𝟏𝟔
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❛Mi punto de partida.❜
KAI
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Las gotas de lluvia que cayeron en la mañana ya no se oían. El mediodía relucía en aquel pasillo donde yacía sentada, mirando una larga lista de profesionales con su intención de reclutarme para las pasantías escolares. La mayoría no había corrido con tanta suerte, solo fuimos tres que pudimos mantener ofertas demasiado altas, pero había solo una que se enmarcaba en mi lista. Su nombre era el primero, verlo detallado con incluso su firma era algo demasiado irreal para mi. La sensación de tener a ese hombre enfrente, con su aura repleto de llamas alrededor fue una que me dejó sin aliento. Era demasiado intimidante, pero el padre del chico que me gustaba y que no podía sacar de mi cabeza era el segundo mejor héroe. Darme una invitación a su agencia y a pasar la pasantía con él era demasiado para mi, más aún cuando mis objetivos a largo plazo son sin duda resaltar como una gran profesional, pero el hecho de saber lo que ocultaba ese hombre detrás de esa capa de profesionalismo y firmeza, me hacía dudar en responder a pasar la pasantía con él.
—Nakamura.—levante mi mirada, observando los oscuros ojos de aquel profesor mirarme.—¿Tiene un momento?—me preguntó el profesor Aizawa, mirándome detenidamente.
—Si.—respondí, levantándome del suelo de aquel pasillo, donde al final de este se oía el bullicio del almuerzo.
—¿Se pierde el almuerzo?—me preguntó, caminando delante de mí con las manos en sus bolsillo, le habían quitado sus vendajes y ahora tenía una cicatriz debajo de su ojo derecho.
—Se que tenemos todo el fin de semana para pensar una decisión sobre las pasantías, pero empezaba a considerarlo desde antes.—respondí, adentrándome al aula con él.
—Ya veo.—respondió.—La profesora Midnight detalló que en la clase de informática no escogiste un nombre clave de héroe, conjunto a otros estudiantes decidieron usar sus nombres actuales.—informó, por lo que asentí.
—No tengo muchas elecciones, aunque fuera un nombre temporal, no quería hacer una decisión errónea.—indique, sosteniendo mi chaqueta y la lista de profesionales en una misma mano.
—Si, a diferencia de tus otros compañeros sueles tomarte las cosas con bastante serenidad.—comentó, sentándose en la silla de su escritorio.—Aún así, buscaba una manera adecuada de poder hablar contigo sobre un tema bastante personal y delicado.—musitó, con pereza.
—Mi madre lo envió. ¿No es así?—le pregunté, en un tono sutil, para ver cómo él me miraba detenidamente, con cansancio en sus ojos.
—No.—respondió vagamente.—Como dije, es un tema bastante personal y delicado. Aunque soy tu profesor y no debo infringir en situaciones personales de mis alumnos, no puedo hacerme de la vista larga sabiendo que quedas entre medio de una situación igual de personal para mi.—explicó, detalladamente.
—Están juntos.—afirme, bajando la cabeza para apretar mi chaqueta impotente.—Y ella no tiene el valor para decírmelo.—indique.
—No te precipites.—pidió, notando mi leve frustración e impotencia.—Mi mayor intención de tocar profundamente este tema es para poder conocer tu sentir. Sería doble moral de mi parte como profesor querer cumplir mis caprichos por encima de personas que recibirían daños colaterales.—decía.
—Se que han pasado cuatro años desde que mi padre no está, pero no me había dolido tanto ahora que se sobre la obligación de mi madre en haberse casado con él.—musité, apenada.—Mi abuelo materno la vendió, sin escrúpulos como si ella fuera un pedazo de carne que pudiera pagar sus deudas. No quiero imaginar lo infeliz que fue y lo mucho que se esforzó para poder sostenerse, pero ahora que lo sé, me duele saber que mi padre no era quien la hacía feliz. Porque ahora, una parte de ella que ya dejó de buscarlo, lo hará para siempre.—añadí, sutilmente.
—¡Aizawa, el director iniciará una reunión... —me giré cuando la puerta se abrió bruscamente, viendo a Present Mic mirarnos apenado y avergonzado por la interrupción demasiado ruidosa para nuestro gusto.
—Iré en un momento. Gracias.—indicó, Present Mic sonrió y cerró la puerta rápidamente.—Supongo que podremos hablar sobre esto otro día, aunque ya oí lo que quería saber.—dijo, levantándose de su asiento.—Tú bienestar psicológico me es más importante que mis caprichos. Te agradezco el tiempo, puede retirarse.—artículo.
Quise decir algo, pero no pude hacerlo. Fue como si la conversación hubiera adormecido todo mi cuerpo con un balde de agua fría que me humedeció, pero ante esas palabras, volví a sentir el calor y como le acobijaban. El hecho de que un adulto pensara en mi bienestar emocional, me hacía sentir demasiado protegida. Asentí de manera respetuosa, dirigiéndome afuera del aula. Aún el almuerzo no había acabado, pero si no tuve hambre cuando inicio, ahora que pronto podría culminar menos la tendría. Camine por aquel pasillo, mirando la lista nuevamente. Buscar a mi padre ha sido una odisea, porque no he podido hallar nada que me acerque a él. Si intentaba de buscar más ayuda en los adultos, posiblemente todo quedaría en vano y la búsqueda se anularía, quebrando por completo cada una de mis grandes esperanzas de volver a ver a mi padre. Respire hondo, deje la chaqueta en el suelo y me senté nuevamente donde había estado antes que el profesor me buscara. Tenía mensajes de Midoriya, procuraba mi localización. Deje el celular aún lado, al igual que la lista.
—Te he buscado por toda la academia.—levante mi mirada para ver aquellos dos ojos de diferente color mirarme con detenimiento.
—No te estoy evadiendo. Si fuera por mi, ahora mismo me metería al cuarto del conserje para besarte de nuevo.—admití cabizbaja, sintiendo una onda de calor que me hizo levantar la mirada, Shoto había enrojecido y las llamas de sus manos se esclarecieron.
—Lo siento. No me acostumbro.—comentó, sentándose frente a mi, dejando todo su peso en la ventana que reflejaba el medio día.
—¿Como estuvo el almuerzo?—le pregunté, intentando de no mirarlo, de no abrumarlo, pero es que me era imposible.
—Hubiera estado mejor.—sonreí, captando aquel pequeño piropo que me hizo sonrojar levemente, para verlo mirarme sereno.—Midoriya está preocupado por Iida. Yo también.—contó, mirando al final del pasillo.
—Dijo que no nos preocupáramos, pero hay algo en él diferente.—comenté, mirando también al final del pasillo.—Aunque su hermano esté bien, tardará en recuperarse. Nadie deja de hablar sobre el asesino de héroes, ahora con las pasantías, estaremos lejos de saber la situación.—añadí, preocupada por Iida.
—Fuiste la tercera con más solicitudes, supongo que no sabes cuál es la mejor.—comentó, mirando mi lista en el suelo, por lo cual suspire para levantarla y mirarla.
—De hecho, si sé.—afirme, para mirarlo con detenimiento y verlo bajar la cabeza por un solo momento hasta que la levantó.
—Mi padre te escogió. ¿No es así?—le preguntó seriamente, por lo que miré la lista para asentir y pasársela.
—Fue el primero.—esclarecí, viendo como él la veía detenidamente para así devolvérmela con sutilidad.
—No me sorprende.—indicó él, levantando su rodilla para colocar su brazo encima.—Solo que me preocupa sus intenciones.—añadió, hablar de su padre lo volvía demasiado frío.
—Se que tenemos el fin de semana para pensarlo, pero voy aceptarlo.—afirme, haciendo que me mirara inexpresivo.—Aunque sea un tipo con ideologías familiares demasiado erróneas, sigue siendo el segundo mejor héroe. Sus ideologías no serán las mejores, pero quiero tomar todo lo que pueda sobre ser un héroe en el futuro y tengo la certeza que puede ayudarme.—esclarecí, viendo a Shoto asentir levemente.
—Lo sé.—afirmó, mientras que el reflejo del sol lo alumbraba, creando sombra en el suelo.—Yo también iré con él.—añadió, dejándome sigo sorprendida por eso.—Estoy seguro que antes no lo hubiera aceptado, pero quiero cumplir con la promesa que le hice a mi madre. No hará que perdone a mi padre, pero sí que pueda seguir avanzando sin atarme.—esclareció, mirando su mano izquierda.
—Es tu punto de partida. No lo olvides.—comente, animándolo.—Al menos estaremos juntos en esto.—añadí, mirando la lista nuevamente.
—¿Cuál es tu punto de partida?—me preguntó, mirándome detenidamente, así que miré sus ojos y recordé la llovizna que cayó aquella noche, con nosotros caminando de vuelta a casa.
—Lo descubriré.—indique sin respuesta, perdida en la profundidad de su mirada que me hizo también recordar aquel beso.
La campana sonó. Así que sentí una leve pereza cuando supe que debíamos volver a clases, más aún cuando nos tocaba inglés por la tarde, pues procuraron por hoy el curso de héroes en la mañana para poder informar sobre las pasantías que durarían una semana. Shoto se levantó, estirando su mano para ayudarme a levantar. Aún lo analizaba, aún dudaba, porque me había dado su mano derecha, la fría. Me levante, sintiendo mi respiración chocar con la suya. Todo se sintió tenso como esa noche, solo que la lluvia no caía y el sol nos alumbraba a través de esa ventana. Nunca había visto su cicatriz tan cerca y detenida, pero el impulso de mi mano sostenerse ahí y acariciarla, fue más como un anhelo suyo de que alguien lo hiciera para darle consuelo. Todo con él se sentía suave, bonito y sereno como su semblante. Así que no pude evitar el hecho de rozar mis labios con los suyos, viendo sus ojos cerrarse tiernamente y luego abrirse cuando me aleje de él. Tome mi chaqueta del suelo, al igual que mi lista cuando oí el bullicio venir de la cafetería.
Nadie lo sabía aún, pero era evidente que la tensión de ambos era una de las cosas que muchos se cuestionaban desde que notaron nuestra cercanía luego del festival deportivo. Shoto era diferente. Toda su aura aunque solía ser pesada e intimidante, por su don y gran determinación para utilizarlo en combate, había algo en él suave como el oleaje que besaba la orilla del mar en los atardecer. Incluso sentada en esta silla, buscaba una manera de verlo. No podía creerlo, esa conexión y esa química que me ataba a él como cualquier átomo era una que nunca había sentido en la vida. Mi mente estaba bombardeada con imágenes suyas, de diferentes ángulos que he guardado desde que lo vi por primera vez. Sostuve mi lista, también mi mochila cuando las clases terminaron y lo busqué con la mirada en medio de la entrada para verlo sonreírme. Él lo sentía, esa sensación de querer retenerlo contra mis labios y brazos, él también lo sentía. Era como un festival que un niño disfrutaba al entrar, así me sentía, como en un carrusel dando vueltas sin parar desde que lo vi. Con mis mejillas sonrojadas camine por la acera, casi sonriendo por eso.
—¿Era Todoroki?—me giré, mirando a Uraraka aún lado de mi, con sus mejillas sonrojada y sonrisa esclarecida ampliamente.
—¿Qué?—le pregunté pasmada, evadiendo el tema cuando ella se emocionó, dando leves brincos que llamaran la atención de Deku, él iba adelante, en silencio.
—¡No puede ser, es Todoroki quien te gusta!—afirmó ella, moviéndome aún con esa emoción que me hizo pasmar.—¡Deku! ¿Tú lo sabías? ¡No es justo!—indico, cruzándose de brazos.
—Oye Uraraka, ¿y a ti te gusta alguien?—le pregunté para verla abrir sus ojos grandemente, tanto que casi se sobresalían.
—¡Ah! ¿Si me gusta alguien? Am. ¡No lo sé, digo, no es que probablemente me guste alguien!—su lengua se trabo varias veces cuando nos detuvimos, conjunto ella, Deku también se detuvo para mirarnos.
—Entonces te gusta alguien.—afirme, levantando una ceja para avergonzarla más, pero no era mi intención hacerlo.
—¡Me gustabas más cuando no solías hablar!—admitió, rascando su nuca.—¡No importa, ya me tengo que ir!—aviso, levantando su mano para despedirse.—Recuerden escoger con quien pasarán su pasantía.—añadió.
—Adiós Uraraka.—nos despedimos Deku y yo, viéndola darnos la espalda para irse camino a su casa, sola.—¿Por qué le preguntaste eso?—me preguntó Deku, cuando nos subimos al autobús, el cual gratamente estaba vacío.
—Porque a ti te gusta.—afirme al subir, dejándolo sin palabras.—Y de seguro tú también a ella.—añadí, sentándome a su lado.
—¡Oye, no deberías suponer por otras personas!—me pidió, cubriendo su boca y con su rostro todo enrojecido.
—Y tú no deberías de entrometerte en donde no te llaman. Lo has estado haciendo últimamente y aunque es algo que haga un héroe, no puedes hacerlo siempre.—comente, viéndolo bajar la cabeza apenado.
—Lo dices por Iida, ¿no es así?—me preguntó, aún cabizbajo.—Es que, me preocupo mucho por mis amigos. No quiero que estén solos en sus batallas, ni en las más personales.—contó cuando el autobús aceleró.
—Lo sé, eres un buen amigo. Solo que no quiero que resultes herido por las decisiones de los demás, hay cosas que no podemos salvar, aunque lo intentemos.—esclarecí, mirando la ventana y viendo el sol para sentir mi celular vibrar por un mensaje de texto.
—¿Por qué dices eso?—cuestiono, notando mis hombros decaer en frustración.
—No quiero entrometerme en la vida de mi madre, si lo hago, me lastimare al buscar expectativas de que ella haga lo que quiero.—explique, viendo el mensaje de Shoto reflejarse en la batalla de mi celular.—Al fin y al cabo, supongo que ella quiere ser feliz como todos.—añadí, sonriendo de lado cuando lo leí.
—"Debimos entrar al cuarto del conserje."—era lo que decía con unos emoticones de corazón que me hicieron palpitar el mío.
—¿A qué te refieres?—me preguntó, notando mi tristeza reflejarse en la ventana, se empezó a preocupar y lo noté demasiado.
—Que aunque busque a mi padre, no debo buscar una manera de reunir a mi familia. Mi punto de partida será saber lo qué pasó hace cuatro años y dejar de atarme a eso, la verdad es lo único que me liberara.—musité, mirándolo para verlo apenarse ante eso.
Él se quedó en silencio, acompañándome. Después de aquella conversación con el profesor lo pude entender, todos debíamos seguir avanzando y aunque quisiera detener el tiempo, no podía hacerlo. Perdonar. Querer. Eran una de las cosas que he aprendido en estos dos meses, he perdonado lo que creí imperdonable, he querido a quienes jamás creí que querría. Me gusta ir a la academia, me gusta ver a mis compañeros y me gusta caminar de regreso a casa en compañía. Todas esas cosas que no me gustaban, que creí odiar, eran lo que volvían a llenarme de energía y motivación para seguir avanzando. El autobús se detuvo, así que nos bajamos para caminar. Estábamos preocupados por las cosas que no podíamos entender, tampoco detener, pero Deku y yo nos teníamos el uno al otro. El condominio se asomó, así que subí los escaleras de este para dirigirnos a nuestra casa. La tarde había sido larga, las clases también. Tenía que buscar un nombre pronto que me representara, pero aún no sabía cuál. Ahora, debía prepararme para la pasantía que iniciaría esta semana. Iba hacerlo, hasta que...
—¿Qué haces?—me pregunté en la entrada de mi casa, cuando vi a mi madre vestida de una manera formal, alrededor habían un montón de cajas vacías.
—Nos mudaremos.—afirmó mi madre haciéndome abrir los ojos grandemente desconcertada, mientras que Deku estaba detrás de mi.—Por eso no fui a trabajar hoy. Tenía unas citas para ver varias opciones.—indicó.
—No quiero mudarme. Me gusta vivir aquí.—opine, sosteniendo mi mochila.—¿Por qué tan de repente? No quisiste mudarte antes con todo el dinero que tienes.—esbocé, confusa.
—Yo me iré. Un gusto verla, profesora Tamira.—se excusó Deku, algo apenado empezó a caminar hasta la puerta de al lado, pero me quede parada enfrente a la mía sin poder entrar.
—Quería vivir bajo perfil, llegue a un acuerdo con el dueño de estos condominios, pero es hora de irnos a otro lugar. Solo las dos.—afirmó, acercándose a la mesa para dejar varias cajas encima de esta.
Y fue como dije. Hay cosas que no podemos evitar, tampoco cambiar. El tiempo sigue y no se detiene, por nada, tampoco por nadie, pero me era amargo saber que los ciclos se cerraban para buscar unos mejores que antes. Me quede parada frente a la puerta sin poder moverme. Mi madre no me miraba, tampoco me decía nada. Continuaba recogiendo, como si los transmites hubieran sido tan rápido, imposible. Ya ella había estado avanzando en silencio, sin decirme nada. Era eso lo que no entendía. Su silencio era demasiado misterioso, tanto que me hacía dudar. Cuando decidí entrar, cerré la puerta y me quite los zapatos, mirando la pared del pasillo vacía y como ya no habían retratos enmarcados en ella. Me acerqué a una de las cajas, no estaba jugando, nos iríamos de aquí, sin más. Sostuve en mis manos aquel retrato donde se enmarcaba mi familia, la que había sido y la que nunca volverá ser. Mire detenidamente a mi papá, sonreír conjunto a mi. Sin embargo, los únicos que no sonreían ampliamente en este retrato era mi madre y mi hermano. ¿Por qué?
PARA EL SIGUIENTE CAPÍTULO DEBE HABER UN MÍNIMO DE SESENTA VOTOS.
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