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Después de una larga semana de diversos estudios para comenzar con el seguimiento al embarazo de Sana por fin hoy era el día de ir por los resultados.

A lo largo de esa semana WooShik se estuvo portando demasiado atento con su esposa, después de todo debía cuidar de su bebé si quería tenerlo pronto entre sus brazos, sin embargo a Sana le incomodaba demasiado la cercanía de ese hombre, no sabía si era a causa del miedo que este le había generado a lo largo de todos esos años de matrimonio o simplemente era porque no estaba acostumbrada a ser tratada de una forma cariñosa por su esposo, que incluso el maltrato lo sentía más natural que los cuidados que él intentaba darle.

Y una semana más se cumplía sin que Sana y Tzuyu pudieran verse, ni siquiera hablaban por mensajes a pesar de que la mayor le había mandado un par de stickers los cuales Sana terminó dejando en visto evitando mensajearse con ella por miedo a que su esposo las descubriera. Sana quería cuidarla, lo estaba haciendo por el bien de las dos porque sabía que si respondía a un mensaje de Tzuyu la plática fluiría de manera increíble como siempre lo hacía cuando hablaban, pero eso Tzuyu no lo entendía, no sabía si la indiferencia de Sana era solo una simple excusa para alejarla a causa de la incomodidad después de haberse acostado con ella. Porque Sana nunca le dió una explicación, solamente desapareció sin decir nada haciendo que su corazón doliera y poco a poco se rompiera en pedazos.

Fue su culpa, Tzuyu no dejaba de recriminarse a sí misma que había sido culpa suya tener el corazón roto, porque ella sabía que al meterse con una mujer casada no había forma de que las cosas acabaran bien, pero en el fondo siempre deseó que todo fuese como ella quería, que Sana se quedara para siempre en su vida.

Se la pasaba día y noche llorando mientras pensaba en Sana y en lo mucho que la extrañaba, lo cual no era nada bueno ya que no podía concentrarse muy bien en sus horas de clase debido a lo cansada que se encontraba de todo.

Sin embargo debía cumplir con su trabajo sin importar lo mucho que doliera salir de la cama y continuar con su vida.

—Entonces empieza la música y estamos chasqueando, muevo los hombros, hago un circulo con el pecho, cruzo las manos por el pecho y paso la mano derecha bajo la izquierda para acabar con un chasquido, levanto la mano derecha, niego con el dedo indice, aplaudimos arriba y damos una vuelta...

—No profe, así no es, primero debemos hacer una veleta con las manos— Una de sus alumnas la interrumpió para corregir la coreografía.

—No Yeji, debes dar una vuelta primero— Tzuyu insistió

—Profe, Yeji tiene razón, primero se hacía la veleta con las manos— Otra alumna le recordó.

—Si profe, Yeji y Lia tienen razón— Los demás alumnos comenzaron a recordarle la coreografía a Tzuyu.

—Es verdad, yo... Lo siento, tomemos un descanso, ya regreso— Tzuyu salió de la sala de prácticas para ir con dirección al baño.

Ella no estaba concentrada y eso podía afectar a su trabajo.

Sana por su parte esperaba pacientemente su turno el la sala de espera del consultorio de la doctora Im, había venido junto con su esposo para recoger sus resultados y agendar su próxima cita que empezaría oficialmente con su seguimiento.

—Señorita Minatozaki Sana, puede pasar— La doctora llamó desde la puerta viendo como ella y su esposo se levantaban con la intención de entrar —Señor Kim, ¿Podría permitirme un momento a solas con su esposa?— Nayeon pidió recibiendo un asentimiento como respuesta mientras veía al hombre regresar a su asiento en la sala de espera.

Y sin más, Sana y Nayeon entraron al consultorio.

—Tome asiento por favor— Nayeon pidió con calma a pesar de estar nerviosa por dentro.

Y Sana lo hizo.

—¿Está todo bien, doctora?— Sana preguntó preocupada.

—No, ya tengo los resultados.

—¿Hay algún problema con mi embarazo?— Sana se alarmó.

—Tu embarazo está bien, pero dime algo, ¿De quién es este bebé?— Nayeon preguntó bastante seria.

—¿Disculpe?— Aquello había desconcertado demasiado a la nipona.

—La idea de esta cita era darles los resultados de sus exámenes a tí y a tu esposo, pero tu marido es infértil y tú estás embarazada, ¿Qué se supone que debo hacer, Sana?— El rostro de Nayeon lucía bastante serio.

—¿De que está hablando?— Ella abrió los ojos en grande y su rostro se había puesto más pálido de lo normal.

Esto debía ser una broma y una de muy mal gusto.

—Sana, te acostaste con alguien más y quedaste embarazada, ese bebé de tu esposo no es— Nayeon comenzaba a perder la paciencia por lo cual sacó los resultados de los exámenes y los dejó sobre la mesa.

—No puede ser— Sana continuaba negando mientras recordaba el encuentro que había tenido con Tzuyu justo en uno de sus días más fértiles.

Se tomó la cabeza y sujetando su cabello apoyó sus codos en el escritorio de Nayeon mientras repetía una y otra vez que eso no podía ser cierto.

—Sana demonios, ¿Qué se supone que haga? Debería darle sus resultados a tu esposo, pero me estaría metiendo en algo que no es de mi incumbencia al arruinar tu matrimonio y si le miento y él lo descubre sería complice de un engaño, mujer, ¿Sabes lo mucho que eso afectaría a la reputación de mi clínica?

—Por favor no lo haga, no le de sus resultados, prometo que él no va a enterarse, no tiene porqué hacerlo— Sana pidió con lágrimas y miedo en los ojos.

—Dios mío Sana, ¿Al menos sabes quien es el padre de tu hijo? ¿Por qué engañarías a un hombre tan lindo y atento como lo es tu esposo?— Nayeon realmente lucía preocupada, después de todo ese problema también la asustaba a ella.

—No todo lo que brilla es oro— Sana negó con la cabeza. —Yo me acosté con una chica intersexual un día después de que mi esposo me violara— Ella respondió dejando caer una lágrima —Todos creíamos que yo era la que tenía problemas para embarazarse, él estaba obsesionado con tener un hijo y ella no pensó embarazarme.

Sana comenzó a llorar.

Y Nayeon entró en estado de shock, era la reputación de su clínica o salvar la vida de Sana, no debería preocuparse, ella era una simple extraña, una clienta más, pero no podía dejar que algo tan malo le pasara a la contraria, después de todo Nayeon tenía un corazón tan grande que le impedía dejar sola a Sana en esto. La ética no le permitiría encubrir una infidelidad, pero su moral le gritaba que debía ayudar a Sana.

Estaba entre la espada y la pared.

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