Capítulo 13
Lovely Walker.
Un poco de Cortisol.
Cuando llego, lo primero que veo es mi cubículo destrozado, la rabia se me enciende y quiero regresar a partirle la cara pero Reid no está aquí, lo único que me preocupa es lo que piense de mí.
Encuentro dos de mis maletas rasgadas, mi ropa hecha mierda. «Quería fugarse»
No sé porque me duele, no sé porque tengo el impulso de ir y decirle que nos larguemos, pero hemos iniciado un juego, y el que se doblegue perderá. Él sabe que perderé primero, y probablemente lo haré, pero lo volveré completamente desquiciado mientras pasa.
Aunque debo admitir que Matthew es perfecto, no como Damon que no me daba seguridad o cómo Tayler que me hacía llorar.
Voy hasta su área y debo tocar más de una vez para que la puerta se abra. Sus ojos miel me miran desgarradores
—Hola —suspiro.
Tiene los brazos vendados y una pequeña herida en el labio.
—¿Estás bie...?
—¿Ya te soltó? —las palabras están llenas de ironía.
—Por favor —le tomo del brazo y sisea de dolor—. Sé que es complicado pero yo no estoy con él, estoy aquí.
—¿Qué me espera después? —me encara. Lanza los papeles de su escritorio—. ¿Soportar que te folle en mi cara porque es tu dueño?
—Eso no es...
—¡Si lo es y eres la única que no lo nota! ¡Están literalmente casados, y los cuarenta minutos que tuvieron juntos los usé para leer ese maldito contrato de boda! —aparta las lágrimas de su rostro—. He visto cómo te mira, y tú a él. Su lenguaje corporal dice algo distinto a lo que sus bocas, porque la rabia con la que se hablan es como un escudo y yo no quiero salir herido.
—No lo harás —toco su mejilla enfocando sus ojos en mí—, te quiero a ti. Confía en mí
Cierra los ojos y suspira. Acorta espacio y rodeo su cintura con mis brazos.
—Mírame —ordeno y lo hace, aparto las lágrimas de su mejilla.
—Sólo dime la verdad —susurra—, cuando quieras ir con él, cuando debas... termíname primero.
—Tranquilo —le doy un beso en los labios—. ¿Podrías darme hospedaje?
«Espero que la loción evite el sabor»
—¿Qué sucede? —hunde sus manos en mi nuca.
—Está destrozado.
Asiente sin hacer preguntas que agradezco porque decirle que su ataque de ira le resultó peor ya que, estaré durmiendo con mi novio. Es un idiota y lo odio, sólo piensa en él, es un puto egoísta de mierda.
Dormimos juntos pero no pasa nada, lo cuál agradezco, no tengo ganas de sexo para hipnotizar, al despertar ya no está conmigo.
Comprendo cómo se siente debido a que me quedé con ese maldito. Tuve que decirle a Elton sobre mi cubículo y dijo que estaría listo para el final de la noche, sin embargo, planeo ir a mi apartamento, no quiero estar en un lugar donde puede hacerlo a diario y encontrar todo hecho mierda así como la ropa, fotografías mías con Reid en forma de trabajo por los casos en parados sin contar el suéter que me regaló.
No pude llorar, sólo sentí que lo odiaba, porque él mejor que nadie sabe lo que sufrí y aún así parece adolescente con crisis existencial.
Klein me llama diciendo que tenemos trabajo de campo y no me detengo a pensar porque debemos estar al menos dos meses sirviendo aquí para después retomar nuestro trabajo en Virginia, ya que, allá es uno de los planteles más importantes del FBI.
Me ducho y preparo un perfil que me envió Scott...
Salto cuando la puerta se abre pero me alivio al saber que es Matt y no la bestia de Tayler.
—Hey —le digo y pasea las manos por su cabello—. ¿Qué pasa?
—Dime la verdad —me mira con ojos cristalinos—. Dime qué no lo quieres y que lo que veo en tus ojos no es más que un trauma debido al acontecimiento. Estocolmo, quizá.
Le sonrío dulcemente y lo atraigo hacia mí. No me conviene dejarlo, pero debo admitir que es más divertido tenerlo así que lidiar con el cerebro más grande del FBI sin un poco de cortisol.
—¿Qué hago para demostrarte que es pasado? —acaricio su rostro y deposito un beso en sus labios—. Eres mi novio, no él. ¿Por qué no sólo lo olvidas? Él sólo nos ayudará a escalar. ¿Entiendes?
—Es que tengo miedo —suspira y acaricio su nariz con la mía—. Me gustas mucho. No puedo sólo olvidar que le perteneces...
—No hay nada que temer porque quién está conmigo eres tú.
Su respiración se vuelve agitada y viajo a su cinturón, lo quito lentamente sin dejar de mirarlo a los ojos, me sigue con la mirada y bajo su camellera cerrando los ojos para apreciar el sonido. Tener a Reid me conviene tanto en el caso como con mi identidad, no es idiota pero le gusto, y eso lo mantiene callado.
—Te quiero —susurra y estrello sus labios con los míos.
No me niego al dulce tacto de los rizos desordenados, y tampoco cuando me avienta con él a la cama besando mi cuello, aprieto su cabello para que me folle duro como me gusta. Tengo que ir a ver al cadaver del secretario de la nación pero quiero más al tieso que se le forma al agente.
—Eres lindisima —susurra y baja mis medias en lo que le paso un condon de mi bolsa.
—Tenemos que revisar un cuerpo —jadeo.
—Quiero revisar el tuyo —gime cuando pone la punta en mi entrada.
Aprieto sus hombros dejando que me acaricie y folle con amor.
Me acomodo para que me de la vuelta y me folle en cuatro porque los tiros en el estrado y sus dedos se apoderan de mis recuerdos. Así como anoche, su sabor en los labios que relamo y también ese miembro duro que tanto anhelo.
—¡Duro! —ordeno—. ¿Confías en mí?
Me mira mientras lo veo sobre mi hombro.
—¿Confías?
—Sí —gime y lo atraiga para besarlo.
—Entonces no digas nada —jadeo y tallo las vendas—. No digas nada de esto.
Hunde sus labios en mi cuello haciéndome empujar hasta que le tiemblan las manos.
—¿Entendiste? —empujo mi trasero.
Si él habla y si le quitan el derecho a Tayler de estar aquí no hará lo que quiere, y me conviene. Así le echaré la culpa.
—Sí... Dios, linda. Confío en ti —gime y sonrío. Disfruto del sexo tranquilo.
Es bueno con los dedos y aprieta mi clitoris mientras encuentra el placer. Sonrío al leerlo temblar. Deja ir dos más y mi cuerpo se relaja. Suspiro sonriendo y caemos a la cama.
No es igual, pero me hace sentir bien.
—Klein va a matarnos —susurro.
Y alguien más si sabe lo que estamos haciendo.
—Seguramente tendrá dos cuerpos más en la morgue.
Me da un beso delicado y comenzamos a arreglarnos para salir.
—¿Pasarás por tus medicamentos? —inquiere.
—Oh, sí, pero primero debo ir a ver el cuerpo. —recojo mis cosas y deposita un beso en mi mejilla para salir.
—No olvides el inhalador —advierte y niego sacándolo para darle una calada.
Salgo corrigiendo al área de morgue antes de que Klein me cuelgue por estar de caliente y finalmente llego viéndolo escanearme.
—No encontraba el tubo —saco mi inhalador.
—¿Ah, no? —Elton sale del área escaneándome, mordaz.
No me extrañaría que ese pequeño pervertido me estuviese viendo por las cámaras.
—Tenemos el cuerpo —dice Klein, ignorando a Elton.
Entramos y lo acribillo con la mirada mientras el área fría me hace suspirar.
—¿Estabas con otro tieso? —me dice en lengua de señas.
—Cállate —contesto igual para que Klein no se entere.
Tomo mis guantes y escaneo el cuerpo tendido. Me percato de que hay otro.
—¿A quiénes tenemos aquí? —los miro a ambos.
—El secretario y su hijo —dice Klein—. El sospechoso y la víctima fueron compañeros de tropa en la jerarquía. El secretario subió y él descendió. El secretario y su hijo estaban de acuerdo con lo que planean hacerle al régimen de la ley, él lo iba a aprobar, su firma era el sello y está... muerto.
Asiento mientras me explica sobre el hombre que buscaremos. Analizo el tiro que le dió en la sien. La causa de muerte fue la bala pero tiene signos de desnutrición, tortura, y también pinchazos como los míos.
Repasa sus líneas de establecimiento los últimos seis meses, asiento sin mucho que decir, y eso me lleva a un objetivo que busco.
—¿Adónde se encontraron los cuerpos? —inquiero.
—Cerca de Estocolmo —dice Elton—. Junto a una alcantarilla llena de experimentos con drogas, así como civiles, pero este es es el único con el disparo.
—Sacamos la bala y está marcada —Klein me muestra la evidencia.
Veo la calavera en el casquillo, y me hago la loca. «Quiere que lo cacemos», me digo.
Este es un mensaje claro, y lo mejor es que iré.
—No sabemos si lo hicieron por piedad, o qué diablos buscaba matándolo sabiendo que iba a morir.
—Conocía a su asesino —digo rodeando el cuerpo.
Busco marcas de abuso, pero no las hay, es el mero conejillo de Indias. El secretario general estaba jugando una encrucijada y se lo llevaron. El hijo es simplemente una piedra en el camino que podía tomar el cargo de su padre debido a que es el sucesor.
«No quieren que Elton tome el mando al lado de Tayler», suspiro internamente.
—¿Quién es nuestro sospechoso? —inquiero y Elton suelta el folder sobre el cuerpo haciendo que Klein ruede los ojos.
—También encontramos armas de alto calibre cerca del área, todo arsenal ruso, pero no sabemos si tiene alianza con el dragón —explica Klein—, los rusos son creadores de arsenal y el dragón tiene la fama de crear las armas nucleares más poderosas. Convierte la 45 en una bomba, y eso es peor que tener a Aragon de aliado, por eso nos quieren quitar todo tipo de ventaja.
—Por ahora hay que enfocarnos en descubrir la zona de Andersson —detengo a Klein y Elton suspira—. No sabemos qué tantas personas esté matando o qué diablos quiera conseguir con esto.
Literalmente ayer estuvo el dragón aquí, nadie lo conoce. Ni su nombre, pero Elton hace lo que quiere.
—Clary y Scott están en trabajo de campo —me dice—. Aparentemente tienen el testimonio de unos doctores recién graduados que fueron transferidos de Estocolmo. Puede que deban hacer infiltración en un psiquiátrico.
Genial, estaré en mi habitad natural.
Asiento mirando al cadaver y por un momento veo a Tayler, aparto el pensamiento. Sé que se están cazando mutuamente, y el miedo me atrofia la respiración.
No ha venido a joder, y de alguna manera, eso me jode.
A Elton le da igual todo, simplemente no le importa. Abro el archivo y escaneo el nombre.
—Alejandro Ramos —su perfil es extraordinario.
«Y es lo que buscaba»
Ramos la mano derecha de la Bratva en asesinatos y donde él está, está el Boss.
—Lo sé —dice Klein, y mira a Elton—. A la sala de juntas.
—Me encanta que me den órdenes —sonríe Elton, sacudiendose en diversión, y le manoteo el brazo.
—Walker —me reprende Klein.
Asiento y trato de salir detrás de él pero Elton me sujeta del brazo.
—¿Qué? —me zafo.
—Por favor, trata de no enemistarte con Tayler. Las cosas están mal, no necesitas una contienda más.
—Dile a tu amigo que se aleje de mí.
Maldita gente de mierda.
Salgo tras de Klein pero el mareo me toma y me sostengo del barandal, veo la imagen de la fuente que adorna el centro del lugar y es un maldito dragón que avienta agua.
«¿Realmente están ciegos, no?»
Debo ir a mi cubículo destrozado y tomar mis medicinas. Hace una hora que no las tomo y debo tenerlas mucho antes si no quiero que se den cuenta de lo que tengo.
—¡Hey! —un voz dulce me hace sonreír y elevar la vista—. ¿Estás bien?
—Sí, voy a mi cubículo por las medicinas y debo pasar a la enfermería para que me surtan las recetas.
«¿No las había puesto en mi bolsa? —sostengo mi frente con la palma—. No recuerdo.»
—Tranquilla iré por ellas —dice y me besa.
—Yo te ayudó —lo aparta Elton.
Asiento y dejo que me ayude mientras le cuento que es lo que sucede y cómo debo tomarlas, simplemente asiente frunciendo el ceño después de que escucha todo.
—Eso no debería pasar, ya son casi dos años, y el veneno debería haber salido.
—Claro, pero no es fácil, los residuos quedan con un montón de consecuencias... —trato de explicar.
—¿A qué hora? —habla Klein cuando llegamos.
Entro y la mañana se me descompone así como la vida cuando el loco idiota que destrozó mi cubículo y tiró mis insignias está sentado en el cabezal de la mesa ovalada de cristal como jefe poniendo en dedo en su sien.
Escaneándome como un maldito desquiciado. Se pasa el mismo pedazo de tela carmesí por la parte de los labios y el algodón que da a mí coño como si estuviese limpiándose la comida. «Ayúdame, Dios», aprieto los puños cuando su lengua relame esos labios preciosos.
—¿Quieren explicar porque me hacen esperar? —espeta, rabioso—. ¿Quién diablos se creen que son para hacerme quedar como idiota?
Sonrío con descaro, acomodo mi ropa y con los dedos le hablo a discreción:
—Tu esposa —la carcajada siniestra me alerta y elevo la vista mientras lo veo echar humo por las orejas.
Nadie hace caso y yo me limito a entrar y sentarme en lo que Reid aún no llega con las medicinas. Los del equipo de análisis comienzan a llegar y Klein me escanea. Patee se ve borroso al igual que Damon.
Sólo estamos los únicos que tenemos esta información y me agrada que Petee esté aquí.
—¿Adónde está Reid? —pregunta Damon.
—Fue por sus medicinas —dice Elton.
—Vino a dejar unas un minuto antes de que entraran —alega—, dijo que iba por algo a la enfermería.
Las voces se atrofian mientras a mí me tiemblan las manos. Asiento a todo pero puedo sentir como el sudor desliza por mi nuca, mis pechos y manos.
—Fue por mi receta —digo, la voz se me va un poco así que, aclaro la garganta—. Deberían tenerla hoy.
—¿Qué medicinas? —sale el maldito ese.
No respondo mientras el calor sube a grados desagradables.
—Comencemos —dice Klein, pero puedo sentir su mirada en cada movimiento que hago—. Alejandro Ramos es un ex francotirador de la DEA, una que otra vez nos encontramos en trabajo de campo, y después de una misión en Nuevo México perdimos contacto.
—¿Qué medicinas? —vuelve a preguntar.
El silencio se hace ruidoso, me acomodo en mi lugar, Petee carraspea y Klein es el que rompe el silencio incómodo mientras yo hago como que no lo escuché.
—Normal en ese tipo de casos —prosigue Klein, aún con la incomodidad palpable—, sin embargo, hace unas semanas recibimos noticias de su abistamiento en Estocolmo, donde encontramos los cuerpos, aún no hemos dado con él porque es rápido se mueve y no deja rastro. Sabe cómo nos manejamos así que sabe cubrir sus huellas.
—En eso nos ayudará Aragon —dice Elton y respiro hondo cuando me pica la ropa, Tayler no deja de taladrarme la sien y siento que si me muevo se me va a caer la ropa—. Alejandro no sólo fue agente de la DEA, si no que, fue socio y amigo de Richard, cuando él murió los lazos colapsaron e hizo todo para mantenerse con vida. Creemos que puede darnos el paradero de nuestra sospechosa. Sin embargo lo primordiales Ramos.
Reid entra y me mira con cara de susto.
—Aún no las tienen —susurra y asiento.
—¿En la tarde?
—Sí —susurra, sentándose a mi lado—. Lo siento, Klein. Prosigue.
Elton explica la vida de Ramos mientras a mí se me va la mente tratando de respirar, la vista se me nubla y aprieto los puños tratando de poner atención cuando el hombre de dos metros se levanta mirándome para comenzar a hablar sobre el francotirador.
—Ramos hizo trabajos para mí en la asociación —explica—, el lazo se cortó cuando decidieron engañarme, por ello maté a Ricardo, y a Ramos lo estoy cazando y por eso es que huye. Una llamada al bajo mundo y su rastro quedó justo hasta las cumbres, en las viejas vías abandonadas.
«¿Nuevo Mexico?»
—¿Estás bien? —inquiere Reid.
—Sí —miento apartando el sudor de mi frente.
La sala se comienza a mover así como las figuras y voces se distorsionan. La nariz me arde y aguanto un chillido cuando la cabeza me punza.
—Se le vió por última vez en la misión con la extracción de Andersson —habla Klein—, no se sabe adónde ira ahora pero estuvo en Corea del norte, Amsterdam y Nuevo México.
—Siempre regresa allí —habla Reid—, en cada asesinato o abistamiento sospechoso regresa a Nuevo Mexico.
Tayler traza los puntos y me mira. El mundo se detiene y el corazón brinca bajo mi cama torácica cuando sonríe...
—Vuelve a su hogar —decimos al mismo tiempo.
Reid simplemente garraspera, yo trato de ver lo que dice pero no estoy siendo consiente de nada.
—¿Segura que estás bien? —vuelve a preguntar Reid...
—Yo...
—¿Vienen a trabajar o a platicar? —grita ese idiota haciendo que se me erice la piel—. ¿No les bastó follar lidiando con el hecho de que llegaran tarde? ¿Lo hicieron? —aprieto el cristal de la mesa negando—. ¡Contesta!
—Tayler... —trata de hablar Elton.
—Te daré tus pastillas en lo que están las otras —dice y asiento—. Ahora vuelvo.
—¿No escucharo...?
—¡Cállate, joder! —espeto—. ¡Deja de actuar como un completo idiota! A ti no te importa.
El silencio incómodo se levanta pero Matthew sigue buscando.
—¿Adónde las dejaste? —escucho la voz de Elton pero no estoy enfocando más que mis manos aferradas a la mesa.
El mareo me toma. Las venas de mis manos comienzan a marcarse y el pánico se apodera de mí con un frío líquido que explota en mi piel.
—¡Yo dejé las pastillas aquí y no están!
—¿Adónde diablos están? —inquiere Elton.
—¿Cómo voy a saber? —se burla ese loco.
—¡Iré a por algo a la enfermería! —dice Reid y asiento.
Se va y Klein trata de ayudarme pero una sombra lo empuja tomándome de la mandíbula.
—¿Te dejó con ganas?
Niego.
—Dime...
—¿Qué? —sollozo.
Me arden los ojos y trato de quitar su mano pero el equilibro se me va dejándola caer a mi costado.
—¿Qué sucede? —acuna mi rostro enfocando sus ojos—. Mírame.
—No puedo estar sin ellos —explico, sus manos me atrofian y trato de quitarlo pero no tengo fuerza—, la droga... sólo así contra esto los efectos.
—Eso no debería pasar —me dice—, ¿qué sientes?
—Tengo ataques, me convulsiono —explico—. No lo soporto...
—Mírame...
—¡Tayler, ya basta y dale las medicinas! —escucho a Elton pero no puedo ver.
No le hace caso y me obliga a abrir la boca, arranca la parte del frente en mi chaleco y uniforme, dejando parte de mis pechos en el aire. Pero sirve debido a que me estoy ahogando. La piel me arde debido al jalón.
—Si los necesita así quiere decir que no la están ayudando —gruñe—. Necesito que respires con calma.
—¡No puedo! —jadeo cuando un calambre me abarca.
El pecho se me enciende y siento que me vibra todo, veo negro, me atrófio temblando con un sabor metálico en la boca mientras sus manos y gritos me sacuden.
—¡Tranquila, joder!
Alguien sale corriendo a no sé dónde, y yo ahogo un suspiro.
—¡Respira hondo, joder! Bitte.
Traducción: Por favor.
Las palabras van acompañadas de nada porque siento que me caigo.
—Mírame a los ojos —pide, pero los sollozos no me dejan responder—. Vas a sentir un dolor...
Grito doblándome cuando el asco me atrofia y la arcada me manda agobia en el momento que entierra algo frío en mi pecho.
—Respira —pide y lo hago sintiendo el aliento fresco, la vista comienza a aclararse—. Así es, mocosa.
Enfoco sus ojos y todo a mi alrededor desaparece, sus labios, su mano viaja a mi barbilla y ladea mi cabeza apreciando mi cuello. Junta su frente con la mía y sus labios me disparan los sentidos cuando suspiran rozando los míos.
—Respira —aparta el cabello de mi rostro y sonrío cuando veo el broncodilatador.
—¿Tienes uno? —inquiero para nosotros.
—Siempre —dice aún sosteniéndome el rostro.
La mirada se le oscurece mirando mi cuello y se levanta de golpe tomando un arma cuando escucha a alguien entrar.
—¡Las tengo! —llega Reid con una botella de agua, pero estoy muy ocupada viendo cómo tiembla.
—Tayler, no —Elton lo detiene—. No puedes aquí.
Reid me toma la mandíbula insertando la pastilla de los ataques y echa agua mojándome por el desespero.
Paso la pastillas y junta su frente con la mía.
—¿Estás bien? —inquiere y asiento.
—¡Quítate! —quitan de Reid de mi camino—. No vas a ir a ningún lado.
No le hago caso. Me levanto viendo a Matthew apretar los puños. Me dirijo a Tayler.
—Encárgate de lo tuyo —espeto—. Yo no trabajo para ti y no seguiré tus órdenes.
—¿Estás bien? —inquiere Damon y asiento.
—¡Treinta minutos para estar en el aeronave! —demanda Klein—. Los problemas personales están fuera de este caso o ninguno de ustedes va.
Sale echando humo por las orejas, y la puerta de cristal se cuartea cuando esté la jala.
La piel comienza a arderme de manera inadecuada y me largo dejando los ojos de todos en el limbo. Damon se burla mientras mirando mi cuello. Se que Tayler lo vió, sabe que lo hice pero espero que jamás sepa en quién pensaba.
Reid me sigue y salimos al igual que los demás, mientras recibimos órdenes a gritos de Klein para subir al aeronave.
Se que no me va a perseguir, su orgullo es el que no se lo permite y se lo agradezco.
Una vez en el aeronave me alejo de todo porque no estoy soportando nada, simplemente me dedico a estudiar el área y Reid hace lo mismo mientras la mirada asesina de Tayler no me deja.
Se que no ha matado a nadie porque si lo hace deberá huir, romperá acuerdos y se alejará de este lugar. No permitirá que los celos lo venzan, es todo menos impulsivo.
Es paciente y caza a su presa, en este momento no sé quién es pero no me importa.
El problema es que lo que sea que me haya inyectado me está haciendo quererme quitar la ropa, y por alguna razón necesito sentir sus manos en mi piel nuevamente.
La manera en que tomo mi rostro, mi boca, como arrancó la camisa con el chaleco de un tiron y ardió. Aún tengo la sensación y sus labios junto a los míos, sus ojos.
«Dios. Basta»
Damon Armstrong.
Me dejo caer en el sillón mientras reviso los perímetros que ya memorice pero ahora que lo veo en esa situación no paro de pensar lo bien que se siente estar del otro lado.
Veo pasar a la tal Clary que llegó a último momento uniéndose al equipo y estoy agradecido, quiero follarla, tiene un buen trasero. Se que también me desea, lo veo en sus ojos.
—¿Qué haremos si es una trampa? —inquiere el novio de Love.
No me agrada, es un mojigato idiota, un pobre iluso que va a terminar con alguna psicosis estando con ella. Ha visto más de veinte veces al perro ese mientras mira a mi calabacita que no deja de sudar y soplarse.
Aragon se la come con la mirada, porque sabe lo que quiere, conoce sus debilidades y el sexo es una de ellas.
—¿¡Ponerte como objetivo para que te mueras de una vez!? —el idiota de Tayler habla y me burlo—. Seis días, herz —le dice a Lovely y ella se acomoda mientras Elton tose.
El novio apenas se entera debido a que Lovely le toma la mano.
—¿Por qué no tú? —contraataco.
—¿Por qué mejor no se callan? —gruñe Elton.
Disfruto del espectáculo de miradas, Lovely me mira mal y elevo la pelvis poniendo los brazos en mi nuca.
Sus labios se abren y guía su vista a mí entrepierna. Ve a su comprador y se rasca el cuello cubriendo el chupeton.
Tengo ganas de follarla, se que también lo quiere, veo como respira y se mueve. También veo cómo mira al perro infeliz que no le aparta la mirada.
—Debo decir que Ramos es un profesional —habla el agente del FBI algo que ya sabemos—, cree que el cazador va por él así como Franchesco. No podemos dejar que huya, es nuestra única pista hacia lo que nos está pidiendo la pirámide. Atrapamos esta plaga, acuerdos firmados y todo listo. Aragon, trata de no matar a nadie y los problemas maritales están fuera de guerra.
—¿Quién te crees tú para darme ordenes cuando literalmente la orden de esto la di yo? —se acomoda y vuelve a ver a mi calabacita que no deja de mirarlo mientras se muerde el labio inferior.
—Tayler... —Elton le habla y él lo ignora así como todo se pone tenso.
La tal Clary se sienta a mi lado, y veo caminar a Lovely a la cafetería con el novio después de que Elton y el perro ese se encierren con Klein a hablar sobre cosas que no me interesan.
—¿Qué me ves? —espeta la rubia.
—El culo —le doy sincero—. Quiero follarte, y se que tú también. Así que, podemos ir a hacerlo ahora mismo, o te quedarás aquí con las ganas.
—Imbécil.
—Lo soy —me levanto dejando mi punto en su cara—. Pero ven, y te muestro que tanto.
Se levanta y no determino a los imbeciles de los guardias y a Petee que niega con la cabeza.
Una vez detrás de la cortina la volteo hacia mí, estampándome en sus labios delgados, aprieto sus caderas guiándola hacia la cafetería y los gemidos me hacen sonreír contra los besos.
Abro la cortina y la sigo besando...
—Mierda —el agente trata de parar pero Love niega envolviéndolo con las piernas.
—Sigue, mírame a mí —y la simple palabra hace que agarre a la rubia del cabello.
La pongo de espaldas y baja con desespero su pantalón en lo que no despego la mirada de esa loca sexual. Gime y sonríe echando la cabeza hacia atrás poniéndomela dura.
Aprendí que no puedo tenerla, pero sé qué clase de cerebro es el suyo.
Mira la cortina con dolor, como si quisiera que alguien más entrara y puedo ver cómo los ojos comienzan a brillarle de lágrimas, lo cubre besando al novio. Todas saben que lo que sea que sienta mi Lovely por ese maldito no es sano y aún así sigue mirando la cortina.
—Así —dice la chica y coloco el condon.
Le abro las nalgas y ubico su entrada, mordiendo su hombro cuando la calidez me envuelve y comienzo a follarla con fuerza. Le cubro la boca, los besos que Lovely le da me hace saber que su burla de mí y mientras follo a la rubia su novio le besa las manos, es suave con ella y ella le gira la cara para que vea cómo me follo a su amiga.
—Mírala, Matthew —jadea y lo jala del cabello—. ¿Qué sientes?
La mujer gime bajo mi mano y las bolas se me tensan cuando Lovely saca la lengua lamiendo los labios del novio que se la come como loco y desencadena una rabia igual al sexo glorioso que es tenerlo con ella.
Su gemido me aturde y aunque quisiera creer que fue un orgasmo, no lo fue sólo lo finge y lo hace bien, provocando que me descargue en el coño de la rubia que aprieta con fuerza.
—Te quiero —le dice el tipo y sólo hay silencio a cambio.
El silencio en cegador pero no me importa, comienzo a vestirme, así como todos.
—Yo, lo siento —Love trata de escudarse—. No sé qué me pasó, el deseo es mucho. Las pastillas y la inyección de la mañana me...
—Está bien —la calmo—. Hemos follado, me has visto y yo a ti. No hay nada de que avergonzarse, somos adultos.
—No nos obligaste —le dice el novio—. Me gustó.
—Estoy bien con eso —sonríe la rubia y me mira—, pero Klein nos matará así que hay que ponernos a trabajar.
—He trabajado mucho —le sonrío y Lovely sisea nerviosa.
—Vamos, no quiero tener que ir a revisar otro tieso —murmura Love—. Mi cortisol acaba de activarse.
—Ya somos dos —el novio le sonríe y la toma de la cintura pero ella lo aparta y le da la mano.
Por un momento quiero matarlo.
—¿Qué significa? —le pregunto a la chica que se ríe al verlo.
—Bueno, el cortisol le da la señal al cerebro de huida —me explica y escucho carcajadas—. ¿Lindos, no?
Asiento sin muchas ganas. Pobre tonto enamorado, no tiene idea de adónde llegará por el amor de esa niña. Está completamente loca, y lo peor es que se va a consumir allí hasta que no tener retorno, y seguirá quedándose allí por ella.
Vera lo feliz que es con otro, y no con él, porque por más que complazca sus placeres y oscuros deseos, no lograra arrancarla de las garras del diablo. No por el sexo, Lovely está muy lejos de sólo sentir ganas de follar.
Sus ojos no brillan y eso es jodido, porque sólo lo hacen si mira a esa basura.
Nota:
Quiero dejar en claro que la droga de Andersson es fuerte, quiere decir que este químico debe tratarse de una manera específica.
Lo que Lovely consumía mantenía a la bestia bajo su piel, entonces, cuando Tayler la inyectó todo se intensificó, el deseo sexual y malestares. Esperemos que nuestro cazador la ayude.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro