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La noche transcurrió tan rápido como di el primer pestañazo. Mi cuerpo cayó inconsciente, nada más recostarse. Hace mucho tiempo que había olvidado cómo se sentía estar sobre una superficie cómoda, a pesar de ser un simple colchón viejo, personal y de tamaño pequeño, era mucho mejor que un montículo de paja mal acomodado con un trapo sucio encima.

Fue raro no despertar sobresaltada con el estruendo de una campana y un cencerro o con un cubo de agua puerca en todo el rostro, también puede que allá extrañado dormirme mientras observaba a la gran madre Luna y que su resplandor bañara mi cuerpo. También, extrañe mucho a Hanna y rezo porque aun este respirando el oxígeno de esta tierra.

El resonar de mis tripas autodigiriéndose me hizo maldecir a todo lo existente, ellas demandaban comida aun si no fuera está comestible. La estúpida omega que se tomó su tiempo en reiterarnos nuestro lugar, no se dignó en darnos de comer tan siquiera unas rodajas de pan viejo como solían hacerlo en el campamento, nos acostamos sin cenar, para variar, nadie protesto o alzó la voz ya estamos más que acostumbrados a no probar bocado en todo el maldito día o incluso semanas.

- ¡¿Puedes hacer callar a tus jodidas tripas, muerta de hambre?! - demandó el omega malhumorado.

Pues sí, si de males no fueran suficientes, me tocó de vecino como quien dice al omega de los cojones. Literalmente estamos pegados durmiendo uno al lado del otro y no creo que podamos cambiar esto. Giro mi rostro hasta que mi mirada choca con la de él, sus cabellos rojizos se pegan en su frente debido al sudor, no tenemos ventilación y esto parece una sauna, su piel es blanca un poco bronceada a causa del Sol, sus rasgos son finos y delicados, es muy hermoso, pero con su actitud lo caga todo.

- Las tuyas están igual o peores que las mías y has silencio que los demás se van a despertar - exclame enojada, pero en un tono muy bajo.

Él rodó los ojos con fastidio y se volteó dándome la espalda. Genial, ¡Que se vaya muy bien a la mierda!, yo no tengo la culpa de tener hambre y más si todos estamos en iguales condiciones.

- Eh - lo llamé, pero me ignoró nuevamente.

Quería llevar las cosas en paz y necesitaba buscar aliados si quería salir de aquí. Él contaba con información importante y era el más espabilado de todos aquí. Mejor tener a tu potencial enemigo de amigo, dicen.

Al ver que no me hace caso lo pico con mi dedo índice en una de sus costillas, sí que está delgado, un poco más y hasta siento sus órganos. Él se remueve molesto, pero sigue sin darme la cara. ¡Maldito engreído!

- ¿Cuál es tu nombre omega gruñón?

Obtengo un bufido como respuesta, no le agrado que resaltará su casta y mucho menos su carácter de mierda.

- Soy Min Ji y también soy omega, bueno, claro que lo soy ¿Con qué otra razón estaría aquí?

- Aquí no hay solo omegas, hay gammas y deltas, pero al fin y al cabo todos pertenecemos a la misma mierda de estatus.

Doy un leve recorrido con la mirada observando a las personas que tengo alrededor, al principio creí que todos eran omegas, pero ahora que recuerdo bien cuando estaban haciendo el control al bajarnos del camión hablaron de otras castas, lo que al parecer no le preste su debida atención y para qué apoyarme en mi olfato si todos mis sentidos parecen estar dormidos, otra desventaja más. Por lo menos ya sé esa información gracias al omega.

- Tienes razón, aunque yo por lo menos no pienso quedarme mucho tiempo por aquí.

Mis palabras lo sacan de quicio haciéndolo sobresaltar bruscamente el viejo colchón, sus pupilas se dilatan mientras me lanza esa mirada de ¡Estás loca de atar!

- ¡¿Planeas escapar?!, ¿Acaso estás demente?, solo saldrás de aquí muerta.

- Baja la voz ya te dije, no quiero nadie más, se entere - rodé los ojos por su falta de discreción.

- Fantaseas si piensas que saldrás con vida.

Me giro boca arriba esquivando su mirada perjuiciosa mientras observó el oscuro falso techo de la habitación, recitó las palabras que yo misma me quiero hacer creer.

- Será fácil salir de aquí, y aunque fuera imposible, solo es cuestión de querer.

- La vida no es tan simple niña, despierta de una buena vez si no el golpe será demasiado duro.

- No pienso quedarme aquí a hacer de puta a alfas asquerosos o de jodida incubadora.

- Ho Seok...

- ¿Qué dijiste? - me volteó hacia él sin entender a qué se refiere.

- Me llamo Ho Seok y tampoco quiero condenar mi mísera vida a más decadencia.

- Escapemos entonces - extiendo mano derecha hacia él - ¿Trato?

- Trato - gruño con fastidio estrechando mi mano y sellando nuestro pacto.

Ho Seok, saboreo su nombre es mis labios, sin duda alguna me será de gran ayuda en este infierno, del que espero salir lo más pronto posible y junto a él.

La puerta es abierta de manera súbita haciéndonos incorporar en nuestro lugar. Entran en escena las dos omegas del servicio Dae y su protegida Soo Min. Ya se me hacía raro que nos dejaran descansar tanto tiempo. Su semblante serio nos alerta rápido que no andan de buen humor, así es que es mejor no hacerlas enojar y acatar sus órdenes poniéndonos de pie inmediatamente.

- Aquí no se podrán dar el lujo de holgazanear ¡Así que de pie los que no están despiertos!

Haciendo sonar sus manos con fuertes palmadas hizo que todos se despertaran enseguida. Formamos fila una vez más unos al lado de otros, aun con la diminuta toalla que nos dieron ayer cubriendo nuestro cuerpo.

- Ya el médico de la corte real ha llegado, les hará algunos exámenes y otras cosas más de las que no tengo noción, pero demás está decirles que se comporten frente a un alfa de clase alta como es el médico.

Todos asentimos y sin decir, pero alguno la seguimos hacia la consiguiente habitación donde nos espera dicha persona. Ho Seok a pesar de ser el más precavido y medido de los dos, empezó a ponerse nervioso detrás de mí recordándome a Hanna minutos antes de la mayor de las desgracias, solo rezaba internamente porque no volviera a suceder, no otra vez.

Continuará...

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