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Capítulo 2


Busan, septiembre de 1813.

Querido J:
Es absolutamente necesario que regreses a casa. Es terriblemente aburrido sin ti; ni Seok Jin y Junkyu son una compañía adecuada para la orilla del lago.
¿Estás muy seguro que debes asistir a la escuela? Mi instructora parece bastante inteligente. No tengo ninguna duda de que puede enseñarte cualquier cosa que necesites saber.

Tuyo: T

Seúl, septiembre de 1813


Querido T:
Me temo que experimentarás un aburrimiento atroz hasta Navidad. Si te sirve de consuelo, ni siquiera tengo acceso a un lago. ¿Puedo sugerirte que le enseñes a tus hermanos a pescar?
Estoy seguro que debo asistir a la escuela... a tu instructora no le gusto.
            J...


Fines de enero de 1831
Busan


Sin duda, Kim Taehyung, siendo aristocrático y educado, sabía que debería estar muy agradecido cuando en una fría tarde de enero, con veintiocho años bien cumplidos, recibía su quinta (y probablemente última) proposición de matrimonio.

Sabía que la mitad de Busan pensaría que no estaría exagerando si se arrodillara junto al honorable Bang Ho Seok y le agradeciera, a él y a su creador la oferta amabilísima y en extremo generosa. Después de todo, el caballero en cuestión era guapo, amigo, tenía todos sus dientes y la cabeza llena de pelo, una rara combinación de rasgos para un doncel no tan joven, con un compromiso roto y solo un puñado de pretendientes en el pasado.

Él también sabía que a su padre, quien sin duda había dado la bendición a la pareja en algún punto antes de ese momento, mientras él bajaba la mirada hacia la coronilla bien poblada de Ho Seok, le gustaba. Al marqués de Kim le había gustado «ese Bang Ho Seok » desde aquel día, veintitantos años atrás, cuando el chico se había enrollado las mangas, agachado en los establos de su casa de la infancia y colaborado en el parto de una de las perras de caza favoritas del marqués.

A partir de ese día, Bang fue un buen muchacho.

El tipo de muchacho que Taehyung siempre había pensado que a su padre le hubiera gustado para su propio hijo. Si, por supuesto, hubiera tenido un hijo en lugar de dos hijas y tres donceles.

Y luego estaba el hecho de que Ho Seok algún día sería un vizconde, uno rico, además. Como sin duda estaba diciendo la madre de Taehyung desde su lugar más allá de la puerta de la sala de estar, donde, a no dudar, estaba observando desarrollarse la escena con silenciosa desesperación.

Los mendigos no pueden elegir, Taehyung.

Kim sabía todo eso.

Razón por la cual, cuando se encontró con la cálida mirada marrón de este chico convertido en hombre, al que había conocido durante toda su vida, este querido amigo, se dio cuenta de que esta era, desde todo punto, la oferta de matrimonio más generosa que alguna vez recibiría y que debería decir que sí.

Rotundamente.

Excepto que no lo hizo.

En cambio dijo:

—¿Por qué?

El silencio que siguió a las palabras fue enfatizado por un dramático «¿Qué cree que está haciendo?» desde más allá de la puerta de la sala de estar y la mirada de Ho Seok se llenó de diversión y no poco de sorpresa cuando se puso de pie.

—¿Por qué no? —le contestó de manera amigable, agregando después de un momento—. Hemos sido amigos desde la infancia; disfrutamos de la compañía del otro; yo tengo necesidad de un esposo; tú tienes necesidad de un marido.

Como razones para casarse, no eran terribles. No obstante...

—He buscado denodadamente durante nueve años, Seok. Has tenido todo ese tiempo para hacerme una propuesta.

Ho Seok tuvo la cortesía de verse abochornado antes de sonreír luciendo, en gran medida, como un Water Dog.

—Eso es verdad. Y no tengo una buena excusa para haber esperado excepto bien, estoy encantado de decir que senté la cabeza, Kim.

Él le devolvió la sonrisa.

—Tonterías. Nunca sentarás la cabeza. ¿Por qué yo, Bang? —lo presionó—. ¿Por qué ahora?

Cuando él se rió de la pregunta, no fue una risa grande, atronadora y amigable. Fue una risa nerviosa. Como siempre sonreía cuando no quería responder la pregunta.

—Es hora de afincarme —dijo antes de ladear la cabeza hacia un lado, sonriendo ampliamente y continuó—. Vamos, Tae. Vamos a hacerlo, ¿de acuerdo?

Taehyung había recibido cuatro ofertas previas de matrimonio, e imaginado un sinnúmero de otras en una miríada de maneras, desde la interrupción gloriosa y dramática de un baile hasta la propuesta privada y maravillosa en un mirador aislado en medio de un verano en Busan. Había imaginado declaraciones de amor y pasión eterna, abundancia de sus flores favoritas (las peonías), mantas extendidas amorosamente en un campo de margaritas salvajes, el vivificante sabor del champaña en su lengua mientras toda Corea alzaba las copas por su felicidad. La sensación de los brazos de su prometido en torno a él mientras se arrojaba en su abrazo y suspiraba: «Sí... ¡Sí!»

Sabía que eran todas fantasías cada una más improbable que la anterior. Después de todo, un solterón de veintiocho años de edad, no estaba exactamente defendiéndose de los pretendientes.

Pero seguro no estaba fuera de lugar tener la esperanza de algo más que: «Vamos a hacerlo, ¿de acuerdo?»

Dejó escapar un pequeño suspiro, no queriendo molestar a Ho Seok, quien a las claras se estaba esmerando. Pero ellos habían sido amigos desde la infancia, y Taehyung no estaba dispuesto a introducir mentiras en su amistad ahora.

—Te estás compadeciendo de mí, ¿verdad?

Los ojos de él se abrieron de par en par.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué dices tal cosa?

Taehyung sonrió.

—Porque es verdad. Te compadeces de tu pobre amigo solterón. Y estás dispuesto a sacrificar tu felicidad para asegurarte que me case.

Él le dirigió una mirada exasperada, la clase de mirada que solo un amigo muy querido puede dar a otro y le tomó la mano, besándole los nudillos.

—Tonterías. Es hora de que me case, Tae. Tú eres un buen amigo.

Él se detuvo, la desazón destellando de un modo amigable que hacía imposible estar enojado con él.

—He hecho una chapuza de esto, ¿verdad?

Él no pudo evitarlo. Se sonrió.

—Sí, un poco. Se supone que profesas tu amor eterno.

Él lo miró escéptico.

—¿Mano al corazón y todo eso?

La sonrisa de Taehyung se amplió.

—Precisamente. Y tal vez me escribas un soneto.

—Oh, hermoso Kim Taehyung... ¿por favor considere conmigo casarse?

Él se echó a reír. Ho Seok siempre lo hacía reír. Era una buena cualidad esa.

—Un deslucido intento por cierto, Su Señoría.

Él fingió una mueca de disgusto.

—¿No imagino que pudiera reproducir para ti una nueva raza de perro? ¿Llamándola TaeTae?

—Romántico de hecho —dijo él—. Pero eso más bien demoraría mucho tiempo, ¿no te parece?

Hubo una pausa mientras cada uno disfrutaba de la compañía del otro antes de que él dijera de pronto muy serio:

—Por favor. Déjame protegerte.

Era algo extraño para decir, pero él había fracasado en todas las demás partes del proceso de propuesta de matrimonio, así que Kim no se demoró en sus palabras.

En lugar de eso, consideró la oferta. Seriamente.

Él era su amigo más antiguo. Uno de ellos, al menos.

El que no lo había abandonado. Lo hacía reírse y estaba muy, muy encariñado con él. El único que no lo había abandonado después de su catastrófico compromiso matrimonial roto.

Eso seguro hablaba a su favor.

Debería decir que sí.

Dilo, Taehyung.

Debería convertirse en un Bang, de veintiocho años de edad y rescatado, en el último momento, de una soltería eterna.

Di: «Sí, Ho Seok. Me casaré contigo. ¡Qué encantador que me lo pidieras!»

Debería.

Pero no lo hizo.

Busan, septiembre de 1813

Querido J:
A mi instructora no le caen bien las anguilas. Sin duda, ella se ha cultivado lo suficiente para ver que simplemente porque tú llegues cargando una, eso no te hace una mala persona. Repudia el pecado, no al pecador.
Tuyo: T

PD: Ho Seok estaba en casa para una visita la semana pasada y fuimos de pesca. Él es oficialmente mi amigo favorito.

Seúl, septiembre de 1813

Querido T:
Eso suena sospechosamente parecido a un sermón del vicario Compton. Has estado prestando atención en la iglesia. Estoy decepcionado.
                              J...
PD: Él no lo es.

1831

El sonido de la gran puerta de roble cerrándose detrás de Ho Seok aún estaba haciendo eco en la entrada de la residencia Kim cuando la madre de Taehyung apareció en el rellano del primer piso, un piso más arriba de donde Kim estaba parado.

—¡Kim Taehyung! ¿Qué has hecho? —La señora Kim Ji Soo bajaba demoliendo las anchas escaleras centrales de la casa, seguida por los hermanos de Taehyung, Seok Jin y Jun Kyu, y tres de los perros de caza de su padre.

Taehyung respiró hondo y se volvió hacia su madre.

—En verdad, ha sido un día tranquilo —dijo de manera casual, dirigiéndose al comedor, sabiendo que su madre vendría detrás—. He escrito una misiva a la abuela; ¿sabías que ella sigue padeciendo ese horrible catarro que contrajo antes de Navidad?

Seok Jin se rió entre dientes.

—No me importa ni un poco tu abuela en estos momentos, Kim —dijo la marquesa, el tono de la voz elevándose en armonía con su ansiedad.

—Eso es bastante descortés; a nadie le gusta un resfriado. —Taehyung abrió la puerta del comedor para descubrir a su padre ya sentado a la mesa, todavía con las ropas de caza puestas, leyendo tranquilamente el Post mientras esperaba al contingente de la familia—. Buenas noches, padre. ¿Has tenido un buen día?

—Esta condenadamente frío allá afuera —dijo el marqués de Kim sin levantar la mirada del periódico—. Creo que estoy listo para la cena. Algo caliente.

Taehyung pensó que tal vez su padre no estaba del todo listo para lo que se avecinaba en esta comida, pero en lugar de eso, sacó de su silla a un pequeño sabueso esperando y ocupó su asiento designado a la izquierda del marqués y enfrente de sus hermanos, ambos con los ojos muy abiertos y curiosos acerca de lo que se avecinaba. Él fingió inocencia, desdoblando la servilleta.

—¡Kim Taehyung! —La marquesa estaba de pie en el umbral del comedor, derecha como una vara, con las manos apretadas en pequeños puños, confundiendo a los lacayos congelados por la incertidumbre, preguntándose si la cena debería ser servida o no—. ¡Ho Seok se declaró!

—Sí. Estuve presente en esa parte —dijo Taehyung.

Esta vez Jun Kyu levantó su copa de agua para ocultar su sonrisita.

—¡Min Seok! —Kim Ji Soo decidió que necesitaba apoyo adicional—. ¡Seok se declaró a Taehyung!

Lord Kim bajó el periódico.

—¿Lo hizo? Siempre me gustó ese chico. —Volviendo su atención a su hijo mayor dijo—: ¿Está bien?

Taehyung respiró profundo.

—No precisamente, padre.

—¡Él no lo aceptó! —El tono en el que su madre habló era apropiado solo para el luto más desconsolado o un coro griego.

Aunque aparentemente tenía el propósito adicional de poner los perros a ladrar.

Después de que ella y los perros hubieran completado sus gemidos, Ji Soo se acercó a la mesa, su rostro terriblemente rojo, como si hubiera atravesado andando una parcela de hiedra venenosa.

—¡Taehyung! ¡Propuestas de matrimonio de hombres jóvenes, ricos y elegibles no florecen en los árboles! En particular en enero, no se le ocurriría.

Taehyung sabía que no debía decir lo que estaba pensando.

Cuando un lacayo avanzó para servir la sopa, lo que indicaba que iba a comenzar la cena, Ji Soo se derrumbó en su silla y dijo:

—¡Llévela! ¿Quién puede comer en un momento como este?

—De hecho, yo tengo bastante hambre —señaló Seok Jin, y Taehyung se tragó una sonrisa.

—¡Min Seok!

El marqués suspiró y se volvió hacia Taehyung.

—¿Lo rechazaste?

—No exactamente —contestó con evasivas.

—¡Él no lo aceptó! —gritó Ji Soo

—¿Por qué no?

Era una pregunta justa. Que sin duda a todos en la mesa les habría gustado haber respondido.

Incluso a Taehyung.

Salvo que él no tenía una respuesta. No una buena.

—Quiero considerar la oferta.

—No seas tonto. Acepta la oferta —dijo el señor como si fuera tan fácil como eso, e hizo un gesto con la mano al lacayo por la sopa.

—Quizás Taehyung no desea aceptar la oferta de Bang—señaló  Seok Jin, y Taehyung podría haber besado a su lógico hermano menor.

—No se trata de querer o no —Habló Ji Soo —. Se trata de vender cuando uno puede.

—Qué creencia más encantadora —dijo Taehyung con sequedad, haciendo su mejor esfuerzo para mantener su ánimo arriba.

—Bueno es verdad. Y Ho Seok es el único hombre en la sociedad que parece estar dispuesto a comprar.

—Desearía que pudiésemos pensar en una mejor metáfora que compraventa —dijo Taehyung—. Y en verdad no creo que él quiera casarse conmigo más de lo que yo quiero casarme con él. Pienso que solo está siendo agradable.

—Él no está solo siendo agradable —dijo el lord, pero antes de que su hijo pudiera sondear esa perspicacia, Ji Soo volvió a hablar.

—Difícilmente sea sobre querer casarse. Tú estás más allá de eso. ¡Debes casarte! ¡Y Bang está dispuesto a casarse contigo! ¡No has tenido una propuesta en cuatro años! ¿O lo has olvidado?

—Me había olvidado, madre. Muchas gracias por el recordatorio.

Ji Soo levantó la nariz.

—¿Deduzco que tienes intención de ser gracioso?

Jun Kyu levantó la ceja como si la idea de su hermano mayor haciendo una gracia fuera increíble. Taehyung resistió la tentación de defender su sentido del humor, el cual le gustaba pensar estaba en gran medida intacto.

Por supuesto que él no lo había olvidado. Por cierto, era un hecho difícil de olvidar, considerando cuán a menudo su madre le recordaba su estado conyugal. A veces le sorprendía que la marquesa no supiera el número de días y horas que habían pasado desde la propuesta en cuestión.

Suspiró.

—No tengo en mira el humor, madre. Simplemente no estoy... seguro de que desee casarme con él. O con cualquier otro que no tenga seguro si quiere casarse conmigo de veras.

—¡Kim Taehyung! —ladró su madre—. ¡Tus necesidades no son de importancia capital en esta situación!

Por supuesto que no lo eran. Así no era como funcionaba el matrimonio.

—Realmente. ¡Qué ridículo! —Hubo una pausa mientras la marquesa se concentraba y trataba de encontrar las palabras—... ¡no hay nadie más! ¡Hemos buscado! ¿Qué será de ti? —Ji Soo se desplomó con elegancia en su silla, una mano en la frente con un gesto dramático que hubiera enorgullecido a cualquiera de las actrices sobre los escenarios de Hollywood—. ¿Qué tendrás?

Era una pregunta justa, una que Taehyung probablemente debería haber considerado con más cuidado antes de revelar su incertidumbre sobre su futuro matrimonial. Pero él no había decidido hacer exactamente ese anuncio, al menos no hasta que lo había hecho.

Y ahora parecía la mejor decisión que hubiera tomado en muchísimo tiempo.

La cosa era, Taehyung había tenido muchísimas oportunidades de ser «tenido» en los últimos nueve años. Hubo un tiempo cuando era el tema de conversación de la alta sociedad, atractivo, bien educado, bien hablado, de buena crianza, perfectamente... perfecto.

Incluso, había estado prometido. Con una contraparte análogamente perfecta.

Sí, él había sido un partido perfecto, excepto por el hecho que había estado perfectamente enamorado de alguien más.

El escándalo había hecho más fácil para Taehyung terminar el compromiso matrimonial sin que le dejasen plantado. Bueno, al menos, no precisamente.

Él no lo describiría como un plantón, exactamente. Más una sacudida, en realidad.

No una inoportuna.

No es que él le diría eso a su madre.

—¡Taehyung! —La marquesa se irguió de nuevo, mirando angustiada a su hijo mayor—. ¡Contéstame! Si no es el hijo de los Bang, ¿entonces quién? ¿Quién crees que te tendrá?

—Me tendré a mí mismo, parece.

Jun Kyu jadeó. Seokjin hizo una pausa, la cuchara de sopa a medio camino de sus labios.

—¡Oh! ¡Oh! —La marquesa colapsó una vez más—. ¡No puedes querer decir eso! ¡No seas ridículo!

El pánico y la irritación guerreaban en el tono de lady Ji Soo.

—¡Tú estás hecho de algo más resistente que los solterones! ¡Oh! ¡No me hagas pensarlo! ¡Un solterón!

De hecho Taehyung pensaba que los solteros estaban hechos de algo más resistente que un doncel como él, pero se abstuvo de decir semejante cosa a su madre, quien parecía como si pudiera caer de la silla en un estado de absoluta desesperación.

La marquesa continuó.

—¿Y qué hay de mí? ¡No nací para ser la madre de un solterón! ¿Qué pensarán los demás? ¿Qué dirán?

Kim tenía una buena idea de lo que ya pensaban. De lo que ya decían.

—¡Hubo un tiempo cuando ibas a ser todo lo contrario a aquello en lo que te has convertido! ¡Y yo iba a ser la madre de un duque!

Y ahí estaba. El fantasma que surgía amenazadoramente entre lady Ji Soo y su hijo mayor.

Duque.

Taehyung se preguntaba si su madre alguna vez le perdonaría la disolución del compromiso como si en cierta forma hubiera sido culpa de él. Respiró profundamente, intentando un tono razonable.

—Madre, el duque Park Bogum estaba enamorado de una mujer...

—¡Un escándalo caminante!

A quien él ama con locura. Aun ahora, ocho años después, Taehyung sentía una punzada de envidia no por el duque, sino por el sentimiento. Apartó la sensación.

—Escándalo o no, la dama resulta ser la duquesa de Park. Un título, podría agregar, que ha ocupado durante ocho años, tiempo durante el cual ha dado a luz al futuro duque Park y a tres niños adicionales para su esposo.

—¡Quien debería haber sido tu esposo! ¡Tus hijos!

Taehyung suspiró.

¿Por qué tuvo que nacer siendo doncel?

—¿Qué querrías que hubiera hecho?

La marquesa saltó una vez más.

—¡Bueno! ¡Podrías haberlo intentado con un poco más de entusiasmo! Podrías haber aceptado cualquiera de las propuestas después de la del duque. —Ella se dejó caer de nuevo—. ¡Tuviste cuatro! Dos condes —contó ella, como si las propuestas de matrimonio pudieran haberse escurrido de la mente del Chico—. ¡Luego los Jung! ¡Y ahora los Bang! ¡Un futuro vizconde! ¡Yo podría aceptar un futuro vizconde!

—¡Qué magnánimo de tu parte, madre!

Taehyung se recostó en su silla.

Supuso que era verdad. Dios sabía que él había sido educado para tratar con ahínco de conseguir un marido, bien, con tanto ahínco como uno podría intentar sin parecer poner demasiado empeño. Pero en los últimos años, su corazón no había estado en ello. En realidad no. Durante el primer año después del compromiso roto, fue fácil decirse a sí mismo que no le importaba casarse porque estaba envuelto en el escándalo de un compromiso roto y nadie mostraba mucho interés en él como un potencial novio.

Después de eso, había habido algunas propuestas, todos hombres con motivos ocultos, todos ansiosos con casarse con el hijo del marqués Kim, ya sea por sus carreras políticas o sus futuros financieros, y al marqués no le había importado mucho cuando Taehyung había rechazado de buenos modos, esas ofertas.

A él no le había importado que él hubiera dicho que no.

No se le había ocurrido que él pudiera haber dicho que no porque había tenido un atisbo de lo que el matrimonio podría ser, porque había visto la forma en que el duque Park había mirado, con amor, a los ojos de su duquesa. Había visto que podía haber algo más por venir de un matrimonio, si solo tuviera tiempo suficiente para encontrarlo.

Pero de algún modo, durante ese tiempo en que se había dicho que estaba esperando por más, había perdido su oportunidad. Se había hecho demasiado viejo, demasiado común y corriente, demasiado mancillado.

Y hoy, mientras observaba a Ho Seok un querido amigo, pero no mucho más, ofrecerle pasar el resto de su vida con él a pesar de su absoluto desinterés en el matrimonio de ambos, simplemente no pudo decir sí.

No podría arruinar las oportunidades de Ho Seok de algo más.

Sin importar cuán desastrosa fueran las propias.

—¡Oh! —El lamento volvió a comenzar—. ¡Piensa en tus hermanos! ¿Qué será de ellos?

Taehyung miró a sus hermanos, quienes observaban la conversación como si fuera un encuentro de bádminton. Sus hermanos estarían bien.

La sociedad tendrá que conformarse con los hijos más jóvenes y bonitos. Teniendo en cuenta el hecho que las dos hijas Kim casadas son una condesa y la otra baronesa, debería creer que todo estará bien.

—Y agradecer a Dios por los excelentes matrimonios de las gemelas.

Excelente no era precisamente la descripción que Taehyung usaría para describir a los matrimonios de sus hermanas, propiciados por el título, la dote y poco más, pero sus maridos eran relativamente inofensivos y al menos discretos con sus actividades fuera del lecho matrimonial, así que Taehyung no discutió el punto.

No importó. Su madre se precipitó hacia adelante.

—¿Y qué de tu pobre padre? ¡Es como si hubieras olvidado que está asediado con una casa llena de donceles? Sería diferente si no hubieras sido doncel. ¡Pero él está absolutamente enfermo de preocupación por ti!

Taehyung se volvió para mirar a su padre, quien sumergía un pedazo de pan en su sopa de mariscos y alimentaba al gran perro negro sentado a su izquierda, mirándolo con su larga lengua rosada colgando de la comisura de su boca. Ni el hombre, ni la bestia parecían particularmente enfermos de preocupación.

—Madre, yo...

—¡Y Seok Jin! Lord Choi ha mostrado interés en él. ¿Qué de él?

Ahora Taehyung estaba confundido.

—¿Qué de Seok Jin?

—¡Precisamente! —Lady Ji Soo agitó una servilleta blanca de lino de un modo dramático—. ¿Qué de Seok Jin?

Taehyung suspiró y se volvió hacia su hermano.

—¿Crees que mi rechazo a Ho Seok impactará en el cortejo del lord hacia ti?

Seok Jin negó con la cabeza, los ojos azules abiertos de par en par.

—No puedo imaginar que lo haría. Y si lo hace, honestamente, no estaría desolado. Es un ridículo.

Taehyung habría usado la palabra falto de inteligencia, pero él permitiría a Seok Jin su cortesía.

—No seas tan tonto, Jinie —dijo la marquesa—. El Lord es un Conde. Los mendigos no pueden elegir.

Taehyung apretó los dientes ante el dicho popular, el favorito de su madre a la hora de discutir las perspectivas de sus hijos solteros.

Seok Jin volvió su mirada hacia su madre.

—No era consciente de que estaba mendigando.

—Por supuesto que lo estás. Todos vosotros lo estáis. Incluso Yeji y Yuju tuvieron que mendigar. El escándalo simplemente no desaparece.

Taehyung oyó el significado de las palabras aun si no fue dicho.

—Taehyung lo ha arruinado para todos vosotros.

Una punzada de culpa lo atravesó, y trató de ignorarla sabiendo que no debería sentirse culpable. Sabiendo que no era culpa suya.

Salvo que podría haberlo sido.

Él apartó el pensamiento. No lo fue. Él había amado a otra.

Pero, ¿por qué no lo había amado a él?

Era una pregunta que se había hecho una y otra vez durante aquel largo invierno, mientras había estado recluido aquí, en el campo, leyendo los periódicos sensacionalistas, sabiendo que él había elegido a alguien más hermosa, encantadora y excitante que él. Sabiendo que ella era feliz y Taehyung era indeseado.

Él no lo había amado. No había pensado mucho en él.

Pero no obstante, escocía.

—No tengo intención de mendigar —entró Jun Kyu en la conversación—. Es mi segunda temporada, soy hermoso, encantador y tengo una gran dote. Más grande de lo que cualquier hombre pueda menospreciar.

—Oh, sí. Muy encantador.—dijo Seok Jin, y Taehyung bajó la mirada al plato para ocultar su sonrisa.

Jun Kyu captó el sarcasmo.

—Ríete todo lo que quieras pero sé lo que valgo. No voy a permitir que lo que le sucedió a Taehyung, me ocurra a mí. Estoy cazando un verdadero aristócrata.

—Un excelente plan, cariño. —La marquesa estaba radiante de orgullo.

Jun Kyu sonrió.

—Gracias a Dios he aprendido mis lecciones de ti, TaeTae.

Taehyung no pudo evitar defenderse.

—No es como si le hubiera ahuyentado, Jun Kyu. Padre terminó el compromiso por el escándalo de la hermana del duque.

—Tonterías. Si Bogum te hubiera querido, habría luchado por ti, y al diablo con el escándalo —dijo el hermano más joven, con los labios apretados y una innata ingenuidad—. Pero él no lo hizo. Lo quisieras o no. Aunque asumo que él tampoco luchó por ti. Y solo puedo imaginarme que no lo hizo porque tú no te esmeraste mucho en mantener su atención.

Siendo uno de los más jóvenes, Jun Kyu nunca había tenido que pensar demasiado en la forma en que sus palabras, siempre un poco demasiado francas, podrían dañar. Ahora no fue la excepción.

El pelirrubio se mordió la parte interior de la mejilla, resistiendo el deseo de gritar, ¡Él amaba a otra! Pero él reconocía un ejercicio de futilidad, cuando se encontraba ante uno. Siempre los compromisos rotos eran culpa de la mujer o doncel. Al parecer, aun cuando tu hermano mayor era el doncel en cuestión.

—¡Sí! Kyunie, una sola temporada y ya eres tan astuto, cariño —gorjeó Ji Soo antes de gemir—. Y no te olvides de los otros.

Todos ellos parecían haber olvidado que él no tenía deseos de casarse con los otros. Pero Taehyung todavía sentía que debería defenderse.

—He recibido una propuesta de matrimonio esta tarde si recordáis.

Jun Kyu agitó una mano despectivamente.

—Una propuesta de Ho Seok. Esa no es una buena propuesta. Solo alguien con la inteligencia de una gallina pensaría que él te lo preguntó porque quería casarse contigo.

Uno siempre podía contar con Jun Kyu para decir la verdad.

—A ese efecto, ¿por qué lo preguntó? —intervino Seok Jin, sin tratar de que la pregunta fuera cruel, estaba seguro Taehyung. Después de todo, él se había hecho y a Ho Seok esa misma pregunta ni una hora antes.

A él le gustaría decir, «Porque él me ama.»

Bueno, eso no era precisamente cierto. A él le gustaría decir las palabras. Pero no con respecto a Ho Seok.

Razón por la cual no había dicho que sí.

En todos sus años nunca había imaginado casarse con Ho Seok.

Nunca había sido con quien él soñaba.

—No tiene importancia por qué le preguntó —exclamó Ji Soo—. ¡Lo importante es que estaba dispuesto a acoger a Taehyung! ¡Que estaba dispuesto a darle un hogar, un nombre y cuidar de él como tu padre hizo durante todos estos años! —Ella miró a su hijo mayor a los ojos—. ¡Taehyung, debes pensar, cariño! ¡Cuando tu padre muera! ¿Entonces qué?

Kim Min Seok levantó la mirada de su faisán.

—¿Perdóname?

Ji Soo agitó una mano en el aire como si ella no tuviera tiempo para pensar sobre los sentimientos de su marido, en cambio aguijoneó:

—¡Él no vivirá para siempre, Taehyung! ¿Entonces qué?

Taehyung podía pensar en por qué esto era de algún modo relevante.

—Bueno, supongo que eso será muy triste.

Lady Kim negó con la cabeza, frustrada.

—¡Taehyung!

—Madre, no tengo idea de lo que usted está dando a entender.

—¿Quién cuidará de ti? ¿Cuando tu padre muera?

—¿Está padre planeando morir pronto?

—No —dijo su padre.

—¡Uno nunca sabe! —Las lágrimas estaban brotando de los ojos de la marquesa.

—Oh, por Dios... —Min Seok había tenido suficiente—. No me estoy muriendo. Y no me siento ofendido en lo más mínimo por el hecho de que ese pensamiento haya salido de tu boca. —Él se volvió hacia Taehyung —. Y en cuanto a ti, te casarás.

Kim enderezó los hombros.

—Esto no es la Edad Media, padre. No puedes obligarme a casarme con alguien con quien no desee hacerlo.

Kim Min Seok tenía poco interés en los derechos de las mujeres o donceles

—Tengo dos hijas y tres donceles, ningún hijo y que me aspen si dejo a uno solo de vosotros solteros y valiéndose por sí mismo mientras ese sobrino idiota mío dilapida mi herencia. —Él negó con la cabeza—. Te veré casado, Kim  Taehyung y bien casado. Y es hora de que pares de hacer gilipolleces y aceptes un candidato.

Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par.

—¿Tú crees que he estado haciendo gilipolleces?

—Kim, el lenguaje. Por favor.

—En honor a la verdad, madre, él lo dijo primero —señaló Seok Jin.

—¡Irrelevante! No crié a mis hijos para hablar como comunes... oh, ya sabes.

—Por supuesto que has estado haciendo gilipolleces. Han pasado ocho años desde la debacle de Park. Eres el hijo de un doble marqués con el dinero de Midas.

—¡Min Seok! ¡Qué vulgar!

Kim miró hacia el cielorraso por paciencia.

—No sé lo que has estado esperando, pero sé que te he mimado demasiado tiempo, ignorando el hecho que la debacle de Bogum proyectó una sombra sobre todos vosotros. —Kim Taehyung miró a sus hermanos, quienes estaban con los ojos clavados en sus regazos. La culpa lo atravesaba mientras su padre continuaba—. Te casarás esta temporada.

La garganta de Taehyung estaba trabajando como loca, esforzándose por tragar el nudo de serrín que parecía haberse alojado allí.

—Pero... nadie excepto Ho Seok me lo propuso en cuatro años.

—Bang es solo el comienzo. Te lo propondrán ahora.

Él había visto la mirada de absoluta certeza en los ojos de su padre bastantes veces en su vida para saber que él estaba en lo cierto.

Miró a su padre directamente a los ojos.

—¿Por qué?

—Porque he agregado las antiguas tierras de los Jeon a tu dote.

Él lo dijo del mismo modo en que diría cosas como, «hace un poco de frío». O, «este pescado necesita más sal». Como si todo el mundo en la mesa, simplemente aceptara las palabras como ciertas. Como si cuatro cabezas no se hubieran vuelto hacia él, con los ojos abiertos de par en par y las mandíbulas caídas.

—¡Oh! ¡Kim Min Seok! —Lady Kim volvió a desplomarse.

Taehyung no quitó la mirada de su padre.

—¿Perdóname?

Un recuerdo destelló. Un niño risueño, de cabellos oscuros aferrándose a la rama baja de un sauce enorme, extendiendo la mano hacia abajo e instando a Taehyung a unírsele en su escondite.

El tercero del trío.

Las tierras eran de Jeon.

Incluso si no le había pertenecido en una década, él siempre lo pensaría de ese modo. No parecía estar bien que, de alguna manera, extrañamente, fuera suyo ahora.

Toda esa tierra hermosa y exuberante, todo menos la casa y los terrenos que la rodeaban... vinculados al título.

El derecho de nacimiento de Jungkook.

Ahora de él.

🚨🚨ADVERTENCIA🚨🚨
Usé el término de doncel, ya que en la época sólo los hombres cortejaban a las mujeres para garantizar el dote y sus primogénitos. Taehyung es un chico, por lo que estaría fuera de lugar que un hombre se casara con otro. Puesto que los donceles (al menos en esta historia) son hombres con la capacidad de dar a luz (también llamados M-preg) son tratados de la misma forma que las damas en la sociedad, criados para encontrar un buen marido y cuidar de sus hijos.

Pd: Si ven algún error de género, déjemenlo en un comentario, por favor ●¿●

Dicho esto, Adiós

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