𝒸𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ
𝚍𝚒𝚜𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊𝚜 𝚜𝚒𝚗𝚌𝚎𝚛𝚊𝚜

El toque en su puerta lo hacen saltar de su lugar, rápidamente se limpia las lágrimas y se envuelve en las sábanas.

— Touya. — Llama su progenitor desde el otro lado de la puerta.

Se hace el dormido esperando que se fuera, pero la puerta fue abierta.
La figura del omega sobresale del cuarto oscuro.

Entre sus manos, estaba un plato de soba junto a un jugo de manzana que luego fue dejado en su escritorio.

Con lentitud se acerca a la cama donde el niño descansa, sus manos frías acarician el rostro húmedo de su hijo.

Un tacto delicado y amoroso.

— Perdóname hijo. — Murmura contra su mano. — Si me puedes escuchar... yo no soy la misma persona que antes.

Deja un beso en su frente y antes de que pudiera levantarse, el pequeño abraza su brazo con pequeños espasmos y sollozos.

Los ojos de Kimi se cierran ante el fuerte agarre rodeando su cuerpo en un abrazo gentil, lleno de cariño.

A pesar del momento, Touya vuelve a apartarse bruscamente.

— ¿Hijo?

Sus lágrimas siguen saliendo e inconscientemente activa su don, sus dedos se aferran a su ropa mientras trata de respirar con normalidad.

— No me toques. — Dice con seriedad. — Ya no necesito que me quieras.

— Escúchame, por favor...

— Tu amor ya no es suficiente.

Sus labios se aprietan con fuerza, el pequeño sigue sin levantar la mirada, no quiere verlo, era doloroso.

¿Que obtendría?

¿El mismo odio.

Un sollozo llega a sus oídos, alza la cabeza observando como su madre lo mira con ojos repletos de lágrimas y manos temblorosas.

— Perdoname. — Súplica en un hilo de voz, poniéndose de rodillas frente a él. — Yo no quería que sufrieras.

— ¡¡MIENTES!! ¡¡SIEMPRE DICES ESO Y ME DEJAS A UN LADO!!. — Grita. — ¡¿POR QUÉ TE MOLESTA TANTO QUE SEA UN OMEGA?!

— No es así.

— ¡YO NO PEDI NACER ASI!

Su pecho sube y baja con fuerza, la expresión de Kimi parece tan solitaria y casi se arrepiente de sus palabras pero se mantiene firme.

Con cuidado los brazos de su madre lo rodean en un abrazo, esta vez oculta su rostro entre los mechones blancos.

— Lo se, mi niño se merece todo lo bueno que el mundo pueda ofrecer. — Su voz se encuentra ligeramente ronca pero sigue hablando. — Eres merecedor de amor, de reír y llorar como te plazca... disculpame por hacerte sentir lo contrario.

Los ojos del niño se abren con incredulidad, el olor a menta inunda el lugar dando paso a un ambiente más relajado.

— Para mi, no existe ser más importante que tu. Cada dia y cada noche soñaba con el poder abrazarte y llenarte de besos y cariño.

— Mientes. — Acusa el niño mirándole con el ceño fruncido.

— No mi cielo. — Tomas sus manos entre las suyas, dejando un beso en sus palmas. — No me importa si eres omega, alfa o cualquier cosa, eres mi hijo y eso es más que suficiente para que yo te ame con todo mi corazón.

Los labios de Touya tiemblan, y su mirada choca con el intenso azul de los ojos de su madre. Eran brillantes, nunca habían brillado con su presencia.

— Tu existencia salvo mi vida, eres mi héroe Touya.

Finalmente el llanto es liberado y los brazos del pequeño omega rodean los hombros de su madre con fuerza.

— ¡¿Por qué tardaste tanto?!. — Solloza contra su hombro. — ¡Te extrañe mucho mami!

Verlo aferrarse a él con tanta fuerza le rompió el corazón, sus lágrimas siguen fluyendo y su nariz está roja.
Baja la mirada hacia su pequeño quien tiene los ojos hinchados, y su cara estaba roja seguramente por haber gritado.

— Te hice soba.

— ¿Con amor?.

— Con un toque cuádruple de amor. — Comente peinando sus cabellos. — Tu hermana me ayudo, asegúrate de agradecerle más adelante ¿si?

— Bueno.

— Y.

— ¿Y?.

— Te amo mucho, de aquí al universo entero y de regreso. — Dice llenándolo de besos.

El niño ríe, abrazando el torso del hombre y soltando un suspiro que parece liberador.

Detrás de la puerta se encuentra Fuyumi junto con Natsuo y Shoto, el trío parece aliviado y sonríen cómplices.

— Mamá es increíble. — Dice Fuyumi por lo bajo. — ¿Pero estará bien que confiemos en el?

— Yo lo haré, el no seria capaz lastimarnos. — Agrega Natsuo.

Shoto asiente dándole la razón mientras se come una barra de chocolate.

— ¿De donde sacaste eso?. — Cuestiona la niña.

— Mami me lo dio antes de hablar con Touya.

— Oh.

No me revivieron a mi albino de ojos azules, que poca abuela en serio.

En fin.

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