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Capítulo 10

RENATA

¿Qué sería de mi si no estuviera en este momento aquí? Miles de cosas seguro, quizás en un mundo paralelo mi familia es en verdad quién dice ser y no un conjunto de farsantes que me soban las mejillas mientras calculan el tamaño del puñal para atravesar mi espalda.

Idealizar un poco, me cambia el humor. Esa sensación sería magnifica, podría apostarlo...

Los almohadones del sillón en el que estoy sentada junto a la tela de mis jeans comenzaron a quemar mi piel generando una pequeña incomodidad.

Me puse de pie por la necesidad de estimular mis nalgas pasando mis manos suavemente por encima de ellas hasta que sentí algo sobresalir de uno de los bolsillos. Sumergí mis dedos alcanzando al pequeño papel plastificado exponiéndolo a mis ojos. Recordé que se trataba de nada más y nada menos que a la tarjeta que se encontraba en el sobre de Eduardo.

La descripción relataba solicitudes de "encargos especiales" a un sujeto que se hacía llamar el Lobo Solitario, tal cosa me dio escalofríos si lo asociaba a los trabajos de la familia. Dicha descripción no presagiaba nada bueno, y podía apostar hasta el último peso en mi cuenta corriente sobre eso.  

—¿Causando problemas otra vez? —irrumpió Chris ingresando en mi campo visual.

Sonreí tontamente al verlo. Regresé la tarjeta a mi bolsillo poniendo mi exclusiva atención a su persona. Este hombre tenía la capacidad de armonizar mi caótica vida en dos segundos.  

—¿Todo bien? —preguntó con una sonrisa alegre. 

Chris se encontraba con su tradicional ropa de trabajo, pero en esta ocasión su camiseta blanca se encontraba llena de salpicaduras grandes y gruesas similares a la sangre. Así como también, sus antebrazos y manos estaban sucios. 

—Por supuesto, no sucede nada que no pueda resolver.

—Esa es mi chica. —sonrío acercándose a mí.

—¿Todo bien con tu ropa?

Chris detuvo su andar para mirar su atuendo con detenimiento y su sonrisa se borró por un instante.

—Si, simplemente es tedioso pintar muebles.

—¿Rojo?

—Ese color es más normal de lo que crees.

—Entonces... ¿También pintas casas?

Un brillo alcanzó los ojos del romaní, iluminando una misteriosa emoción dentro suyo.

—Más de las que imaginas. —su suave risa me contagió hasta que la llegada de Dragos eclipsó el momento.

—Christopher... Estás aquí... Es mejor que regreses de dónde viniste.

—¿Sino qué? —el semblante del mayor no fue amigable en absoluto y el de Chris lo acompañó.

—Tú sabes perfectamente de lo que soy capaz...

—Lo sé y tú, también sabes de lo que yo soy capaz-

El menor de los Iliescu fue interrumpido cuando Dragos ejerció unos pasos amenazadores en el que su mano presionó su pecho quedando cara a cara del romaní para susurrarle.

—Y no me interesa que seas mi hijo.

La situación divertida que tuvimos momentos previos era un lejano recuerdo en comparación a la lucha no verbal que existía en este instante. Ninguno alejó su mirada del otro, hasta que la torpeza de mis pies llamó la atención de ambos. Por un lado, Dragos sostuvo su hostil reacción mientras que Chris me sonrió como si nada malo sucediera.

El mayor cruzó sus manos al frente como si estuviese esperando una reacción por parte de su hijo, a la vez que tomó una posición como si estuviese protegiéndome, lo cual me pareció absolutamente extraño. 

El día era completamente extraño.

—Nos vemos más tarde, Scumpă. —afirmó Chis retirándose con una sonrisa en los labios.

La adrenalina en sangre que Dragos presentaba no drenó hasta haber comprobado la ausencia de su hijo, sus hombros se relajaron al igual que sus manos y el resto de sus rasgos.

—¿Todo bien, Dragos?

—Si, señorita Renata. Lamento lo que presenció.

—No tiene por qué, supongo que a Chris le gusta saltarse las normas de vez en cuando. —intenté bromear con muy poco éxito, su gesto no cambió en absoluto.

—Sé que usted es una mujer fuerte capaz de tomar sus propias decisiones, simplemente le advertiría que con Christopher no se tome todo a la ligera... Ahora, su abuelo me pidió que la llevara a su encuentro. 

Dicho eso volteó esperando por mi pacientemente. Lo seguí de cerca hasta que mi curiosidad pudo más. 

—¿Qué quiso decir con lo anterior mencionado? —Dragos se detuvo agachando la cabeza como si una lucha mental se hubiese desplegado en su interior. —Es una orden.

Para aquel entonces el de ojos azules elevó su frente, mientras presionaba su mandíbula evidenciando su firme duda, aunque sabía que pese a cualquier orden no debía desobedecerme ni llevarme la contraria. 

—Simplemente dije que no confíe en los lobos con piel de oveja. Estamos seguros de que ingresamos al campo de guerra, señorita Renata. Y de ser así, fuera de usted y yo... El resto es nuestro enemigo. Y mi hijo no es ajeno a eso... —supe que tenía razón. —La hora de la lectura del testamento fue anunciado para dentro de dos días, estaré atento y usted debe colaborar conmigo, por favor, no haga esto más difícil. Últimamente en la casa han pasado cosas raras.

—señor Dragos... ¿Sucedió algo concreto de lo que deba tener conocimiento? —él detuvo su andar para luego mirarme con evidente preocupación.

—Esta mañana encontramos a cinco infiltrados en la mansión, creemos que son enemigos. Tres fueron encontrados asesinados y ninguno de los dos restantes quiso decir nada, pero dicho movimiento nos obliga a apresurar ciertos trámites y uno de ellos fue, reforzar la seguridad de la mansión.

Asentí en comprensión. Cuando mencionó a los infiltrados inconscientemente mi mente me mostró una imagen de un sujeto cargándome, no vi más allá de sus pies puestos unas botas tácticas similares a las de Chris hasta que misteriosamente desperté al otro lado de la mansión.

***   

—Supongo que estás ansioso por saber que sucederá dentro de poco. —dije informando de mi presencia a la espalda de mi abuelo.

Se volteó lanzando el humo de su puro al aire con un gesto de impaciencia y un tic nervioso en sus dedos.

—La ansiedad me carcome... Pero más que nada, tengo un mal presentimiento.

Su miedo contagió mi sistema especialmente por conocimiento de la anterior noticia. En mi vida jamás vi su carácter quebrajarse. Es decir, exteriorizó por primera vez sus emociones en frente de mí.  

—¿Qué podría ser tan malo?

—Los italianos llamaron esta mañana, las cosas no están muy bien que digamos y sin un mediador, esto puede acabar muy mal. Los hijos Dmitry y Alexey del actual pakhan ruso están comenzando una silenciosa disputa por el poder y él no está haciendo nada para impedirlo. Por otro lado, asesinaron a varios soldados italianos en Estados Unidos mientras hacían una entrega. Lo que significa que el capo está hecho una furia y eso significa que dejará riendas sueltas a Valentino y eso... No es nada divertido. Hay más, pero de mencionarte algo al respecto estaría rompiendo un código de silencio. —asentí en comprensión más nerviosa de lo que estaba cuando ingresé en la habitación.

—Es como si todo estuviera de acuerdo para colapsar al mismo tiempo.

Mi abuelo Gabriel asintió con certero tormento en su rostro.

—Hay algo que debes saber, Renata... La guerra... Ya inició.

Lo que más temía comenzó a materializarse ante mis ojos, no solo se trataba de un conjunto de secretos destapados, sino que en esta ocasión esto me involucraba directamente. Poco a poco las descabelladas historias de mi abuelo cobraban sentido y no era tan delirante el ambiente tenso que se percibía en las paredes de la mansión.

—¿Qué sucederá entonces? O al menos, que es lo que se espera ahora.

—Sobrevivir hasta la lectura del testamento y a sujetarnos los pantalones. —mi piel se erizó.

—Cuando dices sobrevivir me hace pensar que todos estamos en peligro.

—Es porque lo estamos, Renata. Sin nadie al mando... Estamos naufragando.

***

El asiento de terciopelo rojo que por mucho tiempo fue mi favorito por su comodidad, en este momento no lo es en absoluto. La mirada de los presentes pasa de uno a uno incrementando la ansiedad colectiva.

La larga mesa está ocupada por todos los integrantes de la familia, el golpeteo nervioso de diversas manos y pies, lejos de inquietarme me molestaban al descubrir sus oscuros secretos.

Finalmente, la puerta se abrió dejando ingresar a un par de hombres en traje que traían consigo un maletín. Uno de ellos, se presentó como el abogado legal de Elisa, tomó asiento y nos miró a todos en un vistazo panorámico, aunque dicha acción le tomó más tiempo analizándome. El maletín se abrió en las manos del sujeto que en ningún momento quitó su semblante de pocos amigos, un papel quedó bajo su poder poniéndose en acción a iniciar la junta familiar, aunque las palabras no abandonaron su boca cuando el sonido de cristal roto nos asustó.

Inmediatamente al sonido, el hombre que estaba al lado del contador cayó sobre la mesa con un claro disparo en la cabeza. La traba de la puerta cedió nuevamente dejando ingresar al personal de seguridad de la mansión y con ansiedad un indiferenciable sonido empeoró todo.

—¡Código rojo! ¡Ingresaron a la mansión! —alertó un guardia por el radio, en el preciso momento en el que más sujetos ingresaban a la casa acompañados de una ensordecedora lluvia de balas.

Los disparos nos obligaron a lanzarnos al suelo mientras un grupo de enmascarados reducían a nuestra gente. Al inicio estaba hecha un ovillo en el suelo mientras sentía las ensordecedoras idas y vueltas de disparos, fragmentos de cristales dispersos por el suelo e incluso algunos incrustándose en la piel de mis antebrazos sumado a un líquido caliente que me salpicaba y aún sin saber qué es.

Los disparos no cesaron, pero la curiosidad de saber que sucedía me invadió elevando mi torso hasta quedar de rodillas, eché un vistazo panorámico en el que el miedo me paralizó. Los cuerpos de varios integrantes de mi familia se encontraban en posiciones extrañas en el suelo, tiñendo la alfombra de color rojo. Mis oídos nublaron todo a mi alrededor hasta el momento en el que un movimiento brusco llamó mi atención, uno de los tipos que ingresó detuvo su andar ante mis ojos.

Al estar de rodillas mis ojos enfocaron su uniforme táctico, mi rostro subió encontrando a un enmascarado con un fusil en sus manos, movió su cabeza hacia uno de los lados como si estuviese sumergido en un debate mientras pensaba en aniquilarme.

Y su desconcentración fue la distracción exacta que necesité para ver a Dragos ingresar a la habitación portando un rémington en sus manos que no dudó en usar en el enmascarado hiriendo su hombro. El de ojos azules me jalo del brazo con fuerza a lo que posiblemente luego tendría un moretón y la verdad no me interesaba en lo absoluto.

La tela de mis pantalones permitió deslizarme en el suelo hasta llegar a una zona segura en el pasillo en dónde fui consciente de que mis padres se encontraban en la misma habitación que el asesino de la máscara, pero cuando intenté regresar Dragos me sostuvo de la cintura y pude divisar bien la masacre que había dentro. Para ese entonces, el tipo desapareció huyendo por el ventanal y ese fue el preciso instante en el que fui consciente de la verdadera escena ante mis ojos.

Entre esos cuerpos inertes estaban abrazados mamá y mi hermano y el cuerpo de papá sujetaba la mano de mi abuelo Gabriel que conservó su mirada de horror hasta su último suspiro.   

—M-mi familia...

—Lo siento tanto, señorita, pero aquí no es seguro. —dijo Dragos con una tranquilidad que me hizo recordar a su hijo.

—¡Chris! Debe de-

—Él está bien Renata, ahora necesito que te mantengas en silencio y hagas lo que te pido ¿Sí? —agregó mientras que junto a un grupo de un puñado de hombres me sacaban de la mansión.

Al cruzar el pasillo hacia la salida lateral, otro enmascarado de blanco redujo a nuestros hombres dejándonos a Dragos y a un joven que en su rostro se dibujaba el mismo gesto de sorpresa que el mío.

—Trae el auto aquí, es peligroso sacarla. Sal en tres. —vociferó el de ojos azules lanzando las llaves de un vehículo al joven que solo asintió y salió al ser cubierto por el romaní.

Y de la nada las balas cesaron...

Dragos no bajó su arma ni por un segundo cuando el silencio nos alcanzó, a certeras señas me indicó un pequeño espacio debajo de una mesa decorativa y yo obedecí.

—No salgas de aquí hasta que regrese ¿Entendido? —asentí.

Sus pasos repercutieron en el mármol y en el polvo que cayó de las paredes dañadas.

—¡Dragos! —exclamé al ver el cuerpo del otro tipo impactar de lleno con él en un perfecto tacle que los dejó en el suelo.

Los golpes entre los sujetos inicio de una manera que nunca presencié, golpes de puño iban y venían y al igual que sudor comenzó a correr sangre por el rostro de Dragos. El de ojos azules fue derribado al suelo en un estruendo que repercutió en toda la mansión, el de la máscara blanca caminó lentamente el par de metros que lo separaba y yo no podía hacer nada.

—Dragos... —susurré sintiendo lágrimas mojar mis mejillas.

El solo miró en mi dirección en una suave negación. Y el primer disparo rompió el silencio haciendo encoger en el suelo a mi guardia, cerré mis ojos esperando oír otro disparo más con el conocimiento que todos los que seguían iban a ser destinados a mi cabeza. Pero en su lugar el sonido de un hueso quebrarse y un gemido de dolor me alertó.

Abrí mis ojos por inercia encontrándome con el escenario de Christopher haber sido el autor de quebrar en sentido contrario la pierna del tipo y ahora estaba luxando el codo haciéndolo dispararse a sí mismo en la cabeza, para luego mirarme de una manera extraña. Soltó al sujeto que, para ese entonces, la máscara estaba teñida de rojo por la sangre y él con el rostro lleno de salpicaduras que no lo inmutaron. 

—Scumpă ¿Estás bien? —cuestionó con un gesto afligido.

—Dragos...

—Sí, nena. Él estará bien. —agregó en el momento que los chillidos de neumáticos nos llamaron la atención. —Ahora con papá subirán a ese coche y se irán lejos de aquí ¿Entendido?

Ni siquiera supe que responder. El joven que trajo en vehículo llegó hasta nosotros recibiendo la indicación de Chris a que saque a Dragos mientras él hizo lo mismo conmigo sin perder de vista el panorama. A poca distancia podía escucharse que la mansión estaba lejos de estar sola y la mirada alarmante de Chris hacia alrededor lo confirmó.

Con Dragos en el asiento de copiloto y el joven en el volante, Chris me cargó en el asiento trasero y sin importar nada me besó con fuerza. La mirada incrédula del muchacho a través del retrovisor me hizo consciente que nadie conocía la naturaleza que había ganado nuestro vínculo. 

—Dukker, activa el protocolo y hagan todo al pie de la letra-

—¿Y tú? —lo interrumpí.

—Estaré contigo cuando menos te des cuenta. —afirmó pasando su pulgar por encima de mis labios, para luego separarse abruptamente de mí y cerrar la puerta prácticamente en mis narices.

A través del cristal polarizado divisé su perfecta espalda y el movimiento exacto en el que ingresaba de nuevo a la mansión colocándose un pasamontaña y lo que más me aterró...

Chris tenía un arma en la cintura trasera de sus pantalones.

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