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Capítulo 51

Hola, hola. Bienvenidos a la tercera fase A, oficialmente.

Les doy gracias de antemano mood leerme y llegar hasta aquí.

*espacio para aplausos*

Espero podamos llegar al final. Y por cierto, no olviden votar y comentar.
👍🏻
⭐️

Ayudarían mucho a la historia, no suelo pedirlo pero ya nos despediremos de la saga, creo que lo merece.


Tayler Aragon.

Pies sobre la tierra.

Escucho lo que dicen del otro lado de la línea mientras doy dos caladas a mi tabaco para beber de tres tragos vaso de ron al levantarme por el estruendo que da la puerta de mi despacho.

Diviso al calvo que viene con Rose y cuelgo la llamada con el Lombardi menor.

—¿Qué diablos haces? —espeta rabioso—. ¿Una guerra es lo que buscas?

Me giro aburrido.

—¿Por qué te alias con los italianos? —me empuja—. ¿Se te olvida lo que le hicieron a tu mujer? ¡Te vendiste!

Rosemery interviene.

—¿Qué diablos haces? —me mira.

—Yo sé lo que hago y Lovely no está conmigo, tampoco es más mi mujer —les aclaro—, Isabelle será la que me dé un heredero y no veo porque debo estar atado a algo que no me dará lo que necesito.

Rosemery me repara y el Yakuza se burla asintiendo. No sé si me creen...

—Supongo que firmaste —dice.

—En la mafia no hacemos esas estupideces, la jerarquía ya no me controla y la aristocracia no tiene nada que ver —les aclaro.

—¿Qué pasa con el clan de los calaveras? ¿La rebelión?

—No me interesa hablar de mafias que no están mezcladas con mis asuntos y si me haces el favor de largarte porque viene el líder del clan Serbio —escupo.

—¿Ahora te meterás diamantes por el maldito culo? —espeta rabioso y respira—. No me hables a menos que sea para un puto negocio.

—Jamás lo he hecho con un lucro diferente.

Rosemery se queda parada mirándome mientras el Yakuza se larga.

—¿Qué? —frunzo el ceño y apago el tabaco con el licor.

—¿Realmente la dejarás por la familia que mató a su hijo?

Nuestro.

—No tengo interés en esa mujer y tampoco en meterme a esa situación de nuevo —le digo—, me sirvió pero ya no...

La cara apenas se me cantea pero el cabello se me mueve cuando cae una bofetada de su parte. Me burlo y niego en busca de paciencia. Tomo la pistola y aprieto la cacha.

—Cuida cómo me pegas, Rose —acorto espacio—, no soy el Aragon que conocías y también me conoces. Vuelve a pegarme y tendrás una mano robótica.

—Jodidamente lo noto y espero que ella también, porque prefiero tener una mano de fierro, para poder romperte esa dentadura perfecta.

No sé cuando regresa pero ahora no quiero saberlo, sinceramente no puedo lidiar con ella ahora.

Se largan y me concentro en la llegada del serbio en helicóptero, elijo los diamantes. 15 millones por ellos, y el trato ser cierra. La última vez que hice trato con él casi me pide que entregue a mi mujer.

Cuando salgo de mi casa ya está en una mesa de jardín junto a la piscina que tiene la forma del cuerpo de la única mujer que debería tener aquí. El clima no es bueno pero noviembre está siendo amable dado que apenas comienza el clima favorito de mi mercurio.

—Supe lo de tu arreglo —dice Draco.

Lo escaneo desde arriba y desabotono mi saco para sentarme. Trueno los dedos para que traigan algo de beber.

—¿Sobre?

Sonríe y a lo lejos veo a Félix correr cuando llega su relevo. Seguro va a ver al novio. Miro mi reloj para percatarme de que son las cuatro y está casi anocheciendo.

—La asociación con los Lombardi, están creciendo en el imperio del tráfico —dice y se levanta—. Un gusto hacer esta entrega, es más bien un regalo de bodas.

—15 millones no me suenan a un regalo de bodas.

—Puedo hacer otra reliquia, sabes que mi familia ha sido la fundadora de las reliquias. Puede que la tuya no, pero las demás sí.

Se me retuerce el estómago y la bilis se me dispara.

—Buen viaje —digo señalándole el camino.

Sus hombres lo acompañan y no sé porque reviso mi teléfono.

Todo me sabe a mierda, me duele la cabeza y el asco me abruma con un desespero incontrolable. Me traen una botella de ron así como el tabaco. Recibo el mensaje de Lombardi.

Lombriz: Isla Cuervo.

Yo: Ok

En dos semanas cierro el trato de acceso a la isla cuervo. Isabelle aparece y se sienta a mi lado viendo cómo se larga ese maldito en su helicóptero.

Así paso la última jodida hora y la ama de llaves me trae la comida que apenas pruebo.

—Habló el Rey, dijo que te espera para firmar el contrato —dice—. ¿Esto que es lo que te da?

—Inmunidad.

—Pero una vez de su lado nadie puede meterse contigo —dice preocupada—, cuando sepan que te respalda nadie se querrá acercar. Eres el líder.

—Lo soy y por eso lo hago —le digo y resopla.

—Iré a una fiesta del club Yakuza, lo mejor es que me vean en esos lugares, para que vean que ya administro los negocios socios.

—Cómo sea.

Se levanta y me trata de dar un beso en mi mejilla pero lo evito, pasea la mano por mi hombro y me mira con ojos de ciervo.

—Podríamos intentar —dice pero le aparto la mano que me incomoda.

—Déjame solo y dile a Félix que pase por ti en unas horas para que te vean —me levanto haciendo retroceder—. Y, no me toques.

—Claro —sonríe y se marcha pero yo trato no buscar a la persona que quiero llamar.

Para el mundo yo tengo un collar en el cuello, para ellos a mí me controlan, tengo una correa porque según ellos tengo una debilidad, eso casi me cuesta el puesto como líder, los calaveras se hacen fuertes y la rebelión arrasa con todo. Presiono el botón de llamada provocando cierta comezón en mi tórax.

La rebelión tiene información sobre mí, mis socios y lugares de tráfico importantes. Me ha jodido más de una embarcación y no sé de donde llega el golpe.

La jerarquía me tiene entre ceja y ceja. No puedo deambular por la ciudad a menos que lleve guardia real, estoy en la mira, y eso es justamente lo que quiero.

Tomo el teléfono porque no aguanto el desespero y de repente...

Estimado emisor, el receptor se encuentra inhabilitado —informa la operadora—. Intente nuevamente pidiendo al receptor que le permita la interacción o verifique su marcación.

El pecho se me comprime y aprieto el teléfono inhalando ácido. «Me bloqueó»

Saco la caja de terciopelo y abro para mirar el artefacto. Lo vuelvo a meter porque le doy vueltas y vueltas sabiendo que al final debo hacer lo que tengo que hacer pero esa mujer no me responde, me desequilibra los sentidos, parezco un hombre común.

Carsten llama pidiéndome una reunión con Isabelle para que conozca a su nieto bastardo que nació hace unos meses. Cómo si fuese jodidamente normal que es su nieto.

Dominik hace lo mismo pero lo ignoro.

Me baño y arreglo para largarme al complejo de la aristocracia. Lo primero que veo al llegar es a la bola de vagabundos cubriendo la zona como perros, incluso el agente ese que creí se había muerto de alguna manera pero parecen inmortales los lame vagina.







Lovely Walker.
🥀🕷️



El vuelo se me hace eterno porque tengo muchas ganas de llegar. Me ahorrro el papeleo y el chequeo a la entrada de un complejo gigantesco de cristal que adorna lo que antes era la jerarquía, todo está remodelado. El jet aterriza y siento que las lágrimas me atrapan cuando veo a mis amigos firmes en la pista de aterrizaje. Los motores se apagan y cuando el piloto abre la puerta paso corriendo, salto hacia ellos.

Petee, Ellie, y Matthew están aquí, sollozo aferrándome a ellos aunque el frío se peor aquí y Ellie me besa la mejilla. Petee me carga y me aferro todo lo que puedo a él.

Cuando me baja, Matthew no para de escanearme, me voy contra él abrazándolo, me rodea y casi grito de emoción.

—Creí que habías muerto —dice aferrándose a mí—, cuando no podía verte lo creí.

—¿El gato de Schrödinger?

—Sí... sí —suspira.

—Buenooo —habla Ellie—, no pudimos traer a Eliot por algunos cambios pero te envío un video y ya sabes que Petee mantiene el álbum repleto para ti.

—No puedo esperar —suspiro y acepto la maleta que me entrega el piloto.

—¿Hiciste pilates u algo? —inquiere Ellie pero niego—. Tienes un trasero de infarto.

—Oh, es que normalmente cuando estaba en combate caía de trasero —bromeo.

Se carcajean y Matthew me ayuda con la maleta mientras nos encaminamos hacia el complejo.

—Es nuestro día libre —dice Petee—, y no sé qué comías allá pero estoy seguro que no hamburguesas de Carl's Junior así que obviamente tienes un festín.

La saliva se me vuelve agua.

—Oh, Dios, sí —me relamo los labios.

Subimos al elevador y aprecio el hermoso lugar, todo es cristal y puedo ver a la gente uniformada que deambula, yo era una de esas...

El elevador se abre y visualizo al hombre de traje negro con una insignia que reconozco. Busco en todos lados quizá con la estúpida esperanza de verlo pero no, sin embargo, eso no quita lo feliz que me haga sentir.

—Señorita —Félix camina a paso rápido y corro para abrazarlo con fuerza—. Eliot está bien. Le manda muchos besos.

—Lo sé —respiro hondo y me separo—. Gracias por venir.

—Sólo quería verla, señorita y déjeme decirle que se ve muy hermosa.

—Y buenísima —escucho la voz de Elton y giro para ver qué viene a mi izquierda con uniforme real, corona de zafiros pequeña y perfectamente peinado—, que dichoso soy.

—¡Elton! —lo vi hace tres semanas y días pero no aquí, y por eso corro hacia él llenándolo de besos—. Te perdono sólo por ahora.

—Genial me encanta —me zangolotea y deja en el suelo—. Te ves radiante, incluso más. ¿Qué hiciste?

Lo golpeo por idiota.

Los demás se colocan a mi lado.

—Estoy muriendo de hambre —rompo el silencio incómodo—, así que, a menos de que el mundo se vaya a acabar les sugiero que me vayamos pero ya por mis hamburguesas.

—¿Les parece si nos vemos después de la reunión? —dice Ellie—. Debo ir a ver al bebé, pero en unas cuatro horas vuelvo.

—Claro, haz lo que debas —me despido de beso en la mejilla—. Ya quiero ver a ese hermoso angelito.

—Ya da sus primeros pasos —el brillo en sus ojos martirizan mi pecho.

—Yo sí me quedaré —avisa Petee, salgo de la nostalgia y asiento—, necesito una jodida hamburguesa.

—No soy fan pero una hamburguesa suena perfecto —dice Matthew.

El matrimonio se despide a besos de lengua y una nalgada.

—Claramente ustedes pagan porque si no quedaré en la quiebra —se queja Elton y le pego en el estómago sacándole una carcajada de dolor.

Nos vamos al comedor después de dejar mis cosas en mi habitación. Huele a nuevo y es hermoso.

A lo lejos determino a un soldado tratando de controlar a la pantera que corre hacia mí. Me muevo del comedor para alcanzarla, me derriba al suelo y lame la cara.

—También te extrañé, hermosa —le hago cariños—. ¿Cómo se portó el tío Elton contigo?

Me levanto.

—¿Ahora soy tío de una felina? —dice con papas en la boca.

—Una muy hermosa —le suelto, señalándolo con el dedo.

Busca la manera y se mete debajo de la mesa para acomodarse en mis piernas y me lame el estómago. Pasamos los minutos comiendo y poniéndonos al tanto de todo.

—He oído que tú y Damon tienen algo raro —me burlo de Matthew que se atraganta con su botella de agua.

Elton se burla y Petee niega divertido.

—No, no —aclara la garganta—. No hay nada... sólo vamos a clubes juntos... separados. Me enseña.

—Apuesto a que sí.

—Matthew es muy tierno —dice Elton...

—¡Pumpkin! —un grito hace que me levante.

Niebla se pone a la defensiva y veo a Damon completamente vestido de negro como normalmente, escaneándome como si quisiera atravesarme y no sé de qué forma.

—Damon —digo sin aliento, salgo ansiosa hacia él y lo abrazo cuando me rodea la cintura levantándome del suelo.

Hasta a él lo extrañaba. No podía ver a nadie más.

—Calabacita —susurra oliendo mi cabello—, te ves jodidamente hermosa, buenísima, joder.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando me baja al suelo.

—No podía esperar al juicio para verte...

—Ah, que felicidad —se levanta Elton y niebla sigue rugiendole Damon—. Todos los exes reunidos aquí.

—No haremos urgía —ruedo los ojos.

Me siento nuevamente así como Damon.

—Que manera tan fría de llamarle a la demostración de afecto en grupo —se indigna.

—¿Qué juicio? —inquiero, ignorando a mi amigo pervertido.

Petee me pasa las papitas y le doy el juguete a niebla para que lo muerda.

—Dios, necesito ir a la playa —sigue Elton ignorándome.

Damon come papitas y Matthew está en el teléfono.

—Sí, deberíamos ir el fin de semana —dice Petee.

Rasco mi entrecejo y vuelvo a lo mismo. «¿Playa en invierno?», sólo que se quieran congelar las bolas.

—¿Alguien va a demandar al presidente o qué? —espeto.

El pecho me da un vuelco cuando todos se callan.

—Como crees —niega Elton comiendo papitas, se atraganta y medio habla—, es cosa de negocios.

—Sí, negocios —Damon besa mi mejilla—, debo volver a la guardia. Nos vemos mañana.

—Sí, es verdad —Matthew se levanta—, tengo que reunir unos perfiles que me exigió Rogers. Ahora que trabajo con la realeza mis deberes son distintos.

Petee lo imita.

—Debo ir con Elleonor.

Pero qué mierda.

—¿Qué diablos...?

—Te quiero —Elton me da un beso en la mejilla.

—Duerme, probablemente trabajemos juntos, y puedes ayudar para que no te aburras —me dice Matthew.

Trato de saber que carajo pero de la nada los cuatro hombres se dispersan en las distintas líneas cardinales. Resoplo pasando las manos por mi cara y recojo la comida para llevarla a mi habitación. Niebla me sigue y llegando se sube a la cama.

Dejo la comida en la mesa y me voy a la ducha después de encender la televisión. Escucho las noticias de los últimos meses mientras disfruto de la bañera con la puerta abierta.

Veo imágenes de las últimas guerrillas entre las tríadas de los Yakuza y la Bratva. Han estado peleando zonas de tráfico, y más bien para ver qué clan es más fuerte y quién toma el mando. Los acuerdos con la jerarquía han declinado y eso implica al los clanes de la pirámide fuera de inmunidad, todos luchan con todos, se asocian con todos. Excepto los alemanes o por así decirlo el líder.

Aragon se mantiene y aunque no se publique lo saben.

En los últimos meses la mafia ha obtenido territorio, los polacos e italianos hablan sobre alianzas. Las alianzas se forjan y los líderes nacen.

El soberano Makris ha conseguido un trato igualitario en honor a la armonía, hablando con el líder de la pirámide que se ha negado a dar la cara, nos ayudó de derrotar al hombre que se infiltró y mató a más de un miembro de la jerarquía, volviendo a una de las protegidas de la mafia adicta a su droga experimental.

Se han habido avistamientos de clanes alemanes e italianos.

El líder de la mafia alemana ha dirigido una de las masacres más aterradoras en la última década, eliminando a un clan completo de la rebelión. Se espera respuesta del cartel más importante de México.

Una deuda de sangre.

Mis oídos se agudizan y me paralizo en toalla frente a la televisión.


Hace tres semanas hubo una reunión entre la mafia y la aristocracia, poniendo límites y liberándonos de la esclavitud que es tener a la mafia como aliada.

Supuesta asociación y cambios de propiedad.

Lovely Walker será libre por fin. Larga vida al rey. Bendecidos estamos o realmente es una nueva guerra enmascarada de bandera blanca.

Una foto de Elton aparece como rey, representa honor mientras que al lado hay una foto con signo de interrogación. Un hombre al que le da la mano y se quién es.

El pecho se me comprime pero niego con la cabeza. Respiro hondo sentándome en la cama, tomo mi teléfono mirando su número, no me ha escrito, no me ha mandado un mensaje con Félix, no me vino a ver. Lo bloqueé temporalmente con la intención de que viniese a mí, pero no lo hace.

Paso la siguiente hora esperando a que me llame o recibir algo pero no pasa y eso hace que me arregle con un vestido, me pongo zapatillas y pongo la cadena de niebla. Yo necesito explicaciones y esta vez no me voy a conformar.

Bajo la última planta del complejo percatándome de que el área está rodeada. Sin embargo, salgo cuando me doy cuenta de que son los hombres de ese mentiroso.

—Hola, guapos —sonrío y me escanean—. ¿Qué? ¿Luzco mal?

—Le pido que se retire, señorita, no tiene permitido entrar o salir del área —habla uno de ellos.

No lo conozco.

—¿Adónde está Tayler? —lo ignoro y miro a uno que si conozco.

—No tengo permitido...

—Viene la señorita —dice el primero y los demás se ponen firmes.

Niebla se inquieta y quedo estática cuando veo a una mujer de piel porcelana entrando con gafas de sol, vestido ceñido a sus curvas y cabello castaño.

Quita los lentes y me escanea.

—¿Qué haces aquí? —dice cómo si fuese un fantasma.

Miro sobre mi hombro pero aparentemente me habla a mí.

—La esperan en la sala, señorita —dice uno de los guardias reales.

—Claro —sacude la cabeza y se larga.

No me huele bien esto. Miro a los guardias y entrecierro los ojos.

—Me decepcionan —digo indignada y sigo con cautela a la mujer que obviamente va hacia dónde están todos esos mentirosos.

Dejo que me guíe desde lo lejos sin que me noten y freno cuando entra a una área cerrada. Me pongo de cuclillas con niebla y le quito la correa.

—Corre —ordeno.

Abre las puertas y corro hacia ella fingiendo acaloramiento. Cuando cruzo un guardia le apunta cuando ella parece querer cazarlo.

—No es necesario —le digo—, yo puedo controlarlo.

—Aleje al animal de aquí —exige—, puede hacer daños colaterales.

Me acerco a él con cautela cuando baja el arma.

—Tranquilo —le doy la espalda. Me inclino y pongo la correa. Ladeo la cabeza sobre mi hombro—. Listo.

Lo atrapo viéndome el trasero. Me levanto y resoplo. El vestido me va bien.

—Gracias.

No responde pero aprovecho la desviación de mirada hacia mis tetas y lo tomo del cuello con las piernas aplicando una llave que me enseñó Thor para quitarle la consciencia.

Pongo a niebla en la puerta porque no tengo mucho tiempo y me dirijo hacia lo que parece ser una área cerrada dentro de otra área cerrada.

Abro y me encuentro con una caja de cristal llena de cabecillas de la organización, Elton es el primero al que veo. Está hablando y determino a Lee en la esquina, al secretario de la nación y a Rogers, también al ministro, nadie me ha visto pero puedo ver a la mujer que se sienta al lado de un hombre de traje...

El estómago me da un vuelco y debo sostenerme de la puerta. Me tiemblan las piernas pero camino firme haciendo que las voces se vuelvan audibles.

—Entonces firmen —dice Elton—, no volverá a haber problemas con ella. Se quedará conmigo.

—¿Por qué no la envían a protección de testigos? —alega Chan, estúpido—. Ya sabe vivir así, sería diferente, podemos enviarla a una isla.

—Ya no es como antes —dice Rogers—, la ven como un enemigo. La ven como la mujer por la cuál los están bombardeando, por la cual perdieron acuerdos millonarios, sólo porque no pudieron apretar un gatillo.

Conozco a Rogers, pero nunca había escuchado más de tres palabras refiriéndose a mí. Escucho a los guardias y tengo miedo de que le disparen a niebla así que, tomo el control remoto que emite una vibración en su collar haciéndola saber que se eche.

Sigo caminando y Elton queda frente a mí mientras el hombre que me da la espalda está dejando que la mujer le toque la pierna y aunque quizá sea yo, puedo ver cómo se aleja de ella, pero quizá sólo soy yo tratando de perdonarlo.

Respiro hondo tratando de no hacer una estupidez.

—Entonces firma —Elton le extiende el papel—, legalmente renuncia a Lovely como tu presa, puede que para la mafia siempre lo sea pero ahora no, y permíteme ser yo quién se lo diga. Después de esa firma queda prohibido tu acercamiento hacia ella, y tienes un mes para solucionar la asociación con los italianos, no los quiero en mi territorio. —mira a la mujer—. No es personal, pero no olvido lo que hicieron.

—Descuida, comprendo, y lamento lo de la chica, sin embargo, yo la veo muy bien —la italiana habla.

—¿Adónde? —Tayler habla antes de que siga.

Para las manos por su cabello, el reloj me brilla. Trata de acomodarse y afloja su corbata.

—Firma —Elton exige—, es mía. Te quiero a kilómetros de ella, Aragon.

Toma el papel y yo camino sin creer lo que está pasando. Todos giran a mí cuando entro pero no los noto sólo al hombre que desliza el papel después de firmar.

—No quiero saber de ella ni nada que tenga que ver con su existencia —la voz vacía choca contra mi tórax.

«Vivir contigo el resto de mi vida», recuerdo su voz.

Era mentira.

«¡Quiero casarme!», las palabras caen como rayos.

«Te quiero a ti»

La sangre me hierve, y el sollozo se me escapa haciendo que gire, abre los ojos cómo platos pero ya estoy yendo hacia él cuando se levanta para acomodarle la bofetada cargada de rabia, decepción y tristeza.

—¡Malditos hijos de puta! —les grito a todos—. Vendiéndome de nuevo como un pedazo de mierda. Como absolutamente nada.

El aire me falta y Tayler sigue estático. Elton trata de acercarse pero retrocedo.

—De todos eres de quién menos lo creí —le digo—, no por comprarme, o tomarme, si no por ocultármelo, ocultarme todo esto.

—Vete de aquí —la voz de Tayler me hace mirarlo—, no tienes voz para estar aquí y tampoco para hacer un drama cuando literalmente lo hacen para salvarte el pellejo, si no lo quieres, no me interesa.

Sólo siento como si estuviesen apretándome el cuello. Todo esto me hunde en un vacío de sensaciones.

La mujer se levanta y me escanea.

—¿Estás bien? —reconozco su rostro...

Retrocedo y Elton se acerca pero vuelvo a retroceder mirando a todos, sin embargo, mis ojos van al falso hombre que hace horas deseé fuera el último en mi vida.

—Te odio —acorto espacio—, y lamento mucho no haberte matado. —aprieto los puños—. Todo este tiempo... ¿estabas con ella mientras me dejabas allá?

—Sal de aquí —dice y acorta espacio—. Hazlo, herz —susurra.

Asiento y aunque me esté muriendo por dentro no puedo evitar mirar sus labios, ese aroma, sus ojos que me queman. Me encamino a la puerta.

—¿Lo sabes, verdad? —dice y freno en seco para mirarlo con burla.

—No puedes si quiera decir las putas palabras, así que ahórratelo. No te me vuelvas a acercar. Desde hoy estás muerto para mí.

Lo miro confundida y por un momento creo que puedo leerle la mente.

—No puedes volver a mis propiedades, y tampoco hacer uso de mis hombres o mi poder.

—Yo ya tengo poder, Aragon —si no estuviera enojada juraría que sonríe, y le brillan los ojos.

La sangre me hierve y miro a Elton.

—Espero que requieran maldita comprobación —espeto y camino hacia Elton estrellándole un beso que apenas responde pero lo obligo.

Me toma de la nuca y se separa.

—Ve a la habitación —exige.

Maldito imbécil, sonrío y miro a los hombres que alguna vez considere buenos. Excepto Chan, siempre ha sido un imbécil enamorado de una exiliada que lo maneja a su antoja. Jossie si es una devora hombres.

Cuando volteo a Tayler lo veo aniquilarme con la mirada pero a Elton es al que parece querer matar. Niebla aparece y los guardias están firmes en su lugar.

Salgo del lugar con el mentón en alto, determino el elevador más cercano y entro allí. Las puertas están tardando en cerrase, la figura de un hombre de dos metros parece pero no le doy el gusto de verme flaquear, se cierran dándole paso a la lágrima que me parten en un berrido que me lleva al suelo. Detengo el elevador poniendo mis palmas contra mis ojos para detener el llanto, y no puedo.

Siempre será la misma historia, siempre es lo mismo. Siempre es lo mismo, todo el tiempo, y él con otra. Todo el tiempo es otra, todo el tiempo.

Niebla se echa entre mis piernas y la acaricio, su collar lleno de diamantes... limpio mis lágrimas. No lo había visto, le faltan un poco, un relleno.

La beso y me levanto, no puedo dejar que mis emociones me controlen. Sinceramente puedo ser feliz, pero no me explico porque me mintió, y me engañó, me ayudó y después simplemente me abandona sin explicarme la razón.

Yo entiendo lo de la mafia pero no me habló con la verdad.

Entro a mi habitación y tomo mi maleta. Probablemente cometeré un error pero normalmente cometo muchos y enamorarme de un idiota fue el peor. Alisto la carne de niebla para el camino y bajo con una pequeña mochila, visto de uniforme que en está sofocando por cierto. Tengo que salir de aquí pero sólo hay un hombre que puede ayudarme aparte de rebelión y el mundo aún no está listo.

Llamo su número y contesta al segundo pitido.

—¿Qué sucede, calabacita?

—Sácame pero ya de aquí.

—Colócate en el área de despegue.

Cuelga y camino con niebla sigilosamente por el área vacía. Una vez estoy afuera determino a un hombre en motocicleta con casco.

—Creí la etapa de chico malo había pasado —resoplo—, no puedo llevar a niebla allí.

Se baja y señala el auto que viene a distancia. Por un momento la piel se me eriza pero me alegro cuando veo que es el suyo.

—Sube.

Deja su moto allí y hago caso. Niebla se acomoda atrás y él se pone al frente vestido de negro. Tiene de casco y se ve la máscara de camuflaje.

—¿Vienes de matar a alguien o qué?

—Algo parecido a morir —bromea mordaz.

—Pervertido.

—¿Adónde desea ir mi Doncella?

Ruedo los ojos y salimos del establecimiento sin mucho preámbulo. Mí Teléfono comienza a sonar y lo apago. Damon es el único hombre que me puede tener por el contrato intacta pero nunca me ha comprado, no lo ha hecho. Sólo en el juicio pero las cosas no salieron bien para mí.

—¿Por qué no me has reclamado? —inquiero—. Puedes hacerlo, hay pruebas, podrían juzgarlo por incumplimiento y traición, igual que a Elton y de hecho todo el que supiera.

—¿Para qué? —se burla—. Jamás será igual, incluso antes lo sabía, no volverá a ser jamás como antes. Tú no me miras así.

—¿Así como? —frunzo el ceño.

—Cómo a él —dice y me mira.

Damon es hermoso, y me gusta, es atractivo. Podría follar con él pero sólo porque si, sin embargo, ya no es lo mismo.

Aparto la mirada y cierro los ojos.

—Supongo que estoy totalmente jodida —resoplo—, sólo espero que me maten esta vez si es que hay una guerra.

—Andersson está moviéndose —me dice—, todos mueven sus cartas, hacen asociaciones, traiciones y malas jugadas, deberías hacer la tuya.

—Está es la mía.

—No parece que sepas nada —susurra pero lo escucho a lo lejos.

Estoy cansada, herida, aburrida y sintiéndome como una mierda por querer a alguien que básicamente es el diablos en persona. Andersson es otro hijo de puta que no pierde tiempo.

Se sus movimientos y conozco sus mensajes, las tríadas amenazan mi zona de confort por lo que vi en las noticias y no me cabe la menor duda de que estén planeando una mala jugada.

Nota:

No hace falta decir nada. Ya sabemos todo.

Estoy actualizando lo que ya tengo listo porque creo que me voy a tomar una pausa grandecita. No mucho pero ajá

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