Capítulo 9
Lovely Walker.🥀🕷️
Juicio 2/2
«Este imbécil pito flácido»
—Я знал, что ты найдешь меня, моя прекрасная солдунница. —su voz me atraviesa el torrente sanguíneo como el líquido que tanto odio.
—Lo hice —contesto en ruso.
Los murmullos y gritos no dejan escuchar pero se que él lo hizo y por eso sonríe. Giro sobre mi propio eje a las cámaras y gritos con preguntas que no contesto, sólo elevo el mentón mientras Andersson está detrás de mí y yo dejo que las luces parpadeantes acaricien mi piel.
Matthew me toma de la mano jalándome y la cara de Andersson cae al igual que sus brazos al lado de su cuerpo cuando los guardias lo obligan a tomar lugar.
La sonrisa siniestra se dirige a mi espalda en lo que trato de no flaquear.
—¡Orden! —espeta el juez—. Señorita Walker. Sea usted bienvenida al tribunal de la nación aristocrática en Londres.
Me pasan a testificar y Reid se va con niebla una vez me dejan en mi lugar. Andersson me mira del otro lado y el pánico escénico que nunca he tenido aparece cuando siento una mirada sobre mí, me concentro en no mirar a nadie. Una vez salga de aquí, me largo a Narnia o a nunca jamás.
—Señorita Walker —habla el señor juez—. ¿Sabe porque está aquí?
—Sí, señor juez.
Los agentes del FBI me miran y siento que les fallé pero no a mi novio. Él sonríe y su mirada cae al hombre que puedo ver de reojo haciéndome sentir un tornado o puta licuadora en el estómago.
—Adelante —le dice a la esposa de Salvatore. Me ponen una biblia y coloco mi mano sobre ella—. ¿Jura usted decir la verdad y nada más que la verdad?
—Lo juro.
—Si miente ante mi tribunal será castigada sin importar quién sea. ¿No entendido? —advierte el juez—. Cometer perjurio puede ser peor que ser culpable de un crimen en segundo grado.
—Sí, señor juez.
—Comencemos —le dice la rubia.
Le salvé a la hija, me deben una vida y acaban de jodermela.
—¿Conoce al hombre allí sentado? —señala a Andersson.
—Sí.
Andersson se carcajea y el juez lo reprende con un azote a la madera.
—¿Adónde lo conoció? —inquiere—. Narreme los hechos desde el inicio.
Respiro hondo.
—Siendo la presa de la mafia me encontré con él —empiezo contando a los presentes en el jurado—. Creí que era un loco más, una fiesta más. Me equivoqué, poco después supe que era mi maestro y también mi asesor, un rango más bajo que un agente a cargo. Así como se me otorgó en el contrato intacta. Cedric Bake, pero yo estaba consiente de esto. El comandante constantemente aparecía, me hacía cumplidos, retaba pero confié en él.
—¿Es verdad que usted salía con él?
—No —respondo.
La primera dama respira en lo que mi foto con él en el restaurante aparece.
—Como repito —hablo—. Creí que era un buen tipo, salimos pero en ningún momento le dije nada para que me sometiera a torturas y obligara.
—Irrelevante —dice Andersson—. ¿Qué hace pensar a todos que no es más que un engaño? ¿No metió a su comprador a prisión por un capricho y así huir conmigo?
—¡Objeción! —habla la primera dama.
—Al lugar —lo deniega el juez.
Respiro hondo sintiendo que estoy apunto de colapsar. No me van a ganar en este juicio. Hay soldados sobre la segunda planta y en un parpadeo determino a un hombre musculoso que tiene una bandera que reconozco y sé que no estaré sola. No sé si es él o uno de sus hombres pero me hace sentir mejor.
—¿Cómo estamos seguros de que no lo disfrutaba de ello? —dice Andersson—. La señorita Walker ya tenía problemas con drogas, quizá yo la ayudé.
Andersson es un hijo de puta astuto. Nunca lo acepta, pero el maldito se va a quedar encerrado.
—Si me permite —habla la rubia—. Tengo pruebas visuales y auditivas.
Los murmullos comienzan mientras las lágrimas me pican.
—¿Está de acuerdo, señorita Walker? —inquiere el juez—. Deberá contestar con un verdad en afirmación y un no en caso de ser lo contrario.
—Sí, señoría.
La pantalla se enciende y mis gritos se hacen presentes, agacho la mirada y aprieto los puños. «Mentón en alto», hago caso a la voz de mi cabeza.
—¿Esto es deseado? —me habla la primera dama.
Respiro lidiando con el temblor. Me veo a mí siendo golpeada por Andersson y acto seguido me orina encima.
—Mentira.
Cambia la cámara.
—¿Esto? —me veo a mí sirviendo y siendo cenicero.
Las caras de los invitados no se ven porque traen máscaras y la rabia me consume. «Todos estos hijos de puta»
—Mentira.
—Una vez más. —cambia la cámara y...
—Men... —suspiro con la voz quebrada.
La lluvia de recuerdos me atropella y respiro hondo.
—¡Suficiente! —espeta el juez.
Es Andersson sobre mí en la cocina, follandome mientras grito de dolor... el aparato se apaga debido a la daga eléctrica que se incrusta. Mis sollozos se calman en lo que mis ojos viajan al hombre que está de pie, bufando y perdido. Tiembla de rabia pero no quiero verlo, no puedo. Sus cabello cae sobre su frente, sus labios...
Sacudo la cabeza apartando la mirada porque no estoy lista.
—¡Al lugar! —espeta el juez—. No haga que lo trate como un criminal, Mr. Aragon.
—¡La bajeza de este jurado no lo toleraré! —ruge y aprieto los puños para no verlo—. Era suficiente prueba, y no tienen derecho de mostrarla, no sin mi permiso.
—¡Segunda advertencia! —espera el juez—. Al lugar o sale del juicio.
El silencio se hace y sólo escucho mi corazón saltar como loco en dirección hacia el hombre que me está quemando con la mirada.
—Eso sería todo de mi parte —dice la primera dama.
—¡Montajes! —suelta Andersson.
—Se tomarán un receso para el veredicto, Mr. Andersson —espeta el juez—. Tomaremos diez minutos y regresamos.
Golpea la madera y se retira con el jurado mientras yo no me muevo. Bebo un poco de agua y acto seguido Matthew se acerca a mí para darme mis medicamentos.
—Gracias, guapo. —le entrego el agua y me sonríe, yéndose al lugar con los agentes—. ¿Podrías sacar a niebla y decirle a un soldado que se la lleve? Este ambiente no me parece seguro.
Todo está muy calmado y yo vengo preparada. Sin embargo siento que algo no anda bien.
—Claro —me toma la mano con discreción—. Esa entrada fue épica.
—Lo sé —sonrío sin ganas debido a los lobos en acecho.
Trato de mirar mis manos por los próximos minutos entra un agente y me saca a que tome aire debido a los flashes que no dejan que captarme y hacerme preguntas a lo lejos. Me pregunta si me siento bien y me limito a asentir.
—Se ha reanudado la sesión —dice la primera dama.
Salgo del pasillo donde sólo entra el juez y el ministro. Que no lo había visto...
—Niña —me llama cuando salgo.
Le sonrío viendo que está en el estrado con el Coronel. Respiro hondo y tomo asiento ganándome uno que otro flash. Esas fotos no saldrán a la luz, al menos sólo estarán en la aristocracia.
Todos toman sus respectivos lugares al igual que yo.
—He consultado con el jurado y llegamos a un veredicto —dice el juez haciéndome temblar—. Se le negará la libertad condicional, el derecho a pagar la condena en su país o la fianza de 5 millones. Se le quitarán los acuerdos de inmunidad por los actos atroces cometidos a la joven aquí presente. En el caso de la joven Walker, puede permanecer su vida normal con sus seres queridos. La aristócrata la respalda —hace sonar el martillazo y me agarro de la madera con la sonrisa que se extiende—. Una deuda por no ver y no respetar los acuerdos de intacta. Bienvenida a la vida y para el señor Aragon que ha apoyado con el caso, su inmunidad ha sido aprobada bajo los términos acordados. —me mira—. Ambos tienen un acuerdo de sangre y si lo quieren renovar podrán hacerlo con la aprobación del Rey.
Los aplausos se vuelven una calamidad, gritos, y flashes vuelven a aturdirme. El contrato con Tayler no es obligatorio como tal pero me ata a él, y jodidamente no voy a firmar nada.
Hago como que no escuché lo último y sonrío al juez.
—Gracias —me dice la primera dama—. Es mi pago.
—¡Se levanta la sesión! —espeta el juez con firmeza, haciendo sonar el martillo.
—¡No te vas a librar de mí, hechicera! —me grita Andersson—. Dedicaré mi vida a hacer la tuya una pesadilla hasta que vuelvas. ¡Igual a ti...!
—¡Silencio, Mr. Andersson! —espeta el juez—. Será entregado a manos del Rey.
Asiento con lágrimas en los ojos hacia él y me guiña el ojo.
—Inician los juegos —dice entre labios haciendo que la piel se me erice.
Los guardias se levantan hacia mí. Las manos me tiemblan, Matthew corre a abrazarme y...
Una explosión atraviesa el cristal del tribunal en lo que hombres en sogas y vestidos de negro entran al momento en que soy arrojada contra la madera del estrado haciendo que los oídos me zumben. «No»
Los disparos no tardan en hacer acto de presencia, la piel se me eriza.
—¡Matthew! —grito lidiando con el humo y gritos de las personas que me atropellan.
Me arrastro dentro de todo y no capto nada más que los zumbidos y el chillido de mis tímpanos.
—¡Matthew!
—¡Código rojo! —escucho una voz—. ¡Cuiden al líder!
—¡Cobran al Rey!
—¡Atrápenla! —el sonido llega con un jalón.
El humo me atrofia la vista y doblo la mano que me sujeta, pero alguien me atrapa el pie, saco mi arma en el forcejeo y mato al que sujeta mi pierna, hago una llave al que me toma del brazo y me levanto pero duro poco porque me dejan caer un golpe en la sien que me envía al suelo.
«Levántate —me exijo—. Domínate»
Me zumban los tímpanos mientras la sangre me chorrea de algún lado, el humo y gritos me atormentan, todo me da vueltas pero no bajo la guardia y alguien se sujeta del cabello.
—¡No vas a escapar! —espeta.
Hago una maniobra y el cuero cabelludo me arde debido al maldito que me atrapa, otra bomba de humo y jadeo disparándole hasta que deja de moverse.
Hombres vienen por todos lados y ya no sé adónde correr, trato de ocultarme pero los disparos no dejan de caer como con la brisa de Londres.
Un láser me apunta y... caigo al suelo cuando un olor familiar me invade, el gruñido de un hombre me alerta y cuando trata de tomarme me aparto. Hombres de negro lo cubren, y salgo corriendo al lado contrario. «Respira»
Los gritos y disparos son precisos, quiere decir que traen visión térmica y eso me aterra, yo no voy a volver con Andersson y si eso significa llamar a Rebelión antes, lo hice pero no sé si lo haga...
Un disparo me despierta de la neblina y el corazón que me late en la garganta. Un hombre con máscara antigás se la quita y me sonríe con picardía. Me lanza otra arma que atrapo en el aire y habla en lenguaje de señas. «Dios, sí»
—Despejado para ti en el ala oeste —dice y se larga matando a dos hombres que se me acercan mientras me da tiempo de correr a la salida—. Sobrevive.
Escucho como gritan por Elton, pero no capto..., un estallido me avienta contra la televisión de evidencias haciendo que las costillas se me compriman, «Mierda», las bombas de humo me aturden pero logro levantarme para llegar hasta el otro lado, y veo el suelo está teñido de sangre...
—¡Tayler! —grita Elton pero no veo nada—. ¡Vienen por ella!
Una figura se acerca a mí a través del humo, fuego y disparos.
—Ven a casa, hechicera —me extiende la mano y en ella está un frasco pequeño de vidrio con la sustancia roja—. Prometo ser bueno. Sabes que lo quieres...
Todo a mí al rededor desaparece, y las personas están ocupadas en salvarse o salvar a más. Sonrío y se acerca a mí.
Me extiende la mano y la tomo al igual que el frasco. Sujeta mi nuca hipnotizado mientras sonrío contra sus labios.
—¿Me extrañaste, no? —cierra los ojos y mi rabia se desata estrellándole en frasco en la boca.
—Claro que sí.
Limpio mi mano y arranco el cristal sintiendo el ardor. La droga me eriza la piel y seco rápido.
Cae hacia atrás y lo tomo del cabello largo cuando trata de tomarme. Mi rodilla va a dar a su cara y él dobla mi muñeca pero me he zafado los huesos más veces de las que podría imaginar...
—¡Merkur! —un grito parecido a un rugido me hace girar y es allí cuando la vida se me vuelve un mar de fuego.
Traducción: Mercurio.
Andersson se levanta cuando lo suelto y el miedo me recorre al verlo apuntarle.
—¡Tócala de nuevo, bastardo y te vas a reunir con la sucia, perra infeliz bastarda de tu madre!
—¿Y la tuya, no? —se burla Andersson pero mi mirada está en el hombre que el humo cubre así como personas que corren—. ¿No le dijiste?
—¡Respira de nuevo y será la última vez! —le grita el cazador.
«¿Qué?»
«No puede matarlo», me digo pero Tayler es un idiota y veo cómo hace presión en el gatillo.
Andersson se acerca... corro hacia el loco derribándolo antes de que el tiro que retumba mis tímpanos le llegue, me percato por la neblina de que el imitador corre y en señal de que no lo mató me levanto.
—No puede matar aquí —espeto.
No puedo verlo bien por la neblina, pero si lo hago me voy a perder porque su olor me está haciendo temblar y por aguanto la respiración.
Me levanto tan rápido como puedo y... caigo nuevamente cuando me toma del tobillo...
—¿Vienes a cumplir tu deber? —inquiere—. ¿Vas a firmar el divorcio? ¡No te daré una mierda!
Un hombre llega dispuesto a matarlo, traen visión térmica, el pecho me tiembla cuando levanta el rifle y él está demasiado ocupado viéndome las piernas, sujetándome como para ver al hombre que viene detrás, saco mi arma del muslo y le doy de baja con un tiro en la cabeza haciendo que la sangre nos salpique. La piel se me eriza cuando otro llega y él se levanta de un salto para derribarlo poniéndole la mano en el pecho cuando corre hacia él. Me pongo a su espalda y él a la mía en espera de más.
Sus respiraciones me aturden, la saliva se me vuelve ácido y el calor a mi espalda me eriza cada poro del cuerpo. «Enfócate, por favor»
Los disparos truenas pero no me iré, sé lo que quieren, y es a él muerto. Hombres entre el humo aparecen y me encargo de llevar a uno el suelo para asfixiarlo en lo que Tayler levanta uno en el aire con su mano, dispara a otro y le rompe el cuello al siguiente mientras veo su espalda y cómo se eleva al grado de levantar su saco.
Peina su cabello y juro por Dios que no tengo fuerzas para seguir. «Es sólo un hombre»
—¿Adónde está Aragon? —grita alguien—. ¡Protegían al Rey! ¡Encuentren al líder y a la dama!
El pulso se me acelera cuando camina hacia mí, una mujer choca con él y la avienta ya que, su objetivo soy yo. Trato de quitar al hombre muerto que tengo sobre mí y lo aparta de un jalón, haciendo que jadee.
Saca la daga y me tiembla hasta la médula, está bufando, enojado, no encuentro nada en sus ojos oscuros y cabello desarreglado. «Es hermoso», aprecio a mi centauro.
Trato de huir levantándome pero lo evita jalándome del cabello, me tira al suelo y me toma del tobillo. «Avemaría»
—¿Vienes por el contrato, mocosa? —me jala, y le hago una llave rodeándole el cuello con las piernas.
La piel se me eriza cuando me toma de las caderas y su aliento recae en mi entrepierna, me levanto como puedo pero me sostiene y... una bomba vuelve a reventar haciendo que me cubra con sus brazos cuando chocamos con el estrado, sus manos deslizan mi figura y no me suelta, yo tampoco lo hago. Gritos y más gritos pero no existe nadie ahora, sólo él, sólo él.
—No te vayas —ordena, me sujeta del cuello haciéndome jadear. Su aliento choca con el mío—. Quiero matarte yo, encantadora. No te vayas, no lo hagas.
«Despierta»
Me libero de su agarre con una llave y me estrella contra la madera sacándome el aire. Pasea la daga por mi abdomen y hunde la punta haciéndome gritar.
—¡Jodete! —mi rodilla choca con sus testículos y...
Me avienta hacia el suelo cuando un láser rojo me apunta al pecho. Mata al tipo con una daga en lo que trato de reponerme y...
—¿Huyes, maldita mocosa? —me estrella contra el suelo y con el codo le doy en la sien...
La piel se me eriza cuando llega una bofetada a mi mejilla haciéndome jadear. «¿Acaba de abofetearme?»
Me arrastra hacia atrás mientras derriba personas sin el más mínimo esfuerzo y los gritos me arrancan la piel así como los tiros truenas contra la madera y personas en todo el lugar.
—¡Suéltame! —me aferro al escalón donde me sube pero me jala con fuerza.
Los disparos chocan contra la madera pero a él no le importa, me avienta detrás del estrado al mismo tiempo que se agacha alzándome el vestido.
—¿Qué haces aquí, encantadora mujer desleal? —inquiere, la neblina de humo no deja verle bien el rostro pero me está tocando la pierna con la daga. Sus ojos se oscurecen y:—. Dos meses —mueve los labios casi en un susurro.
—Eso a usted no le importa...
El ardor de mi mejilla llega cuando otra bofetada cae y no puedo reprimir el gemido que se me escapa.
—Supongo que como buena sumisa vienes a cumplir.
—¡No! —me toma de las caderas poniendo la daga en mi cuello mientras pataleo al sentir su peso sobre mí. Los disparos chocan cerca de mí y si no es por el blindado ya habría muerto—. ¡Suéltame!
—¡Te vas a largar de aquí si no quieres que te mate de una buena vez! —entierra el filo en mi cuello y le tuerzo la muñeca.
Le doy un puñetazo y así mismo me regresa una bofetada haciéndome escupir sangre. «¿Me golpeó? —me pregunto y la respuesta es sí—. Pero se sintió como una caricia»
Me toma con fuerza la mandíbula, pongo mi mano de escudo para evitar sus labios y muerde mi barbilla lamiendo la sangre.
Saco mi arma y le apunto.
—¿Vas a matarme? —se burla y veo su sonrisa, le pongo en cañón en la sien y lame mi mano—. Dispara.
—Bien —quito el seguro, y... disparo hacia el cielo cuando sin querer aprieto el gatillo debido al forcejeo.
—¡Maldita desquiciada! —me grita y sonrío cuando toma mi arma y me golpea la boca con la cacha haciéndome probar el metal.
Se queda quieto al igual que yo, procesando que si no es porque sus reflejos son sorprendentes ya estaría muerto.
«Si eso hubiese pasado me habría disparado en este mismo momento»
—Joder, estás loca. —se hunde en mi cuello y lame la sangre de la herida haciéndome jadear cuando el ardor con su saliva hace chispas—. Deliciosa.
Acaricia mi muslo y la electricidad me recorre, mete su mano deslizándola hacia el frente, sube y yo me dejo perdida en la sensación mientras mi corazón palpita en mis oídos.
—¡Aragon! —gritan y no hace caso como yo tampoco cuando un soldado cae muerto al lado.
—Esper... —la palabra se corta cuando levanta la tela pegada a mi coño húmedo.
—Estás tan jodidamente jugosa —ronronea saboreando. Mueve la tela mientras sus nudillos me arrancan un gemido tembloroso cuando los mueve sobre mis pliegues—. No te resistas, sólo debemos irnos, y esta noche no dormirás con ganas. Vas a dormir en la cama de tu comprador y amo.
Arranca la tela y entrego mi pelvis a él que gruñe con mi acto. «Sólo un poco, lo prometo», le digo a mi consciencia.
—Me las quedaré por si decides escapar. —asiento temblorosa. Vuelve y hunde sus dedos de un golpe.
—No... —gimoteo cerrando los ojos con las palpitaciones que me atraviesan.
—Estás muy estresa —gruñe—. ¿Sangras?
Hace tanto que estoy deseando ser tocada, hace tanto que quiero tenerlo de vuelta. Mi cuerpo se entrega a él remoliéndose a sus dedos que me follan con salvajismo.
—Me voy... —gimoteo.
—No, mocosa. Te vienes —me corrige. Profundiza la voz y aprieta con fuerza reiterando de quién es mi coño—. Te dije que siempre serías mía. Mía, mía. Dilo.
Mi epicentro se aprieto enviándome a un espiral de sensaciones que me envuelven hasta la punta de mis pies mientras él muerde mi hombro y yo ahogo un gemido en el dorso de mi mano...
—¿¡Lovely!? —la voz de Matthew se escucha a lo lejos.
Trato de quitarlo pero Tayler me azota en el suelo y pone presión a sus dedos.
—Gime para mí —ordena tomando mi mandíbula—. Esto es lo más amable que haré por ti, así que, hazlo.
Quiero abrazarlo y besarlo pero no puedo. Sin embargo, los gritos de Matthew desaparecen y por alguna razón no quiero que me encuentre. Porque todo arde y ni siquiera me importan los gritos de muerte o disparos. Sólo sus dedos, su calor, su piel, su olor.
La manera en que se remueve y lame las heridas que me ha hecho.
—Hazlo —sigue con las órdenes.
Sonrío ante lo estúpido que es creyendo que le haré caso, pero debo admitir que estoy apunto de correrme.
—Te vas a correr y ta irás conmigo —dice y hunde los dedos mientras los tiros zumban con gritos—. Te juro que si no lo haces te voy a joder.
Me corta el paso del oxígeno con la mano y las estrellas aparecen.
—Te odio —dice, toma la daga y la desliza por mi cuello.
El techo del estrado en nuestras cabezas se parte y miro sus ojos asintiendo.
«El aura asesina, el poder que emana, su tacto
que quema y sus ojos, esos malditos ojos»
—Lo siento. —le digo y golpeo sus bolas. «Como extraño cuando chocan contra mí mientras me tiene en cuatro»
Lo derribo con una llave y emprendo huida cuando el estrado cae sobre él.
—¡Espero que corras bien, maldita desquiciada! —gruñe—. ¡Te voy a encontrar!
El maldito calor se hace y salgo de atrás del estrado, dejándolo allí, mirándome entre la neblina que comienza a desvanecerse. «¿Por qué me duele?»
—¡Señor! —un grito me hace girar y veo como un disparo le da contra el brazo debido a que Félix lo empuja llevándolo al suelo.
Respiro hondo y trato de ver qué diablos pasa. Los soldados de la aristocracia o civiles que sólo están aquí quizá por sus padres son increíblemente ricos, y ahora son testigos de los que hicieron esto.
Lo que no saben es que es la rebelión marcando el momento en que llegué a la vida. Eliminando hombres de Andersson así sean miembros o no. Sabía que ese idiota no perdería el tiempo sabiendo que podía recuperarme, por ello simplemente puse un mensaje a rebelión con una lugar y hora. No esperaba que ayudara pero lo hizo.
Determino la puerta trasera y veo a Andersson corriendo mientras se llevan a Tayler a rastras al otro lado del estrado.
—¡Vuelve, malditasea! —me grita, lo veo pelear y golpear a soldados para alcanzarme. Sus ojos rojos me parten el alma—. ¡No te vayas! ¡Te voy a cazar si lo haces! ¡VUELVE, JODER...! Tun Sie es nicht!
Traducción: No lo hagas.
Sus ojos me desgarran y debo apartar la lágrima que se me desliza cuando le inyectan algo para tranquilizarlo.
Hay sangre por doquier y respiro hondo dejando que lo arrastren. «Enfócate —aprieto mi dedo anular izquierdo—. Eres la viuda negra»
—¡Felix! —le grito y voltea mientras los demás soldados verifican que los civiles de la aristocracia estén bien—. ¡Que no se escape!
—¡Sí, señorita!
Saco mi arma de respaldo debajo del vestido y abro la puerta para toparme con soldados corrigiendo por todos lados, hay humo, heridos y gritos, disparos, no me voy a detener. Es un ataque a la jurisdicción, todo el lugar está destrozado, y noto los impactos del enorme cristal, todo es aprueba de balas pero no de bombas.
Corro hasta el final del pasillo disparando a todo lo que me quiere detener. Escucho gritos llamando mi nombre pero Andersson es mío y no va a escapar...
Un golpe en el pecho me lleva al suelo antes de doblar el pasillo, sacándome el aire y así mismo me levanto de un salto. Determino a uno de sus hombres mientras veo cómo un soldado lo protege con su cuerpo.
—No vas a pasar —me dice el hombre.
No respondo dejando que tire el primer golpe, no tengo tiempo de jugar, le tomo el brazo enviándolo al suelo y le disparo en el craneo dejando que la sangre de otro idiota me bañe el vestido.
«Idiotas, es nuevo»
Corro hacia donde lo veo desaparecer y no me molesto en pedir refuerzos. Lo voy a matar. El pasillo se hace escalofriante y silencioso pero no me molesto.
He hecho lo que he hecho para estar aquí, y necesito saber que no podrá respirar, porque yo estoy harta de que mis pesadillas ya no sean sobre el idiota que me hacía la vida un remolino. Es sobre un maldito que decidió ser peor que él.
Tomo una desviación y corro hacia la única salida y es el orificio de la basura. Salgo topándomelo de frente y sonríe.
El corazón se me comprime al recordarlo, todo se vuelve una película de terror donde era sometida y follada al grado de vomitar sólo por su placer.
—Sabía que me alcanzarías —sonríe—. Mira la mujer en que te convertí. ¿Le dijiste que soy yo el dueño de ti?
El soldado me apunta y él levanta la mano para que no lo haga.
—Yo me encargo —dice tomando el arma con el que le dispara al hombre.
La arroja al suelo y me extiende los brazos. Sonrío con todos los dientes.
—Ojalá —camino hacia él que le brillan los ojos— me hubiese follado a tu hermano.
Le doy un golpe en la sien con el arma y me da un bofetada trayendo recuerdos que me ponen peor. Me tira una patada que evito pateandolo en la pierna, se le entierra mi tazón de daga y ruge dándome en el estómago.
—Aún así lo hiciste —escupe, me trata de golpear y lo evito—. Te lo follaste y ese no fue tu peor error, si no, enamorarte de él.
—¡Ojalá!
Saco el tazón y voy al suelo con él cuando le aplico una llave. Hace una maniobra cambiándola, me azota contra el suelo y envuelve mis piernas en su cadera. Lo golpeo en la nariz haciendo que me suelte y antes de que agarre el arma me empuja contra la pared haciendo que le disloque la mano cuando trata de tocarme.
—Ups —me burlo y golpeo sus testiculos mandándolo al suelo.
Yo jamás me folle a Sergei y no me enamoré de él, pero ojalá.
—Eres una fiera —me saborea.
Le apunto con el arma una vez la tomo del suelo. Quito el seguro sintiendo que no es suficiente y las lágrimas me desgarran.
—¡Odio lo que me hiciste! —le grito poniendo el cañón en su frente—. Pero amo lo que he hecho.
—Te hice más fuerte —tiembla con el dolor de la mano y la acomoda.
—Yo no quería ser fuerte, maldito idiota... —pongo presión en el gatillo...
«¡Yo quería ser libre!»
—¡No! —el grito de Matthew me distrae—. No lo puedes matar. No aquí, no así.
Tiemblo de rabia mientras Andersson se burla mirándome.
—Mátame —se burla. Las manos me tiemblan haciendo la primer lagrima se deslice—. Aprieta el gatillo, hechicera, sabes que no te vas a librar de mí. Jamás. Voy a traerte a mí y si no quieres te obligaré así como gemirás para mí. ¿Una playlist?
—¡Baja el arma, Walker! —vuelve a exigir Matthew.
—Dispara —dice Andersson. Esa mirada, esa maldita sonrisa de triunfo.
Reid vuelve a gritar pero yo quiero matarlo, la rabia me arde bajo la piel. Sus ojos se me atraviesan, y las veces que me golpeó dejándome inconsciente.
—¡Manos en la nuca! —espeta Reid—. ¡FBI de la unión aristócrata! ¡Queda arrestado por incumplimiento a la ley marcial y daño a la armonía tanto como torturas fuera del rango jurisdiccional! —Reid me mira—. ¡Baje el arma, Walker!
Me aparto quitando las lágrimas dejando que la cacha de mi arma impacte contra Andersson y lo lleve al suelo. Meto el arma de nuevo en mi liga y... creo que me va a reventar el corazón en la garganta.
—Su voz no valera y será entregado a las manos del soberano —sigue hablando Reid, mientras lo esposa—. No tiene derecho de un abogado, ni el derecho a representarse.
Más agentes y soldados vienen en lo que yo respiro hondo viéndolo sangrar del muslo cuando lo levantan.
—Nos volveremos a ver...
—¡Una palabra más a la agente Walker y será llevado a castigo en su primer día! —dice ordenando que los agentes se lo lleven.
—Cuide sus espaldas, agente Reid —le dice Andersson con un aire siniestro.
Lo arrastran a otro lado mientras maquino en las cosas que probablemente le vaya a hacer por mi maldita culpa, no sólo él, también el loco me follo con los dedos y yo... «¿Qué hice?»
—¿Estás bien? —inquiere Matthew, y asiento.
Es demasiado bueno para mí. Soy un idiota, dejé que me follara con los dedos y golpeara tal cual zorra.
—Tienes sangre —me acaricia el cuello y la mejilla—. ¿Adónde fuiste?
—Te diré algo —lo tomo del hombro—. No te vuelvas a atravesar entre una bala y Andersson.
—Lo siento —se le cristalizan los ojos—. No puedes matar y menos siendo agente. Te quitarían el cargo, y estás fuera del caso.
Siento que salgo del bucle porque tiene razón pero el enojo me arde.
—No mareces esto —le doy sincera—. Esto es algo a lo que no te arrastraré.
—Estoy contigo con gusto —sonríe acariciando mi rostro—. Me gustas.
Lo abrazo y respiro hondo su aroma, necesito que me quite el olor a ron, el olor a hombre que tengo empregnado en las fosas nasales y sus dedos, y mano sobre mi tobillo, sus brazos rodeándome, devolviéndome la vida en un suspiro mientras estaba sobre mí. Me está quemando.
—Makris estaba buscándote —dice apurado—. Le dispararon a Elleonor...
La piel se me eriza haciéndome correr sin esperar que diga una palabra más, me sigue pero no me importa, las zapatillas suenan en lo que yo siento que me están aniquilando la vida de nuevo.
Los gritos se hacen sonoros y me apresuro al frente donde hay una caravana, empujo a todo el mundo y me encuentro con Ellie sudando mientras Petee le toca la frente.
—Estarás bien —le dice—. Estarán bien, preciosa.
Me acerco a ella mirando a todos lados pero no veo a Elton. Tiene un disparo por el hombro.
—¡Denle espacio, joder! —empujo a uno que otro ser de la realeza.
—Love —balbucea temblando, se remoja los labios—. No debiste volver...
—Tranquila —susurro—. Tenía que venir a ver cómo te conviertes en madre.
Asiente y me tiembla la barbilla.
—¡Quítense! —la voz de Elton me aturde.
Petee se acerca a él que me mira y Elton se va hacia Ellie cuando me aparta ella.
—Estarás bien —dice—. Resiste, no puedo sacarte ahora porque es muy peligroso, sólo resiste un poco.
—No. —lo detengo—. No va a resistir.
—Pued...
—¡No! —espeto viendo su vientre—. No van a morir.
—¡Alguien haga algo malditasea! —se desespera Petee.
—Sácala —le dice Elton a Petee.
Trato de ayudarlo...
—¡No puede salir, majestad!
Elton pelea derribando a más de cinco cuando tratan de detenerlo y Petee lo ayuda pero necesito encontrar a quién busco. Doy vueltas hasta el final del pasillo y veo a hombres de mafia uniformados.
Camino hacia ellos y se levantan firmes, determino a Félix que tiembla con ojos brillantes...
—Está bien, guapo. —le abro los brazos y acto seguido camina a abrazarme.
—Señorita —solloza—. Sabía que estaba bien, está viva.
Le palmeo la espalda y me aparto. Necesito de ellos.
—Necesito de su ayuda —le digo.
—De hecho estamos aquí para escoltarla —me dice y una punzada me atrapa.
—Necesito que armen un convoy y eliminen todo a diez cuadras llevando a Ellie sana y salva —le ordeno—. No sabemos quién es de confiar pero ustedes sí.
—Como ordene —me hace una pequeña reverencia y se dirige a los demás—. Código resguardo a diez manzanas.
No dicen nada, todos los hombres de negro con un pin de una rosa siendo atravesada por una daga hablan por radio mientras lidio con los estallidos de mi pecho.
No sé adónde está Tayler pero si no dijeron nada es porque está bien, no debería preocuparme...
—¡Love! —me grita Elton—. Martín te llevará al complejo con los demás. Allá están todos, nadie debe salir, entrarás por una área restringida —dice para nosotros.
Asiento caminando hacia él que besa mi mejilla.
—Iré con Elleonor para asegurarme de que sea uno un mal susto —me dice—, nos vemos allá. Hay algo que te envié a tu habitación.
—Está bien.
—Tayler está allá —susurra—. Trata de no salir de tu cubículo asignado. Él estará en la habitación de pánico con los otros líderes.
Me vuelve a abrazar y suspiro ya que, está bien y no pasa nada. No quiero que le pase nada, es un idiota, pero... es él.
Matthew aparece y el soldado también.
—Mi lady, me acompaña —me dice.
—Sí, también irá el agente —le aclaro y hace una leve reverencia.
Salgo del lugar con su ayuda. Todos desaparecieron, los bandos se dividieron, es una guerra inminente. Una que Tayler venía profetizando desde los cimientos. Me temo que haga una idiotez.
Sé que es un idiota pero no puedo dejar de verlo, no puedo dejar de apreciar lo malditamente bien que se veía, todo sigue igual dentro de mí, el estómago se me retuerce y el miedo me carcome.
Porque mientras tomo la mano de mi novio las bragas son inexistentes pero la humedad está allí, y eso era lo que no quería, no quería seguir deseando algo tan jodidamente enfermo. Matthew jamás me lo perdonaría, y yo...
—¿Estás bien, cariño? —me pregunta cuando entramos a la camioneta blindada que está en la parte trasera.
—Sí —asiento y me abraza besándome los labios.
Matthew me hace sentir bien, pero estoy apunto de hervir. Y soy una porquería porque acabo de dejar que hiciera algo conmigo que no debía.
Me ganó el morbo, y mentiría si digo que no lo disfruté, pero los años de terapia no son suficientes cuando se trata de ese maldito infeliz.
Sus brazos, sus labios, ojos, aliento, su voz que se desliza como la primer vez por mi columna. «Dios». Ahogo un suspiro...
Estúpidamente había planeado todo, y estúpidamente caí en el mismo veneno, en los mismos brazos, y piel. Sólo debo largarme, debo irme, necesito alejarme.
«¿Tiene novia?», la piel me arde con el pensamiento.
Nota:
*gritos de emocion*
Aún falta un capítulo.
Este juicio lo tuve que corregir y cambiar porque está gente quería hacer de todo menos pelear. Es como si me controlaran, pero no lo harán.
Nos veremos en la ceremonia de los caídos y el regreso de Lovely al mundo de los vivos para ponerla en lo alto.
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