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Capítulo 12

Busan, junio de 1817

Querido J:
Ho Seok dijo que te vio en la ciudad a principios de tus vacaciones, pero que apenas tuviste tiempo para hablar con él. Siento esto, y él también.
Seokjin  ha adoptado un perro de tres piernas, y (tan poco halagüeño como suena) cuando lo observé brincar por el lago, su cojera me hizo pensar en ti. Sin ti,  Ho Seok y yo somos un perro de tres piernas. Querido Dios. Esta es la clase de metáfora a la que debo recurrir ya que no estás para controlar mi lengua rápida; la situación se pone extrema.

Desesperadamente: T

(Sin respuesta)

1831

El problema con las mentiras consistía en que eran demasiado fáciles de creer.

Aunque fueras tú quien las dijeras.

Quizás especialmente cuando eras tú quien las decía.

Tres días después, Taehyung y Jungkook eran los invitados de honor durante la cena en Park House, un acontecimiento que les proporcionaba la oportunidad perfecta para contar la historia cuidadosamente planeada de su matrimonio por amor a varios de las mayores cotillas de la alta sociedad.

Las cotillas que, si la forma en que estaban atentos a cada una de las palabras de los recién casados era una indicación, estaban muy impacientes por hacer honor a su nombre.

Sin mencionar las miradas.

Taehyung no se las había perdido, no cuando habían entrado en Park House, varios minutos antes. Su entrada había sido cuidadosamente planificada para no llegar ni demasiado temprano, ni demasiado tarde, pero descubrieron que el resto de los invitados habían planeado cuidadosamente sus llegadas demasiado temprano, al parecer para asegurarse que no se perderían un solo momento de la primera noche de los marqueses Jeon en sociedad.

Tampoco se había perdido las miradas cuando Jungkook había colocado cuidadosamente una gran y cálida mano en la espalda de Taehyung, guiándolo en el salón de recepción donde los invitados a la cena esperaban a que les sirvieran unos aperitivos. La mano había sido colocada con tal precisión, perfectamente a juego con una sonrisa tan afectuosa, una que apenas reconoció, que Taehyung se sintió apremiado a esconder a la vez su admiración por su estrategia y su placer inesperado por la pequeña acción.

Esas miradas fueron seguidas por un revoloteo de admiradores en el muy frío salón, una cacofonía de susurros que pretendió no oír, en cambio alzó la vista hacia su marido, con lo que esperaba fuera una apropiada mirada de adoración. Debía haberlo conseguido, porque Jungkook se inclinó y le susurró bajito en el oído: —Lo estás haciendo maravillosamente.

Se recordó que no lo había visto desde su noche de bodas, dejándole completamente claro que cualquier interacción marital solo era parte del espectáculo, pero en ese momento el rubor cubrió sus mejillas, y cuando encontró los ojos de su esposo, fue para encontrar una mirada de suprema satisfacción en ellos. Jungkook volvió a inclinarse.

—El rubor es perfecto, mi pequeño inocente. —Sus palabras echaron más leña al fuego, como si estuvieran muy enamorados y muy unidos cuando la verdad era todo lo contrario.

Por supuesto, fueron separados para la cena y el verdadero desafío comenzó. El vizconde Park lo escoltó a su lugar, atrapado entre él y el señor Kim Jun Myeon, el editor de dos de los periódicos más leídos en Seúl. Jun Myon era una persona encantadora con el cabello castaño, quien parecía notar todo, incluyendo el nerviosismo de Taehyung.

Mantuvo sus palabras solo para sus oídos.

—No les permita una oportunidad para apuñalarlo. Lo tomarán con presteza. Y usted estará acabado.

Él se refería a las mujeres y donceles.

Había seis de ellos dispersados en torno a la mesa, con los mismos labios fruncidos y miradas desdeñosas. Sus comentarios, lo suficientemente casuales eran lanzados con un tono que hacía parecer que cada palabra tenía un doble sentido; como si todos los presentes supieran alguna broma que Jungkook y Taehyung ignoraban por completo.

Taehyung se habría sentido irritado si no fuera por el hecho que él y Jungkook poseían su propio torrente de secretos.

La cena estaba a punto de terminar cuando la charla giró hacia ellos.

—Díganos, lord Jeon. —Las palabras de la vizcondesa viuda de Park se propagaron a lo largo de la mesa, demasiado fuertes para ser privadas—. ¿Cómo exactamente usted y mi Lord Taehyung se comprometieron? Realmente adoro los matrimonios por amor.

Por supuesto que lo hacía. Los matrimonios por amor eran los mejores escándalos.

Los segundos eran las ruinas idílicas.

Taehyung desechó el pensamiento sarcástico ya que las conversaciones se habían detenido y los reunidos estaban atentos en un silencio expectante, esperando la respuesta de Jungkook.

Su mirada se deslizó a Taehyung, cálida y magnífica.

—Desafío a cualquiera a pasar más de quince minutos en compañía de mi esposo y no separarse adorándolo. —Las palabras eran escandalosas, en absoluto la clase de cosas que los miembros bien educados e insensibles de la aristocracia decían en voz alta, incluso si las sentían, y hubo una colectiva inhalación de aire, acentuando la diversión y la sorpresa. Parecía que a Jungkook no le importaba cuál cuando añadió—: De hecho tuve mucha suerte de estar en la fiesta de Navidad. Y que él estuviera allí... su risa recordándome de todas las formas posibles que necesitaba reformarme.

Su corazón latió con mayor rapidez ante las palabras y la forma en que una de las comisuras de su boca se levantó en un amago de sonrisa.

Asombroso, el poder de las palabras. Aunque fueran falsas.

Taehyung no pudo evitar devolverle la sonrisa y no tuvo necesidad de aparentar la forma en que hundió la cabeza, de repente avergonzado por su atención.

—Y también tuvo mucha suerte de que la dote del muchacho fueran tierras pertenecientes al marquesado. —Las palabras surcaron a lo largo de la mesa en un exabrupto ocasionado por la borrachera de la condesa de Manoban, una mujer miserable que sentía placer ante el dolor de los demás y a quien Taehyung nunca le había gustado. No miró a la condesa, en cambio concentró su atención en su marido antes de desviar la mirada hacia ella.

—Fortuito sobre todo para mí, lady Lisa —dijo, su mirada se posó firmemente en Jungkook —. Porque sin el hecho que fuimos vecinos de infancia, estoy seguro que mi esposo nunca me hubiera encontrado.

La mirada de Jungkook se iluminó con admiración, y Taehyung alzó su copa en su dirección.

—En algún momento me habría dado cuenta de lo que me estaba perdiendo, querido. Y habría ido en tu búsqueda.

Las palabras enternecieron su corazón antes que recordara que todo esto era un juego.

Taehyung respiró hondo cuando Jungkook tomó el control, dándole un giro dramático a su historia, asegurando a todos los asistentes que él había perdido la cabeza, el corazón y la razón al enamorarse.

Jeon Jungkook era apuesto e inteligente, encantador y divertido, con la cantidad correcta de contrición, como si intentara redimirse de sus pasadas fechorías y deseara hacer todo lo que fuera necesario para regresar a la aristocracia por el bien de su esposo.

Jungkook era perfecto.

Le hizo creer que había estado allí, en el cuarto principal de la casa del párroco, rodeado por juerguistas, coronas de acebo y el festejo de Navidad. Le hizo creer que había encontrado su mirada a través del cuarto, Taehyung pudo sentir el nudo en su estómago mientras imaginaba la larga y seria mirada que le habría dado, esa que lo dejaba sin aliento y mareado, esa que le hacía creer que era el único doncel en el mundo.

Y Jungkook lo conquistó con sus palabras bonitas.

Como conquistó al resto de los asistentes.

—...Francamente, nunca he bailado un reel en mi vida. Pero Taehyung hizo que quisiera bailar toda una veintena.

La risa sonó en torno de la mesa mientras que Taehyung alzaba su copa y tomaba un pequeño sorbo de vino, esperando que el alcohol calmara su rebelde estómago, observando a su marido entretener al salón lleno de comensales con las historias de su amor a primera vista.

—Supongo que solo era cuestión de tiempo antes que regresara a Busan y me diera cuenta que mis propiedades no eran la única cosa que había dejado atrás. —Su mirada encontró la suya a través de la mesa, y Taehyung contuvo la respiración ante el centellear de esos ojos—. Gracias al cielo que lo encontré antes que alguien más lo hiciera.

Un repertorio de suspiros femeninos provenientes de toda la mesa acentuó el latir desbocado del corazón de Taehyung. Jungkook era tan elocuente como el que más.

—No es que hubiera un número exorbitante de pretendientes para llamarlos una legión —dijo lady Lisa en voz baja, riéndose un poco demasiado alto—. ¿O los había lord Taehyung?

La mente del nombrado se quedó en blanco ante la cruel referencia a su estado de solterón y estaba buscando un comentario cortante pero su marido vino al rescate.

—No soportaba pensar en ellos —dijo él, mirándolo a los ojos con suma seriedad hasta hacerlo ruborizar por su atención—. Lo cual es por lo que nos casamos tan rápidamente.

Manoban carraspeó ante su vino mientras el señor Jun Myeon sonreía cariñosamente, y preguntaba:

—¿Y usted, lord Taehyung? Vuestro enlace... ¿lo sorprendió?

—Ten cuidado, querido —dijo Jungkook escandalosamente, sus ojos centellearon—. Desea citarte en las noticias de mañana.

Taehyung no pudo apartar su mirada de Jeon mientras las risas los rodeaban. Él lo conquistó y lo mantenía expertamente en su red. Cuando contestó a la pregunta del periodista, era a su marido a quien miraba.

—No me sorprendió en lo absoluto. En honor a la verdad, me parece haber esperado el regreso de Jungkook durante años. —hizo una pausa, sacudiendo la cabeza, registrando la atención alrededor de la mesa—. Lo siento... no Jungkook. Lord Jeon. — emitió una risita autocrítica—. Siempre he sabido que él sería un esposo maravilloso. Estoy muy feliz de que él sea mi maravilloso esposo.

Hubo un destello de sorpresa en los ojos de Jeon, en un instante estuvo allí y al siguiente no, escondido por su cálida risa tan poco familiar.

—¿Ya ven? ¿Cómo podía fallar en arreglar mis infamias?

—Cómo, de hecho. —El señor Kim tomó una copa de vino, estudiándolo sobre el borde de esta y, durante un momento, Taehyung estuvo seguro que el hombre veía la farsa tan claramente como si hubiera bordado la palabra Mentiroso en su traje de noche y supiera que Jungkook y él se habían casado por razones totalmente ajenas al amor, y que su esposo no había compartido un momento con él en los días desde que lo había llevado de vuelta a su propia recámara después de consumar su matrimonio.

Que Jungkook solo lo había tocado para asegurar la legitimidad de su matrimonio. Y que ahora pasaba sus noches lejos de él, con Dios sabe quién, haciendo Dios sabe qué clases de cosas.

Taehyung hizo el amago de comer su crème caramel, esperando que el señor Kim no le exigiera más información.

Jungkook habló, todo encanto.

—Eso no es verdad, por supuesto. Soy absolutamente una porquería de marido; no puedo soportar el pensamiento de que esté lejos de mí; odio la idea de otros hombres capturando su atención; y os advierto en este momento, seré una auténtica bestia cuando llegue la temporada y sea perentorio que le permita bailar con sus parejas de danza y cenar con sus compañeros. —Jungkook hizo una pausa, y Taehyung notó la habilidad con la que usó el silencio, sus ojos brillaban con un humor que no había visto en él desde que era un niño. Humor que no sentía. No realmente—. Ciertamente lamentarán que haya decidido desempolvar mi título.

—En absoluto —intervino la vizcondesa viuda, sus ojos normalmente fríos destellaban por el entusiasmo—. Estamos encantados en darle la bienvenida en su regreso a la sociedad, lord Jeon. Realmente, no hay nada más vivificante que un matrimonio por amor.

Aquello era una mentira, por supuesto. Los matrimonios por amor eran escándalos en sí mismos, pero Jungkook y Taehyung excedían su rango, y su invitación provenía del joven Park, así que la anciana tenía muy poco control de la situación.

No obstante Jeon se rió de sus palabras y en aquel momento Taehyung no pudo apartar sus ojos de él. Todo en Jungkook estaba iluminado con su sonrisa, un hoyuelo apareció en una de sus mejillas y sus labios llenos se curvaron ampliamente, haciéndolo aún más apuesto.

¿Quién era este hombre con sus bromas ligeras y sonrisas encantadoras?

¿Y cómo Taehyung podría convencerlo para que se quedara?

—Y un matrimonio por amor debe consistir en ver cómo tu novio está pendiente de cada una de tus palabras —mencionó el vizconde Ji Hoon, obviamente haciendo patente su apoyo, y Taehyung no tuvo que fingir su vergüenza cuando Jungkook se dio la vuelta para mirarlo y su sonrisa se esfumó.

La viuda siguió adelante, dirigiendo una mirada acerada sobre su hijo.

—Ahora deberías seguir el ejemplo de Jeon y tomar esposo.

El vizconde emitió una risita y sacudió la cabeza antes de posar su mirada en el hermoso doncel rubio.

—Me temo que Jeon ha encontrado el último novio ideal.

—Él tiene hermanos, Ji Hoon —añadió Jungkook, su voz tenía un tono burlón.

Park sonrió elegantemente.

—Me encantará conocerlos.

Y la comprensión lo embargó. Allí, tan simple como quitarle un dulce a un bebé, Jungkook expertamente había preparado el terreno para que Junkyu conociera a lord Ji Hoon y posiblemente se casara con él.

Abrió los ojos de par en par y se giró sorprendido hacia su marido, quien capturó su mirada e inmediatamente la redefinió.

—Ahora siento que estoy tan enamorado de mi propio esposo que no puedo menos de animar a los que me rodean a buscarse uno.

Tantas mentiras. Tan listo.

Tan fácil de creer.

La vizcondesa viuda intervino:

—Bien por eso, creo que es una idea maravillosa. —Ella se puso de pie, los hombres la imitaron—. De hecho, creo que es hora de dejar que los caballeros sigan su discusión.

El resto de los asistentes captó su señal, las damas y donceles apartaron sus sillas de la mesa para proceder a retirarse a otro salón para tomar su jerez y cotillear. Taehyung no tenía duda que él sería el centro de atención para lo último.

Siguió a la vizcondesa viuda con pasos pesados hacia un encantador y pequeño salón, pero apenas había entrado en su interior cuando una gran mano caliente tomó la suya, y la familiar voz ronca de Jungkook retumbó.

—Perdónenme, mis señoras, necesito de mi esposo por un breve momento, si ustedes no se oponen. Ya les dije, no puedo soportar estar sin él. —Se produjo un jadeo colectivo cuando Jungkook arrastró a Taehyung fuera de la estancia hacia el pasillo, cerrando la puerta del salón detrás de ellos.

Taehyung forcejeó para liberar su mano, mirando a ambos lados del pasillo para asegurarse que no hubieran sido vistos.

—¿Qué estás haciendo? —susurró—. ¡Esto no se hace!

—En verdad me gustaría que dejaras de decirme lo que puedo hacer o no —dijo él—. ¿No ves que eso solo hace que desee hacerlo aún más? —Jungkook lo arrastró más lejos de la puerta dentro de un hueco débilmente iluminado—. Los cotilleos sobre cuánto te adoro son la clase de rumores que estamos buscando, querido.

—No es necesario que me llames así y lo sabes —susurró el doncel—. No soy tu querido.

Él alzó una mano hacia su cara.

—Lo eres cuando estamos en público.

Taehyung lo cayó con aspavientos.

—Para con eso. — hizo una pausa, luego bajó la voz—. ¿Piensas que nos creen?

Jeon le dedicó una mirada indignada.

—¿Por qué no lo harían, mi amor? Cada palabra que dije es verdad.

El doncel entrecerró los ojos.

—Sabes a lo que me refiero.

Jungkook se agachó cerca de él y susurró:

—Sé que las paredes de las casas como esta tienen oídos, amor. —Y luego él lo lamió. Realmente lo lamió, una caricia deliciosa en el lóbulo de su oreja que lo hizo aferrarse a sus brazos con placer inesperado. Antes de que Taehyung pudiera responder, sus labios se apartaron, y Jungkook volvió a colocar la mano en su mandíbula, dándole un empujoncito a su cara—. Estuviste espléndido allí adentro.

Espléndido. La palabra hizo eco en Taehyung en una oleada de placer cuando él posó un cálido beso en el lugar donde su pulso latía frenéticamente en su garganta.

—No me gusta la forma en que ellos te juzgan —susurró—. Sobre todo Manoban.

—Manoban es una ramera. —Taehyung jadeó ante la palabra, y continuó susurrándole en la oreja—. Se merece una tunda. Es una vergüenza que su conde sea demasiado débil para hacerlo.

El placer embargó a Taehyung debido a sus palabras y no pudo evitar sonreír.

—Parece que tienes pocos reparos en zurrar a las mujeres y donceles.

—Solo a aquellos que me gustan. —Jungkook se quedó quieto y alzó la cabeza, su mirada oscura se encontró con la suya en el estrecho espacio.

Taehyung trató de ignorar la sedosa promesa en sus palabras. Intentando recordar que no eran verdaderas. Que toda esta noche era una farsa. Que este hombre extraño no era su esposo. Que su esposo solo lo había usado para su propio beneficio.

Salvo que esta noche no se beneficiaba Jeon. Se beneficiaba él y sus hermanos.

—Gracias, Jungkook —susurró en la oscuridad—. Sé que no tienes que cumplir esta parte del arreglo. Que no estás obligado a ayudar a mis hermanos.

Jungkook se quedó en silencio durante un largo momento.

—Realmente lo estoy.

El deseo de mantener su palabra lo sorprendió aunque le hiciera recordar su acuerdo.

—Supongo que después de todo existe honor entre ladrones. —Taehyung vaciló y luego dijo—: ¿Y el resto del acuerdo?

Jeon enarcó una de sus cejas oscuras.

—¿Cuándo consigo mi tour?

—Estás aprendiendo a ser un hueso duro de roer.

—Tengo poco más para mantenerme entretenido —contestó.

—¿Te aburres, esposo?

—¿Por qué me aburriría yo? Contemplar las paredes de tu casa de ciudad es tan fascinante.

Jungkook se rió entre dientes ante sus palabras, y el sonido envió un temblor de calor por el rubio.

—Está bien. ¿Por qué no aprovechamos tu buena disposición en este mismo instante?

—Porque en este mismo instante, intentamos convencerlos de que has cambiado y no ayudará que desaparezcamos de la celebración.

—Ah, creo que mi desaparición con mi modosito esposo ayudaría mucho. —Jungkook se apretujó más cerca—. Más que esto, sé que tú lo disfrutarás.

—¿Escondiéndome en los pasillos de Park House como un ladrón?

—No como un ladrón. —Jeon echó una ojeada hacia el borde de su escondrijo antes de devolver su atención al doncel —. Como un doncel teniendo una cita clandestina.

Taehyung dio un pequeño resoplido de desaprobación.

—Con su esposo.

—Tener una cita clandestina con el propio esposo es... —Él se interrumpió, sus ojos se oscurecieron.

—¿Burgués?

Una de las comisuras de su boca se movió nerviosamente.
—Iba a decir que era una aventura.

Una aventura.

Taehyung se quedó inmóvil ante la palabra, levantando la vista hacia donde Jeon se erguía sobre él, sus labios se curvaron en algo parecido a una sonrisa satisfecha, sus manos le acunaron la cara, todo él, su calor, su olor, él, lo rodeaban.

Debería rechazarlo. Debería decirle que encontró su noche de bodas tan aburrida e indiferente como la cena en Park House.

Debería sacarlo de su estado de complacencia.

Pero no podía. Porque lo deseaba otra vez. Deseaba que lo besara, lo tocara y le hiciera sentir todas esas cosas gloriosas que había sentido antes de que lo hubiera abandonado como si él no hubiera sentido nada parecido.

Jungkook estaba tan cerca, tan apuesto y tan masculino. Y mientras se adentraba en los ojos de este hombre que en un momento era excitante y entretenido, y al siguiente era oscuridad y peligro, se dio cuenta que tomaría la aventura con él de cualquier forma en que se la ofreciera.

Incluso aquí, en un hueco de los pasillos de Park House.

Aunque fuera un error.

Taehyung posó la palma de las manos contra su pecho, sintiendo la fuerza y dureza que se escondía debajo de las capas de lino y lana perfectamente entalladas.

—Esta noche eres tan diferente. No sé quién eres.

Algo destelló en los ojos de Jungkook con las palabras, algo titiló y se desvaneció tan rápido que Taehyung no pudo identificarlo. Cuando habló, sus palabras eran bajas, suaves y líquidas, con un matiz juguetón.

—¿Entonces por qué no aprovechas la oportunidad para conocerme mejor?

Por qué no, en efecto.

Taehyung se puso en puntillas, estirándose hacia Jeon mientras él se agachaba hacia el doncel y reclamaba sus labios en un beso abrasador, casi insoportable.

Jungkook lo aferró con más fuerza, empujándolo contra la pared, cubriéndolo con su cuerpo hasta que solo pudo alzar los brazos y rodearle el cuello, atrayéndolo hacia él, hasta que sus labios, firmes y sedosos, le dieran lo que no había sabido que deseaba, lo que no había sabido que podía ser, un beso duro y posesivo que Taehyung nunca jamás olvidaría. Fue consumido por la sensación de Jungkook, su corpulencia, su fuerza, mientras que sus manos le acunaban el mentón y lo movían para alinear su boca más exuberante y perfectamente con la suya.

El marqués lamió la unión de sus labios y la tentadora sensación de su lengua lo hizo jadear. Jungkook aprovechó el sonido para capturar sus labios abiertos y deslizarse dentro de su boca, presionándose con él, provocándole un hormigueo y saboreándolo hasta que Taehyung creyó que podía morir por la excitación. Como si tuvieran voluntad propia, sus dedos se enredaron en los rizos de su nuca, y el doncel se apoyó contra él, más firmemente, más escandalosamente y a Taehyung no le importó.

A él no le importaba ni una pizca, no mientras Jungkook continuara.

No mientras él siguiera así para siempre.

Al mismo tiempo en que Taehyung se apretaba aún más, él cambió su agarre, su manos bajaron en un largo y tortuoso deslizamiento, apretando su trasero apenas lo suficiente para que sintiera dolor en lugares en los que nunca había pensado, antes de deslizarse y apretar con fuerza sus caderas y atraerlo bruscamente contra él con una fuerza que le sobresaltó y excitó.

Jungkook gimió su placer con el movimiento, y Taehyung se apartó con el sonido, maravillándose con la mera idea de que Jeon pudiera estar tan excitado por la caricia como él mismo lo estaba. Jungkook abrió los ojos para encontrar los suyos fugazmente antes de volver a capturar su boca, profundizándolo aún más, acariciando más firmemente hasta que Taehyung fuera vencido por el placer. Por la aventura. Por él.

Los segundos pasaron. Minutos. Horas, eso no le importó.

Todo lo que importaba era este hombre. Este beso.

Esto.

Todo esto se acabó, y él levantó la cabeza lentamente, colocando un suave y prolongado beso sobre sus labios antes de que alzara sus propios brazos y se librara de los de Taehyung. Jungkook le sonrió, algo impresionante en su mirada, y el rubio fue consciente de que esta era la primera vez que Jeon le había sonreído —y solo a él — desde que eran niños.

Era mágico.

Jungkook los labios para hablar, y Taehyung se sintió caminar en ascuas, incapaz de controlar la anticipación que corrió por sus venas mientras sus labios formaban las palabras.

—Ji Hoon.

La confusión sobrecogió a Taehyung e hizo que frunciera el ceño.

—Generalmente, desapruebo que los caballeros aborden a los donceles en mis pasillos, Jeon.

—¿Y te sucede lo mismo con los maridos que besan a sus donceles?

—¿Francamente? —La voz de Park era seca como la arena—. Creo que me gusta mucho menos.

Taehyung cerró sus ojos, la mortificación lo embargó. Jungkook jugaba con él tan bien.

—Apuesto a que cambiarás de opinión cuando conozcas a mi cuñado, Junkyu.

Las palabras hicieron que Taehyung deseara herirlo. Herirlo. Real. Físicamente.

Jungkook lo había hecho a propósito.

Todo esto había sido en beneficio de Park.

Para mantener la farsa de su matrimonio por amor.

No porque Jungkook no pudiera mantener apartadas las manos de él.

¿Es que no aprendería?

—Si se parece en algo a su hermano, temo que sería una apuesta que no ganaría.

Jungkook se rió, y Taehyung se estremeció ante el sonido, odiándolo. Odiando la falsedad en esta.

—¿No me equivoco al suponer que puedes darnos un momento?

—Creo que no, o lord Taehyung nunca será capaz de mirarme a los ojos otra vez.

Taehyung estaba viendo los pliegues del pañuelo de Jungkook. Deseando que su voz sonara calmada, sabiendo que un tono despreocupado estaba muy fuera de su alcance.

—No estoy seguro que un momento cambiaría eso, milord.

Jungkook lo había usado otra vez.

Ji Hoon se rió entre dientes.

—Ya se ha servido el brandy.

Y luego se marchó. Y Taehyung se quedó solo.

Con su esposo, que parecía estar haciendo una práctica el decepcionarlo una y otra vez. No apartó la mirada del lino almidonado en su cuello.

—Esa fue una buena jugada —dijo, un filo de tristeza matizaba su voz. Si Jungkook lo escuchó, no lo demostró.

Y cuando habló, fue como si hubieran estado hablando del tiempo en vez de besarse en un rincón oscuro.

—Probablemente será un largo camino para probar que estamos casados por algo más que mis tierras.

Y Taehyung mismo casi se lo había creído.

En efecto, parecía incapaz de aprender la lección. No era justo que se sintiera enfadado con él. Tan herido. El estúpido matrimonio por amor había sido su idea, ¿verdad? Taehyung solo podía culparse a sí mismo por la forma en que esto lo hacía sentir.
Sin valor. Usado. Pero sus hermanos conseguirían matrimonios apropiados y sin tacha. Y eso valía la pena. Necesitaba creer en eso.

Taehyung apartó a un lado su tristeza.

—¿Por qué haces esto? —Jeon arqueó las cejas interrogativamente y él continuó—: ¿Por qué estás de acuerdo con esta farsa?

Él apartó la mirada.

—Te di mi palabra.

El rubio negó con la cabeza.

—No sientes... ¿como si yo me estuviera aprovechando de ti?

Una comisura de su boca se alzó en una sonrisa irónica.

—¿No me aproveché de ti cuando me casé contigo?

Taehyung no había pensado en ello de una forma tan dura.

—Supongo que lo hiciste. Y aún así... —Se siente peor, deseó decir. Siento como si todo lo que soy, todo lo que tengo, solo existe para el beneficio de los demás. Negó con la cabeza—. Parece diferente. Lo lamento, no obstante te estoy pidiendo que hagas esto por ellos. Por mí.

Jungkook sacudió la cabeza.

—Nunca te arrepientas.

—¿Otra regla?

—Solo para los sinvergüenzas. Los jugadores inevitablemente se arrepienten.

Taehyung supuso que él lo sabría muy bien.

—Bien, lo lamento, sin embargo.

—Es innecesario. Tengo una buena razón para acompañarte en esta farsa.

Taehyung se quedó quieto.

—¿Ah sí?

Jungkook asintió la cabeza.

—Sí. Todos ganamos algo con este juego.

—¿Qué ganas tú? —Jungkook guardó silencio y la incertidumbre llameó profundamente en el interior del doncel —. ¿Quién te proporcionará tu premio? —Él no contestó, pero Taehyung no era ningún tonto —. Mi padre. Él tiene algo más. ¿Qué es?

—No es importante —dijo, de una forma que lo hizo sentir que era algo muy importante—. Basta con decir, que no debes lamentar nuestro acuerdo ya que yo también me beneficiaré de él. Te escoltaré de regreso con las otras damas y donceles—ofreció él, extendiendo la mano para tomar su codo.

Y, perversamente, la idea de que Jungkook había estado jugando para su propia ventaja hizo que se sintiera peor. Como si Taehyung también hubiera sido la víctima de sus mentiras.

La traición llameó, caliente e inmediata, y el doncel se apartó casi violentamente de su contacto.

—No me toques.

Jungkook alzó las cejas ante sus palabras, ante su ira.

—¿Perdón?

No le quería cerca de él. No deseaba que le recordaran que Taehyung también había sido engañado.

—Podemos fingir un romance para los demás, pero yo no soy ellos. No me toques otra vez. No, si no es enfrente de ellos.

No creo que pueda soportarlo.

Jungkook levantó en alto ambas manos, probando que escuchó la solicitud. Que le había prestado atención.

Taehyung se apartó antes que pudiera decir algo más. Antes que delatara sus sentimientos.

—Taehyung. —Él le llamó mientras avanzaba por el pasillo. El doncel se detuvo, la esperanza titiló profundamente en su interior, esperanza de que él pudiera pedir perdón. De que él pudiera decirle que estaba equivocado. Que Jungkook realmente se preocupaba por él. Que realmente lo quería—. Esta es la parte más difícil con las damas... ¿lo entiendes, verdad?

Falsa esperanza.

Él quería decir que Taehyung tendría que mantener su fachada. Que las mujeres y donceles le preguntarían con más saña en privado de lo que habían hecho en público.

Sería un desafío.

Pero que Jungkook lo llamara la parte más difícil de la noche era casi ridículo, ciertamente él acababa de experimentar la parte más difícil de la noche.

—Manejaré a las damas, mi lord, tal como acordamos. Hacia el final de la noche, estarán seguros que usted y yo estamos muy enamorados, y mis hermanos tendrán una sonada temporada. —Su voz se volvió afilada—. Pero haría bien en recordar que me prometió un tour en su club, lo cual ahora veo no era pura generosidad, sino el pago por mi papel en vuestra treta.

Jungkook se puso rígido.

—Lo prometí.

Taehyung asintió con firmeza una sola vez.

—¿Cuándo?

—Ya lo veremos.

Entrecerró los ojos ante sus palabras, el sinónimo universal para no.

—Sí, supongo que ya lo veremos.

Taehyung se giró y regresó al salón de las señoras y donceles , con la cabeza en alto, los hombros erguidos mientras giraba la manija y abría la puerta, volviendo a unirse con las mujeres.

Con el ánimo exaltado, juró permanecer estoico.

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