🤍Extra Navideño🎄🤍
Este capítulo puede tener errores ortográficos y de tiempo. Aún así. Disfruten.
Lovely Walker.
Para siempre.
Bebo un trago de vino mientras Elton me pasa la esfera de cristal con pequeñas cerezas dentro. El sonido de la chimenea y las luces adornan el lugar volviéndolo cálido.
Niebla se acerca al árbol y Elton casi se infarta cuando una esfera cae en la alfombra blanca que está debajo del árbol.
—¡Niebla me vas a sacar los bebés! —me burlo de su drama y coloco la esfera en lo que niebla lo ignora subiéndose al sofá del centro de la sala—. ¿Quieres ponche?
Asiento dejando la copa en la mesa de cristal y verifico que mis regalos estén completos, sin retrasos de envío. Cuento las esferas y anoto mentalmente las que faltan. Un calor me abruma la espalda y guardo mi teléfono viendo a Elton desaparecer por el pasillo a la cocina. La fortaleza es grande pero se siente como un hogar.
Saboreo su aroma y echo la cabeza hacia atrás chocando con su pecho, le sonrío, envuelvo sus manos con las mías y aprecio la hermosura de hombre que tengo.
—¿Encontraste ron de calidad? —giro para pararme de puntitas buscando un beso que no me da.
—¿Sabes las vulgaridades que estoy pensando mientras te veo acomodar esferas en shorts y con caletas peludas rojas? —me aprieta hacia él pero no puedo contener el calor de mi mejillas.
—Supongo que debes mencionarlas —acaricio su labio inferior con mi índice, enterrando mi uña—. ¿Sabes cómo no vas a escapar?
—Ilumíname —inclina su boca a la mía y casi me desmayo.
Sonrío. Me impulso y envuelvo sus caderas en lo que él me sostiene el trasero más de lo que debería. Con una mano quita el cabello de mi rostro.
—Muérdago —susurro acercándome a sus labios—. Debes besarme o no te darán regalos.
—Me encantan los regalos —sonríe de lado y ese colmillo me hace palpitar—. Sobre todo cuando eres uno de ellos.
—Tengo un regalo para ti —sonrío contra su labios—. Te va a encantar, vamos tener muchos regalos.
—¿Pondrás un nota donde estén tus labios olor a cereza? —inquiere acariciando mi nariz con la suya.
—¿Tú me darás nota?
—Siempre preferí el Anónimo.
—Mi acosador anónimo...
Hace cara de asco y frunzo el ceño, alejándome un poco de sus labios.
—¿Te doy asco? —mi corazón se encoge.
Enarca la ceja, indignado.
—¿Te falla, no? —me aprieta a él y jadeo contra su boca en lo que aparta el cabello de mi rostro—. Lo que sea que hay en la cocina, pero a ti te comería embarrada de eso.
—Que romántico, anciano.
Pongo el muérdago sobre su cabeza y no pierde tiempo estampándome contra su boca, nuestros dientes chocan, mi lengua y la suya se encuentran en un mar de sensaciones de las que soy prisionera, jadeo y dejo caer el muérdago así como mi gorro de santa cae al sentir sus dedos envolviendo mi cabello.
Su mano aprieta mi trasero y...
—¡Me voy veinte segundos y están apunto de hacer porno navideño! —grita Elton—. Me molesta que no inviten.
Me carcajeo pero Tayler entrecierra los ojos hacia él cuando junto nuestras frentes.
—¿Te vestirás de santa? —reparto besitos por su cara e ignoramos a Elton para unir nuestros labios.
—¿Serás mi reno? —la frase me hace abrir la boca y ahogo una carcajada.
Lo dice tan serio, como si no fuese humor y me encanta que esté recuperando la humildad.
—Señor, Aragon —me abrazo a su cuello mientras nos mueve a los asientos—. No le conocía ese lado sucio y fetichista.
—¡Pasa todo el día conmigo! —grita Elton como si no estuviéramos a cinco metros.
Se sienta conmigo en el sofá y me coloca a horcadas sobre su regazo, acomodándome justo donde mis bragas se resbalan. Lo nota, sus ojos me ven con lujuria pero debo hacerle caso el zafiro que me entrega vaso de ponche.
Tomo el reproductor para la música que nos relaja y veo una que dice "Navidad", dejo que Die with a smile de Lady gaga y Bruno Mars suene en un violín.
Tayler me abraza hacia a él y me acurruco después de besar su cuello.
—¿Qué harán en navidad? —inquiere Elton—. Creo que iré con mis padres después de la embarcación —dice para Tayler.
Le invito ponche pero lo rechaza haciendo cara de asco. Se acomoda firme y ve la hora de su reloj sin quitarme la mano caliente del trasero. Ignora a Tayler y susurra:
—¿La canción te hace recordar algo? —inquiere pero niego. Sólo se siente cálida y familiar. Quizá porque me gusta Bruno y Gaga—. Esa demencia convenenciera —se burla y lo golpeo en el hombro.
Me aprieta el trasero.
—¿Alguien aquí recuerda que estoy justo a dos metros o el arte de ser invisible me lo sé? —habla Elton y Tay rueda los ojos.
—¿Qué embarcación? —inquiero burlona.
Me recuesto en el pecho de Tay para observar an Elton que se desparrama en un puf. Tay acaricia mi cabello y besa mi coronilla mientras escucho su corazón junto con la melodía que dice, pero creo que simplemente me la quiere dedicar y no sabe como. Me da una uva de un tazón que le pasa Elton y sigo acurrucada.
—Iremos a recoger mercancía del dragón —me dice y su vibración de pecho me hace sonreír.
—No preguntaré —sonrío y bebo un trago de ponche pero el asco se me asoma y le hago mala cara dándoselo an Elton—. Mejor vino.
—Deberías venir, no quiero que estés aquí —murmura, tallando mi espalda con sus dedos—. Después de noche buena quiero irme.
—No puedo dejar el trabajo —hago puchero—. Quizá cuando vuelvan. Entrego mi placa y arma.
—No necesitas mover un dedo, mocosa —dice Tayler tocando mi mejilla pero una voz me pone el pulso a temblar—. Dime qué otra cosa quieres. Tienes muchísimo dinero, bienes, autos, casas, aéreos a tu nombre. ¿Qué necesitas?
Sus ojos me atrapan y la barbilla me tiembla porque creí que jamás llegaríamos a esto. Entierro mis dedos en su cabello peinado y dejo un beso casto que profundizo, deslizando mi lengua hasta el fondo, sintiendo su calidez y humedad anhelada. Después de tanto tiempo creo que puedo ir a una maldita embarcación con mi familia. Puedo llevar a Eliot mientras hace negocios...
—¿Mami? —me levanto como rayo del regazo de Tayler.
—Mi vida —suspiro yendo hacia él que viste su pijama de santa—. ¿Vienes a poner esferas conmigo?
Asiente y le sonrío. Comenzamos a colocar las demás esferas y le pido a Tayler que lo cargue para que el pueda ponerlas. Elton y Ellie cargan el bebé y Petee se les une mientras ella se sienta a verlos. No parecen muy felices pero están juntos, tratando de hacerlo.
Eliot se queda dormido y el bebé de Ellie también mientras reímos y comemos en los sofás. Tayler está aburrido, ya se quiere largar, pero le doy un codazo y me aprieta el muslo, muy cerca de la vagina.
—Cálmate —lo manoteo y rueda los ojos.
—Vamos a hacer el amor —me susurra al oído que parece lava recorriendo mi cuerpo. Me carcajeo con los chicos pero yo no tengo idea de qué es—. No quiero estar con esta gente disfuncional.
Yo debo de irme antes del amanecer para que nadie lo note. Lo ignoro y besa mi sien, haciéndome cariños discretos en el cuello.
Comenzamos a recoger él y yo pero la mirada de Tay no me deja nunca así que giro cuando dejo el último plato en el lavavajillas y sonrío para recibir el besito que me da.
—¿Por qué me acosas? —le rodeo el cuello con los brazos y me levanta para subirme a la encimera.
—Quiero ir a la cama —susurra y desliza sus labios cálidos a mi cuello—. La nueva cama tiene buena madera, juro que no se romperá. Ya no quiero recoger vajillas como si fuéramos pobres, me cansé de convivir ir con esa gente.
—Te lo compensaré y estrenaremos esa cama —sonrío contra sus labios.
—Quiero abrirte hasta las anginas.
El cosquilleo en mi clitoris palpita y le envuelvo las caderas con mis muslos.
—Tendremos que ponerlo a prueba —sonrío contra sus labios y responde un beso—, debemos ser silenciosos porque pueden oírnos.
—La adecue para que puedas hacer todo el ruido que se te antoje, mocosa —susurra deslizándose de mis labios al cuello.
Sujeta mi trasero para reafirmarlo con el sable duro que se le pone en la tela. Todo el cuerpo me vibra, me apresuro a ir por su cinturón en lo que se come mi cuello, todo me tiembla por una necesidad casi asfixiante.
Busco su boca dejando ir el gemido del año y jala mi cabello para que me apresure a sacarle la polla. Desesperada bajo mis shorts, anhelo su boca y me la da para que siga con mi trabajo, queriendo que me tome así.
Me acerco a él y gruñe para besarme una vez que acomodo su punta en mi entrada chorreante.
Todo mi cuerpo comienza a temblar en busca de fricción, estoy muriendo de calor, de ganas y una vez me inclino hacia atrás me la deja ir completa haciendo que grite. Cubre mi boca con sus labios y tiemblo recibiendo las estocadas grotescas que me da, me aferro a su cuello y boca para no gritar demasiado fuerte porque los chicos están en la sala y solo nos cubre una pared y pasillo con puertas dobles.
—Dios —gimo cuando se separa para sujetar mi trasero y penetrarme más—. Ya casi, ya no aguanto.
—Abre bien las piernas, mocosa —ordena y hago caso—. Aprieta me polla como una gatita traviesa.
El morbo perturba mi cuerpo y trato de sujetarme mientras el orgasmo descomunal me empuja a una nube negra de placer donde le entrego mis pechos cuál zorra para que los chupe y muerda. Chillo mordiendo su hombro y refregándome contra su pelvis en lo que me azota sacando hasta la punta y volviéndola a meter de golpe una y otra vez en lo que busca calentar mi botón hinchado cada que se contornea.
Es tan bueno en el sexo, se ve jodidamente perfecto con su traje y tatuajes en el pecho y nuca. Su cabello golpea su frente y me aferro a sus hombros para recibir las estocadas que me marean hasta apenas respirar, y su boca recibe mis tetas con cada empujón.
Beso sus labios pero me descaro en busca de aire cuando me lo roba con un embate, aprieta su mano a mi caderas para mantenerme quieta en lo que la otra se aferra a mi nuca y cuerpo flácido.
Mis uñas se niegan a dejarlo y me deleito de cómo entra y sale el tronco delicioso, bajado de mí, brillando de excitacion. Me pone demasiado caliente que gima y gruña así. Su boca entre abierta y cejas fruncidas, mientras muerde su labio para pasar su lengua por la bolita rosa que tengo como pezon. Lo chupa para seguir con el otro y yo no hablo.
Ya olvidé adónde estamos y sólo dejo que me haga el amor, y me deleite de todo. Grito y grito su nombre tratando de conseguir aire pero el mareo me toma y algo revienta contra mi cuando me aferro a su boca.
—Oh, así, así —beso, y beso, la saliva se me cae en lo que mis manos tiemblan aferrándose a él —. Me gusta mucho, me gusta. —me levanta y me envuelvo en su cuello dejando que me destruya cuando trato de respirar de su cuello y chúparlo...
—Que coño más jugoso —dice a lo lejos pero un grito de mi garganta raspa silenciándose en su hombro.
El clitoris me arde, palpita como loco, tiemblo y con los ojos cerrados me aferro a seguir remoloneándome contra él.
—Me aprietas como si me quisieras sacar el alma —jadea y me da una estocada que me hace jadear. Sujeta mi cara, lo veo a lo lejos, sus colmillos brillan y sonrío—. Estás loca, y me encanta, joder.
—Creo que me desmayé —susurro y dejo caer mi frente en su pecho.
Me cómoda en la encimera que está realmente mojada.
—Hice un desastre —maldigo en voz baja.
Aún estamos conectados y puedo ver la camisa de Tayler mojada, su miembro al menos la cuarta parte afuera de mí donde está su tronco. Y está empapado.
—Lo siento —trato de separarme pero gruñe hundiéndose en mí. Su semen sale un poco y me levanta las piernas—. Debo limpiarme.
—Lo haré yo.
Se quita con cuidado y... que delicia dios mío. Se limpia la punta con el dedo y antes de que haga cualquier cosa, tomo su dedo para meterlo a mi boca
—Delicioso —ronroneo mirándolo a esos ojos de fuego—. Ahora límpiame.
Sonríe con picardía y niega divertido después de guardarse el miembro delicioso. Se arrodilla para estar a la altura de mi entrada y pasea su lengua cálida justo en mi entrada. Suspiro y veo un candelabro que no había visto.
—¿Viste ese nuevo candelabro? —se detiene provocándome un espasmo.
«Maldito»
—Yo lo puse ahí —dice como si nada y toma mis caderas.
Envuelvo mis piernas en su cuello al momento en que me levanta, elevo las mano y me sujeto. «Candelabros», en mi mente aparecen pero me dejo llevar por la sensación de su lengua entrando y saliendo de mí como un ciclón. Gimo con fuerza y me balanceo hacia adelante, entregándole todo de mí. Mi alma.
Me arde por la fricción de follar cada media hora pero me encanta. Me sujeto se su cabello y entierro los dedos para hundirlo en mí, así como la otra mano tiembla en el candelabro que me hace jadear. Su lengua masajea mi clitoris, el orgasmo se me vuelve a formar en lo que echo la cabellera hacia atrás y él me atrae a su boca como un animal hambriento. Mi tamaño me ayuda y me encanta.
—Oh, Tay —gimo y aprieto los muslos haciendo que suelte un gruñido que lo lleva a meterme la lengua.
—¿Te gusta? —inquiere pero debe ser una puta broma.
Estoy gimiendo como una zorra. Echo una mirada a sus ojos y ardo en llamas cuando me ve como león sediento. Bebiéndome, su mano muestra su reloj y la mirada mordaz me puede, algo palpita dentro de mí.
—Oh...Mmjum...
—Por Dios —la voz de Elton me baja de la nube de lujuria y voy a dar al suelo cuando me suelo, me sujeta pero lo empujo—, allí hacen la comida que nos metemos a la boca.
Jadeo tratando de buscar mi ropa y Tayler se enoja sólo porque acabó el juego. Me sujeta de la pierna tratando de quitarme el short y lo pateo haciendo que sacuda la cabeza.
—Elton —me asomo acomodándome la ropa, y la blusa rota—. Amigo, ¿qué haces aquí?
Tayler está como en celo porque en la misma posición trata de bajarme los shorts. Besándome las piernas.
—¡Ya no te ocultes! —le grita Elton—. Te acabo de ver en acción.
—No me oculto —suelta y rueda los ojos cuando le digo que no con la mirada—. Sólo llegaste a interrumpir.
Mi teléfono vibra en el suelo y lo recojo.
—¡Idiota! —grito cuando Tay deja caer su mano contra mi trasero.
—Tienes un trasero exquisito, no puedes esperar ponerte en cuatro y que no lo acaricie —dice como si nada, acomodándose la ropa—. Date prisa que llegaremos tarde.
Asiento porque justo el mensaje es de la agencia. Elton sigue en silencio fingiendo que ve a través del refrigerador las etiquetas. Tayler lo mira mal y se va indignado.
—Voy a limpiar —le digo a Elton.
Sonríe con picardía.
—Ó no.
—¡Por Dios, Elton!
—No me veas así que acabo de ver esa dulce carita gimiendo como loca mientras un hombre que te dobla el tamaño te follaba como loco.
—¿Desde cuándo...? —abro la boca entrecerrando los ojos.
—No voy a mentir porque era un buen espectáculo. —abre el refrigerador para sacar unas fresas—. Date una ducha que se nos hace tarde. Quizá vaya a verte.
Hago caso y me dirijo a la ducha después de besar a Tayler. Me arreglo con algo simple ya que tendré vestuarios. Elijo unas zapatillas de mi estantería de dos metros y pongo mi gabardina negra sobre el vestido negro de gamuza. Es una diseño de Bella, la mujer que me invitó a modelar su ropa así que supongo que será un buen toque.
Una vez estoy lista, salgo corriendo hacia el hombre que me espera en las puertas dobles después de bajar los escalones. Me voy contra el sonriente y me levanta en el aire.
—¿Está emocionada mi mocosa? —inquiere y asiento dándole besitos—. Prepate para festejar después.
—¿Sabías que podríamos tener más energía si no follaramos cada media hora?
Frunce el ceño desconcertado.
—Te llevaste dos horas, supongo que me debes una follada.
—¿Y la otra? —envuelvo con más fuerza su cuello.
—Haremos el amor —sonríe contra mis labios y los besa con tanta dulzura que cierro los ojos para hundirme en esta sensación.
—Eres un anciano muy romántico.
Rueda los ojos y me baja.
—Vámonos que te estás poniendo muy cursi, pero luego me obligas a decir vulgaridades —se indigna—. No sé porque me dejo llevar. Debería alzarte la ropa y azotarte.
Mi cuerpo palpita.
—Deberías —susurro sujetando su mano.
Gira y afloja su corbata en lo que yo olvido por completo el desfile. Jadeo retrocediendo mientras él avanza. Comienzo a quitar los botones y...
—¡Ya está la limosna, señor! —dice Félix, entrando.
Tayler aprieta el puente de su nariz dirigiendo su mano a la daga y corro hacia él tomándole la mano.
—No seas tonto —lo regaño—. Cuando vuelva te dejaré hacérmelo suspendida en el aire.
—Me parece sensato —dice y me jala a la salida viendo la cara de infarto de Félix cuando mi anciano lo mira mal.
Aprecio el frío así como la limosina que nos espera. Es digna de Tayler Aragon. Me ayuda a terminar de bajar y abre la puerta para mí como un caballero que normalmente es si no me tiene desnuda.
Me acomodo y aprecio el lugar precioso. Luces bajas y vino. Se sienta a mí lado y sonríe tomando su mano mientras acaricio las marcas de lucha que hemos tenido.
Mis uñas están perfectamente tatuadas es su piel.
—Estoy muy feliz —le confieso con el corazón en los tímpano. Su mano recae a mi barbilla para obligarme a verlo—. Me haces muy feliz, Tay.
—Mi bella mocosa —sus ojos fuego me encienden. Como si estuviese viendo a un perro herido—. No llores, no lo valgo, te haré llorar mientras te folle pero no aquí.
—Idiota —le golpeo el pecho haciéndolo reír.
El silencio se vuelve espeso pero reconfortante. Es casi placentero verlo a los ojos, apreciar el rostro más hermoso que he visto.
—No sé que es felicidad —comienza—, pero sólo tengo latidos cuando estoy a tu lado.
Y eso basta para que las lágrimas se me deslicen y me estrelle temblorosa en sus labios, acariciando su cabello, aferrándome con locura a su traje. Me baño de su aroma a hombre, a loción, tabaco y ron. A su ojos que me aprecian como una deidad. Nadie me mira como él, porque nunca he visto que siquiera vea a las personas.
—No aguantaré hasta que volvamos —admito levantando el vestido para subirme sobre su regazo.
—Recuéstate y abre las piernas, mocosa —ordena tan autoritario que tiemblo asintiendo—. Te voy a meter la lengua.
Me tiro en el suelo acolchado de la limo y desesperada levanto el vestido para que no lo rompa, y sonríe al darse cuenta de que no llevo bragas, la respuesta es que rompe todas. Sus manos grandes se aferran a mi trasero y muslos en lo que me arqueo para recibirlo.
—¡Oh, Dios! —jadeo por lo alto, hundiendo mis dedos en su cabello al sentir la succión de sus labios y lengua contra mi entrada.
—Sabes tan dulce —gruñe, hambriento. Se desespera estrellándose y metiendo la lengua que me pone a temblar.
Su calidez me baña y la saliva se mezcla con mis fluidos. Envuelvo su cuello con mis piernas y elevo la pelvis al sentir el torrental eléctrico apresándome el vientre. Grito y jadeo remoloneándome como loca contra él que está matándome.
Succiona y me arqueo cuando hace algún tipo de espiral con su lengua y mi cuerpo revienta el calor dejando ir el orgasmo que recibe chupando como si fuese agua...
Mi cuerpo y mi alma se desconectan, sólo hay Luces y hormigas por todo mi cuerpo, sólo sus labios húmedos y dulces cayendo a mi boca.
—Llegamos, mocosa —dice gustoso—. No deberías estar en shock por más de treinta minutos, sólo fue un squirt.
—Sólo fue un Squirt —repito sin aliento, aún veo las luces y su cabello húmedo—. Eres muy atractivo, maldito. Te odio.
Estoy tirada en la alfombra y me ayuda a levantarme.
—Recuérdamelo después —se burla contra mis labios después de besarlos.
«Me encanta, joder»
Nos abren las puertas y nos cubren de los flashes, Tayler jamás entraría por la puerta trasera o saldría, así que nos arriesgamos, sin embargo voy bien cubierta y él va muy tranquilo apartando con una mano a todo el que se atraviesa.
Nos abren las puertas de cristal y una mujer esbelta, alta y realmente hermosa sonríe al vernos.
—¡Llegaron! —chilla—. Vengan por aquí —con indica y la seguimos por un pasillo ya que los invitados estarán en otro lado—. Bella dijo que eras baja pero podemos solucionarlo con unos centímetros más. ¿Cuanto soportas?
—Los que sean —le sonrío con entusiasmo y giramos a un lugar amplio con montones de modelos.
—Dicisiete centímetros —me dice—. Tacón de aguja, los tacones cuadrados no van aquí —me dice sonriente y llegamos con una mujer castaña, alta que ordena y ordena—. Bella. Llegó Love.
—Ella puede con más —dice como si nada y yo ardo en vergüenza.
Ella gira y sonríe, veo a Tayler y sólo me observa con ojos ardientes. La felicidad se me nota.
—Cállate —le digo en Alemán y responde con una sonrisa que parece de película.
Adoro cuando sonríe. ¡Estás jodida, Love!
—Gracias por venir —dice—. Pensé en muchas personas que podrías usar mi diseño pero no hubo alguien más.
El estómago se me revuelve.
—¿Por qué?
Se carcajea y truena los dedos para que cambien un maquillaje.
—Si no eras tu, no era nadie —suelta y me quedo estática—. Bien. Señor Aragon, vaya con los invitados, nosotros nos haremos cargo.
—No quiero saber que mi mujer sea símbolo de venta —espeta acortando espacio—. Veo algo extraño y le arranco la cabeza.
La mujer traga y yo me meto entre ellos, sonriendo con nerviosismo por el imbécil loco, le aprieto los testículos y se relaja.
—Sólo bromea —le sonrío.
—N... —trata de hablar pero le doy un codazo y le suelto el miembro que ya tiene de acero—. Estaré observándote.
Giro y asiento, le doy un besito cuando se inclina y una chica viene a decirle dónde va a sentarse. Suspiro viendo lo hermoso que se ve en traje, esas caderas...
—Recuerdo los tiempos de mi primer amor —suspira, y la veo de reojo—. Mi primer amor fue un cantante y tuvimos una hija. Maldito.
—¿Terminaron?
—No, seguimos juntos pero lo odio porque aún sigo suspirando como tú —la esperanza crece en mí y sonrío como respuesta.
Comienza a decirme cómo será el vestuario mientras caminamos hacia un camerino especial para que pueda ver los diseños que son espectaculares, así como el precio. Todo es precioso, las zapatillas de diseñador son altas con el tacón de alfiler, escaneo los vestuarios mientras me indica lo que haré.
Sólo asiento en lo que entran un montón de personas a hacerse cargo de mí, me siento como en la presentación Yakuza, y la primera vez que conocí a Rose.
Ella sigue hablando y yo pongo atención en lo que me pintan, arreglan el cabello, y muestran ropa.
Me llega un mensaje de Tayler y lo bloqueo ahogándome cuando le veo la verga en un maldito camerino, mostrándose de traje y finura en el espejo. Me entregan agua y ya no veo nada porque pueden ver lo que es mío, y prefiero perdérmelo a que alguien más vea lo que me alimenta.
—¿Te gusta? —inquiere Bella con una sonrisa. Comienzo a girar—. Eres una mujer con una belleza irreal, sabía que eras tú o nadie.
Al toparme en el espejo puedo sentir que caigo, no sólo me veo hermosa, estoy deslumbrante, mis ojos resaltan con sombra oscura y pedazos dorados en mi mejilla, el labial hace que mis labios brillen en gloss y un volumen exquisito ilumina mis carnosidades.
Es sencillo pero hipnótico, mis pestañas y cabello están perfectos por no decir impactantes. Quiero llorar pero sigo en boca abierta.
—Me veo hermosa —acaricio mis pómulos con pedazos dorados.
Se burla sujetándome los hombros.
—No te ves, lo eres —acomoda mi cabello—. Es hora, la apertura de la línea la harás tú.
Y el estómago se me encoge.
—Pero yo nunca...
—Tonterías —me jala—. Siempre hay una primera vez y por Dios, vives con el hombre más peligroso del mundo, ¿Por qué te haría miedo una pasarela y no con quién duermes?
Bueno, pero para mí no es peligroso.
—No es tan malo —frunzo el ceño indignada de que hablen así de mi pobre anciano—. Es su esencia.
—Sí, una esencia sangrienta —resopla y le resta importancia—. ¡Vestuarios en el camerino A! —grita y unos hombres bien vestidos van de prisa por donde veníamos.
Comienzo a ver modelos reales, me pasa en tamaño pero me saludan, sonrío y por las zapatillas están una altura menos desfavorable. Nunca he sido insegura pero me pregunto qué pensará el de ellas. Todas grandes y hermosas...
—No pongas esa cara allá —me señala el pasillo—. Relájate y disfrútalo.
El pasillo es amplio por lo que puedo ver en la cámara. Los hombres y mujeres de trajes elegantes que aunque no mucho están en silencio esperando la salida. Ya han pasado varias modelos pero yo soy la prometida y debo aguantar los nervios que se me cuelan por las manos sudorosas.
—No estés nerviosa —me dice la mujer—. Si lo haces se darán cuenta. —acomoda la siguiente cadena de oro en mi vientre.
—¿Qué hago? —inquiero temblorosa.
Sonríe y me muestra sus ojos lindos. Bella es realmente bella.
—Sólo debes ser tú y te juro que lo harás excelente —me dice—. Estuve en tu presentación en la jerarquía hace unos años, eras una niña y arrastrabas a todas, sólo sal a caminar y muestra esta obra de arde. Jamás te quites o te perturbes, si se están peleando, matando, o hay un perro muerto en esa plataforma tú no ves nada, camino derecho, y convierte el suelo en tu trono.
Asiento y dejo que las maquillistas me ahoguen con sus manos con retoques. Traen el primer vestido que pesa pero la cola es el problema. Una vez que pasen diez segundos la cuarta parte de la cola cobrará vida en llamas y tengo miedo.
—No creí que aceptarías —dice mientras arregla mi cabello y veo cómo las modelos regresan—. Me alegra que lo hicieras.
—Es navidad —suspiro y envuelve la cadena de otro en mi mano mientras un corazón del mismo color está colgando.
Las tetas se me aprietan en las cadenas, y mi pecho vibra cuando la música cambia así como las luces cambian a un tono más oscuro. El corazón me palpita tan fuerte que debo sostenerme mentalmente.
—¡Ahora, ahora, ahora! —dice y las demás modelos se acoplan a mí.
Detrás de mí vienen una tres. Cierro los ojos y respiro dando el primer paso, agarro la cola de cadenas que se arrastran para manejarla y que nunca pierda forma al doblar en el pasillo...
El corazón me late en los tímpanos cuando los flases me bañan los ojos y se que soy a la que fotografían.
Deslizo mis pies con agilidad y naturalidad, sensual y cautivadora, dejando que los flashes me dejen ciegan cuando no paran de fotografiarme.
El corazón se arrastra a mí lado, y los aplausos comienzan cuando giro, tomando la cola de cadenas que se adhiere a mis costillas y se prende en fuego aún con mi cara neutral dejando que la bañan los flashes.
Las demás modelos se pasan a mi lado soportando el frío del fuego. Giro la cabeza para quitar mi cabello de la espalda y que aprecien la espina dorsal de tono dorado.
Flashes, flashes y más flashes.
No sonrío, sólo coqueteo con los flashes y se que en la oscuridad alguien me está venerando como si yo brillara más que todo este oro.
Desprendo la cola una vez se apaga y la cuelgo en mi hombro para seguir caminando, así como el corazón dorado.
Una vez termino mi recorrido dejo caer mi máscara y grito enfrente de Bella haciendo que se ríe a carcajadas. Las modelos están igual de emocionadas.
—Eso fue cegador —dice Bella.
—Creí que quedaría ciega —suspiro y entrego el vestuario.
—Definitivamente este diseño será el más vendido —dice ella.
Truena los dedos para que me pongan el siguiente y debo apreciar que hoy mis atuendos son cadenas...
Algo arde en mi mejilla así que lo veo en la esquina, donde todas se visten pero sólo me observa y sonríe a mí en lo que se recarga de la pared y me mira con ojos de fuego.
—Puedes mostrarte cómo quieras —me dice dándome un bolso en forma de hígado—. Este mundo te ama.
Se que esto es un evento privado con algunos socios de Tayler y de literalmente el mundo del poder. Familias de poder que vienen a ver el lado oscuro del mundo.
Las chicas me acoplan y aunque yo uso zapatillas más altas parece que estoy volando. Quizá porque he matado y corrido con tacones sin importar que los nervios me maten. Primero muerta antes que abandonar mis zapatillas.
Le aviento un beso a mi acosador favorito y veo cómo se desliza a la oscuridad para observarme nuevamente. Hago mi debut, convirtiendo la pasarela en mi mundo, una chica de retrasa así que me pongo enfrente sin perder mi ritmo, giro para mostrar mis ojos con la oscuridad del maquillaje, el vestido negro lleno de cadenas con espinas y zapatillas doradas de la misma temática.
Giro empujado a una que no se quita de mi camino y doy la última vuelta para que las cámaras me capten.
Sigo haciéndolo hasta tener conjuntos sorpresas donde me quito el abrigo mostrando las telas de seda con escotes tentadores y elegantes. Después de ellos quedo exhausta y muy emocionada.
Yo creo que debí ser modelo, me gusta mucho esto, me gusta demasiado ser el centro de atención. Pero sus ojos son lo único que me gustaba, es embriagante, como si lo hiciera para él.
Las chicas me felicitan sin hipocresía sólo una que fue a la que empuje pero lo hice con varias y no dijeron nada, me llamaron Shalom y me reí, porque no entendí.
—¿Te gustó? —inquiere Bella mientras me siento a desmaquillarme—. Tienes un talento natural.
—Realmente me gustó pero no creo que sea lo mío —hago puchero—. Sin embargo, me gustó la atención. ¿Recibiré las fotos?
—Claro —sonríe y me palmea el hombro—. Son limitadas. Puede que alguna se filtre pero no sabrán, y no creo que sepan que eres tú.
—Espero —suspiro y me levanto para quitarme el vestido negro de cadenas.
—Ya está pagado —dice—. De hecho todos los que usaste lo están. —gira la cabeza hacia el hombre que habla por teléfono en la esquina del lugar repleto de modelos deambulantes—. Apuesto a que les darás un bueno uso.
Van a terminar en tiras una vez termine conmigo. Tayler no valora la ropa en absoluto, así le haya costado unos miles de euros.
Me despido de Bella prometiéndole que volveré a ser su modelo misteriosa y Tayler me espera como si fuese mi guarda espaldas en el pasillo. Me despido de las modelos y chillan cuando ven que hombres sacan los vestidos diciéndome que les presente a uno cómo ese de traje. Son de mi edad y me siento tan bien, tan normal que las lágrimas me quieren traicionar.
—No creo que hagan más así pero conozco a un príncipe que está soltero —les digo y empiezan a hablar al mismo tiempo—. Les prometo que les daré su número no creo que se niegue.
—Me gustan las coronas —responde Ashya.
Me despido por última vez pero cuando quiero ir al pasilla está la chica esa, pasando al lado de Tayler y todo se vuelve negro, rojo, ardiente en mis ojos, los oídos me zumban. Las manos me tiemblan al ver cómo le pasa la mano en el cinturón antes de que él se aleje y me mire como si fuese a hacer una idiotez.
«El cinturón»
El cinturón.
Cinturón.
Cinturón.
Todo se me va de los pulmones y la pierdo cuando dobla hacia los baños al final del pasillo. Tayler me trata de tomar pero lo empujo con una fuerza que jamás creí tener. El pasillo es oscuro ante mi ojos porque sólo está ella con su melena rubia y piel bronceada. No mentiré a qué es hermosa y de cuerpo notable.
—Tú —espeto con la voz temblorosa.
Gira como en la pasarela y antes de que se cruce de brazos le tomo uno, empujándola contra la pared. Aplico fuerza y con la rodilla me encargo de su nariz al momento en que le tomo el cabello y la estrello contra la pared dejándola inerte.
Cuando se va deslizando contra la pared le doblo el brazo hasta que truena y cubro con mi mano su grito. Su mano temblorosa cae al suelo y con el tacón doy el pisotón que se lo atraviesa.
—Aprende a no tocar —rujo apartando las lágrimas de rabia.
Estoy temblando, los celos se me siente como un zumbido de adrenalina que poco a poco va pasando...
—Shhh —sus brazos me envuelven y suspiro—. Calma, mocosa.
Giro para unirme a él en un beso necesitado. Le acaricio el cinturón, quitando la huella de esa maldita estúpida. Gimo contra su boca y me levanta contra la pared para liberar el miembro, sus manos suben a través del vestido y desesperada le rodeo las caderas, besa mi cuello, paseando su lengua cálida que aviva toda mi sangre. Me aferro a sus brazos, su aliento, loción, y cuerpo cubriéndome.
La mujer está chillando en el suelo pero yo dejo que ubique mi entrada chorreante, y me empale de una sola estocada. Grito agarrando su cabello con fuerza, saltando, sintiendo lo rico que es tenerlo dentro. Tengo tantas ganas.
Me azota una y otra vez provocando una melodía de llantos, gemidos, y pieles chispeantes. El sexo huele delicioso y aspiro sus labios húmedos, pasando la lengua por ellos cuando mi centro lo aprieta poniéndolo a gemir.
—No sabes lo jodidamente perfecta que te veías así —muerde mi mandíbula—. Enojada, loca, celosa, y caliente. Eres toda para mí, y te juro que estuve apunto de matarlos por mirarte con tanta devoción. No harás eso de nuevo porque voy a perder la cabeza, ¿entendiste? Puedes hacerlo para mí, te compraré todos los vestidos, pero si decides modelar estoy seguro que me volveré loco. —muerde mi mandíbula para deslizarse a mi teta—. Tendrás que pagarme con sexo cada cambio de atuendo.
Asiento sin importar nada y el orgasmo me parte en mil pedazos al sentir que se me calienta el botón que hormiguea desde mi estomago hasta mi centro, apretando y soltándolo para apretar mas fuerte.
Quedo ciega, loca, y jadeando contra su hombro mientras se derrama dentro de mí. La chica sigue llorando y mirando su mano, la nariz le sangre y el labio también.
—Le diré a mi guardia que te lleve al doctor —le digo sonriente para que se calme—. Evita hablar o probablemente te corte la lengua. ¿Entendido? —beso la mejilla de Tay—. ¡Responde!
—S... sí —dice temblorosa.
—Llévame a casa —susurro—. Tengo mucho sueño.
Trata de salirse de mí pero niego y me hundo en su cuello dejando que me lleve por el pasillo así. Que delicioso. Félix nos espera en la salida lateral para que las cámaras no nos atrapen pero es tonto ya que un flash llega pero enseguida un arma silenciosa se escucha, yo solo abro los ojos viendo al hombre.
—Quiero esa foto en los periódicos —le digo—. Nadie sabrá que eres tú, o la quiero sólo para mí. Cuando podamos decir lo nuestro quiero que salga.
Aún en su cuello comienzo a moverme de nuevo cuando nos abren la limosna. El vestido es largo, así que obviamente no se ve nada.
—Quiero esa foto —le dice a Félix antes de que cierren la puerta.
Me subo sobre su regazo y me acuna aún dentro de mí.
—¿Qué me darás de navidad? —beso su cuello, moviéndome lento, martirizándolo.
—Lo que pidas —toma mis caderas. Levanto las manos para que me saque el vestido—. Dime lo que hieres te te lo doy.
—¿Lo que quiera? —lo tomo del cabello, entregándole mi teta, lo silencio mientras chupa y yo salto—. ¿Hasta matar?
Gruñe, gimiendo y me ocupo de su traje, bajando su pantalón con una mano y la otra sosteniendo su cabello.
—Después de la cena puedes hacer lo que quieras —afirma, envuelve su brazo en mi cadera y me jala el cabello con la otra para darme un embate que me hace gritar—. Lo que desees. ¿Realmente te quedarás, no?
Sonrío y me prendo de sus labios.
—Lo haré —y dejo que me acaricie, lo toco, y aunque se tensa me deja, beso su hombro, cuello y oreja—. Jamás había odiado tanto fingir que te odio.
Se separa de mí bruscamente.
—¿No me odias? —inquiere jadeante.
Su boca sedienta y ojos suaves pero feroces me atropellan el pecho.
—Te aborrezco —susurro, se estrella contra mí, nublando todo mi mundo.
—Ya quiero que esta farsa acabe y hacerte mía para siempre.
—Espera un poco —me separo y reparto besitos por su cara—. Lo haremos juntos.
—No deberías ser tan romántica mientras te empalo porque me la pones más dura —dice, estrujando mi trasero hacia su tronco, provocando que me retuerza, cayendo en su hombro.
Estoy cansada así que dejo que me folle así y me dé un rico orgasmo que me pone a pedir más cuando llegamos a la casa.
Es de madrugada pero quiero dormir con él así que nos negamos a separarnos. Dormimos juntos toda la madrugada y hacemos el amor cada que nos medio despertamos.
Debo volver al complejo pero pronto tendremos nuestra navidad juntos y no quiero que de alguna manera el hechizo se acabe.
Jamás había sentido tanta felicidad, pero debo fingir que lo odio, sinceramente ya se me hizo un hábito, pero jodidamente estoy loca por él. Cuando son las seis abro los ojos pero me acuna aferrándose a mi teta.
—Debo ir al trabajo.
—No necesitas trabajar cuando eres dueña de la mitad del mundo —me aprieta a su pecho y lo huelo, acurrucándome como tonta, repartiendo besos—. Ya cállate y duérmete que me levantare con ganas.
Me aprieto a su erección deliciosa y vuelvo a dormir, para finalmente deslizarme a lo que me gusta.
Nota:
Este capítulo era relleno, les dije que la segunda fase era más política y de riesgo, pero no podía dejarlas sin esto.
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