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𝑭𝑨𝑰𝑹𝒀𝑻𝑨𝑳𝑬










𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 3
"𝑾𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓 𝑮𝒂𝒍𝒂"



















La Reina no estaba satisfecha antes la respuesta de su hija, pero no quería tener una mala reacción a solo unos minutos del baile, sino aquella acabaría siendo una catástrofe.

No había opinado a la respuesta de su hija, no estaba de acuerdo, pero tampoco deseaba una vida infeliz a su hija. Por lo que la daría tiempo, y tal vez, en dos años, comprometerla, la gustara o no. La daría tiempo para que pudiera conocer a los pretendientes interesados en ella. La decisión de escoger al ganador estaba en sus manos.

Por otro lado, Enora estaba bajando los escalones del castillo para dirigirse al salón dónde se realizaba el baile. A medida que avanzaba, se estaba preparando mentalmente para lo que la esperaba, "largas y aburridas conversaciones sobre la vida llena de riqueza de otros"

A Enora le interesaban los temas de comercio, economía y territorios, aun más si son recién descubiertos. Pero también la gustaba temas que puede conversar con un pequeño número de personas, las criaturas mágicas.

Nadie negaba de la existencia de estos, pero tampoco se atrevían a presenciar uno. Como decía anteriormente, nadie ha podido salir con vida cuando ve alguno, y la única persona que si, no tardó en morir. El Señor Carter.

Enora entro con la cabeza alta y pasos delicados pero decididos, intentando causar respeto e imponencia. Tal y como habia practicado junto a su madre y su maestra.

No tardó en atraer todas las miradas. Enora, dando un repaso al Salón, se sorprendió al ver a una gran cantidad de jóvenes muchachos. Todos ellos con la esperanza de poder tener la oportunidad de conversar con ella.

-Los rumores son ciertos. - Una voz masculina al final de la escalera a su derecha captó su atención. - Usted ha sido creada por los dioses.

-¿Disculpe? - A paso lento continuaba bajando los escalones acercándose a él.

-Se rumorea que usted ha sido creada por los mismos Dioses, de allí esa belleza tan peculiar.

-¿Es un cumplido? - le miró con una sonrisa.

-En efecto, princesa.

La conversación fue interrumpida por un leve carraspeo, ambos miraron al causante que se encontraba detrás del joven. A

-Si me disculpa, príncipe Jack. Me gustaría invitar a nuestra bella anfitriona a bailar. - Dice William con una expresión seria en su rostro.

-Un placer, majestad. - Dijo el chico tras lanzar una mirada furtiva al joven príncipe. Extendió su mano, la cual Enora aceptó, y besó el dorso de esta tras haberla atraído delicadamente a sus labios.

-El placer es mío, príncipe Jack. - Con una última sonrisa se fue dejando a William y Enora solos.

William extendió su mano, al aceptar Enora la llevó al centro del Salón, con la mirada de todos los invitados de la alta sociedad posados en ellos. La leve música de la orquesta al fondo comenzó a sonar, con pasos delicados ambos se movían al ritmo de la melodía.

En esos momentos Enora agradecía internamente que su padre fuera el único en ser la victima de sus pisadas antes de aprender perfectamente. A mediados del bals la melodía cambió dando paso así a que el resto de invitados pudieran bailar a su alrededor.

Los ojos de William no se habian apartado ni un solo segundo de la peliblanca, provocando que se sintiera nerviosa. ¿Qué hacía? ¿Seguía manteniendo el contacto visual, intentaba entablar una conversación, salía corriendo dejándole ahí...?

Por suerte, William interrumpió ese silencio entre los dos.

-Esta noche está hermosa. - Comentó.

-Gracias. Usted se ve muy bien en ese traje.

" Madre mía" - Pensaba ella al soltar ese comentario.

-Me gustó el tiempo que pasamos en el jardín conversando, si no es una inconveniencia para usted, me gustaría repetirlo.

-Será un placer. - Respondió.

Tras el final del primer baile, Enora se disculpó con la excusa de que debía saludar al resto de invitados. Tal vez podría hacerse un amigo.

Para su suerte, tras haber pasado por varios grupos fallidos (ya que no era de su interés lo que conversaban), se encontró con un grupo conformado por 4 jóvenes.

-No me gustaría ser usted. - Respondió Mattheo, uno de los príncipes.

-¿Y por qué no? - Le preguntó con curiosidad.

-Por que una de las peores cosas que te pueden pasar es ser anfitrión, y usted lo es en este momento. A menos que no sea una persona a la que le apasionan absolutamente todos los temas, sobretodo el cotilleo, - Guiñó el ojo hacia ella - y te guste socializar, se convierte en una pesadilla. Tener que saludar a todos los invitados con una sonrisa falsa y mostrar una interés poco existente por sus vidas, es agotador.

-¿Y como sabe usted que no soy una persona a la que le guste socializar y hablar de absolutamente todos los temas? - Preguntó curiosa por su respuesta.

-Por que en los pocos minutos que la he observado, ha cambiado de grupos en poco tiempo y su hermosa sonrisa ha flaqueado por unos cortos segundos. Sin contar que lleva mas tiempo en este grupo, por lo tanto la conversación que estamos manteniendo ahora se le hace interesante, ya que también, a diferencia de en otros grupos, está intercambiando varias palabras con nosotros. Al contrario que en otros, que solo se limitaba a escuchar y ser una espectadora.

-Veo que es una persona muy observadora, príncipe Mattheo.

-Ha acertado, princesa. Además, para mi propia desgracia, he sido obligado a ser anfitrión en varias fiestas.

-A su familia debe de gustarle mucho las fiestas.

-Si.

-¿Le gusta leer, princesa? - Preguntó el príncipe Carlos.

-Si, me gusta.

-¿Qué género suele leer?

-No tengo un solo género, puedo leer cualquier cosa, dependiendo del momento.

-Pues me alegra escuchar eso, por que he tenido la idea de otorgarle un pequeño obsequio. - Con un chasquido uno de los sirvientes del joven le otrogó el objeto para luego retirarse. - Para usted.

-"Criaturas místicas" - Leyó el título.

-Es una pequeña guía sobre criaturas mágicas, tal vez la pueda interesar.

-Muchas gracias, príncipe.

-Puede llamarme solo Carlos, si usted lo desea.

-Gracias, agradezco su gesto. - Enora llamó a una de los sirvientes que se encontraba cerca. - Por favor, llévelo a la biblioteca. - Le entregó el libro. - Le enviaré una carta en cuanto lo lea para mostrarle mi opinión. - Se dirigió al príncipe.

-Será un placer recibirla, majestad. - Respondió.

Tras una larga charla y algún que otro baile con varios príncipes, la fiesta terminó con un pequeño discurso de parte de los monarcas. Enora se sintió liberada al notar el tacto de sus sabanas. Había sido una noche larga y por fin podía concluir el día.

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-¿Cuánto más habrás que esperar? - Preguntó impacientemente mientras daba vueltas inquieto.

-Cálmate, aún falta. Dentro de poco iremos a por ella, cuando menos se lo espere. - El otro sujeto soltó una risa sarcótica. - ¿Qué?

-Nada, solo que me parece algo estúpido lo que acabas de decir. Está claro que ahora ni mañana, ni en ningún momento del futuro, se lo van a esperar. Están confiados de que sus muros son impenetrables.

-Solo ten paciencia, el destino tiene su tiempo, si nosotros lo incumplimos, se va todo a la mierda, ¿lo entiendes?

-Si - Respondió de mala gana.































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¿Qué os va pareciendo la historia? Aquí tienen otro capítulo más, espero que lo hayan disfrutado.

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