Cuando Tzuyu llegó del trabajo los nervios de Sana estaban a flor de piel, ella realmente quería decirle la verdad a la taiwanesa, amaba la idea de formar una familia con ella, sin embargo temía que la mayor se lo tomara a mal y todo pudiera acabar cuando apenas comenzaba.

Tal como lo prometió, Tzuyu trajo la cena para ambas, un poco de pollo sería bueno para Sana, rico y sin demasiada grasa que pudiera perjudicar el embarazo de la menor, ella se preocupaba.

—Hola— Tzuyu saludó a la contraria llevando la bolsa de comida a la mesa.

—Hola— Sana respondió de vuelta algo tímida llegando al comedor.

—¿Tardé mucho?

—No— Sana soltó en un suspiro.

—¿Está todo bien?— Ese suspiro preocupó a Tzuyu.

—Yo... Quería decirte algo.

—No me asustes, Sana.

La taiwanesa tenía demasiadas ganas de abrazar a Sana, la menor lucía algo nerviosa y ella solo quería calmar cualquier preocupación que la contraria pudiese tener, pero al no ser nada más que amigas, Tzuyu temía incomodarla invadiendo su espacio personal, porque después de todo, Sana se lo había dejado bastante claro, lo de ellas no había significado nada.

—Yo...— La corean por su parte estaba en un verdadero dilema, quería decirlo, pero ver a Tzuyu tan bella y tan perfecta parada frente a ella la hacía nunca querer alejarse y tampoco quería arruinarlo todo diciendo que ese bebé también era suyo —Me gasté el chocolate— Por supuesto, ella descartó la idea de decirle la verdad a Tzuyu.

—Oh— Tzuyu soltó un suspiro —Me habías asustado, creí que algo malo te había pasado.

Entonces solamente continuó sirviendo la cena para ambas, no quería que la menor pasara hambre.

Y sin más ambas comenzaron a comer, sin embargo el ambiente parecía algo pesado, definitivamente había demasiada tensión y Tzuyu quería saber a que se debía realmente. Temía que algo le estuviera pasando a Sana, ella quería lo mejor para la contraria, sin embargo no podía ayudarla si esta no le decía y Tzuyu sabía que probablemente algo la mantenía intranquila.

—Sabes que puedes confiar en mí, ¿Verdad?— Tzuyu preguntó y Sana asintió en silencio —Aquí estaré a pesar de todo, así que si algo te preocupa dímelo para que pueda ayudarte.

Y aquello hizo sentir a Sana como una tonta, por supuesto, Tzuyu ahí estaría, porque a pesar de lo mal que la había tratado desde el principio, Tzuyu siempre se ofreció a ayudarla.

Entonces un par de lágrimas escaparon de sus ojos, Tzuyu no merecía todo eso, ella no merecía lidiar con sus problemas porque seguramente tendría sus propios.

Así que ella estaba dispuesta a sacrificar su felicidad por la persona que tanto la había ayudado, porque Sana no era egoista y si esto significaba el fin de todo lo aceptaría.

Al final sabía que Tzuyu merecía a alguien mejor que ella.

—Este bebé también es tuyo— Sana confesó llorando.

Se esperaba lo peor, su esposo la había acostumbrado a eso, a bajar la cabeza después de confesar algo que no había sido culpa suya, a sentir que ella era la causante de todos los problemas y a simpre sacrificarse por complacer a otra persona, y eso estaba haciendo, creía haber sacrificado su amistad con Tzuyu, creía que todo había terminado.

Pero Tzuyu simplemente dejó su comida a un lado y se levantó para abrazar a Sana intentando detener sus lágrimas.

—Perdóname— Sana siguió sollozando.

—Shhh, no es tu culpa, todo está bien— Tzuyu acarició su espalda.

En su mente ella estaba bailando de alegría, estaba tan feliz por compartir un bebé con Sana que quería saltar y gritar de la felicidad, pero debía mantener la calma, ella no podía hacer eso mientras Sana lloraba.

—Perdóname, Tzuyu— Sana aún no entendía la alegría de Tzuyu.

—Está bien, yo estoy muy bien con eso— Tzuyu le sonrió y tomó sus mejillas entre sus manos para secar las lágrimas de la contraria con sus pulgares —Eso es algo bueno Sana, ya no hay nada que te ate a ese hombre, eres libre aquí.

—¿Entonces no estás molesta?— La menor no podía entenderlo.

—Claro que no, pequeña, eso me alegra.

Tzuyu realmente quería besarla, pero tenía miedo de como Sana pudiera reaccionar, porque después de que Sana le dijera que lo suyo no significaba nada y ahora supiera que la había embarazado la tenía algo confundida, pero como siempre ella debía actuar segura para dar credibilidad a sus palabras.

Entonces se armó de valor y comenzó a acercarse lentamente a Sana sin esperar a que esta terminara por abalanzarse sobre sus labios en busca de ese beso que ambas habían esperado tanto.

Por fín, después de mucho tiempo, Sana volvía a degustar esos exquisitos y suaves labios que tanto había amado desde que los probó, eran simplemente perfectos que no quería acabar nunca de besarlos.

Sin embargo el beso tuvo que terminar y fué entonces que Tzuyu la miró a los ojos con un brillo muy especial y habló.

—Estoy segura de que será tan linda como sus madres— Tzuyu aseguró acariciando la pancita de Sana, sin embargo reflexionó en sus palabras, ella aún no sabía el sexo del bebé —O lindo— Se apresuró en corregir.

Y Sana soltó una risita, no entendía cómo se atrevió a dudar de Tzuyu, ella era la persona más linda del mundo.

—Yo, quisiera divorciarme de WooShik— Sana confesó.

—Voy a ayudarte con eso, Nayeon tiene amigas abogadas, le diré que nos ayuden en hacer una carta de divorcio...

—Pero él no cederá tan fácil— Sana la interrumpió, eso era lo que realmente le preocupaba.

—Tú no te preocupes, eso déjamelo a mí— Tzuyu aseguró con una sonrisa confiada acariciando la mano y el vientre de Sana.

Y poco después continuaron cenando, Sana debía estar saludable para mantener a su bebé saludable y Tzuyu se encargaría de eso, debía cuidar a su familia.

Estaba tan feliz, eso podía significar un avance en su relación con Sana, sin embargo aún temía que ella no quisiera más que una amistad, pero aunque así fuese Tzuyu jamás dejaría de ayudarla, porque esa mujer tenía algo suyo y para Tzuyu sería un placer poder cuidar de ese bebé.

Así que esa noche durmió feliz, Sana estaba a su lado y su bebé también. La vida le estaba sonriendo y esperaba que así continuara.

Sin embargo con el paso de los días se dió cuenta de que cuidar de Sana embarazada no era tan fácil como lo creyó en un principio.

Definitivamente no lo era cuando las hormonas de la nipona parecían haber enloquecido, Sana no paraba de provocarla y no se avergonzaba de pedirle francamente que volviera a acostarse con ella, sin embargo Tzuyu era responsable y temía lastimar el embarazo de la menor en prácticas tan fuertes como esas, así que prefería mantenerla entretenida con algo más a pesar de ella también estarse muriendo de las ganas.

Se encontraban viendo una película, al parecer aquello era una buena distracción, Sana estaba recostada sobre su hombro y ella la mantenía abrazada.

La mano de Sana estaba sobre su abdomen en un abrazo algo flojo cuando sintió a esta dejar un par de caricias, todo iba bien hasta que sintió como la mano de Sana comenzaba a descender.

Oh no, eso no.

La mayor tomó su mano antes de que Sana pudiese llegar más abajo.

—Ay vamos— Sana se quejó.

—Que no, ya te dije que debemos cuidar nuestro embarazo— Tzuyu le recordó.

—Tzuyu...— Sana canturreó con un puchero.

—No, contrólate— Ella dejó un beso sobre la cabeza de la menor.

Y con un puchero la nipona regresó su vista a la película.

Pero no iba a descansar hasta no haber conseguido lo que quería, aún si tuviera que insistir por muchas veces más.