
Capítulo 20!
Busan, agosto de 1828
Querido J:
Hoy cumplo veintiséis años.
Veintiséis años y soltero. Envejezco y me marchito hora tras hora, a pesar de lo que a mi madre le gusta decir en sus momentos agudos.
Ocho años de temporada y ni un candidato decente, un record deshonroso para el hijo mayor de la Casa Kim. Esta mañana, durante el desayuno, vi la decepción en sus ojos.
Pero, conociendo lo que han sido mis opciones, encontré que no podía plegarme a su censura.
Sin duda, soy un mal hijo.
Anónimo
(Carta no enviada)
1831
Las escaleras llevaban hacia las habitaciones de los propietarios.
Jungkook lo dejó en el suelo junto a la puerta secreta que se abría en lo alto del pasaje, cerrándola con llave detrás de ellos antes de moverse con rápida gracia hacia la puerta principal de la habitación. El doncel le pisaba los talones, ansioso por lo que se avecinaba, no queriendo perderse ni un minuto de esto. De él.
Taehyung había pensado que lo llevaría a la cama, porque seguramente en este gran club, adonde los hombres llegaban para explorar la perversidad y el placer, había un lugar donde Jungkook dormía. Donde podría acostarse con él.
Donde podrían hacer otras cosas, también, antes de que tuvieran que volver a la realidad y recordar todas las razones por las que su matrimonio estaba en ruinas y sus vidas totalmente equivocadas.
Cuando Jungkook trabó la puerta y se volvió hacia el doncel, Taehyung se quedó quieto en la habitación, iluminados por la luz cálida de un trío de chimeneas y la gran ventana dorada que daba a la planta del The Angel.
La comprensión lo arrasó. Jungkook se refería a que ellos...
Aquí.
Retrocedió de manera instintiva y el marqués lo siguió, lento y seguro, una sedosa promesa brillando en sus ojos.
—¿Adónde vas? —le preguntó y el rubio contuvo el aliento ante el tono ronco en su voz.
Taehyung dio un paso atrás.
—Seremos descubiertos.
Jungkook negó con la cabeza.
—No seremos descubiertos.
—¿Cómo lo sabes?
Él enarcó una ceja.
—Lo sé.
Taehyung le creyó. El corazón le latía con fuerza en sus oídos y Jungkook atravesó la habitación grande y oscura hacia la ventana con clara intención.
Jeon lo tendría. Y sería glorioso.
Y de repente, Taehyung no se alejaba retrocediendo de él por el nerviosismo, la preocupación o la vergüenza. Se alejaba porque era insoportablemente excitante ser perseguido por él. Jungkook era hermoso y elegante y se movía con una determinación carente en hombres inferiores. Era ese espíritu único el que lo atraía hacia él, el que lo hacía tan tentador. Era implacable en la búsqueda de esas cosas que quería.
Y ahora mismo, Jungkook lo quería.
La vibrante anticipación le atravesó y se quedó inmóvil. En el instante siguiente, Jeon estaba sobre él. Jungkook extendió una mano acunando su mejilla, levantando su rostro hacia él, capturando su mirada con tanta atención. Con tanta concentración.
Toda sobre el doncel.
Taehyung estaba consumido por la excitación ante su entendimiento. Por la falta de aliento.
—¿Qué estás pensando? —El pulgar le acarició a lo largo de la línea de la barbilla, dejando calor a su paso.
—La forma en que me miras —dijo, incapaz de apartar la mirada de ese espécimen de hombre —. Me haces sentir... —Se fue acallando, inseguro de sus palabras, y Jungkook se inclinó para presionar un beso en la base de la garganta donde su pulso latía acelerado.
Bolvió a levantar la cabeza.
—¿Cómo te hace sentir, amor?
—Me hace sentir poderoso.
Taehyung no se había dado cuenta de eso hasta que las palabras fueron pronunciadas y una comisura de la boca de
Jungkook se levantó en un esbozo de sonrisa, la punta de sus dedos le recorrían la piel, rozándole la clavícula, moviéndose bajo la seda, enviándole un espiral de placer por la piel.
—¿Cómo es eso?
El doncel inspiró profundamente ante el placer que el pelinegro le causaba, ante el modo en que sus ojos seguían el recorrido de los dedos a lo largo de su piel y dijo:
—Me deseas.
El café se oscureció a negro y su voz se volvió humo.
—Lo hago.
—Me haces sentir como si yo pudiera tener cualquier cosa.
Jungkook tiró con delicadeza de los primeros botones que mantenían la gloriosa camisa de seda en el cuerpo del doncel, y haciendo que la tela se desbocara. Sus dedos se hundieron debajo del borde de esta, insinuando, atormentándolo.
—Te daría todo lo que quisieras. Lo que pidas.
Ámame.
No eso. Eso, Taehyung sabía, no se lo daría.
Pero antes de que pudiera seguir el pensamiento, Jungkook deslizó una mano dentro de la camisa desabotonada, encontrándose con la prístina piel de su esposo y esos redonditos pezones que tanto a su lengua le gustaba atormentar. Taehyung jadeó ante la sensación y Jungkook se inclinó para capturar el sonido con un beso.
—Quiero acostarme a la luz del The Angel y hacer el amor contigo. —Las palabras fueron enfatizadas con una caricia ruda de su pulgar por el pezón y el raspado de sus dientes por el cuello—. Y creo que también tú lo deseas.
Taehyung no pudo evitar el gesto de asentimiento. O su confesión.
—Lo hago.
Mientras estoy contigo.
Jungkook lo soltó, poniéndolo de cara al enorme cristal coloreado de la ventana. El doncel miraba hacia la planta del The Angel, llena de gente, mientras él se encargaba de los botones del ajustado pantalón, soltándolos metódicamente.
—Dime lo que ves —susurró, sus labios presionando calientes y suaves a lo largo de la curva de su hombro.
—Hay... hombres... por todas partes. —Taehyung jadeó.
Jungkook llegó a la abierta camisa e hizo un rápido trabajo, liberándolo de la escarlata seda.
El doncel suspiró ante la sensación, el roce de la suave tela deslizarse por sus hombros, hasta amontonare en su antebrazo. Una de sus manos llegó hasta la ventana para sujetarse firme ante la sensación, tan bienvenida contra su piel ansiosa.
Jungkook pareció entender el sonido y le lamió una oreja, con sus manos deslizándose por la piel de su vientre acariciando y dejando un camino de placer a su paso.
—Pobre amor —susurró, las palabras eran como fino brandy—. Has sido descuidado.
Y Taehyung se sentía como que lo había sido. Era como si su piel sufriera solo por su toque. Por su beso. Por las caricias largas y calientes que hacían su placer casi intolerable.
—¿Solo hombres? —susurró, retornando bruscamente su atención al salón a través del cristal de varios colores, que destacaba el bello y musculoso cuello de Lucifer.
Sus manos lo rodearon para acunarle los pezones antes de tomar las puntas doloridas entre sus dedos y pellizcar apenas, solo lo suficiente como para enviar una lanza de placer directamente a través del doncel. Taehyung jadeó.
—Respóndeme, Taehyung.
Se obligó a enfocar la atención en el cuadro que tenía delante.
—No. Hay mujeres y donceles.
—¿Y qué están haciendo?
Taehyung se fijó en una mujer vestida con una seda preciosa del color de los caracoles de mar, su negro cabello estaba recogido a gran altura con los rizos cayendo a su alrededor.
—Una está sentada en el regazo de un caballero.
Jungkook se apretó contra él entonces, meciendo las caderas contra su trasero, y Taehyung deseó que no estuvieran separados por capas de ropa.
—¿Qué más?
—Ella tiene los brazos alrededor del cuello de él.
Jeon tomó la mano que lo apuntalaba contra la ventana e hizo que le rodeara el cuello, proporcionándole mejor acceso a sus precioso cuerpo.
—¿Y?
—Y ella le está hablando al oído.
—¿Preparando su juego de naipes? —Sus dedos pellizcaron de nuevo y el doncel jadeó, cerrando los ojos y volviéndose hacia él.
—Jungkook —susurró, deseando que él lo besara.
—Me encanta la forma en que dices mi nombre. Eres el único que me llama Jungkook y me gusta —le dijo antes de darle lo que quería, su lengua acariciándolo profundo y suave hasta que el rubio estaba retorciéndose en sus brazos.
—Lo odiabas —protestó.
—Me has vencido. —Él le chupó con delicadeza la piel suave del cuello—. Cuéntame más sobre la mujer.
Taehyung se volvió hacia la ventana tratando de concentrarse una vez más. Observó a la mujer inclinarse hacia adelante, dejando a su pareja una vista profunda de su corpiño. El hombre sonrió y se inclinó para presionar un beso sobre su clavícula antes de deslizarle las manos por el muslo y todo a lo largo de la pantorrilla antes de finalmente desaparecer debajo del ruedo del vestido.
Taehyung se arqueó hacia atrás, recostándose en Jungkook.
—Oh, él la está tocando...
Los dedos contrarios se aligeraron con las palabras, lo caricia casi allí, su suavidad haciendo desear a Taehyung que ambos estuvieran desnudos en la oscura habitación.
—¿Tocándola dónde?
—Debajo de sus...
Se detuvo cuando la mano de Jungkook se movió hacia abajo, hacia el lugar que se hacia cada vez más asfixiante e incómodo.
Taehyung dijo suspirando la siguiente palabra cuando el pelinegro encontró su eje, acariciando con suavidad sobre la tela.
—... faldas.
—¿Así? —A pesar de la tela de sus pantalones, la rodilla de Jungkook encontró el camino entre sus muslos, abriéndolos más mientras su mano se deslizaba allí, masturbándolo sobre la tela.
La cabeza del doncel cayó hacia atrás sobre su hombro.
—No sé.
—¿Qué crees?
—Por el bien de ella, espero que sí —susurró.
Jungkook se rió, el sonido fue un estruendo bajo detrás del rubio.
—Y yo por el de él.
Taehyung cerró los ojos mientras las manos de Jungkook se movían en sintonía, una en su pezón, jugando, incitando allí, y la otra en su pene, acariciando con maestría.
Las caricias siguieron durante largo rato antes de que Taehyung suspirara, saboreando la sensación de Jungkook contra él, presionándose hacia atrás para ajustarse a él tan perfectamente como fuera posible. El Marqués se estremeció con sus movimientos, siseando en su oído.
—Si continúas con eso, cariño, no serás capaz de verlos durante mucho más tiempo.
—Ya no quiero observarlos más.
—¿No? —La pregunta era curiosa en su hombro, donde los dientes raspaban por su piel.
Taehyung negó con la cabeza, inclinándose para ofrecerle mejor acceso.
—No, quiero observarte a ti —le confesó. La mano contraria hizo algo maravilloso entre sus muslos y Taehyung suspiró—. Por favor.
—Bien —le dijo, y el doncel oyó la sonrisa burlona en las palabras—. Dado que me lo pides con tanta amabilidad...
Lo volvió de cara a él.
—Suelta la camisa, Taehyung —le ordenó, las palabras fueron como humo líquido, y el agarre de Taehyung se apretó en la seda.
—Qué pasa si...
—Nadie puede verte.
—Pero...
Él negó con la cabeza.
—No puedes creer que dejaría a nadie verte, mi glorioso amado. No puedo imaginar permitir eso y no matarlos.
Las palabras eran tan posesivas que Taehyung no pudo evitar el placer que lo recorrió con ellas. Nadie nunca lo había llamado glorioso. Nadie nunca había parecido ni una pizca interesado en poseerlo.
Pero en este momento, Jungkook lo deseaba.
Taehyung lo observó con atención durante largo rato, disfrutando el modo en que sus ojos le suplicaban que se denudara para él antes de que soltara el agarre de la tela, dejándola caer al suelo, quedando semidesnudo, excepto por el pantalón, a la luz tenue de la habitación y ante su esposo.
Jungkook se quedó inmóvil con los ojos vagando sobre su cuerpo, decidiéndose al fin por su rostro antes de decir con respeto:
—Eres la cosa más hermosa que nunca he visto.
Jungkook estaba a sus pies, quitándole los zapatos y luego el pantalón junto con el slip. Le acarició las piernas todo a lo largo. Cuando Taehyung jadeó sin aliento ante la sensación, él lamió la piel allí.
—Tengo debilidad por tus piernas.
Taehyung se sonrojó, no queriendo admitir que adoraba la sensación de esas fuertes manos contra su piel, no queriendo decirle que desde su noche de bodas había saboreado la caricia de sus sábanas a lo largo de sus piernas, fingiendo que era su toque.
—Veo que a ti te gustan mis manos —bromeó él y Taehyung sintió la curva de sus labios contra su muslo.
—Me gustas tú —susurró, colocando una mano en su nuca, acariciando con los dedos a través de sus suaves rizos negro.
Jungkook se puso de pie ante eso, besándolo duro y maravillosamente.
—Eres todo perfecto y piel suave —una mano subió acariciando sus mejillas —. Tan precioso.
Las palabras de su esposo estaban destruyendo su salud mental. Eran más dañinas incluso que su toque. Taehyung se arqueó hacia él, hacia su beso, y Jungkook le robó la respiración, las palabras y el pensamiento, sus labios y lengua lo acariciaban todo a lo largo de la del doncel, ofreciendo más placer del que Taehyung podría imaginar. Cuando Jungkook detuvo el beso, el rubio suspiró, olvidó su protesta y observó cómo Jeon daba un paso atrás, se quitaba la ropa con unos pocos movimientos rápidos y se paraba delante de él, la luz del casino más allá de la ventana lo convertía en un mosaico de color y textura, todo largas piernas y músculos marcados, caderas magras, hombros anchos y...
No. Taehyung no debería estar mirando eso.
No importaba lo que quería. Era increíblemente curioso.
Solo una mirada rápida.
Oh, mi...
Taehyung se volvió tímido al instante, sus manos se movieron para cubrir su desnudez.
—No podemos... no era... Esto no era lo que yo esperaba.
Entonces Jungkook sonrió con una extraña sonrisa lobuna.
—¿Estás nervioso?
Taehyung sabía que tenía que fingir que no lo estaba, probablemente él lo había hecho con una docena de otros donceles. Pero estaba nervioso.
—Un poco.
Jungkook lo levantó, llevándolo a un diván bajo en un lado del cuarto e instalándolo encima de su regazo para un beso largo y penetrante que le robó el aliento y las inhibiciones. Taehyung le lamió el labio inferior, chupándoselo con delicadeza y Jungkook se echó para atrás con una ruda inspiración.
El doncel abrió sus ojos de par en par.
—Lo siento... el labio. Los puñetazos de Yu Gyeom tienen tendencia a permanecer mucho tiempo —dijo Jungkook.
Taehyung se echó hacia atrás, levantando una mano para retirarle el cabello y buscar heridas adicionales en su rostro.
—No deberías dejar que te golpeara —le susurró, presionando un beso suave junto a la herida.
—Era la única manera de quitarme de la mente el hecho que no podía ir a mi casa y llevarte a la cama. —Él pasó una mano por su brazo en una caricia larga y lujuriosa—. Me aterrorizas. —Sus labios se curvaron en una sonrisa sardónica mientras sus dedos le acariciaban y atormentaban la piel tersa de la muñeca, del codo, del hombro.
—¿Cómo es posible?
—No puedo saborearte poco a poco, amor. Solo puedo comerte con glotonería. Eres irresistible. —Jungkook presionó un beso sobre su hombro y la lengua salió para mojar la piel allí—. Eres como el repiqueteo de los dados. El sonido al barajar los naipes. Me llamas hasta que me duele el deseo por ti. —Las palabras eran un susurro de respiración en la base del cuello del rubio doncel —. Con suma facilidad podría volverme adicto a ti.
Las palabras pusieron a su corazón a latir con fuerza.
—¿Y eso es malo?
Jungkook se rió entre dientes, el trueno de su risa vibraba contra el chico en su regazo.
—Para mí sí. Muy, muy malo. —Él lo besó, larga y lentamente—. Y para ti también. Me pediste que no te tocara. Quise respetar tus deseos.
Salvo que esos no eran los deseos de Taehyung. No en realidad.
Él siempre había querido que lo tocara, incluso cuando le decía que no.
Siempre lo había deseado, incluso cuando le dijo que no lo hacía.
Jeon Jungkook era su debilidad.
Jungkook lo salvó de tener que hablar tocándolo, jugando con los dedos en la punta de un pezón hasta que el doncel suspiró por la sensación y sus manos se deslizaron por el cabello contrario. Taehyung se echó para atrás y miró esos ojos oscuros y preciosos.
—Jungkook —susurró.
Jeon no apartó la mirada de él mientras lo giraba, levantándolo como si no pesara nada, bajando una mano por su muslo, urgiéndolo a abrir las piernas.
La sola idea era un escándalo.
Un sueño.
Taehyung vaciló solo una fracción de segundo antes de seguir sus silenciosas instrucciones y lo montó a horcajadas.
Había orgullo y placer en la voz de Jungkook cuando dijo:
—Mi hermoso esposo.
Él sabía que era una exageración. No era hermoso. Pero esta noche se sentía poderoso y ni siquiera consideró ignorar su petición. La nueva posición le dio acceso a todo él, a sus hombros anchos y firmes, a su pecho amplio que subía y bajaba con la respiración, Taehyung no pudo evitar colocar sus manos encima de él, sobre este hombre guapo y maravilloso que era su esposo.
Jungkook expresó con gemidos su placer ante el toque, lo levantó hasta que su pecho estuvo a la altura de su boca y sopló aire en sus pezones en una corriente larga y constante.
Taehyung siguió la dirección de su mirada, tan absorta en él, observando cómo sus pezones se contraían, primero uno, luego el otro, insoportablemente duros y doloridos.
Quería su boca sobre él.
—Tócame —susurró.
Jungkook ya estaba allí, lamiendo y chupando, hasta que el rubio pensó que podría morir por el perverso placer, por lo maravilloso de esto. Sus manos se colaron por los cabellos del Marqués, adhiriéndolo a él hasta que Jungkook se retiró y colocó su boca en el otro pezón descuidado, lamiendo con lengüetadas largas y adorables antes de cerrar sus labios en torno a este y darle exactamente lo que el chico quería.
Taehyung se retorcía en sus brazos al ritmo del tirón de sus labios, del lametazo de su lengua, del raspado de sus dientes. Querido cielo. Él manejaba el placer como un maestro, con arte y habilidad. Y el doncel no quería que terminara nunca jamás.
Finalmente Jungkook se retiró, levantándolo más alto, más cerca de él, poniendo un cálido beso en la piel suave de su torso, antes de bajarlo deslizándolo por su cuerpo y tomando su boca una vez más. Sus rodillas subieron debajo del rubio, abrazándolo con fuerza a su cuerpo mientras los dedos se abrían paso entre sus rubios cabellos.
Su boca se movió por el cuello, donde él lamió la delicada piel sobre el pulso y Taehyung volvió a decir su nombre suspirando, sintiéndose drogado por el placer.
El placer que no sabía que existía antes de Jungkook.
El placer que nunca habría encontrado si no fuera por él.
—Jungkook. —Dijo su nombre en un suspiro.
Él sonrió, una sonrisa de autosatisfacción y completamente masculina, una mano se movió de detrás de la espalda del doncel, deslizándose entre sus nalgas.
Taehyung volvió la mirada a esa mano perversa y merodeadora, paralizado por su movimiento, luego sus dedos se rozaban contra él, en su apretado anillo, muy superficialmente como si tuviera un tiempo infinito para explorarlo. Taehyung nunca había deseado nada tanto en su vida.
Sus dedos se movieron trémulamente contra el doncel, y este se meneó contra Jungkook, una de las manos de Taehyung bajó por su torso para descansar tentativamente sobre la parte de Jungkook por la que sentía tanta curiosidad. Él contuvo el aliento cuando la mano del rubio se apoyó sobre su acero caliente.
—Taehyung... —Las palabras se perdieron en un gemido.
Él quería tocarlo, aprendérselo, darle todo el placer que Jungkook le estaba dando.
—Muéstrame cómo. Enséñame.
Los ojos de Jeon eran negros por el placer, y movió su otra mano para guiarle, mostrándole cómo tocar, cómo acariciar. Hasta que él soltó un largo y hermoso gemido y Taehyung se inclinó hacia adelante y le besó la mejilla con suavidad, murmurando en su piel: —Esto es mucho más interesante que el billar.
Él se rió de las palabras con aspereza.
—No podría estar más de acuerdo.
—Eres tan suave —le dijo, acariciándolo todo a lo largo, maravillándose por cómo se sentía—. Tan duro. —Él cerró los ojos mientras el pelirrubio lo tocaba y Taehyung observaba su rostro, disfrutando del juego de placer que lo atravesaba.
Le frotó con firmeza la punta con el pulgar y él jadeó, entornando los ojos.
—Haz eso de nuevo.
Lo hizo y Jungkook lo acercó bruscamente para besarlo larga y profundamente mientras el chico continuaba la exploración, las manos de Jeon sobre las de él mostrándole cómo moverse, dónde demorarse, cuánta presión ejercer. Entonces echó hacia atrás la cabeza y su respiración se volvió jadeante y dolorosa.
—¿Esto está bien?
Él gimió ante la pregunta.
—Está perfecto. No quiero que te detengas.
Taehyung no estaba interesado en detenerse. Le encantaba verlo disfrutar. Finalmente, Jungkook lo apartó con un movimiento brusco.
—No más. No antes de que esté dentro de ti de nuevo.
Las palabras le hicieron sonrojar las mejillas y él rió bajo y de manera adorable.
—¿Que quiera estar dentro de ti te hace ruborizar, hermoso?
Taehyung negó con la cabeza.
—Que yo quiera que tú estés dentro de mí me avergüenza.
Jungkook lo besó con crudeza.
—No quiero que censures jamás tus pensamientos lascivos. De hecho, quiero escuchar todos y cada uno de ellos. Quiero hacerlos todos realidad.
Sus dedos se movían con firmeza haciendo cosas maravillosas entre sus nalgas y el doncel estaba jadeando.
—Jungkook. Más.
—¿Más qué, hermoso? —La punta del dedo se deslizó contra el sitio que Taehyung quería, un tormento más que un toque—. ¿Más aquí?
El de cabellos rubios jadeó con la sensación y Jungkook se alejó antes de que Taehyung repitiera su nombre, oyendo la súplica en su tono.
—¿O tal vez más aquí? —Deslizó profundamente un largo dedo y el chico gimió con la sensación.
—En todas partes.
—Con qué doncel tan ávido me he casado —bromeó él, besándole, lamiéndolo profundo, sujetándolo aún mientras exploraba su boca, todo el tiempo sus dedos moviéndose en malvados circulitos, tocándolo apenas. Enarcó una ceja y un segundo dedo se unió al primero en un largo y lento deslizamiento de placer—. ¿Aquí?
—Sí —jadeó. Jungkook estaba cerca.
—¿Aquí? —Jeon se movió.
Más cerca. El doncel se mordió el labio. Cerró los ojos.
—Sí.
—¿Aquí?
Tan. Cerca.
Taehyung se mantenía perfectamente inmóvil. No quería que él se detuviera.
—Adoro tocarte aquí, Taehyung —le susurró mientras su mano perversa exploraba—. Adoro descubrir tu forma, tu sensación, cuán duro estás por mí. —Esos dedos lo acariciaron otra vez y sus susurros continuaron. Él giraba la mano, la movía en círculos, amagando ese lugar maravilloso—. Me encanta explorarte.
—Encuentra... —susurró el de ojos cafe incapaz de guardar silencio.
—¿Encuentra qué, amor? —Jeon era todo inocencia. Un malvado mentiroso.
El doncel lo miró a los ojos, sintiéndose poderoso.
—Tú sabes qué.
—Encontrémoslo juntos.
Era demasiado. Taehyung estiró una mano detrás de sí, agarrando la de Jungkook y finalmente, finalmente, lo empujó a él. Se inclinó sobre Jeon, encontrándole la mirada, viendo su oscuro placer, la necesidad sujetada con fuerza. Sus dedos se deslizaron por su cálida entrada, dilatándolo, girando, moviéndose en círculos guiado por la mano de Taehyung en su muñeca. El pulgar acarició largo y lento en un círculo perfecto que lo hizo dudar de su propia cordura.
Jungkook lo observaba mientras el rubio luchaba bajo el peso del placer, excitándolo con sus palabras tanto como con sus dedos.
—¿Allí, amor? ¿Es donde se siente bien?
Jeon Taehyung estaba perdido con sus alentadoras y pecaminosas palabras y por sus perversos y prometedores dedos, y susurró su respuesta, moviéndose contra él. Y entonces Jungkook lo estaba tocando tal como quería, rodeándolo a la perfección, acariciando con la cantidad justa de presión. Era como si conociera su cuerpo mejor que el rubio. Era como si su cuerpo le perteneciera.
Y tal vez lo hacía.
Uno de sus largos dedos se deslizó profundo en su interior, la sensación arrasadora contra su punto de placer intenso, casi insoportable, y Taehyung gritó su nombre sacudiéndose contra su toque, sabiendo que algo increíble estaba a punto de suceder.
—Jungkook —susurró su nombre, deseando más. Queriéndolo todo.
Estaba lleno de deseo y avaricia y quería que Jeon nunca dejara de tocarlo.
—Espérame —le susurró mientras le abría las piernas de par en par. Se acercó más, sus dedos lo dejaron, reemplazados por la punta suave y ancha de Jungkook y mientras se restregaba contra el chico, soltó un largo suspiro en su oído antes de susurrar.
—Dios, Taehyung... eres como fuego. Como el sol. Y no puedo evitar desearte. Quiero estar dentro de ti y nunca salir. Tú eres mi nuevo vicio, amor... más peligroso que ninguno que haya tenido jamás.
Se deslizó profundamente, apretando los dientes cuando la punta se ubicó en la entrada, donde Taehyung se sentía tan vacío, donde lo necesitaba. El rubio avanzó ligeramente, amando la sensación de piel contra piel. Deseándolo más profundo.
Jungkook se quedó quieto.
—Taehyung.
El nombrado abrió los ojos y encontró su seria mirada oscura. El pelinegro se inclinó y tomó sus labios en un beso largo, lento y lleno de promesas.
—Siento mucho que alguna vez te hayas sentido deshonrado, en este momento no hay nada acerca de ti que no encuentre absolutamente precioso. Debes saberlo.
Las lágrimas vinieron a sus ojos ante las palabras, abrumadoras y llenas de verdad.
Taehyung asintió con la cabeza.
—Lo hago.
Él no apartó su mirada del doncel.
—¿Lo haces? ¿Ves cuánto te valoro? ¿Lo sientes?
Taehyung volvió a asentir, una lágrima se resbaló, rodó por su mejilla y cayó sobre la piel suave del hombro ajeno. Una de las manos de Jungkook se deslizó por su mejilla, el pulgar apartando el sendero salado.
—Te adoro —le susurró—. Desearía poder ser el hombre que te mereces.
Taehyung levantó la suya para atrapar la de él en su mejilla.
—Jungkook, puedes ser ese hombre.
Él cerró los ojos al oír las palabras, acercándolo para un beso profundo de los que destrozan el alma antes de que extendiera la mano entre ellos, buscara y encontrara ese maravilloso lugar donde el placer se edurecía en el doncel. Le acarició la erección durante largo rato con un ritmo perfecto, casi insoportable, hasta que Taehyung estaba empujándose contra su mano al sentir ese abrumador placer aumentando a límites desconocidos. Jungkook se quedó quieto antes de que el rubio pudiera alcanzar el borde, dejándolo bajar a la tierra antes de empujarlo una vez más y volver a detenerse. Taehyung gritó su frustración.
—Jungkook...
Le besó el lado de su cuello y le susurró al oído.
—Una vez más. Una vez más y te dejaré tomarlo. Te dejaré tomarme.
Esta vez cuando llegó al borde, justo cuando estaba a punto de caer, se deslizó profundamente en el chico con una larga y suave estocada, estirándolo. Llenándolo. Gloriosamente. Y Taehyung se perdió sobre el precipicio, seguro en sus brazos mientras él los mecía juntos y el doncel gritaba su nombre y suplicaba por más y Jeon se lo dio repetidas veces hasta que su bello esposo no podía respirar, no podía hablar, no podía hacer nada excepto colapsar en sus brazos.
Jungkook lo abrazó durante un siglo, sus manos acariciándole la espalda con movimiento suave, generoso y paciente.
Taehyung nunca dejaría de amarlo.
No por el inmenso placer que le había dado, sino por la casi insoportable ternura que le ofrecía ahora. Por la forma en que le acariciaba con delicadeza y susurraba su nombre como si tuviera todo el tiempo del mundo, mientras permanecía acomodado hasta la empuñadura dentro de sí, duro e insatisfecho. Él había esperado para tomar su placer, queriendo estar seguro de que Taehyung tenía el suyo primero.
Jungkook había trabajo tan duro para esconder esta arista suya, pero aquí estaba, toda ternura.
A Taehyung le encantaba.
Lo amaba.
Y él nunca lo aceptaría.
El doncel se quedó paralizado ante el pensamiento, levantando la cabeza, temeroso de encontrar su mirada, preocupado de que él pudiera percibir sus pensamientos. Sus manos se apretaron en torno al rubio.
—¿Te duele? —La pregunta era ronca, como si él no pudiera soportar la idea.
Taehyung negó con la cabeza.
—No...
Él se movió debajo, tratando de retirarse.
—Tae... déjame... no quiero lastimarte.
—Jungkook.
Y luego, porque estaba tan temeroso de hablar, demasiado temeroso de que si se permitiera hablar podría decirle algo que él no quería escuchar, se meció contra él, levantándose a sí mismo apenas y hundiéndose de nuevo, disfrutando el modo en que la cabeza de Jungkook e inclinó hacia atrás con los ojos entornados en rendijas, los dientes apretados, el cuello tenso con inquebrantable control. Taehyung repitió el movimiento y susurró: —Tócame.
Ante las palabras, él soltó su control y finalmente, finalmente se movió.
Taehyung suspiró con el movimiento, penetraba profundo, maravillosamente profundo, todo placer y perfección. Se movieron al unísono, las manos de Jungkook sobre sus caderas, guiándolo mientras las del pelirrubio se apoyaban en sus hombros haciendo palanca encima de él.
—Más... —susurró sabiendo en cierta forma, de manera incuestionable, que había más de él para dar.
Y Jungkook se lo dio con estocadas más largas y profundas.
—Hermoso Taehyung... tan caliente, suave y magnífico —le susurró al oído—. Cuando te observo perder el control en mis brazos, pienso que podría morir por el placer de ello. Eres hermoso en éxtasis. Quiero llevarte allí de nuevo... y otra vez... y otra vez... —Sus palabras fueron enfatizadas por sus empujes, por sus manos acariciándole la espalda, a través de sus hombros, volviendo a bajar para acunarle el trasero y guiarlo maravillosamente sobre él.
—Jungkook, yo... —Y entonces tenía las manos sobre él, entre ellos, y Jeon estaba tan profundo que no pudo terminar la frase debido a que ese filo extraño y notable de placer estaba allí otra vez, surgiendo delante de él, y Taehyung nunca había querido nada tanto como quería alcanzar esto.
—Dime —le susurró con aspereza, empujando con más fuerza, más rápido dándole todo lo que no sabía que deseaba. Que necesitaba.
Te amo.
De algún modo evitó decir las palabras mientras el placer se disparaba a través de sí. Jungkook se desplomó sobre el borde con él, gritando su nombre en la oscura habitación.
•☆•
Hey! ¿Cómo están? Espero que genial, aquí les dejo este +18 de más de 5 mil palabras, alv.
Perdonen los errores, a la verdad me esforcé mucho en este cap, ya que tuve que agregar y cambiar muchas muchas cosas pues este capítulo era súper hétero en específico —fiu😪—, así que disculpen si pido algo de crédito en este Jajaja. Pero bueno solo venía a dejar esta nota y darles las gracias por seguir esta adaptación.
Lxs amo mucho💗
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