𝒸𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ
𝚘𝚖𝚎𝚐𝚊

La luz del sol comienza a filtrarse por la mañana, intenta cubrirse con las sábanas pero su pequeño Shoto no le daba tregua saltando en su estómago con entusiasmo.

— ¡Mami, despierta!. — Reclama el menor al verlo entrecerrar los ojos del sueño. — Quiero hacer el desayuno contigo.

— Cinco minutos más. — Pide adormilado.

— ¡Por favor!. — Ver a su dulcesito de menta subirse a su cara fue suficiente motivación para levantarse.

Lo toma entre sus brazos y sale de aquella pequeña habitación.

Ya había tenido suficiente drama con lo de ayer.

En el pasillo se encuentra a Natsuo, que posiblemente tiene la misma cara de sueño, ahora no podía negar que tenían la misma sangre.

— ¿Que hay para desayunar?. — Pregunta Natsuo con ligeramente ronca.

— ¡¡TE DIJE QUE LO VIERAS!!. — El trío se mira confundido al escuchar la voz llena de enfado de Fuyumi y los quejidos de Touya.

— Creo que lo sabremos pronto.

Deja a su pequeño en el suelo y corre hacia la cocina, esperando a que sus dos mayores estén bien.

Lo primero que observa es a Fuyumi pegarle a su hermana con una cuchara mientras el niño corre con un pedazo de arroz en la boca.

— ¿Niños?.

Ambos niños voltean a verlo con ojos bien abiertos, se miran y luego vuelven a verlo en movimientos simultáneos.

— ¿Mamá?. — Murmura Fuyumi, limpiando sus lentes esperando no ver mal.

— Pensamos que ya no te ibas a levantar. — Confiesa Touya sin ningún remordimiento.

— ¡Hermano!.

— No dije mentiras. — Reitera el menor. — ¿Ahora que papá regresó seguirás cuidándonos o volveremos al inicio?.

Sus labios se entreabren tratando de contestar algo que pueda reconfortar sus corazones heridos pero nada sale.
La mirada de Touya escanea su cara esperando un signo de confianza.

Pero no aparece.

— Lo sabía. — Algunas lágrimas se forman en la esquina de sus ojos, sus manos se vuelven puños y sus dientes se aprietan. — No cambiaste en lo absoluto.

Antes de que pudiera contestar, el niño pasa a su lado empujándolo con fuerza. Intenta ir tras el pero es detenido por la pequeña Fuyumi.

— ¿Me puedes ayudar a cocinar arroz? Aún no soy capaz de hacerlo sola.

Aprieta los labios mientras se agacha, apoyándose en sus rodillas acaricia el cabello bicolor de la pequeña.

Se toma el tiempo de acomodar su cabello y anteojos en un gesto amoroso.

— Primero vamos a limpiar este desastre ¿de acuerdo?. — La niña asiente, ahora un poco más animada. — Te enseñaré a preparar más cosas, si es que quieres aprender, claro.

— ¡Me encantaría!. — Afirma Fuyumi, recogiendo algunos ingredientes del suelo.

El silencio se forma entre ambos, la niña lo mira inquieta, buscando las palabras para poder dirigirse a él.

— Mamá, ¿cómo aprendiste a cocinar?.

La pregunta lo toma desprevenido, en realidad, no tenía buenas memorias de su vida y estaba seguro que Kimi tampoco las tendría.

— Tuve que aprender, la mayor parte del tiempo estaba solo en casa. — Relata, comenzando a limpiar la mesa. — No puedes vivir de mermelada y pan toda la vida, empalaga.

Fuyumi suelta una risa prestando toda su atención.

— Siempre fuiste independiente, eso debió genial. — Comenta Fuyumi.

La mirada de Kimi baja hacia sus manos, una sonrisa melancólica aborda sus labios.

— No en realidad, a mi... no me gusta estar solo.

Ella lo observa, a pesar de mantener una sonrisa, sus ojos parecían tan melancólicos, carentes de brillo.

— Así que, si tienes alguna duda. — Retoma, sin mirarla. — No dudes en venir, yo te ayudaré ¿de acuerdo?

— De acuerdo.

La mirada de Touya se encuentra perdida en el techo de su habitación.

"Yo no pude haber engendrado un omega" Las palabras de su madre resuenan en su mente, las lágrimas vuelven a formarse y la presión en su pecho comienza a lastimar.

Recuerda el día en que revelaron su segundo género, estaba emocionado, esperaba ser un gran alfa igual que su padre pero el médico no trajo buenas noticias.

OMEGA.

Su expresión no decayó, miró a su progenitor esperando algún indicio de apoyo y amor.

No apareció.

El albino lo mira con ojos bien abiertos, levantándose de forma abrupta para amenazar al médico.

"— ¡MI HIJO NO PUEDE SER UN OMEGA!. — Reclamó el mayor sosteniendo la bata del médico entre sus manos. — ¡VUELVA A REALIZAR EL ESTUDIO!

— No hay ningún error, su hijo es un omega.

Enji, quien se había mantenido en silencio, toma los hombros de su esposo haciéndolo retroceder.

— ¿Está seguro?. — Cuestiona Enji.

— Completamente. — Afirma el médico. — Su hijo es un niño sano y fuerte pero ahora deben comprar este medicamento.

No pudo leer la hoja pero la expresión de su progenitor fue suficiente para hacerle saber que no era nada agradable.

Desde ese día, todo había cambiado para el.
Su mayor amor ahora ya no le dirigía ni la mirada y su padre estaba concentrado en buscar a su heredero perfecto.

De ahí, nació Fuyumi.

Su hermana menor.

Y una alfa.

Lamentablemente, ella solo había heredado el don de hielo de su madre. A pesar de la decepción de su padre.

El omega se había encargado de cuidarla y amarla, sus brazos siempre estaban abiertos para mimarla y hacerle saber que él estaría ahí para ella.

¿Por qué no me tratas así mamá?

¿Ya no soy tu hijo?

Eres injusto.

Madre, padre, por favor mirenme.

¡MIRENME!"

Pobrecito de mi niño :(

Escribí este capítulo escuchando una canción de SIA.
Elastic Heart es un sentimiento.