Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟏𝟒

────────────────────────
❛Un pasó.❜
KAI
────────────────────────

La alarma sonó antes de lo usual. Así que me removí soñolienta, pero con energía para empezar el día. Me di una ducha fría que me despertó por completo, para así tomarme mi tiempo y peinar mi cabello. Hice una atadura en la parte de atrás con una cinta negra adornando y cayendo como mis flequillos de adelante. Me coloqué esas medias blancas arriba del tobillo, conjunto a las botas negras que le hice juego con mi cinta. Abotone mi camiseta blanca, amarrando la corbata rojiza que caía para verme en el espejo. Me quedó ahí por un momento. Toda la noche no pude dejar de pensar en lo desesperada que estaba por volver a la escuela. Jamás me había encontrado tan animada para empezar el día, menos un lunes tan pesado para la mayoría de las personas, pero quería llegar temprano e incluso... abrí mis ojos grandemente cuando la mirada de Shoto atravesó mis pensamientos como una estrella fugaz. Desistí de pensarlo, saliendo de mi habitación para ver a mi madre en la cocina, vestida de una manera bastante profesional.

—Buenos días.—salude, dirigiéndome hasta mi mochila para organizarla, sentí la mirada de mi madre en mi.

—¿Te levantaste más temprano?—se preguntó mi madre, tomándose un café.—¿¡Te peinaste!?—cuestionó, casi escupiendo el café cuando me miró con detenimiento.

—¿Por qué? ¿Me veo mal?—me pregunté preocupada, buscando un espejo donde pudiera ver mi aspecto nuevamente.

—No... ¡luces hermosa!—halago mi mamá, llevando sus manos hasta mis hombros.—Pero, ¿por qué tanto?—se preguntó nuevamente, llevando su mano hasta el mentón.

—Es que... quería verme bien.—respondí, sintiendo ese sonrojo en sus mejillas que no pudo ocultarle a mi madre.

—¿Es por Shoto Todoroki?—abrí mis ojos grandemente, viendo la dentadura de mi madre mostrarse.—¡Te gusta! ¿No es así?—solté una bocanada de aire, mirando el suelo cuando la puerta resonó.

—Debe ser Deku.—expresé, evadiendo a mi madre quien esperaba una respuesta, abrí la puerta para justamente toparme con esos ojos verdosos mirarme.

—Kai, buenos días.—saludo, pero él levantó una ceja y también me examino.—Luces muy bonita hoy.—halago sonriente, pero también desconcertado y eso me alarmo, aún estaba algo herido y vendado.

—¿Significa qué no he ido ni un día bonita a la escuela?—me pregunté preocupada, también alarmada para verlo negar.

—¡No, no! Es solo que hoy te ves más bonita.—arreglo, sonriendo hasta achinar sus ojos y cerrarlos, apenado.

—¿Ya nos vamos?—nos preguntó mi madre, recogiendo su bolsa para vernos.

—¡Si!—respondí, tomando la mano de Deku y alentarlo a caminar.

—Estás muy extraña hoy. ¿Acaso Iida te golpeó muy fuerte la cabeza?—se preguntó, pero no respondí y me apresuré en llegar al auto.—Si es así, debí haberle dicho antes.—pensó en voz alta, haciendo que me sobresaltara.

—¡Deku!—le reprendí, llevando su palma hasta la nuca, donde le arremetí un golpe que lo hizo acariciarse dolido.

Él no mentía. Verdaderamente desde que desperté, he estado sintiendo una presión revoltosa en mi estomago. No, de hecho no era desde hoy. Sin duda esta sensación provenía desde mucho antes, pero se hizo intensa en el festival deportivo. Mi madre encendió el auto. Ella sonreía, mirando a Deku por el retrovisor para hablarle, pero no les oía. Estaba metida en mis pensamientos, tan profundos que solo miraban la ventana y olvida la canción que sonaba en la radio, perdiendo la noción del tiempo. Mis manos se dirigieron hasta mi falda, apretándola con fuerza cuando nuevamente su mirada se atravesó en cada uno de mis pensamientos. La imagen de su rostro y semblante parecían una melodía repetitiva, más aún cuando me queda mirando con detenimiento cada una de sus facciones que me pareció sin duda aún más cautivante que antes. No podía evitarlo. Sin duda él no salía de mi cabeza y eso continuaba atesorando la energía de las mariposas que ahora volaban con más intensidad. Tenía miedo de llegar a la escuela, cuando en la mañana era lo único que quería, solo para verlo a él, maldición, maldición.

Esta sensación era muy bonita, pero también me daba demasiado miedo. Aún mi madre hablaba en el fondo, ella empezaba siempre la mañana con ánimo después de una buena taza de café. Ahora entendía sus mejillas sonrojadas cuando se levantaba cada mañana, esperando verse bien. Nunca la había visto así, ni siquiera con mi padre y me apenaba juzgar el hecho de que no fuera así, porque ahora entendía que el corazón siempre vibraría en una misma sintonía conjunto a otra persona. Yo jamás me había sentido de esta manera, ni en una sola vez miré a un chico que me hiciera sentir en llamas desde el interior y ahora que lo sentía, ahora que no podía sacarme a Shoto de la cabeza y esos ojos de diferentes colores, entendía el infierno que debió pasar mi madre cuando la obligaron a mirar a alguien que no le hacía sentir estas potentes mariposas. Deje de sostener mi falda, bajando la cabeza cuando ella se estaciono en el lugar de profesores. Mi pecho subía y bajaba, ni siquiera podía abrir la puerta del auto sin que mis manos no temblaran mediante el sudor que brotaban. Así que deje caer mi mano, sintiendo nauseas. Estaba nerviosa, demasiado.

—Kai, ¿no vas a bajarte?—me preguntó mi madre cuando Deku se bajo, cerrando la puerta con sutileza para esperarme.—Si es porque está lloviznando no es nada, pasará pronto.—contó ella, pero denegué, no era eso.

—Me alegra que te veas feliz.—musité sonriendo avergonzada para ver cómo ella abrió sus ojos y soltó una bocanada de aire.

—Es normal.—expresó ella, llevando su mano hasta la mía para consolarme.—Pero tú puedes.—indico, alentándome.

—Eres la mejor madre del mundo.—confirme, acercándome a ella para abrazarla.—El profesor Aizawa tiene suerte.—añadí en un tono pícaro que la hizo alejarme.

—¡Kai!—exclamó risueña y sonrojado, dándome un brillo que no había visto en ella.—Vamos, ve por él.—indicó, así que asentí para abrir la puerta y bajarme del auto.

—¿Todo está en orden?—me preguntó Deku, abriendo su sombrilla para que no me mojara cuando cerré la puerta, acercándome a él mientras sostenía mi mochila.

—Si, todo está bien.—afirme, quedando aún lado de él para caminar hacia el interior de la escuela, sintiendo más pánico.

—Parece que no hay más indiferencias. Eso está bien Kai.—comentó él, mirándome con esa sonrisa tan genuina.

—No puedo explicarlo, pero me siento feliz.—esclarecí, mirando las nubes grisáceas que dañaban mi aura.

—Jamás creí que oiría eso de ti.—expresó, bajando su cabeza aún lado de mi, sin desvanecer esa sonrisa de su rostro.

—Pero estoy preocupada por Iida.—comente cuando nos adentramos al salón y él no estaba ahí.—Espero que su hermano esté bien.—indique, recordando la llamada preocupante que recibió en el festival deportivo, donde indicó que su hermano fue herido gravemente por un villano en la ciudad.

—Yo también estoy preocupada por él.—Deku y yo nos giramos, viendo a Uraraka adentrarse con vendajes en sus mejillas.

—Permiso.—me removí automáticamente cuando oí esa voz, tanto que parecí esconderme detrás de Deku cuando Shoto se adentró al salón y todas mis mejillas se sonrojaron.—Midoriya, espero que mejores pronto.—indico cuando vio el brazo de Deku.

—Gracias, Todoroki.—agradeció Deku, mientras que me quede cabizbaja para así levantar la mirada y toparme con él, hasta que se sentó y bajo la cabeza.

Me senté, mirando detenidamente el pupitre sin poder sacarme su mirada de mi mente. Él estaba ahí, sentado en su silla con su típico semblante distante, pero lucía más diferente que las últimas veces. Giré mi mirada, buscando verlo por un momento y así fue. Él estaba sentado, sereno con su mirada cabizbaja, mirando sus manos. Cada detalle que no aprecie en él, lo veía con sumo detenimiento como si hubieran sido pintados por un hermoso pincel. Su ojo turquesa brillaba igual que el mío, pero ese grisáceo era el que daba esa frialdad e intimidación que nadie podía sostener cuando miraba, ni siquiera yo sin sentir mis mejillas sonrojarse hasta enrojecer todo mi rostro. Deje de mirarlo, para suspirar. Este sentimiento me agobiaba el corazón, tanto que terminaba entristeciéndome. No dudaba que él no se sintiera igual, su actitud y manera de comportarse en el festival deportivo fue la que encendió esta llama en mí que no se ha apagado desde entonces. No podía sacarlo de mi cabeza. Pero tenía que admitirlo, tampoco quería hacerlo, no quería dejar de pensar en él.

—¿Qué tienes? Luces triste.—me preguntó Deku, intentando de buscar mi mirada, tarde un rato hasta que lo miré.

—¿Como sabes que te gusta alguien?—le pregunté de manera inesperada en un tono demasiado bajo, él abrió sus ojos grandemente soltando una bocanada de aire.

—¿Te gusta alguien?—se preguntó, en un tono neutro que fue capaz de llamar la atención de los que estaban alrededor.

—No lo digas en voz alta, por favor.—le pedí de manera desesperada, cubriendo su boca, pero fue demasiado tarde.

—¡Te gusta alguien!—se preguntó Uraraka, aún lado de nosotros cuando se asomó, casi sentándose encima de mi por la gran curiosidad que la atrapó.

—¿Como que te gusta alguien?—atras de mi, Kaminari se dirigió también de manera presente en la conversación.

—¡Ay no!—se quejó Mineta, casi lloroso y desconcertado, tanto que bajo la cabeza e hizo como su llorara.

—No puede ser. No puede ser.—denegué, cubriendo mi rostro cuando sabía que sin duda alguna, Shoto escuchó.

—Seguramente un pez.—la voz de Bakugo se esclareció de manera burlona alrededor de la incertidumbre que creó la alta confesión de Deku sobre mi sentir.

—Basta Bakugo, nadie te lo preguntó.—todos se giraron, incluso Bakugo cuando en el fondo del salón Shoto interrumpió, frío.

—¿Quién está hablando contigo Tontoroki?—le preguntó Bakugo, una amarga sensación recorrió el rostro de Shoto.—¿Quieres otra paliza?—se preguntó, levantando su medalla, Bakugo había ganado el festival deportivo.

—¿Cómo me llamaste?—me levante cuando Shoto se levantó del asiento, todos nos miraron y me sentí avergonzada por delatarme.

—Ya veo.—musitó Bakugo, levantándose de su asiento para reírse en un tono bajo.—¡Te gusta la cucaracha de mar!—acuso, señalándome de una manera ofensiva.

—Se llaman camarones, ¡y en esta caso es una comparación muy tonta porque Kai es muy bonita!—defendió Uraraka.

—¡Cállate cara redonda!—pidió Bakugo, mostrando la prepotencia en su manera de sonreír.

—¡No la llames así Kacchan!—defendió Deku, con su voz temblorosa cuando se levantó de su silla para mirar a Bakugo sentarse de una manera sarcástica cuando se vio, "exhausto".

—Que molestos son. La conversación no se trataba de ustedes.—indicó Bakugo, llevando sus manos atrás de su cabello para darle peso a su cabeza y mirar al suelo.

—¿Y eso que te incumbe?—volvió a cuestionarle Shoto, volviendo a encender esa tensión que habitaba en él y Bakugo.

—Entonces te gusta.—afirmo Bakugo, haciendo que todos miraran a Shoto e incluso yo, porque tenía una fina línea en los labios.

—A ti también. Por eso la molestas.—abrí mis ojos grandemente, no tan solo porque Shoto nunca negó que sentía lo contrario, si no porque Bakugo se levantó eufórico del asiento.

—¡Por supuesto que no, mitad y mitad!—denegó Bakugo.—¡Deja de entrometerte!—le pidió, acercándose a él.

—No me entrometería si no la molestaras tanto.—justifico Shoto, quedando frente a Bakugo quien expulsaba llamas.

—Ya lo he dicho antes, ¡si quieren ser abogados esta no es la escuela correcta!—exclamo, sin despegarse de Shoto quien bufo.

—Ella puede defenderse sola.—añadió, haciéndome sentir halagada, pero a la vez tensa por la cercanía de ambos.

—¿Y por qué la defiendes?—le preguntó Bakugo, cuestionándolo con una sonrisa.—¡Te gusta!—le grito, fuertemente.

—¡Todoroki!—grito Deku cuando de su mano derecha expulsó el hielo que detonó en contra de Bakugo cuando este fue atacarlo.

—¡Todoroki, ahora hace mucho frío!—se quejó Yaoyorozu, abrigándose con sus brazos mientras que los demás veían.

—Salgan. Ahora.—dirigí mi mirada a la entrada, viendo el profesor Aizawa mirar a Shoto y Bakugo mirarse con detenimiento.

—¿Qué acaba de pasar?—se preguntó Kaminari, desconcertado me miró y tan solo cubrí mi rostro entre mis manos.

—Definitivamente no he aprovechado esta oportunidad.—recite frustrada, para bajar la cabeza con demasiada vergüenza.

Fue la tarde más tensa que pude haber tenido en la escuela. Estaba tan emocionada, tan nerviosa que ya no sentía ninguna de esas emociones en lo absoluto. Intentaron de no hablar sobre eso, pero sin duda alguna los compañeros que me gane, no podían evitar dejar de cuestionarse las actitudes defensivas de Shoto y Katsuki. Fueron enviados a la oficina del director, pasaron toda la tarde ahí, así que no pude verlos a ninguno durante las clases, ni siquiera en el almuerzo. Aunque, me entristeció más el hecho de que no pude ver a Shoto. Me dirigía hacia la salida, iba acompañada de ellos, mientras que Uraraka y Midoriya yacían enfrente, Kaminari y Kirishima no dejaban de halagar mi hermoso peinado, intentando de quitarme la cinta. Sonreí, la verdad eran un par de morones con actitudes demasiado energéticas y pegajosas. Me iría caminando, pues mi madre tenía mucho trabajo y se veía estresada, después de las tensiones que hemos pasado, lo menos que quería era abrumarla. Además, caminar de vuelta a casa con Deku era una de las cosas que más disfrutaba, aunque antes pareciera odiarlo, su compañía era mi calma. Él era un buen amigo.

—No habrá clases en los próximos dos días, seguramente los profesionales querrán reclutarlos. Organizaremos todo y lo anunciaremos cuando regresen. Descansen y esperen recibir noticias.—fue lo que había avisado el profesor Aizawa, antes de que las clases culminaran en la tarde.

—¡Que emocionante, seremos reclutados por profesionales Deku!—exclamó Uraraka, caminando enfrente con Deku, quien se veía nervioso e inseguro por su cercanía.

—Si, así es Uraraka. Luces muy emocionada.—comentó él, mientras que oí pasos detrás de mi acercarse con prisa.

—Nakamura, espera.—en la entrada me detuve, girándome para verlo acercarse a mi, haciendo que mi corazón palpitara y las mariposas reaparecieran.

—Shoto.—me quede detenida frente a la escuela, mediante los otros alumnos pasaban, note como Deku sonrió para darme la espalda e irse, como si supiera algo.

—Aún no hemos hablado.—artículo quedando frente a frente, haciendo que mi estomago siguiera dando miles de vueltas cuando sus ojos se sostuvieron a los míos.

—No creí que fuera el momento adecuado para hacerlo.—expresé, viéndolo asentir para sacar su celular del bolsillo.

—Apunta tú número. Por favor.—me pidió pasándome su celular, no se como lo apunté sin que mis dedos temblaran.

—¿Me llamaras?—le pregunté curiosa, viendo guardar su celular para mirarme y cuando lo hizo, todo se detuvo en sus ojos.

—Me gustaría acompañarte a tu casa. Quizás no recompense como me he comportado, pero al menos es un paso.—indico, haciéndome girar para darme cuenta que Deku realmente se había ido, como si supiera.—Por favor.—añadió, con un tono cortes que me derritió.

—Un pasó.—acepté, girándome para que me siguiera el paso, como si fuéramos dos niños aprendiendo a caminar.

Las palabras no me salieron ese día, donde la lluvia dejó de caer cuando el sol relució en la hora de oro más hermosa. Jamás, pero jamás había estado tan tensa como lo estuve en esa acera. No había manera de hablar sin sentir que mi lengua fallaba y las palabras no me salían, porque él estaba ahí a mi lado tan sereno y sutil, acompañándome a mi casa. Se sentía diferente. Su esencia, su semblante e incluso sus expresiones. Todo se veía más suave, con la sutilidad que él sin duda no tenía por esa arrogancia que sostenía en su máscara para protegerse de aquellos que lo creyeran débil. Él sujetaba mi mochila, como también mi chaqueta y eso me impedía no hablar, por el hecho de ver ese gesto tan caballeroso. Me ha defendido, también protegido, pero esto superaba las expectativas porque nadie nunca había sostenido mi mochila para hacerme caminar libremente sin el peso de esta. Mi cabello suelto cubría mi rostro, así que levante la cabeza para respirar hondo y esconder mi flequillo detrás de mi oreja, girándome para verlo también con sus mejillas tan sonrojadas que no podía esconderlas. No quería que esto se acabara, ni ahora, ni en los próximos meses.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro