado a ver.
—Me gustaría volver a esa época, en la que todo era diferente, donde no había peligros de muerte ni nadie amenazaba a las estirpes, donde el único problema era un vampiro que cazaba vampiros.— Murmuró la vampira pensando en lo simple que había sido todo, en los inexistentes problemas que había y en la tranquilidad que todos tenían, pero el destino era capricho para todas las criaturas, incluso aquellas que eran inmortales, eventualmente, encontraban una forma de verse las caras con la muerte.
—La paz dura muy poco, por suerte para ti durará toda la vida. Se que te encontrarás con Dominic, dile que Leo siente no haberle podido ayudar. Aunque mi hermano no lo diga siente mucho su muerte.— La pidió la rubia sabiendo que aunque su hermano a veces no dijera lo que pensará y sentia, para ella era un libro abierto al que podía leer con toda la libertad del mundo.
—Si le veo se lo diré, aunque se que él lo sabe.— La tranquilizó Yelena mientras empezaba a darse cuenta de que de alguna forma ella ya no estaba formando parte de aquel mundo. —Gracias por este glorioso día.— Sonrió justamente cuando Astrid salía de su mente.
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Irlanda, 1493
—Me alegro mucho de volver a verte.— Sonrió Astrid mientras se acercaba a Yelena y ambas se abrazaban.
—Lo mismo digo, en tus cartas me advertias de que Klaus podría venir a por mi, no creo que sea capaz.— Alegó Yelena creyendo que Klaus no era tan salvaje como Astrid y los rumores afirmaban que era, pero el rostro de su creadora confirmó que lejos quedaba la imagen del híbrido que ambas habían conocido tiempo atrás.
—Ha encerrado a mis hermanos en ataúdes, es evidente que hará lo que sea por saber donde estoy escondida.— Respondió la rubia con frialdad, aunque sabía que sus hermanos iban a tener aquel final, se culpaba de ello. Pero, ¿que hubiera pasado sino hubiera intervenido? El destino tenía caminos muy peculiares, y todavía la híbrida estaba sorprendida de que hubiera ido en contra de la persona a la que más quería, pero la realidad era muy diferente y el vampirismo afectaba y cambiaba a las personas de forma distinta.
—¿No te va a encontrar?— Preguntó Dominic preocupado, sabiendo que si Klaus se enteraba de que ella estaba ayudando a Astrid, cosa que era muy evidente, tal vez acabarían muertos antes de que buscarán la forma de sobrevivir. —Siento la preocupación, pero si descubre que te hemos ayudado... bueno todos sabemos de lo que es capaz de hacer.— Asumió el vampiro sabiendo que ahora no había forma alguna de ayudar a Leonidas, pero sí haría todo cuando estuviera en su mano para ayudar a Astrid, a fin de cuentas ella salvo la vida de su hermana.
—Mi bruja es muy poderosa, no me rastreara ni con un aquelarre entero. Pero sí os he pedido ayuda es porque necesito un sitio donde descansar por una temporada, llevo un año huyendo y admito que ha sido agotador, a ello hay que añadir a Mikael.— Les recordó mientras les miraba algo desesperada, con la esperanza de que ambos le ayudasen.
—Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, ¿verdad, Dom?— Sonrió Yelena sabiendo que debía de ayudar a Astrid, ya no solo a esconderse, sino a pasar desapercibida y a buscar una forma para empezar de nuevo lejos de cualquiera que pudiera reconocerla.
—Por supuesto, que menos por la persona que nos acogió.— Sonrió el aludido sabiendo que a diferencia del resto de los primeros vampiros de cada linaje, ellos siempre harían lo que fueran por ayudarles, y lo que tenían claro es que nunca iban a traicionarlos.
—No le hagas caso, hace unos años se encontró a Lucien.— Negó la morena mientras ponía los ojos en blanco.
—Menos mal que yo no lo he hecho, pasen los años que pasen sigo sin aguantarlo.— Comentó Astrid mostrando el desprecio que tenía por él, y cada vez que se encontraba con Lucien el desprecio y las ganas de matarlo se apoderaban de ella de una forma abrumadora.
—Es un idiota egocéntrico que lo único que piensa es en ser mejor, envidia a los Originales.— Alegó Dominic con obviedad, mostrando que él había entendido perfectamente cuáles eran sus intenciones, para su desgracia nunca llegaría a ser tan poderoso o más que un vampiro Original, lo que suponía que siempre estaría subordinado a ellos.
—Eso lo sabemos todos, bueno algunos somos más conscientes que otros. Pero para nuestra suerte no puede hacer nada en nuestra contra, porque no tiene el arma ni el poder, y nadie le va a dar poder a ese idiota.— Aseguró Astrid sin saber que el futuro era mucho más capricho de lo que imaginaban. —Pero, decirme, ¿que habéis estado haciendo todos estos años?— Quiso saber cambiando de tema.
—Bueno, después de separarnos vinimos aquí, a Irlanda. Y aquí nos hemos quedado, a Lena la encanta este lugar.— Respondió Dominic, haciendo que la aludida sonriera.
—Es un lugar increíble, aunque haya muchos problemas, pero aún así es el unico lugar al que considero y consideraré, siempre, mi hogar. Y teniendo a Dom conmigo..., ¿que más puedo pedir?— Alegó Yelena sonriendo sabiendo que para un vampiro, la palabra hogar tenía una connotación muy importante, y esa palabra no la atribuían a cualquier hecho, por lo que significaba que aquel era un lugar en el que sí podían sentirse seguros. El problema que con la llegada de Astrid, tal vez esa seguridad podría llegar a desaparecer.
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—Adiós, vieja amiga.— Murmuró Astrid al ver como el cuerpo de Yelena empezaba a secarse, por suerte para la morena aquella muerte era la más dulce que un vampiro podía haber hallado, pues no había sentido ninguno de los síntomas que el veneno de hombre lobo provocaba en los vampiros.
—Estará bien, los dos estarán juntos. Has hecho que su dolor sea insignificante al tener un día tan normal como hayas podido recrear.— La tranquilizó Leonidas a su hermana, mientras ponía su mano sobre el hombro de ella en señal de apoyo, gesto que su hermana agradeció con una sonrisa.
—Por lo menos ha estado pensado en otra cosa que no sea la muerte. Ojalá hubiéramos tenido esta habilidad cuando nuestros padres murieron.— Comentó recordando que de esa forma sus muertes, y las de otras personas, hubieran sido menos dolorosas y tristes de lo que habían llegado a ser.
—Sí..., todo hubiera sido más sencillo.— Admitió el menor de los hermanos mientras sonreía con dolor al ver el cuerpo de Yelena sobre la que había sido su cama durante el tiempo que estuvo viviendo en el complejo. —Tengo que hacer unas cosas luego vengo.— Añadió Leonidas mientras la daba un beso a su hermana en la cabeza, para a continuación marcharse. Haciendo que Astrid, a los pocos minutos se levantara de la silla en la que estaba sentada para coger una sabana que utilizo para tapar el cuerpo de Yelena, al hacer aquel gesto recordó la última vez que lo hizo, fue con su madre, cuando la preparo para su funeral.
—La sacaré de aquí.— Interrumpió Klaus, haciendo que Astrid saliera de su trance, ya que se había quedado mirando fijamente el cuerpo de Yelena.
—Permanecerá aquí hasta que el funeral esté listo.— Sentenció la híbrida con frialdad, mostrando la misma postura que les mostró a todo cuando sus padres murieron, a alguien que a pesar de las circunstancias, a pesar de estar rota por dentro y de querer llorar sin consuelo alguno, alzaba la cabeza y fingía que no ocurría nada, que aquella era una muerte más de las tantas que había vivido. Pero el problema era, exactamente ese, que aquella no era una muerte más. Por qué quien había muerto no era un vampiro más, era Yelena, la única amiga que había tenido hasta que conoció a Lexi, y en aquellos momentos se sentía culpable de que ella estuviera muerta, aunque su rostro no reflejará ni una sola expresión.
—Astrid...— Empezó a decir el híbrido al ver que se estaba comportando exactamente igual a como cuando sus padres murieron, y por qué Yelena no era tan importante como lo había sido su hermana, sino cualquiera podría llegar a pensar que podía haber apagado su humanidad, pero en ese caso Astrid ya había aprendido la lección. Aunque apagar su humanidad la libraba de muchos problemas, también la convertía en la causante de muchos otros y no era el momento de causar más problemas, ya había suficientes.
—No pueden ver el cuerpo, Klaus. Sino sabrán que era un vampiro, nos expondría a todos. Diremos que ha tenido un accidente.— Sentenció con frialdad, sabiendo que lo primordial era esconder lo que había pasado realmente, ya que si se corría la voz de que existía una criatura más poderosa que un Original, muchos serían los que se pondrían de parte de Lucien para ayudarle en su propósito de hacer caer a los Mikaelson, y sí podían hacer frente a toda una horda de enemigos, pero todavía no podían hacer frente a Lucien y salir victoriosos, y el riesgo era demasiado alto como para andar arriesgando la vida.
—No tienes que actuar así.— Alegó Klaus sabiendo que todo aquello lo hacía por fachada, el híbrido se acercó a ella para a continuación abrazarla.
—Es por mi culpa, vino aquí para ayudarme.— Murmuró Astrid mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, mostrando lo culpable que se sentía por haber permitido que Yelena fuera a la ciudad y se quedara, aún sabiendo el terrible peligro que la acechaba.
—El único culpable es Lucien, y pagará por ello, te lo prometo.— Aseguró Klaus mientras la miraba con seriedad, sabiendo que sino lo detenían acabarían con todos ellos, y aunque lo hacían para sobrevivir también lo hacían por venganza, había matado a Yelena y a Finn, y muchos más serían los nombres que acabarían añadidos a aquella lista sino le detenían de forma inmediata.
—¿Y vamos a tener qué esperar a que ataque a alguien más?— Inquirió Astrid sorprendida por el simple hecho de tener que esperar, ya que en aquellos momentos lo que ella quería era hacerle pagar, quería enfrentarse a él aún sabiendo que no tenía el poder para hacerlo y que sería un completo suicidio querer ir a encararlo.
—Esperaremos el tiempo que haga falta, solo hasta que Freya tenga el hechizo que necesita. Cuando le tengamos, nos desharemos de ese hechizo que le hace superior a nosotros y después le mataremos. Quien nos desafía no vive para contarlo.— La recordó esperando que de esa forma pudiera calmar los insaciables deseos de Astrid de querer verlo muerto, pero solo existía un momento para que eso sucediera, y sería cuando viera con sus propios ojos a Lucien muerto, solo entonces podría decir que tanto Finn como Yelena habían sido vengados tal y como merecían.
★★★
A decir verdad este es uno de los capítulos que más me gustó escribir, no por el hecho de matar a Yelena, sino porque es un capítulo muy concentrado donde suceden cosas muy interesantes.
Lo primero, la escena de ambas, no sabía muy bien que recrear, de alguna manera quería esa despedida un poco inspirado en Rose y Damon, pero es que creo que el resultado es el mejor. Porque espero haber plasmado la importancia de esa amistad que de verdad todavía da para mucho.
Lo segundo, el flashback, única escena en donde aparece Dominic, y ame hacerla. Necesitaba crear una escena de ellos después de que Astrid huyera, y me encantó. Porque muestra la importancia que ambos tuvieron en su vida, así como que a pesar de ponerles en peligro sabe que son los únicos que la van a ayudar y en los que confía.
Esa escena guarda más importancia para la historia de Yelena y Astrid que otras escenas que tendrán lugar o que han tenido lugar.
Y por último, las dos escenas del final.
Por un lado tenemos la de Leo, el cual ha perdido a otra mujer que quería y que ha protegido a su hermana y sobrina, pero a diferencia de su hermana, es esta vez él quien intenta ser fuerte por ella. Y aunque cueste creerlo me encantó, porque en ese momento es Leo el pilar de Astrid y no a la inversa como siempre ha sido.
Y luego tenemos la de Klaus, esa escena entre los dos, donde él la está apoyando y donde Astrid se muestra vulnerable. De verdad que me encantó hacerla, porque muestra ese lado humano de ambos, ese lado que insisto que solo entre ellos conocen. Y es lo que más me gusta de todo esto, que a pesar de la situación él está para ella, para que pueda llorar con toda la libertad del mundo.
Dicho esto, quiero insistir que este no es el final de Yelena, regresará más adelante y os aseguro que os va a encantar todo lo que tengo planeado para ella y Leo en el futuro de esta tercera y última parte.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
Os leo ♥️
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