━━━━━━ 𖥻 iv. vomitive cake.
✧ 𓈒 ⠀𝆬 ، 𝑖𝑣. 𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁 𝄒 ᗁ !
⠀ 𖦹 𓄹 ִ ۫ 𝗉𝖺𝗌𝗍𝖾𝗅 𝗏𝗈𝗆𝗂𝗍𝗂𝗏𝗈 ˚ ✦⠀⠀ֹ
LLEGABA CON RETRASO DE OCHO MINUTOS A MI CLASE DE HISTORIA DE LA MAGIA CON LOS RAVENCLAW, el profesor lo pasó de largo siguiendo con su lección.
A medida que el aburrido profesor Binns hablaba mis ojos se iban cerrando por el efecto somnífero que su voz causaba. Fue literalmente la campana quien me salvó de aquella cansina situación porque al salir de la clase y llegar a las mazmorras de Slytherin sentí un gran alivio, como si me quitaran una gran y pesada mochila de encima.
Entré a mi habitación, cepillé mi cabello, me puse un poco de mi perfume con olor a canela y bajé de nuevo a la sala común donde me encontré con Theo.
—Lamento mucho lo que pasó. Entiendo que ellas son Sangre Puras y es una lástima que quedaran en Gryffindor, pero supongo que siguen siendo de un linaje puro y está bien que hables con ellas mientras no sociales con otros Gryffindors— se disculpó.
—Theo, no seas ridículo ¿Con que Sangres impuras Gryffindors crees que podría relacionarme?
—Tienes razón— suspiro aliviado— ¿Vamos a comer? — asentí.
Caminamos hasta llegar al Gran Comedor donde una vez más me encontré con las dos chicas rubias que al verme sonrieron.
—¿Vienes con nosotras? — invitó Handes.
Miré a Theodore que asintió lentamente como dando a entender que no sé molestaría conmigo está vez.
Aun así no quería encontrarme con esos molestos pelirrojos que parecía me intentarían hacer quedar mal.
—Será otro momento, pero gracias— contesté y me senté en la mesa de Slytherin.
En ese momento llegó Draco con Pansy pisándole los talones. Ambos saludaron y se sentaron para comenzar a comer.
Pasado un rato entre opiniones sobre como estábamos pasado nuestro día levanté mi mirada hacía la mesa de los Gryffindor y la escena que vi me confundió un poco.
Handes estaba hablando enojada hacía uno de los gemelos mientras el daba la impresión de intentar defenderse.
Rodé los ojos pues parecía que aquellos pelirrojos no parecían mostrar respeto por nadie.
—¿Althea? — me llamó Theo— y lo miré mostrando como respuesta que tenía mi atención— Decía que tal vez esas niñas Gryffindor deberían entablar relaciones únicamente con nosotros Sangre Pura.
—Tal vez— respondí distraídamente y luego analicé lo que Theodore acababa de decir— aguarda ¿No hace un rato te peleaste con Alice? ¿Y ahora quieres que sean amigos? — el pelinegro alzó los hombros e ignorando mi comentario siguió su charla con Draco.
Dirigí mi mirada de nuevo hacía la mesa de los leones sólo para descubrir que Handes y Alice se acercaban a mí.
—Hey ¿Qué pasa? — saludé.
—Ven con nosotras. Comamos juntas.
Miré a Theo que estaba muy concentrado en su plática con sus nuevos amigos. Asentí y me llevaron a su mesa.
Aquellos pelirrojos rodaron los ojos al mismo tiempo con molestia pero no me importo, sólo eran dos molestos traidores a la sangre. Llegamos a su mesa y ambos pelirrojos apartaron su mirada.
—¿Y bien? — habló Alice esperando a que los gemelos dijeran algo.
—Puedes sentarte con nosotros— habló uno.
Intenté no reírme de aquello ¿En verdad pensaban que yo necesitaba su autorización para sentarme en aquella mesa? Ambos lo notaron y ya dispuestos a objetar Alice los miró con una cara suplicante y ambos suspiraron.
—Lo decimos en verdad— habló el otro— y para demostrar que no hay rencores te guardamos el último pastel de calabaza.
—Owww ¿En verdad? — dije con ambas manos en el pecho con gesto de ternura y ambos asintieron energéticamente.
Me senté y ambos me miraron tomar el postre de calabaza con una sonrisa expectante y al instante mi cerebro hizo un 'Clic'
Antes de poder dar un bocado tomé un tenedor y lo metí a mi boca, luego ese mismo tenedor lo encaje en el pastel de calabaza.
—Uno, dos, tres— conté en un murmullo y saqué en el momento el tenedor.
El utensilio había cambiado su color de un dorado a un verde moco sólo en las secciones donde mi saliva y el relleno del pastel habían tocado.
—Lindo— sonreí con desagrado dejando el tenedor encima de una servilleta en la mesa— ¿Cuándo han escuchado de un pastel de calabaza que desprenda olor a Crisopos?
—¿Cómo sabe a qué huelen los Crisopos? — murmulló uno de los gemelos a su hermano.
—¿George, cierto? — reconocí— tratar con un experto en pociones toda tu vida ayuda un poco a reconocer los olores que podrían ponerte en una situación incómoda ¿Podemos ahora tener una comida tranquila?
Fred y George resoplaron y se centraron en su comida. Hice a un lado el pastel vomitivo y comencé a hablar con Handes y Alice.
—No te puedes sentar aquí— habló una voz chillona tocando mi hombro.
Me giré y vi a una niña castaña con el cabello esponjado mirándome despectivamente. Me volteé ignorando su comentario.
—Parece que no te queda claro— habló de nuevo sentándose a mi lado— eres Slytherin, no puedes estar aquí.
—Perdona, no escuché tu nombre— respondí con una falsa sonrisa que se fue desvaneciendo conforme ella decía su nombre.
—Hermione Granger.
"Una Sangre Sucia"
No quería hacerle caso a una sucia Sangre sucia, pero tampoco quería estar cerca de ella.
Sin esperar una palabra más de su parte me levanté antes de que el menor de los pelirrojos ahí presentes me detuviera.
—No le hagas caso— opinó él dando un enorme mordisco a su comida.
—¿No debería? — respondí con sonrisa viendo como aquel niño se atascaba la boca de pollo.
—Tú puefes fentarse fonte quiefas— respondió con la boca llena de comida.
—¿Disculpa? — cuestioné riendo si haber entendido nada. El niño tragó con dificultad.
—Puedes sentarte donde quieras— dijo está vez sin nada en la boca.
Hermione torció los ojos y fue a sentarse a otro lado, sola.
Por un momento me sentí mal, pero luego me di cuenta que no tenía porque. Si aquella chica era así siempre, no sería un secreto que nadie la quisiera cerca. Ahora que ella se había ido me senté de nuevo con una sonrisa de suficiencia. Tal vez no todos los Weasley me podían llegar a caer totalmente mal siempre y cuando no mantuviera una relación cercana con ellos.
—¡Hey! Hola George— anunció su llegada una voz femenina mientras abrazaba al gemelo por los hombros.
—¿Qué tal? — respondió casualmente George.
Me quedé helada, aquella figura podría haber sido la última que se me cruzara por la mente encontrar en Hogwarts. Estaba segura de que así sería, pero no lo tenía previsto para mi primer día.
—¿Adhara? — dije dudosa. La chica que al parecer no me había notado me miró y se encendió una chispa en sus ojos azules.
—¿Althea? — asentí y ella ensanchó una gran sonrisa— ¿Amalthea Rosier? — Volví a asentir.
Me pare de mi asiento y abracé a la castaña. Era ella, estaba ahí justo en frente de mí, siendo una Gryffindor en vez de una Slytherin, pero no me importaba y jamás me había importado menos.
—No sabes cuánto te extrañé Adhara. Mis padres no me dejaron enviarte ni una sola lechuza y presiento que tus cartas las echaban al fuego en cuanto llegaban.
—Desde que me fui te envíe una lechuza cada día, supongo que por eso es que nunca obtuve una respuesta. Pensé que tú también estabas enojada conmigo.
—¿Yo? ¡Jamás podría enojarme contigo!
Ambas nos miramos con una sonrisa. Los pasados tres años en donde no supe nada de ella se habían desvanecido por completo, cómo si jamás hubiesen existido.
Uno de los gemelos aclaró su garganta llamando nuestra atención.
—Lamento interrumpir lo que probablemente es un conmovedor momento, pero ¿Me puedes explicar qué pasa Adha? — preguntó George.
—¡Ah, lo siento! — respondió la chica— creo que ya conocen a Amalthea, mi hermana— presentó.
Los gemelos abrieron sus ojos como platos, casi parecía que se querían salir de su cara. Creo que absolutamente nadie creería que aquella Gryffindor era mi hermana.
—¿TÚ QUÉ? — Exclamaron ambos gemelos.
—Su hermana— afirmé con timidez encogiéndome de hombros.
—Pero tú eres tan linda— habló esta vez Fred mirando a mi hermana— y ella es tan ¡Ugh!
—Tan adorable, Weasley— respondí con una sonrisa falsa— pero si, ella es mi hermana.
—Larga historia— se adelantó ella antes de que alguien pudiera hacer cualquier pregunta.
—Tenemos tiempo— habló Hermione uniéndose a la conversación con interés.
Ron y yo nos miramos con un gesto que evidenciaba el disgusto por que la castaña se uniera a nuestra conversación sin ser invitada.
—Está bien...— comenzó Adhara con voz pesada y nostálgica.
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