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❛La hija de un villano quiere ser un héroe.❜
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Parpadeo. Sus ojos azulados de un formato cristalino veían la ventana detenidamente. Las palmas de sus manos se mantenían encima de aquella falda corta, con la textura de un pantalón que iba en conjunto con su chaqueta que cubría una camiseta blanca. Era posiblemente una de las pocas en su curso de haber sido aceptada para realizar un examen de admisión en una de las academias más prestigiosas de Japón, donde la mayoría de los aspirantes a héroes querían asistir para su futuro desarrollo profesional. Miró sus mano, ambas palmas. Podía ser una bendición para ella haber sido parte de una cantidad de personas capaces de heredar dones, pero para otros no sólo era una bendición, era doble, por el simple hecho que dicha adolescente de quince años logró habilitar dos dones como regalo. Su palma derecha se endureció con el hielo que recreó ahí, dando un leve aire de frío en aquel auto que su hermosa madre conducía animada.

Era una mujer espectacular, alta y pasaba los cuarenta, con un cutis envidiable. Su cabello era largo de un color blancuzco y destellos azulados que su hija menor había heredado; ambas lo tenían largo, les llegaba hasta los codos. Tanto la héroe profesional que tenia manejó total del agua, como su hija tenían en las mejillas ciertas pecas visibles que se podían ver en su nariz afinada, añadiendo sus pestañas blancas. La adulta se giró, notando de reojo como su hija se veía demasiado tensa, tanto que la notaba clavar las uñas en la falda corta que tenía puesta. ¿Debía juzgarla por eso? Tenía claro conocimiento de que le aterraba abrirse a la sociedad, una nueva donde encontraría a personas con dones peculiares y combatirían con tal de tener un puesto en la famosa UA, donde también esperaban con los brazos abiertos más profesores distinguidos como lo era Hikari. Fue de las pocas famosas y profesionales que aceptó el puesto de profesor, hace cuatro años atrás.

—Estoy segura que lo harás genial.—comentó ella, absorbiendo de su café cuando pudo frenar su lujoso auto en un semáforo rojo.

—Solo serás una espectadora, es fácil que lo digas.—musitó la adolescente, en un tono sereno, nada altanero, la voz de Kai era ronca pero a la vez, sutil.

—No significa que vayas a estar sola, Kai.—infirió la adulta, acelerando el auto para así colocar su mano en la de su hija, dándole un tipo de consuelo.

—Me reconocerán. Sabrán que soy... soy su hija. Y habrán chicos con dones geniales, de seguro no me harán sentir bienvenida.—aquella anónima acusación hizo a Hikari tragar saliva.

Han pasado cuatro años desde el bombardeo que hubo en los noticiarios de todo el país, Japón entero habló por días sobre las afirmativas acusaciones contra Kenny Nakamura. Un hombre que también pasaba los cuarenta, de altura alta y cuerpo demasiado flexionado. Sus ojos ámbar salieron en cada portada de los periódicos, también detalles atemorizante sobre su uso letal del don que portaba contra compañeros profesionales que perdieron la vida en un campo de batalla en la ciudad de Tokyo, la capital del país donde nació conjunto a los hijos que engendró con la héroe profesional que veía a su hija de reojo. No fue de esperarse que también fuese señalada de ser cómplice por las acciones imperdonables de quien fue su esposo y aquel que pareció arrastrar hacia la oscuridad al hijo mayor de ambos. Tanto Kenny como su hijo Naoto se habían ido hace cuatro años, creando en su un hueco familiar en ambas femeninas.

—No tengas miedo por competir con otras personas, esfuérzate siempre. Hazlo como siempre te enseñe.—aconsejo, intentando de evadir el amargo recuerdo del quiebre en su familia.

—¿Y si dicen que soy la hija de un villano?—esclareció, aún sin desvanecer el tema que parecía perturbarla desde siempre.

—Dirás que es cierto. Pero que pintarás tu propio camino.—musitó Hikari en una sonrisa, su hija se quedó afligida y en silencio.

—Eso no les quitará de la mente que sea hija de un villano y también... hermana de uno.—artículo, dejando su cabeza descansar en la ventana.

—Pero al menos es un nuevo comienzo.—afirmó la adulta, mirando adelante para girar a la derecha, adentrándose en el estacionamiento para profesores.

—Estaré sola desde ahora, ¿no es así?—se preguntó Kailani algo inseguro, en un tono bajo y sereno, mirando a su madre.

—Mi pequeña niña, estaré ahí para ver el excelente trabajo que harás.—ánimo Hikari, acariciando la coleta de su hija.

—Mamá, ¿y si no les agrado a los demás compañeros por ser tú hija? Pensaran que si logro pasar, fue por eso.—comentaba ella, insegura en medio de su pregunta.

—Todos los que están ahí, verán tu esfuerzo.—respondió Hikari, llevando su mano hasta el hombro de su hija.—¡Esos chicos estarán locos por ti!—anunció emocionada.

—Pareces una fanática alocada mamá, basta.—le pidió, abriendo la puerta del auto para recoger su mochila.—Además no tengo tiempo para chicos. Ellos son tontos y de seguro querrán relucir sus dones ante otras chicas.—musitó ella, mirando alrededor el estacionamiento.

—Es que estás hermosa.—comentó, con brillo en sus ojos y cruzando sus manos para sonreírle embobada.

—Deséame suerte.—le pidió Kai, cerrando la puerta a sus espaldas mientras que aún oía los ánimos de su mamá.

—¡Tú puedes hija, aplástalos como hormigas!—grito, cubriendo su boca de inmediato.—¡No, no! Me emocione, no debo decir eso, soy una profesora. No tengo preferencia con los alumnos.—se repetía ella, sonriendo pasmada mientras que Kai caminaba cabizbaja.

La joven adolescente recogió su mochila azulada, colocándola en la espalda para mirar adelante aquellos dos edificios. Parecía un sueño irreal, el hecho de presentar hoy su examen de admisión a la academia donde sus padres salieron. Siempre fue un sueño. Desde que era niña y empezó a entender el mundo de los héroes, tanto su profesión, deseo asistir a una escuela que le transmitiera confianza. Sin duda alguna, esta debería ser su academia de héroes. Camino, sintiéndose tensa e intimidada cuando empezó a notar bullicio. Para ser una niña con una vida un poco alumbrada por la fama, buena y mala de su familia, no tenía amigos. Kailani estudio en Somei, una escuela bastante prestigiosa, pero con jóvenes sin valores. Sentía su pecho subir y bajar. Tenía su mirada baja, no quería toparse con nadie. Aunque la reconocería por su afirmativo parecido con su deslumbrante madre. Apretó ambas mangas de su mochila, aún tensa. Sus músculos se contraerían, pero debía seguir caminando.

Había trabajado mucho para esto. Tutorías para las clases básicas de héroes, como arduos entrenamientos con algunos profesionales que aportaban a la causa de los jóvenes aspirantes. Aunque, desde los siete años hasta los once, su padre intentó de educarla físicamente para obtener una buena resistencia de su don. Kailani absorbía demasiada energía de ambos y eso la hacía entrar en un estado de inconsciencia por varios minutos, debía haber alguna manera de controlarlos. Ella se detuvo en la entrada de la academia, estiro un poco las medias blancas que sobresalían de sus botas negras con agujetas para tensarse cuando sintió un aura tan cálido que la hizo inmovilizarse. Levantó su mirada de inmediato y tan solo vio un montón de personas pasando. Le aterraba. No estaba preparada para ir a un ambiente nuevo, un lugar donde podrían señalarla igual que su presente escuela. Quería huir, pero no pudo y menos aún cuando escuchó aquella voz.

—Apártate Deku. No me estorbes o te arrepentirás.—un cuerpo chocó con ella, no lo miró con intimidación, pues ese chico tímido tembló era nada más y nada menos que su vecino.

—Izuku Midoriya.—nombró ella, no lo miró con intimidación, pues ese chico tímido que tembló por su presencia era nada más y nada menos que su vecino.

—Que vergüenza, es la segunda vez que hablo con ella en toda mi vida y parece la misma situación de la vez que nos conocimos.—se decía Izuku para él, recordando el agrio momento donde Kai lo defendió de su presente agresor, el impulsivo de Katsuki.

—Miren quien está aquí.—los ojos cristalinos de Kailani atravesaron como un alfiler los rojizos ojos de aquel joven que la miraba con una sonrisa desafiante.-La boba con ojos de cristal.—articulo Katsuki cuando la reconoció de inmediato.

—Lo que faltaba.—musitó ella, la frialdad en sus palabras arroparon a Katsuki de manera amarga, el duelo de ambos inició hace casi tres años cuando se cruzaron en un lago.

—Lo mismo digo, estúpido delfín.—masculló él, recordando cómo esos nudillos que miró fueron los mismos que rompieron su nariz en un verano caluroso.

—De hecho los delfines son muy inteligentes. ¡Y muy tiernos!—pensaba Izuku, justificando el comentario de Katsuki.

—Ya veo que es un capricho infantil molestar a Izuku.—mencionó ella, pues el joven de pecas yacía detrás de ella, temblando de estrés con la presencia de su compañero de escuela.

—¿Le llamo infantil?Aun es igual de atrevida que él.—pensaba Izuku, quedando detrás del hombro de su vecina, cuando niño era una bendición que dicha familia de héroes haya tenido una hija de su edad, pero jamás se relacionaron; menos con lo sucedido hace cuatro años.

—No te entrometas, fenómeno.—le pidió Katsuki, pasando aún lado de ella para chocar contra su hombro.—Ya no me importa que seas chica. Te derrotaré.—añadió, mirándola de reojo para chocar sus dientes.

—Creí que lo había superado.—musito ella, girándose para ver a Katsuki irse, mientras que Izuku le veía.

—Muchas gracias por defenderme, de nuevo... —agradeció él, apenado y cabizbajo, para Kailani examinarlo desconcertada; Izuku era un niño sin don, ¿como podía estar aquí?

—Oye ¿Tú mamá sabes que estás aquí?—se atrevió a preguntar ella con sutilidad, con una voz ronca y fría.—Lo siento.—no tardó en disculparse al notar la línea fina que cruzaba.

—¡Está bien, no te preocupes!-indicó Izuku, sonriendo aún pasmado.—La verdad, ¡que alegría verte por aquí!-añadió, sabiendo que rara la vez veía a Kailani fuera de su casa.—Aunque era de esperarse. Me dijeron que era una de las recomendadas, bueno, All Might me dijo.—pensó.

—Ten cuidado. No dejes que te molesten.—pidió ella, dándose la vuelta para colocarse su mochila más cómodamente.—Y suerte.—añadió.

—¡Si, muchas gracias por preocuparte! ¡E igual Kailani!—exclamó él, rasgando su nuca para verla marchar a la lejanía.

—Mira, te lo dije está aquí. La hija de Ilussion y Thundermen.—las murmuras se hicieron presente cuando Kailani se distanció del joven Izuku, quien la miró con detenimiento.

Para él era más que un privilegio saber que en la puerta de aún lado, vivían una pareja de héroes. Aunque su mamá siempre le recalcó que era algo privado y confidencial. No muchos saben que la familia Nakamura residía en un condominio aislado, con el fin de sostener su vida privada lejos de los medios. Recordaba interactuar con dichos héroes, de hecho, en su libreta de apuntes tenía varias cosas que logró visualizar de ellos en algunos videos en las páginas de internet. Estaba encantado que tendría como profesora a una de ellas. Izuku era un joven que admiraba demasiado dicha profesión que sostenían, sin embargo, interactuar con los hijos de aquellos héroes casi siempre fue nulo. Aunque era evidente que los conocía y que muchas veces habían intercambiado miradas. Ambos crecieron en el mismo lugar y era una pena que no se hayan podido relacionar, porque no eran tan diferentes, fueron señalados. Izuku por no tener un don y Kailani un padre que se ensució las manos de sangre.

Ella levantó su mirada cuando se adentró al interior de la academia. Era observada desde la segunda planta por el arrogante de Katsuki Bakugo, a quien Izuku le llamaba Kacchan. Sus ojos se volvieron a encontrar como alfiler, pero se ignoraron entre sí. Ella subió las escaleras de una manera sutil, quedando inmóvil cuando alguien por su lado pasó, tomándole delantera. De reojo miró por primera vez una doble peculiaridad. Unos ojos de diferentes colores la miraron, tan frío como para hacerla inmovilizar. Un ojo turquesa, otro grisáceo. Sin romper contacto visual, Kailani se detuvo para que él pudiera pasar sin interrupciones pero la rojiza cicatriz en su lado izquierdo la hizo abrumar rápido. Fue como si le robara un aliento aquella mirada, se quedó detrás suyo y observó su cabello, con una partidura que dividía dos colores, uno blancuzco y otro de color carmesí. Era un chico diferente a los demás, con rasgos sumamente frío y cálidos que la intimido con una sola mirada. Si, solo bastó de una mirada.

—Adelante.—incitaba una profesora, guiando a los niños al interior del teatro.—Por supuesto, tú eres la hija de Hikari.—anunció en un tono bajo cuando la albina se acercó, recibiendo un folleto de la adulta.

—Disculpen.—Kailani se detuvo en seco, mirando de reojo nuevamente al joven de cabello crespo y verdoso pasar entre los alumnos de nuevo ingreso.

—¿Tienes flojas las piernas?—le preguntó Kailani, en un tono frío, mirando como Izuku sostenía el folleto aún lado de ella.

—Es que estoy nervioso.—afirmó él, Kai se comprimía, tenía demasiado empatía por personas como él.

—¿Entramos?—le preguntó de manera sutil, Izuku la miró asombrado y no tardó en asentir.

—Gracias.—agradeció él, adentrándose al salón de teatro con las luces encendidas.—Pensé que te caía mal. Nunca hemos hablado tanto.—añadió él, siguiendo a Kai, quien era observada por los chicos.

—No me hagas arrepentirme.—pidió, haciendo que Izuku sonriera pasmado para así ella ver dls asientos disponibles.

—¿Ahí?—le preguntó nervioso cuando vio a Kacchan sentado, levantando la mirada para verlos enfurecidos.

—Él no es dueño del teatro. Me sentare donde quiera.—respondió ella, sentándose en la silla vacía aún lado de Kacchan para dejar a Izuku en el medio, tembloroso.

—Maldita arrogante, pero que cabello tan envidiable. La odio, es un estorbo.—por igual, Katsuki la miraba de reojo chocando sus dientes, pero Kai desinteresada se cruzaba de brazos para ver adelante el telón bajar y las luces disminuir.

—¡Candidatos y oyentes, sean bienvenidos a mi programa de hoy!—hablo aquel superhéroe, Hizashi Yamada.—¡Todos digan, "hola"!—pidió, pero todos le ignoraron.—Una respuesta refinada. Bueno hoy voy explicarles rápidamente el examen práctico para admisión. ¿¡Están listos!? ¡¡Si!!—entusiasmado les miraba, causando en Izuku unos murmuras del mismo tono que todos oían, Kai de reojo lo miró, parecía un fanático enloquecido.

—Cállate.—le pidió Katsuki, interrumpiéndolo de su respeto y admiración por el superhéroe delante de ellos.

—Déjalo en paz.—interfirió Kai, masticando una goma de mascar, la cual hizo estallar e irritar demasiado al joven.

—Aquí no es para estudiar abogada.—musitó él, mirándola de reojo, su cabello se podría encender en fuego de lo enojado que estaba.

—Como decía en la planilla ahora van a participar en un simulacro de batalla de diez minutos.—explicaba el profesional.

—En otras palabras no nos dejan trabajar con nuestros amigos.—comentó Katsuki, mirando su tarjeta y la de Izuku.

—Es verdad, aunque nuestros números son consecutivos nos asignaron centros diferentes.—musitó Izuku, mientras que Kai miró su tarjeta, sentía que alguien la miraba.

—Deja de mirar mi tarjeta.-pidió Katsuki, intimidando a Izuku.—Demonios, no podré aplastarlos.—añadió, de manera arrogante y prepotente.

—No me molestaría hacerte otra fractura en la nariz.—musitó Kai, sin mirar a Katsuki, pues observaba a los demás alumnos esperando encontrar la mirada.

—Hay tres tipos de villanos falsos en cada centro de batalla. Obtendrán puntos de cada uno dependiendo del nivel de dificultad. Obviamente atacar a los compañeros o cualquier otra acción no heroica está prohibido.—explicaba el profesor, a través de una pantalla ejemplar.

—¡Disculpe profesor, pero tengo una pregunta!—Kai miró donde alumbró el foco, cuando vio a ese chico no tardó en maldecir.—¡En el folleto aparecen cuatro tipos de villanos! ¡Si fue un error, la UA, la escuela de héroes más prestigiosa es una vergüenza! ¡Todos nosotros vinimos aquí porque queremos ser entrenados para convertirnos en héroes ejemplares!—decía, ella respiro hondo, Tenya Iida provenía de su escuela.—¡Y tú el joven de cabello crespo ha murmurado todo el tiempo, nos distraes! ¡Si viniste aquí por motivos de placer márchate de inmediato!-acuso, Kai cubrió su rostro para que no la viera, mientras que se dirigía a Izuku.

-Lo siento.-se disculpó Izuku de inmediato, Kai destapó su rostro para ver a Tenya.

-Muy bien aspirante siete mil, ciento once. Gracias por tu gran mensaje. El cuarto villano vale cero puntos, su propósito es actuar como obstáculo, hay uno en cada centro. Les causará problemas en espacio cerrados, no es imposible de vencer, pero tampoco hay razón para hacerlo. Les recomiendo a todos los presentes que intenten evitarlo.-detalló el profesor, respondiendo la pregunta.

-¡Muchas gracias, disculpe la interrupción!-exclamo respetuosamente Kenya, siempre ha sido así, ejemplar y respetuoso, pero a Kai no le avergonzaba eso.

-¡Eso es todo por mi parte, para terminar voy a darles a todos ustedes un obsequio! ¡Nuestro lema!-indicó el profesor.-¡El héroe Napoleón Bonaparte dijo, "un verdadero héroe es aquel que supera los infortunios de la vida, vayan más allá"! ¡Todos conmigo, plus ultra! Y buena suerte, a todos en su sufrimiento.-añadió para así hacer que Kai mirara entre sí a los alumnos.

-¿Quién me miraba tanto?-se preguntó al levantarse, sin encontrar al chico quien la miraba desde la fila de arriba, el chico con rasgos peculiares y únicos que le pondría su mundo de cabeza.

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