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𝟎𝟕

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Mi camino sin ti.❜
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Omnisciente.
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Afuera de la enfermería se veía un día grisáceo y húmedo, de seguro afuera las personas llevarían de manera obligatoria un paraguas por si llovía, pero Kai sentía que estaba lloviznándole encima desde hace mucho tiempo. Estaba sentada en el borde de la camilla—, llevaba una ropa casual y todo su cabello recogido en una coleta alta que ella misma peinó con las pocas fuerzas que le quedan—. Continuar parecía fácil, pero no podía serlo. No quería buscar noticias viejas, tampoco querer entender lo que sucedió. Ella a penas procesaba todo y le costaba bastante. Estaba aún bajo los efectos del sedante, así que estaba tranquila e intentaba de estarlo incluso aunque su pecho continuara comprimido y todas sus esperanzas en el suelo. Tener que volver y forzarse a sí misma a que todo debería continuar de la misma manera que antes era lo más absurdo que haría.

Todo lo que alguna vez conoció y la hizo sentir viva, se había ido con la brisa fría del viento que había allá afuera, donde creería pertenecer, pero ya no sabía si era así—, se sentía perdida y ajena a todo lo que pasó mientras estaba dormida, eso la consumía aún más—. No estaba lista para empezar de nuevo, tampoco para avanzar un camino sin las personas que la habían traído hasta aquí, todo aún se sentía como una pesadilla que le consumía hasta los huesos. Estaba inmóvil, incapaz de levantarse y de abrazarse a sí misma. Tenía solo quince años y a estas alturas, había pasado cosas por las cual un niño no debería pasar. Bajo la cabeza y apretó las sábanas que había recogido, hasta estrujarlas de nuevo. Apretó sus dientes y denegó, no quería aceptar la realidad, tampoco llorar. Había llorado demasiado e incluso perdido la cordura al saber que ingenuamente todo esto pasó a través de sus manos.

—Nakamura.—la puerta se abrió y se mantuvo tensa, ella dejó de apretar las sábanas para girarse de reojo y ver a su profesor allí.—Es hora.—anunció Aizawa con un rostro sereno.

—¿Y qué les diré?—le preguntó Kai, sin aún levantarse de la camilla, Aizawa la veía y denotaba su expresión caída, no había brillo en sus ojos.

—No tendrás que decirles nada.—asumió él, extendió la puerta para esperarla a ella, de una manera pasiva y tolerante pese a la actitud fría de su alumna.

—No puedo volver allá y fingir que nada pasó, que no estuve dormida por semanas, que ella... —Kai hizo una pausa, tenía tanto miedo.—Simplemente no puedo.—afirmó, frustrada.

—No será tan fácil, pero puedes hacerlo.—aconsejó su profesor, Shouta la miró con detenimiento y espero tener una pizca de esperanza en ella.

—No puedo volver.—volvió a repetir, miró al suelo y ató sus manos, se negaba a darle frente a sus compañeros, aquellos que la extrañaron durante ese tiempo que estuvo dormida.

—¿Y qué desearías hacer?—le preguntó de manera sutil, la miraba y buscaba entender cómo alimentar sus ánimos para que se levantara.

—Mi madre tuvo un funeral y no pude asistir.—fue lo único que dijo, de una forma incrédula y molesta, su ceño se frunció al mirarlo.

—Impulsarte podría ser un acto egoísta de nuestra parte como tus profesores, pero vi de cerca cómo tu ausencia afectó la rutina de muchos. Volver no te hará sentir mejor del completo, pero una parte de ti no volverá a estar sola.—indicó, aún en la puerta para mirar cómo Kai bajaba la cabeza.

Tenía muchos pensamientos—, no podía pensar o asimilar cómo se sintieron sus compañeros, mucho menos él—. La imagen de Shoto penetró su mente, cada imagen de él estaba fragmentada en diferentes ángulos que ella logró guardar. Recordar la noche del campamento aún le parecía abrumador, pero recordaba de manera detallada el momento exacto en que lo vio correr hacia ella desesperado. Se sonrojaría, pero estaba tan sentida y atada a la tristeza que no podía sentir esperanza por ese mínimo instante. De alguna manera se aferraba al hecho de que ella y Shoto no habían terminado en buenas condiciones, que ambos estaban lejos de entenderse. Al salir sintió una brisa fresca, su coleta se removió y se quedó parada aún lado de su profesor. Era incómodo en algún punto, porque había sabido que tuvo sentimientos hacia su fenecida madre.

Kai quería poder cuestionarle su sentir, ¿había sufrido? O quizás, ¿está sufriendo? Su mirada atípica no le dejaría saber la realidad, pero Shouta se mantenía atento a las expresiones de su alumna y solo veía que ese perfil izquierdo le recordaba a Hikari. La alentó a caminar por la acera, donde se veían los edificios de las alianzas. Ella no dejaba de sentir miedo a que la vieran desde ahí, que cuando volviera a la academia muchos la mirarían sabiendo que era centro de atención por haber perdido a su madre. Sentía estrés, no quería pensar en nada, pero era más que inevitable no pensar en que Kai volvería a ser foco y que muchos como antes la empezarían a señalar. En la alianza de la clase 1A, los alumnos hacían sus tareas como de costumbre, Katsuki e Izuku estaban ahí, castigados por haberse escapado en la madrugada y romper el toque de queda.

—Te falta ahí.—señaló Shoto, el bicolor estaba sentado en la encimera y cruzado de brazos, veía Izuku limpiar las alacenas.

—Desearía que pudieras ayudarme, Todoroki.—expresó Izuku, tenía guantes y también una mascarilla.

—Fue imprudente lo que hicieron.—comentó Shoto, la mirada de Katsuki se impuso en él y enmarcó sus venas en cuanto lo oyó.

—¡Nadie pidió tu opinión, mitad y mitad!—exclamó Katsuki, tenía al trapeador y señaló enojado a Shoto, quien lo miró fijamente.

—Al menos creo que ya no está tan molesto.—musitó Izuku, Shoto le devolvió la mirada, algo en ellos se veía distinto; tenían brillo.

—Es porque despertó.—asumió Shoto en un tono bajo, sentía la diferencia de Katsuki en su expresión e incluso tono de voz.

—Y todos están esperándola.—afirmó Izuku al levantar la cabeza y ver cómo en la sala los demás alumnos yacían.

Hablaban y charlaban entre sí, todos habían oído la noticia y esperaban el preciso momento en que Kai se adentrará por esa puerta. Aunque tres de ellos ya la habían visto, no tuvieron la oportunidad de tener un acercamiento hacia ella y verla de manera fija. Para Shoto, el segundo en que la vio no fue nada al tiempo que desearía para poder verla de nuevo. Se mantuvo sentado allí y cruzado de brazos, tenía el uniforme deportivo de la academia, conjuntó unos pantalones casuales cortos y sus pantuflas. Estaba pensativo, pero su corazón se detuvo cuando un silencio emergió la primera planta al oír todos el toque suave de una puerta. Los que yacían en el sofá se giraron y Izuku se fue asomando a la puerta, nadie habló, nadie dijo nada. La presión que ella también sintió en ese momento recorrió toda la primera planta que miró perdida, para Kai este lugar era completamente nuevo y únicamente su mirada se opuso en él, como si fueran dos imanes.

El profesor se mantenía en el margen de la puerta, miró con atención las expresiones de cada uno de sus estudiantes, pero es que Kai inconsciente se había girado a la izquierda para mirar a Shoto y entre medio de unos segundos a Izuku, quien bajo su mascarilla para mostrar su boca media abierta. Ella se veía diferente, su cabello estaba más blanco y sus ojos brillaban aún más. No estaban los mechones negros, tampoco el destello azulado, parecía alguien nueva; una mariposa que renació con el uso de su don a una magnitud inigualable. Kai no parpadeaba, tampoco parecía respirar. Ambos continuaron mirándose, Shoto dejó de estar de brazos cruzados, pero los primeros pasos se oyeron y un salto por parte de Izuku hizo que Kai cayera en cuenta para sentir una inmensa paz apoderarse de ella. Un bullicio por parte de los alumnos inició, todos se acercaron, aunque algunos mantuvieron su distancia.

—No me manches la ropa.—le pidió Kai, abrazó a Izuku para así mirar cómo Shoto era tapado por los demás, seguía igual que siempre; frío.

—¡Te extrañé mucho Kai!—admitió Izuku con una alegría inexplicable, el brillo de sus ojos denotaban la tristeza que se convirtió en felicidad.

—Bienvenida Nakamura.—la voz de Tenya resaltó entre los demás, el delegado brindaba también su emoción en medio de sus compañeros.

—Nos alegra mucho volver a verte, Kai.—Ochaco irrumpió entre ellos, se acercó limpiándose los lagrimales para así sonreírle.

—¡Kiki!—la sombra de Dark Shadow se acercó y genuinamente Kai sonrió, el ambiente no estaba incómodo, tampoco tenso como creyó.

—Te echo de menos.—comentó Fumikage, Kai lo miró y asintió, todos la miraban, esperaban querer saber cómo se sentía ella.

Por un momento estaba rodeada en un círculo, todos querían acercarse a ella, abrazarla y sentirla por la ausencia que hubo. Las chicas hablaban en voz alta, no le daban espacio a los demás, así que Katsuki estaba en el margen de la pared viéndola con una expresión indescriptible que Shoto pudo denotar. Y es que, ambos la miraban igual. Estaban tranquilos, como si ya no se sintieran molestos o inquietos—, pero eso no quitaban que veían a la albina de la misma manera en la que solo uno quisiera mirarla—. El profesor dejó que la situación fluyera así que salió de la alianza y cerró la puerta a sus espaldas, el peso de pesar que sería un camino nuevo para ellos, le hacía cuestionarse si estaría bien. Más aún cuando el ex héroe número uno observaba a la distancia con esperanza de que todo lo perdido se recuperara, o volviera a ser normal.

Y en ese momento, lo normal se volvió anormal, cuando en medio de las voces de sus compañeros Kai empezó a oír una risa. Alrededor de ella, el brillo de esperanza que sintió cuando sus compañeras se acercaron a abrazarla con lágrimas en los ojos se desvaneció en una oscuridad que la guiaba en un camino morboso y sangriento. Izuku la miró, tomó distancia cuando vio como la mirada de Kai cambió. Su expresión decayó de inmediato, el brillo en sus ojos desapareció—, ella solo veía el camino de sangre que la llevaba a un lugar, un solo lugar, el momento exacto donde su mente recuperaba las imágenes del suceso trágico donde su madre partió—. La ansiedad la consumió, los rostros de sus compañeros empezaron a agrietarse, los ojos de todos se colocaron rojos y sus dedos se levantaron a señalarla. Kai soltó un chillido y se alejó de todos, su cuerpo chocó de inmediato con el de Shoto.

—Está bien.—fue lo primero que él se atrevió a emitir, incluso lo pensó para decirlo cuando volvió a sentir un tacto con ella.

—Denle espacio, la están abrumando.—pidió Katsuki, alejando a los demás de ellas quienes no podían contener su emoción.

—Lo sentimos.—se excusó Mina, se parto conjunto las chicas y Kai no pudo evitar sentirse culpable por apagarles su emoción.

—Traeré un poco de agua y refrigerios para todos.—indicó Momo, se abrió paso entre los demás para dirigirse a la cocina.

—Es que, todo esto es muy grande y nuevo.—comentó ella mirando alrededor, pero sin moverse por el contacto físico que mantenía con Shoto; era como su lugar seguro.

—¿Quieres ver todo el lugar?—le preguntó Ochaco, se acercó a ella y extendió su mano.—Hay un lugar aquí también para ti.—afirmó.

—Si Nakamura, déjanos mostrarte el lugar, ¡es gigante!—expreso Denki con emoción, Kai lo miró y extendió su puño.

—Me alegra que todos estén bien.—musitó ella con sinceridad cuando Denki aceptó su choque de puños al punto de sonreír.

—¡Más nos alegra a nosotros que estés aquí!—se ajuntó Mineta, mirándola de forma detenida.—¿Te peinaste?—le preguntó curioso.

—Vayamos a mostrarle a Nakamura su habitación.—irrumpió Eijiro antes de que Mineta dijera algo fuera de lo normal, sin ver la tensión que mantenía Shoto con Kai.

Kai le daba la espalda a Shoto, miraba a todos enfrente ese ella girarse para mostrarle toda la planta—, pero ellos lo único que hicieron fue rozar sus manos y sentir el destello de la conexión en el tacto—. El orgullo los mató. Kai siguió adelante y Shoto se quedó atrás, debía admitir que la sensación de verla no había cambiado y que su corazón palpitaba a un ritmo anormal cuando ella estaba cerca. En cuanto Kai pasó por el lado de Katsuki, lo único que ambos hicieron fue mirarse de reojo, era como si supieran algo que nadie más. Había algo extraño en el ambiente, algo que los ataba a los tres y también los alejaba. Katsuki y Shoto volvieron a mirarse, esto sería una guerra sin fin, peleas que no acabarían sin más. Katsuki mantuvo la mirada y la posó en su compañera Momo cuando salió de la cocina, los demás le mostraban el lugar a Kai, por lo que Shoto decidió ayudar a Momo con los refrigerios.

—No te preocupes Todoroki, puedes ir con los demás. De seguro eso quieres.—asumió Momo con una sonrisa cuando Shoto sostuvo la bandeja de bebidas frías que ella acaba de hacer.

—Quiero ayudarte.—distinguió, Katsuki los observó y luego se giró, pensativo ante la imagen de ambos juntos.

—Espero que le guste su habitación, maldita gallina albina... —susurró Katsuki, mirando a través de la ventana como el día grisáceo desaparecía.

—Chicos es hermosa.—pronunció Kai en la última planta, mirando su habitación y los colores celestes resaltar entre los blancos.

—La preparamos para ti, ¡Bakugo nos ayudó!—indico Mina con emoción.—Hay algunas cajas guardadas, ¡la madre de Izuku las trajo, son cosas personales!—añadió, aún más emocionada.

—Kai, ¿estás bien?—le preguntó Izuku cuando ella se quedó mirando fijamente como a través de la caja salía un cuadro de un retrato que ella reconocía, Kai tragó saliva y bajo la cabeza.

—Les agradezco.—dijo ella con la cabeza baja, sintiendo la mano de Izuku en su hombro.—Les sonará raro, porque he estado dormida durante varias semanas, pero quisiera descansar.—indicó ella, todos se miraron entre sí y entendieron.

—Tomate el tiempo que necesites Nakamura, nosotros estaremos aquí.—expresó Tenya, mirando como ella asentía en medio del acercamiento.—Andando chicos, Nakamura quiere descansar.—indicó él, alentando a los demás quienes se desanimaron.

—Kai.—llamo Izuku cuando la vio parada en la entrada de su nueva habitación.—No tienes porque estar sola, ¿lo sabes?—le preguntó él, mirándola con la esperanza de que viniera.

—Se que alguno de ustedes fueron esa noche a rescatarme, saben lo que hice, lo que él me hizo hacer.—musitó Kai, cruzada de brazos; Izuku tragó saliva y se mantuvo en silencio.—No puedo mirarlos a los ojos.—admitió, apenada.

—Siempre podrás mirarme a los ojos cuando no puedas mirar a nadie más.—musitó él, alejándose un poco para darle espacio.—Eres mi mejor amiga, me alegra tenerte de vuelta.—añadió.

—Y tú el mío.—respondió ella, adentrándose a la fría habitación para así cerrar la puerta a sus espaldas y no oír nada, aunque detrás de ella Izuku permaneció hasta sentarse, Kai no salió.

No era porque no hubiera extrañado a sus compañeros—, es que no tenía porque haberlo hecho, cuando para ella solo había pasado un límite de tiempo que se convirtió en una tragedia total—. Kai se mantuvo recostada de la pared, miró fijamente la ventana de una manera perdida y extraña. Abrazó su cuerpo y en si misma dejo que sus lágrimas cayeran. Apretó sus labios tan fuerte que cambiaron de color, no quería que nadie la oyera sollozar porque le dolía todo lo que estaba pasando. Su pecho subía y bajaba, temblaba. Su cabeza cayó en sus brazos y ahí se escondió toda la noche. ¿Qué iba hacer ahora? Todo era nuevo y diferente, le daba miedo pensar que un nuevo camino empezaría, un camino sin su madre, sin su padre y sin su hermano. Que a pesar de las peleas, o indiferencias, Kai hubiera preferido ver a su madre bajo las rejas por las acciones que hizo a tener que empezar un camino sin ella.

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Capítulo 8; Deja el sol salir, Kai.

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