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Portada por bebu gostzu 🍭

Kim Taehyung era uno de los fotógrafos más prometedores de la temporada, todos querían trabajar con él y de alguna forma contratarlo para su compañía. Sin embargo, Taehyung mantenía sus raíces humildes, y la misma actitud que tuvo siempre desde que se mudó de un pequeño barrio de Daegu a Seúl para triunfar en el mundo del arte y la fotografía.

Seguro, sus amigos le llamaban Gucci Boy, pues tenía gustos algo excéntricos, y a veces era un poco engreído, pero solo porque era muy bueno en su trabajo. Sin embargo, bajo ningún concepto aceptaría trabajar constantemente para una gran compañía de entretenimiento y pasarse el día lanzando campañas de promoción de un nuevo grupo de idols, un nuevo comeback, o una portada de revista. No, era mejor ser su propio jefe y aceptar los encargos que quisiera de la compañía que quisiera, sin presiones ni compromisos. Y así mantener un perfil bajo y tener tiempo para su vida personal.

Todo le iba funcionando bien, hasta que apareció su mejor amigo desde la escuela secundaria, el ruidoso pero adorable Park Jimin, y le pidió, le rogó, le imploró, trabajar con un nuevo modelo que había contratado para su revista. El fotógrafo se negó rotundamente, la revista de Park, Serendipity, era bastante famosa y él no necesitaba tanta atención sobre su persona al aceptar un encargo así. Pero Jimin le insistió, incluso le hizo aegyo mientras Taehyung lo ignoraba olímpicamente. Al final terminó cediendo, porque Jimin era su mejor amigo, y porque si no lo hacía lo estaría molestando las 24 horas del día.

Por eso ahí estaba, lunes a primera hora de la mañana en su estudio fotográfico en el último piso de un edificio de oficinas; su equipo de fotografía y sus empleados ya estaban listos y a la espera del modelo. Taehyung ni siquiera se había tomado el trabajo de revisar los datos ni la información de perfil del chico, no le interesaba en lo más mínimo. Sabía que no iba a disfrutar estas sesiones de fotos, no iba a sentirse inspirado como con otros proyectos, tan solo quería terminar de una buena vez, y ni siquiera había comenzado.

A las 9 en punto tocaron a la puerta de su oficina de revelado de fotos y edición digital de imágenes. La voz de su asistente, Sana, le avisó que el modelo ya había llegado. Taehyung suspiró profundamente y se preparó para un largo día de trabajo con un probablemente mimado y caprichoso modelo de Seúl. Al salir de la oficina, Sana le sonrió con complicidad.

-¡Tae Tae! ¡Creo que acabamos de sacarnos la lotería! ¡Ese chico es muy guapo, yo diría que demasiado! -chilló la pelinegra-. Es la viva imagen de un modelo perfecto.

Taehyung rodó los ojos con exasperación. Ni siquiera lo había visto y ya tenía a su asistente loca por él.

-Es alto, sus hombros son súper anchos, su piel se ve bien cuidada, su cabello parece extra sedoso y si vieras sus labios, Tae -continuó Sana-. ¡Por Dios! ¡Podríamos hacer una sesión de fotos con solo sus labios y sería un éxito!

El castaño supuso que las demás chicas se quedarían embobadas con el modelo, o mejor dicho, el príncipe encantador.

-Sana, ¿quieres calmarte? Ni que fuera el chico más apuesto del mundo... -se quejó Tae mientras abría la puerta que daba al pequeño recibidor del estudio.

Todo pareció detenerse por un momento, o al menos transcurrir en cámara lenta y además en alta definición. Quien esperaba sentado en el mullido sofá del recibidor era, sin duda alguna, la persona más hermosa que Taehyung alguna vez había visto, y él había trabajado con infinidad de modelos y trainees, pero ninguno como él.

El chico se puso de pie y sonrió una de esas sonrisas que hacen que tus rodillas se doblen involuntariamente. Sus ojos color chocolate tenían una expresión dulce; sus cejas tupidas y su nariz redondeada semejaban una perfecta simetría; su cabello rubio caía sobre su frente, dejando una ligera abertura en el flequillo; y sus labios, oh sus labios, una sesión de fotos no alcanzaría para hacerle justicia a sus bellos labios abultados en una suave forma de corazón.

Espera, ¿qué? Kim Taehyung, ¡¿qué rayos te sucede?!

Al parecer, Sana los había presentado ya como modelo y fotógrafo, pues Tae sintió un ligero codazo por parte de la chica, haciéndolo reaccionar y regresar a la realidad, donde la cámara lenta volvía a su velocidad normal y el sonriente chico le extendía su mano para estrechar la suya. El castaño se dio una bofetada mental y sacudió la cabeza ligeramente.

-Un placer -pronunció con su característica voz grave-. Soy Kim Taehyung.

Al estrechar su mano, un leve cosquilleo le recorrió el cuerpo; y al escuchar su voz, no pudo evitar que se erizaran los vellos de su nuca.

-Kim Seokjin. El placer es todo mío - respondió el rubio sonriendo aún más.

Sus manos se despegaron lentamente, y Taehyung tuvo que aclararse la garganta antes de invitarlo a pasar al estudio para que luego Sana le presentara al resto del personal. Momo, la estilista; Jisoo, la modista; y Namjoon, quien se encargaba de todo lo demás, desde mover los equipos hasta el transporte, e incluso la actualización de su página web. Eran un equipo bien unido y trabajaban en armonía.

Como era de esperar, las chicas enseguida envolvieron al apuesto modelo con un despliegue total de sus encantos y hasta le preguntaron si podían llamarlo Oppa. Él solo reía, aceptaba los halagos, coqueteaba y se dejaba llamar así. Hasta Namjoon quedó un poco atontado por la presencia del alto chico de espalda ancha.

-Oye, Namjoon -dijo Tae para llamar su atención-. Límpiate aquí.

Taehyung le indicó que tenía algo en la comisura de los labios, por lo que su empleado enseguida intentó limpiarse, sin embargo, no encontró nada.

-Era solo un poco de baba... -explicó Tae con una sonrisa maliciosa.

-¡¡Yaah!! ¿De qué hablas? -chilló Namjoon avergonzado y sus mejillas se tiñeron de rojo.

En lo que las chicas terminaban de preparar a Seokjin en el camerino, Taehyung revisó una vez más el equipo y el set de fotografía que habían preparado con antelación, así como las ideas preliminares que le había pedido Jimin para las imágenes promocionales de la revista. Inicialmente, un calendario era la idea perfecta para exhibir todo el talento del chico de diferentes formas, ya que podrían probar diversos estilos, ropas y conceptos.

El modelo abandonó el camerino viéndose como un precioso ángel vestido con colores suaves y cálidos, su maquillaje era sencillo y sus labios relucían con un delicado brillo color rosa. Cuando Taehyung lo vio, se quedó mudo por un segundo, hasta que recobró la compostura y le indicó al rubio que se sentara junto al alféizar de la ventana. Mientras este se acomodaba en el lugar, Namjoon le dio una ojeada a su jefe y con un gesto de burla, le indicó que se limpiara la comisura de los labios. El fotógrafo le reprendió con la mirada al tiempo que le lanzaba una mortal frase sin emitir sonido alguno: ¡¿Quieres morir?!

El primer concepto era de chico sensible y relajado, algo que no fue nada difícil para Seokjin. El lente de Taehyung se enfocaba con parsimonia en el hermoso modelo de cabellos rubios y labios pomposos. El clic de su cámara no se detenía, pues trataba de capturar la imagen perfecta. Pero, ¿a quién engañaba? Desde la primera foto, la perfección se había hecho presente.

Tae estaba maravillado. Ahora, sin levantar sospechas, podía fijarse en el apuesto chico todo lo que quisiera y observar cada detalle a su gusto. El pequeño lunar en su cuello, el contorno de sus labios, la curvatura de su nariz, sus largas pestañas, el brillo de sus ojos. Se dijo que solo estaba admirando una obra maestra, nada más.

Continuaron así por varias horas, probando más conceptos y cambiando de fondo y posición. El rubio pasó de ser un chico tranquilo y pensativo, a un elegante hombre de negocios con traje y corbata; luego un sexy playboy, para después encarnar una personalidad más ruda con pantalones rasgados en las rodillas, chaqueta de cuero y una gorra de béisbol. El modelo se adaptaba fácilmente a todos los conceptos y acataba las órdenes del fotógrafo con precisión, moviéndose como él quería, sonriendo cuando se lo pedía, desviando la mirada si era necesario; realmente era muy profesional.

Hacia el final del día, luego de las respectivas pausas para el almuerzo y las meriendas, y los cambios de atuendos y retoques de maquillaje, ya habían terminado casi todo lo que sería fotografiado dentro del estudio. Al día siguiente la sesión continuaría en sets al aire libre.

Todos estaban recogiendo sus cosas, había sido un día muy largo y el cansancio se notaba. Seokjin personalmente les agradeció a todos por su arduo trabajo, haciéndoles reverencias de casi noventa grados. Los demás le agradecieron también, contentos por haberse llevado bien desde el primer día. Prometieron ir a tomar algo y celebrar cuando terminaran la última sesión el miércoles. Poco a poco se fueron marchando del lugar.

Claro, todos menos Taehyung, quien se encontraba en su oficina al fondo del pasillo. El modelo quería verlo una última vez ese día y agradecerle también, pero se contuvo pues no quería interrumpirlo o ser una molestia para el menor. Sí, resultó que todos eran menores que Seokjin y ya le llamaban Oppa y Hyung con confianza. Y de nuevo, todos menos Taehyung, el rubio no sabía por qué lucía tan distante y reservado cuando trabajaba detrás de la cámara. No lo había visto sonreír ni una vez, aunque tampoco se veía enojado, solo concentrado en su trabajo.

Tanto así, que a la hora del almuerzo el fotógrafo se había ido a su oficina, en las meriendas solo había cruzado dos o tres frases con el chico de los hoyuelos, Namjoon; e incluso durante las pausas para retocar el maquillaje o arreglar alguna prenda arrugada, el castaño se había mantenido en silencio y tecleando en su móvil. Las únicas palabras que le había dirigido al modelo eran órdenes de cambio de postura y demás. Y cuando todo hubo acabado murmuró un: Buen trabajo, chicos. Nos vemos mañana. Y sin más, había desaparecido tras la puerta de su oficina.

El mayor, en el fondo, temía no haberle caído bien a Taehyung, puesto que había sido Jimin quien le había casi que forzado a trabajar con él. Si lo estaba haciendo obligado, seguro no estaba contento. Cansado, dio un último suspiro y desvió la mirada de la puerta de oscura madera que hacía de barrera entre él y el menor en ese instante. Caminó hasta la puerta de salida y abandonó el estudio con pasos lentos.

Mientras tanto, en su oficina, el castaño repasaba una y otra vez las imágenes capturadas por su lente. Había tomado más de las necesarias, lo sabía, pero poco le importaba. Estaba disfrutando esto más de lo que pensaba, aunque no podía evitar sentirse algo estúpido por la manera en la que se había comportado. En varias ocasiones intentó establecer una conversación normal con el modelo, pero cuando este ponía sus cálidos y brillantes ojos en él, Taehyung terminaba escondiendo su sonrojo tras la cámara, o pretendiendo que miraba algo en su móvil mientras bajaba la cabeza; ni siquiera había podido llamarlo Hyung.

No sabía por qué se estaba comportando así, de seguro el mayor pensaría que era un pesado y un completo arrogante con quien no le gustaría trabajar una segunda vez, y se arrepentía mil veces de que Jimin, su jefe, lo hubiese forzado a trabajar con tan grosero fotógrafo. Tal vez el segundo día iría mejor que el primero y podría conocer más a ese apuesto modelo que lo había vuelto loco en menos de un día.

La mañana siguiente llegó más rápido de lo que imaginaban, y ya a las 8 todo y todos estaban listos en la minivan. El set que pretendía utilizar Taehyung estaba cerca de un pequeño lago en las afueras de Seúl, por lo que tardaron una hora y media en llegar, pero valió la pena. El lugar era precioso, rodeado de bastante vegetación y áreas bien iluminadas por el sol, mientras que otras tenían espacios con sombras que igualmente servirían para la sesión de fotos. Se instalaron en unos bancos y mesitas con grandes sombrillas que se encontraban cerca de algunos árboles y comenzaron con los preparativos.

La minivan sirvió de camerino improvisado para el modelo y luego de vestirse con la ropa indicada por Jisoo, Momo comenzó a maquillarlo. Mientras tanto, Tae, Namjoon y Sana se encargaron de colocar mantas, almohadones, peluches y otros accesorios cerca de unas rocas para la primera sesión fotográfica. Seokjin se instaló allí y rápidamente la cámara de Taehyung encontró el ángulo y enfoque perfectos para las primeras imágenes. Sin embargo, nada había cambiado. Y el mayor ya no aguantaba más la creciente incomodidad entre ellos, por lo que en el primer momento que estuvieron a solas junto al lago se decidió a hablar.

-Ayer no pude agradecerle, Taehyung-ssi -dijo el rubio con bastante formalidad-. Gracias por aceptar trabajar conmigo, aunque fuese un favor.

El menor se sorprendió muchísimo cuando lo escuchó. Llevaba toda la mañana intentando iniciar un diálogo fluido con el modelo pero no encontraba las palabras correctas y ahora se sentía extraño al ser tratado con tanto respeto.

-No tiene que agradecerme, Seokjin-ssi -respondió Tae igual de formal-. Es un favor para Jimin pero de verdad he disfrutado trabajar con usted. Es muy profesional.

Taehyung se golpeó la frente mentalmente. ¿Por qué tengo que ser tan estúpido? ¡Trágame, tierra!

-Gracias... -murmuró el rubio-. Usted también.

-¡Chicos, ya está listo el almuerzo! -se escuchó a lo lejos la voz de Sana.

Mientras caminaban hacia donde estaban los demás, Taehyung tomó el brazo del mayor y lo detuvo por un instante, sin embargo su mirada estaba fija en el suelo como si eso fuera más interesante que el guapo chico que tenía delante.

Es ahora o nunca, Tae. No seas tan cobarde, pensó el fotógrafo.

Seokjin lo escuchó suspirar profundamente y se preguntó si estaba frustrado o enojado por algo.

-No creo que tengamos que tratarnos con tanta formalidad, ¿verdad? -musitó el castaño por fin.

El modelo se cruzó de brazos y levantó una ceja con algo de ironía.

-Apenas nos tratamos, ¿verdad? -replicó con amargura.

Taehyung levantó la vista de golpe para encontrarse con la mirada seria y la postura molesta del rubio.

-Lo sé... Lo siento... -expresó Tae mientras se rascaba la nuca avergonzado pero sincero.

Ya lo he arruinado todo, soy más que idiota, se dijo el castaño.

-No tiene por qué ser así, Taehyung. Podemos... Podemos ser amigos... -sugirió Seokjin con voz dulce.

Tae no pudo evitar sonreír ampliamente al sentir que no estaba siendo rechazado por el chico, aunque tampoco era como si le hubiese confesado un amor no correspondido de escuela secundaria. Pero sentía que no había metido la pata hasta el fondo y todo lo que había sucedido hasta ahora entre ellos tenía remedio, podían ser amigos.

-En ese caso, mis amigos me llaman Tae Tae, o simplemente Tae -dijo en tono alegre.

-Si quieres, puedes llamarme Hyung -contestó el mayor devolviéndole la sonrisa.

-De acuerdo, Jin Hyung.

-De acuerdo, Tae Tae.

Taehyung se sonrojó ligeramente y esta vez no trató de ocultarlo.

-Sonríes muy bonito, Tae, deberías hacerlo más seguido -dijo el rubio mientras se alejaba, pero estaba seguro que el rostro del menor había explotado en todas las tonalidades de rojo posibles.

Las siguientes horas les parecieron demasiado cortas. Entre sonrisas, sonrojos y algunas preguntas sobre sus vidas el resto de la tarde transcurrió de manera más agradable. En el camino de regreso, Momo le pidió a Seokjin que les cantara una canción. El rubio se negó avergonzado, diciendo que solo lo hacía por diversión y que no era nada profesional. Sin embargo todos le animaron, y alegaron que no era justo que solo Momo hubiese tenido el privilegio de escucharlo cuando lo maquillaba. Obviamente, todos quedaron maravillados con el talento oculto del modelo. Este entonó una suave y dulce melodía que nadie conocía pero, al menos Taehyung, terminó adorando cada segundo de ella; corroborando el hecho de que el chico era un verdadero ángel.

El tercer y último día de trabajo para la revista Serendipity había llegado, sin embargo el fotógrafo, quien pensó disfrutar de la sesión, se encontró a sí mismo frunciendo el ceño y cruzándose de brazos ante la presencia de alguien no deseado en su estudio fotográfico. Jung Yerin.

Al parecer, Jimin había enviado a la chica para que posara junto al modelo en las últimas fotos. Taehyung se había quejado, dando varios argumentos en contra, pero Jimin le había dicho que la directora de la junta directiva de la revista había recomendado que una chica participara en el calendario promocional. Y no era que Tae no estuviera de acuerdo, era solo que Yerin era una niñata malcriada y consentida dentro del mundo de la moda, y había llegado hasta donde estaba por la posición de su familia.

-¡¡Ommo, Jin Oppa!! -chilló Yerin escandalosamente cuando vio a Seokjin dentro del estudio.

-¡Yerin-ah! Cuánto tiempo sin verte -saludó el rubio con cariño.

Taehyung sabía que el mayor jamás trataría a nadie de forma grosera, pero no estaba muy contento cuando vio a la chica abrazarlo como si fueran bien cercanos. El castaño nunca le había dado muchas vueltas al hecho de que el modelo le había llamado la atención, siendo él obviamente un chico. En su mente, él era completamente heterosexual y siempre le habían gustado las chicas, por lo que consideraba que su interés por él no era más que simple apreciación artística de un creador y su obra, un fotógrafo y su fotografía. Eso era todo. Seokjin era lo más hermoso que su lente había capturado alguna vez, era su musa, su ángel. Su sonrisa era perfecta, sus labios ni hablar, y su voz al cantar era un sueño; pero de ahí a que le gustara como chico, había una gran distancia.

¿Entonces por qué estás celoso, idiota?, se reprendió en su cabeza.

El set había sido preparado en la azotea del edificio y ya todo estaba listo, con sábanas y pañuelos de diversos colores ondeando en el aire. Seokjin estaba descalzo, con solo unos pantalones de tela holgados y un suéter de lana color rosa, un color que Taehyung no sabía que podía gustarle tanto, pero solo el color, nada más. Yerin, por su parte, llevaba un vestido largo de color rosa más pálido, también descalza y con su cabello suelto. El maquillaje para ambos fue sencillo y como toque final, Jisoo y Momo les colocaron unas coronas de pequeñas pero hermosas flores.

Taehyung reprimió un suspiro, su ángel lucía bien incluso aunque estuviera vestido de color rosa y llevara flores en su cabeza. ¡Rayos! En serio era el chico más apuesto del mundo. Y la chica, bueno, bajo otras circunstancias el fotógrafo habría admitido que se veía linda, pero ahora mismo el rubio ocupaba todos sus pensamientos.

Rápidamente, los clics y el flash de la cámara de Tae comenzaron su ardua labor, y le costó como nunca dar las órdenes de cambio de posición y miradas. Además de que Yerin a veces lo ignoraba y se lanzaba a los brazos de Seokjin, ponía sus manos en su pecho, o simplemente se acercaba demasiado a su rostro y labios. El rubio, como todo un profesional, lograba quitársela de encima sin que ella lo notara; por lo que Taehyung se contuvo de gritarle a la chica unas cuantas veces.

La pausa para el almuerzo duró más de lo acostumbrado, pues a Yerin no le gustó lo que habían encargado y tuvieron que hacer un pedido nuevo solo para ella. Los demás tuvieron que esperar a que la irritante chica terminara para reanudar la sesión de la tarde.

El castaño se encontraba en su oficina, descargando las imágenes desde su cámara a la computadora para luego hacerles una última revisión en Photoshop y corregir cualquier detalle no deseado. Hasta ahora, no había tenido que modificar nada del mayor, puesto que cada foto era más que perfecta y digna del chico más apuesto del mundo, sin filtros, sin contrastes, sin retoques. Sin embargo, el caso de la modelo era completamente diferente. Taehyung sentía la necesidad de cambiar y arreglar todo acerca de la chica; en algunas imágenes su rostro tenía demasiado brillo, en otras su maquillaje resaltaba mucho, y en las demás se veía opaca en comparación al rubio.

El menor gruñó un poco al sentirse impotente y con un gesto de frustración, terminó usando el cursor para desfigurar y casi borrar el rostro de la chica junto a Seokjin.

Bruja. No tienes derecho a posar junto a mi ángel.

El fotógrafo rió por lo tonto de la situación. Se estaba comportando como un novio celoso con todas las de la ley, llamando al rubio su ángel como si fuese de su propiedad. Y es que ya no podía negarlo, le gustaba Kim Seokjin, le gustaba demasiado.

Por un momento, Taehyung se permitió dar rienda suelta a su imaginación y considerar un futuro junto a Seokjin; tuvo que reconocer que harían una pareja magnífica. Sin embargo, la aplastante realidad era otra, ambos eran hombres. Los prejuicios del mundo y la sociedad siempre estarían ahí, haciendo sombra sobre sus vidas, sus carreras, e incluso sus familias. Pensó y repensó hasta que le dolió la cabeza y aun así no fue capaz de sacarse aquella idea de la cabeza. No es correcto, no está bien.

Con un suspiro se reclinó en su silla detrás del pequeño escritorio. Bueno, ¿y qué si le gustaba un chico? Y no cualquier chico, sino Seokjin, Jin Hyung. El primer y único chico que le había removido el suelo. Y no se avergonzaría de eso. Se lo diría, Kim Taehyung le confesaría que le gustaba y lo arriesgaría todo por conocerlo más.

¡Ugh! ¿Pero y si no le gusto?

Después del almuerzo, las siguientes fotografías se llevaron a cabo en un pequeño local de la azotea que parecía un pequeño invernadero. Yerin no se despegaba del rubio ni un segundo, era todo risas y flirteos, Jin Oppa esto o lo otro. Taehyung solo ponía los ojos en blanco y refunfuñaba bajito, sentía el estómago revolvérsele de los celos y no podía esperar para que acabara el día.

Cuando el sol caía, el castaño realizó las últimas capturas con la tenue luz del crepúsculo y así dieron la sesión por terminada. Todos aplaudieron y se agradecieron unos a otros, deseando que el calendario fuera todo un éxito. Mientras recogían el equipo, el vestuario y demás de la azotea para bajar al estudio, Yerin se acercó al rubio con movimientos coquetos.

-¡Jin Oppa! -canturreó la chica con voz melosa-. ¿Quieres ir a tomar algo conmigo? Podemos ponernos al día ya que hacía tiempo no nos veíamos.

Un poco más alejado de los modelos, se encontraba Taehyung guardando los accesorios de su cámara en su estuche. No pudo evitar escuchar la propuesta de la irritante chica, y como Seokjin dudaba antes de responder.

Vas a perder tu oportunidad, Tae. Deberías ser tú y no ella, pensó el castaño con desesperación al tiempo que mordía su labio inferior y se debatía entre la idea de interrumpirlos y tal vez caer en vergüenza, o dejarlos y perder para siempre el chance de conocer más a su ángel.

Entonces, se decidió. No tenía nada que perder más que su dignidad, y estaba dispuesto a perder eso y mucho más por Seokjin. Con pasos firmes se dirigió al encuentro de aquellos dos, pero la voz del chico lo hizo detenerse.

-Lo siento, Yerin-ah -se disculpó el mayor-. En estos días estaré muy ocupado con otros proyectos, no tendré mucho tiempo libre.

-¡Oppa! -rogó ella haciendo un ridículo puchero con sus labios, pero al ver que el rubio continuaba excusándose, desistió-. De acuerdo, pero seguiremos en contacto y al menos un café podemos tomar.

Seokjin sonrió amablemente mientras asentía. No tenía ningún deseo de salir con ella pero tampoco quería ser descortés con la chica, por muy fastidiosa que fuera.

-Adiós, Jin Oppa -exclamó Yerin, y al girarse y ver al fotógrafo, también se despidió de él.

Una vez solos en la azotea, ambos chicos se miraron algo incómodos después de la partida de Yerin. Seokjin quería explicarse, y Taehyung quería confesarse, pero como siempre terminaron diciéndose que habían hecho un buen trabajo y que debían coincidir en otra ocasión.

-Estaré abajo con los demás -anunció el rubio-. Creo que van a algún bar a celebrar.

-Oh... qué bien -murmuró Tae sin ánimo alguno.

¿Dónde había quedado su determinación de hacía solo un momento, el fuego de sus celos, sus deseos de no dejar ir al mayor antes de decirle todo lo que había causado en él? Taehyung tragó en seco, y supo lo que había sucedido. Tenía miedo. No quería ser rechazado por Seokjin, se sentía intimidado porque el rubio era una hermosa criatura y él era un simple fotógrafo que se había sentido atraído como polilla a un foco de luz. Sin embargo, el guapo modelo podía no estar interesado en él, al menos no de la misma manera; quizás solo quería que fueran amigos.

Pero... si no lo arriesgaba todo ahora, nunca sabría si llegarían a algo más que una simple amistad.

-Hyung... -llamó el castaño cuando el chico hizo ademán de retirarse-. ¿Te gustaría tomarte un café conmigo... en vez de con ella? -su tono fue bajando hasta convertirse en un susurro.

Seokjin se le acercó un poco, aunque había escuchado perfectamente puesto que todo a su alrededor estaba en completo silencio.

-¿Y por qué haría algo como eso? -inquirió al tiempo que se cruzaba de brazos.

El castaño mantuvo la cabeza baja y el mayor imaginó que estaba completamente avergonzado y adorablemente sonrojado.

-...Porque me gustas, Hyung...

Ya está, lo he dicho, pensó Taehyung.

-¿Cuánto?

-¿Huh? -balbuceó el menor mientras alzaba por fin la cabeza.

-¿Cuánto te gusto, Tae? -repitió Seokjin suavemente.

A Taehyung se le hizo un nudo en la garganta, pero sabía que no había vuelta atrás.

-Me gustas tanto, Jin Hyung... que no me importa que seas un chico... -confesó por fin.

-...También me gustas, Tae -murmuró el otro después de un corto silencio-. Y me gustas porque eres un chico...

Ambos sonrieron ante sus sinceras confesiones.

-Pero realmente no me conoces... -continuó el rubio mientras se recostaba al muro de la azotea-. No sabes de mis escandalosas carcajadas ni de mis ridículos chistes...

-No importa, Hyung -interrumpió Tae mientras se recostaba en el mismo lugar-. Quiero conocer todo sobre ti...

Seokjin volvió a sonreír dulcemente.

-Bueno, en ese caso, necesitaremos más que un café -aclaró en tono juguetón.

-Un café... un helado... un algodón de azúcar... Lo que sea, Hyung -rió el castaño.

-Empecemos con un café, Tae Tae.

Sus miradas se encontraron y sus sonrisas se ampliaron todavía más.

-Empecemos con un café, Jin Hyung.

😊☕💖 FIN 💖☕😊

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