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—¡Nam-joon, espera! —gritó ella, mientras lo seguía de cerca—, ¡no creo que sea una buena idea, debe haber una explicación!

El mencionado depositó la última caja en la camioneta y cerró la puerta del baúl decidiendo enfrentar a su ex-esposa. Sus fosas nasales se expandían más de lo normal debido a su acelerada y profunda respiración, era algo de entre tantas cosas que ella hacía cuando estaba muy nerviosa.

La vio morderse el labio y apretar el puño contra su costado, sabía que estaba ejerciendo presión con sus uñas sobre la piel de la palma de su mano mientras contaba de manera regresiva para calmarse y pensar bien sus palabras.

—¿Cuál explicación? —soltó, mientras rodeaba el vehículo parándose a un lado del acompañante abriendo la puerta—. Súbete, aclararemos esta situación de una buena vez.

—Pero Nam, seguramente Hyori quería pedirme el favor a mí pero no me encontró y Jin solo aceptó —trató de explicar.

—¿Entonces por qué no te lo dijo?, ¿eh? —cuestionó—, ¿por qué tu mejor amiga no te lo diría?, ¿por qué él te lo ocultaría? —insistió y luego negó con su cabeza mientras le indicaba que subiera—. Vamos, súbete. Si me equivoco, entonces seré el mayor idiota de todos los tiempos y podrás enojarte conmigo tanto como quieras.

Eun-ji suspiró y se subió sin objeción alguna, Nam le ayudó a abrochar su cinturón y luego se subió comenzando a manejar de camino a la casa de aquella mujer.

En el trayecto ninguno habló, el único sonido era el de la radio donde hablaban sobre chismes de celebridades. Eun-ji por su parte, trató de calmar sus nervios y aquella ansiedad que parecía carcomerla por dentro.

Se removió inquieta en su lugar mientras resoplaba al estar a pocos metros de la casa de su amiga y al estar enfrente, sintió que su corazón se estrujaba en su pecho.

Nam-joon ciñó sus manos sobre el volante y sus nudillos se pusieron blancos debido a la fuerza con la que apretaba este, observando lo mismo; Seok-jin y Hyori se encontraban riéndose en la entrada de la casa de esta, sosteniendo cajas pero lo que más encendió su ira y provocó el dolor de Eun-ji, fue que ambos se habían besado.

—Espera... —lo detuvo ella, mientras apoyaba su mano sobre el brazo de Nam.

—¡Eun-ji! —abrió su boca para reprocharle pero esta lo interrumpió hablando rápidamente.

—Bajemos sus cosas, déjamelo a mi, por favor —suplicó sin apartar la mirada de aquella escena, donde al separarse, ambos traidores ingresaron a la casa.

Él suspiró derrotado y sintiéndose preocupado por ella, ¿cómo podía?, ¿de dónde sacaba aquella fuerza para no romper en llanto?

Se bajó ayudándola a salir y tomó en brazos las cajas para luego cruzar la calle siguiendo a Eun-ji de cerca. Una vez parados en el umbral de la puerta, Nam dejó caer las cajas sin cuidado alguno, logrando un golpe en seco que sobresaltó a su compañera y que de inmediato atrajo la atención de las dos personas que habían jugado cruelmente con los sentimientos de Eun-ji.

Tanto Hyori como Seok-jin abrieron sus ojos de par en par, sin poder creer lo que veían. El semblante de Eun-ji se mantuvo sereno y sin inmutarse, estaba agotada de tener que lidiar con tantas desgracias así que deseaba aclarar todo lo más pronto posible.

Como si se tratara de la dueña y señora del lugar, ingresó en la morada de su amiga con la frente en alto y con Nam-joon pisando sus talones, tomó asiento en la pequeña sala y esperó a aquellas personas que aún no podían creer lo que estaba sucediendo.

—Quería creer que las sospechas de Nam no eran ciertas, que había una explicación completamente razonable... —comenzó a hablar ella, sin mirar a ninguno de los dos que ahora tomaban asiento frente a ella, mientras Nam-joon se mantenía de pie a su lado.

—¡La hay, Eun-ji, lo juro! —interrumpió Hyori, mientras se inclinaba hacia adelante para tomar su mano, pero el brazo de Nam se interpuso entre ambas.

—Adelante, escucharé lo que tengan para decir y luego me iré —respondió con calma.

Hyori se removió en su lugar sintiéndose intranquila, miró de reojo a Seok-jin pero este se mantuvo en todo momento con la mirada gacha, al parecer, mirar sus dedos sobre su regazo era mucho más interesante que aquella situación.

Ella suspiró y apretó sus puños sobre la pequeña mesa cercana al suelo, ¿realmente así es como finalmente descubriría su amiga la verdad?, tomó coraje y recordó como fue que se dieron dando las diferentes situaciones que la habían acercado a Jin.

—¿Recuerdas a Myung? —preguntó, y luego suspiró al verla asentir—, las discusiones entre nosotros se hacían más frecuentes. Fui al lugar donde Jin trabaja, solía frecuentarlo cada vez que peleaba con Myung, me gustaba emborracharme tanto como a él para olvidar todo —mordió su labio momentáneamente—. Perdóname, Eun-ji.

—No te he dicho que dejes de hablar, continua —exigió con voz glacial.

Hyori cerró sus ojos brevemente y sus lágrimas comenzaron a fluir, ya no podía con tanta presión—Jin en ese entonces trabajaba en la barra, intercambiábamos charlas de vez en cuando pero no fue hasta que me ayudó a enfrentar a Myung que realmente sentí algo por él —confesó. 

Para sorpresa de Seok-jin, no se esperaba aquello. La miró sorprendido sin importarle que aquella acción no había pasado por alto frente a los ojos de Eun-ji, separó sus labios y en un tono vacilante, dijo su nombre, pero esta negó con su cabeza intercambiando miradas con él antes de mirar a su amiga.

—Lo siento, Eun-ji... desde un inicio debí darme cuenta de que sería una pésima idea contratar al hombre que me gusta para que se acercara a ti —habló rápidamente.

—¿De qué estás hablando? —intervino Nam, quien ahora la observaba como si se tratara de un indefenso conejillo y él un lobo dispuesto a cazarlo. gruñó por lo bajo sobresaltándola al acercarse de pronto a ella.

Seok-jin intervino en ese momento colocándose de pie, tomando el brazo de Nam-joon para detenerlo el cual se alejó de golpe mirándolo hostil, listo para proporcionarle un golpe en su perfecto rostro de niño bonito.

—¡Te lo advertí, Seok-jin! —gritó colérico—, ¡si te atrevías a engañarla, estarías muerto!, ¿me oíste?, ¡muerto! —lo tomó por el cuello de la camiseta y le proporcionó un golpe que lo aturdió.

Jin trastabilló con el grito de ambas mujeres y ninguna logró reaccionar a tiempo para detener la pelea que había comenzado en el suelo.

Eun-ji tomó a Nam por uno de sus hombros ejerciendo presión y hablándole a su oído para que este pudiese reaccionar y dejara tranquilo al pobre hombre que a penas estaba logrando cubrirse de cada golpe recibido.

Finalmente, logró apartarlo y tomó su mano con fuerza mientras trataba de distraerlo pidiéndole que mirara sus ojos y se concentrara en ellos. Hyori por su parte, se agachó a un lado de Jin y sostuvo su rostro golpeado entre sus manos analizando sus heridas, sentía tanta preocupación que no pudo evitar llorar mucho más que antes.

Lo ayudó a sentarse con cuidado mientras este comenzaba a toser levemente mientras llevaba su mano a su mentón para acariciarlo debido al dolor latente.

—Fue mi culpa, yo acepté hacerlo... conocía a Hyori, ella me atraía pero no estaba enamorado —confesó—. Hyori estaba preocupada por ti, Eun-ji, creía que estaba perdiendo a su única amiga por un hombre que había decidido dejarla sola con sus hijos —comenzó a relatar bajo la atenta mirada de todos—. Confiaba en mí para hacer esto, y por eso me propuso acercarme a tí pero no esperaba que todo se diera de la manera en la que ocurrieron las cosas.

—Jugaste conmigo desde un inicio, ¿fue divertido para ti? —preguntó dolida, mientras su visión se volvía borrosa por las lágrimas acumuladas que se negaban a salir.

Él negó rápidamente—Me gustaste desde el primer momento, solo que... creo que nunca estuve realmente enamorado. Estaba confundido, hace mucho tiempo no sentía el afecto de otra persona que, cuando estaba contigo, me sentía bien... —suspiró—... supongo que mi moral es una porquería —sonrió entre quejidos—. No te pediré perdón, Eun-ji, porque no me lo merezco. Así que, tienes todo el derecho de odiarme si quieres, soy despreciable.

—¿Odiarte? —cuestionó Nam y luego resopló—, ni siquiera te mereces su odio.

Eun-ji contuvo el aire y luego volteó su rostro en dirección a la puerta—Incluso aunque no me lo pidas, te perdonaré.

—Eun-ji... —murmuró sorprendido, mientras trataba de ponerse de pie con la ayuda de Hyori.

—Incluso aunque todo era falso, la pasé bien contigo, Seok-jin —hizo una mueca mientras comenzaba a caminar en dirección a la salida, seguida por Nam—. De ahora en más, no quiero volver a ver sus rostros. Les deseo la mejor de las suertes.

Dicho aquello, se marchó ignorando los llamados de la mujer que más la había herido. No se sentía enojada pero si terriblemente triste, pues aunque las intensiones de su supuesta amiga habían sido con un buen objetivo, jamás pensó que sería capaz de llegar tan lejos.

Se subió al auto en cuanto Nam-joon abrió la puerta para ella y este de inmediato la imitó, preguntándose qué debía hacer ahora.

Escuchó en silencio como Eun-ji comenzaba a sollozar sin poder evitarlo y condujo en silencio, ofreciéndole un pañuelo la dejó llorar todo lo que quisiera hasta que esta se quedó dormida.

Había sido un día demasiado ajetreado y a penas comenzaba, suspiró mientras la miraba de reojo volviendo a la mansión Kim.

Su ex-esposa era realmente una mujer fuerte, si él estuviera en su lugar, hubiese gritado, abofeteado a todos e incluso los habría maldecido; en cambio, ella simplemente decidió perdonarlos y se marchó deseándoles una buena vida. La admiraba, Eun-ji realmente era una gran mujer.

La cargó en brazos al llegar a la mansión y cuando su madre llegó al encuentro de ellos con algo de preocupación, Nam le sonrió para tranquilizarla y le dijo que luego hablarían. Subió con aquella mujer en brazos hasta la habitación donde se estaba hospedando y la dejó en la cama con suavidad, para luego apartarse con calma.

La mano de Eun-ji apricionó su muñeca para detenerlo y este se detuvo—Quédate conmigo, por favor... —suplicó entre nuevas lágrimas.

No quería ser tan débil, pero es que ya no podía soportar más cosas, ¿cuándo sería el día que algo saldría bien para ella?

Nam-joon tomó asiento a su lado al mismo tiempo en el que ella se sentaba enfrentándolo.

—No te pediré que no llores, Eun-ji... llora todo lo que quieras —murmuró—. Todos te hemos dañado de alguna forma y has sido muy fuerte al soportarlo todo por nuestros hijos, está bien si quieres desmoronarte ahora, yo te reconstruiré las veces que sean necesarias —sonrió cálidamente, mientras con su mano derecha le acariciaba la mejilla.

—Nam, ¿te irás otra vez? —preguntó inevitablemente, cerrando sus ojos ante el pequeño beso que él le había dado en la frente.

—Solo cuando me lo pidas —respondió.

La cercanía entre ambos era demasiada y habían tantos sentimientos entre ellos que el ambiente se sentía abrumador.

Nam-joon acarició nuevamente la mejilla de ella, sintiéndose perdido entre sus ojos brillantes. Sin importar el tiempo que pasara, ella seguía mirándolo de la misma forma, como cuando eran simples adolescentes.

Acercó su rostro a ella, sin embargo, no pudo besarla a pesar de que era lo que más quería hacer en ese momento, pues sabía de sobra que Eun-ji no estaba atravesando un buen momento y no quería que ella malinterpretara sus intenciones.

Besó su mejilla y sonrió cuando vio a los niños asomar el rostro a través del marco de la puerta, los llamó y rápidamente se acercaron abrazando a sus padres.

Eun-ji se recostó sobre el respaldo de la cama y observó a Nam recostado a los pies, mientras hablaba con Chae-won, Ji-hyo y Dong-sun comentaban de vez en cuando aportando cosas a aquella charla. Escuchar la risa de ellos y sentirlos cerca, fue algo que llenó su corazón y disipó todo dolor que había en su pecho.

𝙳𝚎𝚍𝚒𝚌𝚊𝚍𝚘 𝚊 𝚕𝚘𝚜 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊𝚛𝚒𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚎𝚙𝚒𝚜𝚘𝚍𝚒𝚘 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚛𝚒𝚘𝚛:

Jeon_ChimChim-09
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Benita_Ram_Agu
andreavogue

¡𝙶𝚛𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚎𝚎𝚛,  𝚗𝚘𝚜 𝚟𝚎𝚛𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚜𝚒𝚐𝚞𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎!

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