Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Apreciemos el regreso de Love con todos los personajes.

Lovely Walker.

La verdad duele.

Cuando llegamos al complejo debo sostener mi mandíbula ya que, todo ha cambiado, es completamente de cristal, puedes ver al menos los primeros pisos del lugar, las hectáreas son incontables y sonrío negando con ironía.

«Por eso extrañé las noticias VIP», digo tomando la mano de Reid.

Elton se lució remodelando el lugar que ahora es un complejo aristócrata con soldados, hombres de la mafia y al parecer ahora FBI.

—Su majestad ordenó que debía colocarlos en su área —me dice un soldado real—. El agente Reid será llevado a otro cubículo y de allí no saldrán hasta que el Rey lo decrete.

—Claro —contesto cansada, Reid me abraza y le da un beso casto—. Te hablo una vez esté acostada.

—Sí, señora.

Sus lindos ojos me escanean mientras se aleja, el complejo me da la bienvenida, me dirijo hacia mi cubículo cuando paso el escáner y un soldado me entrega una tarjeta. Es el mismo de antes, sólo que está renovado. Subo al elevador con seguridad hasta los dientes, hombres de Tayler me escanean y se aseguran de que suba al elevador.

—Permiso, señorita —habla uno entrando conmigo.

—Descuida, guapo.

Tallo mis ojos y siento que necesito un baño. Salgo y me sigue, mi área está cerrada, así que, los pisos de abajo no ven a los pisos de abajo.

—Puedes retirarte —le digo cuando se para al lado de mi puerta—. Envía a Omar o a Félix cuando lleguen.

—Como ordene, Señorita —hace una reverencia y se marcha sonriéndome mientras yo me adentro al lugar—. Por favor evite merodear con los invitados.

Enarco la ceja demasiado cansada para preguntarle a qué se refiere.

Paso el escáner y una vez adentro me recargo de la puerta, cierro los ojos aspirando este aroma tan familiar...

—¡Bienvenida! —gritos femeninos me hacen jadear e inconsistente saco el arma apuntándoles.

Abro los ojos y las luces se encienden. La nariz me pica cuando veo a Cho, Rose, Jade y otras dos chicas que no conozco.

—¡Jesús, niña! —Cho mira el arma y la bajo.

Estoy llena de sangre pero extiendo los brazos cuando los tres vienen a abrazarme, sacándome el aire, no contengo las lágrimas y sonrío con el aroma de las tres. Jade quita mis lágrimas y acaricia mi cabello mientras acomoda sus lentes de sol.

—Sabía que pronto volverías —me dice Rose—. Las diosas pocas veces mueren y no renacen.

—Mírate, niña —Cho me hace dar la vuelta—. Eres una sensación allá afuera.

—Gracias —suspiro—. Casi me orino del miedo.

—Pasamos a comprarte comida —dice Jade—. Hablamos con Elton para poder pasar, él fue con Ellie pero ahora está con los demás, imagino.

—Sí, me lo...

—Hola —dice una voz y mis amigas se apartan.

Jade pone la comida en mi mesa.

—Soy Selinne —extiende la mano—. La...

—Una amiga nuestra —la frena Cho—. Y ella es Desire Harris, hija del presidente. Selinne es la abogada de Aragon.

Asiento, ya se sabe que esto está lleno de gente de la política. No me importa, no confío en nadie más. El ambiente se tensa y Cho es la primera en carraspear.

—Vas a tener que sentar ese culo Londiense a contarnos los malditos detalles, niña —se ríe y asiento—. Traje de tu vino favorito.

Me siento en la cama. Rose lleva unos vaqueros apretados con su top rosa, Cho trae un vestido de látex y Jade un vestido rosa. Sonríen y hasta angelicales se ven. Excepto las dos mujeres que también hermosas pero con trajes oficiales.

—Nosotros debemos irnos —habla la mujer de cabello castaño y ojos azules—. Debo encontrar a Tayler... —la piel se me eriza y debo hacer uso de toda mi fuerza para no elevar la vista—, debe estar preocupado por mí.

—¿¡Tayler!? —se me sale el nombre sin pensarlo—. ¿De cuando acá?

«¿Preocupado? —casi me río—. Ni siendo la Reina de Inglaterra Tayler se preocuparía»

Pero el simple hecho de que le diga Tayler y no Aragon me da amargura.

Las miro y se hacen las locas sacando la comida mientras a mí se me va el apetito queriendo sacar el estómago.

—Obviamente se va a preocupar si es su novia —suelta la amiga haciendo el estómago que caiga a mis pies.

«Novia», la piel se me eriza y la rabia de la palabra me pone a tragar salado. La veo y... «La mujer del hospital»

Asiento sonriente.

—Seguramente está con Elton —le digo—. Ellos siempre están juntos.

—Tayler no lo soporta —se ríe la novia.

Entonces todo fue mentira. Ella es la mujer del hospital. «Su novia», mi mente me dice.

—Dijo el Rey que no salieran de este lugar, guardias vendrán por ustedes ya que aún no se sabe que el Yakuza sigue en contacto con...

—Elton es mi mejor amigo y hermano de Ellie —freno a la rubia—. Te aseguro que personalmente me llamará por teléfono o avisará.

Se queda callada y me trago el enojo, no dicen nada y no me importa.

Tanto tiempo sufriendo mierda y después de todo finalmente se hizo novio de alguien, no mío. De otra.

Espero que Tayler sepa rezar porque lo va a necesitar.

—¿Ya se van? —las mira Cho—. Tenemos el tiempo contado. Ustedes sí pueden salir.

Terminan de salir para dejarme con un hueco en el estómago, una sensación extraña de haber perdido. «No por mucho», elevo el mentón sonriendo.

—¡Cuéntanos todo! —me sacude Rose.

—¿Cómo está Ellie? —les pregunto—. ¿Cuando les habló Elton?

Me dispongo a servir en vasos que trajeron y la comida.

No es como que alguna vez me buscara, estuve matando en su territorio y no lo hizo. «No quiso», mi mente me castiga al recordar que no fue por mí.

—Miller dijo que ya la traía que sólo fue el susto —dice Rose—. Ya sabes que no podía perderse esto y sólo fue un roce de bala.

—¿Cómo diablos es que sigues viva? —pregunta Rose.

Por lo que veo el calvo de Yukimura no le dijo.

—Todo fue cosa del gobierno, decidieron que sacarme sería más fácil y matarme mucho más —les cuento—. Esperemos a Ellie mientras comemos.

—¿Te gusta el sushi? —me pregunta Cho y niego.

—No me gusta la comida China...

Rose me escupe un poco de vino. Jade niega divertida.

—¿Qué dijiste? —me acribilla con la mirada.

Me desarmo a carcajadas.

—Ya lo sé —le aviento un beso—. Es que se me hace igual.

—No lo es —rueda los ojos ofendida—. No es lo mismo China que Japón.

Cho se carcajea y comenzamos a hablar sobre cómo vieron la transmisión.

Unos diez minutos después Ellie llega con el hombro vendado y una barriga hinchada que me detengo a tocar.

—Nunca creí extrañarte —me dice.

—Ni yo.

Me da un beso en la mejilla así como yo y comenzamos a comer. Ella come por dos y toma jugo mientras comenzamos a hablar del exilio. Hablan sobre los asesinatos y no acaban, Cho me cuenta sobre su parto y como duele haciendo que Ellie arrugue la nariz, bebemos más vino y seguimos comiendo.

—¿Al Yakuza ya le creció el cabello? —bromeo y Jade se desarma a carcajadas así como Cho.

Cho es prima de Yukimura pero aparente ella se robó la belleza familiar. Hasta donde se, Cho fue puesta en un acuerdo de negocios para la asociación con el Dragón dorado que hasta ahora sólo se que ella no se casó a fuerza.

—Mr. Clean —dice Ellie y me carcajeo mientras Jade se cubre el rostro y Cho niega divertida.

—Ya no hablemos de ese idiota —suspira—. Harta estoy de mafiosos. Y también de la maldita Ley, ese maldito juicio fue horrible casi precia que estaban a favor de Andersson y más cuando no valieron la declaración de la dulce Jade.

—No importa —la calma Jade—. Es la costumbre y eso le dio paso a Love.

—Es verdad, mejor cuéntanos quién es el guapo que casi mata Aragon con la mirada —dice Ellie para cambiar el tema, está acostada en mi cama mientras nosotras la rodeamos—. Te veías como un fantasma sensual apareciendo entre las cámaras con tu gatita, creo que me enamoré tanto como en la cacería.

Se me calientan las mejillas y cubro mi rostro.

—Te lo mereces —dice Cho—, has sufrido mucho para llegar hasta aquí. Aparte, ya me había aburrido de estar sin tu presencia desastrosa. Estoy segura que tendremos más diversión.

—Cierto —dice Rose comiendo.

Me pica la punta de la nariz cuando los ojos comienzan a arderme.

—Gracias —suspiro, conteniendo las lágrimas.

—¡Dinos! —se enoja Ellie, haciendo que todas la miremos—. No me puedes decir que no, Dios. Es guapísimo. ¡Ya estoy aburrida de mafia y política, quiero dramas juveniles!

—¡Tú estás muy embarazada! —la regaña Rose—. Yo estoy soltera, pero es verdad, estamos aburridas de nosotras, necesitamos noticias nuevas y ese hombre así como tu vida es un drama nuevo.

—¿Qué les pasa urgidas? —Cho rueda los ojos—. ¿Cómo es? ¿Cómo tomó lo de tu caso?

Suspiro recordando a esos ojos bonitos.

—Es increíble. Matthew es sin duda lo mejor que me ha pasado —las mariposa me atrofian pero rápido son quemados por el ácido de recordar los dedos de cierto imbécil—. Es dulce.

—¿Folla bien? —sigue Ellie...

—¿Cómo te convertiste en eso que te caza? —inquiere Cho.

—Estábamos hablando de si el hombre que llegó con ella folla bien —suelta Ellie rabiosa y no puedo evitar carcajearme—. El embarazo me dan muchas ganas de coger y trago como loca, no me culpen.

Niego divertida mientras Rose sirve más vino. Es mejor porque no quiero hablar de esos maldito hijo de puta.

—¿Qué tal estuvieron las vacaciones? —inquiere Jade—. Tus amigos siempre cuentan de las fiestas y días divertidos. Es increíble la cantidad de alcohol que ingieren. —suspira—. El joven Elton le hizo una tumba a Chéster, y me dijo que iríamos cuando llegarás para festejar una fiesta. Supongo que para él los velorios no son opción.

Casi me burlo, sólo asiento. Elton es muy bueno, pero no le importa la vida de nadie más que no sean los suyos, así como a Tayler, quizá por eso son amigos.

—Pronto iremos —le aseguro—. Tengo ganas de bailar con ustedes.

—¡Ya dinos cómo folla! —explota Ellie—. Vas a hacer que se me salga el bebé con todo y útero.

Ruedo los ojos divertida. «No quiero hablar de sexo porque sólo pienso en ese idiota»

—Sabe hacer cosas —digo.

—¡Joder! ¿Cuando has sido recatada? —se desespera Ellie—. ¿Es bueno? ¿Cómo...?

—Es sumiso pero su lengua...

—¡Lo sabía! —aplaude—. Malditasea.

Se agarra el hombro.

—Le dire a mi hombre que venga a follarme —toma el teléfono y comienza a escribir.

—Cuéntenme ustedes —suspiro—. ¿Qué hay de nuevo? ¿Qué hicieron?

Ellie resopla.

—Tuve kilos de embestidas y toneladas de gemidos —Rose le da un zape y me carcajeo mientras Cho las regaña con la mirada.

—Bueno... Ellie está muy embarazada —comienza Rose—. Cho es mamá las veinticuatro horas del día, Jade es una lindura y trabaja con Yukimura. Makris es como una exasperante correa, y me asombra que no haya llegado ebrio con Aragon al juicio o con sumisas colgadas en el cuello, y El dragón fabrica armas nucleares en algún lugar del planeta con esos dos borrachos.

—Parece que se han divertido —elevo las cejas mientras absorbo información importante.

—Me dejó a cargo de la barra —dice Jade, dulcemente—. Es muy bueno.

—Un imbécil —dice Rose—. Pero en otras noticias... Elton es Rey desde que te fuiste, la jerarquía es nuestra competencia. Hay mafias que siguen allá pero nosotros estamos con ustedes. Aragon es uno de los más importantes como ya sabes.

«Hablando de imbeciles»

—El idiota de Damon es capitán y también es uno de los líderes del bajo mundo más renombrados de Ámsterdam .

No quiero saberlo.

—Tayler tiene novia... —dice Ellie con ojos inocentes y Cho le golpea el brazo haciéndola chillar.

—Está bien —las calmo—. Eso es pasado, y realmente estoy feliz... yo... quiero a Matthew.

Esa tipa... de sólo recordar quiero matarla, ir por ella y arrancarle la cabeza.

—Haces bien —dice Rose—. Los mafiosos son una porquería. Al menos tienes a un tipo guapo que folla, te consiente y ama.

—Mi pastelito no es así —se defiende Cho.

—Pero el agente es guapísimo, como un mango con picante —dice Jade, saboreando.

—Lo es —me rio—. Me hizo una cita en un bote a la luz de la luna.

—¡Awww! —Ellie hace puchero—. ¿Más perfecto?

—Es agente del FBI —susurra Jade—. ¿No te ha dicho nada?

—El sexo es demasiado bueno como para que la cague —dice Cho—. Los hombres valoran el sexo más que sus vidas.

—En definitiva es perfecto —sonrío metiéndome un bocado de sushi para así poder disfrazar mi cara.

Trato de convencerme pero, no puedo, sé que hice mal dejando a ese maldito mafioso meterme los dedos pero jodidamente quiero verlo. Sin embargo, ahora es el ego, porque está con otra sabiendo que me dijo que sólo quería eso conmigo.

«Maldito mafioso de baja calidad»

Nos la pasamos riendo y comiendo, el vino se acaba y a mí me arden las mejillas porque ellas toman vodka que consiguen con un hombre de Tayler. Ellie bosteza y le llama a Petee para decirle que se va con las chicas.

—Necesitamos hacer una cena —me dice Cho y asiento—. Ten un poco de sexo, quizá comience pronto la guerra.

—Ojalá que sí —suelto sin pensar—, Reid es bueno para eso.

Rose me mira mordaz mientras ,Ellie se despide de mí con un abrazo. Jade me da dos besos en la mejilla y aprecio que siga viva, si ella hubiese muerto no me lo perdonaría. Unos guardias reales vienen para armar un convoy de hombres y se las llevan. No las pueden ver aquí, al menos no a Cho o Rose. Una vez estoy sola me encierro porque no quiero saber nada.

Me cambio después de una ducha ya que, tengo sangre por doquier y también la vagina con fluidos. Salgo por un bocadillo. Le llamo a Reid porque realmente tengo ganas de follar. Me contesta al segundo pitido.

—¿Me extrañas? —bosteza.

—Mucho, agente —me arden las mejillas—. ¿Podría venir a quitarme las bragas con los dientes?

—¿Es una orden?

—Oh, sí...

—Madre mía...

Acto seguido me cuelga, y sonrío. Me gusta como se pone rojo mientras me folla. Y, definitivamente debería de pensar en algo más, pero no puedo porque acabo de llegar al infierno y me encontré con el diablo vestido de traje negro a la medida.

Miro hacia abajo y puedo apreciar a los deambulantes nocturnos en el cristal, yo veo pero ellos no...

La piel se me eriza con unas pisadas oscuras y giro tapándome por inercia los pechos.

—No —detengo al imbécil que camina hacia mí.







Damon Armtrong.






Un entusiasmo extraño me retuerce el estómago. «Era ella y viva», saboreo mientras los soldados escoltan a lo lejos a Andersson que está encadenado de manos pies, cuello y caderas. Subo a mi auto percatándome de que los soldados realmente son agentes del FBI, y las fuerzas especiales. Seguramente debido a la rebelión.

Me interesa muy poco así que me dirijo al complejo porque quiero ver a esa mujer, es una maldita mujer. Su cuerpo, su mirada, su piel, todo en ella cambió, incluso sus grandes ojos. Hay más oscuridad y eso me gusta.

Tomo mi teléfono y marco el número del amigo que olvidó que casi lo mató convirtiéndose en el mismo idiota de siempre.

—¿Qué diablos quieres? —espeta mientras escucho el sonido de eco en sus zapatos.

—¿Adónde está?

—Donde se supone que tú deberías estar, y no estás así que, mueve tu trasero que tenemos una demanda.

—¿En donde está? —lo ignoro.

No me muy convencido resopla.

—En el sexto piso, área A. Sector B-67. No la jodas, sólo pídele perdón, si mis hombres te ven hacer algo más tienen la orden de matarte.

Cuelgo antes de que comience con su discurso, no tengo ganas. Enciendo la música y se detiene cuando una llamada de un número desconocido entra. Respondo pensando que es alguien más pero se me amarga la garganta.

—¿D? —susurra—. Se lo llevaron... se lo llevaron. Saben que es su hijo, díselo a Lo...

Algo me incomoda, y no entiendo porque debe interesarme, no es mi problema, y por ello cuelgo. Esa maldita de Michelle. Respiro y miro las pastillas en mi porta vasos, sin embargo, prefiero estar en mis cinco sentidos. Llego al comando que está siendo remodelando y paso mi tarjeta de acceso sin registro. Sólo yo, Elton, el ministro y el infeliz ese podemos entrar. Debido a que somos los dueños. Franck me dió su parte de asociación a la aristocracia, está peleado con su padre y madre, y por ello estoy aquí, así arreglaré las cosas.

Me voy al estacionamiento repleto de aún más autos que el último mes. Salgo topándome con unos agentes del FBI.

—¿Qué hace aquí? —inquiere uno a la defensiva.

—Soy el dueño de al menos el 10% del suelo que pisas así que, apártate —le ordeno pasando a su lado—. ¿Sabe algo de la agente Lovely Walker?

—¿Parker? —frunce el ceño—. No se le ha visto.

Lo ignoro y sigo caminando hacia el sector 6 donde mis sentidos se extienden al ver cómo se levanta el cabello y se recarga del barandal mirando hacia abajo. Se tambalea y huele tan bien, desde aquí puedo saber que esta ebria por el color de sus mejillas. Camino hacia ella apreciando que la noche me deje ver las piernas que pueden asfixiarme en un dos por tres.

Gira, frenando en seco al cubrir sus pechos y retrocede. No puedo hacer más que sonreír aunque ella esté nerviosa.

—No —me frena a dos metros de distancia y lo acepto.

—Te lo diré. Sólo escúchame —pido y suspira quedándose quieta sin quitar sus manos de sus pechos ahora más llamativos por alguna razón—. Cuando me asocié con Andersson estaba igual que tú, sólo que yo sí sabía quién era. Creí que era mejor opción que el vikingo, me ayudó a sacarte pero jamás supe que tenía una obsesión contigo, nunca pareció así. Cuando fui a ver me di cuenta porque el vikingo me lo comentó, y me dijo que te sacara lo cual iba a hacer. Por eso traté de recurrir a la urraca, la cual fue la maestra de todo —tomo un respiro sin moverme y ella comienza a dejar caer lágrimas—. Esa noche te traté así porque Andersson tenía audio en todos lados. Y lo siento, pero cuando llegue por ayuda para sacarte me tenían una trampa a la cual me opuse, maté a tantos como pude. Pero finalmente me derribaron y supe que a ti también. Me encerraron en un maldito manicomio hasta que me padre busco ayuda cuando hubo en quien confiar, y entonces... entonces fueron por ti.

—¿Es todo? —suspira tratando las lágrimas.

—Debes creerme malditasea, soy un idiota pero jamás me arriesgaría a que algo te sucediera —trato de acercarme pero no me deja—. Necesito que me creas, sabes que no te mentiría.

—¿Tú le disparaste a Elton?

—Sí.

—¿Sabias que había muerto?

—Ninguna bala fue a lugares vitales, y era un príncipe, debía protegerse —confieso. Traté de ser cuidadoso pero no me interesa su muerte.

—¿Deseabas que muriera?

—Realmente no me interesó —le soy claro—, pero, por favor. Créeme...

No sé porque pero mis rodillas se flexionan chocando con el suelo evocando el momento en a cuando se arrastró por mí.

—Perdóname, calabacita.

—Te quise tanto Damon —solloza—, pero jamás te perdonaré porque tu hombría no pudo con un simple "no" y ahora estoy aquí y así, por ti y por él. Ahora quiero que me dejes, que sigas adelante con tu vida, yo tengo la mía, y así me quedaré.

Pongo mi cabeza entre mis hombros analizando lo que acaba de decir, y no sé si se refiere al tipo con el que llego o que volverá con ese maldito infeliz. Sujeto su mano y me la quita tocando mi mejilla, cierro los ojos sintiendo su piel fría y suave.

—Perdóname —imploro mientras abandono mi dignidad—. Nunca quise hacerte daño pero lo voy a ratificar cada día por el resto de mi vida.

—Levántate, suficiente tienes con tener una madre que sea una completa idiota —dice tajante—. Espero que tu padre se encuentre bien.

Le hago caso, y la veo tan perfecta, mucho más que antes. Todo en ella ha cambiado. Acorto espacio y antes de que reaccione presiono sus labios con los míos saboreando, me aparta. Pongo su frente contra la mía, sus manos temblorosas se ponen en mi pecho y reacciono besándola con un hambre irracional que sólo ella desencadena.

—Esto se acabo —susurra contra mis labios—. Yo no te amo y aunque deba verte prefiero no estar contigo a menos que sea crucial en mi desempeño laboral.

La punzada se extiende pero lo entiendo, me convertí en todo lo que quise evitar, y en lo que odié.

—Si algún día quieres un polvo u alguien que te acune... —sonrío mordaz y niega con ironía dejándome ver sus dientes.

—Tengo a alguien así.

Pone sus brazos tensos y me recorre con la mirada.

—Duerme bien, calabacita.

—Igual. —entra a su cubículo dejándome petrificado.

Mi teléfono vuelve a sonar y las venas me arden porque no quiero que me importe. Y sin embargo, haberme equivocado antes me está haciendo estragos en la conciencia. Pero ésta vez es esa maldita moneda de cambio que no sabe cómo sobrevivir sola.

—¿Qué quieres? —contesto.

—Te lo suplico —lloriquea—, y estoy embarazada. ¿Qué se supone que haga?

—¿¡No embarazarte de primera mano!? —vuelvo a colgar.

Subo a la planta más alta para llamar a un as y espero en la línea con ganas de que me peguen un tiro por ser tan infelizmente suave.

—¿Qué?

—Carga un hijo en el maldito vientre, y es tu nieto —le digo y resopla—. Te envié el teléfono de la mujer por mensaje encriptado, localízala. Y, déjenme en paz que no soy mensajero de nadie. El trato era no decirle a Love de quién son hijos. Trata de no vender a tu hija de nuevo.

Cuelgo pasando las manos por mi cabello y me recargo del barandal, puedo ver el piso de abajo que es el único que se ve ya que los otro no tienen la vista por nuestra seguridad. Un flacucho de cabello rebelde camina hablando por teléfono y quedo quieto cuando Love sale del maldito lugar brincándole encima.

Lo besa suave y él acaricia su piel, la toca, y ella lo deja mientras se ríe quedito arrastrándolo a su dormitorio. Las ganas de matarlo me atraviesan el hígado pero esta vez no puedo dejar que mis emociones interfieran, porque sí, Lovely Walker te vuelve loco, y es cuestión de tiempo que suceda lo mismo con ese insignificante ser.

Enciendo un cigarro golpeándolo con el metal. Lo llevo a mi boca saboreando sus labios, ahora es suave. Y no sé si eso signifique que ya no recuerda al tipo que la hacía sangrar para follarla.

¿Qué diablos hago con mi maldita vida? Mis familiares son una mierda y la urraca está en prisión domiciliaria. ¿Qué pasó? Después de conocer a Love todo fue en picada, y para mal, porque aquí nadie se volvió más bueno o maduro.

La vida es una rueda de la fortuna a la cual jamás he podido llegar porque estoy estático en el intermedio tratando de alcanzar algo que jamás podré. Era verdad, yo la amaba, y eso que yo no tengo corazón.




Tayler Aragon.

🗡️🥃


La sangre de mi muñeca gotea mientras la enfermera trata de sacarme la bala pero la aparto de un empujón lo hago yo. Limpio y le trueno los dedos para que se largue mientras las voces estallan contra mis tímpanos. Levanto la mirada y veo a una mujer que desaparece en la habitación azul y casi la veo a ella, quizá la abstinencia me hace alucinar.

Los gritos, jadeos, y murmullos siguen mientras la vida se me iba cuando la vi parada con un vestido negro a la medida en el momento que mataba hombres como un mercenario. Todo eso mientras huía de mí y le sonreía a la porquería del bastardo. Probablemente creí que ella estaba siendo una maldito pero no, simplemente lo sedujo y le rompió la boca.

Después huyó como una cobarde, me golpeó, casi me mata y me dejó. Se lo pedí, se lo supliqué y nuevamente me dejó.

Es la última vez que lo hice. Va a saber porque diablos debería no haber vuelto.

«Estoy apunto de tener una trombosis», cierro los ojos aferrándome a la paz.

Las sienes me palpitan, la piel me arde y cada poro en mi piel está siendo atacado por ácido de cianuro con cloroformo en mis conductoras nasales, es eso o simplemente me estoy muriendo por dentro por el maldito bilis que está desencadenando el hecho de que haya vuelto sin avisar.

El estomago se me retuerce y justamente requiero aunque sea alcohol etílico porque la tonelada de aire con densidad me está asfixiando al igual que la bola de hambreados, y mentirosos que tengo frente a mí.

El Coronel bueno para nada está revisando la seguridad en lo que estoy tratando de tomar paciencia antes de cometer una masacre.

—¿Esto es necesario? —inquiero levantando las esposas de sensor para que el bufón me vea.

Estoy sin camisa mientras todos tienen uniforme y trajes a la medida.

La sangre gotea debido a que he estado tratando de liberarme y más presionan.

Resopla.

—Ah, sí —se acerca—. De hecho sí. Mataste a dos de mis guardias, y aunque era fuera del establecimiento ellos sólo querían sacarte del fuego cruzado. —pasa en sensor y libera mis muñecas—. Casi matas al ministro si no es porque el maldito somnífero hizo efecto.

—Tranquillo, no me lo tomé personal —dice Salvatore.

No respondo porque no tengo cabeza para nada, quiero pero arrancármela. ¡Las dos malditas cabezas! Ya no las soporto porque ambas piensan en una misma cosa.

—¿Este encierro es necesario para él, Makris? —pregunta no sé quién mientras me empino el alcohol que guardo en mi saco después de luchar con las esposas y el hecho de que esté tirado en el suelo como si costara 200 dólares—. No creo que...

—Es el líder de la pirámide —dice el líder del clan serbio mientras juega cartas con el ministro y la mesa de cristal me deja ver su arma—. Claramente lo es.

Tengo ganas de estrangular a cierta ninfómana que casi se corre sobre mis dedos. Los llevo a mi nariz y... «Joder», aprieto mi pantalón cuando la erección que no había tenido en más de un año se convierte en palpitante. «No lo merece», pero me duelen las bolas. Acomodo mi cabello con ganas de arrancarlo.

Pero se quedó conmigo, y me protegió. No me dejó morir, sigo gustándole pero la maldita es una mentirosa, y ese maldito. Esa copia de Jesucristo que venía con ella...

—Quisiera decir lo contrario —resopla el bufón y yo quiero arrancarle los ojos a ese mentiroso, es igual que la amiga a la cual le voy a retorcer el cuello—, el ataque fue contundente. Gracias a que tuvimos al FBI y las fuerzas especiales S.D.A.I estamos vivos, olvidando que casi matan a Aragon quién es una pieza clave en el juego del poder con la jerarquía que está tomando todo por las malas. No sé quién dió el aviso pero querían eliminar a las mafias aliadas.

(Seguridad de ataque inminente)

—¿Si es así creen que sea prudente que se muestre en la ceremonia? —inquiere un albanés de uniforme que no me da buena espina.

—Es una estrategia simple —interviene Russo—. Tenemos el poder, y con Makris podremos lograr que los continentes consideren la tregua.

—¿Eso hacen los líderes? —se burla el Lord soy muy bueno—. ¿Esconderse?

—Sería mejor si se callan porque literalmente acaban de entrar mercenarios desconocidos a atacar un lugar más protegido que los conciertos de Lady gaga —espeta el bufón—. No me importan treguas si no dar con los responsables de que uno de mis monumentos esté destruido ya que eso es una ataque al Rey y a mí nadie me toca. Aragon es una pieza clave y no va a salir de aquí. Si quieren salir y arriesgarse a que los atraviesen con un disparo. ¡Adelante!

Trato de levantarme...

—¡Tú no, con una mierda! —se desespera y me estresa.

—¡No me levantes la voz! —digo tajante—. No estoy indefenso, y lo que necesito es largarme porque no soy uno de estos hombres. Soy un mafioso, ¡no sé qué mierda hago aquí!

—Aquí estamos todos —contesta el del clan serbio—. Sería imprudente salir y dar nuestro punto. Esperemos y una vez esté despejado podrás irte adónde apetezcas.

Lo miro tratando de no estrangularlo. Esa paciencia es la que yo tenía. Es la que me arrebataron.

Miro a todos mientras apenas y sé quién es el Ministro que está temblando de rabia porque perdió con el del clan serbio. Me arde la cara, las manos me tiemblan de la rabia que no he podido sacar. Respiro hondo. «Soy un hombre paciente de costumbres y modales», me repito.

—Aunque no me gusten los procesos de Aragon debo podría ser bueno que saliera, sin embrago sin él podríamos perder alianzas —alega el coronel inservible mientras el bufón me ignora mirando su teléfono «Seguro está hablando con esa maldita mujer»—. Sabían que esto pasaría, y necesitaban una distracción para tenerlos a todos juntos. Saben que si eliminan a la mafia la aristocracia perdería contratos. No poder pero si estrategia.

—Yo tengo cosas más importantes que hacer aparte de estar escuchando estupideces que no quiero —me levanto acomodándome mi traje—. Y si me permite...

—¡Deja el maldito berrinche pero ya! —grita el bufón, y enarco la ceja—. No puedes comportarte como un adolescente, eres un maldito gánster pero eres un Ranger X y sabes bien que esto no es por salvar tu maldito culo. ¡Acaban de tirarnos con todo y tú eres el que más puede perder aquí! ¡La guerra, Aragon! ¡Guerra!

Ruedo los ojos y le digo que se calle porque me estresa.

—Pido que nos calmemos —pide el Coronel.

—¡Esto es culpa tuya! —ataca el bufón y me rio sentándome para ver el show—. La hirieron, y si algo le pasa me aseguraré que vivas en carne propia lo que siento.

—¿Es una amenaza?

—Es depende si aceptas que lo jodiste o no.

Bostezo y me llevo el licor a la boca nuevamente. Pierdo mi tiempo pero yo no quiero salir del establecimiento, quiero salir de este lugar y largarme al otro lado del maldito terreno. Me quedo mirando el intercambio de mentadas mientras el ministro se sienta a mi lado y me ofrece un puro que recibo gustoso.

—A veces hay que dejar que se desahoguen.

—Sí, yo estoy apunto de abrir la puta presa —no miento. Porque tengo unas ganas de tomar el cuello de cierta mujer aberrante.

Cortarte el paso del oxígeno y hacerle ver quién es al que pertenece.

Enciendo el puro mirando a los sin clase que se empujan en lugar de dispararse. De hecho el bufón podría matarlo sin problema. La polla me está reventando mientras la imagen de una delirante y muerta mocosa navega por mi mente. «Lucía como...»

—¿Aceptarás el trato? —inquiere Salvatore, sacándome de mis pensamientos.

Quieren que me una a la sociedad como uno más en lugar de un mafioso. Yo siempre quise trabajar en la ley, quería ser un Ranger X, y pelear contra lo que soy, pero me gusta ser quién soy.

Ahora mismo quiero hacer uso de mi poder y largarme a estrangular a cierta mocosa, cierto fantasma que me atormenta la vida. Tallo mi labio saboreando el metal debido a que me lo rompió.

—¿Siempre he sido parte, no?

El bufón y el otro se pelean rompiendo una mesa del fondo mientras las cartas ruedan en la mesa y tomo mi partida. Los otros juegan ajedrez y damas.

—Pero, ¿estás dispuesto a renunciar a tu lugar en la mafia? —da una calada a su puro—. Al menos al ojo público, podemos aceptar cómo uno de nosotros, al final de cuestas has estado dentro de las reglas y leyes.

Los locos toman asiento cuando el bufón está apunto de romperle el brazo al tipo ese porque le llaman por teléfono y es seguridad continental ya que es un Rey y esto se toma muy en serio.

—Eso no es lo que quieren, quieren que siga siendo mafioso pero a los ojos de todos tomé el mando que siempre he tenido como en la jerarquía —le soy claro—; yo alimentaba sus bolsillos o aún lo hago, pero quieren que sea el rostro de la aristocracia tomando por las malas lo que siempre fue mío y que ustedes salgan impunes como unos simples peones.

Se ríe con ironía mientras los de los clanes habla bajo y los políticos no se mueven de su lugar en lo que el juego sigue. Ganó la ronda y me burlo.

—¿Creo que siempre ha sido así, no? —dice Salvatore.

No respondo porque el maldito dolor en la nuca y parte frontal de la cabeza que me dicen que se me saldrá el ojo, me perturban cuando lo único que quiero ver es a esa mocosa en lugar de malditos idiotas.

Esa maldita imagen de ella entrando, y sus labios rojos entre abiertos mostrándome sus dientes y ojos venenosos atravesándome el estómago con la maldita necesidad de matarla que me surgen. Es mi mercurio. Y probablemente alguien deba ocupar su lugar ya que parece que nadie va a salir de aquí, así que creo que empezaré a matar... se me olvidaba que me quitaron todo tipo de arma. «al menos me dejaron el ron»

Me golpeó, y me sonrío con descaro para largarse detrás de ese maldito.

Agentes del FBI entran y yo los ignoro porque lo último que quiero es otro ridículo símbolo de ley. Me hicieron la vida imposible desde el día que atrapamos a ese maldito.

Pero sé que ella venía con ellos porque la escoltaron, el FBI nunca se había acercado a la aristocracia de esa manera.

—La cosa es grave —suelta un hombre de cabello oscuro con aspecto de ser el jefe de unidad—, y en serio lo digo.

—No me diga, creí que lo que ha pasado había sido actuado —ironizo.

El bufón rueda los ojos y el Coronel me mira como si fuera superior a mí. Se está acercando al callejón de las dagas en los ojos.

—¿Qué sucede? —habla el Coronel en lo que cierran la puerta y yo me enderezo en la silla mientras los demás también lo hacen rodeando la mesa—. ¿Adónde están los agentes?

—Vienen en un momento —alega el hombre.

—¿Sacó a Reid del caso? —inquiere el coronel.

—Sí, debido a...

—Es una mente brillante, no podemos dejarlo —interrumpe el ministro.

—Me veo en la penosa necesidad de decirles que apoyo al agente Klein —dice el bufón—. No podemos arriesgarlo.

¿Y ese es el Rey de Norteamérica o porque el bufón lo quiere proteger? ¿Será gay? Seguramente, traía mucha curiosidad sobre mi verga.

—Mataron al juez —dice el tipo ese—. Es un riesgo...

—Hablando de riesgos —saboreo y el aura del lugar cambia—. ¿Qué diablos hace mi esposa aquí? ¿No se supone que estaba protegida? Ahora resulta que es agente y está viva siendo protegida por todos ustedes, pero nadie me consultó en absoluto nada. Cómo si fuese una maldita deidad. ¿Quieren joderme de nuevo? ¿Tomando lo que es mío para manejarme?

—¿¡Tuyo!? —se burla el maldito Coronel.

El bufón parpadea incrédulo, el ministro se ahoga con el humo y el Coronel mira al agente cómo si quisieran matarme entre ambos.

—¿Qué tiene que ver Love aquí? Es tu esposa pero no tuya, no hay compra de por medio y limítate a no acercarte a ella —pide el bufón—. Porque para actuar como si la odiaras parece que vas a tener un maldito infarto cerebral si no la ves. Sigue diciendo que está muerta hasta que te lo creas, ya llevas un tiempo practicando.

No sé porque me levanto y lo azoto contra la pared.

—¡No te pedí tu insignificante opinión! Sólo quiero verla y se acabo. —se burla—. Hay un contrato en movimiento uno que la ata a mí, a mi cama y si lo quiero, y me apetece deberás traerla porque está bajo tu ley.

—¡Soy tu Rey...!

—¡Yo no te considero mi Rey! —lo vuelvo a empujar, y parpadea rindo con ironía—. Contéstame y dime qué hace aquí. ¿Hace cuanto está aquí?

—Son iguales...

—¡Contéstame!

—Dos meses —suelta el tipo de cabello oscuro.

Todo encaja, esos dos meses donde el bufón actuó raro. Donde la web roja está alerta. Lo sentía en los huesos, podía palparlo.

La rabia me consume. «Dos meses cerca de mí y no vino...», sacudo la cabeza. Lo sabía, joder.

—¡No podemos salir aún! —me empuja—. Cualquiera de los soldados pueden atacarnos y venirse en nuestra contra acabando con más vida de las que te importan, porque claro está que sólo hay una por la cual te aventarías entre los tiros, ¿no? Selinne, por ejemplo que es tu protegida por la cual no has preguntado. Y, tu esposa correría peligro si vas por ella.

Siendo sinceros no la recordaba pero eso no importa porque Selinne es mi puto asunto. Entramos por un túnel subterráneo del que sólo los cabecillas tenemos acceso y conocimiento. Así que, nadie sabe qué estamos aquí. Y, no me importa Selinne.

—Si no podemos salir entonces manda a una tropa S.W.A.T del otro puto lado del complejo y tráela. ¡Pero ya! —respiro hondo—. Si no lo haces voy a renunciar a todo acuerdo y me la llevaré.

—Necesito que se calme —habla el agente—, ella está bajo mi supervisión y no pondré su vida en peligro.

—A ti ni quién te preguntara —lo empujo. Trato de abrir la puerta pero es de acero y a menos de que pase el sensor no se podrá abrir—. ¡No quiero estar en este puto cuarto de pánico! ¡Necesito...! ¡Es mi esposa, joder! ¡Tenía derecho de saber que volvía! —lo empujo contra la pared—. De todos tú eres el que creí que entendería, después de todo... —me acerco a su cara cuando su rostro se afloja—. Tú lo sabías y me lo ocultaste.

—¿Qué diablos? —grita el bufón, y lo vuelvo a empujar haciendo que los ojos se le empañen—. Ya no le hagas daño, Tayler —no me importa—. Necesito que te comportes. ¡Entiende que no puedes ponerte en riesgo ni a ninguno de aquí! Sinceramente ella no te quiere ver...

No veo a las cabezas que están sentadas al rededor de la mesa.

—A mí eso no me interesa.

—¿Qué hay de Selinne? —inquiere—. ¿También la traigo a ella?

—¡Yo no quiero a Selinne, a mí no me importa Selinne! —lo vuelvo a empujar—. Sabes... lo sabes, así que tráela aquí con una mierda.

—No. —susurra en su idioma:— Estás haciendo un escándalo.

No puedo perder los estribos pero si merece esto... dejo que mi puño impacte en la boca de su estómago mandándolo al suelo. El pecho me crece y trato de mantener la respiración. No puedo hacer nada, pero ya no me queda paciencia.

—¡Aragon! —grita el del clan serbio—. No ganamos guerras con mentes débiles. La doncella está a salvo ahora, cuando se pueda podrán encontrarse.

Todos están quietos pero el agente ayuda al bufón quien está pálido, y yo me regreso con el ministro que me ofrece cartas divertido.

—Cierra la puta boca —le ordeno y simplemente respira.

Trato de calmarme pero no puedo y fumo más de lo que debo haciendo que me arda la puta tráquea. Aniquilo mi tiempo apostando en juego de cartas durante cuatros horas seguidas. Pensando en esa maldita mujer.

El bufón toma el teléfono cuando suspira haciéndome saber que la maldita cárcel termino. Y yo quiero largarme porque estoy encerrado en un lugar donde se supone que ella debería estar.

—Bueno. —se levanta y lo imito—. La cosa fue grave, pero el secretario del continente está bien al igual que su esposa. Sin embargo, hay civiles heridos, el Coronel de Suramérica, jurados, el juez y más de un agente del FBI muertos. Sin embargo, los hombres de Aragon, el FBI y los FEA limpiaron la ciudad, o al menos nuestro sector.

FUERZA ESPECIAL ARISTÓCRATA DEL FBI. (S.W.A.T)

—¿Qué hay de Andersson? —inquiero.

Trato de no tambalearme porque el ministro y yo nos bebimos más de 5 botellas, y no sé si en las cinco cápsulas de pánico también tienen bar pero agradezco que aquí sí... el teléfono vibra en mi pantalón y lo saco como si mi vida dependiera de ello.

El ministro recoge sus ganancias y yo tomo mi camisa para colocarla.

«Klaus», leo el nombre y también un mensaje después de desviar la llamada.

Klaus: Espero verte pronto, la tribu te extraña y Laio me comentó sobre una hermosa mujer. ¿Es aquella chica que dijiste con la que te casarías hace dos años? ¿Te perdonó?

Klaus: Sabes que la clínica familiar es gratuita para ti pedazo de mierdilla. Deja de consumir tu producto o iras a la quiebra. Te quiero mi leoncillo.

Yo:
Ok.

Me llama desde mi jodido cumpleaños pero ya pasó y si no le contesté antes, menos ahora.

Sabe que he tenido problemas con el consumo y quiere internarme de nuevo, pero eso no pasará, prefiero irme a la isla que con él.

—Fue transferido a una prisión subterránea, él se moverá si yo lo hago, es mi responsabilidad —aclara—, por otro lado necesito que tú estés en mi fortaleza, es peligroso que estés aquí. Al menos hoy... y sin nada más que decir. Espero verlos mañana a primera hora para firmar acuerdos y...

Lo aparto tomando su mano poniéndola en el escaner. Camino hacia el area de despegue y doy la tarjeta donde me entregan el control de mi auto, mis armas y mi acceso al comando. Estos meses se repiten y me da una maldita punzada al pensar que sucederá lo mismo.

«Dos meses mi encantadora estuvo aquí», maldita.

Hay agentes del FBI haciendo un circo enmedio del campo. A lo lejos veo al Miller ese pero sin su mujer, y eso quiere decir que está con ella. Por lo cual me dirijo a él.

—¿Adónde está? —inquiero mientras se mantiene firme.

—¿Quién?

—¡No juegues con mi paciencia! —espeto—. ¡Tu maldita mujer! ¿Adónde está?

—Una mujer embarazada duerme más de la cuenta así que hace media hora se fue a dormir después de ir con su amiga —comenta.

—¿Adónde está la amiga?

—En su cubículo, supongo —le resta importancia.

Conozco su cubículo, si es que este idiota no cambió su piso....

—Hablando de mujeres —levanta las cejas sobre mi hombro.

Giro con el corazón hirviéndome listo para estrangularla pero sólo veo a Selinne corriendo hacia mí con una mujer que no conozco de nada.

—Estaba preocupada, fortachon —trata de tocarme pero la aparto—. Vamos a casa.

—Sésgate —la quito dirigiéndome a mi destino porque no veo a nadie que me diga adónde está.

—¡Espera! ¿Adónde vas?

—A buscar a mi esposa.

Comienzo a subir las escaleras y atravieso todo el maldito edificio para dirigirme al puto elevador.

—¿Es en serio? —me grita Selinne—. ¡Te mintió! Los engañó a todos con que estaba muerta, los traicionó y nadie hace más que venerarla.

Presiono el botón del elevador para no tener que estrangularla a ella.

—Yo la voy a matar, así que, cálmate.

—¡No hagas esto!

El elevador se cierra y los seis segundos más largos de mi vida son estos por lo cual trato de no arrancarme la cabeza. Estoy volando al maldito lugar y a diferencia de hace dos años ahora es de sensor, comienzo a tocar y no se escucha nada, golpeo una y otra vez pero tampoco.

—Señor —me habla uno de mis hombres y yo ya estoy temblando—, la señorita no está. Hace una hora salió de aquí con su agente a cargo.

—¿Quién es el agente a cargo? —inquiero—. ¿No pedí estrictamente que no la dejaran salir? ¡Dije que la tuvieran aquí y que no se largara!

Se va, y se lo advertí, le dije que no volviera, y dijo que no lo haría. Pero y ahora aparece luciendo así. «La odio», me reitero. Trato de convencerme de que la odio pero desde que la vi me bombea algo más que la sangre.

—No sabría decirle, señor —enarco la ceja—. La señorita me pidió privacidad.

—¿Quién mierda te paga? —lo empujo contra la pared—. ¡Soy yo, no ella!

—Usted dijo que ella...

—Para la otra más te vale que sirvas de algo —lo freno antes de que me recuerde cosas que no importan—. Porque si sales de este edificio estarás muerto.

Sólo pedí que si la veían no la dejaran, pero parece que mis hombres son su marionetas. Creyéndose dueña del mundo, haciendo lo que quiere con mis hombres, mi dinero y mi vida. ¡Todo y me molesta que no haya venido primero conmigo!

Lo aparto de mi camino y tomo mi teléfono llamando al maldito bufón mientras Selinne me espera en la planta baja en un paño de lágrimas. Y aleja a la mujer rubia que se va cuando me ve.

No le hago caso a su drama cuando el teléfono comienza a sonar y la ansiedad de aniquilar a alguien me está comiendo la piel.

—¿Ahora qué quieres? —responde aburrido—. Ya vete a dormir, ya va a amanecer.

—¿Quién es el agente a cargo de Lovely? —tallo el puente de mi nariz.

—¿No que no conocías a nadie con ese nombre tan ridículo? —me grita—. Trata de no hacer esto en público, porque ella no te quiere ver y al más mínimo momento vas corriendo por ella sin que te lo pida.

Se acalora con lo que dice y lo ignoro.

—Si me dices ahora probablemente no mate a nadie, pero si la encuentro por mis méritos voy a arrancarle la cabeza a todo el FBI si los encuentro. —cuelgo y paso las manos por mi cabello.

Selinne se pone frente a mí pero yo no tengo cabeza así que le quito a las malas.

—¿Qué diablos te sucede? —me grita—. Es una niña.

La ignoro y saco mi maldito control haciendo que mi bendito auto llegue hasta mi ubicación ya que no tengo ganas de esta mierda.

La brisa comienza a ser violenta pero los soldados como mis hombres permanecen inertes. Y a lo lejos veo las luces de mi auto parpadeando me para que lo note en lo que Félix revisa su teléfono. Camino hacia él, Selinne se pega a mi lado y yo estrello contra un árbol.

—¿Adónde está?

—No lo sé, señor. Lo juro —tiembla y mira a Selinne por ayuda—. Ella se fue.

—¿Con su agente custodio?

—No, su novio... —sus palabras me atraviesan el tímpano con un pitido extraño, y el pecho se me retuerce.

«No»

Suelto a Félix liderando con los latidos de mi corazón, el cuerpo me pesa al mismo tiempo en que los ojos se me nublan, el pecho se me comprime así como el estómago con un ardor en lo que trato de llegar a tientas a mi auto por la falta de oxígeno.

No veo nada sólo entro a mi auto ignorando los gritos de Selinne mientras la lluvia nubla mi capto visual. El pecho me retumba y el ácido mezclado con furia me rompe el tórax sabiendo porque se fue.

—¡Maldita! —arremeto contra el volante.

Tomo mi teléfono y marco el número del Yakuza quién responde a la brevedad mientras mi auto me saca del comando.

—¿Por qué tan temprano?

—Llama a tus hombres y localízala —ordeno—. Y dime adónde diablos está.

—No vayas a hacer alguna estupidez que pueda dañar este golpe de estado. Deja que pase un tiempo y...

—¡Ya estuvo muerta por casi dos años! —grito con ganas de aventar el teléfono.

—Se fue por órdenes de Elton, eso me dijo Rose...

Aviento el maldito teléfono antes de que diga algo porque no tengo cabeza ahora.

Sé bien porque lo hace, quiere que la deje en paz, pero ella es la que debería descansar en paz, porque no quiso darme la maldita cara, y no me buscó, tampoco le interesó que casi me maten. Porque debía verificar llegando hasta a mí, y no le importo que me quisieran matar.

Pero sí se escapa con ese infeliz cuando están en confinamiento.

Activo el modo de llamadas en mi auto y marco el número del bufón. Limpio mi cara y me enfoco.

—¿Ahora qué? —responde somnoliento.

Le acabo de hablar hace dos segundos al maldito.

—¿Quién ese impostor? Sólo quiero saber... necesito...

—¿Quieres saber si es competencia?

No hay hombre que sea competencia para mí, no ha nacido y no lo hará. No digo nada así que resopla.

Es un buen tipo —habla como si me importara. Escucho que se levanta y me desespero mientras estaciono mi auto en el primer bar que veo—. Doctor Matthew Reid; se graduó de una escuela privada secundaria a los doce años y de allí partió a los catorce años al MIT, quizá allí se conocieron. En fin, allí obtuvo tres doctorados en matemáticas, Química, ingeniería, y robótica a la edad de veintidós años, y por si no fuera poco es licenciado en Psicología, Sociología y criminología. Así que, probablemente si tienes competencia —habla como una puta computadora y sólo entiendo que no es una maldita competencia.

—Se necesita más que estar en el MIT para dejarme fuera —escupo.

—Sólo digo que deberías esperar que se te baje el alcohol, llevas tomando casi dos años —bosteza—. La veremos en las reuniones porque ella es ahora una agente del FBI, y es buena. Tanto que no han podido encontrarla. No sé qué te preocupa ya te dije que la secuestres.

—Obviamente... —apago la maldita llamada antes de que me consuma la rabia que me revienta el tórax.

«Se lo está follando», pienso. Justamente debe tenerle la mano entre mis chicas apretándolas mientras su cuerpo está contra el suyo, y a esta hora siempre despierta con ganas de follar...

—¡Maldita, malditas sea!

Abro la puerta de mi auto y le doy un azoton abriéndome paso a un puto bar de mala muerte donde tomo la primera botella de licor que encuentro.

Sus gemidos, su olor en mi mano. «Me la voy a trozar»

Tengo el sticker de sus ojos Mercurio en la maldita mente, tengo su olor, el jadeo. Así debe estar jadeando contra él. Gritando su maldito nombre.

La piel me arde desde adentro y no puedo ni pensar. Tiré el teléfono y ahora no puedo ni ordenar que la busquen.

Me siento sobre un taburete para que me preparen una mezcla de licor con mis drogas.

Yo las traigo siempre así que dejo que me sirvan cuatro licores específicos y les prendan fuego mientras echo el polvo rojo que saca chispas. Pongo dos pastillas en mi boca y bebo el trago con el fuego aún en él.

Me quema la garganta y el humo sale de mi boca volviéndose frío. Cierro los ojos preparándome para encontrarla esta maldita noche, porque si no me voy a volver loco, o me dará un maldito infarto.

Esa maldita mocosa va a hacer que me de un infarto cerebral. Me late el maldito ojo.

Siempre quiere dárselas de puritana cuando ella es la asesina que tanto busca su maldito lame culos. «La voy a joder», saboreo. Primero decía que me odiaba por vergüenza con sus padres y ahora está con un maldito mormón.

La dejaré, y la voy a joder, le diré a su maldito Jesucristo quién la mujer de ojos hipnóticos, es esa que tanto persigue y si aún no la encuentran es porque ella lo distrae...

—Hey —me habla una mesera y elevo la vista hacia sus pechos—, ¿te sientes bien? —trata de tocar mi mano que... está llena de sangre con el vaso que acabo de romper.

La jalo conmigo hacia los baños como un grito de auxilio, me he rebajado tanto al grado de desconocerme. No dejaré que esa venga a perturbarme la puta vida, coños hay a montones y ella es una más. Le voy a demostrar quién es y le haré lo mismo que me hizo.

¡Destruirme!

Trato de hacerlo pero la polla no me responde aunque tenga unas tetas grandes, aunque tenga curvas, aunque sea atractiva, y aprieto la mandíbula para el plan b y debo hacer uso de los dedos con mi mano derecha para no borrar su olor de la izquierda. Una vez termina ella me lavo la mano y miro el espejo.

—¡Lárgate! —le grito y sale despavorida.

Me dos botones de la camisa tratando de respirar por las asfixia, no puedo respirar, todo se nubla y el pecho me duele como si estuviesen sacándome un órgano. El sudor me resbala por el cabello desordenado, las orejas y ojos rojos me hacen respirar más de una vez. «Parezco un maldito hombre normal»

Aprieto los puños... uno va a dar contra el espejo que me deja ver la escoria que soy, la basura que me siento sin el alma. Sin el veneno que tanto odio.

Grito frustrado, arranco los lavabos, bañándome de agua helada que puede que se seque al contacto conmigo, arranco la puerta de un baño, aprieto las cuentas que están dentro de mi bolsillo. Respiro hondo llenando me de tranquilidad, es lo único que me calma, y recordar sus ojos ese día. Abro los ojos que no sabía tenía cerrados y...

Veo un pequeño candelabro en la esquina que desprendo hasta hacerlo pedazos en mis zapatos. Todo es rojo, todo es rabia y desesperación por sentirme culpable y miserable.

Porque no quiero ser yo quién pida perdón, no quiero rogar más. Y eso es lo que mi pecho no entiende.

—¡JODER...! —aprieto mi cabello.

No puedo, no respiro, no vivo. Ya no puedo seguir.

Nota:

(Gracias a mi mejor amigo que me ayudó a cómo reaccionar en estos casos, de hasta el encierro hasta las acusaciones. La criminología tiene sus ventajas. ❤️)

Creo que para Tayler es difícil esta situación ya que jamás tuvo miedo de demostrarle a Lovely lo que haría por ella, que siempre se arriesgaría, que lucharía, y le diría lo que siente con acciones pero ahora es distinto, porque se siente herido.

Porque por primera vez quiere sentir que alguien va a insistir para luchar por él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro