I. Destellos Nocturnos.
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. . . ┊⿻ CAPÍTULO UNO . . .
i. destellos nocturnos
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Finalmente, Makaria Prince llegó al lugar acordado con el resto de las jóvenes amazonas, a excepción de una. Evadne no era exactamente una amazona, pero Constantine le había dicho que, según el criterio de Batman, controlar su fuerza junto a las mujeres guerreras era la mejor opción. Por su parte, la joven Prince reunió todas sus fuerzas para no quedarse en la playa, arrastrando sus pies descalzos por la arena blanca de Themyscira. Las embravecidas se estrellaban contra los acantilados, el aire arremolinado agitaba su cabello, que estaba atrapado en una coleta hecha con la cinta blanca. Podía escuchar las risas de Electra, Evadne, Meridia, e incluso el noble pecho redondo de Onix subiendo y bajando como si fuera la broma más grande jamás escuchada. Makaria se detuvo al ver la hoguera, sus brillantes ojos azules encontraron un lugar vacío en el gran tronco del árbol dentro de las llamas. Se sentó y decidió escuchar.
"Durante mi entrenamiento escuché que Mirra encontró atractivo a su príncipe azul. Su nombre es Héctor... O Mikael. Parece ser un hombre atractivo en todos los aspectos íntimos, y ella no parece estar en desacuerdo".
Makaria frunció el ceño.
── ¿Cuál es el problema con que Mirra disfrute de sus deseos carnales, Onix?
Onyx la miró, sus ojos violetas se entrecerraron levemente al escuchar hablar a la hija de Diana. Su mirada recorrió tranquilamente a la joven, deteniéndose primero en sus largas piernas, su esbelto cuerpo envuelto en esas prendas de entrenamiento que acentuaban sus caderas, hasta llegar a su pequeño pecho, donde sonrió con picardía, teniendo muchos pensamientos que valían la pena compartir en la noche.
──Nada, mi princesa.
Makaria se cruzó de brazos, su enojo era más notorio que las olas que exigían un poco de la atención de todos.
──Tus palabras parecen decir lo contrario, Onix.
──No me tomes por celosa, princesa...──continuó burlándose de ella. Electra la detuvo con un movimiento del pie, y la amazona contraria se quejó cuando la arena entró en sus ojos. ──No pasa nada, Makaria. Es simplemente gracioso que Mirra tenga pareja o algo con un hombre de otra isla lejana cuando dijo que nunca encontraría a uno bueno que pudiera hacerle ver estrellas.
Makaria suspiró y sacudió la cabeza.
──Eso es ridículo. Hasta Onix tiene pareja. Y tú, Electra, ni hablar. Eres la menos indicada para reírte de alguien que tiene el poder de tomar decisiones sobre lo que pasa con su cuerpo, sin importar lo que digan las otras amazonas, por voluntad propia.
──Es que hablar con Onix es como hablar con un espejo, le respira la mediocridad.
La respuesta de Evadne provocó que la amazona le diera una mirada de desaprobación, en efecto, la joven criatura sobrenatural no se contuvo. Sin embargo, volvió a señalar las estrellas con una sonrisa.
── ¿Y tú qué?
──¿Y yo qué? ── preguntó confundida la joven azabache.
──¿Por qué no tienes pareja?
Makaria, tratando de no reír, procesó lentamente la pregunta.
──No he encontrado el correcto.
Onix pensó por un minuto, quedándose quieto hasta que su compañero volvió a hablar.
"Lee las estrellas para ella, Eavy", dijo.
──No, por favor, eso no ──respondió Evadne desesperadamente.
Makaria los miró con curiosidad.
──¿Alguna vez has oído hablar de las llamas gemelas, Mak?
──No, pero he oído hablar del karma.
Ambas amazonas le sonrieron mientras le contaban sobre el oráculo de las estrellas. Makaria escuchó atentamente lo que le contaban, Evadne fue la primera en tomar la palabra entre todo ese parloteo donde confunden definiciones; aclaró su garganta fuertemente hasta que le miraron sin entender, entonces ahí se dispuso a hablar.
──No son lo mismo.
Onix frunció el entrecejo.
"Claro que lo son", se quejó.
Evadne meneó la cabeza en señal de negación.
──Las llamas gemelas son mucho más que una conexión o afinidad con alguien que consideras tu alma gemela perdida después de miles de millones de años de búsqueda ──comentó secamente, llamando la atención de Makaria. ──A menudo se describe a una llama gemela como tu 'alma espejo', una conexión profunda e intensa que puede parecer obra del destino, pero es más bien un sentimiento, una atracción innegable que va más allá de la atracción física. Es posible que experimentes una extraña sensación de 'volver a casa' cuando la conoces.
Makaria lo piensa un minuto, intentando creer lo que pasaría si conociera a alguien con el cual se sintiera como en casa, le agarra un escalofrío de solo pensarlo. Negó fuertemente, apartando las mil ideas que tenía en su mente, sin duda, no querría encontrarlo.
──Sería mejor que no...
── ¡Muy tarde! ──Onix encara a Evadne, sacudiendo su hombro con fuerza. ── ¡Lee las estrellas con tu magia, Eavy!
Evadne gruñe mientras era sacudida, y se acomoda en la arena, cerca del fuego, susurrando a este, mientras las cenizas se elevan hasta el cielo, creando una brisa caliente, un torbellino y luego explotando en miles de partículas brillantes. Makaria observó nerviosa el espectáculo.
── ¿Y qué te dijeron? ──preguntó aterrada ante la idea de que posiblemente pasaría el resto de sus días huyendo de algún monstruo.
Las amazonas restantes la miraron con una sonrisa mientras esperaban noticias sobre el oráculo de las estrellas, Evadne hizo una mueca como si todavía estuviera procesando la respuesta de su propia brea mágica, aunque luego de unos minutos, respondió.
──Juraría que eso me dolió más a mi que a ti.
Makaria le miró desconcertada.
── ¿Por qué lo dices?
Evadne sonrió.
"Porque en sus ojos verdes, encontrará un vínculo ardiente que lo consumirá vivo. Será el filo de su propia espada, volviéndose imparable, porque todo lo que desea eres tú", respondió guiándose por su magia.
── ¿Y te dolió a ti por qué? ──Onix le miro confundida.
──Porque ahora mis dedos parecen carne rostizada ──Evadne responde moviendo sus manos en el aire, tratando de calmar su dolor.
Onix gruño, sin éxito.
──Y yo que creía que era porque compartían compañero.
Makaria se sonrojo ante la idea, y se negó, mientras que Evadne hizo una mueca arrojándose al suelo arenoso como si fuera una de esas comadrejas haciéndose la muerta.
── ¡Antes me tiro al mar! ──dijo Eavy.
"¿Lo has leído, verdad?", preguntó Meridia al verla.
Evadne gruñe, asintiendo.
"¡Suéltalo, quiero saber que te ha dicho!", gritaba Onix como una señora chismosa.
Makaria apoyó su mano en el hombro de la albina, quien alzó su mirada a ella, suspirando con pesar, pero aún así les contó.
"En la quietud del atardecer, cuando el sol se desliza tras el horizonte y el cielo se tiñe de tonos dorados y púrpuras, en la oscuridad serena, sus destinos se entrelazan en el resplandor dorado del sol descendente, donde cada rayo lleva consigo la promesa de un encuentro destinado", murmura ocultando su sonrojo.
Makaria lo piensa brevemente.
──Eres la noche de sus días.
Onix se aguanto una carcajada, mientras Evadne frunció el ceño.
──Cuenta el chiste, eh. Yo también quiero reírme.
Onix alzó sus cejas.
"Había un dicho por ahí, decían que cuando eres la noche de tu pareja, muestras verdaderamente lo que eres a la luz de la luna", se encogió de hombros. "Dudo que sea realmente cierto."
Evadne frunció aún más el ceño.
──Mejor sola que mal acompañada.
Onix resopló, abucheando la idea.
Electra negó ante la negativa de Eavy, mientras que Onix parecía estar perdida en sus pensamientos, pero Meridia observaba a Makaria, quien estaba sentada en una de las rocas de la playa. Las intensas olas chocando contra sus pies descalzos, tal y como una caricia que alivia el alma, sus ojos cerrados disfrutando del velo oceánico. La princesa disfrutando de la sensación de sentirse libre antes de volver a la ciudad donde comenzaron a destrozar todos sus sueños.
O al menos, la mayoría.
Gotham. La ciudad más oscura del mundo. Los altos y amenazantes edificios, envueltos en neblina, se alzaban como sombras de lo que había dejado atrás, como gigantes de acero y vidrio, con sus luces parpadeantes y sombras profundas que parecían ocultar secretos. Los sonidos del tráfico, el murmullo de las multitudes y el eco de sirenas creaban una sinfonía caótica que a Makaria Prince le resultaba abrumadora. Mientras caminaba por las calles, sus pensamientos vagaban en Temiscira: el jardín de su madre, las risas de sus amigas, la calidez de un lugar donde nunca había sentido miedo. Pero en Gotham, el aire era diferente; había una energía cruda y oscura que la atraía y preocupaba al mismo tiempo.
Caminar por la calle era complicado. Cada vez que alguien se cruzaba en su camino, sentía la necesidad de forzar una sonrisa bajo la mirada inquisitiva de los demás, un escrutinio severo e incómodo, como si fuera un visitante de algún planeta intergaláctico, distinta a todos ellos. Lo que más odiaba era cuando la examinaron de arriba abajo, como si fuera un objeto en el que pudieran proyectar su curiosidad. No era una exageración; esa sensación la llenaba de desagrado. Makaria no temía a mostrar su desagrado ante las miradas curiosas en su figura, dejando en claro que no era alguien que toleraría ese comportamiento.
Unos pasos más adelante, tropezó con un grupo de jóvenes que discutían acaloradamente, y, en un instante, sintió que era un extraño en un mundo que no perdonaba. En ese momento, viendo detrás del problema, se detuvo, observando el grafiti que cubría las paredes y sintiendo que cada trazo contaba una historia de lucha y resistencia, sonrió sin darse cuenta. Los tonos rojos deslizándose por la pared, el sonido del aerosol usándose mientras tonos verdes, azules y blancos. El graffiti muestra una composición abstracta de formas geométricas entrelazadas con figuras estilizadas de personas y animales, cada detalle pintado con colores vivos que contrastan con el entorno urbano monótono.
Entonces sus ojos azules se chocan la figura masculina que estaba pintando, sus curiosidad le estaba ganando al observarlo desde la distancia. Él era alto y delgado, con una expresión seria mientras le daba vida a su creación. Los trazos fluidos, los colores intensos y los cambios de pinceles se entrelazaban bajo sus manos habilidosas, transformando la superficie solida sin vida en una obra de arte.
──Es hermoso... ──susurró haciendo que el joven se diera vuelta, sus ojos debajo de su capucha se fijaron en la hermosa chica que observaba las paredes que Jason había pintado.
Damian Wayne estaba intrigado, ella no era de Gotham, su aura resplandecía como si fuera un maldito sol en medio de toda oscuridad. Observó a Jason acercarse a la joven extranjera, parecieron entablar rápidamente contacto, y quiso reprimir las ganas de acercarse solo para dejar en claro que él también tenía créditos en ese grafiti. La charla fluía naturalmente entre Jason y la chica, mientras el joven Wayne seguía trabajando desde las sombras, su última obra de arte tenía que ser perfecta, un paraíso brillante cuando la luna se alce dentro de veinte minutos. Makaria observaba con atención cada detalle del trabajo, y sintió su mano temblar, sus dedos se aferraron con fuerza a la lata cuando sentía que esos dos zafiros le miraban hacer trazos sin parar. «Un poco más, un poco más y te borraré esa sonrisa», Damian murmuró entre dientes al ver a Jason apoyado en el poste, mientras ella sonreía.
Makaria sintió que el tiempo pasaba más lento, cuando escuchaba a Jason, como parecía interesado en hablar sobre el tema. Pero cuando la luna se alzó, se acercó unos pasos dentro del callejón para ver el hermoso intercambio de colores brillando bajo la luz de la luna. Asombrada, sonrío. Damian no se quedó atrás, así que hablo.
── ¿Qué te parece? ──le preguntó, aun sin bajar la capucha.
Makaria mostró una gran sonrisa.
──Es increíble como pueden transformar una pared sosa en una magnífica obra de arte.
Damian sonríe, tentado por la idea, alzó un aerosol, dándoselo con cuidado para que pueda tomarlo por su cuenta.
── ¿Quieres intentarlo? ──ella dudo, él lo noto ── ¿Nunca has pintado un grafiti? ──preguntó curioso.
Makaria vaciló por un momento, nerviosa pero emocionada por la oportunidad. Finalmente, cuando aceptaba aquel tubo con pintura, un lazo dorado se enroscó en sus manos y voló hasta terminar en los brazos de la joven brasileña que la abraza como si fuera un peluche. Un gemido sale de Makaria, hasta que en el abrazo se sumaron dos más, una rubia sumamente simpatica y la más pequeña de todas.
"¡Makaria!", Yara la abraza hasta soltarla y volver a recoger el lazo dorado. "Nos alegra tenerte de nuevo."
Donna la apretó entre sus brazos, y la otra joven amazona volvió a soltar un suspiro, ya media mareada por todos los apretones, tal vez estaba sufriendo de falta de aire, considerando que hace mucho no le dan abrazos de oso panda.
"Creímos que no volverías", dijo Donna. Makaria iba a decir algo hasta que Trinity se aferro a su pierna, feliz. "¡Hermanita!"
Makaria estaba a punto de responder, pero la voz de Jason quebró el ambiente generado por las mujeres guerreras.
── ¿Eres una amazona?
Las guerreras se miran, y luego lo encaran.
──Lo es.
Jason le lanza una mirada, mientras que Damian parece tranquilo, observando a la hermosa amazona que parecía un fantasma. Podría entender el porque no hablar de su herencia mitológica, pero no ia admitir que le divertía ver que parecía estar nerviosa. Por su parte, Makaria quería arrojarse por la primera plataforma que tuviera. No le molestaba hablar de ser amazona, pero mientras nadie dijera que era hija de Diana Prince... ¿Espera, por qué la estaban mirando como si fuera la que debía dar explicaciones?
── ¿No les has dicho?
Makaria nego.
──No voy por ahí diciéndolo.
Donna y Yara resoplaron, mientras se cruzaron de brazos, Trinity reía en su posición.
── ¿Qué? No puedo andar diciendo por ahí que soy hija de... ──ella se detiene, negando. ──Solo, no se les ocurra decirlo en voz alta.
Jason las miro intrigado, sin embargo, cuando empezaron a discutir por las verdaderas decisiones de la princesa de ocultar su identidad como si sintiera vergüenza, lo soltaron en voz alta. "¿Cuál es el problema de que seas hija de Wonder Woman?", preguntaron ellas. Makaria tenía ganas de agarrar su lazo, y hacer lo mismo que hizo durante la misión que realizo con Electra en el Mar Egeo. Jason quedo con las palabras en la boca, mientras que Damian se apoyo en una pared vacía, pateando viejas latas, observando a la princesa, hija de la futura Reina de las Amazonas. Makaria quería que la tierra se la tragaran, para no volver a salir. El problema no era que fuera hija de la mujer amazónica, el problema era que simplemente se le acercaban para hablar de su madre todo el tiempo.
── ¿Eres hija de Diana Prince?
Es fue la gota que derramó el vaso, Makaria tomo su mal carácter para perderse por el camino, mientras las amazonas le seguían preguntando porque estaba tan molesta, oh pero claro que lo estaba, porque cuando encontrara a su madre, se haría una bolita llena de estrés. Gritaría, haría el espamento más grande de todos los tiempos, o tal vez solo se sentaría a comer helado mientras las amazonas le contaban todo lo que debía saber sobre las ciudades. Claramente, había más de la segunda opción.
Makaria rascaba la Stracciatella de los bordes del empaque de plástico, mientras que escuchaba a Donna y Yara discutir sobre Gotham, y la familia murciélago. La verdad, la búsqueda de los trozos de chocolate parecía más interesante, pero aún así siguió escuchando.
──No puedo creer que hayan dañado la misma pared con esos dibujos.
Makaria entre bocados alzo sus cejas, pero declino a responder. Luego lo pensó, y defendió el arte.
──Creo que se verán mucho mejor ahora.
── ¿Y qué pasa con la familia murciélago? ──Yara la miro── ¿Siguen luchando contra el crimen como siempre?
Donna se encogió de hombros.
──Oh, sí. Dick Grayson ahora lidera el equipo desde Blüdhaven, Barbara Gordon es formidable como Oracle, trabajan bien juntos, aunque tengan sus diferencias.
Makaria las miro, antes de disfrutar otro trozo de chocolate.
── ¿Relaciones pasadas?
──Algo así ──expuso Donna, mientras hundía su dedo en el helado de Makaria.
── ¡Oye! ──se queja la princesa de las Amazonas ──. Con el helado no, Donna Troy.
La amazona se rio ante la penitencia de su hermana.
──Hoy estabas a nada de entablar una conversación con el demonio.
Artemisa declara mientras se cruza de brazos al verla. Makaria alza la ceja, mirándole fijamente.
── ¿Demonio? ──preguntó Makaria fríamente.
Artemis Grace estaba de pie junto al pilar del museo, enfrascada en la conversación que mantenían Donna y Makaria, Yara frunció el ceño, aferrándose a su lazo. Comentar sobre Gotham City se estaba volviendo bastante particular. Con un gesto despectivo, agitó su cabello rojo y soltó una risa burlona.
──Damian Wayne. Un mocoso malcriado y arrogante que cree que puede hacer lo que quiera porque es el hijo de Batman. No entiendo por qué todo el mundo lo idolatra.
Las amigas de la Amazona se mantuvieron en silencio, hasta que la rubia simpática que no había hablado desde hace tiempo, Cassandra Sandsmark, fue quien observó como la furia en los ojos azules de Makaria aparecía. Si por algo querían conocerla, era porque por más simpática que fuera, no dejaba que nadie hablara mal de nadie sin que esa persona estuviera presente. Makaria se sentó, apoyando sus pies en el suelo, dejando su helado de lado. Yara sonrío de lado. Su mirada intensa y decidida, Donna supo que alguien provocó su molestia.
──Disculpa, pero creo que estás juzgando demasiado, considerando tu posición Artemis de de Bana-Mighdall ──intervino la princesa amazónica con seriedad.
Artemisa se giró hacia Makaria con una ceja alzada, claramente sorprendida por su intervención.
──¿Y tú quién eres para defenderlo? ──respondió Artemisa con un tono desafiante.
Makaria se mantuvo firme, sin inmutarse ante la actitud de Artemisa. Era una amazona igual de capaz, y algo que odiaba es cuando se daban de aire egocéntrico. Tal vez no conocía a Damian Wayne, pero ¿hablar mal de alguien a sus espaldas? No, ni hablar.
──Makaria Prince, y tal vez no conozca suficiente sobre Damian Wayne, pero ha demostrado por su propia voluntad ser un héroe.
Artemisa frunció el ceño, no acostumbrada a ser desafiada de esta manera.
──Escucha, princesita, él no merece que tu lo defiendas. Es demasiado rudo y sarcástico, no tiene el carisma de Dick Grayson ni la inteligencia de Tim Drake, o lo poco que tiene Batman.
Makaria se mantuvo tranquila, manteniendo su determinación en probar su punto.
──Tal vez no lo conozca demasiado, pero con lo poco que me han contado, creo que merece una oportunidad para hacerse valer entre todos los héroes de Gotham City. Otros, tal vez debieran morderse la lengua antes de hablar de los demás, sin tener a esa persona aquí presente.
Las amigas de Makaria intercambiaron miradas incómodas, mientras la princesa amazónica seguía defendiendo a Damian con convicción. Artemisa, por otro lado, se quedó en silencio por un momento, evaluando las palabras de Makaria. Disgustada, mostró su desagrado a la hija de Diana. Finalmente, con un suspiro, Artemisa admitió:
──Ya verás que tengo razón, princesita.
Makaria frunció el ceño, con sus ojos azules fijos en la mujer que se fue por la puerta, aunque solo fuera por unos momentos, necesitaba que alguien le recordara 'no lo conoces Mak'. Quizás, acaba de meterse en un volcán. La discusión continuó entre las Amazonas, pero esta vez de manera más respetuosa y con una apertura a entender diferentes perspectivas sobre los héroes de Gotham City.
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