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━━━ ᴀʀᴄᴏ ᴛʀᴇs: ᴀsᴄᴇɴsᴏ ᴅᴇʟ ᴍᴀʟ

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❛La isla de la ciencia.❜
OMNISCIENTE
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—Despierta. Ya llegamos.—fue lo que anunció el bicolor aún lado de ella, desabrochándose el cinturón ante el avión aterrizar.

La turbulencia la había despertado en si, por lo que soñolienta Kailani abrió sus ojos. La ventana estaba abierta y podía ver la pista de aterrizaje. Debía admitir que aunque se sintiera amarga por los sucesos que habían estado acompañándola en los últimos meses, una gran alegría le recorrió. No era de esperarse que aceptaran aquella invitación, era un privilegio descubrir nuevos horizontes sobre el camino de los héroes en esta isla artificial. Tanto la albina, como Shoto se abrieron paso. Ambos portaban sus uniformes de héroes, aquellos que fueron hechos desde la agencia de Endeavor, para representarlo de una manera más profesional. Habían muchas personas en este lugar artificial, venían para ver la gran expedición con emoción. Parecía un parque de atracciones tal lugar. No cualquiera podía venir sin ser invitados, por eso era un honor para ellos estar en este lugar, aunque estuvieran representando a alguien más. Shoto veía con detenimiento a Kai, quien disfrutaba la vista y las personas mirarlos. Si había algo que a él le gustara, era verla sonreír. Porque no era costumbre verla así, sonriendo y con ese hoyuelo enmarcado.

—No vas a creer a quien vi.—Kai giró su mirada para ver a Shoto levantar su mano y de mala educación, señalar.—Kirishima.—anunció, haciendo que Kai levantara su mentón.

—No es el único.—afirmó ella, mostrándole a Shoto la presencia de su oponente favorito, Katsuki Bakugo.—¿Qué hacen aquí?—se preguntó ella, desconcertada.

—Debió ser porque ganó el primer lugar en el festival deportivo. Quizás tenía una invitación más.—respondió Shoto.—Si es así, Iida también tiene que estar por aquí.—indicó.

—Si, me dejó un mensaje.—respondió Kai, mirando su celular.—Parece ser un campo de práctica, que impresionante.—comentó ella, viendo en las pantallas a los contrincantes combatir contra robots.

—Ya veo.—expresó, para adelantarse y en cuanto Kai vio a donde se dirigía, abrió los ojos grandemente para rodearlos.

—¿Por qué quieres hacerlo?—le preguntó ella al ver esas detonaciones en una pista de arena, era obvio de quienes eran.

—Me gusta enfadarlo.—respondió Shoto, alineándose en una línea cuando presenció el don de su compañero, Katsuki Bakugo.

—Espera.—pidió ella, deteniéndolo en seco, hasta que él le dirigió esa mirada sutil.—¿De verdad?—le preguntó cuando noto que parecía tener ganas de ir hacia allá y demostrar sus grandes determinaciones.

—Yo sé que te gusta verme en acción.—respondió él, llevando ambas manos hasta las mejillas de Kai para atraerla, dándole un corto beso en los labios.—Quédate cerca.—pidió.

—No me alejaría de ti ni aunque me lo pidieras.—musitó, viéndolo alejarse para ella quedar cabizbaja y sonrojada.—No puedo creer que de verdad esté enamorado de mi.—pensó, llevando las yemas de sus dedos hasta sus labios.

Sonrió, viendo como él se alineaba en la fila para poder dar una demostración de sus dones al derrotar a esos robots. Kai se encaminó alrededor, deslizando su mano por todo el barandal de metal. Este lugar era increíble, parecía un parque mágico al que siempre soñó ir. El hecho de que estuviera aquí sola, sin profesores o algún adulto la hacía sentir libre. Aunque estaba preocupada. El matriarca de la familia Todoroki había expuesto una gran cantidad de confianza en ella, como en su hijo. Ambos estaban solos en esa Isla, sin supervisión y eso por un momento la aterró. Kai miraba a Shoto aún en la fila, él estaba tan sereno y tranquilo, que ella se sentía derretir por esas expresiones tan varoniles que la hacían caer rendida ante una sola mirada. Está experimentando sensaciones que nunca antes había sentido, quería descubrir más cosas de las que aún no había pensado, pero ahora que lo veía desde ahí, Kai quería más, era como un deseo insaciable que él le hacía sentir cada vez que estaba junto a ella.

—No puede ser.—Kai miró adelante al oír esa voz, observando ese círculo de personas que la veían, haciéndola sonreír de inmediato.

—Así que todos están aquí.—anunció ella al ver directamente los verdosos ojos de su mejor amigo mirarla con mucha emoción.

—Que sorpresa, no creí que te encontraría tan pronto.—esbozo Izuku, rascando su nuca para acercarse a Kai quien sonreía.

—No sabía que venías. ¿Era una sorpresa?—le preguntó Kai, sin desconocer que a última hora All Might invitó a Izuku para que viniera a la exposición de la isla.

—¿También es de tu clase?—una linda chica con anteojos y cabello rubio miró a Kai, quien observaba a sus compañeras.

—¿Tú eres?—se dirigió Kai a ella serena, notando la cercanía que tenía con Izuku, quien parecía algo pasmado por eso.

—Soy Melissa Shield.—se presentó la joven de cabello rubio, extendiendo su mano para dirigirse a Kai quien la aceptó.

—La hija de David Shield.—afirmó Kai, sorprendida ante eso, pues era un científico reconocido de aquella Isla, el mejor de todos.

—¡Kai, que emoción!—expresó Uraraka, acercándose con esa sonrisa extravagante por la presencia de Kai ante ellos.

—¿Qué haces aquí?—se preguntó Jiro, acercándose a ella, también como los demás tenían sus trajes de héroes.

—Vine como invitada de Shoto, él está aquí en representación de su papá.—respondió Kai para ver a Yaoyorozu abrazarse al barandal.

—Que envidia, eso suena muy romántico.—comentó Yaoyorozu, soltando un suspiro.—Nosotras tendremos que conformarnos con el pervertido de Mineta.—indicó.

—Y Kaminari.—añadió Jiro, cruzada de brazos y molesta para Kai denegar sonriendo.

—¿En serio están aquí?—se cuestionó Kai, incapaz de creer lo que sus compañeros le decían, todos se reunieron inconscientemente.

—¡Con un tiempo de treinta y tres puntos, él es el octavo lugar!—todos se giraron ante la atracción amplia de dones, donde se veía el polvo sobresalir por todo lo alto.

—¡Kirishima!—anunciaron con emoción, notando la presencia del pelirrojo en dicho lugar, mientras que Kai esperaba paciente el turno de Shoto, veía a los demás sostenerse del barandal.

—¡Tenle la bienvenida a nuestro nuevo concursante!—con sus ojos azulados miró, emocionada esperando su debut, pero soltó un bufido ante la presencia del rubio explosivo.

—¡Ka... Kacchan!—nombró Midoriya, con ese tic nervioso ante la presidencia de su bravucón, a quien no esperaba ver ahí.

—¡Muere!—las detonaciones de Bakugo se oían, culminando con su prueba, todo el estadio se llenó de ese humo.

—¡Impresionante, solo quince segundos, es el primer lugar!—decía la comentarista, emocionada veía al adolescente que se lanzó contra el barandal, agitándolo con brusquedad.

—¡¿Tú qué demonios haces aquí, Deku?!—se cuestionó Bakugo, chocando su rostro con Midoriya para verlo tambalear.

—¡Cálmate Kacchan!—pidió el ojo verdoso, sin poder sostener el balance de su aire por la cercanía de Bakugo, tan prepotente.

—¡No me digas que hacer! ¿Y tú? ¡Tú también estás aquí!—Bakugo se dirigió a una serena Kai, quien con sus ojos decaídos y fina línea en sus labios lo miró, viéndose atípica.

—¡Oye Kirishima! ¿Ustedes también fueron invitados a la exhibición?—se cuestionó Yaoyorozu, mirando a Kirishima aún en la arena de la atracción.

—Si así es, Bakugo fue invitado por ser el ganador del festival deportivo, ¡yo simplemente vine con él!—afirmó Kirishima, mientras que Bakugo continuó dirigiéndose bruscamente contra Midoriya.

—Déjalo en paz, Chihuahua.—pidió Kai, jalando el puntiagudo cabello de Bakugo quien saltó el barandal para toparse frente a frente, esperando que Midoriya decidiera realizar también una puntuación.

—¿Como me llamaste, maldita payasa?—le cuestiono Bakugo, Kai se cruzó de brazos e hizo que mirara como Midoriya activaba su don.

—¡Tenemos un nuevo retador de último minuto! ¿Llegará hasta la cima? ¿O fallará ante todos?—se preguntaba la comentarista, pero solo en un momento Midoriya acabó con los robots.—¡Una ronda increíble, con dieciséis segundos él es el segundo lugar!—anuncio, con emoción.

—¿Qué piensas?—le preguntó Kai, viendo a Bakugo enfurecer hasta enrojecerse.

—¡Cállate!—pidió Bakugo, ignorándola para así ella sostenerse del barandal y mirar cómo de repente una onda de hielo atravesó todo el campo, hasta hacerla sonreír.

—¡Ah! ¡Es una locura, catorce segundos! ¡Este joven llegó hasta la cima!—Kai sonrió ante el anuncio de la comentarista, presentando por fin al joven, Shoto Todoroki en la arena.

—Ese es mi chico.—afirmó ella con emoción, mostrándole a sus compañeros la frágil línea de su amor hacia el joven.

—Que mala elección.—masculló Bakugo, lanzándose del barandal para dirigirse hacia aquel que lo había logrado traspasar.

—¿Él también es su compañero?—se preguntó Melissa.—¡Su grupo es impresionante, serán grandes héroes!—añadió, sonriente.

—¡Aún lado, mitad y mitad!—Bakugo chocó su frente contra Todoroki, quien se aisló, buscando por el barandal a su chica.—¡No puedes aparecer así de la nada y humillarme!—indico Bakugo, exhalado.

—Entonces Kai tenía razón, todos los demás están aquí.—comentó Todoroki, sereno ante la presencia de sus compañeros.

—¡No me ignores! De igual forma, ¿qué estás haciendo aquí en la Isla?—le cuestiono Bakugo, curioso lo miraba por su presencia.

—Mi padre fue invitado, vine con Kai para representarlo.—respondió Todoroki, intentando caminar cuando vio a Kai removerse de los demás.

—Oye Kai, ¿a donde vas? ¡Hoy hay una fiesta! ¿Iras?—le preguntó Uraraka, viendo a Kai girarse para asentir sin decir mucho.

—¿Qué pasó?—se preguntó Melissa.—Se veía animada.—comentó, hasta que Midoriya señaló un panel donde yacía un cartel de una mujer.

—Es su madre.—afirmó Midoriya, mirando el cartel que presentaban en la gran pantalla donde esclarecían la búsqueda continua de dicha héroe.—Y desapareció hace meses.—esclareció, mirando por donde Kai se había ido.

—Ella hizo todo esto. Es una trampa.—musitó Naoto, mirándome a los ojos con los suyos humedecidos.—Y debo detenerla, antes de que también te destruya.—añadió.

—No puedo entenderlo. Maldición.—pensó ella, abrazándose a sí misma para dejar a sus compañeros atrás de ella, incluso a Shoto.

El miedo, la culpa. Todo aún la estaba siguiendo, por más que intentara de avanzar o al menos distraerse, era inevitable. Sus compañeros no dijeron nada, se quedaron mirando aquel cartel donde salía su profesora con su traje de héroe y una gran sonrisa. La pregunta del millón, la misma que los ha acompañado desde el incidente de Hosū. ¿Donde estaba? Era la misma pregunta que los alumnos de esa mujer se hacían. Impacientes y también impotentes por no poder hacer algo, se giraron para ver a su compañera yéndose sin decir nada más. Kai llegó al hotel. La albina con mechones negros restregó su rostro con agua fría, quitándose su traje de héroe para tener un atuendo casual y más fresco. Ante eso, se miró al espejo detenidamente notando en su lacio cabello como los mechones cada día parecían desvanecer. Se tumbó en la cama ignorando tal suceso que parecía ser bastante llamativo, respirando hondo y restregando sus ojos. No le dolía pensar en su madre, más bien la agobiaba, por el hecho de no saber sobre ella. Estaba desolada, pero dejó sus pensamientos cuando oyó la puerta de fondo. Mostrando al joven bicolor ahí.

—Estás aquí.—artículo ella cuando lo vio adentrarse a la habitación, con su traje de héroe aún yacía Shoto, mirándola desde el margen de la puerta.

—No iría a ningún lado.—respondió él con seriedad, acercándose a ella con preocupación.—¿Estás bien?—le preguntó, quedando de pie.

—Si, ¿por qué preguntas?—cuestionó ella, girando su cabeza para verlo sentarse en el borde de la cama, Shoto de igual manera miró la ventana para admirar los colores naranjales del cielo.

—No se como hacer esto.—artículo él, bajando la cabeza decepcionado.—De por si, estoy nervioso de que ambos estemos aquí, solos.—admitió, suspirando.

—Lo que sea, lo aprenderemos juntos.—indicó Kai, llevando su mano hasta la de él, para darle esa suavidad que lo calmara.

—Midoriya me dijo que estabas deprimida por lo que ha estado ocurriendo con tu familia. También preocupada por tu madre. Lamento no poder entender como te sientes, pero ¿por qué no me dijiste? ¿No confías en mi?—le preguntó él, con la mirada baja para no abrumarla aún más, debido a sus palabras tan directas y un poco frustrantes.

—Confío en ti. Demasiado, es solo que no quería preocuparte, ni a nadie Shoto.—respondió Kai, bajando sus rodillas de la cama para quedarse sentada aún lado de Shoto.

—¿Por qué no?—le preguntó él, levantando su mirada para así ver a Kai; era algo más, a Kai no le gustaba ser el centro de atención, pero había algo más.

—Porque tú también cargas con mucho aunque no me lo digas, veo la tristeza en tus ojos. Se que estás lidiando aún con tu familia, no quería ser egoísta contigo. No lo mereces.—expresó ella, haciendo que el corazón de Shoto se compadeciera por esas palabras llenas de tanto amor y empatía.

—No me importa. Para mi eres importante, más aún, me importa cuidarte.—arremetió él, llevando su mano hasta la de Kai para apretarla con fuerza y darle su consuelo.

—No me siento bien, es todo.—admitió ella, aflojando cada uno de sus músculos ante ese tacto tan necesario.

—Dime todo lo que sientas.—le pidió Shoto, dándole esa confianza para que ella tan solo pudiera liberarse.

—Tengo mucho miedo. Están pasando cosas extrañas desde que decidí buscar a mi padre, me siento culpable de haberlo hecho. Mi madre no está. Y me siento sola.—detalló Kai, bajando su mirada algo apenada, realmente Kai extrañaba a su querida madre.

—Yo estoy aquí contigo. Si te he hecho sentir sola, lo lamento.—se disculpó él, apenado.

—No importa cuantos de ustedes estén a mi alrededor sigo sintiéndome así, como si estuviera atrapada en una burbuja de agua.—explicaba ella, de una manera directa y sutil.

—Entonces te sacaré de esa burbuja, no importa lo que me cueste. No te dejara sola, nunca más.—afirmó, haciéndole sentir esa calidez que sin duda la hizo sonreír consolada.

—¿Puedo decirte algo?—le preguntó Kai, sintiendo sus manos sudorosas y temblar por el pensamiento que se avecinó.

—Si.

—Shoto, quiero estar contigo.—infirió Kai tan pronto Shoto respondió, quedándose sonrojado y asombrado por eso.

—Pensé que nunca lo dirías.—musitó él, haciendo que Kai soltara una bocanada de aire cuando lo vio sonreír.—La única razón por la cual no te lo había dicho, era porque esperaba que te sintieras cómoda.—dijo, levantándose de la cama para dirigirse a su bolso.—Me atreví a pedirle un consejo a mi madre. Ella me dijo que para una propuesta digna, solo necesitaba las palabras adecuadas, pero mi necio padre insistió en que debía asombrarte. Decidí usar sus consejos, con mi toque propio.—expresó, haciendo que Kai abriera sus ojos grandemente.

—Shoto.—lo llamó cuando lo vio sacar una pequeña caja, la cual abrió cuando se sentó frente a ella, mostrando un collar en oro con la insignia de una llama minimalista.

—Mi padre se tomó la molestia de mandarlos a hacer. Personalmente no me agradaba la idea, pero no puedo negar que fue un buen gesto de su parte.—articulo, mirándola.—Yo también tengo uno, pero a diferencia, tendrá el símbolo de un copo de hielo. En referencia a ti.—añadió, estirando el collar hacia Kai.

—Es muy bonito. Nadie nunca... —Kai se pausó, restregando sus ojos de la emoción cuando observó el collar reluciendo con esa hermosa llama.—Nadie nunca me había regalado algo así.—admitió, sonriendo.

—¿Te gustaría que fuera formal lo que tenemos?—le preguntó, básicamente su voz casi se entrecorta por los nervios que lo azotaron.—Es un paso.—añadió.

—¡Si, claro que quiero estar contigo Shoto!—respondió Kai, abrazándose a Shoto quien se quedó anonadado al recibirlo.

—Que bien. Eres mi primera novia.—sonrió Shoto cuando Kai se despegó para mirarlo, buscando darle un beso de gratitud.

—Que extraño, para ser tan lindo y popular entre las chicas.—comentó ella con sarcasmo, aún con esa emoción en su interior.

—Tú eres la única chica que siempre he querido y ya la tengo.—afirmó él, dirigiendo sus labios hasta los de Kai, ella se rio un poco.

—¿Si?—le cuestionó ella, abrazada a él para verlo directamente.—Demuéstramelo.—pidió, sonriendo mientras que él bajo la cabeza un momento, para levantarla y dejarle ver su ilusión.

La miró detenidamente a los ojos. Era como si se perdiera en un abismo del que no quería regresar, porque ella le daba una calma que jamás había sentido, ella era esa ola que apagaba las llamas que lo atormentaban. Por eso la aferró a él, como si no quisiera soltarla. Un deseo inocente de amor, una insaciable llama de dulzura envuelta en los labios húmedos de ambos, los mismos que se saboreaban con cuidado. Ella era hermosa, su cabello largo que llegaba hasta la cintura. Esa peculiaridad de mechones negros reluciendo encima de los cabellos blancuzcos. Si pudiera tenerla así para siempre, lo haría, porque era una sensación inexplicable. Se oían riendo, se sonrojaban cuando estaban juntos. Entrelazaron sus manos y se tumbaron de espalda en la cama, mirando el techo, así pasaron su tarde; charlando. El atardecer cayó y Kailani camino hacia aquella habitación, donde se oían risas de sus compañeras. Había optado por arreglarse con ellas, por pasar un momento de chicas, pero sonreía como boba, pensando en Shoto y sus besos chocando en sus mejillas o labios. Eran cosas que no se borraban, ni con el paso del tiempo.

Las chicas la recibieron con una gran emoción. Pasaron largas horas arreglándose, desde el cabello, hasta el maquillé y el vestuario. Kailani había optado por un traje corto, de tela suave y reluciente. Era azul, un azul oscuro con brillantina. Ella estaba sentada, viendo pacientemente como su amiga y compañera, Ochaco peinaba su cabello. Soltó su fleco, el cual permitió que le cortaran un poco para luego darle ondas a su cabello y un poco más de volumen. Sin duda, el parecido con su madre seguía denotando en ella. Se veía al espejo, oyendo de fondo la emoción de sus compañera por la fiesta, mientras que en si, ella miraba sus labios y dirigió las yemas de sus dedos ahí. Aún podía sentir el plasma de Shoto en ellos, aún sentía la calidez de sus pieles y el profundo sentir de ambos en su sentimiento amoroso. Esa sensación, esa pureza y emoción de sostener un vínculo formal con alguien era sin duda una luz de esperanza en ese rincón de oscuridad donde se sentía atrapada, como también atormentada. Todas se habían enlistado, lucían hermosas y con sus propias características. Estaban listas, pero Kai no.

—Luces hermosa.—opinó Uraraka quien portaba un traje corto, rosado y bordeado, cuando miró a Kai presentarse finalmente ante las demás.

—Si, Todoroki va quedar impresionado.—indicó Jiro, quedando frente a Kai también con un lindo traje rosa más carmesí y una chaqueta.

—Gracias por haberme ayudado, chicas.—agradeció Kai, parecía una muñeca de porcelana y su cabello sin duda alguna le dio un gran toque.

—Kai.—la llamo Uraraka.—Todo está bien, ¿verdad?—le preguntó, curiosa.—Puedes contar con nosotras. Somos amigas.—afirmó, notando el comportamiento distante de su compañera desde hace algún tiempo.

—Digo, sabemos que te refugias mejor en Midoriya, pero solo queríamos decirte que estábamos aquí.—comentó Jiro, apoyando la preocupación de Uraraka.

—Solo, un poco preocupada.—admitió, queriendo dejar atrás esa parte suya reacia.—Pero, no hay porque hacer un alboroto. Podemos olvidarlo.—anunció Kai, queriendo levantar el ánimo.

—Bueno, es hora de irnos. No querremos hacerlos esperar, menos a Todoroki, ¿o si?—le pregunto Yaoyoruzo con una sonrisa, tenía un traje verde color manzana largo y su cabello igual de atado.

—Adelántense. Yo intentaré de alcanzarlas.—indicó Kai, las chicas se miraron algo desconcertadas por eso pero sonrieron al creer que Kai estaba demasiado nerviosa como para ver a Shoto.

—¿Estás segura?—le preguntó Uraraka, para ver a Kai asentir con sutilidad y sonriendo, aunque dudo, no tardó en aceptar.—Te vemos allá.—aviso.

La puerta se cerro, dejando a Kai sola en la habitación de las chicas en ese hotel. Ellas tres se quedaron ahí, mirándose entre sí. Dudaron en irse. Incluso Uraraka se quedó frente a la puerta, con la intención de abrirla e irrumpir nuevamente en la habitación, pero no lo hizo. Sabían que solamente Kai quería estar sola un momento, porque no la estaba pasando bien y aún así estaba intentando de seguir avanzando. Kai se sentó en la silla y colocó sus manos en su rostro. Llena de frustración, evitó por completo no llorar, no quería llorar de tristeza, si no de felicidad. Era una gran ilusión que ahora tenía un vínculo con el joven Shoto Todoroki, que parecía muy bonito para ser real y que quisiera poder contarle a su madre lo sucedido. Se quedó cabizbaja, entristecida y volviéndose a sentir desolada, no quería sentirse así. Abrazo sus brazos, buscando refugiarse en los recuerdos. Todo empezaría a acumularse, así como había dicho el primer mejor héroe en su examen físico, pero Kai no quería pensar en nada más que en las cosas bonitas que también pasaban. Así que solo pensó en la luz que brillaba en aquel amor, sin saberlo. El fuego y el hielo no nacieron para estar juntos Kai, uno tendría que destruir al otro, siempre.



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