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𝟏𝟎

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Vuelve al juego.❜
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Omnisciente.
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Kai estaba sentada en el balcón de la alianza, era fin de semana y leía las anotaciones de sus compañeros para repasar. En el interior de dicho edificio sus compañeros se mantenían entrenados, algunos entrenando, otros estudiando como ella y el restante perdiendo el tiempo; aunque Katsuki e Izuku hacían tareas domésticas, ansiando poder liberarse de su castigo. El rubio de actitud explosiva dejó de barrer para verla, ella estaba sola, lo ha estado desde que despertó del coma inducido. Quizás, Katsuki era de los pocos en entenderla. No la veía como una abominación, si no como alguien extraordinaria. Debía ser difícil, juraba y perjuraba que Kai estaba sufriendo de una manera infernal—, sufría en silencio y se alejaba cuando no aguantaba más el disimule—. Él no había perdido a alguien, o tal vez a ella. Respiro con pereza, denotando su molestia.

Era algo incómodo, porque no habían hablado del todo desde que ella regresó y no sabía con exactitud cómo dirigirse a ella sin que le pareciera molesto. No quería abrumarla, tampoco molestarla o cargarla con algo, pero Katsuki sabía que Kailani también debería tomar la licencia provisional de héroe y justamente él debía retomarla. Alejo la escoba y la dejó en una esquina, Izuku vio con detenimiento como se alejó y esquivó las tareas domésticas para salir fuera del balcón. ¿Quién era este Katsuki? No lo reconocía, pero lo que más tenía Izuku era la posible tensión que albergaría entre él y su compañero, Shoto. El bicolor estaba en su habitación, miraba el techo y en su escritorio habían varios papeles en blanco. Quería escribirle a su madre una carta, contarle todo lo que pudiera. Deseaba poder verla, disfrutar un poco de su tiempo con ella, pero no podía.

—Oye.—Katsuki se recostó de la pared, mirando como Kai lo observó de reojo, como si no estuviera interesada en hablar.

—¿Necesitas algo?—le preguntó ella, haciéndolo enfurecer, no había nada que Kai pudiera ofrecerle, al menos no lo que él quería.

—¿De ti? Nada.—masculló, Kai se sintió desconcertada por lo que volvió a retomar su lectura y circular las notas importantes.

—Pareciera que quieres hablar sobre algo.—adjunto Kai, respirando hondo para cerrar el libro, Katsuki se acercó cruzados de brazos y se sentó.

—Hay que entrenar juntos, debes volver al juego.—enfatizó él, Kai lo observó fijamente y pensó en una respuesta.—Tenemos que volvernos más fuerte, así la próxima vez los derrotaremos.—añadió, Kai miró adelante y bajó la cabeza.

—Se que esa noche deseaste poder haber hecho más por mí, pero no fue tu culpa, tampoco nuestra que All Might se haya retirado.—indicó Kai, haciendo que Katsuki abriera los ojos.

—Pude haber hecho más.—confesó, sin dificultad, no fue como con Izuku que sintió perder su orgullo al confesarle sus sentimientos.

—Sobrepasaban nuestros límites, por eso debemos igual estudiar y repasar además de entrenar.—recitó Kai, señalando los libros.

—¿No recuerdas nada?—le preguntó Katsuki, miró como Kai entrelazó sus manos.—¿O no quieres?—la confrontó, viéndola tensar.

—Bakugo.—llamo Kai, sin ponerle la mirada encima.—Creo que pudimos haber hecho un mejor equipo, así que no me molestaría entrenar contigo.—artículo Kai, como si le admirara.

—¿Por qué lo dices de esa manera? Suena como si te burlaras.—exclamó él, enmarcó su vena con coraje pero Kai tan solo negó.

—No me burlo de ti, eres increíble, tu determinación para pelear y seguir adelante es algo que admiro.—expresó Kai, suspirando.—A veces quisiera tenerlas.—admitió, con pereza.

—Si no eres capaz de aceptar la realidad de las cosas y afrontar las adversidades, jamás podrás alcanzarme, ojos de cristal.—comentó.—Debes sentirlo, no solo decirlo. Eso te demuestra a ti misma que serás capaz de lo que sea.—artículo.

—Estoy siendo hipócrita conmigo misma, es como si no lograra entenderme.—musitó Kai, mientras era escuchada por alguien más.—Si me siento culpable por el retiro de All Might, por lo que... le hice a mi madre.—susurró, avergonzada.

—Debes confrontarlo.—irrumpió Katsuki, colocando su mano en la pierna de ella, para buscar su mirada.—Puedes hacerlo, gallina albina.—ofendió, por lo que Kai le miró fijamente.

—Es increíble como crees en mi.—expreso Kai, evadiendo su mirada y viéndose desconcertada por dicha actitud del rubio.

—No soy el único, todos lo hacen, incluso ese mitad y mitad espera que puedas volver a ser la misma.—artículo, dejando a Kai atenta ante esas palabras por lo que ella denegó.

—No creo que nada vuelva a ser lo mismo, ni siquiera con él.—admitió con pereza, tantas imágenes en su cabeza con Shoto la abrumaron, pero a la vez alegraron en una leve melancolía.

—Eso no significa que no puedas intentarlo.—opinó Katsuki con una llaga en su corazón, notando como le brindaba a Kai una esperanza.—Yo sé cuánto te extraño, aunque se esforzó por hacerlo menos importante.—añadió.

—Desearía que simplemente aquella noche no hubiera pasado, que All Might siguiera siendo el número uno, que ustedes no sepan lo que hice.—musitó Kai con amargura y desesperanza.

Era la primera vez que oía a sus alumnos hablar sobre eso—, aquella noche para el ex héroe número uno no había sido para nada fácil—. Estaba parado detrás de la alianza, porque esperaba darle una visita sorpresa a sus alumnos, pero se la había llevado él cuando Katsuki sacó de su bolsillo una carta memorable de su rostro y nombre de héroe que le mostró a Kailani. Fue sin duda un brillo de esperanza en la hermosa tarde que All Might disfrutó, se sentía débil y fracasado en esa complexión tan delgada como vagabunda, pero le llenaba el corazón ver a sus dos alumnos sentados uno al lado del otro. Veía el esfuerzo de Katsuki, como abandonaba su arrogancia para levantar el ánimo de su compañera, quien escondía sus cicatrices. Aunque ella hablara tan pasiva y sutil, estaba sufriendo como si tuviera una espina clavada en su pecho, tan profunda que el sangrado no podía salir. Katsuki se levantó y con él, Kai.

—Kenny, Hikari, ¿cómo haré para llevarla por el camino correcto?—se preguntó el adulto con algo de frustración.

—All Might.—la voz de su alumno lo llamó, Shoto miró confundido a su profesor, quien estaba ahí detrás de la puerta de entrada mirando algún punto.

Quizás no debió haber mirado, pero de una forma u otra lo sabría—, su rostro estoico demostró la frialdad que su corazón sintió ante el balde de agua fría cuando vio a Kailani en la distancia caminar aún lado de Katsuki—. Un calentón recorrió todo su cuerpo, como si algo le estuviera quemando además de su lado izquierdo. Colocó sus manos en el bolsillo y suspiró, quería disimular delante del adulto su leve incomodidad. Se sentía desesperanzado, la ilusión de estar cerca de ella seguía yéndose, como si el universo no quisiera que se unieran nuevamente y era en esos momentos donde Shoto admitía que quería sentir sus labios una vez más para endulzar su amargura, llenado el grisáceo paisaje con los colores que la albina le transmitía, pero fue de un tiempo a otro que ella se enfrió y nada era igual.

—¿Qué hace aquí?—le cuestionó Shoto, pues sabía que su profesor no era de darle visitas, a penas estaba yendo a las clases con ellos.

—Quería asegurarme que tanto el joven Bakugo como el joven Midoriya estén haciendo sus tareas, ya pronto el castigo se les va pasar y volverán a clases, deberán esforzarse más.—contó All Might.

—Estaré dispuesto a ayudarlos si es necesario, son mis amigos.—admitió, incluso aunque hubiera una tensión entre él y Katsuki.

—Empezarán los entrenamientos para la licencia, no querrás quedarte atrás, ¿o si?—le preguntó All Might, intentado de sonar entusiasta.

—Mi padre estará ahí.—comentó Shoto.—Ahora que es el número uno, parece que quiere simpatizar con la próxima generación.—añadió.

—Me parece un buen comienzo para Endeavor, debes estar orgulloso de tu padre.—decía All Might, pero Shoto solo se quedó estoico.

—No sabría.—indicó de manera cortante.—Pero no seguiré ningún camino que él quiera imponerme, elegiré mi propio camino.—añadió.

—Así es Todoroki, así es.—con una sonrisa de lado, All Might observando como Shoto se veía sereno a pesar de todo.

Respiró hondo—, tenía dos opciones que considerar—. Dejaba ir a Kai para continuar con su punto de partida y olvidaba todo lo que había sucedido entre ellos, o decidía ir tras de ella y retomar lo que habían empezado. Era una decisión difícil, en el punto que ambos estaban, decidir sobre el otro no era tarea fácil. Practicaban para ser héroes profesionales, aunque una parte de Kai desistía de esa ideología. Estaba mirando las aves volar mientras que el sol brillaba, dejando nubes naranjales en el cielo. Katsuki estaba atrás de ella, viéndola admirar el paisaje que dejaba el día. Kai no pudo asistir al funeral de su madre, tampoco despedirse de ella, así que consigo cargaba la culpa de lo que había ocurrido esa noche, era por eso que no podía recordarlo. Lo único que recordaba era a su madre sentada en el auto en aquella estación de trenes cuando las pasantías se llevaron a cabo, había pasado tanto de eso que le pesaba recordar.

Kai bajó la mirada y observó sus manos. Las observó de manera detenida—, ella lo hizo—. Aunque ese hombre la obligara, fueron sus manos quienes dieron el devastador golpe. Odiaba no recordarlo, pero más odiaba no haber podido evitarlo. Cerré sus ojos y las lágrimas cayeron, tendría que aprender a vivir con ese dolor y el vacío que habitaba en ella, no habían risas del pasado que la confortarán, ni imágenes de sus padres abrazándola o recibiéndola con una tarta de cumpleaños llenas de velas para ayudarla a soplar. Nada de eso le devolvería lo que alguna vez fueron, así que llevó las manos a su pecho e intentó de aliviar el ardor que estaba en su interior. No había manera de alcanzar a su madre, así que cuando abrió los ojos vio las aves irse lejos, así como la imagen que tenía sobre Hikari. Las sonrisas, todo fue una sintonía que la atormentó, hasta brotar más lágrimas.

Me preguntó, ¿podré superar este camino sin ti?—se preguntó ella en su mente, mirando las hojas esparcirse en el aire con su cabello.

Este lado era el oscuro—, el que muchos no tenían que pasar para convertirse en héroes—. La mayoría llegó hasta donde estaba por un capricho, por querer seguir a otro o obtener una buena recompensa, habían pocas personas que pasaron adversidades para poder convertirse en los héroes que eran y ese quizás era el camino de la albina, pero se negaba a seguirlo, porque en el fondo de su corazón ya no sabía si quería ser una heroína que salvara a otros del abismo donde estaba. Kai siguió con su mano levantada y al lado lado, cuando la noche fría cayó, una mano se cerró. El humo del cigarro brotaba fuera de su boca, los azulados ojos del ahora albino con destellos azules veían fijamente las estrellas. Debajo de estos habían grandes ojeras, Naoto no contaba los días que llevaba desvelado y desnutrido, se moría de hambre, pero no le importaba comer cuando deseaba más que nada dejar de existir.

—¿Qué quieres?—pregunto Naoto al sentir una presencia detrás de él, estaba reacio y hostil con los demás partícipes de la Liga.

—El negro te quedaba mejor.—una voz perezosa le hizo girarse de reojo, su compañero le miraba con firmeza y curiosidad.

—Hay que evolucionar.—musitó Naoto, Tomura se quedó aislado mientras veía la luna resplandecer por todo lo alto en la gran noche.

—Tu hermana despertó del coma, parece que lo de ser persistente corre en la familia.—indagó el joven adulto, mirando a Naoto exhalar el humo del cigarro que estaba fumando.

—No me digas.—expreso de manera sarcástica, sin darle importancia a lo que decía Tomura, su querido primo materno.

—Anímate, el maestro decidió que vivieran, es porque ve potencial en ustedes.—esclareció Tomura, mirando con burla a Naoto quien botó la ceniza del cigarro para así, lanzarlo por un tejado.

—Deben sentirse satisfechos, lograron su objetivo, Hikari no pudo vivir lo suficiente para contarle todo a la comisión de héroes.—artículo.

—¿Buscas amenazarme con algo?—le preguntó Tomura, sintiendo una tensión entre él y su primo.—El maestro te dio un don...

—Un don que me quitó y al final me devolvió aunque ya no lo necesite.—irrumpió Naoto cuando de su mano salieron gotas de agua.—¿Culpo a la pubertad? ¿O solo fue estratégico?—se burló, sintiendo una mano en su cuello.

—No juegues conmigo.—Naoto se quedó mirando fijamente a Tomura, quien tenía cuatro dedos en su cuello y solo faltaba el roce de uno para hacerlo añicos por completo.

—Me arrastraron hasta aquí y no hay forma de salir, los héroes me parecen hipócritas y considero que algunos tienen mis respetos, pero jamás me doblegaré ante ti.—masculló Naoto.

—¿Y por qué sigues aquí querido primo?—le preguntó Tomura, ambos se miraban de manera fija y tensa, sin desviar la mirada del otro.

—No pecaré de ingenuo como mi madre, tampoco cabaré mi propia tumba, pero sí de algo estoy seguro es que me necesitas, como posiblemente los necesite ustedes, hasta que cumpla mi objetivo.—dijo con convicción, teniendo en claro su camino y a donde quería dirigirse.

—A mi también me hubiera gustado ser un buen hermano mayor, ten cuidado, quizás tus emociones te lleven a donde estoy y seas culpable de su desgracia.—dijo Tomura, soltando a Naoto y dejándolo obtener aire.—No hay nada allá afuera que perdone tus pecados, solo tienes un bando y una opción, ese es tu destino, ser miserable.—añadió.

—No sabes nada.—escupió Naoto con molestia, viendo a Tomura detenerse para reírsele en la cara con desprecio y pena.

—¿Qué crees que hay allá afuera para nosotros? Recuerda porque terminaste aquí en primer lugar, no solo tu convicción te guió hasta nosotros, tampoco la lealtad y un agradecimiento, si no la necesidad de ser aceptado.—distinguía Tomura.—Es una pena lo que pasó con tu familia, pero que eso no te haga olvidar tus principios, tu madre murió y los héroes aún así ocultaron sus pecados, ¿quieres vivir en un mundo de hipocresía compuesto por héroes?—le hizo cuestionar, para así darle la espalda.—Así que vuelve al juego, acabemos con esto.—artículo.

—¿Qué pasará con mi hermana?—le preguntó Naoto, haciendo que Tomura se detuviera en seco frente al almacén abandonado en el que estaban, sonrió de lado e incluso hizo un puchero en burla.

—Hay una lápida con su nombre si decide estorbar, tú decides si ser quien la cave o quien la salve.—afirmó Tomura con frialdad y crueldad, desistiendo de hacer una alianza con la albina.

—¿Es por que ella es más fuerte?—le preguntó Naoto, queriendo intimidar a Tomura quien choco sus dientes.—¿No era ese el propósito del maestro en reclutarla? ¿Para reemplazarte si fallabas?—cuestiono, tensándolo más.

—No hay nadie que pueda reemplazarme, porque él vio en mí lo que no vio en ustedes, es por eso que acabaré con toda luz de este mundo lleno de falsedad e ilusiones.—detalló, fríamente.

Fue un balde de agua fría para el albino con varios lunares en el rostro—, alguna vez pensó en la posibilidad de ser libre e incluso un héroe digno—. Pero el capricho por vengarse de su madre lo llevó hasta el basurero donde está ahora, arrepentido de sus decisiones y de donde había dirigido su camino, Naoto sintió la agonía en su corazón por no ser capaz de desatar las cadenas de su pasado y las que lo ataban con la dichosa Liga, pero no había una mentira en las palabras de su primo. No había nada allá afuera que lo hiciera un santo, tampoco que lo alabaran, Naoto era conocido por ser hijo de héroes profesionales a los que decepcionó cuando eligió la oscuridad, aunque ahora la verdad estuviera en la luz y vincularan una posibilidad de que era obligado a estar ahí, no había algo que Naoto cambiara. Miro la luna resplandecer y solo acepto una cosa, que tendría que pelear con su hermana a muerte si era necesario, pero prefería eso que arrastrarla a ese infierno en el que vivía.

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ARCO DOS: A TRAVÉS DEL FUEGO.

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