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: : :*ೃ࿔୭ 𝐃𝐢́𝐚 𝟏: 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨 ミ

» El reino fuego.

Narrador Omnisciente:

Desde hace muchos siglos en el pasado, existían unas tierras las cuales eran muy sagradas por los seres humanos. Dichas tierras estaban divididas en seis grandes reinos bastante diferentes entre sí, los cuales estaban dirigidos por sus respectivos reyes y líderes pertenecientes a la familia real.

Los cuales, estaban relacionados de alguna manera con algún elemento en particular.

Desde los tiempos de antaño, solían existir ciertos mitos sobre algunas familias con sangre mágica en sus venas, las cuales otorgaban poderes inhumanos a dichas personas herederas.

Control del agua, de la tierra, del fuego, del aire, de la luz y del hielo, algo increíble, ¿no?

Más aun así, al principio solo pocas personas eran capaces de despertar dicho poder y controlarlo a la perfección, por lo que debían someterse a un entrenamiento adecuado para poder utilizarlo con un buen fin y no aprovecharse de él.

Con el pasar de los años, no solo los integrantes de la familia real eran portadores de dichos poderes, este extraño fenómeno se dispersó entre los habitantes de cada reino y, al día de hoy, casi un cuarto de las personas poseía control de algún elemento.

Salvo el del fuego.

Según contaba la leyenda, hace unos años el reino del fuego fue uno de los primeros en manifestar sus poderes. La familia real era bastante numerosa y no había ningún integrante que no supiera controlar el fuego, convirtiéndose en grandes guerreros a pesar de sus cortas edades.

Su poder dominando el calor del fuego era algo sumamente extraordinario para quien los viese, sin embargo, fue ese mismo poder el cual los condenó a la desgracia.

La familia real se encegueció ante tal poder e intentaron tomar por la fuerza el control de los otros territorios, los cuales reclamaban como suyos al solamente vivir cerca de los volcanes. Las tierras de allí era muy malas para subsistir e insistían en querer conseguir más y más de sus alrededores, llegando así a armar una guerra entre los reinos.

Según contaban las personas mayores, aquella guerra acabó con varias vidas humanas, siendo aún una herida abierta en el mundo, la cual había tardado en sanar pero lo estaba haciendo, lentamente.

Más aun así, el reino que peor la había pasado había sido el del fuego, pues este mismo tuvo el mayor número de víctimas al ser el que había iniciado todo, siendo atacado por una alianza entre las demás tierras.

Llegando así, a su casi extinción total.

El tiempo fue pasando y los cinco reinos restantes lucharon para que todo estuviese en paz y armonía nuevamente. La economía fue recuperándose y cada habitante era libre de comercializar con los otros reinos si así lo quería. La evolución de aquellos pueblos era sumamente grandiosa tomando en cuenta lo ocurrido, llegando así a fundar una pequeña ciudad en el medio de los cinco países, la cual lo bautizaron como la Ciudad de Besalú.

En aquella ciudad habitaban personas de todos los reinos, compartiendo un lugar en común y fortaleciendo los lazos entre todos. Generalmente, los que vivían por esos lados eran personas sin poder alguno, siendo así que los guerreros y guardianes se quedaban a vivir a los alrededores del castillo, protegiendo a la familia real.

El mundo parecía estar en completo orden por el momento, más aun así, las cosas no podían estar más alejadas de la realidad.

—Quiero dejarles muy en claro que esto no es un simple juego —alzó la voz una rubia ceniza, siendo mejor conocida como la líder—. Nosotros vamos a recuperar lo que nos robaron, aún si tenemos que usar nuestros poderes.

Dijo todo aquello con seguridad en su voz y haciendo gestos intimidantes con las llamas salidas de las puntas de sus dedos, logrando transmitir el miedo a todos los allí presentes.

Salvo a su único hijo, el cual era el único que le hacía frente.

—Ya pueden irse, bastardos —gruñó Katsuki, ya harto de esas reuniones—. En un mes nos volveremos a reunir.

No dijo más y él fue el primero en marcharse de allí, yéndose a una cabaña cerca del bosque del reino agua, en la cual vivía junto a su dragón Eijiro.

Katsuki Bakugo era un joven de veinticuatro años de edad, hijo de Masaru y Mitsuki Bakugo, actuales líderes de lo que alguna vez fue la civilización del reino fuego.

Aquel muchacho había crecido escondiéndose junto a su familia en las montañas, procurando no ser encontrado por ninguna persona de algún reino. Desde que había heredado los poderes del fuego cuando era un simple niño, supo que su vida cambiaría de sobremanera al presentar dicho poder.

Su madre, actual reina legítima del reino fuego, lo había entrenado desde temprana edad, descubriendo el talento que poseía su hijo. Definitivamente, él no era como los otros habitantes de lo que había quedado del reino de su abuelo, claro que no, ese niño había nacido con un talento natural, el cual estaba segura que les ayudaría a restablecer sus tierras.

La matriarca de los Bakugo había estado reuniendo todos esos años a los descendientes de su antiguo pueblo, convenciéndolos e inclusive amenazándolos para volver a resurgir su antigua civilización, llevándoselos consigo a lo que quedaba de sus tierras en los volcanes.

Fue un duro trabajo pero por fin había logrado reunir a un grupo numeroso de gente, siendo todos grandes maestros con el dominio del fuego.

El rubio ceniza sabía que tarde o temprano tendría que estar luchando junto a su pueblo, lo cual no le agrada del todo. Él era consciente de que el reino del hielo había extendido su territorio hacia el inicio de sus tierras, alguna que otra vez se había alejado de su hogar para investigar mejor el exterior, encontrándose en numerosas ocasiones con el príncipe Todoroki y algunos de sus caballeros.

Aquello lo llenaba de rabia y no le agradaba en absoluto la idea de vivir escondido para siempre en el bosque, su orgullo no se lo permitiría.

Más aun así, la idea de una guerra no le convencía del todo, por más poderosos que fuesen, era algo arriesgado puesto que no tenían mucho conocimiento sobre sus enemigos.

O al menos no al principio.

Mal. Aquello que estaba haciendo estaba muy mal.

—Me gustas mucho, como no tienes ni idea, Bakugo —admitió una joven de cabellos blanquesinos, confesando sus sentimientos hacia aquella persona la cual traía su mundo de cabeza.

______ acercó su rostro al del contrario y cerró sus ojos, esperando probar aquellos labios tan adictivos para ella.

Los delgados y finos labios de ella hicieron contacto con los suyos y Katsuki solo la dejó hacer, correspondiendo levemente aquel sutil contacto entre ambos.

Una parte suya, quería alejarse de ella a toda costa, pues sabía que aquella muchacha de tan solo diecinueve años terminaría siendo su rival tarde que temprano.

Puesto que ella era la princesa del reino agua.

El cual, sería el primer blanco de su reino.

Cuando la conoció una tarde en aquel bosque, supo de inmediato que aquella chica no era alguien común y corriente. La había visto bañándose en un río cercano a su cabaña y no solo eso, sino que descubrió que podía controlar el agua.

A pesar de que un leve sonrojo incómodo se posó en sus mejillas al verla prácticamente desnuda, su asombro fue mayor al saber de sus poderes, no sabiendo qué hacer en ese momento.

Vio hacia un costado y logró ver sus ropas tendidas en el suelo, si bien se trataba de un vestido algo sencillo, agudizó su visión logrando ver una pequeña tiara encima de ella, dando por hecho que pertenecía a la familia real.

Además, la fémina traía unos tatuajes extraños con forma de espirales en su espalda y su cuello, los cuales reconoció gracias a la información por parte de su madre.

El de ojos rojizos pudo haberla secuestrado en aquel momento y llevarla ante sus tierras por la fuerza. Pudieron tenerla prisionera para luego exigir algo a cambio con el reino vecino.

Pero no pudo hacerlo.

Se había quedado mirándola a la distancia hasta que la joven se fue, casi pareciendo hipnotizado por ella. Él nunca antes conoció a una joven de su edad, pero al verla a lo lejos, tan inocente y aniñada, le dio una extraña tranquilidad en su pecho, apreciando su belleza.

Los días fueron pasando y alguna que otra vez la muchacha seguía frecuentando esa parte del bosque, la había pillado ya sea en el río o incluso admirando la vegetación del bosque, por lo que decidió contarle a su madre lo que pasaba.

Quizás y podía ganar algo a cambio.

Bakugo tenía la idea de secuestrarla o algo parecido, no le agradaba la idea de usar a alguien para conseguir un fin pero sabía que si su madre se enteraba por su cuenta, era capaz de fastidiarlo de por vida. Pensaba en raptarla contra su voluntad y a lo mejor podían hacer un trato con el otro reino, esa era la opción que él había contemplado.

Sin embargo, su madre pensaba totalmente diferente.

—Te acercarás a ella —demandó con autoridad, dejando salir una sonrisa de lado—. De nada nos sirve mendigar unas cuantas tierras a cambio de ella, yo lo quiero todo.

Su esposo, Masaru, la miró con extrañeza y hasta un poco preocupado, pero no la contradijo en nada.

—Tienes que ganarte su confianza, y averiguar cómo entrar al reino agua. Ahí es cuando atacaremos —dijo con una sonrisa desbordante, clavando uno de sus cuchillos en una mesa de madera.

Por supuesto que Katsuki se negó ante aquello, no quiso hacerlo pero al final de cuentas no tenía elección. Él sería el futuro líder luego de todo eso y era su responsabilidad restablecer a su antiguo reino.

Más sin embargo, no fue necesario que él la buscara.

Puesto que fue ella quien lo encontró primero.

Hubo una vez en la que se había topado con unos bandidos, los cuales habían querido llevarse a su fiel amigo para venderlo en el mercado negro. Obviamente el rubio ceniza no se los permitió y luchó contra ellos, saliendo victorioso en aquel encuentro.

Sin embargo, no había podido evitar salir herido en un descuido, recibiendo una herida bastante notoria en su abdomen.

Y fue ahí cuando la conoció a ella.

Pasaba por ahí de casualidad y no pudo evitar esconderse al escuchar dichos ruidos, observando todo a la distancia.

La de cabellos blanquesinos se acercó rápidamente a examinar su herida y comenzó a curarlo con suma delicadeza, haciendo lo mejor posible al ser una aprendiz en el control del agua.

Bakugo se había rehusado a obtener su ayuda pero, la fémina lo había mandado a callar, insistiendo que no era molestia.

Observó con sumo cuidado todas y cada una de sus facciones, teniendo la oportunidad de verla de cerca esta vez. Su ceño estaba levemente fruncido y sus labios estaban apretados debido a la concentración. Sus mejillas eran bastante pálidas y sus pestañas estaban perfectamente rizadas hacia arriba, cubriendo aquellos ojos tan celestiales como el agua.

Esos ojos, por dios, lo único que provocaban era que bajase la guardia.

No supo cuándo, pero aquella joven llamada ______ siempre lo encontraba de casualidad caminando por los bosques. Bakugo tuvo un conflicto consigo mismo al no saber qué hacer, intentó alejarla pero a la vez se sentía un traidor con su gente. Comenzó a aceptarla con el tiempo, pero no le agradaba la idea de sacar provecho de alguien más, entonces, ¿qué es lo que haría?

Bakugo quiso separar sus labios de los de la contraria para terminar con todo eso de una buena vez. Él sabía que eso estaba mal, que era algo prohibido para alguien como él. Intentando tomar el control sobre sí mismo, puso ambas manos sobre sus hombros con la intención de apartarla, más aun así, ella posó una de sus pequeñas y delicadas manos en su mejilla, dejándolo completamente absorto ante su tacto.

Sus labios siguieron moviéndose al compás del otro y un leve cosquilleo hizo acto de presencia en su interior. Sintió la calidez de sus besos y se estremeció cuando su pulgar comenzó a hacer círculos en distintas partes de su rostro, siéndole incapaz de romper aquel beso.

«A la mierda el reino», se dijo a sí mismo, besando con más necesidad a la fémina.

Bakugo pasó uno de sus fuertes brazos alrededor de su cintura y la otra la enredó en sus suaves cabellos de color blanco. Tiró un poco de ellos e inclinó más su cabeza para profundizar aquel contacto entre los dos, sintiendo la adrenalina recorriendo sus venas.

Estaba tocando un fruto prohibido, eso lo sabía bien.

Pero eso era lo que más le gustaba, que ella era prohibida para alguien como él.

Cuando ambos se separaron por falta de aire, la fémina traía un notorio sonrojo en sus mejillas, junto a una sonrisa de tonta enamorada.

Porque así era, ella se había enamorado de ese rubio cenizo con el pasar de los meses.

Su actitud arisca le llamó la atención desde un principio, no le dejaba las cosas fáciles a cómo estaba acostumbrada y hasta a veces era grosero con ella, siendo un trato sumamente diferente al cual recibía en su reino.

A pesar de llevarle unos cuantos años, aquel muchacho logró causarle curiosidad cuando lo conoció, teniendo la necesidad de volver a verle otra vez.

Su corazón palpitaba como un caballo cada que estaba cerca suyo y aquellos besos y coqueteos juguetones e inocentes fueron transformándose en algo más fuerte con el pasar de las semanas. Cada que se reunían, ella era la que le robaba un beso al cenizo, el cual se enojaba al verla invadir su espacio personal y terminaba persiguiéndola por los bosques, atrapándola y acorralándola ya sea en un árbol o el suelo, comportándose como si fuesen dos niños ajenos a la realidad.

—Oye, Bakugo... —lo llamó ______, estando debajo de su cuerpo en aquel campo lleno de flores. La chica lo miró a los ojos y sonrió con diversión y nerviosismo, queriendo hacer esa pregunta desde hace mucho tiempo— ¿Qué... Somos?

Se mordió el labio inferior cuando este la miró seriamente y se sentó sobre su abdomen, con cuidado de no aplastarla.

Esa era una de las preguntas que el cenizo había querido evitar a toda costa, puesto que no sabía qué decirle. ¿Qué es lo que eran ellos realmente? En ese tiempo de conocerse, se habían dado algunos besos en aquellos encuentros clandestinos, pasaban tiempo juntos en las escapadas de la fémina y las caricias por parte de ella no faltaban, siendo bien recibidas por el de ojos rubí bajo protestas, pero recibidas al fin y al cabo.

Sin quererlo, a Katsuki comenzaba a gustarle aquella chica que tenía a escasos centímetros de su rostro. Contempló sus facciones preocupadas desde lo alto y soltó un suspiro agotador, no sabiendo qué contestar.

Él no le había pedido que fuese su pareja ni mucho menos por una simple razón: su madre. Aquella rubia mujer ya estaba preparando a sus guerreros y se había enterado hace días de sus encuentros con aquella muchacha, quedando totalmente satisfecha al saber que su hijo había cumplido con su cometido.

Grande fue la sorpresa de Mitsuki al ver a su hijo junto a aquella niña, la cual, una vez lo había llevado cerca de la ciudad de Besalú. Los había seguido de cerca y pudo ver cómo la princesa lo hacía pasar por un pequeño compartimiento cerca de una de las paredes que rodeaban al lugar, siendo esa una entrada que, al parecer, solo ella conocía.

Vio a su hijo cambiado con otras ropas y ambos se perdieron entre aquellos pastizales que cubrían el lugar, quedando la reina fuego satisfecha por haber obtenido dicha información, gracias a su revoltoso hijo.

Puesto que él le había mandado una carta para que los siguiera.

Bakugo no sabía cómo sentirse en ese momento, por una parte, él tenía la necesidad de estar con esa chica que le robaba el sueño. Quería proclamarla como suya antes que ningún otro hombre, quería tenerla a su lado al despertar cada mañana y llevar una vida a su lado. Sin embargo, sabía muy dentro suyo que aquello no sería posible, puesto que su reino siempre estaba primero.

«Recuerda, Katsuki. Nosotros haremos lo que sea para proteger a nuestro reino», le decía su madre cada vez que iba a las tierras del reino fuego, recibiendo siempre un asentimiento de mala gana por su parte.

—¿Katsuki...? —lo llamó la chica confundida, al ver que no había recibido respuesta alguna.

Sus gestos demostraron preocupación al verlo recostarse a su lado mientras miraba el resplandeciente cielo azul, con el ceño notoriamente fruncido. Su corazón comenzó a palpitar más fuerte por ese incómodo silencio que había dejado su pregunta, arrepintiéndose de haber sacado ese tema.

______ bajó la mirada hacia el pasto y comenzó a arrancar pequeños brotes verdes del mismo, en un intento desesperado de buscar un poco de calma en su corazón.

¿Acaso... Katsuki no la quería suficiente? ¿Y si eso que llevaban solo había sido algo de un rato para él? ¿Y si no quería tener algo con ella solo por pertenecer a la familia real? Empezaba a pensar todo aquello con nerviosismo, siendo interrumpida por una mano tomando de su mentón.

—No necesito tener una etiqueta para saber lo que siento por ti —habló por fin, mirando sus grandes ojos azules con detenimiento.

Las mejillas de ambos se calentaron y fue Bakugo quien acortó la poca distancia que los separaba, dándole un beso mucho más profundo que los demás.

Sus lenguas danzaban como si estuviesen en un baile y ambos aprovecharon ese momento para dejar salir aquel sentimiento que había florecido dentro de sus corazones, demostrándolo con algunos besos y caricias, los cuales se iban intensificando cada vez más, queriendo tener más del otro.

Hicieron caso omiso a todo lo que existía a su alrededor y simplemente se concentraron en amarse en ese instante, siendo ese uno de los pocos momentos en los cuales podían ser ellos mismos, lejos de los prejuicios de las demás personas.

Amándose, en un amor que estaba destinado a no ser.

Y todo por culpa de la sangre que corría por sus venas.

Una semana después.

Luego de mucho esperar, por fin había llegado el día, en el cual, la civilización del fuego haría su ataque a uno de los reinos más débiles, siendo este el del agua.

Según la información que había conseguido el heredero al trono, ______ le había dicho que, si bien existían maestros con poderes en su reino, estos no eran muy bien entrenados en el dominio de agua, mucho menos para el combate. Como la paz reinaba en sus tierras y, al no verse tan involucrados en la primera guerra, este reino siempre se habían mantenido tranquilo y sereno, siendo esta una muy buena información para la rubia mujer.

A lo mejor no eran muchos en cantidad, pero contaban con la habilidad necesaria para invadir aquel terreno y derrocar al rey de una buena vez por todas.

Todos ellos estaban listos y firmes dentro del bosque de ese reino, siendo que ya habían pasado la ciudad de Besalú con éxito y sin ser descubiertos para su ataque sorpresa.

Mitsuki Bakugo mantenía una expresión seria pero a la vez se la notaba confiada, hasta ese momento, todo había salido exactamente como lo demandaba su plan.

Katsuki, muy por el contrario, se sentía muy culpable por estar allí liderando junto a su madre. Intentaba no mostrar preocupación en su mirar pero su corazón estaba más agitado que nunca, nervioso por lo que pudiese pasar ese día.

Puso su mejor máscara de indiferencia total ante sus compañeros, logrando engañarlos a todos con su falsa seguridad y autoridad.

Pero, dicha máscara se rompió cuando escuchó unas cuantas palabras salir de los labios de su progenitora.

—No importa quien se nos cruce por el camino, ustedes deberán matarlos sin importar qué —advirtió con intimidación—. Sobre todo a los de la familia real, los quiero a todos, muertos.

Aquella frase había dejado completamente helado a Bakugo, no pudiendo abrir los ojos más de la cuenta por la sorpresa. Sintió que su corazón se detuvo y hasta creyó haber escuchado mal, pero los gritos y ovaciones por parte de los demás lo hicieron volver a la realidad.

No, ______ no podía ser asesinada aquel día.

Se negaba rotundamente a que eso pasara.

Es por eso que él la protegería, aunque eso implicase rebelarse ante su propia madre.

Porque después de todo, él la amaba.

Katsuki nunca buscó su amor ni su afecto, al principio la había intentado alejar de él a pesar de los planes de su madre. Sin embargo, el destino siempre los volvía a juntar varias veces, por lo que terminó cayendo en las redes del amor y ya era tarde para negar aquello.

Definitivamente, él no dejaría que nadie se atreviera a dañarla.

No después de lo que había pasado entre ellos dos.

Cada vez se acercaban más y más hacia el castillo en donde vivía el rey junto a su hija. Aquella gran edificación se hacía cada vez más grande ante sus ojos y, casi llegando a lo alto de la montaña, Mitsuki se acercó junto a su hijo.

—Oe, Katsuki —lo llamó hacia un costado, un poco lejos de los demás—. Sé que sabes cómo entrar al castillo, tienes que dirigirnos —ordenó con seriedad, dispuesta a recibir alguna respuesta por parte de su hijo.

El menor se quedó callado durante unos segundos, pensando en qué es lo que haría. Su joven corazón estaba seguro de que quería proteger a su amada, no había duda de ello, pero, al mismo tiempo no quería que ninguno de los allí presentes saliese herido o capturado, era su gente después de todo. Lo habían visto crecer y todos y cada uno de ellos tenían el derecho de dejar de ser oprimidos por esa sociedad en la que vivían, por lo que no sabía qué hacer.

—Lo haré, vieja bruja —dijo por fin, haciendo una leve pausa antes de mirar con seriedad a su madre—. Pero con una condición.

Fuego, fuego se esparcía por todo el reino agua, quemando todo a su paso.

Las casas de los habitantes ardían a más no poder y las pocas personas que tenían dominio alguno sobre el agua hicieron lo imposible para apagar aquellos incendios, siendo algo casi imposible de lograr al ver más y más llamas resurgir entre las cenizas.

Mientras que varios guerreros se encargaban de las afueras del palacio, un grupo numeroso de grandes guerreros se había infiltrado dentro, quemando también todo a su paso.

—¿Qué significa esto...? —preguntó ______ incrédula, viendo desde la ventana de su habitación las casas y edificaciones incendiándose por doquier.

Su corazón palpitaba desenfrenado al oír los gritos de auxilio y supo de inmediato que aquellos rumores que habían eran ciertos, en los cuales se mencionaba el resurgimiento del reino fuego.

—¡Su majestad, debemos irnos! —exclamó un joven de cabellos verdosos, el cual se trataba de su guardián personal— Pronto, debo sacarla de aquí.

Midoriya la tomó de la mano y tuvo la intención de sacarla tal y como su padre le había ordenado, sin embargo alguien se interpuso en la puerta de salida.

Los ojos del pecoso se abrieron del miedo y de la sorpresa al ver a quién tenía ahí en frente. Aquellos intensos ojos de color rubí le helaban hasta los huesos y de inmediato se puso delante de la princesa, sacando su espada para protegerla porque él no contaba con algún poder.

—¡Quédese detrás de mí! —advirtió Izuku, con una seriedad no muy característica de él.

______ miró confundida a su guardián y luego sus ojos se posaron sobre los de Bakugo, no entendiendo qué hacía él allí, en el palacio real, justo cuando estaban bajo ataque...

—¡Agh, no hay tiempo para estas mierdas! —se molestó Katsuki, intentando acercarse a su enamorada pero el pecoso no se lo permitió, por lo que se molestó aún más.

Pues no tenía mucho tiempo, siendo que no faltaba mucho para que su madre fuese a esa parte del castillo.

Al ver que el de cabellos rizados se interponía entre él y _____, su enojo se hizo bastante visible y las venas de su cien comenzaron a marcarse, harto de que solo le hiciesen perder el tiempo.

Es por eso que no tuvo otra opción, utilizó su poder del fuego en contra del protector de la fémina, quemando algunas que otras cosas a su paso.

Los orbes azules de la joven se abrieron de par en par del susto y retrocedió cuando él quiso acercársele para llevarla consigo, mirándolo de manera desconfiada.

—¿Pero qué...? ¿Q-quién eres tú? —titubeó con nerviosismo, junto a una opresión en el pecho que comenzaba a dolerle— ¿Acaso... estás con ellos?

Nada. Fue un silencio el que obtuvo como respuesta.

—Debo sacarte de aquí, ahora —insistió dando pasos hacia ella, tomándola del brazo para poder ponerla a salvo.

Pero ella no se dejó.

—¡No! ¡Suéltame! —forcejeó soltándose de su agarre, negándose a lo que le pedía.

Se alejó del rubio con temor y dolor al mismo tiempo, no pudiendo creer que él estuviese con quienes atacaron su reino.

—¡Ya, deja de ser tan infantil! —la cortó tomándola por la fuerza de ambos brazos, siendo algo fácil porque tenía mucha más fuerza que ella— ¡Sé la mierda que estás pensando de mí ahora, pero solo estoy intentando sacarte aquí, maldita sea!

Exclamó aquello pasando a tomar sus mejillas y mirándola a los ojos, para que viese que le estaba diciendo la verdad.

—No dejaré que nada malo te pase, lo juro —prometió, dándole un breve beso en los labios para que confiase en él.

______ asintió levemente y decidió seguirlo, pero no sin antes ayudar a su amigo quien había intentado protegerla.

—¡No lo voy a dejar aquí! —exclamó al ver el rostro de Bakugo, el cual chasqueó la lengua para ayudarla.

—Date prisa, Eijiro estará esperándonos a las afueras del castillo.

Mientras más pronto se fueran, mucho mejor.

Ellos debían irse, antes de que...

—¡AHHH! —gritó la fémina con susto, justo cuando vio pasar una hilera de llamas a su lado izquierdo.

Aquel fuego comenzó a arder cada vez más y más y los guerreros del fuego llegaron hacia ellos, acorralándolos en uno de los pasillos de aquel castillo.

—Tsk, mierda... —gruñó Bakugo, soltando a Izuku y dejándolo en el suelo.

Vio cómo sus compañeros los rodearon por todos lados y fue su madre la que apareció corriendo hasta el centro, mostrando una sonrisa satisfactoria al ver a su hijo junto a la chica.

—Vaya, al fin la encontraste, mocoso malcriado —sonrió con autosuficiencia, mirando de soslayo a la chica, quien tenía miedo y confusión en la mirada.

—Teníamos un trato, maldita bruja —crujió los dientes a la vez que se posaba en frente suyo.

Mitsuki solo rodó los ojos, aun no pudiendo creer las palabras que le había dicho.

Dio unos pasos más hacia adelante y el fuego a sus costados incrementó aun más, al mismo tiempo que alzaba su gran espada en contra de ellos.

—¡Dijiste que no le harías daño! —exclamó apuntándola también con su propia espada, recibiendo como respuesta una gran carcajada por su parte.

—¿No hablas en serio, verdad, hijo? —se burló— Es demasiado tarde, Katsuki. Todos estamos luchando por lo que en verdad nos pertenece, y todo gracias a ti.

Hizo una pausa, para luego proseguir.

—Admito que hiciste un buen trabajo al sacarle información a su majestad —dijo aquello con sarcasmo, pero en ningún momento dejó ese aire triunfador—. Lograste engañarla muy bien, Katsuki, no esperaba menos de mi propio hijo.

Aquellas palabras fueron como un balde de agua fría para la princesa, quien sintió una opresión en su pecho tras ver que Bakugo estaba callado. Esperaba que negase todo aquello salido de su boca pero él no dijo nada para contradecirla, lo cual le dolió aún más.

—¿Es eso cierto...? —preguntó en un susurro apenas audible, esperando una respuesta.

La cual nunca llegó.

Ella negó con la cabeza a la vez que sus ojos se cristalizaban poco a poco. Su corazón latía con fuerza y amargo sabor se instaló en su garganta, el cual le hacía difícil el siquiera poder respirar.

No... Bakugo no... Él no podía haberla traicionado de esa manera.

—En un principio... No te conocía —empezó a explicarle, dándose la vuelta para mirarla y ver su cara llena de decepción y dolor— Pero luego, tú... —decía pero fue interrumpido por su progenitora.

—Sí, sí. La enamoraste en busca de información para nuestro reino —lo cortó y dijo todo aquello con un solo propósito: lastimarlos a ambos, sabiendo muy bien lo que su hijo sentía por ella.

Mitsuki no era ninguna tonta, ella conocía a la perfección a su hijo y se había dado cuenta de la forma en la que la había comenzado a mirar en ese último tiempo, notando aquel gesto de cariño y brillo en su mirada cuando la tenía en frente suyo.

Aquella joven de cabellos blanquesinos había cautivado a su único heredero, se habían enamorado y lo había vuelto alguien débil, lo cual era algo que no iba a permitir ni en un millón de años.

—¡Ya cállate, maldición! —le gritó Bakugo a su madre, ya harto de toda esa situación.

Su corazón indomable palpitaba al cien y se alertó al ver que los demás comenzaban a acorralarlos, por lo que gruñó creando bolas de fuego de las palmas de sus manos.

______, por su parte, solo miró la espalda del rubio cenizo con decepción, sintiéndose una gran tonta al haber sido engañada todo ese tiempo. Él le había dicho que la quería en su vida y la había cuidado desde siempre, la besaba con ternura cuando se encontraba mal y escuchaba todos y cada uno de sus problemas, ¿es que acaso todo eso había sido una mentira por su parte? ¿Estaría fingiendo todos los sentimientos que decía tener por ella? ¿Es que acaso nada había sido real para él?

Sus ojos se cubrieron de una fina capa cristalina y le fue inevitable soltar unas cuantas lágrimas rebeldes, sintiendo su corazón apretujarse por todas y cada una de sus mentiras.

Ella había confiado en él, lo llevó a su reino a pesar de que era algo prohibido que alguien ajeno entrase en sus tierras sin un permiso. Confió al enseñarle su secreto de entrada y salida pero él solo la usó, aprovechando todas y cada una de las ventajas que había logrado conseguir mientras estaba con ella.

Ella confió, y ese fue su error.

Confió en la persona equivocada.

La cual, ahora mismo había pisoteado y traicionado su inocente corazón.

Cerró los ojos en un parpadeo y lo que pasó a continuación sucedió muy deprisa para que pudiese reaccionar. Bakugo había activado más sus llamas al notar que comenzaban a amenazarlos con capturarlos. Concentró el calor de su poder en un solo ataque y se dispuso a pelear con todas sus fuerzas contra su propia madre, la cual, no se esperaba para nada ese brusco movimiento.

—Su majestad... Debe tomar esto conmigo —murmuró Izuku un poco débil, tomando un colgante con forma extraña de su pecho. Dijo algunas cuantas palabras en un idioma extraño y dicho collar comenzó a brillar cada vez más y más, entrelazando sus manos con una de las de ella— Le prometí a su padre que la protegería, aun a costa de mi vida —le regalo una linda sonrisa a pesar de su estado.

Los integrantes del reino fuego seguían batiéndose a duelo pero no sabían muy bien si atacar a Katsuki o no, después de todo, él era el hijo de su actual reina. Sin embargo, a Mitsuki eso no pareció importarle mucho, puesto que si tenía que darle una lección a su hijo, se la daría.

Bakugo resistió bien el combate entre los suyos, intentó alejarlos de donde estaba la princesa y al principio sus esfuerzos dieron resultados, puesto que ellos comenzaban a retroceder poco a poco.

Una sonrisa confiada apareció en sus labios ante eso, sin embargo, dicha sonrisa fue desapareciendo poco a poco, al ver que una resplandeciente luz rodeaba a su chica y a aquel guardián, cegando a todos por completo.

Cuando por fin la luz se dispersó por aquel lugar, Bakugo fue el primero en abrir sus ojos, dándose cuenta de que no había nadie en ese lugar. Su corazón se estancó como una piedra y el aire le faltó por unos segundos, sintiendo un vacío dentro suyo.

Junto a un frío vacío en su corazón, al ver que su princesa había desaparecido.

(¿Continuará...?)

Wey, casi 5.500 palabras 😂😂😂😂 quiero mi premio nobel xddddd

Siendo sincera, no tenía idea de qué hacer este primer día de la week. Los veía un poco comunes como para tratarse de Katsuki, es por eso que tiré más a realizar algo del mundo medieval/antiguo, además, ya tenía algo escrito de un OS anterior de Todoroki que nunca subí 🤣🤣🤣

En fin, lamento mucho la demora en mi escrito pero es que me emocioné con este One-Shot :( no quería dejar información a medias y aun así me faltaron poner más momentos Baku____, sorry por eso, pero es que iba a quedar más largo u.u

En fin, espero que les haya gustado este escrito ❤ me atrasé ya un día pero espero poder remontarla rápido, y si no pues alto fracaso AJAJAAJAJA

Grax a todos por unirse en esto y pronto me pasaré por sus lindos libros 💕👀👌🏻

Nos veremos en el siguiente día, mil besos 💕

Bч: ᥒoᥣxᥒgᥱrhᥙmᥲᥒ 🌺

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