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𝐂apítulo 𝐃os


𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑻𝒘𝒐 💥 𝑩𝒓𝒆𝒂𝒌𝒕𝒉𝒓𝒐𝒖𝒈𝒉

"Cuando todo el mundo sabe que eres un monstruo,
no necesitas perder el tiempo haciendo monstruosidades."


Observé cómo El Enlace hojeaba mi expediente de agente.

—Háblame del accidente de avión con Buddy Holly, el 3 de febrero de 1959 —sonrió, señalando la foto de un tipo con gafas.

—Ese fue fácil, Buddy estaba cansado de viajar en autobús, como se había quejado durante uno de sus conciertos. El piloto de la aeronave, un chico de veintiún años llamado Roger Peterson, estaba en el bar la noche anterior, así que, simplemente echando algo en su bebida y haciendo que me llevara al aeropuerto borracho, alteré la maquinaria y boom. Muerto —respondí, dando un sorbo a la taza de café que me dio.

—Magnífico trabajo, señorita Cero, estoy deseando que su próxima misión también sea un éxito —el Enlace sonrió mientras me entregaba otro archivo.

Uno podría preguntarse por qué tengo que reunirme cara a cara con el Enlace para las misiones, pero ser una de los dos mejores agentes, tiene sus ventajas.

—Te unirás al señor Cinco para esta, el caso JF Kennedy —declaró, inhalando de su característica pipa de fumar.

Abrí el dossier, tratando de ignorar la sensación de ardor del anillo de oro en mi dedo anular.

—Por supuesto, lo haremos lo mejor posible.

No pude evitar esbozar una sonrisa cuando me encontré con Cinco en una pequeña cafetería de Dallas el 22 de noviembre de 1963.

—Santo Dios, por fin —exclamó antes de sonreír mientras me rodeaba con sus brazos en un abrazo, besando la parte superior de mi cabeza.

—Te eché mucho de menos, viejo —murmuré en su pecho, conteniendo las lágrimas de alegría.

—¿Y? Han sido 58 años para mí, ¿cuánto tiempo fue para ti, princesa? —preguntó sin dejar de sonreír, en lo que hacía un gesto a la camarera para que nos atendiera.

—49 años, más o menos. ¿Pero 58 años? Cielos, ya no nos vemos como antes —le sonreí.

—49 años no está mal —dijo entre risas, apurando su taza de café.

Me reí.

—No estás fuera de mi rango, sabes.

—Lo sé —asintió con una pequeña sonrisa—. Y tengo buenas noticias.

Levanté la vista de mi donut.

—¿Lo has descubierto?

—Sí, creo que podemos hacerlo hoy.

—Bien, hora de volver a casa.

Sus ojos brillaron bajo las luces.

—De vuelta a la academia.

"... En el aeropuerto de Dallas Love Field, seguimos aquí en la zona de Dallas-Forth Worth con una emisión especial para cubrir la llegada del Presidente John F. Kennedy. Entre los gritos de la gente, el presidente de los Estados Unidos..."

Dirigí mi mirada al hombre concentrado que estaba a mi lado, con su cuerpo encorvado sobre un pequeño diario de cuero. Volví a mirar a través de la mira telescópica de mi rifle mientras la radio saltaba a otro locutor.

"... miles de personas salen a la carrera para poder ver de nuevo al presidente y a la Primera Dama mientras salen del aeropuerto Love Field. Sale el coche presidencial. El presidente y la Primera Dama se dirigen al centro de Dallas, donde ya les esperan miles de personas..."

—¡Date prisa, Cinco! —siseé al mismo tiempo que los coches pasaban delante de la valla oculta.

La multitud clamaba cuando Cinco dejó escapar un pequeño jadeo.

—¡Lo tengo!

"Hoy la policía de Dallas está realizando una labor fantástica, controlando a las masas en colaboración con un contingente de los Rangers de Texas."

—¡Agárrate a mí! —gritó él mientras guardaba el diario en su bolsillo y posicionaba sus puños cerrados frente a él.

Rápidamente coloqué el rifle contra la valla cuando un extintor salió volando por el crepitante portal azul.

—¡¿Qué demonios?!

La radio se hizo inaudible cuando el silbido del portal afectó nuestra zona.

—¿Cinco? ¿Qué está pasando?

—¡Entra!

—¿Qué?

—¡Qué entres de una puñetera vez, Cero!

Nos adentramos en el portal, luchando por viajar en el tiempo.

Miré a través del portal para ver a dos mujeres y tres hombres de pie frente a él.

Y entonces fuimos arrastrados al espacio azul. El viento vino de la nada.

Hubo un fuerte estallido y caímos del cielo, precipitándonos al suelo.

—¿Princesa? ¿Estás bien? —preguntó una voz.

Me levanté, alisando el traje negro de gran tamaño que llevaba puesto.

—Sí, amor, sí. ¿Y tú─? ¡Mierda!

El chico me miró confundido.

Me quedé boquiabierta.

—Te ves diferente.

—¿Qué? —preguntó él.

—Emm, ¿eres más pequeño? —prácticamente grité antes de girarme para mirarme.

—¿Alguien más está viendo al pequeño Número Cinco y a la linda Número Cero, o soy sólo yo? —preguntó uno de los hombres frente a nosotros.

Nos volvimos hacia el pequeño grupo, sus ojos se abrieron de par en par y se quedaron boquiabiertos.

Cinco se miró a sí mismo, para luego fijarse en mí y volverse hacia los demás.

—Mierda.

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