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D O S














































































































































Jimin retrocedió un poco y pestañeó dos veces para luego mirar al chico de pies a cabeza.

—¿Có...cómo sabias que estaba aquí? —preguntó Jimin, algo confundido.

El chico, que ahora vestía de jeans oscuros y camisa roja, ladeó la cabeza con una sonrisa.

—Soy nuevo aquí. —se mordió el labio inferior y se metió las manos en sus bolsillos delanteros. —Vengo a estudiar.

Jimin arrugó el ceño.

—No eres el tipo que quiera estudiar. —dijo Jimin.

Entonces se acordó de que tenía que hacer algo.

—Debo irme, tengo prisa. —le dijo al chico, caminando, pero este lo jaló por la muñeca haciendo que quedaran muy pegados uno del otro.

Como le sacaba una cabeza de estatura a Jimin, él se inclinó un poco al rostro de Jimin, provocando que el ultimo mencionado se le agitara la respiración y su corazón latiera por su cercanía.,

—¿No quieres dar ese paseo? —le preguntó una vez más.

—¿Por qué insistes en darlo? —le dijo Jimin.

—Necesito un acompañante para desahogarme de mi vida. —le respondió.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Jimin.

El chico lo soltó y le sonrió.

—¿En serio no me recuerdas? —se cruzó de brazos. —Pensé que familia quedaba en los recuerdos y que las personas que te hicieron daño se habían borrado. Pero, veo que es todo lo contrario.

—¿De qué estás hablando? ¿Nos conocemos? —el chico soltó un suspiro.

—No..., pero podríamos hacerlo si te dejas conocer... —le sonrió de nuevo.

—¿Qué es lo que quieres?

—Solo tomar unos tragos contigo y hablar... —Jimin levantó una ceja. —Y tal vez coger... —soltó una carcajada.

—Pensé que solo era un paseo.

—Y lo es, es un paseo al pasado. —la sonrisa de aquel chico se volvió torcida.

Jimin sintió una corazonada cuando el chico miró a su izquierda y sus ojos se chocaron con el cuello del chico. Vio una marca que se le hacía muy conocida. Arrugó el ceño y lo miró a los ojos.

—¿Cómo te llamas? —insistió Jimin.

—¿Para qué quieres saber mi nombre? ¿No te basta con salir conmigo sin saber nuestros nombres?

—Pero, tu sabes el mío. No sé cómo, porque nunca te lo dije.

La sonrisa del chico se esfumó de sus labios.

—Entonces..., saldré contigo si solo me dices tu nombre.

El chico ladeó la cabeza.

—¿Cómo estaré seguro de eso, Jimin?

—Dame tu teléfono, dejaré mi número. Llama y te diré. —le dijo.

El chico hizo le entregó su teléfono a Jimin. Anotó y guardó el número, pero sin querer, echó una ojeada a sus contactos y para su sorpresa. Encontró un contacto registrado con dos letras y que casualidad que eran las mismas letras que estaban grabadas en el anillo que había encontrado ayer. Jimin levantó la mirada del teléfono del chico, haciendo que este se lo arrebatara de las manos.

—Ahí está mi número. —Jimin trató de dejar de estar nervioso. —Ahora, ¿Cuál es tu nombre?

—Kookjung. Kim Kookjung. —le dijo.

Jungkook. Susurraron en sus pensamientos.

—Bien, Kookjung. Debo irme. —le dijo, Jimin. Pero, lo miraba extrañado.

—¿Nada? ¿Ni un recuerdo? —dijo el chico.

Estaba preocupado por ti, eres mi hermano. Susurró de nuevo su mente.

El corazón de Jimin le dio una pulsada.

—¿Nos conocíamos?

El chico bajo la mirada para luego subirla acompañada de una sonrisa muy torcida. Sí, ya Jimin había visto esa sonrisa en algún lugar. Pero..., ¿Dónde exactamente?

—No, no nos conocíamos. —soltó un suspiro. —Te llamaré, esta noche.

Jimin lo vio caminar hacia la entrada de la universidad.

—¿Hermano? —Jimin volvió a escarbar en sus recuerdos borrados. —Debimos ser muy cercanos.

Minutos más tarde, Jimin se encontraba en el suelo de su habitación con un montón de papeles rodeados. Sostenía en una mano los dos anillos con las iniciales. Los observaba, mientras trataba de buscar algo más en su mente. Fue ahí, cuando su teléfono vibró en el suelo. Jimin estiró una mano para cogerlo, lo desbloqueó y entró a su sala de mensajes. Un número desconocido le había enviado un video.

Jimin descargó el video y lo vio.

Aquel video, empezó con algo espantoso para Jimin. Era como una especie de iglesia, bueno, era muy terrorífica ya que tenía esculturas de algunos demonios y fue ahí, cuando escuchó aquella voz que le produjo escalofríos. Hizo que su corazón se acelerara por completo y que su cuerpo temblara.

"—Llora para mí, pequeño. "

Jimin quedó atónito, cuando el chico que mantenía la cabeza de cabello rojizo, la levantó dándose cuenta de que era él. Que él estaba bañado en sangre. Al parecer..., sufría.

El video terminó y Jimin dejó caer el teléfono al suelo. Se levantó del suelo, temblando y caminó hacia el cuarto de baño. Asustado, encendió la luz y se quitó la camisa frente al espejo y lo vio. Vio la cicatriz de una Y, que casi estaba por curarse. Jimin pasó saliva y cerró los ojos con fuerza cuando otro recuerdo borroso llegó a su mente.

¡PEQUEÑO! Esta vez lo gritaron.

Eso hizo que Jimin cayera de rodillas al suelo tapándose los oídos y la cabeza con los brazos. Empezó a sollozar porque quería saber quién era. Quién era ese hombre que tanto lo atormentaba y por qué tenía tanta semejanza con el caso prohibido.

—¿Jimin? —la voz de Namjoon llegó a sus oídos.

Jimin se levantó del suelo, agitado y algo asustado. Se puso con rapidez la camisa y cuando terminó vio a Namjoon entrar a su habitación. El rubio lo miró a él y luego bajó la mirada al suelo con los papeles. Jimin apretó los puños cuando vio que Namjoon que se le acercaba.

—¿Estás bien?

—¿Dónde mierda estabas? Desde ayer..., es maldita llamada. ¿Qué estás haciendo, Namjoon?

Namjoon pasó saliva.

—Y sobre lo de mi memoria. ¿Qué es lo que borre? ¿Qué es exactamente? —le dijo. —¿Por qué no puedo recordar lo que quiero saber? —Jimin salió del baño y se acercó a Namjoon. —Tú, tú sabes algo sobre mí, Namjoon. ¡Dime! ¿Qué es lo que me has estado ocultando sobre mí?

Jimin no se había dado cuenta que tenía un anillo en su mano y cuando la apretó con más fuerza, sintió el objeto enterrarse en su palma. La abrió, captando la mirada de Namjoon.

—¿De dónde sacaste eso, Jimin? —Namjoon trató de arrebatarle el anillo, pero Jimin fue más rápido en apartarlo de él.

—¿Por qué? ¿Cómo sabes de la existencia de esto, Namjoon?

—Yo..., eh...

—¡¿Qué mierda está pasando?!

—Bien... —la voz de Namjoon dejó de ser amable y Jimin se sorprendió por eso. —¿Quieres saber tu estúpida verdad? ¿Quieres saber quién mierda eras en realidad? ¡Está bien! Sígueme.

Namjoon salió de la habitación de Jimin y este pasó saliva. Se guardó el anillo en su bolsillo y caminó fuera de su habitación algo nervioso. Llegó a la sala y vio a Namjoon sacar una caja detrás del mueble. Jimin arrugó el ceño y se acercó más.

—Siéntate. —le dijo.

Jimin negó. Namjoon soltó un suspiro y empezó a sacar portafolios con imágenes de asesinatos horripilantes. Jimin casi vomita cuando vio cuerpos mutilados y paredes con escritos de sangre.

—No te voy a hacer la típica pregunta de: ¿Sabes quién lo hizo? Porque sé muy bien que tu sientes quien lo hizo.

—Fui yo. —respondió Jimin. —Tengo recuerdos de esas personas. Sus llantos, gritos de piedad... Yo..., ¿Tan malo fui? —dijo Jimin, con los ojos cristalizados. —¿Cómo es que la policía no me está buscando?

—Tengo mis maneras de ocultarte, Park.

—¿Cómo? ¿Trabajabas allá?

—No, pero conozco a alguien.

Jimin pasó saliva y desvió su mirada a teléfonos que había en la mesa.

—¿Yo usé todos esos? —Namjoon asintió.

—Si quieres recordar algo, busca en ellos. No sé qué es lo que exactamente buscas, pero sé que lo encontraras. —Namjoon se apartó de la evidencia que guardaba.

—¿Sabes quién es Jungkook? —le dijo.

Namjoon dejó de caminar y miró a Jimin por encima de su hombro.

—¿Por qué?

—¿Lo conozco? Su nombre me vino a la mente cuando hablaba con un chico extraño. Creo que lo conocía. —Namjoon se giró por completo y arrugó el ceño.

—¿Chico? ¿Te dijo su nombre?

—Hasta me invito a salir.

—Jimin, ¿Él ya sabía tu nombre o te lo preguntó?

Jimin arrugó el ceño.

—¿Cómo sabes eso, Namjoon? —él se le acercó y cogió a Jimin de la camisa.

—¡¿Sabía o no tu maldito nombre?!

—¡Sí! Él no sabía. —Namjoon lo soltó.

—Mierda..., ¡Mierda! —dijo.

—¿Por qué? ¿Lo conozco acaso? ¿Sabes quién es?'

—Dime su nombre.

—Me dijo que es Kim Kookjung. —Namjoon soltó una carcajada.

—Es un maldito imbécil. —el teléfono de Jimin sonó en su habitación.

Namjoon lo miró.

—No, Namjoon. ¡No! —corrió detrás de Namjoon y lo vio coger su teléfono.

—Contesta y si es él dile que sí.

—Nam... —Namjoon le entregó su teléfono.

—¡Qué lo hagas! Él te podrá enviar a la cárcel, idiota. ¡Contesta!

Jimin respondió algo nervioso.

—¿Hola?

Y para su sorpresa, la voz de sus pesadillas salió por el altavoz.

—Actúa normal, pequeño. Hazlo.

Los ojos de Jimin se abrieron más de lo normal. Asustado, respondió.

—Oh, sí. Ho...Hola

—Di que sí vas a salir.

—Sí, saldré contigo.

—Di que se encontraran en el Angels Bar

—¿Angels Bar? Bien, ahí estaré.

—Di que es hoy a las 8.

—¿Ocho? Bien, ahí estaré.

—Mandaré un auto por ti, he escuchado que quieres recordar. Ahora cuelga, Jimin.

Y Jimin colgó haciendo que Namjoon le arrebatara el teléfono a Jimin de las manos.

—No irás, iré yo. —le dijo y le entregó el teléfono de nuevo.

—Namjoon, ¿Lo conozco?

—Jungkook, me preguntaste por él. —se acercó. —Él murió.

Jimin sintió como si lo bañaran con agua fría.

—Él, era tu hermano. —Namjoon se llevó las manos a la cadera. —Falleció hace dos años. Por eso tu mente aún no lo recuerda bien.

Jimin pasó saliva.

—Jeon Jungkook, tu hermano. Está muerto, Jimin. —y con eso, Namjoon le puso una mano en el hombro. —Al igual que tus padres. Los tres, están en las tumbas. Solo estás tú. —se fue, dejando a Jimin con millones de preguntas en su cabeza.

En ese instante, su teléfono vibró en su mano con un mensaje entrante. Desbloqueó el teléfono y entró a la sala de chat.

"¿En la plaza a las 8?"

Era Kookjung. ¿Qué le diría Jimin? Ahora estaba en un gran aprieto del cual no podía escapar fácilmente.

"Oh, no puedo. Tengo cosas que hacer."

"¿Cómo verte con tu hermano?"

Jimin sintió un escalofrío en toda la nuca. Cómo si él estuviese ahí o incluso, hubiera escuchado la conversación que tenía con Namjoon. Ese chico cada vez le daba más miedo a Jimin.

"Yo no voy a ver a nadie. Tengo un caso que resolver."

"Tal vez... ¿M.Y?"

"Debo irme."

"Suerte, Minnie."

¿Minnie? ¿Por qué lo llamaba así?

Jimin caminó por su habitación y recogió el otro anillo. Sacó el otro de su bolsillo y cerró la puerta de su habitación. Les tomó una fotografía a los anillos y se la envió al número que lo había llamado.

"¿Conoces esto?"

Y le dio enviar. Minutos después respondieron.

"Hoy responderé esa pregunta. Está listo a las 8, el auto te esperará en el parque."

"¿Te conozco bien?"

"¡Claro que sí! Cuando me descubras lo sabrás."

Jimin pasó saliva y dejó el teléfono aparte. Entró al baño y cerró la puerta detrás de él.

Horas más tarde, Jimin llegó a aquella gran casa y para su sorpresa, el chofer lo condujo hasta dentro de la casa.

—Él dice que baje al sótano. —le dijo. —Cruce la cocina y la única puerta.

—Espera, yo..., Yo estoy aquí porque...

—Es su abogado. Sí, señor Park. Usted lo defenderá y por eso necesita escuchar la versión de los hechos.

—Pero, eso se debería hacer en la estación.

—Veo que no le dieron bien la información de su cliente, señor Park. Los abogados de mi jefe, siempre vienen a donde vive. —Jimin pasó saliva y se acomodó la camisa. —También veo que no vino vestido como el abogado que es. —le sonrió. —Bueno, suerte. —Jimin caminó hacia la cocina. —Por cierto, abogado. Soy Thomas, si escucha alguno que otro grito no se asuste. Es solo un padre jugando con su niño.

Jimin arrugó el ceño. ¿Niño? ¿M.Y tenía hijos?

Entró a la cocina y la notó algo solitaria. Al parecer, abandonan todo cuando él bajaba al sótano. Era una gran casa para solo vivir dos personas y eso le asustaba a Jimin. El ultimo mencionado vio la puerta como le había indicado Thomas y se dirigió a ella. Cuando acercó su mano a la perilla, escuchó el primer grito desgarrador que hizo que Jimin, cerrara los ojos con fuerza al recordar que él también gritó así.

Pasó saliva y abrió la puerta. El olor a podrido y a sarna se impregnó en sus fosas nasales cuando se adentró al sótano. Miró escaleras abajo y se sumergió en la oscuridad. Cuando llegó al primer piso, apretó sus puños que adentro contenía los anillos. Llegó a la luz roja y volvió a escuchar el grito desgarrador, entre sollozos y jadeos. Se escuchó la risa que hacía que su corazón se acelerara y que su cuerpo temblara. Jimin llegó al lugar y presenció la escena más desgarradora de un supuesto padre "jugando" con su hijo. Pero, no que no sabía Jimin era que la palabra "jugar" era más que un juego sano.

—No te quedes ahí de pie, Jimin. Ven a ayudarme. —dijo.

A Jimin se le llenaron los ojos de lágrimas, al ver que un niño de tres años yacía sentado desnudo en una silla, mientras que el hombre mayor jugaba con sus extremidades a hacer dibujos con un bisturí. Jimin sintió un nudo en la garganta y se acercó a pasos lentos.

—Déjelo, llamaré a la policía. —le dijo Jimin, tratando de ocultar el nerviosismo en su voz.

El hombre dejó de tocar al niño y se giró para mirarlo, pero Jimin no lo veía. Pues, traía un tapabocas negro y su cabello y frente están cubiertos por una tela oscura. Era imposible reconocerlo. El hombre dejó el bisturí en la mesa de madera que se encontraba a su lado y se cruzó de brazos, apoyando su cadera en la mesa de madera.

—¿Ya empezaremos con el interrogatorio? —dijo él. —Espera un momento, dejaré que le niño suba. —se acercó al niño y le desató las muñecas y los tobillos. —Ve a darte una ducha, Minji.

—¿Vol...volveré aquí?... —sollozó el niño.

El hombre asintió y le señaló con la mano las escaleras al niño. El pequeño caminó cojeando fuera de la escena para subir las escaleras e irse.

—¿Qué edad tiene ese niño? —preguntó Jimin.

—¿Para qué quieres saber eso? Viniste para interrogarme de mis asesinatos no de mi vida. —él le dio la espalda y caminó hacia un lavamanos para quitarse el exceso de sangre.

—¿Por qué maltrata a un niño tan pequeño? ¿Hasta dónde llegará su enfermedad mental? —eso lo hizo reír.

—¿Enfermedad? Recuerdo que tenía un compañero que estaba peor que yo. —dijo y cerró la llave del agua cuando vio que sus manos ya estaban limpias. —A ese niño le gusta lo que le hago y cuando crezca, seguirá mis pasos.

—No, si te meto a la cárcel primero. —Jimin no había medido sus palabras, eso solo salió de su boca.

M.Y, levantó la mirada de sus manos y miró por encima de su hombro a Jimin.

—¿Meterme a la cárcel? ¿Tú? —soltó una carcajada. —¿Cómo estás tan seguro de eso?

Jimin apretó una vez más sus puños.

—Yo lo sé y se pudrirá en ella. —le dijo.

El empezó a reír y se giró. Apagó el último rastro de luz, haciendo que los dos quedarán totalmente a oscuras. Jimin, con su corazón latiendo más rápido de lo normal. Jimin sintió la cercanía de él. Sintió como su aliento y, su respiración estaban tan cerca de él que, los vellos de su cuerpo Se erizaron. Jimin pasó saliva.

Fue ahí cuando sintió dos manos entrar por debajo de su camisa y subir por su espalda enterrando las uñas. Sintió el cuerpo de él pegarse tanto y por último, la calidez de su lengua subir por su cuello y llegar a su oreja para morder su lóbulo.

—Pequeño... —le susurró. —Te dieron mal la información. Eres mi abogado, tú me tienes que defender, no meter a la cárcel. —y la risa más cínica hizo que Jimin se apartara.

—¿Qué? ¿Me tienes miedo?

—No se me acerque, señor.

—Hace tanto que no me llamabas así.

Jimin empezó a caminar hacia atrás sin ver nada. Pero para su desgracia su espalda chocó contra la pared.

—Vas a defenderme, pequeño. —y su cuerpo lo acorraló contra la pared. —Vas a hacer todo lo que yo te diga. —se acercó a su cuello. —Este es mi juego, yo pongo mis reglas. ¿Listo para jugar?—metió sus manos debajo de la camisa de Jimin y acarició su cicatriz.

La cicatriz que él le había hecho, pero eso era lo que estaba a punto de descubrir Jimin.













































































































































































Este era el del jueves, pero estaba re emocionada.

Espero y les haya gustado. <3

Gracias por ese apoyo.
























































































































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