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Capítulo 5



Lovely Walker.

Todo es muy fácil.

Creí que la maldita vida ya me había robado lo suficiente pero ahora veo que no, se empeña en quitarme lo que me cuesta conseguir. Y tiemblo de rabia porque quiero lanzarme a los brazos del hombre que me ve boca abierta.

«Elton»

Luché contra todo, me preparé para todo pero no para volver. No puedo volver, no así. Siento que las rodillas me flaquean mientras seguimos mirándonos a los ojos. «No te me acerques», suplico con la mirada.

—Virginia Parker —corrige Lee cuando aparece.

Elton se endereza, me escanea. Jamás había deseado que ese maldito apareciera.

—Lo siento, te pareces mucho a alguien que conocí.

—Descuide —hago reverencia.

Carraspea y mira a Reid.

—Doctor Matthew Reid —dice Elton.

—Majestad —lo adula con el simple nombre—. Un placer. Bienvenido al FBI —extiende la mano.

—Igualmente, he sabido que su trabajo y déjeme decir que es es excepcional —dice. Me mira y sonríe haciendo que me piquen los ojos—. Un gusto.

—El mío —responde Matthew.

—Un gusto, Virginia —me dice, y asiento.

Y se larga por fin con el dolor de trasero que es Lee, y Klein aparece regañándonos con los ojos.

—Sin muestras de afecto —gruñe, pasando por nuestro lado hacia Elton y Lee.

Aguanto el temblor de manos y miro a todos lados tratando de ver a alguien más pero no está. No hay nadie más. «Gracias Dios», agradezco pero hay una parte de mí que desearía ver a alguien más.

Por lo que sé gracias a Rebelión ellos son como un maldito Jin-Yang.

—¿Estás bien? —Matthew me toma la mejilla.

—Sí —sonrío mientras nos dirigimos al aeródromo para subir al aeronave.

—¿Segura? —me detiene del cinturón de armas.

—Sólo estoy algo emocionada por el trabajo de campo —digo, y le doy un beso—. No te quites el traje de camuflaje.

—No, señora.

Matthew es perfecto, pero Tayler lo mataría si sabe y por eso una vez atrapen a ese imbécil me largo.

No me importa huir toda mi vida, no quiero tener nada que ver con él hasta conseguir lo que quiero y sé que con él voy a hacer erupción. No voy a tener los pies sobre la tierra si Tayler está cerca de mí.

Una vez en la aeronave siento que los sentidos me laten ya que lo primero que veo es a Elton que se empeña en estar aquí. El Coronel pelea en coreano por el teléfono y me concentro en hacer cómo que no conozco a nadie. Los soldados me escanean dudosos. Klein me observa y tengo un escalofrío pero no por ellos.

Me siento junto a Matthew repasando el plan. Leemos todo y nos acoplamos al plan que Elton determina cómo el (A), las dudas se me acumulan, tengo escalofrío y el vomito se me atora.

No sé qué estén planeando pero cada respiración se siente como un martillazo en el pecho.

Tomo mis pastillas y Elton me mira de reojo. Me tiene harta con esos ojos hostiles. Matthew me toma de la mano y su mirada recae allí así que la aparto con discreción.

—¿Qué hará que Aragon no nos traicione? —inquiere Reid, y Klein lo escanea.

«Dios», trago amargo de sólo escuchar el nombre.

El Coronel está muy ocupado peleando por teléfono. Pero, Elton enarca la ceja deseoso de echar veneno. «Cállate»

—Él no pondría en peligro la misión —dice Elton, y me mira mordaz.

De pronto el bochorno me abarca.

—¿Cómo está tan seguro? —sigue Matthew, lo mira, y a mí el estómago mareo me atrapa, me sudan las manos con una comezón que no determino—. Bien podría estar de acuerdo con el hombre que veremos.

—Tiene razón —digo, necesito que no esté cerca—. ¿Cómo estamos seguros? No somos conscientes de lo que es capaz.

—¿Ah, no? —me reta con la mirada.

«Hijo de...»

—Sólo digo que deberíamos tener cuidado —dice Reid—, a él no le importamos, sólo va por matarlo.

—Tengo todo bajo control y sé que no pondría en juego esta misión.

Me quedo callada porque no tengo ganas de discutir. Matthew me toma la mano y Elton se da cuenta en lo que Klein nos reprende con la mirada.

—Parker —me llama Elton y la piel se me eriza—. Te quiero a mi espalda.

—Ella no está preparada para ese trabajo —le dice Reid y lo tomo de la mano—. No puede poner en peligro así su vida.

—Deja que Parker decida —le sugiere Elton y yo siento que voy a ahorcarlo—. Tengo entendido que tiene experiencia militar, nosotros no fabricamos a inútiles.

Lo he extrañado muchísimo pero es un hijo de puta. Sabe que me pueden descubrir.

—Así será, majestad —le digo.

Me mira y sonríe mordaz para apartarme la vista.

Una vez llegamos a la zona comenzamos a bajar en modo sigilo y ubicarnos, Elton como siempre está de estresante, dándome miradas hostiles sabiendo que Matt es agente del FBI.

—Avanzaremos por la zona del noreste —dice Klein—. Quiero a los hombres reales resguardando la zona y con helicóptero a discreción. Entraremos por zona sur debido a qué si atacamos de frente pueden emboscarnos.

Todos comienzan a acomodarse el equipo, verificamos el audio, armas y pantallas en antebrazos, mientras recibimos órdenes previas.

Elton da un sermón de que necesita que nadie dispare sin antes que su ayuda llegue. Supongo que trajo a hombres de la mafia.

—Alpha 4 —llama Elton a uno que se acerca, mientras todos estábamos en descanso—. Lidera espionaje y limpieza.

Asiente y se marcha. Otros más resguardan y nosotros comenzamos a avanzar. Verificamos armas y descartan francotiradores, Elton nos frena en la zona segura y veo al Coronel enojado no sé porque. Matthew va detrás de mí aunque el pequeño bosque nos aleje.

—Aquí —habla Klein.

Nos detenemos, reviso el equipo de camuflaje y el de Reid. Podemos ver el camino lejano que da a la calle y al bar de mala muerte con un letrero de luces rojas.

Matthew se baja el cubrebocas y mis sentidos arácnidos se alertan.

—No te lo quites —lo bajo.

—Haces bien, Reid. No dejes que nadie te vea —dice Elton con voz macabra mientras se dirige al frente con binoculares.

«Maldito»

—Por favor —le susurro a Reid ignorando al idiota de diez años.

—No, señora —dice y me da un beso fugaz a través de la tela...

—Uy, sí. No vayas a quitártela por nada —se burla Elton y lo aniquilo con la mirada.

Camina por nuestro lado y ruedo los ojos porque me están jodiendo y eso no pasará.

—Vamos, Parker —ordena ese ojos zafiro que quiero ahorcar.

—Mantente a salvo —le digo a Reid...

—¿Vienes a trabajar o platicar? —espeta el Coronel—. A tu posición.

Sinceramente este idiota era alguien más cuando lo conocí, de un tiempo para acá parece que me odio. Bueno, no un tiempo, desde el día que rechace quedarme con él para seguir en el exilio.

Me estresa porque él no tiene nada que hacer aquí y viene de idiota. Su puesto es lo único que lo tiene aquí de metiche y no se que es lo que realmente busca.

Hago caso y Matthew va con Klein. A lo lejos escucho las olas del mar y el frío abrazando mis ojos.

—Parker —me habla Elton—. Te quiero a mi espalda.

«Me las va a pagar»

—Sí, majestad.

—Resguarden el área y rodeen el perímetro —ordena Klein a sus hombres y veo a soldados de la aristocracia—. ¡Quiero helicópteros en la zona!

—Cubran zonas de escape —dice Elton a su muñeca—. No se nos puede escapar.

Me coloco junto a él y emprendemos camino dentro de la zona boscosa, el risco se ve a lo lejos mientras el aire frío me hace recordar cosas que he preferido olvidar pero al parecer el nudo en la garganta hace saber que regresara.

Caminamos al lado mientras mis botas de combate crucen en la hojas y el frío impacta contra mi piel, pero Elton no dice nada y yo tampoco, el agente Klein está a distancia y en la penumbra determino a Matthew. Hay soldados de Elton que hablan con él y a mí las piernas me tiemblan.

«Respira», me regaño. No soy una perra débil, me preparé para esto.

Yo me quedo en silencio porque no quiero que me escuche nadie. No sé qué pasa pero tengo miedo y por algún razón creo que este día empeorará.

Elton le levanta la mano en un puño haciendo que nos detengamos donde tenemos visión. Trago más de dos veces cuando el corazón me late en el estómago y unas ganas de vomitar me atrapan.

Muevo a los soldados con la mano e indico en lenguaje de señas táctico que rodeen el área. Elton me toca la espalda y escribe en mi hombro con el dedo:

DS —y se alinea a mi lado.

«Don't speak -No hables»

El Coronel viene detrás y me oculto en un árbol mientras él hace lo mismo.

Todos esperan la entrada por detrás porque así lo tomará desprevenido, pero él jamás entraría por atrás, al menos no en una puerta... «Cálmate»

—¿Ya está en posición? —inquiere Lee y a mí me dan tres mil microinfartos.

Las manos me tiemblan y los sentidos se me disparan. «Calma»

Sé de quién hablan, y si se acerca voy a perder la cordura.

—¿Estás en posición? —habla Elton y no contestan en lo que a mi el corazón me late por los tímpanos junto con un pitido—. Entra por la puerta de atrás, necesito discreción. Está vestido de...

—¿Crees que no reconocería a esa escoria? —espeta, y me aprieto al árbol, cerrando los ojos mientras sus palabras acarician mi oído—. Jodidamente se mi trabajo, y ahórrate el sermón. No tengo ganas de escucharte, así que, sólo ocúpate de lo demás que yo mato a ese.

«Su voz», suspiro la armonía de sus cuerdas gruesas y profundas. Se me deslizan como la primera vez calentándome hasta la médula mientras el corazón se me atora en la garganta, el estómago cae an mis pies y la lava en mi cuerpo hace erupción.

—Sin muertes —le dice Elton y abro los ojos—. Acóplate al plan.

Se corta la señal. Un auto negro ruge y se estaciona afuera del bar que está a metros con hombres de la mafia enemiga merodeando.

La puerta de éste se abre al igual que mi pecho y debo aferrarme al árbol, todo se vuelve en cámara lenta, y dejo de ser un soldado preparado o si quiera una persona pensante cuando veo al hombre de dos metros; está arreglado, el cabello se le pega ligeramente en la frente, afeitado, tira un tabaco después de darle dos caladas para alisar su traje oscuro a la medida, el reloj brilla cuando lo mueve de su muñeca. Sus caderas se balancean de una manera en que ni mil años de terapia me prepararían al verlo reluciendo sus armas...

Puedo olerlo desde aquí, siento que me caigo pero me sostengo del árbol cuando la loción imaginaria y el licor se pega a mi nariz...

—¿Qué diablos traes puesto? —espeta Elton.

—¿Creías que traería un maldito mandil anaranjado? —se burla y abre la puerta del bar de una patada—. ¿Qué entraría por la puerta de atrás? Soy un líder, no una marioneta.

Andersson se levanta, y me preparo... un auto rojo se estaciona dándole paso al rubio bien vestido que conozco. «Mierda»

—¡Llegó el cazador! —espeta Tayler.

Todos se ponen a la defensiva. Damon entra y me tiemblan las piernas. «Están pero idiotas»

—¡Y el demonio de Amsterdam!

El silencio es tan ruidoso que puedo escuchar el corazón de Elton.

—¿Creían que no venía preparado? —ironiza Andersson y la piel se me eriza.

—¡Es una trampa! —le grita Elton—. Salgan de allí. Damon, no estabas en el plan. ¡Salgan ya!

—Lo sé —dice Tayler y acto seguido se arranca el cableado de comunicación.

—¡Mierda! —espeta Klein—. Lo sabía.

Elton me toma del brazo, mientras Klein comienza a ordenar a sus hombres.

—No te pueden ver, ninguno lo sabe —me dice y asiento—. Ve a la zona oeste. Se rápida, no tendrás otra oportunidad.

Asiento. Tayler jamás entraría o saldría por una puerta trasera. Todo me tiembla y me armo de valor sacando mi arma. Los tiros empiezan a zumbar dentro y afuera del lugar, así como hombres armados atacan a los soldados, y por la pantalla de mi antebrazo veo que Tayler y Damon se cubren con una mesa los disparos de Andersson y los del imitador.

Andersson creció, pero bajo la sombra del hombre al que quiere superar.

Calaveras salen hacia la zona y los elimino a discreción con el arma mientras avanzo. Los francotiradores se encargan de los demás mientras yo llego a un punto y derribo a uno que trata de disparar a los agentes pero es eliminado con el disparo que le doy en la nuca.

Un tipo me toma por el cuello enviándome al suelo pero lo envuelvo en mis piernas aplicando una llave que lo deja de espaldas contra mi pecho. Aplicó presión en la zona de pulso en el codo y se desmaya. Me levanto y disparo a discreción. Casi me carcajeo por lo débiles que son estos malditos.

Respiro hondo llegando detrás de otro un calavera que resguarda la zona donde va a salir mi objetivo, lo elimino clavándome una daga en el cuello por la parte de atrás ya que estaba en el teléfono. «Mal, mal»

La sangre mancha mis guantes y suspiro.

Corro hasta la zona y siento que las pisadas se hacen presentes, las escucho en mis oídos así como mi respiración debajo del uniforme, me recuerdan cada día cuando quedaba tirada y lo único que escuchaba era a él llegar con esos zapatos. Veo hombres a lo lejos que cubren el área y yo me planto firme.

Las explosiones y disparos así como hombres en guerra son casi grotesco. El corazón me late en la garganta a la espera de lo que sucederá después de esto.

«Enfócate»

—¡Va hacia ti! —me avisa Elton por el radio.

La rabia me puede y saco mi granada de humo. La activo arrojándola a la puerta, ésta es abierta dándole paso al hombre que atraviesa el humo como una pesadilla causándome escalofríos cuando la madera cruje. Me embiste llevándome al suelo.

Le aplico una llave y se zafa, me azota contra las hojas secas y repito su moviendo subiéndome a horcadas sobre él. Me pega un puñetazo y caigo escupiendo sangre. «Maldito»

—Eres feroz. Te daré la última oportunidad —dice levantándose y mira mi nombre en el hombro—. Parker. Déjame y te dejo vivir.

—Primero muerta —digo apretando los dientes y de un salto me levanto enviándolo al suelo cuando envuelvo sus pies con mis piernas.

Su codo cae en mi pecho y me atrapa rodando conmigo hasta un tronco que me comprime las costillas, golpeo su rostro sin medir la rabia haciéndome gritar, y me toma del cuello para asfixiarme. De repente todo se vuelve gris y los recuerdos me atormentan de una manera bestial.

«Estás a salvo», me repito la voz de Hill.

Lo empujo y me toma del talón dándome una bofetada que hasta con el casco me zumba del lado izquierdo.

El miedo me puede pero antes de que quite la máscara le pego en los testículos.

—¡Maldita perra! —se retuerce y me levanto de un salto. Saco la daga enterrándosela en la palma cuando trata de cubrir su cara—. ¡Joder, joder! —dice en un Alemán perfecto.

Andersson siempre me sorprendió, y cuando fue a Berlín no lo vi pero ahora siento que algo encaja.

Yo vine a matarlo, no me importa otra cosa que no sea arrancarle los ojos, pero también necesito que grite y fuerte.

Con el codo me golpea la sien enviándome al suelo. Se sube sobre mí, aprieta mi cuello tratando de quitar mi máscara y me huele...«No»

—Mmmh —ronronea apretando mi cuello.

Me zafo aplicando una llave...

—¡FBI! —habla Reid y Andersson sonríe mirándome cuando me levanto—. ¡Manos donde pueda verlas! ¡Está detenido por infringir contra la ley marcial y los abusos de poder hacia la intacta!

—Es una pena —niega y escupe sangre en lo que trato de calmar mi corazón—, nos estábamos divirtiendo...

No sé cómo pierdo la concentración al escuchar el estallido de una bomba y miro la pantalla para percatarme de que él esté bien... el trueno de un arma me hace elevar la vista. Andersson me apunta y soy rápida arrebatándosela con una llave que lo envía al suelo.

—¡Un médico de apoyo! —grita alguien.

Sostengo a Andersson que no lucha y más agentes afocan con perros de rastreo, se acercan a quitarmelo para esposarlo y citándole sus derechos.

—¡Llévenselo! —grita Elton.

—Un gusto volverlo a ver, majestad —responde burlón y mi amigo le deja caer un puñetazo no digno de un hombre tan pacífico.

Hijo de nadie —escupe en su idioma con una rabia que jamás había visto.

Pero al mirar el suelo sólo soy consciente del escalofrío que me recorre...

—¡Matthew! —grito.

Me levanto y lo que veo es lo que me hace correr a Reid que se desangra. Se ahoga con la sangre y niego con lágrimas queriendo ahogarme.

—¡Rápido, un maldito doctor! —grita Klein.

—¡Llévenlo a la ambulancia! —grita Elton. Me mira y me toma del hombro pero lo aparto—. Sólo fue la clavícula, estará bien.

Hago presión en la herida.

—Resiste —suplico.

—Debimos quedarnos en casa —dice, y me rio entre lágrimas. Elton me mira y aparto la mirada—. Duele.

—Resista, agente —le ordeno.

No me importa nadie, así que camino con los de primeros auxilios donde va él, Klein va por delante y Elton me toma de la mano haciendo que la piel se me erice...

Deja que todos corran y tiemblo en mi lugar sin moverme.

Aquí es mi punto de quiebre porque no hay nadie mirando. No debería pero ¡joder! ¿Qué hago con lo que guardado por casi dos años?

Me atrae hacia él y lo rodeo sintiendo que respiro. Aspiro su aroma y sollozo. Me levanta en el aire y lo rodeo con las piernas.

—Te extrañé —susurro.

—Y yo a ti, malditasea —solloza, besa mi rostro quitando mi máscara—. Te extrañé muchísimo, muñeca. Madre mía —jadea entre llantos—, habría preferido mi coronación antes de no verte.

Me suelta haciendo que me baje y aparto mi mascara por completo, limpio sus lágrimas y sonríe.

—Te quiero —me dice y vuelve a abrazarme, besa mi rostro y hago lo mismo sonriendo—. Debes irte, me haré cargo desde ahora. Te prometo que te veré después y hablaremos sobre todo.

Miro sus ojos zafiro y respiro hondo.

—Algo no me agrada...

—Me haré cargo —reitera y asiento.

«Esto fue demasiado rápido», mi mente me hace estragos.

Nos despedimos con discreción y nos separamos cuando llegamos hacia los demás. Andersson es subido a un vehículo del FBI.

Leon y Damon también son metidos a uno y supongo que hicieron las pases o él sabe que estoy viva...

Tayler se detiene en seco mirando a los hombres de la aristocracia, la piel se me eriza y siento el pulso en mis tímpanos mientras el mundo desaparece cuando me mira, se resiste a entrar, el pecho me retumba pero no puedo dejar de verlo, quisiera correr y verificar que esté bien pero no es así y mi corazón se aprieta contra mi caja torácica al verlo querer zafarse sin dejar de mirarme, pero no hay nada más allá de mi uniforme de camuflaje, así que me obligo a apartar la mirada cuando Scott lo mete.

«Necesitaré ver a Hill antes del mes»

Quizá es verdad lo que dijo Laio, y es que estamos destinados a destruir o destruirnos. Juntos somos impulsivos, y no importa nadie más, por eso debo mantenerme alejada de esa tentación de tres piernas hasta lograr mi objetivo.

Suben a Reid a una ambulancia y hago lo mismo, lo veo conectado a lo necesario. El enfermero de la aristocracia lo estabiliza, sus ojos se mueven. Tomo su mano tibia y besos sus nidillos.

Él no merece nada de lo malo que le traeré, sólo debe sobrevivir hasta que me convenga. No quiero lastimarlo pero no puedo no hacerlo.

—Hey —susurra.

—Shh, no digas nada. Estoy contigo —le sonrío—. Necesito que estés bien para ir a ver la película del hijo de Timothée y la hija de Lily. Harán una de diarios de vampiros.

—¿Qué es diarios de vampiros? —pregunta y me hace reír.

Quito el cabello de su frente. «debo quedarme esto»

La terapeuta es buena y sinceramente me ha ayudado a sobrellevar mi vida después del infierno que viví.

—Lo sabrás.

Le ponen oxígeno y yo le tomo la mano mientras vamos saliendo del camino.

—Sé mi novia, Virginia —me dice y no sé porque me castigo así—. Prometo que lo haré bien. Por fa...

—Sí —digo y beso sus labios...

Un golpe rompe el beso cuando somos arrojados hacia la gravedad, el estómago me hormiguea al momento en que el precipicio nos atrapa y siento que no respiro. Las costillas se me comprimen al sentir un golpe seco en la cabeza, me zumban los tímpanos en lo que trato de reponerme cuando mi grito de dolor me hace jadear debido a los golpes que me propino...

Respiro y... un ardor pasa de mis fosas nasales hasta mi hueso frontal, trato de abrir los ojos percatándome de que estamos en el agua, todo me zumba, no enfoco la vista pero quiero encontrar lo que debo salvar.

Me estabilizo viendo el cristal de la ambulancia empezándose a cuartear. Trato de pararme pero comienza a llenarse poco a poco. Toso agua salada, me arrastro lidiando con el mareo que me hace dar vueltas. La sangre caliente sale de mi cabeza pero me enfoco en Matheww que está tirado en el agua que poco a poco se mancha de carmesí. El enfermero está muerto, y los dos de adelante ni se diga.

—¡Ayuda! —grito al micrófono pero nadie responde—. ¡Ayuda! El agente Reid se está desangrando. ¡Hemos caído al mar a dos minutos de la zona este!

No pierdo tiempo y trato de llamar por la radio pero esta todo perdido. Pongo el tanque de oxígeno a Reid, coloco cinta en su nariz, boca para que no se ahogue, y la herida que sigue sangrando. Lo amarro a mi cintura con el cinturón en lo que me preparo para el impacto que nos dará el agua.

«Necesito actuar rápido —respiro hondo—. En este momento eres la viuda negra»

—Resiste. —le pido al agente.

Cargo el oxígeno y tomo una bocarada de aire cuando el parabrisas sede enviándome un tirrental de agua que resisto aferrándome a los tubos. No pierdo tiempo nadando a la salida con el peso de Reid. Aparto cómo puedo lo que resta de cristal, pateo este pero algo se atora impidiéndome la salida, volteo y me percato que es el tanque de oxígeno, lo cual hace que me desespere cuando estoy perdiendo aire.

El miedo de que muera me está matando, no sé qué diablos pasa, no sé qué hacer.

Lo suelto y quito la cinta de Matthew cubriendo su boca. Le paso mi aire mientras lucho saliendo con él. Pesa pero no importa. Paso mi oxígeno a su boca y por inercia me la regresa. Me impulso de la ambulancia en el instante que lo aviento extendiendo los brazos.

Sé que esto es por él, no es por mí. No voy a permitir que lastimen a personas inocentes.

Respiro agua y siento que mi cerebro descansa al mismo tiempo me arde la nariz, los sienes, la frente me late y no tengo fuerzas para luchar en lo que veo el cuerpo de Reid saliendo a la superficie mientras toso y respiro aire que me quema. Las luces azules y rojas me hacen saber que sobrevivirá.

Veo una sombra. Sólo necesito que salven a Reid. Yo no quiero volver al infierno... «No quiero volver»

El zumbido del agua se hace a mi lado y creo que estoy muerta.

Sólo veo luces en la superficie y siluetas mientras trato de resistir...

—¡No vas a morir! Respira —escucho la voz de Elton y hace compresiones en mi pecho—. Respira.

Mi cuerpo se dobla en una arcada de vomito que me hace sacar toda en agua. Parpadeo enfocándolo y me aparta el cabello de la cara en lo que jadeo, toso y me ahogo.

Veo luces y la cara de Elton. Me llena la cara de besos.

—No me asustes así.

—¿Adónde está Reid? —me siento con su ayuda. Miro hacia arriba y diviso la caída—. ¿Qué sucede?

—Fue un ataque a Tayler... —la sola palabra me pone el cuero frío, trato de levantarme con el pesar de mi pecho—. Está bien, ya se lo llevaron. Está bien.

—Necesito ir con Reid... —me ayuda a levantarme.

—Es mejor que te quedes en tu casa, no podemos arriesgarnos.

—¿Cómo está Matthew? —sigo.

—No podemos arriesgarnos...

—¿Qué diablos pasó? —espeto—. Quiero ir con él.

—No puedes...

—¿Por qué? ¿Está bien? —me desespera que no me diga.

—¡No puede verte! —me sacude—. Créeme cuando te digo que no puede verte.

—¡Dime la puta verdad!

—¡No quiero que te vea! —me grita—. No sabes lo difícil que ha sido para todos, Love. —niega apretándome los hombros—. Pero para él fue, ni siquiera puedo recordarlo...

Asiento.

—No me quitaré el uniforme, sólo quiero estar con Reid —miento.

Suspira y niega ayudándome a subir cuando vienen los soldados por la evidencia. «Vaya mierda»

Nota:

Siempre me ha gustado dejarlos en suspenso y tenerlos en espera. Pero es necesario esta vez. ¿Cómo se sienten? Estoy un poco nerviosa la verdad.

La manera en que Tayler siente a Lovely es casi desquiciante.🤰🏻

En fin... estaré subiendo un capítulo más en una hora o menos.❤️

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