𝟐𝟒
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❛Una promesa.❜
SHOTO
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El sol de la mañana se adentraba por las cortinas. Abotonaba mi chaqueta y recogía mi mochila. Deslicé la puerta para salir por el pasillo, caminando con las pantuflas hacia la sala de estar. A estas horas, la mayoría de los que residían conmigo ya habían partido a sus ubicaciones pertinentes, como cada día. Siempre había un punto del día donde estaba solo, pero desde que tenía cinco años y mi madre se fue, el mundo se hizo enorme y la soledad era un total alivio, más cuando un sentimiento de odio crecía en mí con tanta energía. Sostuve mi celular, no había ninguna notificación, solo un mensaje de mi hermana que enmarque como leído. Me quede mirando aquel sofá, era ahí donde me sentaba con mi madre para ver los noticiarios que solían presentar a los más grandes héroes, incluyendo mi padre. Estaba sereno con su tema, pero verlo o interactuar con él aún me abrumaba hasta hacerme revivir los amargos recuerdos de mi infancia. Era un problema que debía lidiar.
De camino a la academia, no podía evitar de mirar aquel fondo de pantalla en mi celular. Era una imagen que tome desprevenida de Kai para luego enseñársela a mi madre, porque le gustaba que habláramos sobre ella. Kai estaba sentada en mi futón, leyendo mis apuntes para estudiar y su cabello lacio con ondas al final caían por sus hombros. Apague mi celular. Podía entender su dolor, aquella desesperante sensación de abandono por su familia. Pensaba en eso al recordarla en el examen físico, pensaba en eso al saber que oí claramente su llanto por las bocinas. Nunca fui bueno relacionándome. Entrene duro para convertirme en el mejor por mi, no por mi padre, porque no sería un trofeo para esa escoria. Quería demostrarle que sin su maldito lado, podía ser el mejor, pero ahora que entendía lo significante que era este don para mi, podía ver más claro el mundo y entender lo que sucedía con quienes me rodeaban. Buscaba reconciliarme con la vida, buscaba ser quien no pude ser cuando tenía cinco años y mi padre me atemorizó.
—Todoroki, buenos días.—me giré en aquel pasillo, dirigiéndome a la clase antes de que esta empezara, mirando como mi compañero se dirigía hacia mi.
—Midoriya, buen día.—salude, él se paró frente a mi, algo agitado y sin respiración.
—¡Ya te he dicho que no es bueno correr por los pasillos!—Midoriya se sobresaltó cuando la voz del delegado le interrumpió, desde lo ocurrido en Hosū, me era más fácil comunicarme con ellos.
—¿Donde está Kai?—le pregunté, notando la ausencia de quien ahora convivía con él en el pasillo que se llenaba de estudiantes.
—Oh, ¿Kai?—se preguntó rascando su nuca, como si estuviera nervioso.—Ella está en la oficina. All Might y el director están reunidos con ella.—contó en un tono bajo, esperando que nadie le oyera.
—¿Por qué? ¿Hizo algo malo?—Iida me robó las palabras, aunque pude ver como alrededor nuestra compañera Uraraka oía con atención hasta esparcirse por el pasillo; había estado muy cercana a Kailani.
—Solo están dándole seguimiento.—respondió, lo noté algo decaído, pero esperaba que al menos eso pudiera ayudarla, ella necesitaba eso.
—Entiendo.—fue lo que me inmuté a responder, dándole la espalda a mis compañeros para adentrarme al aula, notando como siempre la desorganización.
Siempre intentaba de ser más responsable, llegar temprano, pero ahora debía admitir que lo hacía por el hecho de que podía ver a Kai cuando ella llegara. Me senté en la parte de atrás del aula, lo he hecho desde siempre en cada escuela a la que he ido. Nunca me relacioné con mis compañeros, pero siempre me vieron como el mejor de la clase. Ahora era diferente, cada uno de estos chicos que estaban a mi alrededor, me hacía ver que era diferente. La confianza y seguridad que se brindaban me incitaban a ser parte de ellos. Pero con el examen físico, aprendí que debía contar con ellos en las situaciones más difíciles, solo cuando fuera necesario, con este don de fuego me sería incapaz de utilizarlo sin dañarlos. Tenía que aprender a controlarlo, porque no quería lastimar a nadie. No quería ser como él. La amarga imagen de mi padre me sofoco. Me mantuve serio e inexpresivo en mi asiento viendo a los demás llegar, recordando la singularidad que compartíamos. Logre rechazar la idea de que no debía utilizar este don y esperaba pronto dejar de sentir lo que sentía.
Porque al sentirlo, seguía atándome al pasado del que nunca podría escapar sin avanzar con el peso. Quería ser un héroe que salvara a mi madre, que salvara a todas las personas que necesitaran a un héroe que les brindara calma, la misma calma que siempre necesite y que estaría dispuesto a dar. No levante mi mirada cuando el profesor Aizawa se adentró a la primera clase, era evidente que hablaría sobre los resultados de los exámenes y se iría para dejarnos en clase regular, pero levante la mirada cuando la note entrar junto a Uraraka. Kai tenía su cabello atado en una coleta decaída, con una cinta blanca alrededor. Tenía vendajes en su mejilla, pero hoy no se veía decaída y cuando sus ojos conectaron con los míos, sentí un alivio al notar una leve sonrisa esforzarse de su parte. Aunque mi paladar se amargo cuando se sentó aún lado de Bakugo, en el único asiento vacío, me sentí más calmado de ver que ella estaba mejor. Porque desde el examen físico, pareció haber tenido un colapso nervioso, donde los profesores intervinieron.
—Al sonar la campana se deben sentar.—indicó el profesor Aizawa cuando deslizó la puerta del salón, todos en un momento se sentaron.—Buenos días. Lamentablemente algunos no aprobaron el examen final, en cuanto el campamento en el bosque. ¡Todos van a ir!—anuncio, sonriendo y quitándole peso a cinco de mis compañeros que habían reprobado.
—¡Un cambio de último minuto!
—Por suerte nadie reprobó en el examen escrito. Sin embargo, Kirishima, Kaminari, Ashido, Sato y Sero reprobaron.—confesó el profesor, eliminando la confidencialidad de ellos, hasta apenarlos.—En estas pruebas, nos aseguramos de darles a todos una forma de ganar, mientras estudiábamos cómo lidiaban con la situación. De lo contrario, muchos habrían perdido antes de siquiera empezar.—explicaba, sutilmente.
—Entonces cuando dijo que nos aplastarían en las pruebas...
—Fue para asustarlos. El objetivo del campamento es mejorar sus habilidades, los que reprobaron van a necesitarlo aún más.—respondió el profesor.—Fue una mentira práctica para que se esforzaran.—dijo, sonriéndonos a todos, lo miré con respeto, tenía determinación y era un buen profesional, de verdad.
—Me engañaron de nuevo. ¡Esta es la segunda vez que nos mienten, perderemos la confianza en ustedes!—exclamó Iida, como delegado se levantó frustrado.
—Lo tomare en cuenta. Es muy cierto. Pero en realidad no mentí sobre todo, un fracaso es un fracaso.—señaló el profesor, quitándole la emoción a los cinco que reprobaron.—Eso es todo. Las clases de mañana quedan canceladas, estamos preparando la agenda del campamento, pueden irse a casa.—indicó él, dando el leve aviso del día de mañana.
Las clases de la mañana pasaron de una manera lenta y algo educativa. La clase de inglés no era tan mala, pero un poco aburrida para mi gusto. Me mantuve sentado en la parte de atrás todo el tiempo, el almuerzo tampoco fue tan malo, pero agrio cuando estaba sentado en una mesa donde Kailani no estaba. Aunque verla con las demás chicas, socializando y abriéndose en si, me dejo saber que ella también estaba intentando de acoplarse con ellas después de todo el maratón de sucesos que habían estado persiguiéndola. Yo intentaba lo mismo. Desde el festival deportivo he intentado acercarme a mis compañeros y no tratarlos con la hostilidad que los trate cuando llegue, creyendo que podía ser superior. La última clase de la tarde llegó y debía admitirlo, extrañaba sin duda alguna tener clases con Hikari. La madre de Kailani se vino a mi mente, sus clases eran entretenidas y siempre estaba sonriendo. No podía dejar de preguntármelo tampoco, ¿donde estaría? Ver a su hija decaída por esa ausencia me hacía sentir impotente. Desearía poder hacer más para ayudarla.
—Será una semana larga de campamento.—anunció Midoriya cuando la clase finalizó, me levante de mi pupitre para recoger todas mis cosas y oírlos hablar.
—Tendremos que llevar muchas cosas.—opinó Kaminari, con emoción note el bullicio que se formó por esa leve expresión suya, estaban emocionados.
—Como no tenemos clases mañana y terminamos los exámenes, ¿por qué no gamos de compras todos juntos?—se pregunte Hagakome, mire solamente su ropa, sabiendo que su silueta era totalmente invisible.
—¡Que gran idea! Sería nuestra primera salida juntos.—articularon con emoción los demás, mientras que sujete mi mochila para así colocarla por encima de mi.
—¿Vas a salir con nosotros?—me preguntó Midoriya, con emoción me miró, la misma emoción que tenían los demás, yo tampoco había ido a un campamento.
—Voy a ir a visitar a mi madre.—respondí, denegando la invitación mientras que observaba a Kai recoger sus cosas encima de su pupitre, quería esperarla.
—¡Son tan agua fiestas, despierten ya por favor!—pidió Mineta, todo frustrado por la negación de algunos, o al menos los que no eran introvertidos.
—¿Me esperas?—oír su voz en medio del bullicio era una armonía, la lírica de alguna canción que me calmaba, mire al suelo apenado ante eso, asintiendo.
—He estado preocupado.—admití, ella hizo un leve puchero y denegué, sabiendo lo que me diría.—Kai, no dejaré de hacerlo. Quiero que estés bien.—dije, ella sonrió y estiro su mano delicadamente hacia la mía, para sacudirla en la leve caricia que hizo.
—Mientras ustedes estén aquí, yo voy estar bien.—afirmó, notando como los verdosos ojos de Midoriya la miraron con un aflijo de gratitud, sonriéndole.
—¡Oye Kiki!—me distancié un poco, los brazos de Ashido la abrazaron de lado.—¿Iras con nosotros al centro comercial? ¡Por favor!—Kai sonrió, asintiendo.
—Bien, andando.—incite, Ashido me miró y rodeó los ojos cuando Kai avanzó detrás de mi, toda pasmada por "seguir mis órdenes de manera sutil".
—¿Lo creen? Los más amargados y callados del salón se van juntos.—musitó Ashido en su pregunta, mirándonos con una leve admiración a mi y a Kai.
—Shoto.—me llamo ella cuando empezamos a caminar por el pasillo, note un llavero con forma de copo en su mochila, colgando.—Si quieres, yo puedo comprar lo que necesites. Solo haz una lista.—aviso.
—Está bien.—indique cuando afirme, detrás de nosotros los demás caminaban, charlando sobre la salida de mañana, pero amargamente miré mi celular ante la notificación de mi padre.
—Quizás si salgo antes podría pasar a verte con tu madre.—aconsejo ella, pero todo mi rostro decayó.—¿Qué sucede?—me preguntó ella, curiosa.
—Mi padre me dijo que pasarían por nosotros. Quiere vernos en su agencia, ahora.—musité, sabiendo que no me dio tiempo de advertirlo, porque el auto yacía frente a la academia estacionado.
—¿A los dos?—se cuestionó ella, note su inseguridad y como la mención de mi padre la logró intimidar de inmediato.
Sostuve su mochila, abriéndole la puerta del auto para que subiera. Fruncí el ceño, la mayoría de los chicos que habían en nuestro salón miraban, solo los más curiosos. Cerré el lado de su puerta para así subirme por el otro lado, quedándome a su lado. El auto aceleró. Podía sentir su tensión. Sabía lo intimidante que era mi padre, sabía que su mirada era tan prepotente que mirarlo a los ojos era como perderse en miles de pesadillas. Pero si algo había notado en estos últimos meses es que Kai había estado mirando directamente a los ojos a las personas, algo que no podía hacer antes. Ella también estaba dejando ir a esos demonios que la habían estado atormentado y yo debía estar dispuesto de dejarlos ir también. Antes, ir a un lugar que estuviera relacionado con mi padre sería una aberración, pero me quede en silencio por el camino, dispuesto a aceptar su llamado. Nos bajamos del auto, sosteniendo nuestras mochilas para adentrarnos a la agencia donde los empleados saludaron. En un tono bondadoso y sonriente nos hablaron.
—Endeavor, han llegado.—anunció un subordinado bastante educado, abriéndonos la puerta de aquella gran oficina.
—Por fin.—artículo aquel prepotente y alto hombre, mi padre nos miró con detenimiento con sus ojos turquesas.
—Buenas tardes, señor Todoroki.—de reojo observe cómo Kai en una reverencia se dirigió hacia él, quien yacía sentado frente a su escritorio, seriamente.
—¿Qué quieres?—la lengua debió secársele cuando de manera abrupta interrumpí su saludo, dirigiéndome amargamente hacia mi padre, quien cambió su mirada hacia mi.
—Shoto. No es de buena educación interrumpir a otros, no recuerdo haberte enseñado a ser tan descortés.—esbozó él.
—No hay nada bueno que me hayas enseñado, solo a controlar mi don.—justifique en un tono bajo y serio, derivando tensión.
—Recibí una invitación a una Isla. Es artificial, habitada por más de mil científicos, realizan investigaciones sobre dones. Como el héroe número dos, me han invitado a una exposición.—anuncio, evadiendo mi amarga actitud, para mirarnos.—Desafortunadamente no puedo ir. Tampoco tengo otro discípulo que tome mi lugar, porque en si, no hay nadie que me haga sentir presentado que no seas tú, Shoto.—añadió, las llamas yacían alrededor de su traje.
—Quieres que vaya por ti.—indique, viéndolo asentir con frialdad, sus ojos turquesas tenían un vacío más grande que el mío.
—Recibí dos invitaciones. No es de esperarse que usted, niña, hubiese sido invitada conjunto a su madre, pero a tal caso de su desaparición puedes ir a representarla con la invitación secundaria que me dieron.—comentó, mirando a Kai quien lo miró serena, para verme de reojo.
—La isla cuenta con lugares destacables para los invitados. Hay un museo donde exponen diferentes artefactos al público de héroes.—decía ella, detallando el lugar.—Acepto la invitación.—dijo, para así mirarme.—Solo si tú aceptas.—esclareció, esperando una respuesta.
—Claro que irá.—irrumpió mi padre, levantándose de su silla para opacarnos con su sombra calurosa.
—Con su permiso, la cena llegó.—me giré antes de poder decir algo, viendo aquel subordinado aparecer en la sala.
—¿Cena?—me cuestione desconcertado, viendo a mi padre sobresalir de su escritorio para notar sus intenciones.
—Estoy seguro de que ambos pasaron sus exámenes. Es una manera de celebrarlo.—esclareció, su mirada, todo lo que me mostraba lo odiaba, aunque fuera honesto.
—Adelántate.—le pedí a Kai, quien insegura me miró, pero con detenimiento la observe y con solo una mirada bastó para que ella se acercara al hombre que la guiara fuera de ahí.
—Parecen muy cercanos. No creí que tanto.—él se colocó frente a mi, pero espere a que la puerta se cerrara y ambos quedáramos solos.
—¿Por qué la has traído aquí?—le pregunté con frialdad, no podía mirarlo a los ojos sin sentir repudio.—No habló de la invitación. Hablo de querer tenerla bajo tu sombra, su don no es algo de lo que puedas adueñarte, no te interesa.—afirme, mirándolo.—¿Es por mi? Es una manera de que no pueda desafiarte, ¿no es así? Habla.—le pedí con seriedad, viéndolo.
—Esa rebeldía no te deja pensar coherentemente.—artículo entre dientes, se quedó ahí frente a mi.
—¿Era para molestar a su madre?—cuestione, aún dudoso.—No lo creo. Parecían muy cercanos en el festival deportivo, pero desde que me viste con ella ahí, apuntaste tú dedo para señalarla.—volví a recitar.
—¿Molestar? No me interesa armar un escándalo por un niña.—respondió, fríamente.—Su poder no se iguala al tuyo. Eso es más que claro, Shoto.—añadió, mirando hacia la ventana para ver la puesta del sol.—Pero fui joven e hice promesas.—dijo.
—¿Promesas?—pregunté, desconcertado y desconfiado.—¿A quién? ¿Su madre?—intente de adivinar, parecí no acertar.—Se que se conocen de años y que han trabajado juntos.—añadí.
—Era por Kenny.—el nombramiento del padre de Kai pareció asombrarme, era la primera vez que lo oía con la voz de este hombre.—Estudiamos juntos desde la UA. Siempre fuimos cercanos, éramos buenos amigos.—artículo, mirando aún la ventana.—Y cuando nuestros primogénitos nacieron, nos hicimos la misma promesa.—dijo.—"Mis hijos serán tus hijos".—musitó con frialdad, un hombre tan duro y orgulloso como él no podía amar a nadie.
—¿Es un chiste?—me pregunté con sarcasmo, casi rabia, pero la seriedad de mi padre me derivaba que había un sentimiento de duelo en esas palabras.
—Cuando vi a su hija en el festival deportivo aún lado de mi hijo, recordé esa promesa.—irrumpió.—Creí que si la traía conmigo, podría cumplir con lo acordado. No recompensaría nuestra enemistad, pero al menos mantuve mi palabra.—fragmentó.
—¿Y qué cambio en ustedes?—cuestione, mirando como el bajo su mirada hacia mí para fruncir el ceño como si recordara algo que le molestara hasta encender más sus prepotentes llamas.
—Escogimos diferentes lados.—respondió, encaminando aún lado de mi prepotente.—Pero una cosa si se, Shoto. No me sorprende todo lo que les ha pasado, esa familia esta maldita. Por eso no puedo permitir que esa niña te arrastre, esa es la razón por la que prefiero tenerla cerca.—añadió.
Me quede en silencio, analizando todo lo que había dicho. Hay muchos héroes que se conocen desde siempre, que han mantenido vínculos por años y no me sorprendía que fuera así, que en esta ocasión, mi vida y la de ella nunca estuvo tan lejos. No quise hacerlo, pero me senté en aquel cojín. En la mesa había una comida que olía exquisito, pero más me gustó ver el rubor en las mejillas de Kai cuando me senté a su lado, sabiendo que la presencia de mi padre la intimidaba. Él no nos dirigió la palabra. Ni yo a él, fue una comida en silencio que solo disfruté porque ella estaba ahí. No confiaba en mi padre. Ni en sus palabras y si eran ciertas, esperaba algún día poder creer todo lo que había confesado. Yo también cumpliré mi promesa. Que si le hacía daño a esa chica que estaba sentada frente a él, me iría de su vida y no regresaría, porque jamás me convertiré en la bestia que se convirtió mi padre cuando tuvo la oportunidad de querer.
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