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Capítulo 56

Lovely Walker.

🥀🕷️

Momentos antes.

La carta.

Doy vueltas por horas con las manos temblando, todo se está viniendo abajo, si Aragon sabe que tuve que ver con la información va a matarme sin importar nada, conocí su furia cuando lo engañé y ahora que lo traicioné me va a partir por mitad, pero no como me gusta.

Niebla está peor que yo, ruge cada nada con todo el genterio que hay, soldados llegaron, la mansión está rodeada, nadie sale u entra sin ser revisado. Los sirvientes de Elton no dejan de traerme de comer, té y un montón de cosas que no necesito.

«Necesito salir de aquí antes de que me maten»

Podría llamar a alguien para pedir asilo, ayuda, no lo sé. No tengo a nadie, no hay nadie, y si hablo con Will...

El teléfono me vibra y pego un brinco ganándome la mirada de los presentes. Veo un número desconocido y descuelgo llevándomelo a la oreja mientras observo por la ventana el montón de uniformados.

—¿Cariño? —la voz de mi padre me hace suspirar—. ¿Estás bien?

Asiento aunque no me vea.

—Sí, estoy bien. ¿Ustedes?

—Bien, cariño —carraspea—. Esto será rápido, sólo necesito pedirte un favor.

—Claro —digo tratando de que nadie escuche, por suerte están viendo las noticias.

Los escombros, bomberos, soldados y camarógrafos se ven a la vista mientras tratan de calmar el caos. Hay voces y apenas respiro.

—Jossie necesita de tu protección —me pide y siento que me atropellan. No puedo—, estaba con nosotros en Londres pero pasó esto y ahora sabe que pueden verla, los niños están con ella, tus sobrinos. Ambos. Aragon les quito la protección y lo que tuviese, dijo que no la ayudaría a moverse a ningún lado. Es un caos, todo pasó tan rápido.

Todo se me retuerce y busco la mirada de alguien pero sólo me encuentro con la mirada de la tal Isabelle. Ellie pasa corriendo hacia la puerta y camino lentamente hacia ella.

—Papá, no creo que...

—¡Maldita sea, Lovely! —grita Miranda—. Es tu hermana y tus sobrinos, ella no está protegida, son tus sobrinos, lo único que te queda.

—Supongo que sí —digo sin procesar—. Hablaré con el Rey.

—Gracias, cariño —dice mi padre—, sabemos lo difícil que es para ti...

—¡Mami, Love! —grita una voz y cuelgo.

Corro hacia el bebé de cabello rubio y le doy besos en toda la cara. Se aferra a mi cuello y peino sus rizos. Huele a bebé, aspiro su aroma tan suave y reconfortante.

—¿Cómo está mi guapo Alemán?

—Soy vikingo —presume y observo a Ellie con el corazón en la garganta.

Cuido que nadie lo haya escuchado y asiento con la cabeza, besando su mejilla.

—Has crecido tanto mi amor, ya no crezcas.

—Es imposible, mami —susurra confundido y sonrío—. Pero te he extrañado.

—Y yo a ti mi amor. ¿Quieres ir a jugar con el hijo de Cho?

—Sí —se entusiasma y lo lleno de besos.

—Te amo muchísimo —le digo y los ojos le brillan.

Te amo muchísimo más, mami —dice en lengua de señas y Alemán.

Jamás podré agradecer a la vida tanto amor.

Ellie me ayuda con Eliot que se integra con todos, los saludas y juega con el bebé de Cho que camina muy bien.

—Elton me envió esto —me extiende la tablet—. Firma, pon huella y presiona enviar.

Frunzo el ceño y tomo la tablet que me hace sentir el mareo que me tambalea. Los ojos me pican y la nariz me cosquillea.

—Me está quitando... —Ellie me abraza y todo se me escapa.

Jamás creí que pudiera hacerme algo cómo esto. Todo mi mundo, mi bebé. Apenas respiro con los gritos divertidos del rubio ojos esmeralda.

Nunca creí... me está quitando a Eliot. 

—No debes ponerte así —me calma—. No puedes —me mira a los ojos y quito las lágrimas.

Eliot está jugando y me sonríe haciendo que le responda. Los recuerdos golpean mi mente y me duele la sien al ver su carita pequeña y dedos rosas. Últimamente los recuerdos llegan a fragmentos cómo lo dijo Tabatha, dice que lo puede desencadenar algún estado de shock emocional donde yo me rompa y justo ahora lo hago. Eliot es mi hijo, es mío.

Yo lo crié, yo lo vi, sus pies y las veces que lo bañé, cuidé, dormí, todo el amor que le di. Eliot siempre será mi niño, pero algo está pasando y el vikingo me lo está quitando con ayuda de ese bastardo Alemán.

Escaneo el documento pongo la huella y lo firmo. Eliot tiene una pequeña trenza debajo de su oreja envuelta con un cordón dorado. «ha estado con él», me digo.

Vanessa debe saber algo, esos malditos están planeando algo. Vuelvo a mirar el documento y lo envío sintiendo que me arrancan parte de mi ser.

Eliot siempre será mi hijo, pero se ve feliz. Y yo no puedo compartir mi custodia con el hombre que puede matarme.

Pero no voy a entrar en contiendas, no arriesgaré una discusión más, mis hijos están primero, y ahora comprendo al vikingo, le daré lo que quiere y así me libraré de cualquier atadura.

Yo amo a Eliot con todo lo que soy pero conozco a Sergei, amó a Abby más que a su vida, por ella me dejó vivir y si lo hizo va a cuidar de mi hijo, pero si sabe que tendré más no puedo arriesgarme. Saldré de aquí y me largaré para siempre.

Observo a Eliot jugar con Matthew que le deja dibujar en el yeso de su dedo, me mira y sonrío cuando le doy la tablet a Ellie.

«¿Por qué Tay?», me pregunto cuando las lágrimas me pueden. Eliot era nuestro bebé. Nosotros lo criamos juntos, es nuestro primer hijo. Pero si sospecha, si lo sabe esto es lo más amable que hará.

Paso otra hora angustiada, Elton no está, y tampoco ese imbécil, no he sabido nada. Damon desapareció de la nada.

Las noticias siguen transmitiendo desde el límite del área restringida; cuerpos, gritos de lamento, más soldados y civiles al rededor.

A lo lejos reconozco a los cuerpos que vienen saliendo de la central en cenizas y noto cómo dan la espalda a la cámara mientras discuten sobre algo pero el zoom mal enfocado no ayuda. La reportera habla pero yo no puedo escuchar.

El acercamiento es notable a la hora en que una explosión se hace cerca de los civiles.

—Súbele —dice la Isabelle.

La niñera que es una mujer del Yakuza, se lleva a los bebés dejándonos a los adultos escuchar las noticias. Rose se endereza, y sale a atender una llamada sin dejar de mirar a Elton y Aragon.

Estamos fuera de la antigua central o lo que queda de ella —habla la reportera—. El rey viene a ayudar con sus soldados cómo siempre, demostrando de que lado está y es de la ley. Hemos recibido avistamientos a las afueras de un nuevo nexo criminal que ha hecho esto y mucho más...

«Silbido», escucho a lo lejos, pero no es nada.

Un grito de la reportera me endereza, Rosemery me mira de arriba abajo y el hombre que veo salir de la penumbra me acelera el pulso.

—El cazador en persona. ¡Tráeme a tu viuda!

La mirada de Cho recae en mí pero yo no soy consciente en el instante que apunta hacia él resonando la explosión compuesta que me estrella en el tórax. El grito de la italiana me aturde.

Se lleva las manos a la boca y yo a mi vientre sintiendo que el mundo cae a mis pies...

—¿Qué diablos hiciste? —una mano me toma la mandíbula y veo que es Rose—. ¿¡Qué diablos hiciste!?

Los soldados se alertan. Alguien entra pero no soy consiente.

—¡Acaban de derriban el Club Yakuza y dar con el búnker secreto del jefe! —entra gritando.

Félix me mira y aparto a Rose sin responder nada para dirigirme a él.

—¿Adónde está? —inquiero.

Los disparos se hacen en la pantalla, gritos y el grupo delictivo está dando con todo a los soldados de la élite. Veo gris, negro y de todo menos a él.

—¿Adónde está Aragon? —grita la italiana y niebla se atraviesa para que no me toquen.

—El señor Elton dijo que quería refuerzos, vienen para acá. —me mira—. Tiene prohibido salir, señorita.

—Vamos al cuarto, Love —me dice Ellie—. Necesitamos calmarnos y hablar sobre tu padre. Me llamó.

Asiento dejando que me lleve con niebla porque no puedo caminar. Esta maldita guerra me va a aniquilar. Llegamos y paso antes a besar a Eliot que tiene miedo, lo calmo y encierro en su habitación que está al lado de la mía, se acuesta porque tiene sueño y beso su frente en lo que una mujer del Yakuza le cuenta un cuento en ruso, niebla se queda con él en la cama.

Llegamos a una habitación oculta entre los pasillos y me sienta sobre la cama...

—¡Abre la maldita puerta, Love! —el retumbando de la puerta con la voz de Cho me pone la piel de gallina.

Ellie se levanta dispuesta a matarla con la cara que lleva pero niego con la cabeza para que le abre.

—¿Segura? —inquiere, y asiento con la cabeza.

Pasa al lado de Rosemery y lo único que evita que me quieran matar es Ellie y el saber que es una de las mejores asesinas de la aristocracia.

—¿Vas a explicarme porque diablos dieron con el búnker y supieron cómo llegar? —espeta Cho.

No sé de qué habla, sinceramente no quiero saberlo. Estoy demasiado nerviosa con el saber que él lo sabe, que pueden estar luchando.

—¡Contesta! —espeta Rose—. Ellos están allá peleando sin saber la razón y a ti la rebelión te busca, ¿qué demonios hiciste?

—¡No lo sé! —le soy clara—. Jamás le diría a rebelión sobre los escondites del yakuza y menos sobre las armas. Sólo le dije lo que yo necesitaba que supiera.

He hecho cosas porque debía ganarme su confianza. Pero no daría zonas del Dragón, no soy estúpida. Sólo fue un maldito lugar hace mucho, y no eran armas modificadas.

—¿Qué diablos fue? —Rose tiembla de rabia y Ellie se pone frente a ella.

—La asociación con los italianos pero ya lo sabía, sólo le dije cómo entrar a Londres sin ser detectado —musito aún perdida.

Rose se pasa las manos por la cabeza, y Cho me aniquila con la mirada.

—¿Tienes una idea de lo que eso significa? —me grita Cho y sinceramente me siento harta. Sólo quiero saber que está bien—. ¡Lo jodiste!

—¿Por qué joderia algo que ya se sabe? —la empuja Ellie.

—La rebelión quería una asociación con el cazador para hablarle de su rata —suelta Rose—. Eso fue ayer pero a Aragon no le importo, así que Tabatha me informó que rebelión estaba jugando sus cartas uniéndose con la jerarquía. Se corría el rumor entre los clubes de que la mafia italiana estaba en negociaciones, sin embargo, ellos no lo creían debido a que Love es la viuda negra y se le busca. Los italianos la tomaron, nadie creería que Aragon dejó vivos a los que la lastimaron. Iba a matarlos a todos para que supieran con quién se metieron. De hecho, mata a italianos por diversión y en la guerra, eso no se sabe si no una guerra entre mafias se habría declarado.

Paso las manos por mi cara, estoy cansada. Quiero que se vayan.

—Todos lo saben —le digo—. El vikingo lo sabe, se ha comunicado con Tayler. Él puede ver a Eliot, no son socios pero ambos odian a rebelión debido a que hice algo para que se enemistaran. Aragon se hace de la vista gorda cuando Eliot desparece con la niñera. No es estúpido y mucho menos un niño. Yo sé que está con la Bratva, no soy idiota.

—Va a matarte —dice Rose—. Lleva ocultando la asociación con el dragón hace años, ¿cómo crees que reaccionará?

—¡Yo no dije nada de eso! —le grito.

—¡Pero le hablaste sobre la asociación! —me grita—. ¿Qué tan difícil crees que es que sigan a la maldita de Isabelle? El dragón nunca dice quién es, sólo a ti te lo dijo, todos los que lo ven sólo en a un mafioso pero jamás ha dicho quién es. ¡Nunca! Y los que saben o sospechan no serían capaces de abrir la boca.

—¡No lo sé y no me importa! —me levanto—. Necesito que abran las puertas y reciban a mi hermana. Se quedó atascada en el fuego cruzado, no quiero que mi padre quiera hacerse el héroe.

—Mandé a Coddy por ellos —me calma Ellie—, no debes preocuparte pero nadie la puede ver aquí.

—El agente Reid lo sabe —me dice Cho—. En el momento que gritaron eso te miró y se veía a leguas que lo sabía. ¿Crees que dirá algo?

—No lo dejen salir —le digo a Ellie—. Bloquea la antena y enciérralo en una habitación sin ponerlo sobre aviso. Es un agente del FBI, han pasado años buscándome, y no se va a detener por mí. Aquí sólo hay mafia, no FBI.

—Ese noticiero se vió en todo el complejo y la central, al parecer dieron permiso de transmitirlo televisión abierta —informa Cho—, probablemente estés a nada de perder el anónimo y que esto llegue al mundo terrenal. Lo único bueno es que Isabelle es el ojo del huracán y pueden confundirla contigo debido a quién es.

Niebla ruge y araña la puerta tratando de entrar. Ellie abre haciendo que pase y cierra pero sigue rugiendo. Se pone frente a mí y la calmo.

—Love necesita descansar —dice echándolas de la habitación—. Hablaremos cuando llegue Elton.

—¿Están bien? —inquiero sintiendo la comezón en la nariz.

Las chicas se van y Ellie asiente. También sale dejándome verlas marcharse. Cierro los ojos y me levanto para cerrar y niebla se me atraviesa casi tirándome para que no me acerque a la puerta...

—¿Adónde diablos está esa mocosa? —escucho su voz y la piel se me eriza.

«Está bien»

Mis pies se mueven solos cuando lo veo empujar a las chicas y me aniquila con la mirada regresándome la vida. Mi sonrisa se ensancha y corro hacia él.

—¡Tayler, no! —la voz de Elton aparece.

Niebla se abalanza hacia Tayler pero con un moviendo rápido le indico que no...

—¡Todo este maldito tiempo! —me grita tomándome del cuello. Me estrella contra la pared sacándome un chillido por el dolor agudo que se instala en mi espalda—. ¿Desde cuando te revuelcas con ese maldito bastardo? Esa escoria de la sociedad, ¿desde cuándo?

Quedo atónica con la rabia que lo hace temblar mientras el cabello se le pega al rostro, está jadeando, rabeando, sucio y con sangre. Las costillas se me comprimen, jadeo tratando de que las zapatillas me ayuden a mermar la distancia del suelo.

—¡Suéltala! —grita Elton y le apunta con un arma—. Joder, Tayler. ¡Bájala!

La furia en sus ojos y el agarre que tiembla contra mi cuello me hace saber cuan enojado está, es palpable pero aún más el debate que tiene en sus ojos. «Realmente me quiere matar»

—¡Lárguense! —espeta.

Me jala a la habitación y sin decir nada lo acepto. Una vez cierra trato de hablar pero de un empujón me arranca la camisa. Mi collar se zangolotea y lo arranca tirándolo al suelo. «No» El corazón cae a mis pies cuando veo que no le importa.

—Tayler...

—¡Cállate! —una bofetada cae a mi mejilla y se arranca la camisa oscura después de romper el chaleco—. Quiero que grites y me digas cómo fue.

—Escúchame, puedo explicar...

Me toma del cabello y así mismo me gira haciendo que jadee al arrancar mis pantalones, el botón y cierre truenan cuando causa presión, la tela quema mis piernas pero es cómo un papel en sus manos. Me tira a la cama arrancando lo que queda de ropa.

Me escabullo porque está completamente loco.

—No es lo que tú piensas —trato de tocarlo pero me tuerce los dedos haciéndome gritar con el dolor agudo que se desliza por mis nudillos. Me toma de las manos y no lucho—. Mírame, por favor.

Siento que me lo merezco, y quiero decir que no quiero pero me estoy muriendo porque me folle y me perdone por haberlo traicionado así, si supiera las veces que estuve con rebelión en una cama y lo tocaba para hacerle ver que lo deseaba.

Jamás me hubiese perdonado perderlo.

Mi cuerpo tiembla cuando sus hombros también lo hacen pero estrella su boca con la mía en un fuego ardiente...

—Maldita —gruñe y un grito sale de mi garganta cuando deja sangrando mi boca después de morder mi labio inferior. Aprieta mis cadenas acomodándose, sube mi pierna, se coloca en mi entrada cómo un animal y de una estocada entra en mí—. ¿Así fue?

Niego tratando de soltarme pero el dolor de tetas me surge cuando se zangolotean de lo fuerte que entra y sale, es lento pero rudo, después rápido y duro. No hago más que gemir...

—¡No quiero que disfrutes! —vuelve a abofetearme y aprieta un pezon—. Quiero que duela... quiero que sientas exactamente lo que sentí.

Trato de hablar pero me gira poniéndome en cuatro con las manos en mi espalda, y me penetra de nuevo, es crudo, rudo, fuerte, el sonido de mi piel y la suya es cómo un zaz de agonía cuando una primer lágrima cae y es tragada por la almohada. Aguanto el sollozo y otra cae, se desliza de mi lagrimal, sobre mi tabique y hasta mi ojo contrario para golpear la almohada que es bañada de otras más.

Debería odiarlo por lo que está haciendo pero me odio a mí por quererlo así, y por traicionarlo de esta manera.

—¿Cuántas veces lo viste? —empuja haciéndome apretar los ojos pero así mismo mi vientre vibra—. ¿Cada intercambio de información conllevaba un polvo? ¿Te tocó? —no puedo responder porque no respiro de lo fuerte que se hunde en mí, apenas respiro—. ¡Dime cómo fue que te tocó!

—¡No! —trato de liberarme pero sigue haciendo magia con esas caderas y lo odio cuando sigue y sigue sin parar—. ¡Escúchame!

Trato de tocarlo y una bofetada al revés cae cuando trato de girar la cara de nuevo desprendiendo más lágrimas.

—¡No me toques, infiel, desleal! —ruge mientras me embiste con brusquedad—. Insignificante pedazo de carne. ¿Así te valiste, no? Cómo un pedazo de carne. Pero yo soy tu dueño y voy a cortarte en pedazos antes de que entregues algo más. Al final sólo sirves para un polvo.

Duelen sus palabras pero no puedo odiarlo, estoy desesperada porque me vea a los ojos y me perdone. Lo quiero conmigo ahora más que nunca.

—Necesito hablar —hablo casi gimiendo, me aprieta las manos cuando trato de tocarle las manos.

El estómago se me aprieta cayendo a mis pies.

—¡Tuviste un año para hablar, maldita sea! —abofetea mi trasero. Me junta las piernas y la fricción me hace gemir como perra en celo—. ¿Te hizo sentir una mierda? ¿Valió la pena venderme? ¿Valió la pena, Lovely? ¡Dímelo!

Niego pero no puedo respirar. Trato de que me suelte pero me penetra con un salvajismo que hace que mis caderas se levanten y mis rodillas vuelvan a caer a la cama.

Aprieto los puños en mi espalda, me ahogo con la saliva mientras el orgasmo se me va formando cómo una bestia en erupción. Entierra una mano en mi trasero y golpea con tanta fuerza que reprimo mis lágrimas así cómo él jadea sin control.

—¿Qué fue lo que le ofreciste? —y el cuerpo se me tensa—. ¿Lo valió?

Trato de soltarme pero los sollozos me debilitan.

—¿Qué le ofreciste? —el grito retumba mientras pierdo el oxígeno.

—¡Te ofrecí a ti! —jadeo pero sus embestidas cesan poniéndome la piel de gallina—. Ofrecí al cazador.

Silencio.

El ambiente se vuelve espeso, no muevo ni un músculo, trato de no temblar pero me es imposible, aprieto la sábana cuando me suelta las manos y así cómo el miembro se duerme en un instante al siguiente me quiere reventar las paredes.

Su suspiro me rompe el corazón.

—Tuviste la osadía de hacer algo peor que meterte con el bastardo —saca su polla mientras soy presa del pánico. Entierro mi cara en la almohada—. Me vendiste por poder que ya jamás vas a tener y de eso me voy a encargar, Lovely. Te voy a convertir en la basura que pareces ser y lo que te hicieron antes será un juego de niños comparado con lo que te haré. Vas a desear morir. —me jala las caderas hacia él y me embiste cómo una bestia—. Y te voy a hacer sufrir un poco más, maldita infeliz.

Cada palabra se cuela como bala en mi pecho, rebota en mi estómago subiéndome la comida. Trato de entenderlo, sé que habla desde la rabia, se que está enojado, pero tengo mucho miedo. De la nada me empuja contra la cama saliéndose de mí y me gira a encararlo. Grito al ver la daga que brilla en la penumbra y le sujeto la muñeca.

—Lo siento —le tomo el rostro, me tuerce la muñeca en lo que aprieto los labios, tragándome las lágrimas—. Perdóname mi vida, por favor.

—Es muy tarde para disculparse.

—Tayler —niego ahogándome con el llanto—. Por favor. Escúchame, te lo imploro.

Me quita la mano causándome dolor y jadeo al sentir el filo en mi abdomen. «No»

Me avienta hasta casi caer de la cama al momento en que entierra la daga en el colchon. Trato de huir pero me toma del cabello para encararlo.

Tiemblo de rabia, pena y remordimiento porque sé que le mentí pero me duele saber que lo hace con tanto odio que me escanea con repudio. Aparta el cabello de mi rostro, inclina mi cara hacia arriba para que pueda mirarlo a los ojos sin brillo, oscuros y sin alma.

—Ahora quiero verte montarlo —suelta, erizándome la piel.

Trago saliva, tratando de negar y me cierra el paso del oxígeno cuando aprieta sus dedos a mi garganta.

—¡Fue una orden! —el grito me hace gritar con la piel erizada.

Obedezco temblorosa, me alineo al mango de la daga enterrada al colchón y comienzo a bajar. Me empuja hacia abajo, jadeo con las curvas del mango, me sostengo de su antebrazo en lo que me sujeta del cuello, jugando con mis tetas.

El placer crece así como el miedo de su mirada, perdido en su mente mientras aprecia lo que hago. Sujeta mi mejilla... sus ojos fríos caen en mí y se burla.

La sonrisa siniestra se le dibuja, y me obliga a seguir follando el mango en lo que su miembro palpita delante de mí.

—Ni siquiera puedo mirarte a la cara —susurra tan bajo que me parte en mil pedazos.

Pone presión pero sujeto sus mejillas para que me mire a los ojos.

—Confía en mí —no sé cuando dejé de moverme pero mi coño está goteando.

Se burla con ironía, me levanta provocando un espasmo y avienta la daga calvándola en algún lado. Me levanta con brusquedad para ponerme en cuatro y empinar mi cara contra la almohada amortiguado mi grito al sentirlo de nuevo en mi de una estocada.

—Me da asco verte —la sola oración me debilita el pecho.

La lucha me duele, quería dejarlo porque estaba con ella y ahora suplico que me perdone, porque él no me lo ocultó pero yo sí.

—Tay... —el llanto me ahoga.

«Mis hijos»

—¡Contescame! —jala mi cabello con violencia—. Habla o te cortaré la lengua para que no la vuelvas a usar. —el pánico se apodera de mí—. ¿Valió la pena engañarme y venderme? ¿Ese maldito valió la pena?

—¡No! —el sollozo rompe mi garganta pero mi corazón se aplasta—. No lo valió. Escucha...

—Joder —sisea y empuja. El orgasmo se forma y...

Se sale de mí tumbándome sobre mi pecho como una puta más... algo caliente cae en mi espalda, trasero y coño.

—¿Así fue? —inquiere—. ¿Así es cómo te hizo sentir? —aprieto la sábana y no respondo—. No es nada comparado con lo que te odio ahora. ¡Te odio! —me grita sacudiendo mi cabello y el dolor desgarra su voz, no soy capaz de ver la decepción con la que sus ojos jamás me han observado—. ¡Te odio, te odio, te odio! ¡No tienes idea de la puta suerte que tienes por tenerme así! ¡Maldita vil y desleal, y aún no puedo matarte! ¡No puedo! Pero lo haré, no importa el tiempo que me lleve, lo haré. Voy a destrozarte primero.

Pero a mí el pecho me arde de tal manera que apenas puedo moverme. Me folló cómo castigo, pudo matarme por traicionarlo en cambio me humilló y me negó lo que siempre me fuerza a darle más de una vez.

Me jala del cabello para mirarme. Limpia mis lágrimas con su lengua haciéndolo ver cómo un monstruo. Me escupe en la cara.

—Deberías de verte —se burla empujándome a la cama. Se levanta y comienza a vestirse—, pareces arrepentida. ¿Te cansaste de fingir conmigo? Te felicito te había salido bien hasta hoy. No quiero volver a verte. Aún estoy pensando qué hacer contigo. Tampoco has respondido desde cuándo pero vístete, no soporto verte como la basura que eres en mi cama, una cama que compré para ti, pero ya lo sabías porque el año pasado te dije que tenía una cama para bautizarla si te quedabas en noche buena —suspira sonriente—. Que bueno que no fue así. Tener a una mentirosa hubiese sido peor en ese entonces. ¿Sabes que es lo peor? Ni siquiera revolcándote con ese insignificante pudiste salvarte. Fui yo quién corrió por ti y no le importó quedar como idiota. Debería arrepentirme pero no lo hago porque vas a pagar esto como jamás lo has imaginado. Lo que te hice antes no se comprara con el infierno que tengo preparado para ti.

Me duele el pecho y siento que es verdad, lo herí, también sé que tan cruel puede ser con las venganzas, y si sabe de mis hijos pensará que con de Will...

—Aceptaré mi castigo pero necesito hablar con Elton —aparto las lágrimas, componiéndome en la cama—. Se que no me vas a creer ni escuchar pero no quiero discutir contigo. Estás en tu derecho de odiarme...

—¿¡Odiarte!? —me sobre salto cuanto grita—. Eso es tan insignificante como tú y toda tu familia. Los voy a matar a todos, pero esta vez quiero que presencies como desmiembro a tus sobrinos. Yo no te odio Love. Yo no siento nada por ti.

—No me vas a matar —tiemblo encogiéndome en la cama.

Mis bebés no pueden morir.

—¿Por qué no? —se burla.

Y sé que no debería decirlo, sé que es estúpido, pero me duele el pecho, aún tengo la esperanza de que podamos resolverlo.

—Tú me amas —susurro tan bajo que apenas puedo escucharlo.

Aprieto mi vientre al escuchar el vacío de su voz después de su carcajada siniestra:

—Eso acaba de cambiar.

Me levanto poniéndome ropa de un cajón a la velocidad de la luz cuando va a hacia el baño sin mirarme, veo cómo toma una toalla y la moja. «Me va a ahogar», el pánico se cuela en mí.

El miedo me atraviesa como trueno cuando lo veo desaparecer de mi vista. Me alisto con lo primero que veo que es una blusa y bóxer tratando de irme pero cuando abro la puerta y estoy en el pasillo vuelve a salir sin importar que todos estén aún, en espera de mi muerte. Trae la toalla que usa para envolver en mi muñeca y azotarme la espalda con la pared. Atrapo la toalla y se la aviento a la cara empeorando mi sentido de la supervivencia.

—¿Tan pronto te vas y sin decírmelo primero? —me empuja contra la pared, y niego con la cabeza hasta no poder hablar—. Él sabe quién eres, y si sabe quién eres es porque te ha visto, si lo ha hecho, y has salido viva sólo me dice que no sólo se han visto, ¡joder! El problema no es contigo, el problema es conmigo. Porque sabe que la única manera en que podría tenerte es matándome. Así que no te busca a ti, era a mí al que cazaba, y tú te revolcabas con él. ¡Todo el tiempo creí que debí cuidarte de él pero era yo era que se debía cuidar de ti!

—¡Escúchame! —golpeo su antebrazo tratando de que me suelte—. Eso no sucedió así. En lugar de follarme como castigo deberías oírme. Tienes que escucharme. Confía en mí.

—¡No puedo!

Acerca su frente a la mía, exaltado, tiembla contra mí y no puedo evitar sollozar cuando trato de tocarlo y me dobla los dedos, quitándome el derecho que tantos años me ha costado ganarme.

—¡Dime la verdad! —exige sin apartarse, sus labios acarician los míos...—. ¡Dímelo! —suspira negando—. ¿Desde cuándo?

—Desde el exilio —susurro y aprieta su agarre dejándome sin aire.

La furia es palpable cuando su mano lucha por no romperme el cuello, no estoy respirando y lo único que quiero es besarlo y que me perdone.

—¡Suéltala o disparo! —la voz de Elton lo tensa.

—¿Sabías que está maldita estaba dando información? —le grita pero sigue mirándome con ojos brillantes—. Ahora se sabe que el Dragón es mi socio. ¿Cuánto crees que tarden en hacerme una guerra por trabajar con alguien que no pertenece a la mafia Alemana? Con un criminal independiente. El mito.

Niebla está dando vueltas pero no le he dado la orden.

—¡Habría dado todo por ti! —golpea la pared al lado, rabioso y temblando. Cierro los ojos tratando de respirar—. He dado todo por ti, joder. ¿Cómo diablos me engañaste? Después de todo ¿Por qué diablos me lo ocultaste? Pero debería haberlo previsto, me engañaste cuando cambié las reglas y sacrifiqué mi vida cuando tú te revolcabas con el bastardo. Me mentías cuando yo hacía la guerra para que vivieras pero me equivoqué de enemigos, todo el tiempo la alimenté, la arropé, le di a mi familia, mi vida y confianza mientras me apuñalaba por la espalda. Mísera rata.

—¡Escúchame! —trato de llamar su atención, sé que le duele pero le duele más que no le haya dicho—. Por favor. Mírame, Tay. Lo hice para sobrevivir —me tiembla la barbilla con las lágrimas destrozandome el alma—. Tayler... yo... yo. Yo no podría porque...

—¡Lárgate! —espeta soltándome con violencia. Sostengo mi cuello y mi cuerpo es una gelatina que trata de tomar aire—. Te daré exactamente diez minutos para que te largues con ese maldito o con quien desees revolcarte ahora. ¡Después de todo! Eres... todo esto por ti... ¡LÁRGATE! —empuja una puerta y entierra el puño rompiéndola y comienza a hacerla pedazos—. MALDITA... maldita, maldita. ¡Mentirosa!

Retrocedo al ver cómo la madera se hace polvo en sus manos. Está con el cabello revuelto, lleno de sangre por, escombros, furioso, sudando y se que le duele. Yo era su alma, y le demostré que era una mentirosa.

—Mami, no —la voz de Eliot me hace mirar la brecha y él está allí.

Cruza la madera como si jamás hubiese pasado nada, trata de correr hacia mí pero Tayler lo detiene enterrándome otro puñal.

—Ella no es nada tuyo —dice y la cara de confusión de Eliot me parte en llanto. Trata de zafarse pero no lo deja—. Nos traicionó, le dijo al enemigo como destruirnos y te puso en peligro. Eligió a otro antes que a ti.

—¡Tayler, cállate! —trato de acercarme pero mi niño tiene los ojos brillantes—. Cariño, no...

Todos me miran pero no me importan. Es Eliot el que me ve desde el suelo con las manos temblando.

—Mami...

—Mi amor yo...

—¡Dile que vendiste a tu familia! —grita y Eliot retrocede de mí—. No esos que te venden. Estos de aquí —extiende los brazos señalando el pasillo donde están todos mis amigos mirándome escépticos.

—Eso no es así, mi amor —trato de acercarme a Eliot y retrocede hundiéndome en el vacío.

Tomo aire desesperada, aparto el cabello de mi cara porque se pega con las lágrimas.

—¿Estabas con el enemigo, ma...? —no dice la palabra pero no merece que le mienta así que en señas pero Alemán le dijo que .

La cara de Eliot me parte por la mitad porque niega y aún así trata de llegar a mí.

—Ahora corre —suelta Tayler poniéndome a temblar—. Te voy a cazar, y será para colgarte como trofeo en mi pared. ¡AHORA!

Las frases me hacen estremecer, cierro los ojos preparándome para una bofetada que no llega. Al abrirlos está observándome con las respiraciones más profundas y desordenadas que he podido apreciar. Eliot sale corriendo con los ojos rojos.

—Elio...

—¡Lárgate! —ruge y tiemblo tomando a niebla.

Elton lo empuja y me mira pero ya no quiero esto.

—¡Habla o lo digo yo! —me pide tomándome del brazo.

—Prefiero morir...

Me zafo y Tayler prepara su arma mirándome.

—¡Da gracias que no te entrego con esos malditos que te meterán en un hoyo negro! —se burla rabioso—. Vete de aquí antes de que te destripe cómo lo hice con esas malditas, sabes lo que les pasa a las malditas ratas. Quisiera jugar la ruleta pero es un juego muy piadoso para ti. Tendrás 10 minutos de ventaja.

—Gracias, señor —contesto con rabia.

La piel se me eriza abriéndome los poros y tomo a niebla del collar para avanzar.

—¡Love, dilo! —Elton se frustra—. No puedo hacer nada, no puedo romper acuerdos.

—No —digo para él.

—¡Que te largues! —Tayler me toma del brazo jalándome por el pasillo.

Me suelta aventándome hacia las escaleras, y resbalo antes de tomar el barandal, trato de sostenerme pero pierdo el equilibrio y la vida se me va en un suspiro.

Unos brazos me rodean regresándome el aliento. «Mis bebés», es lo primero que pienso.

—¿Estás bien, niña? —Petee me toca la cara y lo aparto asintiendo.

—¡Lárgate de aquí! —grita y me toma de la mano.

La rabia recorre hasta la última célula de mi cuerpo y no controlo mi mano cuando se impacta contra su mejilla con la bilis enviándome al hoyo de lava.

—¡No vuelvas a tocarme nunca más! —le grito con las lágrimas deslizándose por mis mejillas—. ¡Me voy a ir, Tayler y te vas a arrodillar! Lo juro y no va a haber un día en que ruegues haberme escuchado.

—Tuviste un año para usar la lengua, presa barata —su voz es un agudo dolor contra mi pecho y espalda pero sólo, asiento ante sus ojos.

Se da la vuelta acomodando el revólver en su cinturón de armas y así mismo veo su espalda dirigirse a un pasillo en lo que el pecho se me hunde.

Petee me ayuda a bajar las escaleras. Las anginas me duelen más que nunca, por un segundo deseo haberme caído y morirme con mis bebés. Pero los amo más que a nada, y prefiero luchar contra un monstruo que perderlos.

Giro un poco y allí está en el pasillo, desconozco la furia que hay en su rostro, la oscuridad de su mirada me indica que está apunto de matarme pero me largo, no lo quiero volver a ver jamás. Jamás en mi maldita vida.

Bajo con todos los ojos clavados en mí, incluso Matthew...

—Me voy con ella —dice él. Camina como puede y me alcanza.

Nadie se opone, ya me harté de todo, sólo quiero acostarme en cama y no salir jamás.

Petee saca algo de su bolsillo y me entrega el control de un auto.

—No puedo sacarte yo mismo pero llévate mi auto —me dice—. Ve a la fortaleza de Elton, estará abierta para ti.

—Gracias.

Matthew espera conmigo, y subimos al auto con niebla. Conduzco por toda la maldita propiedad con los mocos y las lágrimas nublándome pero el miedo.

No habla y lo agradezco, así es más fácil ocultar mis lágrimas.

Tampoco dice nada cuando llegamos a la fortaleza que me abre paso cuando escanea mi rostro. El pecho se me comprime y estaciono el auto.

Me tiemblan las manos y salgo del auto para sacar a niebla con el frío me recorre como un maldito rayo... una arcada me dobla con las lágrimas se me atascan.

Me repongo y sólo veo a Matthew escanearme sin decir nada.

—¿Estás bien? —suelta finalmente.

—¿Por qué vienes conmigo? —lo corto ahogándome.

—No parecía que alguien más fuese a hacerlo.

—Pues gracias —suelto y camino hacia la casa.

Abro con el código y paso dejándolo atrás.

—¿Eras tú? —dice replicando los dedos en su estómago.

—¿Para que preguntas algo que ya sabes?

—¡Porque quiero la verdad! —grita aventando el bastón—. Estuve meses contigo, soportando engaños, mentiras e insultos por parte de ese tipo que acaba de echarte. Merezco que me seas sincera, y me expliques porque se supone que soy un agente y no un tonto que se enamoró de la mala. ¡De la mujer que debía encerrar! ¿Y que hice? Me acosté con ella, me entregué aún sabiendo que mentía.

—¡No te pedí que lo hicieras!

—¡Lo hice de todas formas! —retrocedo cuando se acerca—. Lo hice porque te amaba, así como tú amas al idiota que te sacó como basura.

Me tiemblan las manos y apenas me doy cuenta que estoy echa un mar de llanto. Acaba de echarme de su vida por primera vez en ocho años. No soy la niña que salvó. Soy la mujer que lo traicionó.

Está con alguien a quién no trata mal, deja que esté cerca y la pone a salvo. No la insulta y no ha intentado tocarme después de echarme como basura. «Y está con ella sabiendo quién es»

Sabe que es una Lombardi... la cabeza me punza y la nariz me arde así como la frente me arde... la imagen de la mujer castaña en mi secuestro...

«—Shhh —susurra peinando mi cabello—. No vuelvas a gritarle a Roko. Podrían abusar de ti.»

Me siento en el sofá y él suspira mirándome. No va a amar a mis hijos, si es así creerá que son de otro. Me tengo que ir y comenzar una vida con mis bebés.

—Después de sobrevivir de las garras de Andersson busqué a una red criminal que trabajaba en conjunto con la rebelión —empiezo y niebla se sienta en mis pies. Empiezo a contar como los llamé y como intercambié información sobre el vikingo para poder obtener el paradero de mis agresores—. Una vez en la web roja me hice de fama, subía una rosa cada vez que mataba a alguien. Salía en las noticias y ya sabían que era yo. Rebelión jamás se dejó ver por otros, pero necesitaba acceso a Londres y le dije cómo, sabía adónde estaría. Sus hombres debían protegerme si algo salía mal, y ahora me quieren porque saben que les daba información para que se mataran entre sí. El vikingo igual, pero ahora están detrás de mi hermana como objeto de acercamiento.

Suspira y me toma la mano.

—Saben que iras por ellos —me dice y asiento.

—Por eso están bajo protección y no quiero que eso cambie, no puedo ponerlos en peligro por sus hijos —le explico—, pero si desea estar con tu familia lo entenderé. Sin embargo, yo no me arriesgaré por ellos, así que prefiero irme que tener que estar allí.

—Siempre estaré para ti, Love —acaricia mi mejilla—. ¿Quieres hablar sobre algo más?

Es un hombre inteligente pero entre menos personas sepan mucho mejor. Menos riesgo corren mis bebés. Necesito idear un plan pronto.

—No.

Se va al dormitorio y yo me quedo viendo las noticas por dos horas consecutivas, esperando que la alarma de la casa se active detectando a un Bugatti negro pero eso jamás pasa y la decepción me envenena.

Busco en la habitación de Elton ropa de Ellie y encuentro un uniforme que me coloco para estar preparada.

No sé cuando me quedo dormida pero el sueño me vence adormeciéndome los sentidos...

—¿Embarazada? —se burla—. ¿De quién? Seguramente mío no, esos bastardos que traes en el vientre quedarán entre mis manos hasta que me digas la verdad.

Retrocedo con ayuda de niebla y el acantilado amenaza con absorberme.

—Juro que son tuyos, tienes que confiar en mí.

—¿¡Confiar en ti!? —saca una daga de su cinturón—. ¿A qué me llevo eso? Eres una maldita mentirosa y esos bastardos jamás serán míos.

—¡Por favor! —no logro articular más, lanza la daga que se clava en mi abdomen, llevo las manos temblorosas al dolor ardiente y caigo al vacío con un hueco en mi estómago al ver cómo se me escapa la vida...

Despierto en un jadeo, sudando, y horrorizada... la alarma de la propiedad se activa y con ellos mis sentidos. Me levanto del sofá, busco el arma de Elton que siempre tiene en la cocina de sus casas, regreso a la sala encontrándome a Matthew con niebla en la pantalla de seguridad donde no vemos absolutamente nada.

—¿Ves a alguien? —inquiero.

Niega, pero niebla está como loca arañando la puerta. La casa está hecha de cristal blindado pero un impacto como las armas del dragón harían un daño certero.

—Quédate aquí y avisa a Elton.

—No puedes salir —me trata de frenar.

—Avisa a Elton —le pido entre dientes.

El miedo recorre mi piel, los sentidos se me disparan y me recuerdo quién soy. Mis hijos me hacen fuerte, por ellos es que voy a vivir y luchar. Tomo unos cuchillos y los meto en mi cinturón. Dejo a niebla adentro para que cuide a Matthew.

El frío de la noche me hace resoplar.

Avanzo hacia la zona verde, no hay un maldito hombre. Elton no tiene seguridad porque este lugar se supone que es un maldito búnker, nadie entra o sale de aquí a menos que sea conocido, pero ahora ya no pienso con la cabeza y si alguien llegó lo voy a matar.

La sombra de una mujer en la penumbra me endereza, tiene una capucha y...

—La viuda negra —saborea—. Me dijeron que eres invencible, hablan de ti como el terror de los continentes. Matando a hombres por gusto, armando disputas y rebanando cuellos sin ningún remordimiento. Jugando con mafiosos para que se maten entre sí. —se ríe y enarco la ceja—. Yo te veo bastante asustada.

—No soy yo la que se oculta.

Camina hacia mí, una mujer delgada, deja ver su cabello negro azabache una vez se quita la capucha y sus ojos ambar impactan con el metal de los míos, me congelo por un instante pero lanza una estrella china que esquivo.

Hija de puta...

Se viene a mí a los golpes y la recibo llevándola al suelo, me aplica una llave, bloquea mi mano y me impulso para invertirla. Rodamos por el pasto, saca una cuchillo de los míos y trata de apuñalarme la cara. La empujo con los nervios carcomiéndome.

Se levantan y hago lo mismo de un salto... me arrastra por el pie y le doy una patada tirándola al suelo, me lanza una patada al abdomen una vez estamos enfrente y la evito llevándola al suelo.

«Con mis hijos no, maldita loca»

La tiro al suelo, le rozo el muslo con el cuchillo para arrancarle un grito, golpeo su cara cuando me tuerce la mano, y saco el arma apuntándole entre los ojos. Jadeo tratando de recobrar el maldito aliento...

Se comienza a reír y frunzo el ceño cuando veo sus ojos. Un Ambar brillante, anaranjado, sonrisa mordaz y...

—Hermanita.

—¿Jossie?

Me abraza y me quedo quieta.

—Vengo a avisarte que escuché como vienen por ti —susurra—. Eso escuché entre comentarios de los invitados.

Me levanto y sonríe. No creo en Jossie pero necesito ayuda para salir de aquí.

—Vete —exijo—. Te pido que te vayas, no te quiero cerca de mí.

—Sólo...

—¡Que te largues! —el pecho se me comprime y tomo mi teléfono.

Escribo un mensaje sin perderla de vista.

Yo: Necesito un aeronave en modo sigilo.

Damon: Sólo tengo uno.

Ubicación adjunta.📍

—Yo sólo quería que supieras que odio que creas que yo tengo algo que ver.

—¿Adónde están tus maridos? —inquiero.

El aire está espeso, me cuesta respirar.

—Carsten en la fortaleza con Dominik —resopla—. Hice lo que debía para sobrevivir. Lee era bueno y muy atractivo pero tenía una fijación por mi hermana pequeña y se quiso conformar conmigo. No me gustó, aún lo veo...

—¡No me importa! —le aclaro—. Quiero que te largues, Josselyn.

—Te juro —trata de tocarme y le apunto con el arma—. Déjame ayudarte a escapar. Rebelión te quiere, lo conozco, no va a parar. Tabatha me dijo que Andersson quería hablar con él para asociarse y atraparte. ¡Estoy de tu lado, créeme!

—No quiero saberlo prefiero la vida de todos antes que la mía.

—Me queda claro —espeta—. Ese hombre que traicionaste, mató a mi hijo delante de mí por lo de tu suegra. Lo traicioné y pagué, me ahorro el sentir que también te quitará la vida. No quiero perderte.

Niego mientras aprieto los dientes. El sol saldrá pronto, y debo salir de aquí.

—¡Sube al auto! —le ordeno.

Hace caso mientras busco unas esposas de la cajuela. Voy hacia ella en el asiento de copiloto.

—No es...

—Estoy teniendo un día de mierda, así que mejor cállate.

Pongo las esposas y emprendo camino con ella hablando sobre estupideces que no me interesas. Se que Matthew estará bien con Elton, pero yo saldré de aquí.

Trato de alejarme de toda la guerra mientras me desplazo por las calles de Londres. El frío me cala la piel, y veo el jodido amanecer casi como una maldición. Aún no ilumina pero puedo apreciar la claridad.

—Carsten me salvó de la jerarquía —me cuenta mientras tomo una desviación rocosa—. Me enteré lo que te sucedió pero no podía salir, mi madre dijo que estabas bien y no tenía sentido salir. Más tarde quise ayudar, y me di cuenta de que estaba con tu suegro. Mi madre dijo que estabas enamorada y le creí.

—Mi madre no tiene una jodida idea del amor —escupo.

Acelero hasta perderme en lo boscoso y determino un aeronave en una pista en medio de la nada. Suspiro y la dejo allí. Tecleo mi teléfono para llamar a Damon que responde al tercer pitido.

¿Todo bien? —inquiere.

—Sí, sólo no le digas a nadie.

—Te alcanzaré —susurra y corto.

Trato de ver si puedo llevarme algo de utilidad pero no hay nada.

—¡Déjame ayudarte! —grita—. Si me dejas aquí me van a matar...

Mi teléfono timbra y me paralizo llevando la mano a mi pecho.

«Jesús»

—¿Sí? —respondo temerosa.

—¿Cuando me lo entregarás, viuda? —su voz es casi un lamento.

—Will...

Escucho su resoplido.

—¿Nunca lo ibas a hacer, no? —se burla—. A cambio destruiste mi red criminal, mientras te ayudaba a atrapar a los que te destrozaron, tú me destruiste a mí, y sólo te pedí algo. Quería que me lo entregaras tú.

—Sabías que no lo haría —el silencio a través de la llamada me eriza la piel.

—Sí, lo sabía...

Trato de hablar pero me cuelga y un impacto me hace retroceder cuando el fuego acaricia mi piel debido al misil que impacta contra mi escapatoria.

El corazón me cae al suelo. Veo mi teléfono y lo tiro al suelo haciéndolo pedazos. «Localizador» el siempre me daba mis teléfonos. ¿Cómo lo puso sí este no? ¿Me espiaba?

—¡Corre! —me grita Jossie.

No pierdo tiempo cuando veo al hombre salir dentro básicamente el fuego con una bazuca.

«Todo este tiempo», digo subiendo al auto.

Acelero y un impacto cae cerca haciendo que me barra con el auto.

—¡Oprime ese botón! —le ordeno a Jossie.

—¡No puedo! —jala las esposas pero no puede, y otro impacto hace que el auto se levante de un lado.

Acelero y me estiro para tirar con tanta fuerza que mis dedos gritan cuando el metal se entierra en ellos.

Tomo el volante desviando el siguiente impacto, Jossie presiona el botón rojo y la metralla de atrás comienza con la ráfaga de disparos que me hacen escapar.

«El idiota de Will se enamoró», casi me burlo.

Pero esto le pudo costar la vida a mis hijos. No le diré a Jossie, ni a nadie más.

—Dios —suspira—. Por eso odio la mafia.

La miro y acelero porque me dió mucha hambre y si voy a morir espero que mis bebés sepan que mamá los consintió hasta el final.

Sé que mi final se acerca...

Freno en seco cuando una pantera se me atraviesa en el camino y se sube al capot.

—¿Niebla? —salgo y salta para que la abrace—. ¿Venías por mamá? Te amo.

Niebla le ruge a Jossie pero el ordeno que no y la meto al auto.

Esta entrenada para encontrarme y lo hizo, me pregunto cuánto tardará un cazador en hacerlo.


Nota:

¿Cómo están? ¿Qué les parece?

Este capítulo se publica debido a que una de nuestras lectoras cumpleaños.

@Perl_cruz Feliz cumpleaños. (Espacio para felicitarla)

No sé cuándo actualizaré de nuevo. 15 probablemente y comenzamos con nuestro ritmo semanal.

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