Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29

Lovely Walker.
🕷️🕸️




Deslizo el cinturón mientras acomodo mis armas porque ya he llorado suficiente. Necesito trabajar y encontrar esa maldita isla, he hecho aliados en uno que otro sitio mientras estuve en el exilio, nadie sabía quién era pero me gustaba ser asesina.

Me faltan aún a malditos a los cuales matar pero ahora mi mayor interés es acabar con Andersson y adentro de prisión no puedo matarlo.

Peino mi cabello a la perfección y ajusto mi uniforme repasando mi cuerpo. «Me veo bien». He subido de peso, tengo las curvas perfectas que se cubren con el uniforme y un rostro neutral con ojos engañosos. Soy hermosa sin maquillaje y hasta podría decir que impactante, como dice Elton: una muñeca.

Tengo las tetas un poco más grandes así como las caderas. Supongo que follar sin control deja cosas buenas. Aunque sus marcas se han borrado no puedo pensar en sexo, no con Matthew, ni siquiera he podido besarlo como se debe.

«Enfócate»

El vikingo me dió una oportunidad. Conozco de dónde viene esa pastilla, conozco dónde la fabrican ya que lo escuché de Sergei, y así pondré en marcha lo que tengo en manos sin importar que vaya a la boca del lobo nuevamente. No me arriesgaré y desde ahora no meteré las manos al fuego por nadie porque así como me usaron de carnada tendrán que aprender a que no iré a salvar a nadie más.

Limpio las lágrimas con la sensación de un nudo en el pecho. Mi madre me vendió hace tiempo, pero realmente siempre estuvo preparada para hacerlo, para proteger a Jossie. Pero yo soy su hija pequeña, yo también quería ser cuidada, merecía eso, y sin embargo me gané todo lo que soy ahora. Porque me parió para cuidarla a ella.

Acomodo el cuello alto de mi camisa de manga larga que cubre la línea morada que tengo debido a unas manos que no quiero evocar ya que cada que lo hago los muslos se me tensan.

Ya envié un reporte de informe mientras tratan de buscar aliados y escarbar en Londres si hay calaveras para que hablen. Buscan una pista fantasma de la viuda negra. Así como quieren sacar a todos los grupos delictivos que no tengan nada que ver con Tayler.

Estoy en el ojo de la mira y Klein me ha sometido a un interrogatorio ayer que "relacioné". Le dije que era imposible porque estaba en el exilio y el Coronel le confirmó que nunca me dejó sola lo cual es mentira pero no me convenía. Es verdad pero yo siempre me las averigüé para hacerlo. El ego de Lee fue mi amigo y por ello sólo soy sospechosa. No hay ADN, o pruebas físicas así que no llegaron a nada.

Nadie habla de lo que pasó porque el FBI ni la milicia metió las manos, sólo fui yo la tonta que me arriesgué.

Por otro lado Elton casi los mata por culparme.

Mientras tanto trataré de que la isla de la muerte quede en mi cabeza. Conozco a la Bratva, y si el vikingo es cruel. Andersson es peor, él es siniestro.

—¡Agente Walker! —habla un soldado tocando la puerta de mi oficina.

Salgo y abro la puerta. Me dedica el saludo militar. Apenas llegue ayer y ya me siento aburrida de toda la milicia. Aburrida de la hipocresía de algunos.

Me pusieron una oficina porque Elton no me quiere mover hacia el edificio del FBI, quiere que me quede aquí y quiere convencer a Klein de que me deje aquí y con convencer quiero decir amenazar amablemente con que sus casos estarán mejor aquí.

—El señor Makris la espera en su oficina con el reporte de misión que se llevará a cabo por el escuadrón a cargo del capitán Armstrong.

«Mierda»

Olvidé que Damon tendrá una infiltración en los profundo del bajo mundo con las peleas MMA clandestinas. Es el demonio de Amsterdam y ya resuena en el bajo mundo lo que hicieron junto con Aragon. El cazador y el demonio juntos.

Mataron a más de setenta hombres, sin contar las víctimas que salvó Elton las cuales entrevistará Ellie ya que tiene una licenciatura en psicología. El embarazo la tiene en las últimas pero hará esto como último trabajo antes de reposar hasta que nazca el bebé.

Matthew sólo está más apegado a mí y me gusta. Me distrae, ya tiene más de una semana que eso pasó, y hace días su mamá salió del hospital. Me alegra que esté bien porque es un buen hombre, y aunque me gusta ya no siento lo mismo, sólo estoy con él porque me siento sola, jodidamente sola.

Recibí una llamada del Yakuza celebrando lo que hice, y también de mi padre preguntándome cómo estaba, y aunque quería gritarle lo que mi madre hizo realmente ya no importa. Él está feliz y mi nuevo hermano crece dentro del vientre de su mujer.

Estoy feliz por todos, lo único que lamento es haberme perdido la boda de mi padre.

—Dígale al capitán Armstrong que tengo el documento que me pidió.

—Sí, SSA Walker —me saluda y marcha en el lugar—. Me alegra de que haya salido viva del atercado.

Asiento y se marcha. Al menos Ellie logró controlar las cámaras más importantes, y espero poder agradecerles porque si no sería la enemiga número uno del FBI y de las mafias que se forman.

Jamás me perdonaran lo que he hecho y por eso tengo miedo de ver a Tayler. Es inteligente, sé que aunque le guste buscara más allá. No saben que me fui un día y que he estado fingiendo estar en colapso, si no lo hacía sabrían que algo pasaba. Necesito a todos lejos, y al hijo de Ostin lejos de mí. Me encargué de que Felix enviara hombres de oro para cuidarlo, y mientras es llevado a la familia de Ostin yo estoy pendiente de él.

Pero tenerlo conmigo lo convertiría en un blanco y ahora tener que elegir entre él y Eliot sería imposible.

Voy con Elton a la sala de juntas que parece un cubo de cristal donde está con el agente Klein y Scott que me da un repaso de lo que ha pasado con mi pequeña ciudad sobre acontecimientos que se han visto. Les explico por encima lo que hice sin contar que Elton participó, o que Reid estuvo allí.

Sigo firme con los brazos en mi espalda mientras Elton me repasa rascándose la barba apenas creciente que lo hace ver guapo pero me cae mal justamente ahora por dejar que Selinne entrase a ver a Tayler, y el estómago se me retuerce con nauseas. Me muevo en mi lugar y mueve los dedos mientras nadie lo ve dándome mensaje de señas que me pone a reír.

—¿Falta de sexo?

—¿Entendió? —la voz de Klein me trae al mundo real.

—Sí —contestamos.

Regaño a Elton con los ojos.

—El agente Reid queda fuera de todo lo que tenga que ver con los calaveras al igual que usted —me dice—, así lo maneja el FBI y usted no es miembro de la aristocracia si no una agente de la UBA.

—También es teniente... —habla Elton.

—Sólo porque la entrenaron para ser una y sobrevivir a mafias, matar y sacrificarse, pero es una agente porque estudió todo eso y se preparó como una verdadera profesional para vivir y no sobrevivir —espeta.

No sé qué tiene Klein pero me agrada. Es verdad. Soy teniente porque así lo dijo el ministro, sólo porque salvé a su hija, los puntos que me dieron fue por la mafia y sobrevivir tanto.

—Terminaré el reporte de las nuevas mafias —le digo a Klein—, no es directamente con los calaveras, puedo ir a pista con Reid ya que estamos fuera del caso de Andersson.

—¿Tiene alguna pista? —habla Scott.

—Sí, en Moscú —miento—. La bratva está tomando todo lo que puede pero la eficiencia alemana tiene a más de un país. Nos da una ventaja ya que si Aragon será el cabecilla siendo el portavoz de la aristocracia nos daría el poder para someter a la Bratva.

Se miran entre sí.

—No podemos arriesgar a trabajo de campo al agente Reid—habla Scott.

Antes de que pueda decir algo aparece por la puerta.

—Me hice agente del FBI para algo más que para estar detrás del escritorio.

No miro a Matthew porque la única razón por la cual está así es que no hemos tenido sexo ya que no quiero que vea los moretones que vió el día que estaba teniendo un ataque. Estaba furiosa porque Tabatha me dijo que Selinne le aviso cómo estaba Tayler y eso hizo que me retorciera en mi veneno.

—Bueno —carraspea Elton—, si el agente Reid está de acuerdo estará a cargo de darles información a los miembros del escuadrón de Armstrong. Walker irá a Moscú y yo iré con ella mientras Aragon arregla asuntos con las mafias ya que ponen en debate si sigue siendo el mismo de siempre. Sin contar la embarcación que se le extravió en medio del océano.

Frunzo el ceño porque no entiendo pero Scott se adelanta.

—Los días que estuvieron en sus reuniones —«follando», quiero decir— hubo una conferencia de prensa y Selinne declaró que es su novia, y lo bondadoso que es, lo cual es conveniente para nosotros para que acepten que Aragon sea lo que siempre ha sido pero ahora de manera directa pero la mafia lo ve cómo debilidad y la italiana es una de ellas. Poco después el señor Aragon nos informó sobre una mercancía que no había sido distribuida. Probablemente fue interceptaba. Esta misión es uno de los favores que haremos por ella información que él nos proporciona.

Examino lo que dice y tiene razón. Con la mafia no se juega y así como Aragon a conseguido respeto lo puede perder si se desvía. Nunca lo he visto matar a sangre frío pero lo que quedó de la iglesia me hizo ver porque todo el mundo le tiene miedo. La bomba química dejó cuerpos congelados pero calcinados, ahora oficialmente saben quién controla la mafia y quién lo rete sufrirá las consecuencias. Por otro lado no creo que el Vikingo se metiera con su mercancía. Debe ser alguien de la pirámide.

Aragon tiene el poder en sus manos y no sólo de Alemania, ha conseguido eso con los años, y que el dragón y el Yakuza lo respalden le suma un poder gutural. Pero el dragón ha sido su as bajo la manga. Dicen que la Bratva es la peor de todas pero se de buena mano que el Yakuza es peor. Si hablan de torturar Yukimura es sanguinario.

—Si el Líder le la mafia tiene una mujer es un riesgo —digo—. Pero si el líder de la aristocracia tiene una se ve como signo de disciplina y compromiso.

—¿Está de acuerdo con estar entre ambos bandos? —inquiere Klein mientras Reid ignora mi existencia.

No sé si le pregunta a Elton pero abro la boca no sé porque.

—Ya lo ha estado, y ha sido él cabecilla por mucho tiempo, creo que es justo que se le deje respirar. —Elton carraspea y yo me maldigo—. Mantuvo a la jerarquía en orden y cuando no pudieron recibir lo que recibían de él simplemente le lanzaron la guerra, no contaron con todo lo que había conseguido desde la cárcel.

—¿Qué tiene que ver su poder con la guerra que tiene la bratva y su mafia? —resopla Reid.

—Resulta —dice Elton—: resulta que la bratva es poderosa pero Aragon tiene la mafia Yakuza y el líder del clan más grande. Tienen contienda hace más de dos décadas pero como nuestro aliado, es nuestro deber darle seguridad y evitar conflictos, convencer a ambos bandos de que podemos convivir en paz, sin necesidad de una presa.

—¿Antes lo hacían porque básicamente te tenían a ti como un canjeo!? —dice Scott lentamente.

—Sí —acepto cuando las miradas recaen en mí—, los acuerdos se rompieron cuando morí pero hizo más, era como si perteneciera a la jerarquía y a él, para mantenerme en las dos vidas.

—¿Qué sentido tiene? —resopla Reid.

—Así podía ver a su familia y amigos —concluye Elton—, pero si tienen dudas sobre los acuerdos tenemos varios documentos para que los estudie mientras nosotros trabajamos —espeta severamente mientras mira a Reid.

Tener a Aragon como aliado es lo único que se necesita para ser una amenaza completa.

Nadie dice nada y soy yo la que rompo el silencio dando el informe y hablando sobre los posibles lugares de la isla donde probablemente esté esto. Mientras tanto más mujeres aparecen muertas con sangre en los ojos, boca, nariz y poros. La droga no sólo las hace perderse si no que las convierte en todo lo que no son.

Pude notar que Elton jamás entregó el químico que rescate del psiquiátrico, eso me hace dudar, porque algo esconde y no sé qué es.

El calor me toma mientras seguimos, hace calor pero frío y el asco me atrapa cuando Matt se me acerca.

Una que otra de las tenientes de la aristocracia fue tomada y su fotografía con la marca de la bratva en la frente hace que mis ojos piquen. Muertas, violadas y quemadas.

La mafia alemana no sólo es la más poderosa si no elegante, tú no vas a buscar putas, vas por mujeres y hombres elegantes que te follen hasta la consciencia. Por eso las presentaciones del Yakuza son una ceremonia mundial así como la cacería que es definitivamente lo mejor que se me ha ocurrido.

Elton y yo nos movemos con Clary hasta mi ciudad para hacer preguntas de rutina dándonos cuenta que este lugar tiene dos años en la mierda. Mi amigo hace esto por diversión, se divierte coqueteando para sacar información y reprimo la sonrisa la verlo así.

Hacemos preguntas aquí y allá mientras los civiles cuentan que se han llevado a personas y otras se han unido a la Bratva que se hace llamar la mafia calavera.

—¿Qué tanto tomó la bratva? —inquiero mientras me dirijo al auto con Clary que mete sus manos dentro de la chaqueta térmica.

—El 10% pero rebelión 15% —explica—. La mafia de Aragon aún rige los rincones, y ahora mucho más.

Volvemos a dirigirnos hacia el centro de Londres mientras Elton las indicaciones por el auricular. Mi hora de trabajo ya pasó. No trabajo las horas completas por cosas de salud mental y temen a una decaída.

Elton entra en la misma camioneta que nosotros y me rio porque está de pervertido a cada nada, haciéndome señas de mis tetas y el uniforme que me quiere asfixiar.

—¿Quieren algo de Taco bell? —inquiere Elton.

—Sí, sólo porque ahora si hacen tacos de verdad —respondo ante el vacío que se forma en mi estómago. Aunque enseguida arrugo la nariz por el olor que imagino—. Pero después quiero unas papas.

—Lo pida mi reina —me guiña el ojo y le aviento un beso.

—¿No está mal en horas laborales? —inquiere Clary.

Asiento pero no estoy acostumbrada a las reglas, en la mafia no hay horas laborales. Haces lo que quieres y ya.

—No conmigo —dice Elton—, y ya son más de las diez así que oficialmente la jornada laboral terminó para un agente de la UAC en mi mando.

Clary se ríe y nos estacionamos a comer los tacos que Elton pidió por la ventanilla gracias al chofer. Comenzamos a repasar todo lo que recopilamos mientras comemos y yo me doy cuenta de que trabajo mejor con el estómago lleno.

—¿Cuándo tratará Aragon de hacer el trato con los italianos? —habla Clary mientras me quedo medio mordiendo mi taco.

«¿Qué?»

—Hablando de eso —Elton me mira y un escalofrío me recorre haciendo que deje mi taco a medio comer—, necesito algo más antes de que te vayamos a Moscú.

—Supongo que no puedo decir que no.

Muevo mi taco y niega. Me prepararo para un regaño por dejar rastros de gente muerta pero para su mala suerte lo haré de nuevo. Ir a Moscú sobre la pista de la pastilla sólo abrió mi hambre de venganza.

Cuando estuvieron en Berlín no me sacaron por miedo. Por miedo a que yo fuese un problema mayor pero Andersson se hizo notar en la mafia y la Bratva quebró por dejar vivir al juguete de la mafia alemana. Ahora pelean como perros por el poder pero sin mí de por medio.

Después de dejar a Clary en las oficinas del FBI, me baño y me pongo nuevamente un uniforme sólo que sin armas ya que Elton dijo que no era necesario.

Bajo y lo primero que veo es a Félix con Eliot en brazos y no tengo cabeza simplemente voy con él besándolo y cargando a mi niño.

—¿Te sientes bien? —beso su carita—. ¿Me extrañaste?

Asiente metiendo su mano debajo del cuello de mi camisa. Está asustado, todo lo que pasó lo ha tenido triste.

—Lo siento, mami —su susurro me parte el alma.

—Tú no tienes la culpa mi amor —siento como se me quiebra la voz y lo beso hasta que se calma.

—¿Nos vamos? —habla Elton.

Lo escaneo y noto que Felix asiente pero esto no me gusta.

—No, no —retrocedo—. No quiero verlo.

—Señora, no ha comido ni salido de allí en más de cuatro días —suplica—, no quiere ver ni hablar con nadie que no sea usted. No abre la puerta a menos que sea para pedir ratas y no sabemos qué sucede.

«¿Ratas?»

—¿Y su novia?

Elton me mira con ironía y casi se ríe. No le veo el chiste, ya se dijo que es su novia y se nota que él la quiere así que no veo porque me necesitan. Está de imbécil, y le creo a Reid, él iba al hospital por su mamá, así que se perfectamente que se la pasaba muy bien con ella.

—Lo único que debes hacer es mirarlo a los ojos y hacer que salga de allí porque si no todo este show de un dominio se nos viene abajo, Love —gruñe Elton—. No me iré hasta de aquí se quede tranquilo pero debo regresar a Grecia. Es mi hogar y mi gente, tengo una responsabilidad con ellos y tú también ya que, ahora eres la dama de la mafia.

—Eso...

—Lo eres y todo lo saben —me interrumpe y Félix asiente—, no sólo por el lío que armó Aragon si no por lo que todos vieron, dándose a ver que eres una de más mujeres más fuertes dentro de la mafia, y nadie ha visto alguien así. Selinne es su novia por conveniencia hacia la gente, él ni siquiera la soporta, pero tú eres la imagen de Londres y Alemania, su gente y la tuya.

Resoplo.

—Llévame adónde está que quiero descansar.

Se ríe casi eufórico abre la puerta para mi mientras Félix va al asiento de piloto y él se sube en el asiento de copiloto. Mi niño me abraza con fuerza y tengo un asco descomunal por esos malditos tacos. No debí comer y luego ir a ver al hombre que me mueve la tierra.

El camino a casa es espeluznante dado que es tarde y no sólo eso si no la cantidad de gente qué hay, los recuerdos y las órdenes que di antes de largarme. Aquí planeé una boda que nunca se fecundó.

Las manos me sudan, pero debo acabar con esto. Es Aragon, he lidiado con él antes.

La camioneta se detiene y le entrego a Eliot a Félix que duerme tranquilito. Aparto el cabello rizado y le beso las mejillas rosas.

—¿Adónde está? —pregunto caminando al lado de ambos mientras los hombres armados hasta los dientes no dicen nada.

—En el área de descanso —dice Félix caminando a toda velocidad mientras pasamos la puerta—, no ha comino, ni bebido...

—Alcohol —dice Elton—. Desde que vine a verlo se encerró y lucia de la mierda ya que, escapó del hospital para hacer unas diligencias.

—¿En el área de descanso? —me atraganto.

Paso a grandes zancadas y me voy directo al área de descanso que es básicamente un lugar de licor y un jacuzzi lo suficientemente grande como para que se ahogue con hombre de su tamaño.

Corro del otro lado de la casa sintiendo que me pican los pies. Me tiemblan las manos. Tiemblo tocando las puertas dobles, sacudiéndolas por las perillas.

—Tayler... —vuelvo a tocar y nada—. ¿Estás bien? Necesito que salgas y dejes de masacrar.

No responde y la ansiedad me atraviesa porque no sé qué diablos podría haber hecho.

—¡Tayler, ábreme! —aporreo la puerta frustrada.

No puedo con otra muerte de alguien que amo. «Alguien que amo»

Sacudo la cabeza y busco mi ganzúa que sigue en mi bolsillo ya que esa es una herramienta para cualquier cosa. Intento hasta que algo hace clic y empujo las puertas haciendo que el choque de licor, sangre, carne podrida, loción y tabaco se vuelvan un tanto asfixiantes.

Reparo el lugar y miro a la esquina donde hay una cama acomodada. El bar cubre lo del otro lado.

«¡Ratas!»

El lugar está lleno de cuerpo descuartizados, la sangre baña gran parte del piso de brillante, arrugo un poco la nariz y escaneo la imagen. Corazones exparcidos, lenguas, ojos y materia craneal revuelva en la cabeza de un cuerpo sin brazos y piernas.

Trato de pisar dentro del lugar pero algo chiclea contra mi bota. La levanto lentamente y me percato de que una cornea viscosa acaba de pegarse. «Dios», suspiro apartándola con los dedos. La aviento limpiando los dedos en mi pantalón y respiro hondo con el asco asomándose.

—¿Tay...?

Paso y cierro las puertas dirigiéndome hacia la parte del jacuzzi, sin embrago mi maldito corazón se quiebra cuando veo al hombre de brazos grandes tendido dentro del jacuzzi con la cabeza hacia afuera...

—Tayler —me ahogo sintiendo que me abren con una hacha el pecho.

Me voy hacia él cayendo de rodillas. La vida se me escapa de las manos al ver el arma y hay sangre...

—¿Me escuchas? —inquiero pero no responde y algo se hunde en mi garganta.

Sacudo su cara dándome cuenta de que está herido, y tiene sangre en la camisa, manos, cabello, el brazo y sus labios rojos llenos de sudor. Está hirviendo él calentura.

—¿Qué hiciste, anciano idiota? —acaricio su rostro expuesta ante su rostro—. Eres tonto, un maldito idiota.

Vuelvo a sacudirlo pero siento que está muriéndoseme en los brazos. Algo me pica detrás de los ojos y reprimo un sollozo sacando mi teléfono. Necesito llamar a la ambulancia... pero recuerdo que es un mafioso y está iniciando una guerra.

—¡Elton, llama a Rome! —grito tanto que siento que me ahogo—. ¡Pero ya!

Trato de levantarlo sintiendo el peso de media tonelada... entro al jacuzzi por las escaleras y me sumerjo hasta llegar a él que está vestido con ropa de no sé cuánto tiempo. Me esfuerzo por sacarlo, pero es peso muerto así que hago caso a todos mis entrenamientos para empujarme por las escaleras hasta tenerlo fuera del agua. Nunca había estado tan asustada, de hecho no sé de donde saqué la fuerza pero el corazón me late tan rápido como las náuseas.

—Déjame —gruñe empujándome y me alivia la agonía cuando bosteza.

—¿Por qué hiciste eso? —le doy una bofetada mientras la rabia y tristeza chocan.

—Estaba esperando y no llegabas así que me aburrí y los maté —sonríe con los ojos cerrados. Luciendo malditamente hermoso e inocente.

Así le perdonaría cualquier asesinato.

—Vamos, necesitas una ducha. —acaricio su rostro besando su frente—. ¿Cómo se te ocurre entrar al jacuzzi así?

—¿Sin ti? —se burla. Su cuerpo se tensa y acaricio su barba crecida—. ¿Eres un sueño? Sí, siempre has sido uno. Nunca serás real.

—Tay... —digo mientras trato de ver alguna herida.

—¿Qué haces aquí? —se mofa—. ¿Saliste a escondidas de tu amante para ver a tu esposo? —niega tronando la lengua—. Eres una gatita muy traviesa, mocosa.

Lo ignoro, tratando de levantarlo pero esta vez ayuda. Lo que no ayuda es las ganas enfermas de besarlo que me surgen cuando se levanta y me mira a los ojos asintiendo cuando no respondo.

—No necesito tu ayuda, necesito licor y si puedes una sumisa de treinta años, no me gustan las niñas —dice buscando en el mini bar, algo salado me atraviesa como cuchillo por los celos...—. No te preocupes por mí que ya entendí que te importo lo mismo que an mis progenitores, debería saberlo, me dejaste incluso cuando me arrodillé, de hecho me dejas siempre, siempre te vas. Te esperé y todos los malditos días como un idiota lo hice pero estabas con ese en la cama, el bastardo me envió uno foto ayer, antier, no recuerdo. —suspira—. Supongo que estás muy cómoda con ese infeliz que te cubre los asesinatos. También lo hice y no recibí nada a cambio. No, sí recibí. Sexo, pero no quiero maldito sexo, tu cuerpo sólo es la cereza del pastel.

Todo lo que dice me lastima pero no sé cómo es que Tayler está tan herido, no sé cómo sentirme. Yo quiero estar bien con él pero ni siquiera sé cómo actuar, ya no somos el cazador y la presa. No soy la niña y el comprador, o el anónimo y su encantadora.

Estoy libre para decidir pero me cuesta porque tengo miedo de salir herida. Yo no soportaría algo más.

Escaneo el bar y no hay una jodida botella llena. Está apunto de caer en maldito coma etílico y eso duele.

—¿Qué diablos te pasa? —le grito ignorando el odio de sus palabras que me cortan—. ¡Te bebiste todo el maldito licor!

—¡No todo! —celebra recogiendo una botella del suelo medio vacía y...

Antes de que se la acabe con la furia que tengo la agarro y la aviento estrellándola en la puerta.

—¿Quién te crees? —me sujeta de la mandíbula—. ¿Quien te crees para tirar mi licor? No eres nadie, no eres absolutamente nadie para decirme que hacer, no te permito que quieras manejar mi vida y aparecer de la nada por muestras de poder.

—¡Ya cállate que estoy aquí porque es mi deber!

—¿Ahora si estás por un puto contrato? —grita y tetrocedo—. Ahora si eres una jodida sumisa —se mofa soltándome.

«Boom», la sangre me burbujea y me enderezo, mido la mitad que él pero antes de que se dé la vuelta lo tomo de la manga de la camisa mojada mientras las puntas de mi cabello chorrean, pero estoy segura de que estoy en llamas, la manga de la camisa se le rasga por la fuerza que ejerzo y dejo caer mi palma contra su mejilla hasta que me zumban los tímpanos provocando que vaya a dar al banco con tropezones tirando las botellas vacías de la barra que bañan el suelo de cristales con sangre vieja.

—Qué...

—Sumisa mientras me cojes —espeto señalándolo con el dedo tembloroso—. Sumisa en la cama, porque aquí —acorto espacio—; aquí mando y grito yo. Que te quede claro que no me vas a mangonear y si digo algo, lo haces porque yo tengo la razón. ¡Grítame mientras me estés follando pero en peleas que dañen nuestra relación; grito y ordeno yo!

La mirada se le oscurece así como el pecho se le eleva con rapidez imitando el mío.

—¿Quién te crees, mocosita? —se levanta burlón y sacude la cabeza.

—¡No me creo, lo soy!

—Nad...

—Tu mujer y te callas.

—Oh, jo-der—dice entrecortado y trata de besarme pero lo evito.

—¡Compórtate con un hombre y muévete!

—Me la acabas de poner muy dura —echa la cabeza hacia atrás haciendo que le manzana de Adán le baile—. Te he dicho que me mata cuando te comportas como mi mujer.

—Lo soy, así que deja que haga esto.

No sé porque lo dije pero ya lo dije así que aprovecho el estado de shock que me tiene agarrándolo de la mano para sacarlo como puedo mientras se tambalea. Pesa como un maldito elefante, no ayuda que parezca peso muerto y mida como tres metros.

Le paso el brazo de cien kilos sobre mis hombros.

—Viniste a cumplir tus deberes, gatita —saborea oliendo mi cabello y con la mano que cuelga de mi hombro aprieta mi teta—. Me encanta que me hagas decir vulgaridades.

—Cálmate —lo regaño pero sigue.

—Quiero azotarte hasta sangres por todos lados —aprieta mi teta y lo dejo porque mi pezon duro me lo suplica—. El coño y la piel mientras se abre a cada azote.

«¡Domínate!»

—Suelta —le doy un manotazo y finge dolor.

—Podría dejar que me des otra bofetada mientras te lleno.

—¿Quieres callarte? —inquiero pero niega sonriente cómo un maldito hermoso ángel infernal.

—Sólo si me besas.

Me encargo de sacarlo y empujo las puertas con el pie mientras lo ignoro. Veo an Elton en silencio que habla por teléfono.

—No quiero nada —hace berrinche.

—Cállate —le ordeno y se endereza—. Déjame curarte —pero se niega a salir.

—Ayúdame a correrme en tu cuello... uterino —la imposible tarea de subirlo se hace peor cuando se masajea la polla así y la carcajada se me escapa ante sus palabras decentes.

Tengo unas ganas de follar insoportable, quiero besarlo, y saltar sobre él.

—Te ayudaré a no morir de gangrena —le manoteo la mano que me calienta la teta.

—Toca la mía —bromea Elton desde abajo y me carcajeo mientras él gruñe.

—¡Encárgate de lo que hay allí dentro! —le digo - Elton que no responde pero me dice que sí con la boca abierta al ver la sangre que chorrea Tayler.

Lo subo a rastras mientras ubico mi habitación. La suya es más fría y necesita calor, afuera esta horrible y quiero que esté cómodo mientras le quito la fiebre.

Lo coloco en mi cama y hago la tina mientras regreso con él para quitarle la ropa húmeda.

—¿Primero una cita, no? —me aparta la mano de los botones de su camisa—. Soy un hombre casado y de viejas costumbres.

No me digas.

—Que bueno porque soy tu esposa —se burla mirándome sobre el cabello que cae en su frente—. Pero te invitaré un ducha caliente, ¿te sirve?

—Sólo si me acompañas, hace mucho que no te bañas conmigo. Dos semanas para ser exactos.

Me río ignorando sus tonterías mientras desprende un aroma a licor, loción y alcohol. Vi un par de frascos de analgésicos pero no le daré nada porque eso lo empeorará, necesito que se alinee.

Le envío mensaje a Elton de que quiero un café y un caldo con picante para Tayler. Me responde que enseguida y vuelvo a mi trabajo después de quitarme los zapatos, pantalón mojado y el chaleco, sólo dejando mi camisa negra y bragas.

Cómo puedo levanto cada músculo para desvestirlo «lidiando con lo jodidamente sexi que es», y llevarlo a la regadera para quitarle la sangre de sus víctimas.

—¿Por qué mataste así? —inquiero y se encoge de hombros.

Lleno su esponja de su jabón de ducha delicioso, y comienzo a bañarlo. Paso la esponja por su piel y acaricio sus heridas de la espalda con mis labios. Paseo mi dedo por su tatuaje de raíces y al llegar a la cadera me percato de que hay un nombre eliminado.

—¿Por qué lo eliminaste? —lo rodeo dejando que el agua me moje también.

No dice nada, su cabello cubre su frente y ojos, está quieto pero arde, puedo sentir su dolor.

—Ella no es mi alma —sus palabras van acompañadas de su mano aferrándose a mi muñeca y quitando la esponja porque he quitado toda la sangre—. Ella no existe ni existió.

Asiento y beso su mano.

—¿Ahora tienes un nuevo nombre?

Se burla y sonrío al ver lo lindo que se ve los chorros de la regadera.

—No le agregaré esto a tu ego —dice—. Ya lo sabes, sólo quieres que te diga que la razón por la que estoy sangrando no es por ella, sí no por ti.

Me quedo sin palabras y algo se hunde en mi interior.

—No quiero que pienses así de mí —cierro la llave y evito mirarle el miembro que a cada rato me golpea—. Para que veas que soy buena chica te meteré a la tina.

Acepta como niño pequeño y se la preparo mientras él acaricia mi cabello y masajea mis tetas detrás de mí a cada paso que doy. Lo ayudo a entrar y me sonríe con los ojos apenas abiertos. Sus colmillos me hacen cosquillas en el estómago. «Es jodidamente guapo, pero cómo un pecado»

—Que encantadora eres —susurra tratando de agarrar mi cara pero no llega—. Eres todo, mocosa. Siempre he sabido que eres mi punto de quiebre.

—Relájate —entro con él y me pongo a su espalda.

Hace tanto que no estamos así, que no me siento tranquila a su lado, gracias a ese fin de semana sólo puedo pensar en nosotros.

Exparso jabón líquido por su pecho y brazos, ayudándolo a relajarse, luego paso mi esponja masajeándolo, la tinta de su pecho me obliga a evitar tocarla. Lo enjuago y aplico mucho shampoo porque me gusta como se siente su cabello suave.

—Dios, quiero quedarme siempre aquí —jadea y abre los ojos mientras yo masajeo su cabello—. ¿Qué hago para que vuelvas? ¿Qué quieres? ¿Qué te doy? ¿Te compró otra casa? ¿Un país? ¿Otro caballo? ¿Una vaca? Pídelo y te lo doy.

El corazón se me apachurra.

—¿Adónde está Selinne?

Mi pregunta hace que se burle, suspirando  y me trago el amargo sabor a decepción.

—¿Adónde está tu amante? —replica.

Enjuago su cabello y acaricio más de lo que debería pero me detengo porque yo estoy con Matthew o eso creo, apenas nos vemos, y hablamos, sólo convivimos como amigos, no me ha tocad...

De la nada comienza a ponerse jabón líquido en el miembro y lo masajea que ha permanecido más arriba de lo que acostumbra y lo sacude mientras yo quito la espuma de su piel con el cabezal y la mano. Muevo sutilmente las caderas porque estar aquí me revienta el clitoris.

Me empapo con él y dejo un beso en su cabello. Acario su piel tersa y firma.

—Enjuágalo —me pide sacudiéndolo a los lados—. Está triste porque extraña tu cálido interior. Cada que me encajo dentro de ti es como un paraíso de fluidos, es cálido, resbaladizo, dulce. Pero es que eres tú, jodidamente tú. Nadie se siente así, quizá... quizá porque jamás he sentido el coño de nadie.

Las mejillas se me encienden y el calor baja a mi núcleo como un espiral de lava.

—Deja que termine de bañarte para curarte antes de mueras de gangrena o te corras con el pensamiento —ignoro las palabras calientes que me ponen el clitoris a palpitar e imagino cómo me tomaría aquí. Haciéndome recordar lo delicioso que es hacerlo en el agua.

Sin embargo, se ríe y antes de que responda igual caigo al vacío con sus palabras:

—Cásate conmigo.

Parpadeo tratando de no llorar con los temblores de mis manos. Dejo de enguagar y debo fruncir en ceño tratando de encararlo un poco. Eleva la vista y sigue con los ojos medio cerrados pero cuando los abre bien veo ese semblante neutro y firme del cuál me pone como ahora.

—Ya estamos casados —me río sin ganas.

—Quiero verte de blanco en un altar, quiero lo que íbamos a hacer antes de todo —dice casi para sí mismo. La punzada de dolor me aprieta el pecho—. Todos los días, cada hora... es peor que cuando creí que te había perdido en la cacería. Todo son pesadillas...

—Selinne seguramente vendrá, yo no soy ella —digo apartando la lágrimas que se desliza caliente como mi garganta.

—Exactamente —dice como si le entristeciera—. ¿Cuando vas a entender que no me importa? Sólo...

Extiende su mano y me arde cada célula cuando su dedo pulgar aplasta mi labio inferior, debo de cerrar los ojos un momento para volverlo a mirar.

—Jamás la he besado —dice y me mira, acercándose a medida que habla—. Nunca he besado a nadie cómo a ti.

—Tay...

—¿¡Qué!? —se mofa y me suelta girando su cuello para encararme. Haciéndome sentir pequeña—. ¿Por qué no puedes jodidamente fingir que estás a fuerzas conmigo? ¿Es eso? ¿Te sigue dando asco que sepan que yo soy el hombre que quieres? ¿Por qué no fingimos si eso te molesta? ¿¡Que se supone que haga!? Sólo finge que me odias, y grita que me odias mientras te hago el amor, di que te obligo, yo puedo soportarlo, sólo te quiero a ti. ¿Por qué es difícil hablar contigo? Ya no soporto estar sin ti, puedo soportar que finjas y que te de asco o vergüenza, pero prefiero eso a no tenerte, joder... yo... —jadea desesperado—. He sido un hombre comunicativo y eso a ti no te importa, ¿por qué no puedes atreverte a fingir sólo un poco si ya lo haces? ¿Porque no sólo finges que no puedes dejarme?

No respondo porque quiero llorar, me voy a romper en pedazos y cuando quiero hacerlo, él asiente apretándolo la mandíbula mientras la mirada se le oscurece. Sólo necesito un momento, necesito saber qué Rebelión ya no está aquí porque me vigila.

Olvido eso, lo saco a la habitación, poniendo dos de mis toalla en su cadera, porque no le basta una, me las apaño para sentarlo y secarlo. Limpio las heridas y pongo nuevas vendas. Dejo un beso en su hombro y suspira.

Su piel es suave pero dura y sus músculos se contraen con mi tacto mientras el falo parado no me deja respirar como debería.

Elton llega con la comida y el café.

—Dos toallas —Elton saborea—. Eso es todo. —pero Tayler está ocupado oliéndome el cabello y acariciándomela la cara cuando trato de llevarlo a la cama—. Avísame si necesitan algo.

—Claro, pero necesito que los cuerpos no aparezcan y que nadie los busque, no quiero que vayan tras de él —le sonrió, y se va.

Lo acomodo en la cama con dos almohadas en su espalda y me siento a su lado.

—Abre —le pido y niega aburrido.

—Sólo si regresas conmigo —susurra paseando su dedo por mi pierna—. Te extraño. ¿Tú no?

—Si acabas la comida te digo —sus ojos brillan como fuego y deja que le de comer—. Si no, usaremos un embutido y no responderé.

Jamás lo había tenido tan vulnerable y me rompe el corazón. Se bebe el café sin azúcar. Limpio su boca con mi dedo y sujeta mi mano para que le toque la mejilla.

—¿Por qué? —es un susurro desgarrador.

—También te extrañé —le digo y abre los ojos encontrándose con los míos.

Todo desaparece cuando su fuego derrite mi metal. Una de las corazas de mi corazón se quiebra dejándolo entrar un poco. Estoy loca, loca de amor, ¿eso es amor? No sé qué es amar, no sé qué siento pero me consume como un maldito hoyo.

—Vamos a lavarte los dientes —le digo apartándome.

Sus tatuajes hacen que su piel se vea aun más perfecta y las ganas de subirme ahorcadas me atrapan pero aparto el pensamiento para llegar al baño, tomar su cepillo de dientes y...

—¿Me besaras si los lavo? —inquiere—. Quiero meterte la lengua, mocosa.

«Jehovah»

No respondo y volvemos igual al baño. Pongo la pasta en su cepillo.

—Voy a pensarlo pero primero debo lavarlos.

Abre la boca sin muchos peros dejando que le lave la boca dos veces y enjuago dándole agua de mi mano ya que se niega a tomar el vaso que le ofrezco.

—Estamos a mano —susurra—. Yo te busqué por todo Londres y te devolví a casa muy ebria. Vomitaste toda la habitación y te dio un ataque psicótico. —me mira con la ceja enarcada—. Deberías sentirte avergonzada.

—No estás en derecho de juzgar.

Escupe una última vez y se incorpora mirándome con más claridad. Ese brillo, esas anomalías. Dios.

Es tan alto, y tan grande. Yo quiero que me parta en dos y que me acune mientras me tararea una canción.

—Muéstrame —le pido y sonríe, abre la boca y saca la lengua rosa.

No sé cómo tengo la fuerza de pararme frente a él y no decirle todo lo que siento. Lo odio por hacerme tan dependiente.

—¿Me besarás ya o te debo secuestrar para actuar como si me odiaras?

Niego con ironía y pongo distancia. No quiero perderme.

—Vamos a la cama.

—¿Me acompañas?

—En lo que llega Rome...

—¿Y después te vas con él? —dice amargo—. Ya me acostumbré, mocosa. En lugar de mafioso parezco un cuernudo inútil. —trato de hablar pero sigue—. Hace dos años hice hasta lo imposible para salvarte y que te quedarás conmigo a pesar de que defendías al bastardo pero ahora ya no puedo. Porque quiero saber si eres capaz de todo por mí. ¿No se supone que así debería ser? Te mentí, lo sé, pero sabía lo que harías si te decía, al final se que si te digo lo que hice no podrás mirarme sin creer que soy un monstruo...

—No quiero discutir, y para ser honestos no estás en posición de discutir. —lo obligó a mirarme y apenas lo hace—. No eres un monstruo. He visto a los monstruo de cerca y aunque seas uno ante el mundo, eres el que puede contra los que me asechan.

—¿Estás aceptando casarte? —casi puedo ver su sonrisa.

—Es probablemente que no recuerdes esto.

—Estoy ebrio, no tengo un derrame cerebral.

—Mañana hablamos, y sin peros.

Gruñe y camina conmigo a la cama donde lo acuesto. Y lo cubro después de sacar un bóxer de mis cajones y colocárselo pero no puedo evitar que levante la pelvis así rozándome la boca con la erección descomunal que se carga.

—Deja de pasearme la polla —lo regaño pero lamo con discreción mis labios y me palpita la vagina.

—Blasfemia —se indigna—. Yo no soy un vulgar.

Me burlo y le acomodo las almohadas. Trato de irme pero sujeta la muñeca haciendo que apriete los ojos.

—Quédate —susurra—. Por favor, Blage.

Traducción: Mocosa.

Y me deslizo en las sábanas con mi hombre después de poner otras bragas y una camisa suya. Eso es lo único que basta para dejar que me abrace.

—Quiero que te quedes —susurra—. Quédate y seamos los de antes. Estoy harto de discutir y de mostrarte que no hay nadie que te valore como yo. Estoy harto, sólo quiero que huyamos juntos, y despertar contigo.

—Tay...

—Shh. —pone su dedo índice entre mis labios—. Siénteme hoy y si no estás segura de que soy lo que quieres entonces de dejaré ir.

Casi me río. Él no haría eso.

—No harías eso.

—No, pero, ¿te gustó la idea?

«No»

Elevo la vista y agacha la mirada para toparse conmigo.

—Eres encantadora —el susurro atraviesa toda mi corteza.

Nos quedamos así mientras siento que hiervo bajo ese fuego y no puedo decir que me gustó, porque sinceramente no, no me imagino sin él persiguiéndome como loco.

—Duerme y si mañana quieres podemos hablar.

Acomoda su mano en mi mejilla mientras me envía a un mar de mariposas cuando presiona sus labios con los míos, me aferro a su muñeca lo más que puedo, haciendo que su lengua sabor a menta y licor dance contra la mía, pero me separo cuando un gemido se me sale.

—Eres mía, Mocosa —advierte—, quieras o no vas a estar conmigo porque si no quieres te arrastraré. Te lo juro.

—Necesitas tratarte esa obsesión que tienes —digo divertida acurrucándome en su cálido cuerpo.

—Nada me quita esta obsesión que tengo de ti, y de devorarte cada día y todos los días. Por eso haré lo que sea para conservarte.

Acaricia mi mejilla y me rio asintiendo.

—El alcohol ya te corto los circuitos.

Se burla con esa carcajada siniestra. Desliza su mano a la mía entrelazando nuestros dedos y con la yema de uno rasca lo que falta en mi dedo anular.

—Vamos al acantilado —susurra somnoliento—, nuestra casa. Hagamos la guerra y vámonos.

Algo se me atraviesa en la garganta porque quiero decir que sí. Sólo quiero ser feliz.

—¿Te llevarás a Selinne?

—¿Te llevarías al Jesucristo que vive contigo?

La respuesta es no, pero sé que la suya es un rotundo sí. Y no tiene caso seguir con esto porque yo jamás seré la amante de nadie, y si alguien me pondrá un anillo para hacerme su prioridad entonces lo aceptaré. Matthew lo hará y no él, no de la manera que quiero y por eso dejo que la pregunta se quede flotando en el limbo.

Espero a que su cuerpo comience a caer, y sus respiraciónes se hagan naturales. Me deslizo de entre su agarre y me siento para verlo por última vez. Es el hombre más hermoso que he visto y esa barba que está creciéndole me demuestra que a pesar de ser un hombre se comporta como idiota.

Acaricio su barba y aplasto con los dedos sus labios. Quito el cabello de su frente y me inclino a olerlo, sin importar qué lo bañara tiene el olor a hombre impregnado en la piel. Presiono sus labios con los míos anhelando más y me impulso de su pecho para separarme con lo salado que desliza mis mejillas.

—Jamás seré la otra mujer, anciano.

Si no me salvó siendo su prioridad no me arriesgaré a que sea la otra que se queda en la casa del acantilado mientras vuelve con su familia real. Una donde le darán lo que quiere.

Quería hacerlo con él pero debo esperar hasta poder atacar, sé que cuando ambos estemos en la misma sintonía será la única oportunidad que tendremos de hacerlo pero aún no está listo para soltar a Selinne y yo no estoy lista para ser la amante, no con rebelión respirándome la nuca.

El dolor es persistente y el corazón se me estrella con la garganta haciendo que corra al baño, doblándome con la arcada temblorosa que me toma. No creí que renunciar a él me doliera tanto. Aprieto el botón del escusado sintiéndome una mierda. Me pongo algo de ropa nueva, apretando los labios para que mis sollozos no se escuchen.

Estando en el umbral de la habitación el vacío en todo el cuerpo inunda mis ojos, no sólo en el pecho, es como si acabara de dejar un juego al que aún no estaba lista de renunciar. Me gustó el poder de ser la viuda negra y no la mujer de alguien. Pero ser la mujer de Tayler jamás me ha hecho sentir un objeto, sin embargo para sus enemigos sí.

No merezco no estar a su lado, debería confiar en que puedo y que me importa una mierda que quiera una guerra donde no me quiera incluir, yo quiero estar allí, quiero sangre y venganza.

Quiero a Andersson muerto, quiero a Vanessa sufriendo, quiero hacer pagar a Jossie por lo que hizo, quiero que vea cómo su hijo se queda sin respiración, quiero que Sergei no soporte la idea de perder el trono y que Tayler mate a Selinne para mí, eso quiero, y eso haré. Va a desear estar conmigo y haré que la odie hasta que la mate. Quiero que ella vea quién lo hará, que llore y suplique mientras me burlo en su cara.

Quiero caminar, que se arrodillen. Lo harán, cambiaré sus leyes y serán mías así sea lo último que haga. El problema es que aún tengo alma.

Al bajar las escaleras veo a Rome hablando con Elton que suspira al verme.

—¿Cómo está...? —su voz se corta con la entrada de Selinne.

Me importa muy poco así que, simplemente bajo para toparme con su mirada. Advertí que no la quería ver aquí y no le importó, supongo que se le dió acceso ya que viene en uniforme de abogada.

—Estará bien, sólo necesita descansar, las heridas no están infectad...

—¿Tú qué haces aquí? —me reclama Selinne pero al ignoro.

«¿En mi casa?»

Sé que me veo de la mierda y triste así que me ahorro el discurso. Arreglo mi camisa tratando de respirar.

—Está en mi habitación —le digo an Elton que está ignorando a Selinne tanto como yo—, Rome haz lo tuyo.

—Le diré a Klaus que haga un examen de sangre —me dice Rome y asiento—. Iré a tomarle una muestra. Puede tener un cuadro de intoxicación, llevarlo a los laboratorios es muy exagerado y tendría que hacer la cuarta guerra mundial.

Casi me río pero estoy cansada, y odio dejarlo aquí sin mí. Más bien odio irme.

Asiento sin muchas ganas. Hasta donde sé, Klaus es doctor pero no sé de qué, pero maneja los laboratorios.

—Te hizo una pregunta, zorra de mierda —Desire me jala del brazo y sin ganas se lo aparto.

No me di cuenta de su existencia, seguro entro con la amiga que me escanea con asco.

Me duelen los pies, tengo asco, necesito regresar y dormir con él.

—Vine a hacer mi trabajo —no miento ya que quiera o no—, soy su esposa ante la ley de la aristocracia y aquí no es un delito matarlas así que quítense de mi maldito camino —empujo a Selinne que trata de tocarme.

—Concubina —me corrige Desire.

—¡Lárgate de mi casa! —me grita Selinne apretándose el estómago—. ¡Aléjate de mi familia!

Ruedo los ojos porque no tengo ganas de que me vomiten. Me duele la cabeza y el asco no me abandona ni por haber vomitado los tacos.

—Están es mi casa y hazme el grandísimo favor de no volver a pisarla porque te juro —cierro los ojos y respiro—, no me importan las consecuencias. Prefiero estar en la cárcel que ver paseándote como estúpida rogona y hablando de mi casa como si fuese tuya. No tienes puta familia, que yo sepa eres una huérfana que Carsten ayudó y Eliot es mío. Te acercas un maldito kilómetro cerca de él —acorto espacio—, y te corto la cabeza para colgarla en mis candelabros.

—Tranquila —me dice Rome—, no puedes matar a una protegida de la mafia, no a menos que Tayler lo apruebe.

Ruedo los ojos mirando a Rome.

—Ve a verlo, Rome —dice Elton trayéndome a la realidad. Me mira—. Espérame en el auto.

Asiento sin más pasando entre ellas empujándolas...

—¡Siempre supe que eras una zorra...!

La paciencia que había me la quita Desire haciendo que me gire y no tengo mi arma si no la mato. Miro a uno de los hombres que resguardan la puerta y carraspeo haciendo que caminen hacia mí.

—Si alguna de estas dos mujeres —las señalo— me dan un insulto más mientras me largo las matas o las sacas de mi casa, como te guste más.

—Sí, señora.

—Y por favor, si usa la excusa de que es su abogada insertale un maldito pergamino por la vagina y sácala de mi casa.

El hombre acomoda su rifle en el pecho y apunta mientras me voy con el alma hecha pedazos.

El respeto de la mafia es lo que tengo y de allí me agarraré. Confiaré en mis hombres.

Entro al auto y cuando veo Félix sale tranquilo palmeando el hombro del guardia que apunta. Tal acto se ve interrumpido, el hombre se va adónde debe irse en posición donde estaba.

Las mujeres desaparecen y mi teléfono vibra en mi trasero así que lo saco viendo un mensaje de mi tapadera como dice ese maldito infiel. Pero no puedo decir nada porque estoy igual que él, pero yo engaño a Matthew por él. Matthew no es mi amante, es Tayler.

Matthew: Tengo el desayuno listo.

Yo: Genial, nos vemos en casa.

Matthew: Pase a ver a niebla. Está gigante.

Sonrío porque es el único que está pendiente de ella en el comando aparte de mí, y sólo la vi ayer cuando fui a reportarme.

Elton entra en la puerta de piloto mientras veo que Félix está haciendo guardia como uno más.

—¿Todo bien? —pregunta algo que no sé.

Pero Elton es mi amigo, y el único que me queda así que dejo escapar las lágrimas mientras arranca para sacarnos del lugar. Me tiemblan las manos al rededor del teléfono mientras la garganta se me seca.

—Te quiere, muñeca —suspira—, pero Tayler siempre ha sido un hombre difícil, y sin embargo, eres tú la única que lo ha sacado de su zona de confort.

—Está con ella ahora, y no hay nada que hacer porque yo estoy con Matthew.

—¿Lo quieres?

Trato de abrir la boca para decir que es más que eso. Es bueno y lindo y es todo lo que tengo.

—Es con él con quién quiero estar.

—¿Quieres o tienes?

Pisa el acelerador mientras no quiero responder esa pregunta.

—Eres mi amiga y te quiero. —aprieta mi pierna—. Pero si no se detienen, ambos saldrán heridos llevándose a todo lo que se les cruce. Tayler no estaba así porque le encanta beber, la última vez que lo vi así fue cuando te fuiste. ¿Por qué no simplemente vuelven y ya? Deja de usar a Matthew de tu tapadera.

—Él no es mi tapadera —ignoro todo lo demás.

Quita la mano.

—Pero es tu novio sólo porque Tayler no se pone los pantalones y se quita la máscara de rencor que tiene. Porque ustedes quieren ver quién dobla la mano primero y en ello no va terminar bien para nadie.

—¿Crees que yo debo doblar la mano? —me mofo—. Si fuera así, ¿qué es lo que me espera? Más mafia, crimen, huir, dolor, maltratos. ¿Debo tratar a Selinne como mi socia mientras él cumple lo que quiere y yo lo espero en casa?

—Sólo quiere protegerte.

—¡Quiero que me ame más de lo que ama mantener el control! —exploto—. Quiero que sepa que puede contar conmigo y que juntos lo haremos. ¡No quiero que crea que me derrumbare!

—Las cosas han cambiado, Love —acaricia mi cabello—, ya nadie te está comprando. Sólo debes luchar y dejar el pasado atrás...

Sé adónde va esto. Quiere que salga de las calles y eso no sucederá, porque primero necesito ir a Moscú.

—No sé de qué hablas.

—La grabación, estoy seguro que el final era un: Soy la viuda negra. Y es genial, has logrado algo, pero, si alguien más lo ve, los ojos equivocados... tendremos problemas, y no sólo te perseguirá la ley, pero yo no podré hacer nada, porque estás incumpliendo y si sigues así vas a hacer una guerra contra todos.

—¿Si incumplo con la aristocracia cancelan cualquier acuerdo y documento?

—¿Es en serio?

—¿Qué?

—Sí, se cancelan todos menos los de sangre.

—¿Hay manera de cancelarlo?

—Muñeca —resopla, pero no quito la cara de que debe decirme—. Lo hay pero eso no sucederá. Tayler jamás dejaría de que suceda, y por cierto... pidieron un examen de sangre para descartarte con la sangre del sospechoso.

—¿Había sangre? —entrecierro los ojos porque Matt no me dijo. No me mira pero asiente—. Supongo. Iré al...

—No, la tomaré yo mismo para que nadie vaya a hacer algo que no queremos —dice y asiento.

Pisa el acelerador sacándome de la zona hasta llegar a mi departamento donde debo fruncir el ceño hacia él.

—Sé que quieres estar sola —se encoge de hombros.

—¿Tú puedes matar a Andersson? —frunzo el ceño.

—Fuera de la cárcel, pero él no saldrá.

Asiento apretando mis labios con dientes para remojarlos.

—¿Nos vemos mañana para lo de Moscú?

—Claro. —enciende el auto y yo bajo.

Me avienta un beso y yo igual antes de cerrar la puerta y dejar que avance.

«Necesito una ducha»

Llego y cuando la puerta se abre el exquisito olor me abre el apetito. Mi apartamento parece un hogar de verdad con alguien que me espera.

—Llegaste —habla Matthew del otro lado de la cocina con un mandil—, todo está listo.

—Eres muy bueno —camino hacia él tomándolo del cinturón. Su mirada se apaga y niega.

—No digas eso —acaricia mi rostro y besa mi frente haciéndome sentir nada.

Aún tiene su arma en la cadera y me gusta porque está aprendiendo. Besa mis labios dejando el sabor dulce del vino, lo aparto amablemente.

—¿Me extrañaste? —inquiere.

Asiento abrazándolo. Puedo rodear su cuerpo y sus manos delgadas aprietan mi espalda, pero no hay nada más.

—Me daré una ducha —le digo.

—Mientras serviré.

Asiento antes de darle un beso en ma mejilla y largarme a quitar el olor de ese maldito hombre. Y eso hago hasta que me arde la piel.

Me pongo perfume pero parece sarna quedándose pegado a mí. Desayuno con Matthew que me habla sobre su día anterior mientras nos reímos de cómo Elton es.

Mi amigo es todo un personaje así que no me importa reírme.

Lavo los platos mientras Reid recoge la mesa y besa mi cuello cuando deja las cucharas de la comida en el lavabo.

—¿Te espero en la cama?

Asiento aceptando el beso cargado de ganas que me da. Pero esos jamás se comparan con los de él, estos no me queman y me abren la piel, estos no me arden después de lo fuerte que muerde, y de recordarlo mis malditas bragas gritan un cambio. Seguro ya despertó siendo el maldito imbécil que es, y no recordara nada, ni lo que dijo. Son las 9 pero en Londres es de noche a esta hora y más con diciembre comenzando.

Mi teléfono vibra y frunzo el ceño notando que es Ellie.

—¿Si? —respondo mientras seco mis manos con la toalla poniendo el teléfono en mi hombro y oreja.

—¿Estás ocupada? —inquiere.

Su voz está apagada.

—No, ¿qué sucede?

—¿Puedes venir?

Miro el panorama y aunque no debería salir después de lo qué pasó simplemente asiento aunque que ella no vea.

—Envíame tu dirección.

Nota:

Empiezan los juegos del hambre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro