Prólogo
Busan, invierno de 1821
El ocho de diamantes lo arruinó.
Si hubiera sido el seis, podría haberse salvado. Si hubiera sido el siete, se hubiese marchado con el triple de su dinero.
Pero fue el ocho.
El joven marqués observó el naipe volar a través del exuberante tapete verde y deslizarse en su lugar junto al siete de tréboles que yacía boca arriba sobre éste, burlándose de él. Sus ojos ya se estaban cerrando y el aire abandonaba la habitación con una prisa insoportable.
Veintidós.
Uno más que el veintiuno al que había apostado.
Al que había apostado todo.
Hubo una exclamación colectiva en la sala cuando él suspendió el movimiento del naipe con la punta de un dedo, mientras los curiosos observaban desarrollarse el horror con el entusiasta placer de aquellos que han escapado por poco de su propia muerte.
El parloteo empezó entonces.
—¿Lo apostó todo?
—Todo lo que no está vinculado.
—Demasiado joven para saber desenvolverse mejor.
—Lo bastante mayor ahora; nada hace madurar a un hombre más rápido que esto.
—¿Realmente lo ha perdido todo?
—Todo.
Sus ojos se abrieron, enfocando la atención en el hombre al otro lado de la mesa, encontrando la fría mirada que había conocido toda su vida. El vizconde Bang Si Hyuk había sido amigo y vecino de su padre, escogido por el anterior marqués de Jeon como tutor de su único hijo y heredero. Tras la muerte de los padres de Jungkook, había sido Si Hyuk quien había protegido el marquesado de la familia, quien había multiplicado por diez sus activos y asegurado su prosperidad.
Y luego se la había quedado.
Vecino, tal vez. Amigo, nunca.
La traición abrasaba a través del joven marqués.
—Lo hizo a propósito. —Y por primera vez en veintiún años, él oyó la juventud en su voz y la odió.
No había ninguna emoción en el rostro de su contrincante cuando levantó la letra del centro de la mesa. Jungkook resistió el impulso de hacer un gesto de dolor ante el arrogante garabato de su firma a través de la hoja en blanco, prueba de que había perdido todo.
—Fue tu elección. Tu elección apostar más de lo que estabas dispuesto a perder.
Él había sido timado. Bang Si Hyuk lo había presionado una y otra vez, empujándole más y más allá, dejándole ganar hasta que él no pudo imaginar perder. Era una táctica muy antigua y él había sido demasiado joven para reconocerla. Demasiado entusiasta. Jeon levantó la mirada, la rabia y la frustración estrangulando las palabras.
—Y su elección ganarlo.
—Sin mí, no habría nada para ganar —dijo el hombre mayor.
——Padre. —Bang Ho Seok, hijo del vizconde y el amigo más cercano de Jungkook dio un paso adelante, la voz temblorosa—. No haga esto.
Si hyuk se tomó su tiempo para doblar la letra y se levantó de la mesa ignorando a su hijo. En lugar de eso, demolió a Jungkook con una fría mirada.
—Deberías estarme agradecido por enseñarte una lección tan valiosa a tan temprana edad. Por desgracia, ahora no tienes nada más que la ropa sobre tu espalda y una mansión vacía.
El vizconde echó una mirada a la pila de monedas sobre el tapete, el resto de sus ganancias de la noche.
—Te dejaré el dinero, ¿te parece? Un regalo de despedida, si quieres. Después de todo, ¿qué diría tu padre si te dejara sin nada?
Jungkook se levantó rápidamente de su silla, echándose para atrás.
—Usted no es la persona adecuada para hablar de mi padre.
El adulto enarcó una ceja ante el despliegue descontrolado, y dejó que el silencio reinara durante un largo rato.
—Sabes, creo que me llevaré el dinero después de todo. Y tu membresía a este club. Es hora de que te vayas.
Las mejillas de Jeon llamearon cuando las palabras resbalaron sobre él. Su membresía al club. Su tierra, sus sirvientes, sus caballos, su ropa, todo. Todo menos una casa, unas pocas hectáreas de tierra y un título.
Un título ahora en desgracia.
El vizconde levantó una de las comisuras de su boca en una sonrisa burlona y lanzó una guinea por el aire hacia el joven quien de manera instintiva extendió la mano, atrapando la moneda de oro mientras destellaba bajo las luces brillantes de la sala de juego del White’s.
—Gástalo de manera inteligente, chico. Es lo último que obtendrás de mí.
—Padre —intentó de nuevo Ho Seok.
Si hyuk se volvió hacia él.
—Ni una palabra más. No voy a tenerte suplicando por él.
El viejo amigo de Jungkook volvió sus ojos tristes sobre él, levantando su mano en señal de impotencia. Ho Seok necesitaba a su padre. Su dinero. Su apoyo.
Las cosas que Jeon Jungkook ya no tenía.
El odio llameó caliente y vivo durante el más breve de los instantes, antes de que desapareciera, extinguido por la fría determinación, y Jungkook metió la moneda en su bolsillo, dando la espalda a sus pares, a su club, a su mundo y a la vida que siempre había conocido.
Jurando venganza.
🚨🚨ADVERTENCIA🚨🚨
ESTA HISTORIA NO ME PERTENECE, SOLO ESTOY HACIENDO LA ADAPTACIÓN AL KOOKTAE, DE LA NOVELA: "UN CANALLA SIEMPRE ES UN CANALLA" DE SARAH MACLEAN. ASÍ QUE TODOS LOS CRÉDITOS A SU ESCRITORA. No lo puse en la descripción no vaya a ser que Wattpad borre el fic ;(
Pd: Estaré actualizando bien seguido y si ven algún error de género (ya que la historia es originalmente hétero) perdonen, hay veces que se me escapan las cosas a pesar que leo los capítulos detenidamente antes de publicarlos UnU, agradecería que me dejaran un comentario donde está el error.
Dicho esto, espero que lo disfruten ;)
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