Capítulo 59
Tayler Aragon.
🥀🗡️
Armonía.
Me levanto a las cinco de la cama ocupándome todo el día en mover tropas, mis hombres rodean Berlín para evitar cualquier tipo de entrada enemiga. Este es un lugar seguro pero debo hacer un viaje con los palestinos.
Recoger el arma química y entonces declarar la maldita guerra. La pelirroja que duerme como un gato sólo se levanta a comer y vomitar, comer y dormir, follar en mi despacho, y se regresa a dormir.
La tarde me toma con el bufón dando órdenes con Stuart, entrenando a los soldados en el bosque, haciéndolos luchar a muerte, este no es un intercambio, es un robo, los italianos son unos idiotas, o yo demasiado astuto.
Les quité todo porque querían que los perdonara, les quite a su líder, la hermana y les quité a sus hombres para matarlos en la guerra. Soy un hombre paciente pero vengativo y si tocaron a mí mujer lo pagaran sus hijos, los hijos de sus hijos, sobrinos y nietos. Carsten impuso esa regla, por eso maté a su hijo, sabía que eso pasaría y aún así pusieron en peligro a mi familia.
Trabajan horas y horas mientras firmo embarques, saco unos informes, y dejo todo listo para hacer el movimiento de la bomba, bajo al sótano, levanto mis mangas, escaneo al hombre desnudo que dejé electrocutándose antes por horas a un bajo voltaje. Tomo un cuchillo y comienzo el trabajo para envi...
La voz de mi mocosa aparece mientras arranco la nariz que cruje bajo el filo del cuchillo y el grito del hombre me priva de su melodía. Siseo cuando la sangre salpica mis zapatos y ruedo los ojos.
—¿Tay? —veo de reojo cómo se asoma por la puerta—. ¿Qué haces?
Giro sobre mi hombro y la veo sentándose en mesa de metal con una sábana carmesí de seda.
Balancea sus pies, tímida. «Tiene ganas»
Escanea al hombre y después a mí. Tiro la nariz al suelo.
—Envío un mensaje —limpio mis manos con el agua desinfectada de un cubo a mi lado y ella suspira.
—Ahora que estás ocupado, quizá debamos tener un radio para que puedas ir cuando te necesit... ¿deberíamos hacer una réplica de tu pene? —enarco la ceja ante la sugerencia—. No se moverá como tú pero me calmara cuando estés ocupado...
—Puedes venir cuando se te pegue la gana que para eso soy tu marido —le aclaro—. Incluso en la maldita guerra.
Asiente con ojos brillantes. El hombre grita en sollozos pero me deleito cuando la melena de fuego desliza sus hombros y deja caer la sábana que le acaricia la piel cremosa, abriendo las piernas, deleitándome con ese lindo coño. Es la mujer más hermosa que el mundo ha podido tener, Lovely es literalmente el regalo de los dioses sobre la tierra y lo detallo cuando veo la perfecta simetría de su rostro que asemeja a una muñeca de porcelana.
El brillo de sus jugos me ponen la maldita verga como nunca. Últimamente estoy más caliente que nada y se que es porque finalmente la amarre a mí de por vida.
—Estoy muy caliente y más ahora que te veo así —hace puchero, puedo ver sus ganas al retorcerse. Joder—. Vengo a que cumplas tu deber. He estado muy sola en cama.
Han pasado al menos siete horas desde que la dejé en cama.
—¿Oh, sí? —me acerco, y acaricio su pezon erizado con mi dedo, su piel es tan suave, la teta lisa de color pálido rebota cuando lo suelto de mis dedos—. ¿Cómo debo castigarte por entrar cuando estoy trabajando?
—Muy duro, señor —sonríe la descarada y pasa la lengua por mis labios encendiendo cada célula de mi cuerpo.
Y, le doy lo que me pide mientras el hombre vuelve a gritar adolorido, ella calla sus gritos con
gemidos, pero no le gusta. Aprieto su cadera, chupo cuello con desespero hasta sus pechos, jadea, y me deleito del sonido que hace cuando chupo debajo de su hombro.
Está muy estresada. Así que de la nada se baja el medio metro desnudo, toma el cuchillo de la mesa y le corta el cuello de un desliz, haciendo un hilo rojo en el aire de la sangre. Lo clava en su pecho y gira sonriente.
«Estoy apunto de ponerla en un altar, o caja de cristal para adorarla»
—Después le arrancas la piel y envías el mensaje —le resta importancia y jodidamente se ve preciosa—. Besito —frunce los labios, la cargo con un brazo, haciéndola grita, sonríe contra mi boca y la llevo a la pared para dejarle ir la polla cuando me saca desesperada.
El miembro se me baña con rapidez y la saliva se me aliviana, dándole todo lo que me pide.
Se duerme en mis brazos y la llevo nuevamente a la cama en lo que yo voy al despacho. Trabajo mientras ella duerme porque se que se levantará con ganas de más. Le quitaré la piel al hombre cuando duerma por la madrugada y así cuando me busque estaré cerca.
Una puerta pequeña es abierta y entra Eliot. Tiene una puerta secreta para entrar aquí, no directo a la habitación porque no me apetece que me vea metiéndosela a mi mujer.
—¿Y mami? —inquiere mirando sus manos. Trae pijama en conjunto con ella según los días, ahora parece que son de gatos—. ¿Ya la perdonamos?
—Un poco.
Tecleo computadora y paso las fórmulas a mi cuaderno.
—Quiero perdonarla del todo —me informa.
Ruedo los ojos.
—Está durmiendo —le digo y trata de irse—. Deberías despertarla como le gusta.
Toda su aura cambia en brillo y corre hacia la puerta para gritar y decirle mami, acompañado de besos. Me levanto por curiosidad y la veo abrazándolo, besándolo, haciéndole cosquillas.
Me escanea y sonríe. Se que se lo quité pero al menos siempre tendrá esto.
—Ven —me llama golpeando la cama, y voy con ellos.
Dejo que ambos se duerman y beso la coronilla de mi mujer para apartar la mano del mierdilla que la manosea. Siempre en las tetas.
Una vez los dejo allí vuelvo al labor porque al parecer mis días no tienen inicio ni fin.
La loca que tengo como mujer se despierta con hambre y esta vez no vomita, viene directo al despacho que está en la habitación como lo predije y deja caer la sábana sentándose en el escritorio frente a mí con las piernas abiertas dejándome ver el coño rosa y brillante así como sus tetas y cuerpo precioso. El tatuaje que me hace sonreír y no puedo evitar sentirme tan jodidamente dichoso.
No se cansa y yo menos, porque sí, es para esto hago la guerra, puedo hacerlo todo el jodido día. El bufón desapareció en la tarde y aprovecho a follarme a la madre de mis hijos como quiero hasta que queda débil, y vuelvo a arroparla.
—¿En la noche vienes? —inquiere apenas sosteniéndome esos ojos mercurio por los cuales hago la maldita guerra.
—Deja de ser tan pediche.
—¿Puedes dejar un rato la guerra? —le tiembla la barbilla—. Te extrañamos mucho.
Me burlo porque es chantajista, y no importa porque hago lo que quiera, siempre ha sido así.
—Sólo pídeme que te dé de nuevo —sonríe y cubre su boca.
—¿Tu puesto importa mucho, verdad?
Bosteza y aparto su cabello de la cara.
—La guerra jamás ha sido por mi puesto —le digo y parpadea quedándose dormida.
Jamás va a entender que la guerra no es por un puto puesto, ni corona, ni pirámide, la maldita guerra la desato por ella, y ahora quedarán en cenizas por lo que le hicieron, porque para que me la quiten me van a matar y ni así.
Lucharé contra él mismo diablo, y ese es mi alterego.
La dejo durmiendo y ya es media noche dando órdenes. Me palpita la sien de tanto pensar en cómo arrancar esto. Doy vueltas al asunto una y otra vez por al menos tres horas pero el bufón llega azotando unos documentos en el escritorio del despacho que está en la planta baja lejos de nuestra habitación.
—¡No vas a hacer esta estupidez! —espeta cómo si me importara. Ruedo los ojos yendo al bar—. ¡Beber no va a quitar el hecho de que te quieras morir! ¿Qué diablos crees que pasará con Love si se entera?
—No se va a enterar —suelto y bebo el ron—, no sé qué te preocupa que para eso estás tú. Para cuidarla.
Niega y pasa las manos desesperado por su cara.
—Esto es suicida y yo no puedo ayudarte. No puedo romper las reglas —se frutra—, si haces esto no podré resguardarte. ¡Entiéndelo!
—Pero a ella si puedes —le digo.
—¡Pero no puedes volverte el criminal más buscado! —golpea el escritorio—. Tienes inmunidad, hagámoslo como estaba planeado. Se casan, te doy inmunidad y se van. Es fácil.
—Sabrán que está embarazada —le digo—. Mis hijos no serán un blanco.
—¡No le vas...!
—¡Haré lo que sea necesario y la última palabra la tengo yo! —acorto espacio—. No me pongas a elegir entre la inmunidad y mi familia porque primero muerto antes que dejarlos a la merced de la ley.
—¿Qué pasa con su hermana?
—Esa maldita no es nada mío, ni sus hijos —le aclaro y le pongo los papeles en el pecho—. Firma.
—Herma...
—Mi familia antes que nadie, bufón —le reitero.
Asiente con los ojos brillantes.
—Despertó buscándote pero le dije que estabas aún en el bosque con los soldados —toma los papeles y los firma—. Hazla feliz ahora que aún existes.
Algo amargo golpea en mi pecho cuando deja los papeles firmados y sé que probablemente jamás escucharé sus voces, sentir su tacto, quizá jamás vuelva a ver su sonrisa y tal vez nunca pueda ver a mis hijos.
Salgo del despacho para dirigirme hacia las afueras donde niebla está agazapada, y en la oscuridad de la luna una melena roja está moviéndose mientras entrena con pijama de gatos. Tiene dagas chinas acribillando a un árbol en lo que da volteretas. La pantera se levanta pero ella la controla y me quedo en la oscuridad.
La bilis se me dispara pero sigo allí viendo como el demonio de Ámsterdam se le acerca con malicia y ella niega divertida.
Es una una maldita enfermedad incurable.
—¿No se supone que deberías dormir? —habla el bastardo.
—No puedo dormir.
Sigue entrenando.
—¿Sigues con terrores nocturnos? —le pregunta, y ella niega—. ¿No hay nadie abrazándote?
Entonces algo me atraviesa como tornado el pecho, no termina de decirlo cuando sus hombros comienzan a temblar y deja caer las dagas al mismo tiempo que sus piernas flaquean, llevándola al pasto.
—¿Por qué me siento así? —solloza y la inyección de rabia me atraviesa como rayo—. No quiero estar en peligro jamás. Nunca. Jamás.
—Te juro que te cuidaré...
—Está bien —se aparta, levantándose y la rabia está carcomiéndome—. Son las hormonas.
—Háblame si necesitas a alguien con quién dormir...
Avanzo tratando de no matar a ese pedazo de basura y nota mi presencia poniéndose frente a nosotros.
—Está bien —dice ella pero la aparto—. Te lo juro.
No escucho y le estrello el puño al maldito imbécil, no olvido que por su culpa ese maldito infeliz dió con ella.
—¡Joder, ni siquiera la toque! —ruge pero no pelea—. Piensa bien en que ejemplo quieres darle.
La paciencia se me extingue y saco el arma que es arrebatada con una maniobra que me lleva al suelo para ponerse a horcadas sobre mí.
—¡Lárgate antes de que te mate! —grita pero estoy demasiado distraído viendo lo hermoso que se ve su cabello a la luz de la luna.
Me mira negando y le tomo las caderas con las manos.
—Debes dejar de matar a los aliados —advierte queriendo levantarse, no la dejo.
—Dime qué sientes, ¿qué pasa? —sólo bastan esas palabras para que le tiemble la barbilla y se tire sobre mí.
Solloza aferrándose a mí, no puede hablar y se aferra una y otra vez. Rodeo su cuerpo con mis brazos levantándola mientras no puede hablar.
—No quiero que mis hijos sufran —finalmente dice y sigo caminando con ella en brazos—. Prométeme que no dejarás que sean una moneda de cambio, sé que está prohibido casarse conmigo, estás rompiendo nuevamente las reglas y ahora las de la mafia. Te pueden matar. —suspira y sigo en el pasillo sin decir nada—. Eres lo único que tengo, lo único que tenemos... eres mi familia, ya no tengo más. Prométeme que mis hijos no serán moneda de cambio. Dime qué me protegerás siempre. Ellos irán primero.
Entro al cuarto y no respondo. Me golpea el pecho y se baja.
Cierro la puerta y sigue golpeándome con esos puños preciosos.
—¡Dímelo! —grita golpeando mi pecho—. ¡Dime que mis bebés están bien! ¡Júrame que no serán una moneda de cambio como yo! Los mantendrás a salvo.
La tomo de las muñecas sin hablar, comienza temblar y no quiere cuando me acerco a su cara.
—Mírame —ordeno y hace caso atravesándome con ese mercurio que una vez más me puede—. Lo único que debes saber es que mi vida eres tú y lo que llevas dentro de ti. Mi vida son ustedes... tú lo eres. Siempre ha sido así, y yo siempre; siempre te voy a elegir.
Le tiembla el labio y se acerca tomando mis manos.
—Porque ahora y siempre será por ti —beso su frente y tiembla entre lágrimas.
—Perdóname, las hormonas me tienen muy sensible —se ríe entre llantos.
—Acuéstate que te voy a hacer el amor mientras tu cara sigue roja y llena de lágrimas, me gusta así —beso sus labios y la lujuria se ilumina ese rostro—. Abre las piernas que no he muerto para que llores por mí.
—¡No lloraba por ti! —se cruza de brazos.
—¿Entonces no te da miedo que no te vuelva a aropar? —acorto espacio y le tiembla la barbilla.
Se ve tan maldita hermosa cuando se enoja.
—Déjate de estupideces —rueda los ojos y camina hacia la cama. Se quita la pijama y me mira—. Tengo ganas de follar y cómo mi futuro esposo tu obligación es satisfacer mis necesidades.
Enarco la ceja ante las tonterías que dice, no necesito ser nada de eso para hacerlo. Si quiere jugar, entonces jugaremos. Saco del cajón de la cama una correa y la aviento al colchón.
—¿Me vas a follar o sacar a pasear? —se enoja.
La lencería roja de encaje que trae me dice que me estuvo esperando.
Está el triple de todo, enojada, hambrienta, insoportable, impertinente, caliente y hermosa.
—Póntela y gatea hacia mí —le ordeno sentándome en la esquina. Tomo un poco de ron de la mesa y hace caso sin mirarme—. Hazlo despacio.
Se endereza y la luz de las lámparas deja que aprecie su silueta en la penumbra.
—Ven, mocosa —ordeno palmeando mi rodilla y abro más las piernas elevando la pelvis.
La polla me salta queriendo romper el pantalón cuando se pone a gatas haciendo que la cadena suene contra el suelo. Sus caderas se menean y su culo brilla haciéndome babear. Un espasmo de escalofrío retumba en mi polla y creo que me voy a correr.
Llega hacia mí con la mirada de un animal hambriento. Traga mirando lo que provocó y elevo la pelvis.
—Quítamelo —señalo el cinturón y sus dedos temblorosos de necesidad lo hacen con agilidad.
Mi miembro salta una vez la libera y sus ojos se abren ante la punta con líquido que sale sin control. Trata de tocarme pero tomo la muñeca, sacándome un gemido.
—Usa la boca —le pongo las manos en mis rodillas y sonríe.
—¿Ha crecido? —pregunta y pasa su lengua tibia y húmeda haciéndome echar la cabeza hacia atrás con la sensación de paz—. Me gusta mucho.
Entierra las uñas con mis rodillas y abre la boca insertando mi miembro... las palabras se me cortan cuando la humedad de su lengua me masajea. Suelto sus manos, y como loca envuelve mi polla y comienza a aniquilarme cualquier uso de mi sistema cerebral. Es casi imposible que me la trague toda pero deja de respirar, dejando que entre hasta su tráquea y eso me pone... joder.
Las piernas comienzan a temblarme cuando usa la mano para masajear el tronco y meter lo restante a su boca, para con la otra masajear mis bolas que se contraen al sentir su piel.
—¡Joder, mocosa! —elevo mis caderas encontrándome con la pared de su garganta—. Trágatela toda, bitte.
Se que le encanta que hable en Alemán, y sus gemidos vibran en mis testículos mientras parece que cabalga. Su cabello de fuego cae sobre sus pechos y lo aparto para darle libre paso cuando la empuja hasta el grado que puedo sentir que aguanta la respiración para no ahogarse.
—¡Por Dios! —gimo, aprieto la silla de piel, tratando de controlarme—. ¡Justo así, herz! Trágalo todo. Tú puedes, bebé, chúpame... Joder...
Jadeo tratando de formular palabra pero empuja hasta el fondo y una pequeña arcada la atrapa, no importa porque sigue y sigue chupando como si fuese paleta. Gime a tal grado que parece tenerla dentro y debo tomar la cadena para que tome aire.
—Si sigues así te vas a correr y no sobre mí —la regaño, aún tomando aire.
Jadea recuperando aliento.
—Me gusta mucho —muerde su labio inferior, limpiando la saliva y sonrío con malicia—. ¿Puedes dejar que lo haga hasta acabar?
—Lo haré rudo —le advierto.
—Sí —asiente como niña buena desquiciado mi control.
Tomo la cadena y empujo su nuca a mi miembro palpitante. Gime cuando la tiene adentro y con la lengua es ágil succionando y deslizando los dientes por la piel sensible. Hago uso de mi autocontrol para no correrme porque me lo chupa como una lunática.
—¡Joder, Love! —trato de quitarla antes de que pierda el control pero se aferra poniendo presión a la chupada haciendo que suene cuando succiona la punta—. Vas a matarme. No dejes nada.
La empujo y elevo la pelvis cuando el hormigueo me atraviesa desde la nuca y se desliza por mi torrente sanguíneo. No me niega la vista y está tan loca que me reta con la mirada fría que me calienta hasta la médula espinal.
Masajea mis testículos al momento en que se la traga toda como una maldita profesional haciéndome perder los sentidos.
—Oh, joder... joder... joder —echo la cabeza hacia atrás y me descargo en su boca, dando dos estocadas más.
Un gruñido me asfixia y elevo la cadera hacia su garganta preciosa.
Gime y sigue chupando, mientras pasa el líquido tibio. Finalmente la saca de su boca, la babea y se sube a horcadas.
—Es muy difícil respirar cuando me la metes hasta la traquea —sonríe burlona.
—Joder —suspiro—. Recuérdame volver a embarazarte.
—Déjame subir —lloriquea.
Maldita caprichosa.
La tomo y la subo pero a mi cara. Su coño dulce queda en mi boca, y pruebo la dulzura de su coño palpitante, me pierdo en el océano de sabores y gime echando la cabeza hacia atrás. La tomo de la espalda y sostengo su peso con un brazo y palma extendida, cuando comienza a temblar. No le quito la mirada de encime cuando aprieto su pelvis con la otra mano.
Está sudando, con los ojos en mí, sonrío, pongo mi lengua en su entrada y entiende, salta sobre la lengua que inserto. Tengo la polla a reventar pero ella comienza a refregarse mientras chupo gustoso y se aprieta al rededor de mi lengua. Sabe tan dulce, es como un caramelo sabor cereza. Me pierdo en la manera que está, entregada cómo jamás. La cadena se cae y la aprieto para que se tense. Su melena golpea mi cara y me encanta.
Tenerla así me vuelve totalmente loco, porque no queda nada de la Lovely que cenaba asustada a mi lado, y a todas sus versiones soy vulnerable.
—Dios. Mío. —chilla y me como todo lo que me da, poniéndome la verga a palpitar—. No quiero que dejes de arroparme —succiono con más fuerza y sonríe.
«Quisiera prometerlo, mocosa»
Queda temblando y palpitando en mis labios. La beso y chupo su néctar antes de bajarla a mi regazo.
Busca mi boca y le entrego el beso que pide mientras saborea la miel que acabo de sacar, así como ella a mí.
—Eres una mocosa caliente —aprieto su trasero y gime con ojos cerrados—. Mantente despierta que te voy a follar ese coño.
—Duro —dice medio dormida y sonríe elevándose.
Se deja caer de golpe aniquilándole las palabras una vez su coño caliente envuelve mi miembro. Se hincha a tal grado que se levanta un poco y me mira con los ojos abiertos.
—¿Creció? —vuelve a preguntar y niego elevando la pelvis.
—Me lo pones peor —beso su cuello y la levanto.
Mi punta queda a su merced y trata de volver a sentarse pero lo evito.
—¡Déjame! —trata de apartar las manos pero le inserto la punta y se desvanece en mis brazos.
Vuelvo a subirla y veo su cara furiosa.
—Quiero que repitas conmigo —le ordeno. Vuelvo a deslizar la punta y la mano me flaquea un instante cuando su coño se contrae—. No volveré a llorar sobre el hombro de otro que no sea el padre de mis hijos.
—¿Estás celoso? —me mira con lujuria y mueve su coño sobre mi polla.
La sangre caliente me desliza por el tronco que ahora tengo como polla.
—¿No puedo? —inquiero—. Esto es mío —reafirmo la punta que deslizo más adentro y jadea temblorosa—. Toda tú me perteneces y ningún bastardo va a consolarte cuando me tienes a mí.
—Sólo...
—¡Repítelo! —exijo y saco mi polla.
Me mira y asiente.
—No dejaré —bajo su cuerpo y su coño hirviendo me hace temblar—; no dejaré que alguien más me consuele... —traga saliva y la deslizo hasta la mitad—. No cuando te tengo...
—¿A quién? —me acerco a su boca.
—Al padre de mis hijos... —la dejo caer y gime hundiéndose en mi boca.
Me arranca un beso feroz mientras se remueve como loca sobre mí, salta envolviendo mi nuca con sus brazos, bajo más el pantalón para no lastimarla y la piel comienza a sonar por lo fuerte que lo hace.
Trato de calmarla pero gruñe follandome y usándome a su antojo. Me como sus pechos deliciosos y aparto el fuego de su cara repartiendo besos cuando siento que me está succionando el alma.
Comienza a temblar y la ayudo para que no pierda fuerzas.
—¡Oh, maldita sea! —lloriquea y me burlo cuando comienza a apretarme—. Más fuerte.
Pide y se lo doy haciendo que se contraiga al mismo tiempo en que el espasmo me aniquila la respiración llenándola de lo mío.
—¡Joder, mocosa! —beso sus labios sediento cuando da el último salto...
—Lo sé —jadea tomando respiración—, follo como un demonio.
La piel se me eriza pero ella se deja caer en mi hombro. «¿Lo recuerda?»
—¿Lo recuerdas? —le muevo como está inconsciente con mi polla dentro de ella.
Me levanto con ella en brazos y la acuesto en la cama con una punzada en el pecho. Es jodidamente hermosa. Tiene mi marca y la suya.
Su piel es suave, de porcelana, es hermosa y una maldita loca. Pero es mía y eso nadie lo toca. Acaricio su vientre. «Tres»
Ahora tengo cuatro razones por las cuales tomarme al mundo.
—¿Lo sabes, verdad? —susurro.
Lovely Walker.
🥀
La piel se me eriza cuando siento el vacío al lado de mi cama y mi pecho se comprime nuevamente al sentir que esto podría ser temporal...
—¡Muñequita! —el grito de Elton me hace saltar de la cama—. ¡Levántate!
Me retuerzo en la cama y abro los ojos poco a poco. Estoy exhausta. No he parado de abrir las piernas y si he follado diez veces al día son pocas.
La vida es una maldita veleta; quería matarlo y terminé dándole tres hijos.
Karma se llama y me follo hasta la inconsciencia.
—¡Despierta! —me sacude y lo manoteo para hundir mi cabeza en la almohada—. Tienes muchas cosas que hacer —abre las cortinas quemándome las córneas. Pataleo furiosa per me calmo al sentir el ardor—. Ellie te llevará a hacer las compras, necesitas estar lista porque te casas mañana.
Me levanto de un salto sintiendo un vuelco en el pecho y estómago. Me tiemblan las manos y miro a Elton desde la cama mientras sigue levantando cortinas.
—¿Qué? —apenas logro decir.
—Soy el Rey, podría hacer la boda en dos horas pero necesitas digerirlo, te acabas de poner blanca.
—¿Él sabe? —agacho la mirada.
No estaba en cama. «Tengo hambre»
—Digamos que le diré en unos momentos pero es el más interesado así que, no importa —suelta y suspira—. Su boda será una noticia muy importante para el mundo y necesito que evites vomitar, o hacer berrinches de embarazada —asiento—. Es un mafioso que se casa con una compra, una presa y no una mujer que le dará renombre entre familias, sin embargo, sus nombres resonarán hasta el último rincón y desde ese momento serán las personas más buscadas del mundo, al menos de los que no puedo controlar.
Se sienta en la cama y acomoda mi cabello.
—¿Sabes que es necesario, verdad? —dice y asiento—. Si no estás casada con él entonces seguirás siendo presa, y pueden comprarte o tomarte sin represalias.
—¿La mafia entenderá?
—Bueno, eres el símbolo de fuerza más grande de la historia sin mencionar que pareces una diosa de fuego u algo parecido —dice haciéndome reír—. Así que cuando vean a esa cara de angel y vean lo letal que eres no tendrán de otra más que aceptar porque tienes de rodillas al líder. Fácil.
Asiento divertida y suspiro con un nudo en el estómago.
—¿Qué pasó con la relación entre italiana y Alemania?
—Por ello te digo que debes estar preparada, eres más fuerte de lo que piensas. —besa mi frente—. Los ayudaré hasta donde pueda, con o sin mi ayuda esto será un infierno pero al menos estás en territorio seguro.
—Te quiero —lo abrazo y respiro su aroma—. Eres el mejor humano que pude conocer.
Mi Ostin viene a mi mente y un sollozo se me escapa.
—Jonson estaría orgulloso de ti y de lo que has logrado —dice—. De todo lo que eres, las mafias piensan dos veces en meterse contigo y no sólo porque Aragon sea su pase a la muerte al tocarte, si no por quién eres. Eres Lovely Walker.
Sonrío y le doy un beso en la mejilla.
—¿Me acompañarás? —hago ojitos.
—Por supuesto, ¿quién más? —palmea la cama y se levanta—. Hoy tendré sexo y la despedida de solteros será esta noche. Organice comida para ti, tranquila.
—Tengo un poco de hambre ahora —digo levantándome de la cama.
«¿Qué mierda me metió? —hago mueca cuando mi cadera resiente las embestidas—. Ese hombre cada vez la tiene más grande».
Debo sostenerme con las piernas que no me quieren responder. Elton me escanea con ojos traviesos y ruedo los ojos.
—Procura llegar caminando al altar y no en silla de ruedas.
—Cállate —me enojo con el miembro fantasma de mi sexo.
—¿Quieres flores rojas o rosas? —inquiere cuando entro al baño.
—¿Bromeas, no?
Me lavo los dientes mientras estoy haciendo mis necesidades, una ducha rápida y cuando salgo hay un sinfín de cosas que no proceso hasta que me siento en una de las sillas de la esquina.
—¿Qué diablos, Elton?
Una mujer entra con un carrito de comida mientras él me ignora hablando por teléfono.
—Señorita —la mujer asiente y se marcha.
—¡Elton!
Rueda los ojos y cuelga abriendo las manos.
—Elige —muestra las tarjetas de invitación. Recuerdos, diseño de mesas y vestidos—. Serán enviadas pero ya envié la virtual, sin embargo los continentes estarán enojados, ellos son quisquillosos. Esto es para que veas que puedes hablar sobre tu boda. Elige en el camino —me dice lanzándome unos pantalones y converse—. Salimos en veinte minutos. Debes escribir tus votos, y enviárselos a ese loco. Todo esto es reciclado y organizado de la boda que debía ser hace al menos dos años y medio así que sólo esperaban confirmación, las mafias son fieles a las bodas, así que una vez llegue la invitación estarán volando hacia acá. Excepto si es muy lejos, ya les dije que debían por orden real así que no canceles porque ya vienen.
Ruedo los ojos y me alisto para salir. Una vez lista Martín lleva mi comida, mi bolsa y cosas mientras yo bajo las escaleras comiendo manzana con pollo y salsa.
Los guardias reales me abren la puerta y le abre paso a la multitud de camionetas.
—¿Qué hace tu gente aquí? —le pregunto a Elton que viene detrás de mí.
—Protección extra, todos creen que eres mi prometida, ahora es un escándalo ya que piensan que nos casaremos —dice con malicia—. Las personas que tengan un problema en el corazón seguramente darán su último respiro.
Me burlo y entro a una camioneta que abre Felix al cuál le sonrío. «Se ve cansado»
Elton se sube a mi lado con el teléfono en la oreja y yo sigo comiendo de lo que me da Martín. Tecleo en mi teléfono y envío un mensaje.
Yo: ¿Adónde estás?
Me muerdo las yemas de los dedos mientras Elton grita por teléfono haciendo no sé qué de drones y cámaras, y Martín me pasa un pedazo de pollo frito con puré que devoro mientras espero.
Anciano: ¿Adónde diablos estás tú?
Sonrío para mis adentros y no respondo. Llegamos un maldito palacio pero para novias, cuando me abren la puerta le abre paso a una esfera de Cristial donde los vestidos de novia relucen en las ventanas, Elton huele a poder y dinero.
Tayler huele a todo eso pero a muerte.
—¡Vamos! —grita.
Martín me da mi hamburguesa...
—¡Dame eso! —le grito a Elton cuando me la quita.
—¡Si sigues comiendo te vas a poner gorda antes de mañana! —lo golpeo y camino de mala gana a su lado.
Me miro en el espejo de los cristales pero mi abdomen sigue plano sin mencionar el crecimiento de tetas y caderas. Maldito Elton.
La rabia se disipa una vez entramos al lugar que la multitud de vestido impacta conmigo. Hermosos y el lugar brilla en azul. Veo a Elton que me dedica una reverencia.
—Para mi prometida.
Sonrío y corro a abrazarlo.
—Quítate ese —susurra y me entrega el zafiro.
No muy convencida hago caso y guardo el mío entre mis pechos.
A Tay no le gustará.
—Vamos —me jala—. Todos te esperan.
No proceso nada porque estoy como pequeña niña viendo las coronas, tocados, diamantes, anillos y montones de vestidos.
La luz blanca me dirige a una amplia puerta donde le abren a Elton cuando nos ven...
—¡Bienvenida! —el grito de mujeres me aturde.
La parte trasera de mis ojos pica. Cho, Rose, Ellie, Tabatha y Jossie están en un amplio sofá blanco que da a un probador con espejo lo suficientemente grande para ser una sala de estar.
—Es toda suya —dice Elton—. Si necesitas un vestido a tu gusto solamente házmelo saber. Tenemos al menos 24 horas, podemos usar el modelo y adecuarlo. La despedida es temática navideña y Halloween, por favor usen trajes sexis y no le den alcohol a la mujer. Nos vemos al rato.
—¿Pero no es mañana? —mi estómago se contrae de nervios.
—Soy el Rey —me guiña el ojo.
Se va y las chicas empiezan a hablarle a unas mujeres que traen un montón de vestidos blancos.
—Comencemos —dice Ellie.
Cho se me acerca y me acoplo a ellas que me abrazan y dan beso.
—Eres la primera mujer Walker en casarse de blanco y con un mafioso —se acalora soplando su cuello—. La viuda negra, y una doncella.
Trago grueso y sonrío.
Desearía que Vann pegara el grito en el cielo. Que me dijera que seguramente nos castigarían de por vida si me caso, que estoy embarazada de tres preciosuras. Ojalá poder perseguirla pero cuando quiero hacerlo su cara llena de lágrimas mientras Andersson me tomaba, y ella siendo libre sin abrir la boca aparece haciéndome saber que nunca fue mi amiga. Porque se que ninguna de ellas me traicionaría.
Me ponen un sinfín de vestidos que empiezo a probarme. Martín me trae licuados la primera hora y mis vitaminas a escondidas. Apenas son las siete y ya me tienen aquí.
Elton aparece de vez en cuando quitándome las papas fritas con disimulo y hago como que no quiero arrancarle los ojos.
Paso dos horas midiéndome vestidos y estoy harta, aburrida, con sueño y ganas de follar que no puedo ni respirar.
Tengo cien llamadas perdidas de ese loco y lo ignoro. Me dejó sola sin decirme adónde iba y ya no me importa. Estoy muy enojada.
—¿No se supone que deberíamos estar en la despedida? —me dejo caer con el vestido que pesa más que mi conciencia. «pesa mucho»
—¡No te preocupes por eso! —me grita Ellie—. Eso lo está arreglando Elton, lo haremos juntos.
Resoplo. Vuelvo a mirarme en el espejo y repaso el vestido y es perfecto, las mangas de encaje con flores blancas que tienen piedras brillantes, el corset es repleto de diamantes y tul en toda la caída.
Mi madre debería de estar aquí, pero debería consultarme, por otro lado, Jossie es mi hermana y siento que Ellie está más feliz por mí.
—¿Qué pasa? —Ellie se pone detrás de mi.
Repaso el vestido pero no es lo mío.
—¿Será muy caprichoso de mi parte si pido que cambien el diseño y le hagan cambios? —la miro a través del espejo.
Sus ojos azules se iluminan y las demás se acercan.
—Elton me dijo que sucedería —dice Ellie y le llama a una mujer—. Necesito un lápiz y hoja.
—¿Harás el diseño? —inquiero sonriente.
Las demás se alocan con entusiasmo así como Martín que es nuevo amigo de aventuras.
—¡Una boda en la mafia! —gritan Cho y Tabatha me repara de arriba abajo.
Todas escanean mi atuendo.
—¿Ellos tendrán despedida? —no se porque pregunto tanta estupidez.
—Sí —dice Ellie—. Pero despreocúpate, yo preparé la nuestra, y estaremos juntos, en otra área pero al salir nos iremos juntos.
Cho me mira a través del espejo mientras Ellie me escanea y recibe la hoja. Jossie también me mira pero no sé qué percibo en su mirada. Rose habla por teléfono y sólo leo:
—Galletas de pene.
«Dios»
Ellie comienza a preguntarme y nos la pasamos la siguiente hora detallando todo mientras Martín nos trae comidas a todas. Me trae una comida de dieta y se la regalo a Jossie que la huele. Yo me atraganto con hamburguesas y un licuado de fresas con picante.
Terminamos el diseño tiradas mientras tengo el vestido aún. Está con migajas de comida pero Ellie actúa despreocupada, y sinceramente en este momento no me interesa.
—¿Quieres algún accesorio en el vestido? —inquiere Cho y el pecho me da un vuelco.
—Sí —sonrió dulcemente y reviso un mensaje que me calienta el estómago.
Anciano: Juro por Dios que si no respondes te voy a mártir no en dos, si no en mil pedazos.
Abro el mensaje dejándolo en visto, quiero que esté muy enojado y desesperado. Me distraigo con las chicas y Martín, pidiendo un sinfín de cosas para el vestido.
Elton me manda los preparativos y los votos por escrito que me costó al menos una ida al baño y pensar en Tayler, vi los suyos y sinceramente creo que somos uno mismo, una vez que tiene los de ambos me lo envía en conjunto para estudiarlo, y los revisa diciendo que casi llora. Puedo memorizarlos pero no tengo idea de porqué debo decir tanta palabrería.
«¡Me voy a casar! —grito para mis adentros viendo a todas hablar y detallar el diseño que ordené—. Voy a ser mamá de tres bebés grandes y fuertes».
Jamás creí ser madre, pero ahora no siento que haya manera de denegarlo. Los amo, los amo demasiado. Mi sufrimiento me llevó a esto y es lo más hermoso que me ha pasado. Quiero que nos vayamos con Eliot y seamos felices.
Martín me trae mis vitaminas de la tarde y nos desplazamos hacia tiendas comprando para la despedida. Me pongo un vestido rojo con una brecha en la pierna izquierda y las chicas eligen unos de colores escandalosos que me asquea. Me disfrazaré a Jessica Rabitt.
Me siento mientras eligen ropa para mañana y yo sigo comiendo con unas ganas de follar que no me estoy soportando. Me duelen los pies, Martín lo nota así que me los talla y no me niego porque llevamos horas aquí, ya casi debemos irnos pero siguen.
Después de casi acabar con tres tiendas nos dirigimos a otra sobre juegos sexuales de mesa. «Maldita sea»
Corro hacia los estantes, dados de posiciones, vibradores, mordazas. Vendas... unas esposas.
Meto a la canasta lo que necesito y pago mientras las chicas recogen de todo...
—¡Picará! —llega Jossie por detrás haciéndome brincar.
—Tienes a dos, supongo que sabes.
No quiero a Jossie pero tenerla cerca me da la ventaja de tenerla vigilada.
—Un poco —dice y me abraza por el hombro pero yo necesito dejar algo en claro.
—Aquí tiene, señorita Aragon —enarco la ceja y recibo mi tarjeta de nuevo.
Se me había olvidado que me apellidaba así en la tarjeta.
Le agradezco y camino por los pasillos con Jossie.
—Mi mamá decidió que venderme te salvaría —empiezo—. Jamás le reclamé por ti, ni pregunté porqué no aparecías para ayudar a tu hermana pequeña, nunca denegué de mi destino y sin embargo, aparecías para usarme como cebo, y comprendo que era por tus hijos...
—Love...
—Déjame terminar —elevo la vista ya que es más alta que yo y trae zapatillas—, si de alguna manera lo vuelves a hacer no tendré contemplaciones. Me harté de ser la moneda de cambio, y no lo volveré a ser. Porque estás con el enemigo y no supiste sacar ventaja.
—¿Lo dices porque te casas con un mafioso?
—Lo digo porque me caso con el líder de la pirámide —la corrijo—, y sin él o con él, te consta que soy peligrosa. Si estoy aquí es por voluntad, puedo con mi enemigos, siempre he sabido mover mis cartas y por eso estoy aquí, porque no es casualidad que el cazador se enamorara de la presa, quizá metí demás el corazón pero mi objetivo siempre fue el mismo.
Niega con ironía.
—Lamento no haber puesto límites a nuestra madre —suspira y aparta las lágrimas—. No pase buenos momentos sirviendo a la jerarquía y esos dos hombres fueron lo único que me salvó. Tú jugaste las tuyas y yo las mías. Mis hijos son blancos porque tú decidiste enemistarte con el mundo entero.
—Es porque eres mi hermana, no es por ti, es por mí —la corrijo—, pero tienes a dos hombres, ellos deben proteger a tus hijos, no yo. Te aprecio, Joss, fuiste mi hermana pero desde hoy dejo de ser la presa de la mafia, y de todo corazón espero que salgas adelante.
—Entiendo.
—Creo que entiendes que ya no puedo pagar por ti —le sonrío y asiente antes de abrazarme.
Limpia sus lágrimas y se aparta. Las chicas acaban las compras y nos dirigimos hacia los autos cuando ya tenemos todo.
Bajamos de las camionetas una vez llegamos a la casa y cómo orden real debemos ducharnos y estar listas en menos de treinta minutos. Me tomo mi tiempo arreglándome.
Coloco maquillaje, resalto mis ojos con el delineado negro y sombras pero con iluminador violeta, todo suave sólo para destacar un poco. Veo el vestido rojo y me lo pongo porque el negro es para otra ocasión muy importante. Coloco mis guantes y zapatillas más altas de lo normal.
Guardo en mi bolsa de piedra zafiro lo que necesito para más tarde y emprendo camino hacia la sala principal. Todas están en la sala pero no hay hombres.
—¿Dónde están todos? —inquiero.
—¡En su despedida de soltero! —dice Ellie y viene hacia mí—. Que sexi eres.
La sangre me hierve. Algo amargo se me sube a la garganta de solo pensar en que habrá stripers. ¡Lo odio!
Yo: ¿Adónde estás?
—Mami —la voz de Eliot me hace girar y lo veo correr con cuidado con su pequeño traje a la medida—. ¿Vas a pasear?
—Sí mi amor. ¿Quieres que me quede?
—Oh, no —sonríe—. Tendré visitas. —me quedo muda pero me agacho a su altura para abrazarlo cuando me lo pide—. Te quiero.
—Y yo a ti mi amor —le reparto besos dejando pintura por su rostro—. Prométeme que me dirás si algo malo pasa.
—Lo prometo.
Lo bajo y se va corriendo con un guardia. Los nervios se me disparan pero me arrastran hacia atrás.
Yo: ¿Quién es la visita de Eliot?
Muerdo mis yemas mientras espero pero nada la respuesta de Tayler, y las chicas me sacan cuando ya están arregladas. No sé adónde están los bebés pero hay soldados por todos lados. Niebla me mira y la acaricio antes de subir a la camioneta.
Anciano: Klaus.
Yo:
¿Adónde estás?
No sé si creerle pero lo hago. Ellie eligió a Holli Would, y Cho está vestida de Santa con parche, una muy sexi con látigo, que de hecho parecía muy real su papel. Rose se disfrazó según lo que veo; de un personaje de matrix, y Jossie... no me importa.
Todas hablan en la camioneta tipo limosina pero no escucho ya que, tengo calor y no me ha respondido. Reviso el chat una y otra vez. Le mande el mensaje a las 6:40 y se conecto a las
6:39.
Sonrío por compromiso y no me soporto, no puedo...
Veo que se pone en línea y el pecho me da un vuelco.
«Mensaje visto a las 7:01»
La bilis se me dispara y hago cargo de toda la paciencia que tengo para no ahogarme en la rabia.
Se supone que vamos al Magic Mike de Berlín que es uno de los lugares más impresionantes del Yakuza. Cosa que no olvido porque allí fue donde rebelión me encontró pero en Londres.
El Yakuza tiene lugares en el mundo, al único lugar que no he entrado es al subterráneo, hay niveles en el subsuelo, sólo sé que puedes encontrar de necrofilia hasta coprofilia, y lo más tranquilo que verás será el gore o pedofilia, pero sé por la voz de Rebelión que es un espectáculo.
Pasamos las calles que comienzan a estar cerradas pero...
—¡No luches, Love! —me grita Ellie que está frente a mí en la camioneta.
Un auto frena frente a nosotros, hombres enmascarados o disfrazados, comienzan a bajar y Félix sube la ventanilla. Controlo con latidos de mi corazón u saco el arma de mi pierna.
—No —me sujeta Ellie. Las demás vienen detrás de nosotras. Me quita el arma—. No luches, le envié un mensaje a Elton. Está bien.
—Ellie...
La puerta se abre y un hombre la saca haciendo que un grito me aturda. Los tímpanos me zumban porque no escucho... un jalón me saca y veo cómo llevan a las chicas, forcejan pero no pelean.
—¡No luches, niña! —me grita Cho.
El estómago se me contrae porque sé que las pueden matar. Respiro hondo controlándome porque alterarme podría hacerme daño.
—¡Estaremos bien! —grita Ellie.
Jossie no deja de gritar y respiro hondo.
El tipo me agarra y venda los ojos una vez me deja en el suelo. Sólo siento como me sube a un elevador, los sollozos son silenciosos, pero ninguna de nosotras luchamos.
Me sientan en una silla después de cargarme, no me amarran, simplemente me dejan allí. Sólo quiero saber qué están bien, nosotras somos letales.
—¿Ellie? —digo en un hilo de voz.
—Aquí estoy, tranquila —me consuela.
Escucho zapatos chillar en el suelo, cinturones, bufidos. La loción a hombre me atrapa retorciéndome las tripas. «Que asco»
Un sonido me hace brincar al mismo tiempo en que algo frío y caliente entra y sale de mi cuerpo como espíritu. La venda de mis ojos es arrancada violentamente y el retumbar de algo me atrapa al igual que una luz roja que ilumina...
—¡Feliz despedida de soltera! —gritan todas.
Excepto Jossie que está aturdida.
—¡Malditas! —cubro mi rostro.
Dejo ir un largo suspiro mientras la música se hace más violenta al igual que los hombres uniformados que comienzan a bailar. Hay canción de villancicos y hombres con calzones navideños y gorros de santa, así como con máscara de fantasma y soldados.
—¡Lo siento! —Ellie me deja besos en la mejilla—. Pero debía decirte que no lucharas o ibas a matar a estos bombones.
Rose viene por mí para llevarme a bailar y no me niego. Los guardias comienzan a entrar y nos rodean el área como si fuésemos famosas u algo así.
Félix es el que viene detrás como líder y Coddy camuflado se queda en la esquina donde hay un elevador. Se supone que íbamos a hacer esto juntos, una despedida en el mismo lugar pero no los veo.
Tomo mi teléfono buscando el número que necesito para que me quite este calor...
—¡Nada de hombres! —dice Ellie quitándome el teléfono—. Al menos no los nuestros.
Resoplo viendo el lugar que está lleno de muérdago la penumbra es iluminada de una bola de cristal en el techo con distintos colores, representan una temática navideña y de Halloween que me ciegan...
—¡Wow! —grita Rose.
Hay hombres en trajes de la milicia y otros en calzoncillos como aquella vez que nos escapamos para mi primer despedida de soltera, tienen un boina rosa al igual que lo que les cubre el pene. También hay otros duendes, uno tiene disfraz de Ghostface. Traen bandejas de bocadillos y bebidas.
Tomo un jugo rojo sin alcohol y galletas que en forma de penes que meto entre mis tetas para más tarde, al fondo hay hombres que bailan en tubos, se besan y casi follan, es un buen espectáculo ya que todos son propiedad del Yakuza.
Yo me atraganto con las galletas, manzanas y frutas cortadas en formas dudosas de bolas y penes así como vulvas con una crema blanca sobre ella, aparentemente es semen. Mientras las demás se alejan a tomar del bar. Me siento en una mesa y determino la bolsa de Ellie que reviso hasta encontrar mi teléfono.
No me ha contestado. Maldito idiota. Embarazador, imbécil, estúpido...
—¡Hey! —le grito a uno de los Stripers con disfraz de santa.
Me mira y le digo que se acerque. Jossie tanto como Ellie los están manoseando mientras uno disfrazado de militar le mete la pistola en la boca que le deja ir licor, pero yo sólo quiero un video.
—¿Qué desea la anfitriona? —me guiña el ojo.
—Méteme este pene a la boca —le entrego la galleta y sonrío mordaz.
Enarca la ceja. Pongo la cámara para video y escucho el grito de las demás acercándose.
El chico se acerca y se pone de rodillas a los lados de mis caderas mientras me toma la mandíbula para meterme la galleta que muerdo sin dejar de mirarlo a los ojos.
Las demás gritan y vienen a echar chocolate en el abdomen del tipo. Corto el video y lo aparto.
—Gracias, guapo —le aviento un beso.
—Cuando guste.
Le chicas lo besan quitándole el chocolate del cuello. Uno de los hombres comienzan a bailarle a Cho y ella se quita el parche dejando que su ojo blanco reluzca.
Me acomodo en el sofá esperando que la muerte venga por mí. Tiene que ver el video. Mientras me entretengo metiéndole billetes a los modelos y a uno lo pongo a darme de comer la hamburguesa que me trae Martín mientras Jossie se cae de ebria junto con Tabatha que parecen ser casi hermanas.
Me ponen adornos en el cabello, un ping de pene y también un collar. Yo sigo riéndome y bailo con Ellie cuando suelta al pobre hombre. Rose tiene unos rayos rosas en el cabello que me recuerdan a Jade y quisiera tenerla aquí.
Amaría este momento pero se lo dedico. Nos hombres cargan a las chicas, bailan juntos y cantamos. Voy a guardar este momento para siempre.
Tayler Aragon.
🗡️
—¿Quieres ron o Vodka? —inquiere el bufón pasando bocadillos y las mujeres en latex se le sientan en las piernas.
Todos tienen disfraces estúpidos. No sé qué son pero el bufón tiene un sombrero de bufón con cascabeles. Al Yakuza lleva una peluca roja y el dragón no se quién diablos es.
—¿Te disfrazaste de John Wick? —inquiere el bufón cuando me observa escaneando su sombrero.
Sinceramente no sé qué decir porque me percato del atuendo que llevo y probablemente sea lo que uso a diario. Si la mocosa pregunta de qué me disfracé algo diré eso.
—¿Adónde fue esa niña? —vuelvo con lo mismo y me ignora—. Dijiste que estaríamos en el mismo lugar.
El soldado Miller bebe vestido de militar que es muy poco original, y se divierte hablando con el maldito incapacitado que besa a una de las mujeres del Yakuza. El maldito bastardo está casi follando con otra mientras yo aparto a la que viene a darme un vaso de ron.
—¡Diviértete! —el dragón me palmea el hombro—. No todos los días vas a casarte y retar al mundo a una guerra.
Envío mensaje a la mocosa ignorando lo que hablan. Estos están muy tranquilos y yo me estoy muriendo por dentro. Sé que están en el edificio pero no sé en qué piso y no voy a andar como estúpido piso por piso.
Unos gritos me despiertan del pensamiento y es el baile que se está llevando a cabo en la tarima, las mujeres se abren de piernas, besan, tocan y nalguean pero yo quiero estrangular a una...
—¡Joder! —el bufón se tapa la boca y mis sentidos se activan cuando lo veo con el teléfono.
No le doy tiempo, le quito el aparato y se levanta haciendo que las mujeres caigan al suelo...
La bilis me lleva a sentarme cuando veo a mi supuesta prometida siendo penetrada por la boca con una galleta que ella recibe de parte de un maldito que le tiene el maldito miembro casi en la boca.
Todos se levantan a ver el teléfono y el espectáculo de sus mujeres que remueven el chocolate del cuerpo de ese maldito, el video se corta y yo sigo en la misma posición haciendo respiraciones para no matarla, la voy matar...
—¡La voy a matar! —espeto tomando una botella de ron.
El bufón se me atraviesa.
—¿Esa es Ellie? —habla el soldado y me encamino hacia el maldito elevador.
El bufón, trae a una mujer, el soldado viene y el bastardo también viene mirándome de arriba abajo. No digo nada mientras el Yakuza aprieta el botón del elevador...
Se abre y no hay nadie, se vuelve a cerrar y empino la botella hasta que me arde la garganta.
—¿Difícil de controlar? —se burla el bastardo, recargado del elevador.
Escanea el lugar y suspira como si recordara algo.
El bufón se traga a una mujer del Yakuza y el soldado aprieta los botones...
—¿Le pregunto a Love? —inquiere una voz inferior.
Giro y veo al manco con el teléfono. Cómo si le fuera a contestar.
—Le envié mensajes a Ellie y no me responde —dice el soldado.
—Deberías de darle un lección —habla el bufón.
Frunzo el ceño con las miradas que intercambian y cambiamos más de cinco veces el maldito botón.
Pasamos más de cinco pisos y nada...
—Dice que está en el piso subterráneo —enseña el teléfono y se lo arrebato.
Esa maldita. ¿Por qué me fui a fijar en una maldita loca?
Veo el mensaje y cierro los ojos.
Yo:
¿Adónde estás? Estoy aburrido.
Lovely:
Estoy en el piso subterráneo.
Estoy segura de que alguien saldrá
embarazada aquí otra vez.
Deberías venir.
Cambiamos el trayecto al piso subterráneo. Aprieto el teléfono y se lo empujo en el pecho al maldito manco. Las puertas se abren y todos salen como rayos pero yo necesito respirar, no puedo hacer una idiotez.
La música y gritos femeninos se escuchan en todo el lugar. El lugar es amplio, y lleno de sofás, hay hombres paseándose en disfraces y también en tangas rosas cuando salgo, hay Luces de colores privándome de buena visión.
Llevan charolas, y una cortina de muérdago le abre paso a mi martirio.
—¡Tú puedes, Love! —grita Rose.
Un mareo me atrapa cuando la veo bailando en la tarima con unas zapatillas del quince como mínimo y un hombre le toca la cintura. Todos se unen a ella como coreografía.
El bufón suelta a la mujer del Yakuza y el soldado va con la hermana del bufón que está dejando que un tipo le ponga las manos sobre el miembro. El Yakuza hace lo mismo con la suya y de la nada veo a Dominik que tiene a la mujer sobre él. Ese bastardo.
El maldito demonio se burla y me preocupo por ir por lo que me importa mientras lo demás hombres hacen lo mismo.
La mocosa descarada sigue bailando y me mira pero es una desquiciada que cuando voy hacia la tarima simplemente me deja helado al ver cómo baila hacia mí...
—¿Qué diablos crees que haces? —le suelto cuando manda a los bailarines abajo.
—¿Por qué tardaste tanto? —ronronea, contorneando caderas, y moviendo las manos con guantes púrpuras.
La música sigue y la maldita se quita los zapatos dejándome ver lo pequeña que es a mi lado.
—¿Por qué estabas con ese maldito? —sus manos aterrizan en mis pectorales.
No sé de qué se disfrazo pero se ve espectacular, sin hablar del miembro que acaba de provocar.
—¿Lo viste? —sonríe con todos los dientes—. ¿Me vas a castigar?
Le brillan los ojos y en lugar de derretirlo con los míos, ellos a mí.
—Joder, sí. —se levanta de un salto y le paso el brazo debajo del trasero.
—Me encanta este disfraz —susurra contra mi boca, y sonrío—. Siempre luces como un maldito loco y me encanta. ¿Quién eres?
—John Wick —deja ir un beso en mis labios, casi tan delicado que me hierve la piel por abandonar el tacto.
—Mentira, tú siempre vistes así —se burla y me escanea—. Seguro te aconsejo Elton.
—No tengo idea quién mierda es pero de lo que sea que estés disfrazada me la puso como piedra.
Se carcajea, besando mi rostro mientras acaricio su espalda.
El bufón grita a su hermana y el marido y toma del cabello. El bufón se quita la camisa al igual a todos los demás.
—Te voy a mostrar cómo mierda deben bailarte —dice el marido, la empuja al sofá y mi mujer se ríe dándome besos en el cuello que me erizan la piel.
—Vamos al privado —dice y pasa lengua por mi cuello que se convierte el lava—, necesito que me folles.
La tomo de la mandíbula y está temblando de las ganas. Quiero ahorcarla pero también ensartarla.
La cargo al área privada deslizando la cortina en la esquina mientras todos bailan a sus mujeres, los stripers se van y los azotes se escuchan. Mi mujer se encarga de mi cinturón, me tira en el sofá de cuero gigante, una vez eso, se pone a horcadas sobre mí y me burlo con el desespero que se carga.
—Mira —me toma la mandíbula para que mire el techo, y lo hago. Hay ramas de muérdago—. Oh, oh, estás atrapado.
Me carcajeo y la atraigo hacia mi boca, devorando sus gemidos. Aprieto sus tetas y gime buscando mi boca con un beso feroz que me hace devorarle el cuello mientras gime, y levanto la pelvis en un gruñido con ella arriba para que saque el miembro que la hace gemir contra mis labios.
Chupo su lengua y arranco las bragas de encaje. Se quita los guantes con desespero.
—¡Joder, mocosa! —jadeo cuando toma mi miembro duro con su mano para deslizar la cabeza sobre su húmedo coño—. Hazlo ya.
—Shh, mi amor —pone su dedo índice en mis labios y mis pensamientos se van al caño con sus palabras—. ¿Cómo lo piden los chicos buenos?
Echo un vistazo a la urgía del fondo y me percato de que nadie vea lo mío. Le rompo la parte delantera del vestido y chupo a mis chicas.
Elevo la pelvis sintiendo su calor pero se levanta jadeando.
—¿Cómo lo piden? —aprieto sus caderas y le inserto la punta—. ¿Cómo?
—Por favor...
Las palabras se me cortan cuando se deja caer y debo sostener su espalda porque se contrae y a mí la saliva se me vuelve agua sintiendo que me palpita cada célula.
El calor líquido me atraviesa cuando comienza a cabalgarme sin piedad, sujeto su cabello para chupar y morder la carne sensible que la pone a chillar.
Se contrae por dentro arrancándome un gemido y devoro su boca, metiendo la lengua que chupa mientras me baña la polla que se inserta con cada salta y balanceado.
—Mírame —le ordeno.
Abre los ojos y me muestra ese mercenario que no sé de dónde lo saco pero desde el momento en que miraron estoy a su jodidamente merced, y voy a derretir al mundo por ellos.
—Dame el mercurio, encantadora —jadeo y gime enterrando sus uñas en mis hombros, arranca la camisa y gime, arrugando las cejas.
—Dios —gimotea y le atrapo la boca para después seguir mirando las dagas más preciosas que he visto.
«Las dagas más preciosas»
—Joder, mocosa —la refriego contra mí cuando comienza a contraerse.
Me toma del cuello, privándola del aire sin despegar los ojos de los míos y se acerca volviéndome loco en lo que colisiono su cadera con la mía. Elevo la pelvis y ella se aprieta cuando me descargo dentro de ella. Sigue mirándome y me besa como si...
—Por favor, no me dejes sola en las mañanas —suplica—, me gusta ver el destello azul y esa oscuridad cada que despierto.
Sigo palpitando y no diga nada, sólo me devoro su boca mientras me percato de que todos están haciendo exactamente lo mismo, y el bufón... que asco. El bastardo y el otro manco con unas mujeres que no reconozco pero la urgía se sella en azotes.
—¿Por qué estabas dejando que te metieran casi la polla a la boca? —la regaño pero sigue tambaleándose.
—Es que necesitaba que llegaras a mí —hace puchero—. Me trajeron todo el día sin ti, te extrañaba.
Me encanta esta maldita faceta.
Me encanta mi mujer.
Me encanta esta mocosa.
Me encanta la madre de mis hijos.
Me encanta.
Me encanta...
Algo se aprieta en mi muñeca y salgo del trance cuando veo que tengo unas esposas en la muñeca igual a ella.
—Ahora no podrás separarte de mí —susurra y niego con la cabeza.
—¿Buscas que te embarace de nuevo? —levanto la pelvis haciéndola gemir.
—Deberíamos probar —dice y hunde sus dedos en mi cabello para moverse suavemente sobre mí.
La paciencia se me escapa y tomo el mando dándole fuerte y crudo. Azotando a tal grado que comienza a resbalarse hacia atrás. Veo hacia los demás pero no miran y deslizo la cortina del todo, para privacidad. La verga la tengo bañada y ella se retuerce cuando la levanto en el aire, intenta atraparme apretando y me burlo dejándola caer de golpe, la piel chispea en lo que ella ronronea.
No me importa nada más que quedarme toda la maldita noche apretándole los muslos y chupándole las tetas perfectas que tiene.
Las horas pasan y no sé cuando se largan porque deslizo la cortina de enfrente y no están. Hago maniobras con la maldita mano atada a ella. Puedo quitarla pero sé que la mantiene segura y lo que necesita es saber que estaré aquí mañana.
La pongo en cuatro jalando su cabello y su brazo se tuerce, la muñeca le sangra, ligeramente, pero está tan hecha a mí que pide más empujándome el trasero rojo de tanto apretón para seguir con la tanta de embestidas que la ponen a temblar, obligándome a tomarla por el vientre y saber que carga a mis hijos me pone peor.
No escucho más que los gritos, y jadeos por mi parte. Sus manos tiemblan y apenas parpadea cuando cambio posición y la subo en mi regazo.
—Está es tu maldita despedida —jadeo y se arrastra quitándome la demás ropa—. Abre esa boca que te la voy a follar.
—¿Será una despedida o una venida? —se burla y me recuesto en el sofá.
Su lengua pasa por mi punta y la maldita es buena para esto. Le tomo el cabello con la mano atada y me hundo en ella, la vibración de su gemido me pone a temblar, su piel choca con la mía y el sonido me enloquece pero no tanto como la mirada brillante que me regala cuando la saco y escupe para insertarla ella misma.
«Las sombras oscuras dejan que vea la malicia que siempre hay en esos ojos crueles»
Mi maldita debilidad.
Nota:
Espero disfruten estos capítulos.
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