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Capítulo 6 |Preparatoria.

No lo sé, no me importa. Solo vete a algún lugar como todos los demás.
T

osenbo - Mafumafu.

Con claro recelo, me vuelvo a ver en el espejo, contemplando la camisa blanca manga larga totalmente abotonada, el moño oscuro que cumple el papel de corbata, mi falda con tablones de color negra y unas mayas hasta la mitad de los muslos de igual tonalidad. Ew, demasiado formal y ñoño para mi gusto, pero no tengo de otra ya que hoy es un día "especial".

Tras acabar de acomodar mi fleco, salgo del baño y me dirijo a mi habitación para tomar el celular junto con la mochila. Ya lista, bajo al comedor de mi casa, donde encuentro a mi padre leyendo un libro de a saber qué cosa (apuesto lo que sea a que es de algún tema que les impartirá a los alumnos de la universidad donde da clases; me compadezco de ellos) y a mi mamá tomando café con leche tranquilamente, mirando reportes de los tribunales en su celular. Ambos están tranquilos, centrados en sus próximas horas laborales.
La inseguridad va descendiendo con tan solo verlos sentados en la mesa, esperándome para desayunar juntos.

¿Desde cuándo demonios le tomo tanta importancia a la estupidez de no causar mala impresión? Da igual, solo voy al primer día de preparatoria. No es nada relevante.

—Ya estoy lista —aviso y tomo asiento justo donde está servido mi plato del desayuno-almuerzo, al lado de mi mamá. Qué buen servicio.

—Vaya, ¿y este acontecimiento? —Pregunta mi papá dejando su libro de lado, estirándose para sacudir levemente mi cabello ahora negro. Ese es mi color natural, en realidad.

—¿A qué te refieres, 'pa? —Indago mientras tomo mi vaso de café, tratando de contener mis ganas de ir sobre mi plato y devorar la comida. Hace hambre, en mi defensa.

—Vas bien vestida y no traes tus lentillas azules. ¿Quién eres y qué hiciste con mi hija delincuente? —Cuestiona de forma dramática, consiguiendo que sonría.

—Hoy es el día de la ceremonia de bienvenida y siempre son exigentes con la vestimenta, sobre todo con los de primer ingreso —contesto y tomo mis palillos para dar el primer bocado, teniendo que contener mi chillido de ratón de lo bueno que está. Calificación: cinco estrellas de cinco.

—¿Por eso me pediste que te quitara el tinte de cabello? —Entra en la conversación mi mamá, con una sonrisa tranquila. Confirmo con un movimiento—. Te veías mejor rubia, Yuzu; así podíamos confundir a la gente diciendo que soy tu hermana mayor —bromea y simplemente niego con la cabeza, divertida por sus ocurrencias.

Ella y yo somos demasiado diferentes físicamente, sobre todo porque mi mamá posee facciones más americanas; alta, rubia platino de ojos azules y cuerpo envidiable para su edad. Y yo..., bueno, yo tengo salud.
Pese a todo, estoy bastante feliz de poder ver su actitud más risueña. Extrañaba mucho mirarla sonreír de forma sincera.

—Quería cambiar de estilo. Ahora quiero ser una estudiante ejemplar —jugueteo y mi padre solo resopla mientras mi madre ríe.

Claramente, la decisión de mi cambio repentino no fue por eso. Todo fue causado por el saltamontes... y un poco por mi nueva vida escolar en un plantel educativo de mayor rango, honestamente.
El cirquero sigue sin saber mi identidad (o eso dice él), a pesar de que ya han pasado un par de meses desde que me medio vio en mi forma civil. Estoy tomando precauciones, en pocas palabras.
Ah, cierto, casi lo olvido: sí, en este lugar ficticio solo bastó un capítulo para que se hiciera un salto en el tiempo, tal y como en el programa mexicano dramático y de mala actuación, mejor conocido como la "Rosa de Guadalupe". Sí, señor.

Bueno, ya rompí la cuarta pared lo suficiente. Continuemos.

Tras terminar de comer con mis padres con un par de bromas por mi aspecto de "estudiante buena y educada", me despido de ellos y tomo camino hacia la preparatoria, oyendo música en el trayecto para ignorar cualquier cosa a mi alrededor. Sobre todo a la gente.
Me da un poco igual todo esto de las presentaciones escolares, de conseguir unirme a un grupo de amigos para no ser la marginada del salón, e incluso los clubes; sé que no tengo tiempo para ello, ni ganas. Quita algo de vida esto de ser una de las guardianas de la ciudad.

Además, no me gusta socializar innecesariamente, así que no lo haré aún si tengo la oportunidad.

Aunque debo de admitir que últimamente no he estado muy al pendiente de los crímenes que pasan en la ciudad. Estos meses estuve más centrada en elevar mi calificación final de la secundaria, todo para entrar en la preparatoria con buenas notas y ganar una beca estudiantil, lo cual logré casi de milagro. En verdad me costó ya que soy muy distraída a la hora de estudiar.
Es la primera vez que asisto a un plantel de estudio de más rango (y no me refiero solo por el nivel, sino por el prestigio que tiene) y estoy casi segura de que me voy a topar con esos clásicos niños mimados y con dinero, pero todo sea por no querer defraudar a mis padres más de lo que ya he hecho en estos últimos dos años.

Maldita Preparatoria Orange Star, allí te voy.

❰ ・ ❐ ・ ❱

Observo cómo la presidenta estudiantil da la bienvenida y de más cosas que a ningún lector le importa leer —ni a los estudiantes escuchar—, pero solo hago mención porque quiero y porque puedo. Al culminar la larga plática de las normas de la escuela y todas esas tonterías, terminan de darnos permiso de retirarnos a nuestros respectivos salones. Tras ir siguiendo a mis nuevos compañeros de clases para no perderme, me detengo en unos de los ventanales del pasillo y noto que hay una gran cancha de deportes. Gracias a mi curiosidad, me acerco más para ver cómo unos alumnos (seguramente de segundo o tercero) se alistan para jugar béisbol. Justo cuando planeo retomar mi caminata, mi atención se centra en un chico de cabello negro y  ropa medio anticuada de deportes, quien habla con el que parece ser su profesor. Después ese azabache sale corriendo hacia el edificio.

Supongo que debe ir al baño con urgencia.

Por andar de chismosa, mis compañeros de clase me dejaron atrás y ni siquiera se dieron cuenta. Sin más, comienzo a vagar para encontrar mi salón... o a un profesor para que me de instrucciones. Lo que suceda primero.
Cuando estoy por doblar una esquina, percibo al chico de cabellos azabache pasar con prisas a mi lado, corriendo hacia unas escaleras que parecen ir hacia el siguiente piso. ¿Los baños quedan allá? ¿O tal vez su salón?
Me encojo de hombros y sigo con mi búsqueda. De repente mi celular vibra, por lo que lo saco para saber qué pasa, y descubro que es una noticia de que está habiendo un asalto en un banco y los policías están teniendo problemas para atrapar a los ladrones. Sin más, apago la pantalla y lo devuelvo a su lugar.

La hija de Satán y el saltamontes de quinta ya deben estar allá. Y no me necesitan.

❰ ・ ❐ ・ ❱

—¡¿Has visto el Club de Cocina?! ¡No necesitas experiencia para entrar!

—¡Ven a vernos al Club de Boxeo! ¡Allí tenemos a la mejor heroína de esta ciudad: Satán Videl! ¡Puedes aprender mucho de ella!

—¡Hey, hey! ¡¿Te interesa el ajedrez?!

—¡Vengan a ver el Club de Dibujo! ¡Te apoyamos gratuitamente con el material básico!

—¡El Club de Música Ligera es la mejor banda estudiantil femenina de esta ciudad! ¡Damos té y postres al finalizar las prácticas!

Salgo de esa sección casi corriendo, sintiéndome algo asqueada por tener cerca de mí a tantas personas que no parecen respetar el espacio personal. Demonios, justo me pasa lo que más buscaba esquivar.
Llevo rato deambulando por los patios de la escuela ya que estaba buscando un lugar tranquilo para que sea mi nuevo escondite y... otra vez me perdí. Joder. ¡Y ni siquiera he hallado un sitio donde pueda comer a gusto!

Me detengo para ver el nuevo lugar en donde vine a parar. Lo primero que noto es a un chico de cabellos azabache que viste una playera blanca manga larga, un chaleco negro formal y unos pantalones sueltos de color café. Todo en él grita que es un nerd marginado, digo, ¡está comiendo mientras lee un libro que parece cálculo avanzado! Eso lo dice todo.
Parece ser que este lugar no es tan concurrido ya que, además del estudiante mencionado anteriormente, solo hay un par de parejitas que están más alejados y comparten almuerzos.
Sin más opción, suelto un suspiro resignado y empiezo a prepararme mentalmente para acercarme al estudiante solitario y pedirle ayuda para llegar a mi maldito salón. Con suerte, logro llegar al aula para comer algo ligero... por lo menos.

¿Por qué me pasan estas cosas? ¡Agh!

—Hey, ¿sabes cómo llegar a los salones de primer año? —Pregunto cuando me pongo delante suyo, esperando a que este tipo no me ignore o algo así.

—¿Me habla a mí? —Cuestiona en voz baja al tanto que mira disimuladamente a su alrededor, rascándose la mejilla izquierda.

Ah. Me tocó un disocial. Bueno, prefiero eso a alguien con el ego por los cielos.

—No. Claramente le hablo a tu gemelo —exclamo mientras me cruzo de brazos, algo desesperada ya que el tiempo sigue transcurriendo y yo no he ingerido ningún alimento.

—¿Hermano gemelo? Pero yo solo tengo uno de seis años... —murmura al tanto que alza su mirada, viéndome confuso.

Ah, y también es ingenuo. O un idiota, en términos más simple.

—Es sarcasmo —aclaro y este se ruboriza y vuelve a bajar la mirada, luciendo avergonzado. Je, es algo graciosa su actitud.

—A-ah, perdón. No me di cuenta.

—Bueno, ¿me vas a responder o no? —Gruño. Este ríe un poco nervioso, llevándose su mano izquierda hacia el cuello.

—¿Es de nuevo ingreso?

—Yep.

—Oh, yo soy de segundo año. Espero y le esté agradando la escuela; es de las mejores y...

—Mira, solo te pedí cómo llegar a los salones de primer año, no tener la charla de la vida —le corto de golpe, ya un poco malhumorada. Sé que prometí que iba a portarme lo mejor posible este ciclo escolar, pero este chico me está desquiciando por ser tan..., tan..., ¡tan así! ¡¿Por qué le da tantas vueltas a algo que me podría responder sin mucha complicación?!

—Lo siento, es que pensé...

—Adiós —farfullo y me doy la vuelta para caminar a donde demonios me lleve la vida. Joder, seguramente voy a llegar tarde a la clase, ¡y ni he comido! Esto me pasa por no querer socializar con mis compañeros de clase, tal y como el resto de las personas normales.

—¡Espere! —Percibo cómo me toma levemente del hombro, lo que me hace tener un escalofrío. Casi al instante, me separo de su agarre y me doy la vuelta, viéndolo con desagrado. ¡El espacio personal!—. Le puedo dar un pequeño recorrido hacia los salones de primer año, para que no tenga estos inconvenientes otra vez —ofrece con un tono algo tímido.

Puta, qué ofertón.

—De acuerdo —accedo sin más, sintiéndome aliviada porque al menos no voy a tener que volver a socializar con otra persona. ¡Y voy a llegar a mi salón y podré comer, que es lo más importante!

—Soy Son Gohan, por cierto —me da a conocer y da una pequeña reverencia, como es de costumbre entre la gente que le gusta ser muy formal. Vaya, literalmente le pusieron "arroz" de nombre. Pobre de él.

Aunque, ahora que lo pienso..., anteriormente dijo que era un grado superior, ¿no? Maldición, qué irrespetuosa fui desde el inicio.

—Eh..., soy Yuzuki, Inoue Yuzuki —me presento y le dedico una sonrisa tenue, esforzándome para que esta no luzca como una mueca. Él me devuelve el gesto, solo que de forma más sincera y alegre.

De alguna manera, esa sonrisa se me hace un poco familiar, pero, ¿dónde la he visto?

—Espero y nos llevemos bien este año, Inoue-san —desea animadamente.

Bueno, creo que no está taaan mal este primer día. Digo, al menos he conseguido un conocido de segundo grado.

-Lindassj1

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