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𝟑𝟑

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ᴀʀᴄᴏ ᴛʀᴇs ——— ❛Desde la melancolía más alta.❜
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Omnisciente.
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—Naoto, ¿en qué piensas?—le preguntaba una voz femenina al joven que yacía recostado, mirando los copos de nieve que llegaban a la ventana.

—Mi hermanita cumplió dieciséis... —fue lo único que recitó con pesadez, llenó de melancolía y una tristeza que lo arropaba.—¿Me seguirá considerando su hermano?—se preguntaba, exhausto.

Naoto lucía diferente a las últimas veces que logró ser visto—, el abandono en sus ojos y la pereza de resistir un día más lo agobiaba por completo—. Cuando era niño, Naoto disfrutaba ver los días de invierno con su familia. Antes de que su abuela muriera, solían pasear por los parques y hablar con una taza de chocolate caliente. Jamás pensó que un invierno su vida cambiaría cuando un llanto llegó hasta las puertas de su casa, como hermano mayor se propuso priorizar siempre el cuidado de su hermana, el regalo que obtuvo su familia días antes de la celebración navideña. Respiraba hondo mientras recordaba la mirada de sus padres en la pequeña que cargó en sus brazos por mucho tiempo, en algún punto Kai empezó a crecer y ya no lo necesitaba para entonces. Restregó sus ojos—, Naoto se afligió a la familia Todoroki cuando noto el descenso de sus padres en aquel falso matrimonio—. Jugar con los hijos del ahora héroe número uno era un gozo en su corazón, porque jamás lo hicieron sentir inferior.

Pese a que no tenía claridad de su don, nunca se sintió menos por quienes lo rodeaban. Incluso cuando notó la atención que su hermana recibió, Naoto sintió la necesidad de recibir un don para cuidarla de aquello que ella no podía ver; su madre. Se levantó de donde estaba con frustración, cubriendo su rostro. ¿En qué momento su vida se volvió fría y sin calidez? Las imágenes de sus padres lo agobiaban cada noche sin cesar—, un padre que corrió tras de él por años, intentando de salvarlo y siendo asesinado frente a sus ojos sin piedad alguna—. Nunca pudo complacer a su padre en volver a casa, pero tampoco le agradeció por siempre cuidarlo entre las sombras. La ausencia de Kenny lo afectaba en cada rincón al que iba, como el tajo recién abierto de su madre a manos de su hermana. El rencor era por el hecho de que los adultos fueron quienes los destruyeron y los dejaron con añicos de heridas que no podían curar fácilmente. Todo pudo haber sido diferente, pero debía estar aquí rodeando de pestilencia sin necesidad.

—Quizás no me considere tal cual. ¿Porque merecería ser su hermano?—se volvía a preguntar en voz alta, lo oían sus compañeros y lo creían ingenuo por tener tanta sensibilidad al tema.

—¡Tu hermana es muy famosa en algunos canales del internet!—mencionó con emoción Toga, la rubia era escandalosa e infantil; Naoto no iba con esas actitudes, habían días que la aborrecía.

—Cierra la boca.—pidió con desinterés, no le importaba oír lo que tuvieran que decir sobre su hermana; siempre y cuando no le hicieran daño, Naoto estaría bien.

—¿Por qué tanta amargura?—esa fría voz lo hizo quedarse en silencio; no respetaba al Líder de esta Liga por obligación, sin importar el vínculo sanguíneo que tuvieran, Naoto no iba de la mano con Tomura quien lo veía desde las sombras.

—Las ratas no viven escondidas para siempre, en algún momento les dará hambre y tendrán que escabullirse por un poco de queso... —musitó Naoto, volviendo a recostarse frente a la ventana.

La indiferencia hacia sus compañeros había aumentado desde aquella noche en Kamino. El marco inició desde que vio lo que aquel maligno hombre logró hacer con varios dones—, el temor se mezclaba con el pánico e impedía que Naoto pudiera moverse—. Fue un niño frágil que no pudo sanar y que su destino ensangrentó sus manos sin piedad, ahora solo se refugiaba en lo más alto de la melancolía donde los recuerdos se esfumaban como las veces que alguna vez reconocía. Miro la ventana y se quedó detenido en los copos de nieve, los mismos que su hermana veía desde la habitación en la alianza de la academia UA. En el receso, Kai había decidido obviar su cumpleaños. Estaba recostada en su cama, leyendo algunos libros y adelantando tareas por sí misma que había olvidado para poder recuperar su impecable rango en las notas académicas. Tenía dulces y flores que se marchitaban con tarjetas de felicitaciones por su cumpleaños número dieciséis. Para ella no había motivo de celebración, más aún cuando se ataba a la soledad que dejó su familia.

—Kai.—toques se oían fuera de su puerta, aquella voz fue la que evitó por días y quizás exageró un poco, pero no huiría de él para siempre y menos cuando se tomó el atrevimiento de abrir la puerta.

—Hay mucho ruido abajo.—indicó, antes de que Shoto decidiera invitarla a reunirse con los demás; él suspiró y cerró la puerta a sus espaldas; no era adecuado que estuviera en su habitación, menos ambos solos.

—Las chicas están jugando con Eri, todos están emocionados porque está aquí. Y hay regalos que quieren abrir, deberías venir.—explicó Shoto con delicadeza, sentándose en el borde de la cama de Kai mientras ella cerraba sus cuadernos.

—Creí que estabas molesto conmigo... —musitó con pena, cruzándose de brazos y mirando a otro lado que no fuera Shoto, pues se sonrojaba.

—Jamás me culpaste por cómo actúe bajo mis impulsos por las cosas que me pasaron, solo me incitaste a ser mejor.—comentó, Kai levantó la mirada para verlo y asentir.—Además, te regale esas flores por tu cumpleaños, ¿crees que aún sigo molesto?—añadió, mirando los tulipanes azules.

—La carta es muy bonita. También tiene una escritura de tu mamá, ¿no crees que pronto pueda salir?—preguntó Kai con curiosidad, viendo como Shoto se encogía de hombros.

—No lo sé.—afirmó para mirar al suelo, no con tristeza; si no con melancolía.—Es nuestra primera navidad juntos, ¿cuantas crees que tengamos?—Kai no tardó en sonreír, olvidando fácilmente la razón por la cual ambos se mantuvieron tensos y lejos del uno al otro durante días.

—Hay algo que hice para ti.—Kai se levantó de su cama para acercarse a su ropero y buscar entre las ropas, Shoto la miró sentado y espero de forma paciente por lo que Kai le entregaría.

—¿Porque me adelantas el obsequio?—se preguntó curioso cuando Kai se sentado a su lado y le paso una caja con envoltorio navideño.—Espera, yo vi a Midoriya con este envoltorio, ¿él te ayudo?—Kai asintió con una sonrisa tímida.

—Ábrelo.—pidió Kai, viendo como Shoto sonreía y genuinamente se sonrojaba, como un niño pequeño.—Me ayudó a diseñarlo para ti con Hatsume. Van en las muñecas, pero te ayudará a resguardar ambos dones en caso de emergencia o cuando estés cansado, ¡es increíble, funcionó y además va con el atuendo!—añadió Kai, mientras que Shoto veía las muñequeras que Kai había hecho para él.

—Esto es demasiado Kai, invertiste mucho tiempo en esto. ¿Por eso casi no nos veíamos?—le preguntó con sonrojó, Kai asentía de forma repetida mientras veía en él ese brillo cálido.

—Tu siempre me proteges, quería hacer algo que te protegiera cuando yo no pueda hacerlo.—admitió, por lo que Shoto dejó el regalo aún lado y la abrazó genuinamente sin esperar respuesta.

Kai sintió un alivio recorrer por su cuerpo—, olvidó la tristeza que sostuvo durante días y el paso de su cumpleaños, para ella no había motivo de pedir un deseo, pero ahora que sentía a Shoto abrazarla como si fuera lo menos que quisiera perder, entendió que ese era el deseo que habría pedido—. Lo abrazo fuertemente. Para Shoto, las últimas fiestas navideñas fueron obsoletas y amargas, llenas de una frialdad que dividía a su familia. No podían sentarse en la mesa a comer, mucho menos a darse obsequios porque eran especial para el uno y el otro. La ausencia de sus madre en estos días era una turbulencia de emociones para él, pero sentir que tenía el apoyo de sus compañeros e incluso la atención de Kai, compensaban todo eso que había perdido en su infancia. Se despegó del cálido abrazo para tomar sus manos y llevarla hasta las mejillas de la albina, quien se sorprendió cuando Shoto plasmó sus labios contra los suyos con sumo cariño. Era la gratitud y el amor que lo impulsaban a ser así con ella.

Kai fluyó con el beso y sonrió en medio de este. Estar con Shoto la llenaba de mucha ilusión—, y aunque no lo dijera mediante palabras, ella solía pensar en imágenes futuras de forma constante—. Pensaba... ¿cómo sería Shoto y yo de adultos como héroes? La preguntaba la llenaba de emoción, pero a la vez de temor cuando recordaba que no se estaba esforzando lo suficiente para cumplir con ese sueño. Miro como Shoto se sonrojaba y en el fondo guardaba una melancolía por estas fechas festivas, lo único que tenía ahora de forma fija era sus compañeros y el amor que sentía por Kai, sin embargo no podía dejar de pensar en su familia y en como genuinamente hubieran disfrutado esto. Aunque iba ser imposible, con el fallecimiento de su hermano mayor a temprana edad todo en su familia se había desmoronado. Shoto disimuló su apagado rostro y no tardó en entrelazar su mano con la de Kai, quien lo miró sonrojada ante el beso que se habían dado.

—¿A dónde vamos?—le cuestionó Kai con curiosidad cuando se levantó de la cama para seguir a Shoto fuera de su habitación.

—Te tengo un obsequio.—admitió con una sonrisa de lado.—Fue difícil que aceptarán la petición y los permisos, pero todos estuvieron de acuerdo.—añadió, Kai se llenó de ilusión y sonrío.

Kai miró por las ventanas de los pasillos, veía los copos de nieve afuera y como caían. No era de extrañar para ella esta hermosa temporada, vivía atada a ellos desde que nació el trece de diciembre—, su don era de admirar, pero no se sentía digna de él—. Kai era muy buena administrándolo, pero desde el descenso de sus padres y la ausencia de su hermano, todo en su interior se ha ido derritiendo hasta dejarla sin energía. Más allá de la alianza un vagabundo paseaba, Naoto tenía sus esperanzas en el suelo y esperaba no ser visto por nadie. Podía ir a la lápida de sus padres, pero estaba cansado de hablarle a personas que no volverían a tratarlo como el niño que fue y el adolescente que los necesitó. Colocó sus manos en el bolsillo y se encaminó a la desolada urbanización abierta donde nació. También miró el condominio de lejos, recordando las veces que corría al parque con su padre para luego ir a comer helado. Su vida fue un fracaso y un chiste. Odiaba a la sociedad de héroes, lo gracioso era que siempre quiso ser uno. Devastado y exhausto, se detuvo en sus melancólicos recuerdos.

—Destruiste mi vida.—afirmó con tristeza, mirando al suelo cuando se sentó en aquel columpio frío.—Y no puedo olvidarlo... —añadió, refiriéndose a su madre; a quien tenía en su mente.

—¿Naoto?—no tardo en quedarse helado cuando oyó una voz femenina; era imposible reconocerla, pero se le hacía familiar.—Disculpe... lo he confundido, le vi caminar y se me pareció a un viejo conocido.—indicó la joven, quien se giro.

La boca de Naoto se secó cuando levantó la mirada con pereza, mirando y reconociendo aquel cabello albino que tenía mechones rojos. Sus ojos se humedecieron—, era como si las llamas se hubieran encendido en cuanto la vio avanzar rápidamente hacia un auto—. La oscuridad no podía dejar que ella lo viera bien, más encima el cabello revoltoso iba con el que alguna vez conoció, incluso el color, pero Naoto era un joven apuesto y vivo desde que ella lo conoció, por eso no reconocía al joven que merodeaba por las aceras hasta sentarse en un columpio. Fuyumi carro la puerta del auto inquieta, también un poco desilusionada y cuando levanto la mirada el joven ya no se encontraba allí. Ella soltó un suspiro, como si quizás se hubiera estado volviendo loca. Hace un tiempo su corazón quería volver a verlo, habían pasado años desde que lo vio y la culpa de haberlo olvidado la atemorizó. Miro la pulsera roja y la acaricio, el auto avanzando y dejó sus vagos recuerdos en la lejanía para avanzar y escribirle un mensaje a su hermano menor en estas fiestas navideñas.

—¡Vamos Shoto, solo muéstraselo!—pidió Mina con desesperación, mientras que Kai estaba sentada aún lado de Eri, quien aplaudía emocionada.

—Cuidado Todoroki.—señaló Izuku, ayudándolo con la caja que parecía estar... ¿moviéndose? Kai miraba curiosa y no dejaba de sonreír.

—¿Por qué tanto maldito escándalo? ¡Solo dáselo idiota!—exclamó Katsuki, sentado al otro lado del sofá para mirar con recelo a Shoto.

—No fue fácil conseguir uno, pero la señora Midoriya nos ayudó, también papá... —admitió Shoto, mirando como Izuku sonreía para mirar a Kai levantarse y acercarse a la caja.

—¿La puedo abrir ya?—se preguntó nerviosa; luces de navidad y arreglos yacían en la sala conjunto a un árbol lleno de obsequios.

—¡Ábrelo ya... maldita gallina al... —Eijiro sonrío entre dientes y cubrió la boca de Katsuki quien quería estallar de la impaciencia.

Kai abrió la caja con delicadeza, notando que esta tenía hoyuelos por varios lados para que hubiera oxígeno y sus ojos se conmocionaron de la felicidad al ver el hermoso detalle de Shoto hacia ella—, era un hermoso y pequeño conejo blanco que temblaba en una esquina—. Kai no sabía cómo tocarlo o acariciarlo, ella estaba sorprendida, miró a Shoto con sus ojos abiertos como plato sin poder creer su regalo. En algún punto, Kai siempre quiso un conejo de mascota y lo más sorprendente fue el habérselo dicho a Shoto. La observación y el detalle era lo más que valía para ella. Todos se acercaron para ver al conejo de una forma tierna, incluso Mina lo sostuvo para que Kai pudiera sostenerlo y acariciarlo. Ella lo hizo con cuidado, pero entre tantos compañeros alrededor y a Eri saltando para ver al conejo, Kai solo miró a Shoto como si él fuera toda la luz de su vida y el que le devolvía cada una de las esperanzas. Sus compañeros estaban aún lado de él, idolatrándolo y haciéndole halagos por su gran regalo. Shoto se mantenía en silencio, mirando como Kai lo miraba de esa forma tan detenida que lo derretía. Ella deseaba detener todo ahí, porque pronto el frío invierno acabaría y el caos solo estaba a un paso de llegar.

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Próximo capítulo: Conteo regresivo para el caos.
Chicos, estamos en conteo regresivo para el final de FALLEN: FIRE AND ICE. ¡Les quiero agradecer mucho el apoyo! Si sintieron que no había  estado activa es porque he estado alejada de las plataformas (incluyendo WATTPAD). Les pido paciencia y también disculpas por mi ausentismo, en fin, ¡gracias por llegar a la meta de votos!

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