𝟏𝟖
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❛El asesino de héroes.❜
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—Deberías sentirte dichosa. Escojo solamente a personas que manipulen el fuego.—mascullo de manera arrogante aquel hombre frente a mi, luego de derivarme un golpe.
Solté una bocanada de aire cuando caí arrodillada al suelo. Aquel golpe de ese hombre fue como si me hubiera movido el estomago de sitio, tanto que las ganas de vomitar se hicieron presentes sin poder tener movilidad. Ahora podía entender, o al menos tener una idea de los arduos entrenamientos que aislaron al chico de cabello bicolor de la realidad en la que ahora ha logrado vivir sin atarse al pasado que lo alejó de un ideal necesario. Lleve mi mano hasta mi abdomen. La onda de calor era demasiado poderosa, mi cuerpo se derretía y mi frente sudaba haciendo que mis flequillos se pegaran en mi piel. El atípico rostro de Shoto ante su padre se hizo más intenso. Él estaba ahí observando con su nuevo traje, el cual portaba de una chaqueta azul oscuro con mangas hasta los codos, era de cuello alto y unido en el centro por un collar gris. Tenía un chaleco de combate chapado en metal y botas blancas como las mías. Añadiendo a un cinturón marrón alrededor de su cintura, con pequeñas cápsulas de metal que contienen suministros médicos colgando del frente. Se veía demasiado bien.
No estaba avergonzada de que él me viese haber caído de rodillas frente a su padre. De hecho, debía entender que su padre era lo suficiente adulto y sabio como para anticipar mis movimientos, los cuales no le rozaban ni un pelo. ¿Dichosa? Si. Me sentía un poco grata de que un hombre como él me haya escogido. Para mi su manera de moverse y actuar antes de lanzar un golpe, era demasiado determinada y precavida. Así como la que su hijo debió aprender de él, porque se movía en base a lo que suponía de su oponente. Respiré hondo. Todo mi rostro debía estar enrojecido, pero tan pronto lance un endurecimiento congelado hacia él, con un solo puño de llamas logró derretirlo y hacerlo agua. Volví a lanzarlo, pero repitió el mismo movimiento. Fruncí el ceño, ¿probaba la potencia de mi don? Si, lo hacía esperando que hiciera ataques más leves, pero mientras más lo hacía, más sentía el cansancio. Se detuvo cuando me noto exhausta, respirando hondo para controlar mi respiración y sudada.
—Claro. Ya te cansaste.—afirmó, mantuve la cabeza baja con la mano en mi costado para sentir su sombra cubrirme.
—La utilidad de mi don tiene un límite.—pronuncie, levantando la mirada para verlo, mientras que Shoto tenía todo su peso en un barandal de metal, mirando con recelo la cercanía de su padre.
—Eso es mental.—justificó, cruzado de brazos la onda de calor me abrumaba, realmente nos quiera podía moverme.—Los dones se desarrollan, como puedes desarrollarlo para que no absorba tus energías físicas. Retenerlo solo lo empeorará, te hará sentir más cansada.—explicaba fríamente, mirándome con gran detenimiento, necesitaba beber agua para hidratarme, era mi clave para mi don.
—Mi turno.—pidió Shoto, adentrándose al amplio terreno de práctica donde estábamos, su padre cruzado de brazos lo miró.
—¿Por qué tanta prisa?—le preguntó atípico, manteniéndose en su posición.—¿Es por qué se cansó?—cuestiono, mirándome agitada.
—Puede desmayarse. Su don requiere de mucha energía, déjala descansar, hagámoslo tu y yo.—pidió nuevamente, frío y cortante hacia su padre, quien denegó rápidamente.
—En una batalla real con villanos no podrás detenerte para poder salvar a un compañero. Solo en las peores situaciones.—aclaró Endeavor.—La mejor decisión que puedes hacer es cubrirlo hasta que pueda valerse por sí mismo, porque de no ser así, tú vida acabaría en un segundo.—detallaba, mirando a Shoto.—No puedes distraerte, Shoto.—indicó, haciéndome recordar aquella pronunciación en el festival deportivo cuando me vio como una distracción.
—Aún puedo aguantar, solo un poco más.—admití, levantando mi cabeza para mirar los ojos turquesas de Endeavor.
—Viniste aquí para aprender, así que te voy enseñar a mi manera y aunque tu cuerpo no lo tolere, me lo agradecerá después.—indico fríamente.—Si te escogí, era para ver la potencia de tu don. Aunque no sea igual de abrumador como el de Shoto, no significa que no pueda ser útil. De hecho, puede serlo, pero si de manera ingenua actúas de frenarlo para sólo limitarte o no exponerte al cansancio, estás errónea desde entonces.—detalló, lanzando una bruma de calor que cubrí con mi hielo.
—Pero que hijo de... —murmure ante su inesperado ataque, me aísle de inmediato, tomando altitud con el agua que traspase por mis pies para verlo desde arriba.
—Los residentes que estén en peligro no esperarán a que te levantes de irte inconsciente para que los salves. ¿Qué ejemplo de fuerza y resistencia les estas dando?—me preguntó, lanzando una llama que sostuvo en sus manos y que cubrí con la presión de agua.—A la que te vean en el suelo, ya no les harás sentir seguros. La gente morirá y si hay villanos, pasarás a la historia. Será un desperdicio de dones.—decía, en un tono hostil mientras que la llama rojiza cambiaba a una azul.
—No puedo.—afirme en un tono bajo, su llama era tan potente que mi agua no la apagaba, mis movimientos eran en vano.
—Esa estrategia que utilizaste en el festival deportivo fue muy llamativa, dudo mucho que solo puedas hacerlo en una extremidad. Es un escudo, una combinación perfecta del don de tú madre. ¿Por qué no lo utilizas?—se preguntaba fríamente, desafiándome.
—No puedo.—volví afirmar, bajando de altitud cuando una capa de hielo potente nos dividió, haciéndome ver la mano derecha de Shoto levantada hasta nosotros.
—No la excedas.—le pidió fríamente a su padre, quien desvaneció sus potentes llamas.—No lo hagas con ella.—fue un tono frío y hostil, pero se sentía como un llamado desesperante que hizo a su padre bufar.
—No la limites.—pidió Endeavor cuando lanzó una ráfaga de llamas que me hizo retroceder de inmediato, endureciéndome.
Este tipo no vino a jugar, yo tampoco, eso era evidente, pero no estaba preparada, me sentía intimidada por un hombre que realmente admiraba. Su determinación y manera tan firme de moverse sin desistir era admirable, no me arrepentía de haber venido, pero su llama era tan potente. Sentía mis ojos pesados, me cubría con un hielo que no dejaba de renacer luego de que se descongelara por la ola de calor. Estaba esforzándome más por no desmayarme que en la capa de hielo para protegerme. ¿Limitarme? No conozco mi poder en una máxima potencia. Ha sido por el miedo de siempre caer al suelo, de no estar consiente en medio de una pelea. Si me dejaba llevar por mis emociones, si dejaba que el peso cayera en mis hombros pasaría lo mismo que en la USJ o en los entrenamientos, me desmayaría. Apreté mis labios fuertemente. No puedo. Mi cuerpo tenía un límite, pero si podía acostumbrarlo al potente don que tenía, sería capaz de cualquier cosa. Mi brazo izquierdo volvió a reflejar la transparencia del agua, así que lance una presión de agua tan grande que las llamas que rodeaban toda la capa de hielo se apagaron instantáneamente.
—Se acabó.—afirme, cayendo al suelo sin fuerza, pero la pesadez de mis ojos desvaneció, pude soportar el arranque.
—Enfócate en manejar tu don a la vez que tú resistencia y fuerza, si lo haces, durarás más de diez minutos en una pelea y serás poderosa. Todo se trata de la mentalidad, no de la ideología ignorante que te imponen los demás para limitarte.—decía en un tono brusco e hostil.—Un don pequeño, puede convertirse en algo grande y letal, como una pequeña llama encendida a la que se le echa más leña.—afirmó, posicionándose delante de mi.
—Mi turno.—musitó Shoto, colocándose delante de mí para cubrirme de la sombra oscura e intimidante de su padre, quien bufó.
—Ya veo que no podías esperar.—indicó Endeavor, girándose para darle la espalda a su hijo y caminar, mientras que Shoto se giró para mirarme de reojo y examinarme.
—No me tocó ni un pelo.—comente con sarcasmo, para bajar la cabeza apenada y llevar mi mano derecha hasta el abdomen.
—Tienes un poder excepcional niña. Pero te falta mucho camino por recorrer, déjalo en mis manos. Únete a mi agencia cuando termines en la academia, te haré de las mejores.—me dijo Endeavor, abriendo una mecha de esperanza en mi futuro cuando se giró a verme.
Mi brazo izquierdo volvía a la normalidad. No lo veía como un escudo, pero ahora que lo dijo, tenía más lógica que fuera eso, a otra cosa. El agua fría cayó en todo mi cuerpo, limpiando la suciedad del sudor que se quedó en mi cuerpo por el leve entrenamiento del segundo mejor héroe. Fue intimidante, brusco y hostil, pero su ideología de ver las cosas como un héroe precavido me hizo analizar mi don e incluso cada uno de mis movimientos. Si podía convertir todo mi brazo izquierdo en agua, incluso esa mitad de mi cuerpo, había una gran posibilidad de que mi lado derecho emana el hielo por completo. Sería un escudo, era lo que hacía mi madre para escapar en las peores situaciones. Se convertía en agua por completo, por eso la llamaban así, "Ilussion". Ella era una ilusión del agua, sus oponentes no la veían y tan pronto volvía a su forma humana, los derivaba en una ola de agua que podía ahogarlos. Tenía una fuerza incomparable a la mía, pero no había duda de que puedo ser capaz de eso. Sostuve la toalla para salir del baño cabizbaja y llena de pensamientos donde albergaba mi futuro.
—Al menos no vomitaste.—me giré en un sobresalto cuando dejé de verme en el espejo, avergonzada y sosteniendo mi toalla miré como Shoto estaba en el margen de la puerta.—Lo siento.—dijo, girándose cuando mis mejillas se sonrojaron.
—¿Por eso estabas tan molesto?—le pregunté, viendo como se giró de reojo.—¿Así era cuando eras niño?—cuestione curiosa.
—Peor, porque era su hijo.—afirmó, girándose para eliminar el tabú que nos mantenía sonrojados y distantes.—Soportaste. Es lo que importa.—indicó, secando su cabello mojado con una blanca toalla.
—Pero él tiene razón.—afirme, mirando mi mano.—No podré salvar a nadie si dependo de limitar mi don para no perder la conciencia.—musité, frustrada para oír sus pasos.
—Comprendo.—indicó él, levante la mirada para ver nuestra cercanía y observar sus ojos, ambos de diferentes colores me llevaban a paraísos diferentes.—Haremos de tu resistencia una mejor. Serás la héroe que siempre has querido ser.—dijo de manera sutil.
—Ambos lo seremos.—añadí, hasta que mis manos empezaron a sudar cuando los dedos de Shoto acariciaron una de mis mechas negras que caían en las puntas.
—De verdad me gustas muchísimo.—afirmó, sin temor e incluso sin analizar en decirlo, solo lo dijo y ya, sereno.
—Me preguntaste una vez si me había enamorado.—musité, él me estaba examinando demasiado cerca y mi respiración chocaba en su rostro ante eso.
—¿Lo has hecho?—me preguntó, Shoto era unos pocos centímetros más altos que yo, así que tenía mi mirada levantada para verlo.
—Quiero hacerlo.—afirme tan natural, las palabras salían desde el fondo de mi, no las pensaba o analizaba.
—Estoy dispuesto a intentarlo.—indicó él, apreté fuertemente mi toalla cuando vi cómo se fue acercando a mi con cuidado para besarme, así que cerré mis ojos.
—Vas por buen camino.—afirme cuando rozó sus labios con los míos, lo hizo tan suave y sutil como la primera vez que nos besamos.
—Eso me alegra.—comentó, alejándose de mí cuando frunció el ceño, haciéndome preocupar.—¿Qué diablos está pasando?—se preguntó, retrocedí para girarme y ver por la ventana abierta humo de fuego, en varias intersecciones.—Es como dijo mi padre.—indicó.
—¡Shoto!—el llamado de aquel hombre me hizo retroceder de inmediato hasta el baño, cuando oí los pasos pesados de Enji Todoroki.—Vístete. Dile a la niña también. Tenemos trabajo que hacer.—comentó, pude ver su sombra y el reflejo, por lo que Shoto asintió cortante.
Me prepare. Aunque sin duda alguna, debía admitir que tenía un leve miedo por salir a las calles de esta ciudad en plena noche fría, alumbrada por los fuegos que derivaban en el centro de la ciudad y varios callejones. Me coloqué el traje, mirándome en el espejo. El reflejo de mi madre se me hizo demasiado semejante al mío, solo que ella era más alta y con una complexión más ancha que la mía, yo era más delgada, aunque mi abdomen estaba algo marcada. El cabello de mi madre era blancuzco como el mío, un rubio demasiado claro con más destellos azulados. Ella era como una diosa de fantasía que todos aclamaban por su belleza. Mire mi celular, no tenía un mensaje suyo. Respire hondo para atar mi cabello en una coleta alta, recogiendo todo. No había ni un flequillo afuera, se veían mis facciones, cada una de ellas. Y cuando salí al pasillo, lo vi. Igual estaba preparado y ahora debía admitirlo, lucía más atractivo con ese traje, se veía más profesional y serio de lo que usualmente suele verse en la academia con el uniforme escolar.
Él estiró su mano para que lo alcanzara y cuando lo hice, asentí. Estábamos juntos en esta pasantía, lo que pudiéramos hacer, lo haríamos de la mano y con la presencia del segundo mejor héroe. Ya lo había dicho, pero lo enmarcaba, aprenderé todo lo que pueda de él, todo lo que me convenga para convertirme en una de las mejores héroes de todos los tiempos. Corríamos por la acera, viendo el estruendoso lugar y el gran bullicio que había. Sentía adrenalina, una muy baja ante estar lejos de la acción que me susurraba al oído. Una presión me hizo detenerme cuando vi destellos de electricidad en el cielo, una electricidad azulada que provocó abrir mis ojos grandemente como platos. Ese color, ese destello era el reflejo de mis pesadillas más profundas y dolorosas, los lazos del don de mi padre que me sostuvieron esa noche. Fue un impulso incorrecto, pero detenerme sólo fue una vil trampa. Mi boca fue cubierta tan fuerte que mi grito salió ahogado, oyendo esa risa bufona plasmarse en mi oído.
—Que ingenua. No debiste alejarte tanto.—musitó en mi oído, llenándome de escalofríos, porque ni siquiera él estaba ahí, era una pesadilla como el don que portaba.—Hermanita.—afirmó, estire mi mano cuando vi a Shoto correr adelante, siguiendo a Endeavor y sin percatarse de que me alejaban de él.
—Naoto.—pronuncie con dificultad, la brisa me azoto toda la espalda y mi cabello se fue adelante, me llevaba a él, hasta donde estaba y quizás, tan solo quizás.—Mi padre debe estar aquí.—musité para mi misma, luego de ver los rayos de electricidad reflejarse en un callejón.
—¡Smash!—abrí mis ojos ante oír ese estruendoso grito, todo mi cuerpo decayó de manera brusca contra el suelo, dejándome algo desconcertada y adolorida.
—¡Nakamura!—agitada me sobresalte, levantándome del suelo con desesperación cuando las cintas de mi hermano no me retenían, mirando desconcertada a quien estaba tirado en el suelo inmóvil.
—¡¿Iida?!—cuestione, inclinándome frente a él cuando veía la sangre sobresalir de su brazo, las lágrimas estaban presentes y la tensión me sometió a la inmovilización.
—Debo admitirlo, eres muy tenaz.—levante mi mirada, como también me paralice ante la mirada fría de aquel hombre sobre... sobre Deku.—Pensé que te habías alejado para huir, pero utilizaste tu don para inmovilizar a tu compañera aquí y luego golpearme.—esbozo.
—¿¡Deku!?—exhale ante mi preocupación, en una noche tan ruidosa, con escándalo en la ciudad, mis amigos estaban sometidos en un callejón con aquel hombre.
—Es el asesino de héroes.—afirmó él con sus ojos verdosos sobre mi, detenido en el suelo sin inmovilización y también cortado.—Vine cuando relacione los casos del asesino de héroes, hay Nomos sueltos en la ciudad, los mismos que habían en la USJ. La liga de villanos está aquí, por ende, están relacionados con él.—indago, mientras que miré a aquel hombre.
—Idiotas, ¿y por qué diablos no se levantan?—les pregunté, apretando mis puños e interponiéndose frente a Iida, aún la sangre sobresalía, esto era preocupante.
—Kailani Nakamura.—me nombró el asesino de héroes, dejándome tensa y desconcertada, sus ojos se veían tenebrosos, su postura y las hojas que tenía, eran intimidantes.—Te equivocaste de callejón.—anuncio, haciéndome abrir los ojos.—Tu padre y madre están a unas cuadras de aquí, pero supongo que te enviaré en una caja para la falsa héroe de tu madre. Total, la liga de villanos ya tiene preparado su funeral.—expresó, por lo que miré la situación.
—No, no creo que me haya equivocado.—afirme, mirándolo directamente a los ojos.—No sé que quieran hacerle a mi madre, o lo que sea mi padre y hermano para la liga de villanos, eso tendrá que esperar, porque no me iré de este callejón hasta salir con mis amigos.—dije, con mis nudillos apretados.
—¡No! ¿¡Por qué!?—me preguntó Iida detrás de mi, para así yo mirar las hojas que sostenía aquel hombre, eran demasiado filosas, podrían hacerme daños severos.—¡Después de haberte dado la espalda años atrás cuando me necesitabas, ¿por qué quieres ayudarme?!—cuestionó, desesperado entre lágrimas.
—Porque quiero ser un héroe.—respondí, mirándolo de reojo, viendo una imagen de Iida cuando niño, cuando lo conocí.—Porque no puedo ser un héroe, si no puedo salvar a un amigo.—añadí, girándome para ver a Deku inmóvil, mirándome.—Además, nos has preocupado a todos. No me extraña que estés en esta situación, pero yo te sacaré, lo haré.—dije, sintiendo el destello azulado de mi poder sobresalir como un aura.—Adelante.—incite.
Tan pronto dijera eso, no tardó en atacar. Desconocía sus ideologías o lo que le llevó a estar aquí, haciendo estos actos tan macabros e irresponsables. Siempre he sido flexible, desde niña. Sobresalte hacía atrás, di dos giros, evadiendo sus hojas. Cuando me detuve, de mi mano derecha sobresalió una bruma de hielo congelada que retuvo su hoja. Emergí agua hasta mis talones, subiendo de altitud y girándome por encima de él. Caí detrás de su espalda para así empujarlo con una fuerte presión de agua. Tenía que inmovilizarlo, también sus hojas. Parecía ser firme con ellas y movilizarlas bastante bien, así que no me la hizo fácil. Se removió bruscamente, soltando el mango de su hija congelada para buscar otra. Empezó atacar, impulsivamente. Pase por sus piernas, si lo dejaba abatido por la presión de agua, lo acabaría, pero era muy tenaz y no dejaba de moverse. Brinco de un lado a otro por las paredes del callejón, tomándome desprevenida cuando su lengua lamió toda mi mejilla. Me paralice. ¿En qué momento me corto? No lo sabía, pero entendí a que se refería Deku con pedirme que no dejara que me cortara. Ese era su don.
—Mierda.—masculle como las gotas de sudor bajando por mi frente cuando su mano atrapó mi rostro y lo llevó hasta el suelo bruscamente, todo mi cuerpo cayó.
—¡¡No!!—exclamó Iida en la tensa y desesperante situación, donde mi cuerpo tampoco podía moverse en lo absoluto, era inútil y más cuando ese hombre estaba encima de mi.
—¡¡Ah!!—grite, pero cubrió mi boca y cerré mis ojos bruscamente cuando la afilada hoja atravesó mi piel a sangre fría, la clavó fuertemente en mi brazo izquierdo.
—Pudiste utilizar tu don para apagar el fuego de la ciudad, pero preferiste quedarte aquí y salvar a quienes quieres, así que dime, ¿y quienes salvan a esos que no son elegidos?—me preguntó, removiendo su hoja, haciéndome gritar de manera ahogada.—No puedes ser un héroe con ese egoísmo.—sostuvo, mis lágrimas sobresalían del dolor punzante, viendo la sangre sobresalir de mi brazo izquierdo.
—¡Suéltala, por favor!—pidió Iida, desesperado y entre lágrimas me miraba, no podía moverme, en si la mano de aquel hombre retenía mi rostro contra el suelo.
—Limpiare estas calles.—artículo ese hombre, mirándome fríamente para levantar su hoja, la misma que traspaso antes por la boca cuando lamió la sangre.—De falsos héroes como tú y toda tu familia.—afirmó.
—¡No, demonios! ¡Detente!—decía Deku, mis ojos miraban a todos lados con desesperación, ¿así moriría? Pregunté, de solo ver la otra afilada hoja apuntar mi ojo.—¡¡Detente!!—grito, pero una bruma de calor me azoto, hasta alejar bruscamente al asesino de héroes.
—Viene uno tras otro. Hay mucha gente estorbándome hoy.—giré mi mirada, buscando aire para ver al final del callejón esa llama de fuego encendida que me hizo recobrar cada energía que perdí.
—Midoriya, debes ser más específico en casos así. Casi no llego para acabar con este sujeto y eso iba provocar que me quedara sin chica.—su voz resonó por aquel callejón de manera fría, sus ojos miraban con detenimiento y hostilidad al asesino de héroes.
—¿Qué haces aquí, usando tu lado izquierdo?—se preguntó Deku mediante el temblor de sus palabras, no lo sabía, pero era demasiado increíble verlo.
—La pregunta es, ¿qué haces tú aquí? Me tarde un poco, incluso no me di cuenta que Kai no estaba, lo cual me hace sentir pésimo, pero únicamente me enviaste en ese mensaje tu ubicación exacta.—dijo él, preparándose en posición para combatir.—Se que no me enviarías un mensaje así sin una buena razón. ¡Estabas en problema y pedías ayuda!—el suelo se congeló y mi cuerpo empezó a deslizarse por el hielo que se levantó.—¡No se preocupen, los profesionales llegarán pronto!—exclamo, lanzando una llama de fuego que creó calor.
—Todoroki.—lo nombre por su apellido cuando su mano sostuvo mi brazo derecho, levantándome del frío suelo para sostenerme a su lado fuertemente.
—Es como lo indicaba la información, no voy a dejar que los mates, asesino de héroes.—masculló él, mirando aún al asesino de héroes.—Y ahora, estoy molesto. Porque lastimaste a mi chica.—añadió, por lo qué un brillo en mis ojos se esparció y el calentón en mi brazo por la sangre que salía pareció desaparecer cuando me nombró de esa manera.
—¡Todoroki, no dejes que lama tu sangre, creo que controla sus oponentes al ingerir su sangre!—notificaba Deku cuando con delicadeza, Shoto me recostó en el suelo.—¡Así nos atrapó!—añadió, desesperado.
—¿Bebé su sangre para evitar que se muevan? Por eso usa cuchillos, pero puedo mantenerme alejado.—dijo Shoto, pero abrimos nuestros ojos cuando la primera navaja traspaso por su mejilla izquierda, cortándolo.
—Tienes muy buenos amigos, Ingenium.—nombró el asesino de héroes cuando fue atacad a Shoto, pero una levadura de hielo se levantó y bloqueó el golpe, chocando con la hoja que tomó altitud y cuando vi casi lamía la mejilla de Shoto que encendió en fuegos
—¿Por qué? ¡Por favor, basta ya, paren!—giré mi mirada, observando a Iida boca abajo en el suelo, lloroso y sudoroso.—¡Heredé el nombre de mi hermano, yo tengo que hacerlo, él es solo mío!—exclamaba, impotente.
—¿Lo heredaste? ¡Que extraño!—en una situación así, debía estar asustada, pero Shoto se veía imponente y feroz utilizando ambos de sus dones para detener al asesino de héroes.—El Ingenium que vi antes no tenía esa expresión en su rostro, tú también tienes una situación familiar complicada.—decía.
Si, así es. No eras el único que tenía una vida familiar complicada, eso no significaba que fueran peores, pero las habían. Mire el cielo, no podía moverme y estaba boca arriba. Solo movía mis ojos y de reojo observaba cómo mi brazo izquierdo estaba todo ensangrentado. El ojo grisáceo de Shoto me observó por un momento cuando en su brazo derecho se incrustaron dos navajas ahí, lastimándolo. Fue miedo lo que vi en él, se sintió por un momento acorralado cuando supo que si lo inmovilizaban, no podía ayudarnos. Sentí mi cuerpo con escalofríos, como si el calambre atacara y eso me hacía saber que ante eso, podría moverme tan brusco como lo hizo Deku para aislar con un imponente poder al asesino de héroes. Un destello verdoso se aferró a él, una fuerza que utilizaba de manera discreta y detallada, fue lo que me inspiró a ir moviéndome. No había límite de tiempo. Era el tipo de sangre, eran diferentes y el tiempo se deducía en eso, por eso Deku y yo, ya podíamos movernos libremente contra el asesino de héroes.
—Oye niño, ¿tú fuiste quien rompió mi brazalete?—solté una bocanada de aire cuando oí esa voz, los ojos azulados de mi hermano se reflejaron de manera macabra.—Si, tú, el de cabello verde. ¿Tú rompiste el brazalete que alguien importante me regaló hace mucho?—se preguntaba, con una voz temblorosa.
—Nightmare, estás interrumpiendo algo importante.—comentó el asesino de héroes, todo por un mommeto se volvió a inmovilizar tan pronto él se adentró al callejón.
—Stain, he tenido una mala noche.—decía, con sus ojos llorosos y risa sobresaliendo de sus labios, parecía un maníaco y daba miedo.—Primero, mi padre me ganó, ¡otra vez!—indico, haciéndome abrir los ojos, él estaba aquí.—Segundo, ¡la estúpida de mi madre huyó de mi como la cobarde que es!—decía, pareciendo tambalearse en sus zapatos.—Y por último, ese niño rompió mi brazalete cuando mis lazos lo rasgaron ante su brusco ataque, buscando que soltara a mi hermana. Así que asesino de héroes Stain, ¡deja que yo sea quien lo mate!—dijo friolento para sobre sacar de sus manos esos lazos hacia Deku.
—¡Kailani!—me llamo Shoto cuando me levante del suelo y con todo mi cuerpo derecho congelado, retuve el ataque de mi hermano, quedándome desconcertada.
—¿Qué? ¿Cuando empezaste a hacer eso?—se preguntó Deku, era tan cierto como dijo Endeavor, la cosa es que no sé como lo hice, solo sucedio de manera natural.
—Aparentemente puedo convertir mi cuerpo en escudo, con los dones que tengo.—comente, viendo mi brazo derecho congelado.
—¿Con qué quieres pelear conmigo otra vez? Esta bien, ¡eso molestará más a la maldita de nuestra madre!—exclamó en su risa para lanzar los lazos nuevamente, buscando retenerme, pero los esquivé rápidamente.
—Ustedes inmovilicen a este tipo, yo me encargaré de este.—sugerí, dándole la espalda a mis compañeros.—No dejaré que dañes a nadie, menos a mi amigo.—afirme, mirándolo friolenta.—Primero sobre mi.—exclame.
No quería actuar con resentimiento, no quería ser egoísta y lanzarme al peligro sin pensar en mis compañeros, pero eran dos villanos contra nosotros. No estábamos listos aún para combates tan abrumadores como los que estábamos teniendo ahora, la única opción era seguir aunque ni siquiera tuviera la fuerza necesaria para hacerlo. El ojo turquesa de Shoto me miró de reojo, no me cuestiono, me dio la confianza y libertad de aceptar mis sentimientos con prudencia, como él, ahora que podía entender porque Iida actuaba con tanto juicio nublado, hasta terminar en esta situación. Estábamos aquí, porque queríamos defendernos y ayudarnos. No era solamente para derrotarlos, era para enseñarnos a nosotros mismos lo que nuestras acciones pueden provocar. Los ojos azulados de mi hermano me miraban, se veía tan desesperado por atacar, que no podía esperar, pero sus movimientos era tan tenaz y prudentes como el del asesino de héroes. Había demasiado en la profundidad de su mirada, que me ahogaría si intentaba nadar.
Las llamas amarillentas de la electricidad se hicieron presente, volviéndose azuladas como las de mi padre cuando actuaba con potencia en ellas. Las gotas de sudor bajaron cuando las vi, pero no quería rendirme ahora y tener miedo. Con mi brazo izquierdo no haría mucho, la sangre salía, pero tenía tanta adrenalina que podía soportar el dolor. Evadí la electricidad, como si no existiera, no permití que me tocaran. Me deslicé con mi hielo por el suelo y me cubrí con la presión de agua alrededor de mi. Congele las piernas de mi hermano cuando pase por ahí. Él se giró, buscando quebrarla, pero si me miraba, si tan solo conectaba una mirada con él, me haría caer rendida y no quería perder. Estaba peleando con mi propio hermano, ¿y aún me creo débil? Soy fuerte, soy más fuerte de lo que parezco y no dejaré que lastime a mis amigos, no dejaré que me lastime a mi. Me aleje cuando la electricidad se acercó, era mi mayor miedo. Subí de altitud con el hielo que emergí por mis talones, para así lanzarme bruscamente contra el cuerpo de mi hermano.
—¡Quítate!—me pidió cuando me tomó por el cabello, lanzándome al suelo bruscamente para que mi espalda cayera y la electricidad me abraza hasta hacerme estremecer.—Mira, tenemos compañía.—aviso cuando dos Nomos venían hacia acá, aunque Iida ya se había levantado y él conjunto a los demás peleaban, esto les quitaría ventaja.
—Se te acabó el truco de magia, imbécil.—masculle sobresaliendo de mi lado izquierdo una potencia de agua que lo alejo de mi.
Así que me levante, con mi brazo izquierdo dejando la sangre cesar ante el agua que sobresalía de ahí, cree una fuerte presión que lo retuvo contra una pared. Él era fuerte. Siempre lo fuimos, porque entrenamos desde pequeños para ser los mejores, pero algo paso, porque yo era la única que los utilizaba para el bien. La presión era demasiada y uno de sus lazos se incrustó en mi costado, penetrándolo hasta hacerme sentir dolor, pero no me detuve. No lo veía, porque el agua lo cubría y la pesadez de mis ojos se habían presente, pero no me rendiría, no ahora. Aplaudí con mis manos y una sonda fuerte de agua helada sobresalió para retenerlo, expandiéndose por toda la calle hasta crear unos endurecimientos que llegaban al techo. Mi cabello estaba suelto y mis manos temblaban, retuve a los Nomos, no podían moverse. Y yo, casi tampoco, el frío se apoderaba de mi, no tenía calor, me estaba congelando y aunque eso era parte de mi don, necesitaba el calor de mi cuerpo. Exhale una bocanada de aire, deteniéndome cuando ya había excedi de mi límite.
—Muy bien.—me quede cabizbaja, respirando de manera muy agitada cuando las manos de Shoto me inmovilizaron junto a su lado izquierdo, dándome la calidez que necesitaba.
—No está.—comente abrumada al levantar la mirada, mirando que mi hermano no estaba retenido con los Nomos.—Me engaño con su don, me hizo creer que... —baje la mirada al visualizar mi costado ensangrentado, apreté mis dientes impotente.
—Te lastimó. Maldita sea.—mascullo, aunque se oía sereno, estaba molesto y más cuando me hizo caminar, para así el brillo de esperanza resaltar cuando vi a mis compañeros.
—Al menos no tienes que cargarme en la espalda.—bromeé viendo a Deku, tendido en la espalda de aquel profesional.
—Kai.—me llamo Iida, aunque sostenía al asesino de héroes con cuerdas, se veía demasiado lastimado.—Congelaste toda la calle y no te desmayaste. ¿Como lo hiciste?—me preguntó, hasta que abrió sus ojos.—¡Te hirió!—señalo, mirando mi costado.
—Mi brazo está peor.—señale, porque ya la agua no caía en él y la sangre seguía cayendo.—Pero al menos, retuve a los Nomos.—dije, mirando hacia atrás para verlos congelados.
—Llevemos rápido a este hombre con la policía.—comentó el profesional.—Aunque uno haya escapado, tenemos al más peligroso.—artículo, por lo que me apene.
—¿Qué estás haciendo tú aquí?—se preguntó un hombre de ajá estatura con diseños amarillentos en su traje, que pateo a Deku tan fuerte que una brisa me azoto.
—Él es el héroe a cargo de mi pasantía.—le respondió Deku a Shoto, quien me aferraba aún más fuerte a él, mirándome con recelo ante las heridas sangrientas.
—Estoy bien.—afirme, sabiendo que la sangre sobresalía de mi costado, lentamente, pero lo hacía y podría perder conciencia.
—Igual me voy a preocupar por ti.—musitó él, con su rostro demasiado cerca al mío, por lo que dejé de mirarlo cuando sentí que nos estaban observando.
Luego de eso, varios profesionales llegaron. Nos intentaron de atender, más aún cuando notaron que capturamos al héroe de asesinos. De manera sutil, Shoto me dejaba sentada en el suelo. Aunque pude hacer algo, sentí que no hice lo suficiente. La calle estaba congelada, los Nomos retenidos. Pero dentro de eso, me perdí algo más. La mirada de mi hermano decía mucho. Me engaño usando su don, me hizo creer que lo retenía, pero no fue así, no lo tuve ni siquiera cerca. Mi mano derecha estaba en mi costado de ese mismo lado, aguantando la presión de la herida. Me dolía y ardía, supongo que no será la primera vez que resulte herida en un combate. Al menos pude soportar mi don e incluso, usar una potencia más fuerte de la que suelo usar. Si no nos hubiéramos apoyado, no hubiésemos podido salir de esta, aunque salimos, no fue ilesos, pero estábamos aquí. Giré mi mirada, un destello azulado alumbró el cielo y nadie se dio cuenta, solo yo. Me levante en silencio, así que corrí con mis ojos abiertos y soltando bocanadas de aire. El destello azulado se volvía amarillento, era él. Era mi padre.
—¡Kailani!—oí la voz de Shoto llamarme fríamente cuando noto mi imprudencia, pero no podía quedarme sentada sin más.
—¡Oye! ¿¡A donde va!?—se pregunto uno de los profesionales, que incluso pude sentir correr detrás de mí cuando me fui.
Mi cabello flotaba con la prisa que azotaba todo mi rostro. La sangre en mi mejilla debía estar seca y estaba tan llena de adrenalina que aún soportaba el dolor de mi brazo izquierdo. Una hoja traspasó mi piel, de una manera brusca y desgarradora, un lazo punzante también y aún así, me esmeraba de manera imprudente en seguir mis sentimientos y caprichos que otra cosa. El destello se alejaba, pero aún lo veía. Lo recordaba, ese destello que veía con brillo en mis ojos cuando era niña. Recordaba sentirme emocionada de ver el don de mi padre, de ver cómo alumbraba las calles con un don que ahora veía letal e hiriente. Ha pasado mucho tiempo, cuatro años nunca dolieron tantos desde que recibí esa postal, desde que mi ilusión y obsesión por descubrir la verdad me cegó de incluso cuidar mi cuerpo tan malherido, solo por llegar a él. Por un momento mis ojos se humedecieron cuando no sentía fuerzas ni energías, estire mi brazo derecho, necesitaba, tan solo necesitaba llegar hasta él y con eso bastaría, pero me caía al suelo de una manera demasiado brusca. Sin fuerzas, tan solo cerré mis ojos de una manera suavemente exhausta.
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